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Reflexiones sobre la esclavitud global
Por Javier Cornejo
Publicado en el diario El Tribuno el 17 de Enero de 2011
La explotación del hombre por el hombre se pierde en la noche de los tiempos.
Acercándonos a nuestro siglo XXI, a las modernas herramientas de sojuzgamiento, bien puede precisarse como esencial la obra de Adam Smith "La riqueza de las naciones", de 1776 (que transformó la economía física en monetaria-financiera, en un intento de resarcimiento ante la pérdida británica de los EEUU), como la base sobre la que se perfeccionaría el cepo de dominación a través de un eficiente manual pre-establecido, en una sutil confusión del dominado.
La consecuencia se manifiesta a través de la súper explotación de las mayorías en una implantación de la "ley de bronce de los salarios", por la que los trabajadores deben recibir como salario lo mínimo necesario como para que sigan produciendo, hasta que su estado físico se agote, oportunidad en que son reemplazados por sus descendientes.
Hoy desembocamos en la constatación de que ya no somos dueños ni siquiera de ese mínimo combustible obtenido con nuestro esfuerzo.
El dueño de disponer si podemos comer o no, vestirnos, trasladarnos, pagar remedios; en definitiva, si podemos vivir o no, es el enmarañado "sistema" que en forma virtual pero efectiva dispone de nuestro dinero.
Estamos inmersos en la jaula de los chips, de la tarjeta, del número.
En el Apocalipsis
Asombrosamente parece cumplirse a rajatabla lo expresado en el Apocalipsis: "Vi subir de la tierra otra bestia que tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero pero que hablaba como un dragón". "Y ordena que, a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, el nombre de la bestia o la cifra de su nombre" (Cap.13: Vers.11-16-17).
El cajero automático correspondiente sabrá reconocer a quién sí y a quién no dar lo que le pertenece o sin pertenecerle pretenda. El dinero electrónico deja su trazabilidad (seguimiento de los individuos), relación automática de los consumidores, perfil social, se llega a conocerlos más de lo que ellos mismos se conocen.
Se puede "desconectar" a un individuo incómodo de los sistemas informáticos, e interrumpirle todo acceso al consumo. Con la popularización de las "tarjetas" para todo, el sistema puede quitar toda existencia económica a cualquier individuo.
La reciente falta de monedas y la acuciante falta de billetes, dramáticamente posibilitó que el pueblo argentino tome real conciencia de la fragilidad de su existencia, en la que "desconocidos" disponen a su antojo del devenir de todos nosotros.
Planes sociales
Si tal cosa ocurre con la imposibilidad de disponer de nuestro dinero aprisionado en la jaula virtual, imaginemos lo que ocurrirá en caso de que abruptamente se decida suspender la entrega de los planes sociales.
La eclosión que ocasionaría el desborde de nuestros hermanos que no cuentan con lo mínimo para su subsistencia resultaría imposible de contener, ya que con el asistencialismo nacional, usado no como una herramienta idónea para paliar una puntual emergencia social sino como dádiva permanente, al destruir toda cultura y concepción de trabajo y la dignificación humana, que el mismo significa, habrá convertido a nuestro pueblo en una hambrienta, dependiente y exigente manada, imposibilitada por voluntad y/o por incapacidad de desarrollar actividad válida alguna para procurar su subsistencia.
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