20 DE Diciembre 2018
Por Dr. Julio C. González [i]
El general Perón desde su exilio escribía a Scalabrini Ortiz: "Usted es uno de los intelectuales argentinos que siempre vio claro al enemigo real". Y en su recordado y poco difundido trabajo sobre los episodios de 1955 decía: "Quizá un error de nuestra parte fue no haber considerado siempre a nuestro gobierno como una etapa de la lucha secular contra Inglaterra que se inicia con las invasiones inglesas".
En los años que siguieron a 1955, la diplomacia británica no pudo demoler la colosal estructura levantada por Perón. La Argentina industrial, tecnológica, científica, cultural y social, seguía en pie a pesar de todos los embates y de las más bárbaras políticas que se lanzaban contra ella.
Los textos ingleses de la época no ocultan su preocupación por el problema. La cuestión se hace acuciante hacia 1972, cuando el general Perón confirma solemnemente su voluntad de regresar a su Patria.
La guerra civil devastadora
Entonces aparece el 2º tomo de la obra del historiador británico Ferns sobre la Argentina. Allí leemos lo siguiente: "Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón" (pág. 247).
Y la guerra civil devastadora para nuestra patria programada y bien pensada por los estrategas ingleses "para deshacer la revolución efectuada por Perón", llegó a nuestras playas. No vino solamente con palabras, vino con armas procedentes de Inglaterra.
Recuerdo el día 18 de abril de 1974: Un diplomático británico de nombre Micke John Bishop fue detenido en el momento de introducir al país un contrabando de armas. El diario La Nación inicia la reseña del gran escándalo, en estos términos: "La Justicia Federal en lo Criminal y Correccional investiga lo relacionado con el secuestro efectuado el 10 del actual por personal de la Prefectura Naval Argentina, de varios bultos que contenían 17.500 proyectiles calibre 9 mm., munición de guerra, acondicionados en cajas y utilizables para pistola, fusil y ametralladora, que fueron desembarcados del rompehielos de la marina británica Endurance".
Y tras dar detalles asombrosos sobre esta invasión virtual en el propio Puerto de Buenos Aires, la crónica da cuenta de la inmediata libertad del diplomático involucrado, a la vez que señala, como trascendido, que Gran Bretaña había dado al Poder Ejecutivo las explicaciones del caso: "Lamentando no haber cumplido con los trámites que hubiera debido realizar en el caso ante nuestra Cancillería".
Nunca se hicieron públicas las explicaciones que había dado Gran Bretaña. Jamás se conoció la actitud del ministro de Relaciones Exteriores de aquel entonces. Dejo el tema para los historiadores revisionistas que quieran ocuparse de los años que van de 1973 a 1976.
Al descubrimiento de ese contrabando inglés de armas siguieron otros dos, de los que solo informó el diario Mayoría; uno interceptado en otro buque inglés y el tercero en una aeronave de la British Caledoniam. Si los contrabandos de armas descubiertos fueron tres, ¿cuántos fueron los que no se detectaron? Nunca lo sabremos, pero sí todos recordamos que "La guerra civil devastadora" lanzada anormalmente contra el tercer gobierno del general Perón, tenía entonces cuatro frentes bien definidos:
* El terrorismo bélico con el crimen planificado.
* El terrorismo periodístico con la tergiversación organizada.
* El terrorismo político con la traición reiterada.
* El terrorismo económico con el desabastecimiento, los vaciamientos de empresas y el sabotaje a la producción.
El objetivo inglés
Todas estas eran las formas de la "guerra civil devastadora", declarada en secreto por los ingleses contra Perón. El objetivo era muy claro: destruir la industria argentina, destruir la tecnología Argentina y destruir la ciencia y la inteligencia argentinas, aniquilando a la universidad que la produce.
Por estos medios, coherentes y contestes con los históricos planes de Gran Bretaña para el Río de la Plata, se buscó reinstalar a la Argentina en el sistema colonial de la división internacional del trabajo.
Arruinada y destrozada la industria, la tecnología y la ciencia argentinas, hemos vuelto a ser un país primitivo: exportador de materias primas e importador de los artículos manufacturados de la peor calidad.
Este es el esquema trágico de nuestra economía colonial: vender cada vez más cantidad de materias primas a los precios más bajos y comprar cada vez mayores cantidades de mercaderías industrializadas a los precios más caros. La diferencia en contra del país la pagarán los consumidores transformados en desocupados. El déficit que este ruinoso negocio produce en la balanza de pagos, será corregido con la contratación de nuevos empréstitos.
Con respecto a los empréstitos, es de enfatizar que el gobierno justicialista se hizo cargo de la conducción del país con una deuda externa de 6.000 millones de dólares aproximadamente. De esa cantidad, el 70% debía ser pagado en el decurso de los años 1973, 1974. 1975 y 1976.
DESTACADO
El objetivo era destruir la industria, la tecnología, la ciencia y la inteligencia argentinas, aniquilando a la universidad que las produce.
En julio de 1974, pocos días después de la muerte de Perón, el Mercado Común Europeo (que a partir de la muerte de De Gaulle se habla integrado con el Imperio Británico), cerró sus puertas a las carnes argentinas, inaugurando una política absolutamente proteccionista para sus agricultores y ganaderos.
De esta manera cesó virtualmente, la mayor fuente de ingresos en divisas que tradicionalmente tuvo el país. No obstante, la deuda heredada se siguió pagando sin pedir prestado un solo dólar, sin concertar ningún empréstito y sin emitir un solo bono externo.
Adviértase la disimilitud con la conducción económica posterior al 24 de marzo, la cual, a través de sucesivos endeudamientos, gastos improductivos e innecesarios, elevó la deuda exterior a la cifra impresionante e inédita de 38.736 millones de dólares.
Esos empréstitos no fueron negociados en la mayoría de los casos con organismos financieros internacionales públicos o con gobiernos de otros estados, sino con bancos y banqueros particulares domiciliados en el extranjero, los cuales, a diferencia de los entes públicos, otorgan como es de práctica, elevadas comisiones a los ministros y funcionarios argentinos que los han elegido como proveedores de fondos para la República.
No en vano, el señor Albano Harguindeguy, ex jefe de Policía del Gobierno Constitucional y luego de 1976 ministro del Interior dijo claramente: nosotros vamos a regresar la Argentina al 3 de junio de 1943...
De esta manera cesó virtualmente, la mayor fuente de ingresos en divisas que tradicionalmente tuvo el país. No obstante, la deuda heredada se siguió pagando sin pedir prestado un solo dólar, sin concertar ningún empréstito y sin emitir un solo bono externo.
Adviértase la disimilitud con la conducción económica posterior al 24 de marzo, la cual, a través de sucesivos endeudamientos, gastos improductivos e innecesarios, elevó la deuda exterior a la cifra impresionante e inédita de 38.736 millones de dólares.
Esos empréstitos no fueron negociados en la mayoría de los casos con organismos financieros internacionales públicos o con gobiernos de otros estados, sino con bancos y banqueros particulares domiciliados en el extranjero, los cuales, a diferencia de los entes públicos, otorgan como es de práctica, elevadas comisiones a los ministros y funcionarios argentinos que los han elegido como proveedores de fondos para la República.
No en vano, el señor Albano Harguindeguy, ex jefe de Policía del Gobierno Constitucional y luego de 1976 ministro del Interior dijo claramente: nosotros vamos a regresar la Argentina al 3 de junio de 1943...
Inglaterra y el golpe
La guerra de las Malvinas enriqueció al país en martirio y heroísmo. En valor sin par. En abnegación y en coraje. Pero también enriqueció al país con documentos decisivos para explicar nuestra tragedia y nuestra frustración permanente. De ellos es altamente significativo el informe de Lord Franks preparado para el Parlamento Británico por el Consejo de la Corona y publicado en enero de 1983. El Informe de Lord Franks trae una sinopsis de la Inteligencia Británica sobre la Argentina que arranca de 1965. Refiriéndose a las relaciones con el gobierno peronista este importantísimo documento dice textualmente:
"Enero 22, 1976: los comandantes argentinos son contrarios a aprobar cualquier medida militar susceptible de facilitar el mantenimiento en el poder del régimen de la señora de Perón. Si bien es posible que se establezca una corta tregua, es previsible la toma de nuevas medidas (por parte del gobierno peronista) contra los intereses británicos bajo forma de un aumento de presión hostil, tanto política como económica".
El documento esta reproducido en el diario La Nación en su edición del día 2 de abril de 1983. Como es de ver, los británicos preanunciaban la caída del gobierno constitucional con dos meses de anticipación.
Como los vencidos no tienen historia ni derecho, sino únicamente difamaciones y calumnias, es forzoso hacer un inventario de la obra del gobierno caído el 24 de marzo de 1976. Paradójicamente, esa obra de gobierno es la misma que tanto ha irritado y preocupado a los ingleses hasta el extremo de calificarla de hostil en sus documentos oficiales como es el informe Franks que acabamos de leer.
Por eso pasamos a relatarla porque de su enunciado surgirán los verdaderos motivos del 24 de marzo de 1976 que nada tienen que ver con los pretextos infantiles que se esgrimieron para justificar el golpe del 24 de marzo de 1976.
"Enero 22, 1976: los comandantes argentinos son contrarios a aprobar cualquier medida militar susceptible de facilitar el mantenimiento en el poder del régimen de la señora de Perón. Si bien es posible que se establezca una corta tregua, es previsible la toma de nuevas medidas (por parte del gobierno peronista) contra los intereses británicos bajo forma de un aumento de presión hostil, tanto política como económica".
El documento esta reproducido en el diario La Nación en su edición del día 2 de abril de 1983. Como es de ver, los británicos preanunciaban la caída del gobierno constitucional con dos meses de anticipación.
Como los vencidos no tienen historia ni derecho, sino únicamente difamaciones y calumnias, es forzoso hacer un inventario de la obra del gobierno caído el 24 de marzo de 1976. Paradójicamente, esa obra de gobierno es la misma que tanto ha irritado y preocupado a los ingleses hasta el extremo de calificarla de hostil en sus documentos oficiales como es el informe Franks que acabamos de leer.
Por eso pasamos a relatarla porque de su enunciado surgirán los verdaderos motivos del 24 de marzo de 1976 que nada tienen que ver con los pretextos infantiles que se esgrimieron para justificar el golpe del 24 de marzo de 1976.
[i] El Doctor Julio C. González ex profesor de Estructura Económica en las universidades de Buenos Aires y Lomas de Zamora (República Argentina). Fue Secretario de Estado de la Presidencia de la Nación de la República Argentina desde el 4 de septiembre de 1973 hasta el 24 de marzo de 1976 (período constitucional de 1973 a 1976). Es autor, entre otros, de un voluminoso y bien documentado libro titulado "La Involución Hispanoamericana – De Provincias de las Españas en América a Territorios Tributarios – El caso argentino 1711/2010" (Editorial Docencia, Buenos Aires, 2010, rector@hernandarias.edu.ar).
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