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miércoles, 2 de abril de 2025

Reflexiones sobre el 2 de Abril

Dr. Javier Cornejo - 2 de abril de 2011

Un 2 de abril, el Estado argentino iniciaba un camino de heroísmo dejando en él la vida, sangre, frustraciones e ilusiones de nuestro pueblo.

Heroísmo que fuera macabramente utilizado por la inteligencia británica en cumplimiento de la revalorización y actualización del Tratado de Amistad Comercio y Navegación de 1825.

 Vencer a la República Argentina en la Guerra de Malvinas era el hecho internacional que Gran Bretaña necesitaba para imponernos los Tratados de Madrid del 15 de febrero de 1990, de Londres del 11 de   diciembre de 1990 y el de Washington de 14 de noviembre de 1991.

Sin guerra previa no había causa para los tratados de paz firmados a consecuencia de ella. Los términos de tales Tratados son tan leoninos que bien fueron calificados como el Tratado de "Versalles" argentino.

Nuestro país, que en virtud de su brutal Deuda Externa se encontraba sometido a la Ley del Acreedor, a partir de tales Tratados quedo también sometido a la Ley del Vencedor.

Hubo un   siniestro personaje que fue el continuador de la política de sumisión económica, fue el presidente del Banco Central de Martínez de Hoz, el Canciller de Menem que gestó estos tratados, el ministro de Economía de Menem que ejecutó la letra de expoliación de los mismos, fue quién además tuvo el desparpajo de candidatearse como presidente de los argentinos en elecciones pasadas: el desvergonzado Domingo Cavallo.

A partir de la firma de tales Tratados el accionar de Inglaterra sobre Malvinas se intensificó ostensiblemente.

El   Imperio Británico las considera de su exclusiva propiedad.

No solo a Malvinas, Georgias, Sándwich y mares adyacentes, sino también al espacio del continente Antártico que desde hace 106 años los argentinos ocupamos en forma ininterrumpida. Del que los salteños tenemos el honor que un comprovinciano haya sido el primero en llegar hasta su corazón geográfico y magnético. 

Al decir de don Eduardo Lualdi, "en   lo referente a la cuenca petrolera de Malvinas, Gran Bretaña logró su cometido".

Esto es:  que Gran Bretaña logró lo que quería, ser reconocido como País Ribereño, su consideración como tal por un organismo internacional.

En pos de tal reconocimiento y aniquilando el concepto de soberanía, se instaló en el criterio funcional argentino la idea de la "Complementariedad".  Es decir que nuestros gobernantes abdicaron de la esencia soberana por nuestros territorios, y la reemplazaron por su ya harto conocida concepción usuraria, mezquina y acomodaticia de alentar la esperanza de "prenderse" en el negocio petrolero junto a los británicos.

La soberanía no existe.  Lo vigente son los posibles futuros negociados. Los que elegantemente denominaron los "intereses comunes" entre los británicos y argentinos.

La presidente parece olvidar lo anunciado en abril de 2009: "en setiembre se publicitarán los logros en el tema de la plataforma submarina producto del concienzudo estudio efectuado y presentado en tiempo y forma a la Copla".

Nos engañó.

De nuestra presentación, nadie sabe nada. Lo real son las concretas e irrefutables acciones del Imperio Británico militares y comerciales de explotación petrolera.

La única acción jurídica valedera que debe efectuar el Estado Argentino es: la Denuncia internacional de los tratados firmado como consecuencia de la guerra de Malvinas, el Tratado de Madrid del 15 de febrero y el de Londres de 11 de diciembre de 1990. Las ficticias y lacrimosas notitas de la Cancillería o las ironías de la Malvinera presidente solo tienen un bochornoso efecto.

Para el Imperio Británico el "tema argentino" es algo ya resuelto. Ni nos consideran. No existimos. Al extremo que ni siquiera accederán a incorporar a nada importante de la denominada complementariedad de intereses comunes, a la caterva corrupta de personajes cómplices de la administración gubernamental.  En este terreno el presidente chileno Piñeras sí tiene puesto sus publicitados objetivos, a los que adicionará una profunda reorganización de las fuerzas armadas.

Hoy el Imperio Británico tiene otras preocupaciones mucho más importantes que el chiquero argentino de chanchos, pollos y pingüinos.

El Imperio Británico se encuentra preparando la defensa a ultranza del último reservorio   energético del planeta del que se auto titula dueño exclusivo y absoluto.

Las declaraciones del ministro de Defensa Británico Bob Ainsworth al proponer una revisión de la estrategia de Defensa del Reino Unido, difundidas por el Financial Times el 4 de febrero del año pasado son más que elocuentes y seriamente preocupantes: "El Reino Unido tendrá probablemente que operar dentro de coaliciones internacionales en futuros conflictos para conseguir una mayor capacidad defensiva".  "Debe estar preparado para trabajar estrechamente con aliados extranjeros". "Anticipar un amplio abanico de amenazas, desde ciberataques hasta posibles conflictos por recursos naturales". "Deben ser flexibles para actuar en defensa de los intereses nacionales en conflicto en lugares a menudo muy lejanos". El mensaje estaba dirigidos a los aliados europeos. En clara advertencia a Rusia y países orientales con vocación antártica.

Hoy los acontecimientos de Libia son un claro reflejo de lo expuesto.

El Sur Argentino es lo que se describe como la última repartija de territorios marítimos de la historia del planeta, donde jugaría un papel clave el integrante del Commonwealth que armó una ultra moderna maquinaria bélica: el Estado Australiano. Formalizando una expansión de su territorio llevará a la desestabilización los mecanismos legales internacionales lo que convertiría a la lucha por los recursos naturales en una peligrosa guerra global. (Global research 6/5/2009 Australian Military Buildup And the Rise Of Asian Nato)

A lo expuesto se suma la incorporación de todo el territorio dentro de lo que es la Provincia de Tierra del Fuego, Islas y Antártida. Se agrega que, con la provincialización de los recursos naturales de suelo y subsuelo de las provincias, se deja en manos de la Gobernadora Fabiana Ríos, el manejo discrecional de todo el territorio   continental, plataforma submarina, islas y Antártida que nos pertenece a todos los argentinos.

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