Me gusta

jueves, 31 de marzo de 2022

2 de Abril de 1982

Por Javier Cornejo

Publicado en el diario El Tribuno el 31-03-2022

El 24 de marzo de 1976 marcó el reinicio del encadenamiento a la usura internacional a través de un endeudamiento perpetuo con Estados, organismos internacionales y acreedores privados. Pagar, pagar y pagar sin considerar la legalidad ni legitimidad de la deuda. Quedamos sometidos a "la ley de los acreedores".

La Guerra de Malvinas fue un ejemplo más de la extraordinaria capacidad de manejo diplomático del Foreign Office Británico.

Fue una guerra provocada con la finalidad de lograr la firma de los tratados de paz, como consecuencia de ella.


Inglaterra necesitaba actualizar los lazos de dependencia de su "Colonia Olvidada" (Andrew Graham Yool, Emecé Editores, 2000) que se originaron en el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1825.

La Guerra de Malvinas no fue una ocurrencia de Galtieri. Fue una acción perfectamente diagramada por los cerebros que redactaron el tratado que con inusitada premura (apenas 48 horas) se firmó en 1990.

Hubo un detalle que no estuvo exactamente calibrado por la inteligencia imperial: el valor y capacidad de nuestros soldados. Por la acción de nuestros valerosos pilotos, Gran Bretaña perdió importantísimas herramientas bélicas, tales como los HMS "Sheffield", "Atlantic Conveyor", "Argonaut", "Ardent", "Antelope", "Invencible" y "Destructor Coventry", sólo por mencionar buques impactados. Fue necesario el brutal cachetazo del hundimiento del crucero "General Belgrano" para reencauzar el control del conflicto.

Esta guerra provocada tuvo el final bélico que todos conocemos. Lo que casi nada sabemos es sobre los tratados firmados con posterioridad: el Acuerdo (tratado) Anglo-Argentino de Madrid, firmado el 15 de febrero de 1990, que tiene 18 artículos y cuatro anexos. Sus disposiciones crean obligaciones en todo el territorio continental, no sólo el insular, y comprometen la soberanía nacional en múltiples aspectos:

- Inversiones económicas (en el artículo 12).
- Política exterior (art. 16).
- Subordinación y control total de nuestras Fuerzas Armadas por las británicas (anexo I art. 5 A, B, C y relación con art. 13).
- Control de recursos pesqueros (art. 7)

El artículo 10 es el sarcasmo a la omnipotencia sin concesiones: se refiere a "la visita de familiares" a nuestros muertos en las islas.

Las consecuencias del texto aceptado por Argentina implicaron el reemplazo de nuestra República independiente por una virtual y muy particular Confederación Anglo-Argentina, destinada al vaciamiento del patrimonio nacional y despojatoria total de sus ciudadanos. Tal la indemnización de guerra.

Argentina, que ya estaba sujeta a la "ley de los acreedores", acentuaba su sujeción por la aplicación de la "ley del vencedor en Malvinas".

La prensa londinense presentó este tratado como un éxito del entonces presidente Carlos Menem (La Nación 17/02/ 1990, página 4).

El 11 de diciembre de 1990 se firmó en Londres el complemento del anterior: "El Tratado Anglo-Argentino de Promoción y Protección de Inversiones". Su sugerente título me exime de hacer mayores comentarios.

El pasado 1 de abril se publicaban los resultados de una encuestadora nacional: un 45% de los argentinos tiene poco o ningún interés por noticias referidas a las islas Malvinas y un 24% sugiere algún tipo de soberanía compartida sobre nuestro sur.

La colonización mental de nuestra población está demostrada.

¿Podremos reemplazar esta idiota resignación suicida en que nos sumieron los conquistadores anglosajones? Si es así debemos aplicar en forma inmediata el inc. 24 del art. 75 de la

Constitución Nacional: "La denuncia de los tratados referidos" absteniéndonos de su cumplimiento.
No existe ninguna otra acción válida. 

https://www.eltribuno.com/salta/nota/2022-3-31-0-0-0-mucho-mas-que-una-ocurrencia-de-galtieri

lunes, 28 de marzo de 2022

LA ACADEMIA DEL FACILISMO

EN SALTA SER PERIODISTA E HISTORIADOR SON LAS TITULACIONES MÁS RÁPIDAS DE OBTENER

(ARTÍCULO SÓLO PARA POCOS)

SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.-

Meditaba un artículo escrito con la excelsitud que sólo Gregorio Caro Figueroa puede redactar donde plantea un problema que es verdad: ¿El periodismo es un oficio o una profesión? La cuestión no es menor en una Salta que supo dar plumas para el bronce y la mayoría de ellas bruñidas en la inspiración, la observación criteriosa, el talento natural y una pasión libertaria irrefrenable, porque en aquellos años el periodismo no se fraguaba en los claustros universitarios pues no los había.

De hecho, pienso, que tanto el periodista como el literato no se hacen, simplemente nacen. Los talleres, las academias, "anche" las universidades informan técnicas, enseñan algo de historia, le "sacan punta al lápiz", pero si el grafito no es bueno la cosa no termina en periodismo o literatura sino en un vocero o escribiente.

Hace una punta de décadas atrás, un periodista hoy empresario de Salta supo decirme en un reportaje que le hiciera para un mensuario que publicaba: "La Universidad Católica lo único que hace es sacar noteros de $ 300 pesos". Y era verdad pues luego de siete años, esos muchachos y chicas titulados terminaban en su radio haciendo reportajes callejeros. Pero no había materia para amasar una crónica, para orientarla como un misil ni mucho menos para provocar siquiera un daño colateral. Nada.

Señala en un pasaje de su escrito "El Gori" (Caro Figueroa) que los mejores catedráticos del periodismo eran nuestros mayores. Y pondré en ejemplo a nuestro Néstor Salvador Quintana cuyo oficio lo llevó a la titularidad de una cátedra universitaria. Quintana es el ejemplo paradigmático de lo que decimos, es el periodista, pero además conoce en profundidad la historia, puede debatir de filosofía, de sociología y demás etcéteras, porque es el hombre que se acerca a la definición de Publio Terencio Africano: "Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno".

El periodista es en esencia una rara avis; es el Diógenes que habita en la soledad del barril mirando pasar a la sociedad y meditando sobre sus carencias, denunciando la soberbia de los encumbrados a costa del saqueo público, el que señala al tonsurado en su hipocresía eucarística, el que intenta aportar ideas allí donde los encefalogramas de los funcionarios dan plano, el que profetiza incluso. Por eso, los verdaderos periodistas no acaudalan dineros, porque como enseñaría el Maestro Francesco Pagliaro "La cultura no da dinero". Claro que para poder hacer todo esto es imprescindible ser libre, una categoría que el grueso de la sociedad todavía no alcanzó.

Por eso el periodista libre no puede tener pauta publicitaria oficial. La pauta oficial es el cancerbero de las ideas.

Para ejercer un verdadero periodismo, el hombre o la mujer de la pluma no pueden ser empleados de medios sino empresarios de sí mismos, con todos los riesgos que ello involucra en una sociedad tan mediocre, tan pacata, tan hipócrita y tan decadente como es esta en la que han convertido a Salta.

Se muere en el intento o se vive como un indolente de la palabra a precio vil.

En Salta, el periodismo es pues, uno de esos títulos que se obtienen con mayor facilidad de lo que costaría laurearse en una academia de dactilografía (¡Vaya la antigüedad!), porque basta conseguir un espacio en una radio, en un canal, montar una página web y pedir pauta publicitaria al gobierno. Lo que sigue es el escándalo de la palabra: escuchamos a terroristas del idioma que piensan que proferir palabrotas le da tono a su discurso. Leemos artículos escritos por iletrados y hasta verdaderos ágrafos. Todos, eso sí, maestros del "Cute and Past".

Paradójicamente, el primer corruptor del periodismo es el Estado quien no paga una pauta, sino que soborna conciencias. Porque si fueran gobiernos verdaderamente democráticos distribuirían las pautas aún a quienes no solventan sus errores. Así hemos visto emerger en Salta fortunas personales que de no haber existido la venalidad estatal no existirían. Quienes no son tan privilegiados viven ajustados a esos mendrugos que el dueño del dinero oficial les da con cuentagotas so pena de que digan que el gobernante de turno es un Adonis, sus ministros son mejores que los dioses del Olimpo y la gestión es tan buena que haría empalidecer de la envidia al propio Wiston Churchill.


La pauta publicitaria otorga el inmediato título de "periodista". 

Historiadores a la carta

La otra cuestión que planteaba –insisto con maestría- Caro Figueroa era la de historiador. Y me pregunto ¿El historiador necesariamente debe ser un académico titulado? Entiendo que no, porque historiador es aquel que no sólo posee el arte de escribir, la paciencia de leer sino que además sus pulmones han aspirado durante años el acre olor del papel antiguo y el polvo de los archivos.

En Salta, el General Martín Miguel de Güemes ha sido quizás el mayor otorgador de títulos de historiador. Cualquiera con algo de paciencia que haya leído las obras mayores sobre la Gesta Güemesiana garrapatea unas hojas, las imprime y obtiene dos cosas: su libro y su título de "historiador".

En esta Salta tan generosa para con los anodinos y triviales y con los emparentados o cercanos, esos pseudo historiadores alcanzan la toga de funcionarios y disciernen ellos sobre historia cuando algunos ni siquiera han podido escribir un suelto o una esquela laudatoria para un cumpleaños. Y como los fariseos se honran a sí mismos haciéndose presentar en los actos públicos y medios de prensa como "historiadores". ¿Con un solo libro? ¿O tal vez ninguno?

En el paroxismo de la indignidad y la indigencia mental, vemos funcionarios que por haber llegado a esa silla curul mediante artimañas, genuflexiones o concesiones libidinosas, en los actos públicos ahora se hacen llamar "Doctor". ¡Que hable el "dotor"!

Haré memoria de algunos historiadores de fuste que supo tener Salta como Teresa Cadenas de Hessling, Luis Oscar Colmenares, Ercilia Navamuel, Monseñor Miguel Ángel Vergara, Atilio Cornejo, Carlos Gregorio Romero Sosa, antes, Miguel Ángel Solá, Vicente Arias, Ernesto Miguel Aráoz, Benita Campos… y otros de esa talla con quienes mi memoria es injusta. Por supuesto, Gregorio Caro Figueroa y Sara Mata.

Aquí también el Estado es responsable porque no fomenta el cultivo de la investigación. Pondré nada más como ejemplo el caso del Instituto Güemesiano de Salta, abandonado al garete durante la "gestión" de Juan Manuel Urtubey, y el que antes fuera cenáculo de personalidades dedicadas a la investigación y difusión de la Gesta Güemesiana, terminó asaltado por advenedizos, viandantes ocasionales, queridas, testaferros de ocasión, una verdadera caterva de oportunistas que de pronto obtuvieron sello de académicos. Ese Instituto Güemesiano hace más de una década que no ha vuelto a publicar sus valiosos "Boletines" donde se hallaban artículos de una exquisita y excelsa calidad histórica como literaria. Hoy, unos salteadores y algún punguista de la historia ocupan ese antes privilegiado lugar.

Expreso públicamente a modo de declaración jurada que NO SOY HISTORIADOR. Digo también cuánto me molesta –y lo hago saber- cada vez que algún medio me invoca como historiador. Apenas podría aspirar a ser un "analista del pasado".

Tengo escritos algunos libros que hablan de historia, sí; pero son ensayos livianos sobre temas de la historia, no investigaciones históricas. No soy historiador porque jamás he pisado un archivo. Lo de uno son elucubraciones intelectuales sobre los procesos o personajes de la historia. El historiador es una talla mayor que en Salta está bastante alicaída.

Final "Allegro ma non tropo"

La provincia de Salta que supo ser fragua y escuela de periodistas y de historiadores cuyos nombres trascendieron las fronteras y calaron en la historia nacional, hoy carece de plumas de fuste, de espíritus libres y de mentes avivadas al fuego de la pasión de escribir para servir al público. Hoy muchos escriben para servirse de la migaja que un individuo que a la vez hace las veces de censor les da y les quita.

Nadie se corre media letra del libreto oficial por temor a perder la modesta subvención. El Estado es el primer corruptor de la libertad de expresión y que mata a la opinión pública para consagrar en su lugar a la opinión publicada.

Si fueran verdaderamente democráticos, ¿Daría el Estado una pauta publicitaria a quien "no es del palo"? ¡Jamás! Cuando el gobierno es mediocre es prisionero de su miopía histórica. Y eso encuentra razón en el temor del gobierno a la Verdad.

En suma, el periodismo y la historia antes que títulos académicos son pasiones. Y toda pasión es irrefrenable, tormentosa, no siempre librada de un final trágico. Pero es esencialmente LIBRE.

Estas dos pasiones son seguidas y consecuentes, porque como se preguntaría Gabriel García Márquez, "¿No ha sido antes el historiador un periodista?".

Luego, estas dos pasiones se resumen en aquella frase de Emil Chioran: "Todo libro (o artículo) debe hurgar en las heridas, provocarlas incluso ¡Todo escrito debe ser un peligro"!

PATAGONIA EN LLAMAS V

Por Javier Cornejo

23 de Marzo de 2022

Referirse al mundo Patagónico significa adentrarse en la geografía terrestre que se encuentra en la cima de los continentes que se proyecta a su centro de tierra firme: La Antártida.  La conexión física del continente Antártico con el sur americano es única e incuestionable. Es preciso partir de esta realidad física para intentar una compresión de los acontecimientos que, a través del tiempo, los humanos ocasionaron, ocasionan, y ocasionarán en tal región. Desde los más antiguos mapas que se conoce, constatamos la importancia asignada a esta zona del mundo que hoy los adelantos tecnológicos esconden como una gran "mancha blanca" de la que se informa poco y nada.

Mundo Patagónico que Sir Henry Kissinger definiera como "una daga que apunta al corazón de la Antártida" a sólo 950 km, frente a los 4.000 km que la separan de Sudáfrica, los 2.900 de Nueva Zelanda, los 2.500 de Australia. Su extensión de 14.000.000km2 conforma un continente con sus recursos intactos, apetecibles para apropiamiento y control del mundo futuro.

Por ello es absolutamente necesario considerar la geografía antártica como un todo integrado a la plataforma continental marítima, la plataforma insular, plataforma terrestre del sur americano chileno y argentino.

En anteriores artículos, Patagonia en Llamas I   II   III   IV, referí el plexo histórico que hoy se desborda ante el intento de fuerzas estertóreas de ocasionar un total caos para desembocar en un fraccionamiento geográfico patagónico y disgregación poblacional, atizando la violencia feroz enmascarada en reivindicaciones territoriales de cuestionados derechos ancestrales en el sur chileno y argentino. Violencia que en la actualidad con la asunción presidencial de Gabriel Boric en Chile tiene muy pocas posibilidades de control, y en la argentina "permisiva" corre igual suerte la cuestión.

Asistimos a que los conceptos como: "divide et impera", "ejercer el poder sin exhibirlo", "trade et no countries", "liberar para someter", se ponen en práctica para el apropiamiento de lo que nos pertenece, por parte de las potencias que ya están instaladas militarmente en partes de nuestros territorios y no escatimarán en avanzar en el control total de lo que les interesa.

John WhiteLocke

Es apropiado para esta temática la referencia a la obra de Jorge Castelli titulada: "El delicado umbral de la tempestad. Cuestiones de un general inglés" (2001 Ed. Sudamericana). El relato, de ficción, se refiere a la visita que John Whitelocke (después de ser degradado y condenado por su fracaso en tomar Buenos Aires) recibe, en su soledad, a un Almirante inglés de apellido Ashley, al que pone en conocimiento de la estrategia que emplearía para doblegar Buenos Aires en el siglo XX   / XXI. En este diálogo imaginario, Whitelocke manifiesta a su interlocutor: "Si yo fuera Londres, descartaría totalmente cualquier nueva acción de tipo militar. La descartaría por compleja, riesgosa, innecesaria. Echaría mano a los distintos recursos políticos, diplomáticos y comerciales que están bien a nuestro alcance". "Yo no pondría a la vista ni un solo uniforme rojo. Descargaría toda la responsabilidad en el sistema de espionaje y en las distintas vertientes de la Logia, dejando finalmente la entrada triunfal a las gentes del comercio". "Si yo fuese Londres –que por fortuna no lo soy- apoyaría, alentaría y financiaría distintos focos de insurrección continental. Los encendería y los alimentaría, sí, pero desde la sombra. Que mi rostro no fuese visto; que mi mano marcara las pinceladas más finas. Yo escribiría en un papel la historia de aquellas tierras, historia que luego me encargaría de poner en escena. Yo inventaría países, Ashley. Permitiría que jugaran con la idea de autonomía, que crearan sus banderas y sus prohombres, que se creyeran dueños de sus destinos. Pero elegiría sus reyes o sus gobernadores y pagaría esos sueldos de mis propias cajas. Piense usted que la manera más efectiva de mantener a un hombre como esclavo es hacerle creer que es libre".

"Sostendría así esos territorios en mi puño y hasta el fin de los tiempos, fomentando, incluso, guerras entre ellos para que fuesen cristalizando identidades. ¿Quién podría echarme Ashley? ¿Ante quién debería rendir mi espada en algún futuro día? Permanecería yo en todas partes y en ninguna. Procedería como el viento, que doblega los árboles aun siendo invisible".

Por ello es necesario distinguir entre la identidad del instigador o criminal intelectual y el autor material, es lo que los pueblos hasta ahora ignoran y constituye el método que deja a Gran Bretaña siempre oculta ante sus víctimas.

Hoy está en juego el control de la Gran Sur América y el continente Antártico del que formamos parte, los posicionamientos de las potencias en esta geografía presagian el cruento futuro que espera a nuestras regiones y a los que en ella habitan.


Advertencia sobre comentarios

Advertencia sobre comentarios
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...