Me gusta

sábado, 23 de marzo de 2019

La involución del mundo

¿Plan de esclavización? ¿Conspiraciones? ¡No, nada de eso!, la pauperización mental del hombre, responde al actual sistema financiero mundial, es una optimización de ganancias programada, con planificación bien arbitrada, que una élite selecta, necesita para mantener su tiranía democrática.

"La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere oír". George Orwell en su novela 1984

"Secretamente, todo el mundo se está hartando de la corrección política, del peloteo. Estamos en una generación de blandengues; todos se la agarran con papel de fumar"
Clint Eastwood

"Pigcasso", la cerda artista que vende cuadros por mil euros


Pigcasso es la nueva estrella de la pintura y vende sus cuadros por mil euros; las ganancias son destinadas a financiar el refugio en donde vive Crédito: Instagram
20 de febrero de 2018  
Iba a morir en un matadero en Sudáfrica y pasó a ser una estrella en el mundo del arte gracias a la difusión en las redes sociales. "Pigcasso", la cerda bautizada así en alusión al pintor español, se convirtió en el primer animal en tener su propia galería de arte y "vende" los cuadros que pinta por 1000 euros cada uno. "Definitivamente, tiene talento", afirmó la crítica de arte Marjorie Allthorpe-Guyton.
Con cuatro semanas de edad, fue rescatada de una empresa cárnica sudafricana por Joanne Lefson, activista y fundadora del refugio Farm Sanctuary en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Con el tiempo, comenzó a jugar e interesarse por los lápices y pinceles de su dueña. "Era lo único que no se comía", dijo Lefson a la revista National Geographic, y calificó el estilo de su mascota como "expresionismo abstracto".
Cuando Lefson se percató de su afinidad con la pintura, le empezó a dar recompensas -principalmente comida- a cambio de su "trabajo". Poco a poco, Pigcasso aprendió a agarrar los pinceles con la boca y comenzó a experimentar con lienzos. Lefson afirma que no la obliga pintar y que "lo hace cuando quiere". Su dueña comenzó a compartir sus garabatos en Instagram y desde entonces llamó la atención de usuarios de todo el mundo, no sólo por su arte, sino por su emotiva historia.
El pasado mes de enero se inauguró su primera exposición, Oink!. Después de pasar un tiempo en su ciudad natal se trasladará a otras ciudades europeas como París, Londres, Berlín y Ámsterdam. La recaudación de las ventas de sus obras, disponibles en su sitio web o en la exposición, sirven para financiar el refugio donde vive y concientizar sobre el impacto medioambiental de algunas explotaciones cárnicas. Todos sus cuadros tienen un certificado de autenticidad firmado por Pigcasso.
El caso de Pigcasso no es el único en el mundo animal. Otros mamíferos como los monos, rinocerontes y aves como los pingüinos demostraron tener habilidades pictóricas si se utilizaba con ellos una recompensa de comida, según afirma Allison Kaufman, investigadora científica en la Universidad de Connecticut, en la revista National Geographic. No obstante, Kaufman argumenta que el hecho de que Pigcasso o estos animales obtengan un refuerzo positivo para pintar no "minimiza la calidad de sus pinturas".

¿Pintor o robot? AICAN es una máquina y sus obras se venden por miles de euros
29/10/2018
Psicodélico, una imagen creada por el algoritmo AICAN.
Ahmed Elgammal, Author provided
En las ocasiones en las que se ha utilizado la inteligencia artificial para crear obras de arte, siempre ha habido un artista humano ejerciendo un importante grado de control sobre el proceso creativo. Pero ¿qué pasaría si una máquina estuviese programada para crear arte por sí sola, sin apenas o ninguna intervención humana? ¿qué pasaría si fuese la principal fuerza creadora del proceso? Y si creara algo innovador, interesante y emotivo, ¿quién debería recibir el reconocimiento por ese trabajo? En el laboratorio de arte e inteligencia artificial de la Universidad de Rutgers hemos creado AICAN, un programa que podría entenderse como un artista casi autónomo que ha aprendido los estilos y estéticas existentes y que puede crear imágenes innovadoras propias.
Ahmed Elgammal, profesor y director del Laboratorio de arte e inteligencia artificial en Rutgers University

A la gente realmente le gusta el trabajo de AICAN y no puede distinguirlo del de artistas humanos. Sus obras se han expuesto por todo el mundo y hace poco una incluso se subastó por 16.000 dólares.
Énfasis en la innovación
A la hora de diseñar el algoritmo, seguimos la teoría propuesta por el psicólogo Colin Martindale.
Él planteó la hipótesis de que muchos artistas buscan hacer que sus obras sean interesantes rechazando las formas, los temas y los estilos existentes a los que el público ya está acostumbrado. Los artistas parecen creer que es más probable generar curiosidad en los espectadores y captar su atención haciendo algo nuevo. En otras palabras: la innovación es la que manda.
Por tanto, cuando programamos AICAN, utilizamos un algoritmo denominado “red creativa de adversarios”, que obliga a AICAN a competir contra dos oponentes. Por un lado, trata de aprender la estética de las obras de artes existentes y, por el otro, será penalizado si, al crear una obra propia, imita demasiado un estilo establecido.
Al mismo tiempo, AICAN obedece a lo que Martindale denomina la ley del “mínimo esfuerzo”, según la cual demasiada innovación aburre a los espectadores. Esto garantiza que el arte creado sea innovador, pero sin despegarse demasiado de lo que se considera aceptable. Preferiblemente, creará algo nuevo construido a partir de lo que ya existe.
Dejar que AICAN sea libre
En cuanto a nuestra función, nosotros no elegimos unas imágenes concretas para “enseñarle” a AICAN una estética o estilo en concreto, como otros muchos artistas que crean arte de inteligencia artificial.
En lugar de eso, hemos proporcionado al algoritmo 80.000 imágenes que representan el canon artístico occidental de los últimos cinco siglos. Es como si un artista tomara un curso introductorio sobre historia del arte sin centrarse en un estilo o género en particular.
Con solo hacer clic en un botón, la máquina puede crear una imagen lista para imprimir. Muchas veces las obras nos sorprenderán por su gama, sofisticación y variación.
‘El nacimiento de Venus’, realizado por AICAN.
Ahmed Elgammal, Author provided
Al utilizar nuestro trabajo previo sobre cuantificación de la creatividad, AICAN puede determinar el nivel de creatividad de sus obras. Dado que también ha aprendido los títulos que utilizaron los artistas y los historiadores del arte en el pasado, el algoritmo puede incluso ponerle nombre a los trabajos que crea. A uno lo llamó Orgía y a otro La playa de Pourville.

‘La playa de Pourville’, realizado por AICAN.
Ahmed Elgammal, Author provided
El algoritmo favorece la creación de obras más abstractas que figurativas. Nuestra investigación sobre la capacidad de la máquina para comprender la evolución de la historia del arte podría dar una explicación a esto. Dado que tiene el deber de crear algo nuevo, AICAN tiende a basarse en tendencias más recientes de la historia del arte, como el arte abstracto, que se puso de moda en el siglo XX.
¿Las personas perciben la diferencia?
Todavía quedaba la pregunta de cómo reaccionaría el público al trabajo de AICAN.
Para analizarlo, enseñamos a un número de participantes imágenes de AICAN y obras creadas por artistas humanos que se exhibieron en Art Basel, una feria anual de arte contemporáneo de vanguardia. Les preguntamos si cada obra estaba realizada por una máquina o por un artista.
Descubrimos que las personas no podían percibir la diferencia: el 75% de las veces pensaban que las imágenes generadas por AICAN habían sido creadas por un artista humano. Ni siquiera se plantearon tener que distinguir entre las dos opciones. Realmente disfrutaron del arte generado por ordenador y describieron las obras de AICAN con palabras como “tiene estructura visual”, “inspiradora” o “comunicativa”.
¿quién es el artista?
A partir de octubre de 2017, empezamos a exponer el trabajo de AICAN en Frankfurt, Los Ángeles, Nueva York y San Francisco, con una colección diferente de imágenes en cada exposición. En todas las exposiciones la misma pregunta se repetía una y otra vez: ¿quién es el artista?
Como científico, creé el algoritmo, pero no tengo ningún control sobre lo que crea la máquina. Ella elige el estilo, el tema, la composición, los colores y la textura. Yo configuré el marco, pero el algoritmo está completamente al mando en cuanto a los elementos y a los principios artísticos que genera.
Por este motivo, en las exposiciones en las que se mostraron las obras de arte, le otorgué el reconocimiento de cada trabajo al algoritmo AICAN. En la feria Art Basel de Miami de diciembre se expondrán ocho obras, todas atribuidas a AICAN.
Muestra de las obras de arte generadas por AICAN que se expondrán en la Feira de Arte SCOPE y en la Art Basel Miami en diciembre de 2018.
Ahmed Elgammal
La primera obra de arte de la colección AICAN que salió a la venta, titulada San Jorge y el dragón, se subastó en Nueva York en noviembre de 2017 por 16.000 dólares (la mayor parte de las ganancias se destinaron a la investigación en la Universidad de Rutgers y en el Institut des Hautes Études Scientifiques de Francia).
‘San Jorge y el dragón’, vendida por 16.000 dólares.
Ahmed Elgammal
Lo que el ordenador no puede hacer
Aun así, en el proceso artístico de AICAN falta algo. El algoritmo puede crear imágenes interesantes, pero vive en un espacio creativo aislado que carece de contexto social.
En cambio, los artistas humanos se inspiran en personas, lugares y políticas. Hacen arte para contar historias y para dar sentido al mundo.
A AICAN le falta todo esto. Sin embargo, puede crear obras de arte que después los conservadores pueden fundamentar en nuestra sociedad y relacionar con lo que está pasando a nuestro alrededor. Eso es precisamente lo que hicimos con Alternative Facts: The Multi Faces of Untruth (Realidades alternativas: los múltiples rostros de la falsedad), una serie de retratos generados por AICAN que nos sorprendieron por su oportuna serendipia.
Alternative Facts: The Multi Faces of Untruth de AICAN se expuso en la Feria del Libro de Frankfurt de 2018.
Ahmed Elgammal
Evidentemente, que las máquinas puedan crear arte de forma casi autónoma no quiere decir que vayan a sustituir a los artistas. Solo significa que los artistas tendrán una herramienta creativa adicional a su disposición con la que incluso podrían colaborar.
A menudo comparo el arte de la inteligencia artificial con la fotografía. Cuando se inventó la fotografía, a principios del siglo XIX, no se consideraba arte; al fin y al cabo, era una máquina la que hacía casi todo el trabajo.
Los creadores de tendencias se resistieron, pero al final cedieron. Un siglo después, la fotografía se estableció como género artístico. Hoy en día, se exponen fotografías en los museos y se subastan a precios astronómicos.
No me cabe la menor duda de que el arte creado por la inteligencia artificial seguirá el mismo camino.
Ahmed Elgammal, Professor, Director of the Art & AI Lab, Rutgers University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


Mujer afirma ser la dueña del sol y quiere cobrar por su uso


La española que posee un documento legal que la reconoce como dueña absoluta del sol desde el año 2012, comenzó a implementar la venta de parcelas del astro. Esto lo hizo desde el año siguiente al trámite legal cuya conclusión fue que, debido a los millones de años en los cuales no había aparecido ningún dueño de la estrella, efectivamente podía reclamarla como suya.
María Ángeles Durán cumplió uno de sus grandes sueños al adjudicarse legalmente al sol como parte de su propiedad. Un asunto del cual además, se planteó sacar provecho económico, al cobrar por el uso del astro. Un dinero que ha señalado, utilizará para que el gobierno español tenga cómo atender debidamente las pensiones para adultos mayores, así como, el aspecto de la salud y los más desfavorecidos económicamente. No todo es altruismo por supuesto, María también aclaró que parte del dinero sería para su uso personal.
Ahora bien, aunque la obtención legal del sol fue un proceso al parecer sencillo, venderlo por parcelas a través de internet no lo ha sido tanto. Pues la propietaria tuvo que demandar a Ebay por cerrarle su página en esta plataforma, con lo cual, María Ángeles dijo haber perdido miles de euros en ventas. Añadiendo además que, el argumento de Ebay sobre comercializar únicamente bienes tangibles, estaba fuera de lugar porque el sol se podía ver y tocar.
Otro de los obstáculos que comenzaron a surgir en el camino un par de años después de que el sol tuviese dueña, es que su propietaria comenzó a recibir llamadas que le advertían de futuras demandas por acusarla de los diversos problemas que los rayos ultravioleta causan.
Sin embargo, tal parece que Durán no siente ninguna preocupación, pues ha declarado que esto no tiene sustento legal, al no ser el sol el culpable de las enfermedades como el cáncer de piel por ejemplo. Pues la verdadera razón de esto, según la propietaria es la contaminación que ha socavado la capa de ozono. Además, dijo que si se aplicaba la misma lógica, ella tendría que pedir compensación por el calor o los alimentos que se cultivan gracias a la luz solar.
Ya se conoce un caso de un hombre que tenía intenciones de presentar una demanda formal a la dueña del sol y que ha desistido. Este español había comentado que no le importaba pagar hasta mil euros a un abogado pero, que culparía a la mujer por enrojecimiento de sus ojos y quemaduras. 
Pero finalmente decidió no hacerlo, luego de que su abogado le argumentara que los rayos solares tardan millones de años en llegar a la tierra y María Ángeles era propietaria desde el 2012, no habría entonces forma alguna de hacerla responsable por este tipo de daños.


LA INFANTILIZACIÓN OCCIDENTAL: ¿SE CONVERTIRÁ LA SOCIEDAD EN UN INMENSO JARDIN DE INFANCIA?
El irresistible avance de la corrección política es una señal muy potente que nos advierte de la infantilización de la sociedad occidental, reflejada con pavorosa nitidez en su universidad, de donde precisamente proviene.
   Desde hace años, sociólogos, antropólogos o psicólogos vienen advirtiendo sobre la  infantilización de la sociedad postindustrial. La media de edad aumenta incesantemente, la población envejece, pero los rasgos adolescentes permanecen en una porción significativa de sujetos adultos. La juventud se ha convertido en icono de culto, objeto de incesante alabanza, de veneración. Lo grave no es que la gente intente aparentar juventud física, recurra en exceso a la cirugía estética o a los implantes capilares.
  Es más preocupante que un creciente porcentaje de adultos se afane en el cultivo consciente de su propia inmadurez. Hoy día no son los jóvenes quienes imitan la conducta de los adultos… sino al revés. La experiencia, el conocimiento que proporciona la edad no es ya virtud sino rémora, un lastre del que desprenderse a toda costa.

  En la genial novela de de Philip Roth, La mancha humana, la vida del decano universitario Coleman Silk se desmorona tras interesarse por dos estudiantes que han faltado a todas sus clases, “¿Conoce alguien a estos alumnos? ¿Tienen existencia sólida o se han desvanecido como negro humo?” pregunta en el aula. Desgraciadamente para Coleman, uno de los aludidos resulta ser afroamericano y, cuando llega a sus oídos la pregunta, la interpreta como un ataque racista. 
  Aunque no había ánimo ofensivo en sus palabras, puesto que jamás había visto al estudiante, Silk es acusado de racista, cesado como decano y despedido. Sin otra universidad dispuesta a contratarlo, su economía familiar se deteriora rápidamente. Padece el rechazo de la comunidad, el repudio de amigos y conocidos y, en el colmo de la desdicha, su esposa sufre una apoplejía a causa del estrés y fallece.
 Numerosos profesores norteamericanos son censurados o expulsados de las universidades porque sus discursos, o siquiera sus apreciaciones, turban a un alumnado cada vez más sobreprotegido e infantilizado
  Aunque el decano Silk sea un personaje de ficción, Philip Roth refleja las vivencias de infinidad de profesores norteamericanos censurados o expulsados de las universidades porque sus discursos, o siquiera sus apreciaciones, turbaban a un alumnado cada vez más sobreprotegido e infantilizado. Porque no se ajustaban a lo políticamente correcto.
  La adolescencia se extiende hoy hasta edades muy avanzadas, generando una sociedad inmadura, unos sujetos que exigen cada vez más de la vida pero entienden cada vez menos el mundo que los rodea.

¿UNIVERSIDADES O JARDINES DE INFANCIA?
  Hace poco más de dos años, según realtó Judith Shulevitz, estudiantes de la Universidad de Brown organizaron un debate abierto sobre agresiones sexuales. Inmediatamente, otro grupo de alumnos, temeroso de que los intervinientes pudieran exponer ciertas ideas “negativas”, protestó ante la dirección argumentando que la universidad debía ser un “espacio seguro” donde nada avivara los traumas de las víctimas. 
  Las autoridades académicas no cancelaron el acto, pero pusieron a disposición de los asistentes su propio “espacio seguro”: una sala contigua donde cualquiera pudiera acudir para recuperarse de algún punto de vista turbador, y, si se sentía con fuerzas, regresar al debate. La estancia estaba equipada con cuadernos para colorear, juegos de plastilina, cojines, música relajante, mantas, galletas, chicles, incluso un video en el que aparecían perritos jugando. También contaba con personal cualificado para atender posibles traumas. Cuando el evento finalizó, dos docenas de personas habían pasado por esta sala, una de las cuales explicó: “me sentía bombardeada por unos  puntos de vista que van en contra de mis creencias más íntimas”.
  El discurso político se simplifica, dogmatiza, se agota en sí mismo, se limita a meras consignas, sencillas estampas. Pierde la complejidad que correspondería a un electorado adulto. En concordancia con la visión adolescente del mundo, no se exige en los líderes políticos ideas, capacidad de elaboración, sino belleza, atractivo, tópicos, divertidas frases, una imagen que conecte con un electorado envejecido en edad pero muy rejuvenecido en mentalidad.
  Este infantilismo ha culminado políticamente con grandes (y en ocasiones ridículas) simplificaciones en las que se basa el populismo.
  En otra ocasión, un profesor del Columbia College recomendó la visita a una interesante exposición de arte samurai japonés. Inmediatamente, uno de sus estudiantes protestó airadamente, tachando su sugerencia de políticamente incorrecta porque podía herir la sensibilidad de los alumnos chinos. Obviamente, la objeción era absurda; la invasión de China por el ejército imperial japonés había finalizado setenta años atrás. Sin embargo, para el estudiante el tiempo transcurrido era irrelevante. Siguiendo su lógica, el arte alemán ofendería en Francia, el francés en España por la invasión napoleónica, o el español en Flandes.
 Larry Summers tuvo la desgraciada ocurrencia de defender teorías donde se mostraba que el coeficiente de inteligencia de los hombres presenta una dispersión, una varianza mayor que el de las mujeres.
 Otro caso llamativo es el del ex presidente de la Universidad de Harvard, el economista Larry Summers, que tuvo la desgraciada ocurrencia de defender teorías donde mostraba que el coeficiente de inteligencia de los hombres presenta una dispersión, una varianza mayor que el de las mujeres, planteando como hipótesis que este hecho podía influir en la asignación de puestos de trabajo en las escalas más altas y más bajas. Automáticamente fue acusado de machista y, tras una durísima campaña en su contra, Summers se vio obligado a dimitir en 2006.
DEL OSCURANTISMO A LA IGNORANCIA
  El calvario de todos estos profesores ilustra la plaga de la corrección política, una moda que invade los campus universitarios del mundo desarrollado, constituyendo una asfixiante censura que, en no pocas ocasiones, provoca dramas absurdos perfectamente evitables. Lo peor, con todo, es que condena a la sociedad al oscurantismo, a la ignorancia. Al fin y al cabo, Summers sólo podría haberse ahorrado el calvario falseando las teorías, adaptándolas a la “realidad” de lo políticamente correcto o, sencillamente, renunciando a su exposición. 
  Por su parte, el profesor de Columbia debería pensárselo dos veces antes de recomendar exposiciones de arte a sus alumnos puesto que todas, de alguna manera, herirán la sensibilidad de alguien. En cuanto a los estudiantes de la Universidad de Brown, para evitar sobresaltos tendrían que renunciar a organizar debates abiertos.

“La universidad no puede ser un ‘espacio seguro’. El que lo busque, que se vaya a casa y abrace a su osito de peluche” Richard Dawkins
   El irresistible avance de la corrección política es una señal muy potente que nos advierte de la infantilización de la sociedad occidental, reflejada con pavorosa nitidez en su universidad, de donde precisamente proviene. Tanto despropósito llevó a Richard Dawkins, profesor de biología evolutiva de la Universidad de Cardiff a advertir a sus estudiantes, con indisimulada indignación: “La universidad no puede ser un ‘espacio seguro’. El que lo busque, que se vaya a casa, abrace a su osito de peluche y se ponga el chupete hasta que se encuentre listo para volver. Los estudiantes que se ofenden por escuchar opiniones contraria a las suyas, quizá no estén preparados para venir a la universidad”.
   La corrección política es producto de ese pensamiento infantil que cree que el monstruo desaparecerá con solo cerrar los ojos. Pero la maduración personal consiste justo en lo contrario, en descubrir que el mundo no es siempre bello ni bueno, en la toma de conciencia de que el mal existe, en llegar a aceptar y encajar la contrariedad, el sufrimiento. Y, por supuesto, en aprender a rebatir los criterios opuestos. 
  En su esfuerzo por hacer sentir a todos los estudiantes cómodos y seguros, a salvo de cualquier potencial shock, las universidades están sacrificando la credibilidad y el rigor del discurso intelectual, remplazando la lógica por la emoción y la razón por la ignorancia. En definitiva, están impidiendo que sus alumnos maduren.

LA TRAMPA DEL “ESPACIO SEGURO”
  Cuando se designa unos espacios universitarios como seguros, implícitamente se está marcando otros como inseguros y, por lo tanto, tarde o temprano habrá que “asegurarlos”, hasta que cualquier opinión desconcertante quede prohibida en todo el campus. Y, si esto es válido para la universidad, ¿por qué no trasladarlo a la sociedad en su conjunto? Así, la represión se extiende como mancha de aceite, prohibiendo palabras, términos, actitudes, estableciendo una siniestra policía del pensamiento.
  En la práctica, es la autoridad quien acaba dictaminando lo que es políticamente correcto y lo que no. Y lo hace, naturalmente, a favor del ‘establishment’ y de los grupos de presión mejor organizados.
  Desde el punto de vista conceptual, la corrección política es incongruente, cae por su propio peso. Dado que no todo el mundo opina igual ni posee la misma sensibilidad, no es posible separar con rigor lo que es ofensivo de lo que no lo es, establecer una frontera objetiva entre lo políticamente correcto y lo incorrecto. Hay personas que no se ofenden nunca; otras, sin embargo, tienen la sensibilidad a flor de piel. La ofensa no está en el emisor sino en el receptor. Así, en la práctica, es la autoridad quien acaba dictaminando lo que es políticamente correcto y lo que no. Y lo hace, naturalmente, a favor del establishment y de los grupos de presión mejor organizados.
  La corrección política es una forma de censura, un intento de suprimir cualquier oposición al sistema. Y es además ineficaz para afrontar las cuestiones que pretende resolver: la injusticia, la discriminación, la maldad. No es más que un recurso típico de mentes superficiales que, ante la dificultad de abordar los problemas, la fatiga que implica transformar el mundo, optan por cambiar simplemente las palabras, por sustituir el cambio real por el lingüístico.
 “Es un error juvenil confundir los nombres con las cosas. Las palabras son sólo signos convencionales para identificar objetos o hechos: son estos últimos los que cuentan” W. E. B. Du Bois
 "Esta infantilización de occidente no es para nada casual. Tanto para ‘establishment’ político, como religioso y el del mercado resulta una situación de la que pueden obtener grandes ventajas. En una sociedad que no madura nunca, sus miembros serán más dependientes y obedecerán tanto a las creencias religiosas como a las órdenes del Estado sin poder oponerse y serán blancos fáciles para un mercado que dictará lo que las personas necesitan o no, eternos lactantes que necesitan consumir para sentirse realizados, pero totalmente incapaces de cuestionar lo que se les impone.
    Y siguiendo esta lógica infantilizadora, existe un caso arquetípico en los cuentos de hadas. "El flautista de Hamelín", donde el talentoso músico toma venganza de un pueblo y secuestra a todos sus niños, que desprovistos de voluntad lo siguen sin poder resistirse a su encanto musical. Como un canto de sirenas, lo políticamente correcto y los dictados del mercado retrotraen a las sociedades a la dependencia y la falta de criterio propio", argumenta Jaques Pierre.
  Lo expresó de forma certera el defensor de los derechos civiles W. E. B. Du Bois en 1928. Tras ser recriminado por un joven exaltado por usar la palabra “negro”, Du Bois respondió: “Es un error juvenil confundir los nombres con las cosas. Las palabras son sólo signos convencionales para identificar objetos o hechos: son estos últimos los que cuentan. Hay personas que nos desprecian por ser negros; pero no van a despreciarnos menos por hacernos llamar ‘hombres de color’ o ‘afroamericanos’. No es el nombre… es el hecho”. En efecto, ni la discriminación, ni el racismo, ni cualquier otro problema, se resuelven por cambiar los nombres. Como mucho, se logra tranquilizar la mala conciencia de algunos.
UBRES Y GLÚTEOS POR ENCIMA DE LA OPINIÓN RAZONADA
  Los nuevos tiempos son testigos de la preponderancia de los rasgos infantiles sobre los maduros. La impulsividad, los instintos, dominan a la reflexión; el placer a corto plazo a la búsqueda del horizonte. Los derechos, o privilegios, imperan sobre los denostados deberes, esas pesadas obligaciones de un adulto. La inclinación a la protesta, al pataleo, domina a la auto superación. Y la imagen se antepone al mérito y el esfuerzo.
  Resulta preocupante la fuerte deriva de la prensa hacia el puro entretenimiento, la mera diversión, en detrimento de la información y análisis rigurosos. La preponderancia de ubres y glúteos sobre la opinión razonada
  Los medios de comunicación actúan en consecuencia: incluso la prensa más seria promociona el cotilleo más obsceno, el chascarrillo, el escándalo, esas noticias que hacen las delicias del público con mentalidad adolescente. Resulta preocupante la fuerte deriva de la prensa hacia el puro entretenimiento, la mera diversión, en detrimento de la información y análisis rigurosos. La preponderancia de ubres y glúteos sobre la opinión razonada.
  El creciente infantilismo fomenta la difusión de miedos, esos temores inventados o exagerados que generan los reflejos distorsionados de la calle en la oscuridad de la habitación. Surge una “sociedad del miedo“, tremendamente conservadora, que en el cambio ve peligros, no oportunidades. Una colectividad asustadiza, víctima fácil del terrorismo internacional. Nunca fue el mundo tan seguro como en el presente; pero nunca el ciudadano medio vivió tan aterrado. Ni el intelectual tan temeroso de escribir lo que realmente ocurre. Una sociedad bastante cobarde, insegura, que se asusta de su sombra, de lo que come o respira, que siente pánico ante noticias que, por definición, no son más que excepciones. Prueba de ello es la creciente atracción por el milenarismo: igual que en la Edad Media, los predicadores del Apocalipsis ejercen una singular fascinación, aunque sólo pretendan llenarse los bolsillos.
EL POPULISMO, CULMINACIÓN DEL INFANTILISMO
  Muchos olvidan que la madurez consiste básicamente en la adquisición de juicio para distinguir el bien del mal, la formación de los propios principios y, sobre todo, la disposición a aceptar responsabilidades. Y que los dirigentes han contribuido con todas sus fuerzas a diluir o difuminar la responsabilidad individual. A sumir al ciudadano poco avisado en una adolescencia permanente. El Estado paternalista aseguró al súbdito que resolvería hasta la más mínima de sus dificultades a cambio de renunciar al pensamiento crítico, de delegar en los dirigentes todas las decisiones. Fue la promesa de una interminable infancia despreocupada y feliz.
  La mentalidad infantil encaja muy bien en la sociedad compuesta por grupos de intereses, que tan magistralmente describió Mancur Olson. Unas facciones que actúan como pandillas de adolescentes en entornos donde escasea la responsabilidad, donde el grito, la pataleta, el alboroto, son vías mucho más eficaces para conseguir ventajas que el mérito y el esfuerzo. Un marco, como el español, donde predomina quien más vocifera, “reivindica”, apabulla. O tiene más amigos, mejores contactos. Raramente quién aporta razones más profundas.
  El populismo constituye la fase final, el perfeccionamiento del proceso de infantilización
  El populismo constituye la fase final, el perfeccionamiento del proceso de infantilización, la cosecha definitiva de esas semillas sembradas concienzudamente por los dirigentes del Mundo Occidental. No es tan significativa la estética quiceañera como el discurso arbitrista, empachado de “lo público”, proclive al reparto de prebendas, tendente a eliminar los restos de responsabilidad individual. Líderes adolescentes y caprichosos para una sociedad infantil, anestesiada, entretenida con los juguetes que los de arriba dejan caer a voluntad.
Y EL RESULTADO ES… DONALD TRUMP
  Hay mucha gente en el mundo, demasiada en España, que, al parecer, carece de la madurez emocional o de la capacidad intelectual para escuchar una opinión política que se aparte de sus convicciones sin considerarla un insulto personal. Al poner los sentimientos por encima de los hechos, de las razones, cualquier opinión válida puede ser desactivada tachándola de racista, sexista, discriminatoria. Puede que a estas personas la corrección política les haga sentirse más cómodos, pero a costa de instaurar la cultura del miedo en los demás. 
  Clint Eastwood declaró: “Secretamente, todo el mundo se está hartando de la corrección política, del peloteo. Estamos en una generación de blandengues; todos se la agarran con papel de fumar”. Aun así no era plenamente consciente del peligro que se avecinaba: tarde o temprano el virulento efecto péndulo invierte las magnitudes, la gente acaba hastiada de tanta censura, y como reacción… vota a Donald Trump.
  Renunciar al libre discurso, al libre pensamiento, para evitar herir la sensibilidad de algunos es peor que estúpido: es peligroso porque pone en cuestión los principios de la democracia. Debemos ser respetuosos con todo el mundo, por supuesto. Pero también expresar con libertad nuestras ideas y argumentos. 
  Si alguien se molesta, se rasga las vestiduras, es muy probable que esté mostrando su talante inmaduro, su carácter infantil e intolerante. Lo advirtió George Orwell en su novela 1984: “La libertad es el derecho de decir a la gente aquello que no quiere oír”.
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario


Advertencia sobre comentarios

Advertencia sobre comentarios
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...