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miércoles, 25 de enero de 2023

¿Quieren mantener POBRE al mundo Hispano?

Programa Bergogliano

 


 Encuentro de la Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu

BUENOS AIRES, viernes, 23 junio 2006 (ZENIT.org).-

Unos 7000 católicos y evangélicos se reunieron el lunes 19 de junio en el estadio Luna Park de la ciudad de Buenos Aires para orar por la unidad de los cristianos.

Se trató del III Encuentro Fraterno de la Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu (CRECES), al que sumó su apoyo el primado de la Argentina, cardenal Jorge Bergoglio, quien recibió de rodillas la bendición con imposición de manos por parte de los oradores y los organizadores del encuentro, entre ellos, el padre Raniero Cantalamessa, OFM, predicador de la Casa Pontificia, el pastor Giovanni Traettino, obispo de la Iglesia Evangélica de la Reconciliación en Italia y Mateo Calisi, presidente de la Fraternidad Católica de Asociaciones y Comunidades Carismáticas de Alianza, de Derecho Pontificio.

Comenzó cerca de las 9 y toda la jornada fue un testimonio de unidad. Una veintena de pastores, laicos y sacerdotes, músicos y oradores, compartieron escenario par invitar a la gente a orar y a cantar a Jesús. En la multitud no había divisiones entre católicos y evangélicos. Todos se sentaron juntos y compartieron como hermanos las alabanzas y las predicaciones.

Un poco de historia
El pastor Norberto Saracco tuvo a su cargo la presentación de CRECES. Relató la historia de las diferencias entre los cristianos a lo largo de los siglos, hasta el siglo XX, que Dios intervino, «con un deseo de unirnos como un único pueblo del Señor».

Recordó la primera visita del laico Matteo Calisi en 2003. El primer encuentro de este tipo se realizó al año siguiente: «Lo nuevo que el Señor estaba haciendo era lo viejo que el Señor estaba haciendo», dijo en relación con el deseo de Dios de lograr la unidad de todos los hijos.
«Aunque nos cueste creerlo –señaló- Él sigue teniendo los hilos de la historia. Y aunque nos cueste aceptarlo, sigue siendo la cabeza de la Iglesia».

A continuación fue presentado el pastor Miguel Angel Petrecca, uno de los pioneros del diálogo entre católicos y evangélicos, quien dirigió una oración ante los 7000 asistentes.
Lo propio hicieron luego Matteo Calisi, Giovanni Traettino y el padre Cantalamessa.

Los primeros encuentros
Posteriormente hizo su presentación el laico italiano, Matteo Calisi. Contó cómo ingresó al Movimiento de la Renovación Carismática, en la Pontificia Universidad Gregoriana. Allí se reunían los carismáticos, que ya contaban con la aprobación del papa Paulo VI. Después de un tiempo el pastor Traettino lo invitó a una reunión en su iglesia, a la que asistió como el único católico.
Allí comenzó la relación entre la Comunidad de Jesús, de Bari, y la iglesia evangélica de Giovanni Traettino, que fue creciendo y convirtió en realidad el encuentro entre ambas iglesias en todas partes del mundo.

También el pastor de la Iglesia Evangélica de la Reconciliación, Giovanni Traettino, se refirió a la unidad: «Dios sembró en mi corazón el sueño de la unidad del pueblo cristiano». Y agregó: «El Cuerpo de Cristo será uno y nosotros somos sólo una profecía de algo que va a suceder».

El amor como clave de la unidad
El encuentro continuó con más cantos y oraciones. Y, después de la colecta (cuya recaudación será entregada al hospital Garrahan), llegó el turno del padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia desde 1980.

El franciscano capuchino fue aclamado por todo el auditorio, que siguió atentamente su exposición por más de 45 minutos.

Tras recordar que el estadio Luna Park fue construido para la realización de encuentros de boxeo y de lucha, destacó el clima de paz y fraternidad que convocó a este encuentro, aunque aclaró que éste puede ser un encuentro de lucha «todos juntos contra un enemigo común, el diablo».
Al referirse a la unidad, explicó que «la unidad que buscamos ya existe porque fue conquistada por Cristo y se hace operante en la iglesia por el Espíritu Santo. Pero todavía queda mucho por hacer.»
El Espíritu Santo conduce a los creyentes a la unidad y a la verdad a través de dos caminos: uno, la unidad carismática y pentecostal y la otra es la unidad jerárquica e institucional: «El Espíritu precede -aseveró-, la institución no puede más que seguirlo».

Relató cómo fueron sus comienzos en el diálogo con los pentecostales. Subrayó que aunque las diferencias doctrinales eran muy marcadas, el sentimiento que nació fue de amistad y de concordia.
El religioso señaló que por sí sola, la vía del ecumenismo oficial y teológico no alcanzaría nunca la unidad de los cristianos. Es necesario sostener el ecumenismo doctrinal con el espiritual. Y, como ambos proceden del mismo Espíritu, no puede haber conflicto.

El padre Cantalamessa se refirió al fenómeno pentecostal, evangélico y carismático como «un signo de los tiempos», porque es el único movimiento eclesial verdaderamente interconfesional. «Fue suscitado al mismo tiempo, por el mismo espíritu, en distintas iglesias».

A lo largo de la presentación, el sacerdote hizo hincapié en el amor: «Nuestra contribución a la unidad es el amor recíproco». Otros quieren construir la unidad desde las verdades de fe, apuntó, y «nosotros queremos hacerlo partiendo del corazón».

«Lo que ya nos une es infinitamente más importante que lo que ya nos divide». El amor de Dios es la raíz de la unidad entre los creyentes.

La presentación concluyó con emotiva oración, que fue guiada por el sacerdote y obtuvo una muy efusiva respuesta por parte de toda la asamblea, que lo despidió con aplausos y ovaciones.

Transmisión en vivo
El III Encuentro Fraterno puede ser escuchado en vivo a través de la frecuencia de FM Parroquial, la emisora perteneciente al arzobispado de Buenos Aires. La señal se transmitirá a todo el mundo, a través del sitio de Internet www.fmparroquial.com.ar

Por la tarde, el invitado de lujo fue el cantante mexicano Marcos Witt. Todo el Luna Park coreó al unísono sus canciones, acompañando con las palmas y movimientos corporales.

El siguiente orador fue el pastor italiano, Giovanni Traettino.

«El bautismo del Espíritu Santo -aseguró- no puede ser una experiencia individual sino comunitaria. El Pentecostés es un espíritu de frontera que acerca y une a católicos y evangélicos. La cruz es el principio de nuestra reconciliación».

El predicador propuso el ejemplo de la Trinidad, donde «vemos lo que puede llegar a ser para nosotros convertirnos en elementos de la reconciliación: un movimiento de amor que da y toma la iniciativa».

«La unidad no es una opción porque Dios es unidad», exclamó. Y advirtió que «habrá mucha resistencia, pero Dios vencerá. Esto que ocurrió hoy es una sorpresa para mí, pero no para Dios porque ya lo había planeado hace mucho tiempo».

Un cardenal entre la gente
«¡Qué lindo ver que no nos tiramos piedras, que no nos sacamos el cuero! ¡Qué lindo ver que nadie negocia en el camino de la fe!», afirmaba el cardenal Bergoglio, con verdadero fervor de padre, ante la multitud reunida en el Luna Park.

Pero su gesto de humildad fue más allá: además de haber permanecido durante la tarde compartiendo las gradas entre el público, luego de dirigirse a la asamblea, recibió, de rodillas, la imposición de manos de los pastores, sacerdotes y laicos que animaron este encuentro ecuménico.

«Abrazo, llaga y viento», fueron los conceptos centrales de su alocución.

Entre ovaciones y cariñosos aplausos, explicó: «Que el Padre nos tape la boca con el abrazo y nos una más y más». «Si soy pecador, veo la llaga» con la que Cristo nos ha salvado», y agregó «apropiémonos de la llaga de Cristo. Y con respecto al viento afirmó:
«nos amasa en la unidad, nos arremolina como iglesias reconciliadas en la diversidad».

Conferencia de prensa
De la conferencia de prensa participaron Matteo Calisi, el pastor Giovanni Traettino, el padre Raniero Cantalamessa y el pastor y músico mexicano Marcos Witt. Ambos pastores coincidieron en que este encuentro no sólo trascenderá las puertas del Luna Park, sino que también va a resonar en toda América Latina.

E padre Raniero, aclaró que vino a la Argentina para el retiro que predicará para los obispos argentinos y al encuentro con todo el presbiterio en Córdoba. «Yo pensaba que el encuentro de CRECES iba a ser un detalle secundario de mi viaje, sin embargo creo va a ser lo principal».

Marcos Witt se refirió a la historia de la relación entre las confesiones cristianas. «Conocemos perfectamente bien el resultado del distanciamiento, del aislamiento, de la polarización», porque tenemos siglos de historia. Este encuentro es un «camino nuevo, peligroso, difícil», aseguró, que nos puede llevar «a una nueva historia» y afirmó convencido: «quiero caminar por esta vereda diferente, porque conozco la otra».

El final
Luego de un momento de alabanza y adoración, regresó al escenario el músico mexicano, quien compartió más canciones con el público, que lo ovacionaba.

A continuación, el pastor Jorge Himitian dio a conocer el valor de lo recaudado en la colecta de la mañana: $29.010, que serán destinados íntegramente al hospital infantil Juan P. Garrahan.

La última participación del padre Raniero se centró en la historia de su vida espiritual.

Se autodefinió como un intelectual, que se convirtió en «verdadero hijo de San Francisco», después de haber recibido el bautismo en el Espíritu Santo».

El predicador de la Casa Pontificia recordó su nombramiento, en 1980, por el papa Juan Pablo II, y relató graciosas y emotivas experiencias.

Por último, el pastor Carlos Mraida leyó la declaración del Tercer Encuentro de Evangélicos y Católicos:

DECLARACION CONJUNTA

TESTIMONIO Y COMPROMISO

Miles de católicos y evangélicos nos hemos reunido en el estadio Luna Park de Buenos Aires, para celebrar la presencia viva de nuestro Dios, para declarar nuestra fe común y para renovar nuestro compromiso de acción y oración por nuestra amada Argentina.

Vinimos a celebrar el amor de Dios Padre, que nos hizo sus hijos, recreando nuestras vidas y dándoles sentido y propósito. Declaramos que nuestra patria necesita a Dios como Pater, de manera tal que su amor y la dirección de su palabra restauren los fundamentos de nuestra nación. Por eso nos comprometemos a misionar juntos para que los valores del Reino de Dios sean las bases de nuestro país.

Vinimos a celebrar la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que nos hizo nuevas criaturas. Y al pensar que el vocablo nación viene del verbo nacer, no podemos dejar de declarar que nuestra nación necesita del nuevo nacimiento que Jesús propone. Por esta razón es que nos comprometemos a continuar trabajando juntos para que las tinieblas y la muerte retrocedan en nuestra sociedad.

Vinimos a celebrar la presencia en nuestras vidas del Espíritu Santo que nos ayuda, consuela y fortalece. Después de tantas décadas de dolor, injusticia y devastación, declaramos que los argentinos necesitamos de su asistencia para construir el país que todos queremos y que precisamos de su consuelo sanador para cicatrizar las heridas que hay en nosotros. Por eso es que nos comprometemos a servir juntos para que un avivamiento del Espíritu Santo venga sobre nuestro país.

Vinimos a celebrar que hay una sola iglesia, formada por todos aquellos que confiesan que JESUS es el SEÑOR y han sido bautizados. Al hacerlo no podemos menos que declarar con dolor y arrepentimiento que nuestras divisiones han impedido mostrar adecuadamente al mundo el propósito de Dios de conformar una humanidad diversa pero unida. Y en este tiempo en que nuestra Argentina necesita una reconciliación definitiva, al tiempo que pedimos perdón, humildemente ofrecemos este encuentro de unidad como signo y semilla profética de lo que Dios quiere hacer, no sólo en su única iglesia sino en la Nación. Por eso nos comprometemos a hacer todo lo que esté de nuestra parte para que sea realidad la oración de Jesús: «Padre, que sean uno para que el mundo crea».

Vinimos a celebrar la bendición de vivir en la República Argentina. Declaramos que Dios nos proveyó generosamente de recursos naturales y humanos. Lamentablemente, nuestros pecados personales y colectivos no hay permitido que vivamos de acuerdo a estas posibilidades y al deseo divino. Nos comprometemos a orar y a trabajar juntos con todos los que se esfuerzan para que en nuestra sociedad se encarnen los valores de amor, justicia, equidad y verdad del Evangelio.

Vinimos a celebrar la gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Declaramos que su gloria está presente y llenará toda la tierra. Nos comprometemos a servir para que esa gloria se manifieste más abundantemente en nuestra nación. A él sea la gloria por siempre y para siempre. Amén.

Buenos Aires, 19 de junio de 2006.

https://es.zenit.org/2006/06/23/encuentro-de-la-comunion-renovada-de-evangelicos-y-catolicos-en-el-espiritu/

 

lunes, 16 de enero de 2023

Una propuesta para humillar a España

 

La Patria Hispana, y su involución histórica

TC060 26 de agosto de 2020

Julio Carlos González y José Ramón Bravo en Teatro Crítico

Presentación de la cuestión

La cuestión de la América española o lo que fueron los reinos de Indias (la parte ultramarina de la Monarquía española) incluso en la historiografía española ocupa a veces una posición residual. Por ejemplo, Gonzalo Anes, uno de los más importantes historiadores españoles especializado en el siglo XVIII, en su obra dedicada al Antiguo Régimen y los Borbones (que es parte de una la colección de Historia de España de Alfaguara) apenas dedica un 2% de todo el libro a Hispanoamérica (menos de 10 páginas de un total de más de 500), a pesar de que la América española, muchas veces mayor que España, representaba más de la mitad de la población de la Monarquía hispánica y era por lo que ésta ocupaba una posición de gran potencia en el mundo junto a Francia y Gran Bretaña. Muchos historiadores, tanto españoles como americanos, se han centrado sobre todo en sus respectivos Estados actuales, retrotrayendo doscientos años atrás el Estado-nación actual en el caso americano, la república liberal, que surge y se fragua entre el siglo XIX y el XX, tratando de explicar la historia desde esos parámetros, lo cual no nos permite entender muy bien la compleja realidad social, moral, jurídico-político e institucional de aquella época.

Juan Garcés, ex asesor del gobierno de Salvador Allende en Chile, en su libro Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles (Siglo XXI, Tres Cantos-Madrid, 4ª edición, 2012), prologado por Mario Benedetti, describe así la situación en la que se han encontrado todos los países hispanos, incluida la propia España peninsular, después de esta gran desintegración:

«El derrumbamiento del Estado español en 1808 tras ser intervenido por Francia –su aliado en una Coalición contra Inglaterra– abrió en la Península Ibérica y en la entonces llamada América española un ciclo largo de insurrecciones y guerras civiles. Sus efectos reverberan a lo largo del siglo XIX, y más allá. A diferencia de Brasil, en la América española el estallido de los cuatro virreinatos ha ocupado a varias generaciones en tratar de construir una pléyade de Estados.  Con incierto éxito, en un contexto internacional donde cuatro Potencias –Gran Bretaña, EE UU, Francia y Alemania– han rivalizado en someter a su hegemonía a cada uno de los pueblos hispánicos» (pág. 24).

El diplomático español Fernando Olivié, en su ensayo La herencia de un imperio roto. Dos siglos en la historia de España (Marcial Pons, Madrid, 2016), dice lo siguiente:

«A su muerte en 1788, dejaba el rey Carlos un imperio hispano firmemente asentado a un lado y otro del Atlántico, en plena ebullición económica y en pleno desarrollo. La Ciudad de México, capital del Virreinato de la Nueva España, era, según nos cuenta Alejandro de Humboldt, que la visitó, más importante y más rica que el propio Madrid y que muchas capitales europeas de aquel tiempo. Lima era una gran ciudad y un gran centro de cultura y Buenos Aires, que se había convertido en 1776 –el mismo año en que los Estados Unidos se independizaban– en cabeza de un gran virreinato, era ya, a la muerte de Carlos III, un importantísimo puerto comercial (…) El mundo hispano era, al morir Carlos III, uno de los poderes con los que había que contar en la Europa de fines del siglo XVIII. En pocos años –muy pocos– ese poder se disolvería cómo se disuelve un terrón de azúcar cuando se sumerge en un vaso de agua y los componentes de dicho poder –entre ellos la propia España– pasarían a ingresar en las filas de los países que ahora consideramos como pertenecientes al Tercer Mundo, del que nuestro país no ha empezado a salir hasta la segunda parte del siglo XX. ¿A qué se debió esta catástrofe? A la accesión a la cúpula del poder político del rey Carlos IV, de su esposa la reina María Luisa de Parma y del favorito de los reyes, Manuel Godoy y Álvarez de Faria» (págs. 59-60).

Entre los agentes o causantes de la desintegración del Estado, este autor incluye no sólo a Fernando VII, por su supuesta incompetencia, sino también a Riego y los sublevados en Cabezas de San Juan en 1820, a las Cortes del Trienio Liberal, pero además nos recuerda que

«no hay que olvidar que Inglaterra y los Estados Unidos fueron los inspiradores, protectores y proveedores en dinero, armas y hombres, de los caudillos rebeldes (…) El poder anglosajón no ayudó a la América Latina a “liberarse” de España. Luchó desde 1808 hasta 1824 por desmenuzar el Imperio español e impedir que existiera un poder hispano en el mundo moderno. Lucho y venció (…) Al terminar el primer cuarto del siglo XIX, el continente americano creado por españoles, ingleses y portugueses se configuraba políticamente así: al lado de unos poderosos Estados Unidos, figuraba un rico y prometedor Brasil y diecinueve Estados independientes de cultura hispánica; unos ricos y con un gran futuro y otros prácticamente inviables desde un punto de vista económico» (págs. 89-90).

El historiador (revisionista) peruano Heraclio Bonilla, en su libro Metáfora y realidad de la Independencia en el Perú (Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2001), que fue recibido con gran polémica política y académica en Perú porque cuestionaba la ideología legitimadora de la república liberal actual, dice:

«La independencia de Hispanoamérica y del Perú fueron consecuencias derivadas de cambios profundos que alteraron el equilibrio de fuerzas establecidas entre las potencias europeas y que condujeron a la hegemonía absoluta e indiscutida de Gran Bretaña (…) Aquí reside el error más grave de interpretación de la historiografía tradicional peruana, que excesivamente preocupada en buscar una causalidad esencialmente interna, acorde con su posición ideológica, rechaza todo nexo orgánico entre el mundo internacional y la situación peruana (…) La independencia de Hispanoamérica y del Perú aparecen pues no como el resultado de una rebelión deliberada contra España, sino como un intento de reponer o reemplazar a la monarquía derrotada. En un primer momento la monarquía (…) desapareció; más tarde, España misma parece desaparecer (…) Al hacer esto (…) las colonias, entraron en conflicto con la administración española y las autoridades coloniales; el resultado de este conflicto fue la separación (…) el nuevo Estado que surge con la independencia fue un Estado completamente débil, desprovisto de una estructura bancaria y financiera» (págs. 45, 56, 76).

Bruno Seminario, economista peruano autor de un extenso estudio histórico-económico titulado El desarrollo de la economía peruana en la Era Moderna. Precios población demanda y producción desde 1700, publicado por la Universidad del Pacífico (Lima, 2016) afirma que:

«La independencia fue nefasta para la economía peruana y sus consecuencias tan catastróficas que recién en 1853, veinte años después, el PIB per cápita alcanzó el nivel que tuvo antes de la guerra en 1808 (…) Los principales sectores afectados por la Guerra de la Independencia fueron la minería el comercio y la industria manufacturera con tasas superiores al 70% (…) Luego de la batalla de Ayacucho, el Perú cae bajo el dominio de Bolívar, quien se proclama dictador vitalicio y gobierna de manera despótica. Sus acciones más destacadas en perjuicio del Perú fueron las siguientes: (i) la desmembración del territorio peruano con la creación de Bolivia (…), (ii) el restablecimiento del tributo indígena (…), (iii) la eliminación de la figura jurídica de los caciques (etnarcas de las comunidades indígenas) (iv) la división de las tierras comunales, y (v) la persecución política a muchos miembros de la élite peruana por quienes sentía gran desconfianza debido a sus anteriores simpatías realistas» (págs. 410-411)

Augusto Zamora, ex embajador de Nicaragua en España en su reciente libro Malditos Libertadores. Historia del subdesarrollo latinoamericano (Siglo XXI, Tres Cantos-Madrid, 2020), dice:

«Las tan alabadas guerras de independencia hispanoamericanas destruyeron (…) una entidad que era un poder mundial, no tan fuerte y moderno como Inglaterra o Francia, pero sí una potencia con capacidad para defenderse y hacerse respetar en el concierto europeo de grandes Estados. Como se ha visto, a lo largo del siglo XVIII y principios del XIX, la fuerza combinada de Hispanoamérica y España causó derrotas a británicos y portugueses en América y a Napoleón en España. Destruido el imperio español, los pedazos desgajados fueron presa fácil de sus vecinos más poderosos. Estados Unidos obtuvo las Floridas y la mitad de México. Brasil arrancó pedazos a todos sus vecinos. En total, más de 3.000.000 de kilómetros cuadrados del territorio heredado de España se perdieron en las décadas posteriores a la independencia de los países hispanoamericanos. Merced a las conquistas territoriales, Estados Unidos pudo llegar a convertirse en un gran país y, posteriormente, en un Imperio regional –luego mundial– gobernando sobre republiquitas incapaces de nada, convertidas en neocolonias» (pág. 110).

Sobre el sentido de patriótico de lo hispano dice en otro lugar:

«En el siglo XVIII se había consolidado un fuerte sentimiento de identidad y pertenencia a un corpus político propio y singular, una patria grande, que llevaba a las autoridades y habitantes de aquellos extendidos dominios a defender sus territorios y la Corona con un ardor y un empeño envidiables. Las páginas de la historia hispanoamericana están llenas de pequeñas, medianas y enormes victorias militares sobre Inglaterra, que resultarían imposibles de explicar (…) de no existir un fuerte espíritu de vinculación al sistema imperante y, por qué no decirlo, (…) a lo que representaban España y la Corona» (pág. 64).

El gran americanista Guillermo Céspedes del Castillo, en su obra América Hispánica (1492-1898), nos dice respecto al sentido secular de unidad hispanoamericana, al hablar de los filibusteros y bucaneros (piratas), que:

«Aunque después se les ha idealizado como a una especie de románticos anarquistas y heroicos aventureros, sólo destacaron como ladrones y asesinos de todo cuanto oliera a español, siendo pagados con la misma moneda por parte castellana (…) Los éxitos episódicos de estos agresores consistieron en expediciones de saqueo y logro de botín, pero sin que alcanzasen ninguna ventaja permanente, ni territorial ni estratégica, hasta después de 1630. Su resultado más negativo fue que su brutal actuación originase pronto en las Indias una fuerte xenofobia, que desde entonces y hasta hoy ha sido el factor más importante en la preservación de una personalidad cultural e histórica hispanoamericana latinoamericana o como quiera llamársela, pero que llegaría a ser muy fuerte y muy bien definida» (págs. 180-181).

Presentación de D. Julio Carlos González

Julio C. González ha sido un testigo excepcional de una parte importante de la historia argentina. Fue profesor de Economía Política y Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires desde 1965 hasta 1976. Desde 1989 ha sido profesor de Estructura Económica Argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Buenos Aires). Cuenta con más de 50 años de experiencia en la enseñanza, pero también trabajó para el gobierno argentino. Se desempeño como Director de Asuntos Jurídicos y posteriormente como Secretario Técnico de la Presidencia de la Nación durante el gobierno institucional que transcurrió desde el 25 de mayo de 1973 hasta el 24 de marzo de 1976, fecha esta última en que se produjo el golpe militar que derrocó al último gobierno peronista de María Estela Martínez en Argentina.

Tiene publicados numerosos artículos y diversos libros de los que podemos mencionar: Defensa nacional y jurisdicción militar (1960), Hernandismo y Martinfierrismo - Geopolítica del Martín Fierro (1975), Hostilidades británicas contra los gobiernos de Perón (1983), La estructura económica argentina (1990), Los tratados de paz por la guerra de las Malvinas - Desocupación y hambre para los argentinos (1991), Isabel Perón - Intimidades de un gobierno (2007). También tiene varias obras inéditas y algunos libros más recientes. En este programa comentaremos en particular su obra La involución Hispanoamericana. De provincias de las Españas a territorios tributarios. El caso argentino, 1711 – 2010 (Docencia, Buenos Aires, 2010), en el que revisa tres siglos de historia económica y política argentina pero cuyas tesis y conclusiones son extrapolables al resto de Hispanoamérica. En sus cerca de 1.000 páginas, el libro incluye interesante cartografía histórica y el texto íntegro de varios tratados internacionales, ya que ambos son herramientas metodológicas utilizadas por el Prof. González.  Iniciamos nuestra discusión leyendo las primeras líneas con las que se abre el prolegómeno del libro:

«La historia, además de ser saber de lo acontecido, es prognosis –o conocimiento anticipado– del futuro, y su falsificación el camino que conduce al fracaso y a la destrucción de las naciones. Por eso, los actos de los hombres y los actos de los gobiernos del pasado deben tener una veracidad exacta al ser descriptos. Si ese diagnóstico es equivocado jamás las futuras generaciones americanas podrán transitar una nueva huella. Nueva huella que saque a la Hispanidad, esto es, a las Españas de América, desde México hasta Argentina, y a la España Ibérica, del trágico proceso en que se deshacen y se desagregan hace doscientos años» (pág. 13)

Algunas obras de D. Julio Carlos González

  • 1960 Defensa nacional y jurisdicción militar
  • 1975 con Elías Giménez, Hernandismo y martinfierrismo. Geopolitica del Martín Fierro, Plus Ultra
  • 1983 Hostilidades británicas contra los Gobiernos de Perón. Ateneo La Unión, Buenos Aires
  • 1990 La estructura económica argentina
  • 2004 Los Tratados de Paz por la Guerra de las Malvinas. Desocupación y hambre para los Argentinos, Del Copista, Argentina
  • 2007 Isabel Perón. Intimidades de un gobierno, Editorial El Ateneo
  • 2010 La involución hispanoamericana. De provincias de las Españas a territorios tributarios: el caso argentino 1711-2010, Editorial Docencia, BB.AA.
  • 2011 Asalto a la Argentina. M-76, motivos y pretextos, Editorial Docencia, Buenos Aires
  • 2012 Isabel Perón. Intimidades de un gobierno, Editorial Docencia, Buenos Aires
  • 2016 Desde la Patagonia hacia Hispanoamérica unida, Editorial Docencia, Buenos Aires

http://www.teatrocritico.es/2020/p060.htm

 


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