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jueves, 20 de marzo de 2025

Geopolítica de los ríos argentinos

Lic. Héctor L. Giuliano (estudio realizado en los 80)

Parte I: Aspectos teóricos del valor geopolítico de las vías fluviales.

Héctor Luis Giuliano, Lic. en Administración. Exprofesor de geopolítica en la Universidad de El Salvador. Colaborador de varias publicaciones especializadas en Geopolítica y Relaciones Internacionales.

 

El presente trabajo tiene la «doble finalidad de analizar la importancia comparativa de los ríos nacionales y de estudiar la correlación existente entre nuestros sistemas fluviales y la estructura político-económica del Estado.

Este estudio consta de tres partes: la primera trata acerca de algunos aspectos teóricos de las cuencas fluviales, con desarrollo especial de la teoría de Obst aplicada al caso argentino; la segunda consiste en el trazado de un panorama general de los ríos nacionales, y la tercera se refiere específicamente al problema de la Cuenca del Plata.

Durante el curso de la nota nos referiremos siempre a los ríos comprendiendo en ellos tanto su valor hídrico propiamente dicho como el derivado de su condición de vía navegable. El análisis por separado confiere normalmente más gravitación a los temas de aprovechamiento total, mientras que el estudio de las cuencas combinadas lo hace poniendo por lo general mayor énfasis en las comunicaciones fluviales, en el potencial energético y también en las relaciones de poder entre los núcleos geohistóricos del área.

Este último punto es importante porque, siguiendo la idea que la entidad histórico-geográfica en donde está inserta la Argentina excede el área de la Cuenca del Plata, constituyendo ésta solamente una parte del territorio nacional, el ámbito de consideración física encarado es entonces significativamente mucho más extenso.

Dentro de este marco de referencia para nuestro país vamos a proceder a analizar brevemente los cursos de agua como fuentes de energía, la influencia de las vías fluviales y la teoría geopolítica de los ríos, especialmente en lo relativo a ciertos aspectos críticos de la Cuenca del Plata.

Los ríos como fuente de energía

La utilización del agua como recurso de producción energética, particularmente la fuerza hidráulica para generación de electricidad, constituye el aspecto quizás más revolucionario de las posibilidades económicas argentinas en esta materia^

La Hidroelectricidad es más barata que la energía térmica o nuclear y, por lo tanto, de mejores posibilidades de uso para la industria y la actividad económica general, sobre todo en relación a determinado tipo de industrias que hacen fuerte consumo eléctrico dada la naturaleza de sus procesos de fabricación, como es el caso de la celulosa, el papel, el zinc o el aluminio.

El uso de la fuerza obtenible en los saltos de agua permite el abastecimiento regular y la generación de energía sin combustible ni gastos por la provisión de los mismos, puesto que el curso de agua actúa como materia prima gratuita y es elemento autorrenovable.

En realidad. La conveniencia económica de los proyectos hidroeléctricos en comparación con los de tipo térmico no es absoluta debido a que en ello inciden gastos de distinta naturaleza, pero el balance favorable de rentabilidad es siempre mucho más grande. En las usinas termoeléctricas los costos de explotación representan un promedio del 50% de los gastos totales, por lógica incidencia del costo de los combustibles. En las usinas hidroeléctricas, en cambio, la producción de energía es sumamente barata pero los gastos fijos de instalación suponen entre un 90 y un 95% del total, dada la magnitud de las construcciones de diques, embalses y usinas, siendo los costos iniciales de 3 a 4 veces mayores que las a carbón o petróleo.

Además, como las presas se encuentran por lo general ubicadas en lugares alejados de los centros urbanos de más alto consumo, se presenta el problema de las largas líneas de transmisión energética necesarias para enlace de los puntos geográficos de producción con los industriales de utilización en gran escala, con los consiguientes gastos adicionales por trasmisión de energía a distancia.

Todo esto hace que la materialización de los proyectos hidroeléctricos presuponga necesariamente la disponibilidad de grandes inversiones de capital, lo cual da lugar a problemas de financiación más acentuados aún que los que se presentan en el caso de las usinas termoeléctricas.

De todas maneras, las ventajas del aprovechamiento de los recursos hídricos como sustitutivos de otras fuentes de energía son superiores, y no solamente desde el punto de vista económico, por sus menores costos de explotación y la economía de divisas producida por disminución de las importaciones de combustibles para generación de termoelectricidad, sino también como base para una nueva orientación en el abastecimiento energético argentino.

En nuestro país existe un grado de aprovechamiento hidroeléctrico muy bajo. Según datos de 1970 sólo el 10% de la potencia instalada y el 7% del total de la producción de energía eléctrica correspondían a este rubro, a pesar de nuestras grandes reservas hídricas.

Lis dificultades de obtención de grandes capitales para financiación de las obras, el alto crecimiento industrial concéntrico en la zona del Gran Buenos Aires, alejado de los lugares de grandes caídas de agua y, lo que es quizás más grave, la relativamente tardía comprensión de la importancia en la utilización de este tipo de recursos como alternativa de los proyectos termoeléctricos, han determinado un comparativo retraso argentino en este rubro, sobre el cual, excepción hecha de voces aisladas que venían reclamando estas cosas desde hace años, recién en época cercana se ha tomado conciencia generalizada de sus alcances, y también de los peligros de su desatención. Y aunque los planes gubernamentales en curso sobre esta materia tienden a modificar esta situación, el cambio de estructura en nuestra producción energética no puede darse a corto plazo.

Por otra parte, el hecho que las inquietudes hayan recaído en gran medida en varios grandes proyectos binacionales, de indudable relevancia, pero de negociación difícil, ha eclipsado parcialmente el empuje de algunos planes de envergadura media, de orden nacional interno.

Este tema está muy relacionado con la naturaleza del aprovechamiento de los saltos de agua, que dependen del caudal, la altura de la caída y la pendiente del terreno.                

De acuerdo con su naturaleza los saltos de agua pueden ser en general de dos tipos: (a) de gran caudal - o altura relativamente pequeña, más característicos de los ríos de llanura, como es el caso de Yaciretá-Apipé, en el Paraná Superior, y de Salto Grande, sobre el río Uruguay; y (b) de gran altura de caída, pero poco caudal, que es el caso típico de los ríos de montaña, como los ríos y arroyos andinos, mendocinos y patagónicos, y los del sistema serrano central.

Un tercer tipo, más infrecuente, es el de combinación de gran altura y caudal, como se da en parte en el Alto Paraná, en la zona del Cañón de Guayrá, aunque para nuestro país se trata de casos limitados y de desarrollo binacional.

Lógicamente, el aprovechamiento de los saltos de ríos caudalosos es más importante, pero presenta a la vez el inconveniente ya señalado de necesitar una proporción muy alta de gastos fijos iniciales para sufragar los costos correspondientes a las obras de ingeniería y compra de equipos, que es precisamente el problema que se da para nuestro país en el área de mayor potencial, la del Litoral y Noreste de la Cuenca del Plata.

La utilización de los saltos comparativamente menores de montaña es, en cambio, más económica, ido el nivel más reducido de inversiones requeridas, lo que supone la existencia de mayores facilidades de financiación gradual por proyectos. Este tipo de planes es además susceptible de desarrollo en forma orgánica, desde el punto de vista de tratar de obtener una distribución regional más equilibrada en relación a nuestra geografía física, posibilitando mejor la descentralización industrial, la electrificación de áreas rurales y la seguridad estratégica por multiplicación de los focos energéticos.

Estas circunstancias avalan así la conveniencia de encarar no sólo grandes obras sino también proyectos, medianos o parciales, más accesibles a planes internos de desarrollo gradual por razones operativas y financieras.

A este respecto es ilustrativo citar unos datos del profesor Servando R. M. Dozo, tomados para 1972, según los cuales el total de recursos hidroeléctricos potenciales estimado para la Argentina era de cerca de 45.000 megavatios (I MW: 1.000 KW), de los cuales 24.127 correspondían a la Cuenca del Plata, 12.246 a la Patagonia atlántica (incluyendo energía mareomotriz) y 6.684 a la región cuyana; con grado de aprovechamiento general nacional de menos del 2%. El peso relativo de la distribución geográfica de estos recursos hidroenergéticos era así del 53,8% para la cuenca platense, del 27,2 para la zona patagónica del Atlántico y del 14,8 para las cuencas cuyanas.

Las áreas actuales de mayor aprovechamiento hidráulico en nuestro país son las del Centro, Cuyo, parte del Noroeste y, más recientemente, las de la Patagonia septentrional y las del Litoral.

El aprovechamiento de las nieves andinas

Un capítulo especial dentro del uso general de los recursos hídricos nacionales lo constituye el análisis de la zona cordillerana del centro y sur del país.

A fines de 1969 y principios del '60 la Revista Ciencia y Técnica del CEI de Ingeniería (UBA) publicó una serie de notas sobre el tema de la utilización posible de los caudales provenientes de la fusión de la nieve de los Andes, en base a los estudios llevados a cabo hacia 1948 por el Dr. James E. Church, especialista norteamericano, presidente del Comité de Nieves y Glaciares de los Estados Unidos.

Las investigaciones sobre el potencial hidroeléctrico de la zona andina habían comenzado en nuestro país años antes, habiéndose realizado estudios en la región cordillerana de las provincias de San Juan y Mendoza ya desde 1937. Los estudios del Dr. Church, que duraron aproximadamente un año, abarcaron la zona de los Andes que va desde el río Abaucán (en la Provincia de Catamarca) hasta Tierra del Fuego, comprendiendo además algunos sistemas menores, y estaban orientados a poder establecer un balance hídrico de los ríos cordilleranos para contar con un sistema de predicción sobre caídas de los cursos de agua que están alimentados por campos de nieve del macizo montañoso.

El sistema dejos Andes, de desplazamiento prácticamente lineal Norte-Sur, presenta la ventaja de formar ángulos rectos con la dirección de los vientos del Pacífico Austral y determina así precisiones uniformes a lo largo de toda la zona. La unidad climática de la cordillera permite de este modo la formulación de predicciones sobre derrames a través de un mecanismo de pronóstico del tipo de ¡os llevados a cabo en el Oeste de los Estados Unidos y Canadá. Este hecho de partida tiene especial importancia científica porque posibilitaría el conocimiento de los caudales disponibles y la «revisión consiguiente de su regulación en épocas de sequía o escasez, lo cual se traduciría económicamente en disponibilidad racional de agua para consumo y cultivos de regadío, y para la construcción de presas con cálculo más exacto del volumen de almacenamiento líquido y de la energía generable.

Los campos de nieve actúan en la práctica como embalses naturales, con zonas de acumulación o almacenaje en valles y montañas que permiten un mayor aprovechamiento que sobre el agua de lluvia debido a la existencia de menores perdidas por escurrimiento y descenso más armonioso le los caudales para desarrollo de cultivos.

Las posibilidades de proyectos no muy costosos de este tipo, de acuerdo con los estudios del Dr. Church, se dan [particularmente en los Andes' [Centrales cuyanos, y en toda la región meridional; [de la Patagonia andina. Su concreción traería aparejado allí el desenvolvimiento de una actividad económica con base energética propia, para poblamiento y localización de industrias al pie de los Andes del Sur.

Este tipo de planes se afianzaría aún más en el caso de eventual cooperación con Chile en este rubro, integrando zonas de factible utilización consunta en las regiones patagónicas occidentales.

La influencia geopolítica de las vías navegables

Desde hace algunos años la controversia surgida a raíz del aprovechamiento hidroeléctrico de la Cuenca del Plata o más específicamente, por la zona del Paraná Superior, ha polarizado la atención argentina distrayéndola en gran medida de la consideración de otros teatros de acción importantes en materia de ríos.    

Obviamente la relevancia de los problemas alto platenses está hoy fuera de discusión, siendo impensable un descuido de las cuestiones tocantes a dicha área por parte de nuestro país: pero debe tenerse presente que las posibilidades totales de la hidrografía nacional no sólo no se reducen a la zona del litoral mesopotámico, sino que van incluso más allá de las regiones del Plata.

Esta nota persigue por ello el objetivo de analizar comparativamente la importancia de los ríos argentinos no sólo en función del potencial hídrico sino también por su condición funcional de líneas de tránsito, que es el género de temas más frecuentemente desarrollado desde el punto de vista de los estudios político-geográficos.

Desde el ángulo geopolítico, en efecto, comúnmente se ha puesto siempre mayor énfasis en la gravitación fluvial por su valor como vía de comunicación o circulación económica antes que por el valor hídrico propio de los ríos, que comprende el uso múltiple del agua y, desde tiempos más modernos. también el aprovechamiento hidroeléctrico, de modo que muchos cursos que carecen de significación considerados como rutas navegables pueden poseer en cambio alto valor potencial por su riqueza hidráulica.

A diferencia de los ríos cortos de montaña de la vertiente cordillerana del Pacífico, que corren torrentosos por valles transversales de abrupta pendiente hacia la costa del Oeste, los grandes nos de las llanuras orientales de América del Sur han sido y son vías de penetración colonizadora y rutas activas de comercio de y hacia el Interior subcontinental, corno es el caso de la cuenca del Orinoco, del Amazonas y, particularmente, del Plata que, tomada en función de su área geográfica de influencia y su grado de movimiento político y económico, es la de mayor peso relativo de las tres.

Este tema, de la relevancia geopolítica de las vías fluviales está relacionado con el punto ya visto acerca de los ríos como fuentes de energía y con el de la conformación de núcleos geohistóricos en el marco de los sistemas navegables, que se verá a continuación al tratar sobre la teoría de Obst, y también en la Tercera Parte de esta nota, al tocar la cuestión de la Cuenca del Plata.

La Teoría de Obst y su aplicación al caso argentino

En 1928 el profesor Erich Obst, de Bresiau publicó en Alemania un trabajo de singular importancia acerca de la correlación entre la distribución' y/o dirección de los ríos y la estructura política de los Estados ribereños.

La obra de Obst en principio no se conoce haya sido traducida al castellano, aunque fue citada y comentada por varios autores, especialmente por Henning y Korholz en su libro sobre Introducción a la Geopolítica (Buenos Aires, 1941).

La teoría de Obst es conocida a nivel de los estudios generales de tipo geopolítico, de modo que el objeto de abordarla en esta nota no es el de la difusión en sí misma sino el análisis de un caso de aplicación concreto; y Con esta finalidad separamos sus aseveraciones básicas en dos partes: una tocante a hidrografía general y la otra particularizada a las cuencas convergentes.

Primera parte de la Teoría de Obst: Hidrografía General

Según Obst existe una relación entre la disposición física de las redes fluviales de posibilidades navegables y la configuración política de las regiones comprendidas por su cuenca.

Obst basaba esta tesis en la observación que, según su pendiente o dirección, los ríos de un Estado pueden presentar tres tipos de redes hidrográficas.

1)           las de sistema divergente, radial o centrífugo, es decir, de ríos que tienen su nacimiento en una zona interior central, con irradiación desde allí de sus conexiones navegables hacia los distintos puntos del territorio nacional;

2)           las de sistema paralelo, en el cual los diferentes cursos fluviales se dirigen al Mar equidistantes entre sí, y

3)           las de cuencas convergentes o centrípetas, en la que los ríos se deslizan hacia el Mar, pero en forma confluente, dando lugar allí normalmente al asentamiento de grandes grupos humanos y a la concentración de la vida económica en los puertos del estuario.

Conforme los términos de la tesis de Obst la estructura estatal depende en gran parte de la forma de distribución de estos ríos. Así, desde el punto de vista político los sistemas fluviales del primer tipo, centrífugos, se caracterizan por la constitución de una zona medular de vida del Estado, con influencia radial desde el núcleo interior hacia las distintas vertientes cuyas nacientes enlaza, con poder político y administrativo centralizado y tendencia político-económica unificadora sobre las demás regiones nacionales, como ha sido el caso de la Rusia Europea (Zarista y Soviética), de Francia y de España.

En el segundo tipo fluvial, de cursos paralelos, en cambio, la separación de cuencas conduce a la constitución de unidades políticas de intereses económicos separados, siendo así que la existencia de áreas de desarrollo independientes favorece la tendencia a una mayor autonomía económica y política de los Estados, o de las provincias y regiones dentro del Estado, con orientación hacia la pluralidad de naciones en el plano internacional o a la búsqueda de un sistema de gobierno federativo en el plano nacional. Este es el caso de la falta de unidad y estabilidad política de los países de Indochina y los surgidos del Indostán, de la tardía incorporación al moderno Imperio Germánico de las regiones del norte de Alemania, de la no contribución colonizadora de los ríos norteños de Siberia y también, parcialmente, de la constitución federal del Estado del Brasil, a pesar de las tradiciones políticas centralizadoras lusitano-brasileñas.

A los sistemas fluviales del tercer tipo, esto es, centrípetos, corresponde por el contrario una fuerza de atracción, predominantemente económica, ejercida desde los puertos y áreas del estuario, por convergencia de los ríos hacia un punto, situado generalmente sobre el Mar, lo que facilita allí el desarrollo de ciudades marítimas importantes y el asentamiento de conglomerados humanos dotados de gravitación política, pero, sobre todo, de poderío económico.

Desde el punto de vista de la Teoría de Obst la Argentina no posee sistemas hidrográficos de carácter centrífugo o emisor de aguas, aunque las zonas del Centro y Noroeste del país pudieran adquirir sectorialmente cierto valor físico propio de esta naturaleza si se avanzara en las conexiones navegables hacia el Plata, abriendo posibilidades de acción interior desde una cuenca media y superior marginal al eje central del Paraná-Paraguay, de fuerte peso histórico-geográfico sobre la vida nacional.

Nuestro país alberga, en cambio, las otras dos formas definidas de redes fluviales, que son: el gran sistema centrípeto del Plata y el sistema paralelo de los ríos bonaerenses y patagónicos, estos últimos de menor significación en calidad de vías navegables pero de considerable grado de aprovechamiento hidroeléctrico y para regadío ¿Son igual- , mente de curso paralelo, y tampoco constituyen todavía vías de circulación, las subcuencas de los dos principales cursos norteños, el Pilcomayo y el Bermejo, los ríos de la cuenca endorreica de las Sierras Pampeanas, que corresponden a la región cordobesa, y los del sistema cuyano del Desaguadero.

Segunda parte de la Teoría de Obst: Cuencas convergentes

Obst particularizaba que los sistemas fluviales centrípetos conceden comúnmente fuerte gravitación económica a las ciudades situadas en su zona de salida, pero consignaba la importante observación que los puertos marítimos ubicados en la desembocadura de una extensa red de ríos navegables, que corren hacia un centro de comunicaciones oceánicas, no necesitan gran poder político ( para prosperar porque su fuerza hegemónica descansa más en su influencia económica que en su capacidad de organización o difusión política. Tales ciudades son así, según Obst, puertos comerciales de envergadura, que devienen grandes urbes, con predominio de las actividades mercantiles y dotadas de supremacía económica, mas no resultan fuertes centros de expansión político-ideológica.

Este es el caso de los puertos de Calcuta en la India (sobre el Ganges y el Brahmaputra), de Basora en Irak (sobre el Tigris y el Éufrates) o, en menor escala, de Manaos en Brasil (sobre el Amazonas intermedio); núcleos poblados y económicamente prósperos, pero a la vez centros apolíticos en cuanto a su nula o reducida capacidad política para ejercer una verdadera autoridad en el territorio interior de su área de influencia.

Como es lógico, por lo general se atribuye a la concepción de Obst un tinte determinista que, considerado en términos generales; conduce a objetar la parcialidad de la influencia del Espacio (en especial el "espacio hídrico") frente a la intervención posible del factor humano. Esto en realidad no es exacto desde un punto de vista más completo puesto que en todo momento la tesis de Obst tiene un valor de tendencia geopolítica que no es necesariamente determinante por estar sobreentendida la existencia de la aptitud étnica organizadora del Espacio, que es la que en definitiva regulará las relaciones finales de poder en el ámbito geográfico.

Este comentario personal sobre los alcances de la Teoría de Obst se formula a los efectos de no concluir indebidamente acerca de estructuras político-geográficas de supuesta verificación forzosa. En este caso, como en muchos otros, podemos decir que la Geografía inclina, pero no impone un curso necesario a la Historia.

Cabe ahora, empero, la pregunta de si, por aplicación de esta II Parte de la Teoría de Obst al caso argentino, la ciudad de Buenos Aires no reúne también, precisamente, características análogas a las apuntadas en relación a la situación geográfica de los puertos situados en la boca de cuencas convergentes. en el sentido de si a su importancia económica natural no correspondería un real liderazgo suyo en función nacional.

Este problema de fondo, que toca tanto a Buenos Aires como al sentido mismo de la expansión de nuestra área circumplatense, puede centrarse en la cuestión de si el predominio histórico y económico de nuestra Capital sobre el resto del país ha correspondido y corresponde a la naturaleza física del Estado Argentino.

El problema de Buenos Aires

La fuerza de atracción de la zona del estuario del Plata como punto de convergencia de comunicaciones terrestres, fluviales y marítimas está fuera de toda duda, como así también su valor económico portuario, puesto que se trata de características naturales ciertas e innegables. Lo que puede estar en discusión, por lo tanto, no es la existencia o poder de gravitación bonaerense en la vida nacional sino sus sobredimensionamientos, es decir, su crecimiento e influencia desproporcionados en relación a las verdaderas necesidades de desarrollo orgánico del territorio argentino.

Por el puerto de Buenos Aires se mueve aproximadamente el 70% de las exportaciones e importaciones nacionales, y esto en un país como el nuestro, en el cual virtualmente la totalidad del comercio exterior se realiza por vía marítima. Mas a la ventaja de ubicación geográfica de la Capital no concurren ciertas condiciones que le son desfavorables como puerto, en especial la escasa profundidad de los canales de acceso (con el consiguiente costo operativo adicional de mantenimiento) y la eventual exposición de sus líneas de navegación del Plata frente a la costa uruguaya, debido a la posición excéntrica del Talweg con respecto a la media de la superficie del río, inconvenientes ambos que confieren vulnerabilidad portuaria a Buenos Aires por posibilidad de estrangulamiento económico y geo vial en situaciones de catástrofes o en caso de guerra.

Pero hay un problema de fondo que va más allá de la situación de ubicación de la capital argentina. El profesor alemán Otto Maull observaba que, desde la época hispánica hasta entrado el proceso de la Independencia, en nuestro país se fue verificando un paulatino desplazamiento del centro de gravedad político del Interior hacia la Costa; En efecto, el núcleo colonial asentado en las regiones del Centro y Noroeste se va eclipsando progresivamente frente al predominio del puerto de Buenos Aires y con ello no sólo va en aumento la anotada falta de desarrollo orgánico del territorio argentino sino también la pérdida de nuestra unidad nacional, o bien su integración ficticia.

De esta cuestión angular del Estado Argentino surge una doble correlación histórico-geográfica, una doble contradicción de nuestro país con respecto a su propia fisiografía: por una parte, la raíz del problema del centralismo político de buenos Aires enfrentado con las tendencias federalistas del Interior; por otra, la aparición del llamado macrocefalismo bonaerense, con su inorgánica concentración demográfica, económica e industrial, que es fuente generadora de tensiones internas, que arrastran la vida ciudadana hacia los problemas insolubles de la urbanización y del Cosmopolitanismo, el fenómeno que más gravemente completa contra la formación de una conciencia nacional, porque en el desarrollo de una mentalidad cosmopolita tal reside el aspecto más débil de nuestra geografía humana.

Con acabado conocimiento de la existencia de esta causalidad en la vida de nuestro Estado, el español Badía Malagrida (1919), siguiendo a Brunhes. trazaba los rasgos distintivos de la doble tipología del hombre argentino, esto es, de los tipos humanos porteño y arribeño, con su diferente influencia sobre la orientación espiritual de nuestra historia socio-política. Por un lado, el porteño, el hombre del puerto, que vive en contacto con el Mar, de espíritu abierto a toda reforma, muy dado a la exaltación, pero falto de resistencia; cosmopolita, audaz y servil. Por el otro, el arribeño, el hombre del Interior, apegado a la tierra y sus tradiciones, nacionalista, de gran resistencia y espíritu, indomable.

Son éstas, según Badía Malagrida, características socioculturales de raíz geográfica a través de las cuales las contingencias políticas de la cuestión de la Capitalidad o las luchas entre Buenos Aires y las provincias del Interior no hacen sino reflejar parcialmente un conflicto que es de alcances mucho más profundos.

De aquí surge el problema de fondo de la unidad nacional argentina nacida sobre la base de la hegemonía bonaerense y con el choque consiguiente de mentalidades opuestas; la del hombre de Buenos Aires, portador de las innovaciones ideológicas y de las ideas no nacionales, consideradas independientemente de un juicio de valor, pero anotando que todas ellas entraron por la "puerta intelectual" de nuestro país, dado que fue a través suyo, o más precisamente por medio de la burguesía porteña, que penetraron siempre las ideas divorciadas de una verdadera realidad nacional, desde el enciclopedismo de la Revolución Francesa a las formas liberales de la diplomacia inglesa y de la política norteamericana, y también las comentes, más recientes, del marxismo.

Por eso es cierta la idea, sostenida hacia fines del siglo pasado por Francisco Silva, de Buenos — Aires como foco permanente de desnacionalización argentina, y válida la observación de Badía Malagrida en el sentido que el elemento unificador del Interior fue más su oposición a nuestra Capital que su propia integración regional, anotando que la verdadera tradición nacional hispano-americana se sostiene en ese Interior cuyo espíritu nacional está naturalmente enfrentado con el comercialismo y el cosmopolitanismo de Buenos Aires.

El problema vuelve así a replantearse en sus términos geográficos, como una constante que aparece a lo largo de la vida argentina: es la cues- t ion de base que la prosperidad de Buenos Aires no correspondería a su verdadera importancia como núcleo geo-histórico, y sería producto de una gravitación económica o mercantil antes que de una influencia político-ideológica porque la Ciudad no tiene ascendiente sobre la Nación. Es la consecuencia lógica del descuido en la orientación geopolítica continental de la Argentina y también, en definitiva, el resultado de una hegemonía alentada por la distribución física de nuestros sistemas fluviales, pero llevada a cabo sin bases geográficas ni autoridad política natural para la dirección de los asuntos totales del Estado Argentino.

 

Parte II: Panorama general de los ríos nacionales

En la primera parte de este trabajo se trató sobre algunos aspectos teóricos del valor geopolítico de las vías fluviales y particularmente acerca de la teoría de Obst y su aplicabilidad al caso argentino. En esta sección se prevé trazar un cuadro general de nuestros ríos nacionales, sentando a la vez las bases para abordar la cuestión de la Cuenca del Plata en la tercera y última parte de la nota.

Características básicas de los ríos argentinos

Los factores determinantes de la hidrografía nacional son el régimen de lluvias, el régimen de nieves la constitución geológica del suelo y la topografía del terreno. Estos elementos se dan aquí en forma variada y conforman un cuadro diversificado de sistemas que son de distinta naturaleza o significación interna.

Nuestro país presenta una desigual importancia en la distribución de sus redes fluviales tanto en lo que corresponde a su valor hídrico propiamente dicho como en lo tocante a sus condiciones de navegabilidad. Baste pensar que más del 80% del caudal medio de los ríos nacionales corresponde al Patena y al Uruguay, y que casi la mitad (el 45%) del territorio del país está abarcado por ríos que sólo aportan el 1 % del caudal medio, o bien directamente se trata de regiones que no tienen corrientes superficiales.

La diversidad de nuestra geografía física y consiguientemente, de nuestra Climatología, contribuyen a formar regímenes hidrológicos diferenciados en las principales cuencas fluviales, dándose así que frente al sistema de los ríos mayores de la llanura platense, de régimen regular o constante debido a sus amplias cuencas de alimentación, y con crecientes estivales, existen otros, de régimen periódico nival y generalmente curso torrencial, como son los ríos mendocino-cordilleranos y también otros, que son ríos que combinan un régimen pluvial invernal con uno nival estival, como ocurre con los ríos patagónicos de doble creciente.

De acuerdo con la conformación de nuestras cuencas hidrográficas, la vertiente del Atlántico comprende el 46% de la superficie del Estado, a través del sistema centrípeto del Plata y de los ríos bonaerenses y patagónicos, que desembocan directamente en el Océano. Sólo poco más de un 1% (37.500 kms2) pertenece a la pendiente del Pacífico Meridional; y el resto, es decir, el 53%, corresponde a cuencas endorreicas y sin desagüe, que abarcan más de la mitad de la superficie del país.

Es interesante señalar la relevancia comparativa de las cuencas cerradas, particularmente el sistema cuyano del Desaguadero y el del Salí-Dulce, y de las cuencas arreicas que comprenden las extensas zonas áridas y semi-áridas del Centro del Norte del Estado, cuencas cuyas aguas desaparecen por evaporación y filtración, en lagunas o salinas, como es el caso de los ríos y arroyos de la Puna, de la región chaqueña, de la Pampa Occidental, de las Sierras Pampeanas y de parte de la Patagonia extra andina.

Estos ríos no constituyen sistemas completos ni de gran importancia, pero suelen tener gravitación local, en ciertos casos relevante, especialmente en lo que toca a riego e hidroelectricidad.

Esquema general de las cuencas nacionales

Salvo por lo que hace a un tramo relativamente reducido del Pacífico Austral, la Argentina participa de la vertiente hidrográfica del Atlántico en lo que a cuencas exorreicas se refiere.        

Los grandes ríos caudalosos de las llanuras del Este sudamericano, tradicionales puertas de penetración colonizadora, son rutas activas de comunicación y utilización económica, ya sea por la riqueza agrícola-ganadera de las zonas que recorren como por su potencial propio. Este tipo de ríos, representados en forma característica por los cursos de agua de la cuenca del Plata, difieren por su naturaleza de los ríos cortos de montaña de la vertiente del Pacífico que, tomando el Macizo Andino en toda su extensión como divisoria de aguas, son de régimen nival y se vuelcan torrentosos por valles transversales dé los Andes, de brusca pendiente hacia la costa del Oeste.

Nuestro país presenta, empero, dos particularidades en relación a los sistemas fluviales del Cono Sur: (a) una es la diversificación de su pendiente atlántica, comprendiendo por un lado la cuenca centrípeta platense (o vertiente indirecta del Atlántico, zona de convergencia de intereses plurinacionales y área de fuerte gravitación económica y geo- vial; y por otro, la vertiente directa, bonaerense y patagónica, de control exclusivamente nacional pero de magnitud comparativa más reducida; (b) la segunda característica es la disposición ya citada de vastas cuencas interiores y sin desagüe, con posibilidades prácticas de aprovechamiento gradual y adecuación a proyectos parciales de planeamiento regional, especialmente en materia de comunicaciones navegables, agricultura de regadío y energía hidráulica.

Los distintos sistemas fluviales de nuestro país, como ya se ha señalado en el punto anterior, tienen una importancia desigual en función de las posibilidades, de desarrollo orgánico del territorio nacional, pudiendo estudiarse sus lineamientos generales de acuerdo a las zonas geográficas correspondientes a cada uno de ellos.[Tenemos así la cuenca del Plata y cinco grandes regiones o sistemas que le son periféricos: el de las Sierras Pampeanas, el del geosinclinal andino, el bonaerense-patagónico, el del Pacífico Sur y el de la región norteña, este último vinculado a la alta cuenca del Plata por la región chaqueña,

Vamos a analizar separadamente cada uno de estos sistemas antes de tocar el tema de la zona platense.

1) Los ríos de las Sierras Pampeanas

Son esencialmente los cursos de agua de la (provincia de Córdoba, sujetos a crecidas violentas por lluvias de verano y pérdidas por filtración y evaporación de caudal irregular y cauce accidentado, corta extensión y sola importancia local. Corren en dirección Oeste-Este en razón de la pendiente del terreno hacia el Plata, pero al Paraná sólo llega el Tercero, con el aporte de las aguas del río ano del Saladillo, con el nombre de Carcarañá.

En más de una oportunidad se habló dé un proyecto de canalización y unión de estos ríos serranos con idea de alcanzar el Paraná Inferior, convirtiendo así a la ciudad de Córdoba, sobre el río Primero, en puerto fluvial, con salida por el cauce del Tercero como vía de tránsito regular, idea ésta que fue muy familiar a los hombres de gobierno de nuestro país en la segunda mitad del siglo pasado.

La vinculación de los ríos cordobeses con el ¡sistema del Plata-Paraná abriría también una posibilidad complementaria de relación con los de la cuenca cerrada de Mar Chiquita, a los efectos de reforzar la integración física de las provincias centrales con las del litoral mesopotámico. Por esta zona, en efecto, podría conectarse el Salí-Dulce con el Salado del Norte, llevándole sus aguas por un canal transversal para aumentar el caudal con fines de riego, hidroelectricidad y comunicación hasta el Paraná. Este proyecto de canalización y aumento de cauce del Salado está mencionado como posibilidad en un libro de texto del profesor Jorge R. Boero (publicado hacia 1927) basado en la factible derivación de las aguas aprovechando el declive natural del suelo en la zona de mayor aproximación de los cursos de ambos ríos.

De esta manera se trazarían dos conexiones fluviales entre el interior Serrano y las regiones del Medio y Bajo Paraná, permitiendo la navegación de cabotaje hasta la cuenca del Plata a través del Tercero o Carcarañá por abajo y del Salado del Norte por arriba.

El río Salado, Pasaje o Juramento, es de curso cambiante y no navegable. Nace en los contrafuertes cordilleranos de la provincia de Salta y desciende en dirección NO-SE recorriendo unos 1470 kms hasta su desembocadura en el Paraná, al sur de la ciudad de Santa Fe tiene una cuenca superior activa de montaña, que recoge las aguas de varios afluentes andinos de la zona noroccidental, y una cuenca media de llanura, sin tributarios y con pérdida de caudal, hasta llegar a su curso inferior, también llano, donde cuenta con una zona de lluvias.

El Hondo, Salí o Dulce, por su parte, nace en los cerros Calchaquíes, en Salta, como Río Grande, y cambia después sucesivamente varios nombres, atravesando las provincias de Tucumán, Santiago del Estero y parte NE de Córdoba, con igual rumbo que el Salado, hasta llegar a la depresión de Mar Chiquita, en cuya laguna desemboca.

Además de la provincia de Córdoba, el sistema de las Sierras Pampeanas comprende también una serie de ríos no muy caudalosos de cuencas endorreicas de sola importancia regional, aunque de significación relativa en cuanto a uso del agua para consumo directo, riego y energía, constituyendo Tos mismos verdaderas arterias de vida de nuestro Interior nacional del Centro y NO. Es el caso de los ríos Belén, del Abaucán, de varios cursos del valle de Catamarca y de la provincia de La Rioja, de los ríos Primero y Segundo y Salí-Dulce, correspondientes a la cuenca de Mar Chiquita, y del río Quinto, de San Luis, que se pierde en la laguna La Amarga.

2) El sistema del Geosinclinal andino

Comprende los ríos de régimen nival de San Juan y Mendoza, de rumbo general NO-SE; cursos de agua paralelos entre sí, en su mayoría afluentes del Desaguadero, que actúa como colector de los cursos de agua que se generan desde el Sur de los Andes de Catamarca hasta los bañados del Atuel y que confiere así cierto grado de articulación económico a la región de Cuyo.

Son ríos de montaña, de tipo torrencial, cuyas c rencas de alimentación están constituidas por campos de hielo y nieve cordilleranos, que descienden por valles transversales de fuerte pendiente, con arrastre de materiales, pero que pierden rápidamente caudal al llegar a las zonas bajas por filtración en el terreno árido.

Los principales ríos de este sistema son el Bermejo, o curso superior del Desaguadero; el río San Juan; el río Mendoza, que es el más importante de la zona; el Tunuyán, el Diamante y el Atuel, este último relevante por la utilización de sus saltos de agua de El Nihuil, en el curso medio, tramo sobre el cual se prevé actualmente la disposición de un tercer escalón de aprovechamiento hidroeléctrico.

El río Desaguadero, que recorre en total unos 1200 kms de extensión, con pendiente S-SE, con variaciones significativas de caudal y varios cambios de nombre a lo largo de su curso, define el cuadro geográfico del sistema andino-cuyano como cuenca ulterior o cenada, aunque cabe anotar que en tiempos geológicos pasados llegó hasta el Atlántico a través del río Colorado, con carácter así de pendiente oceánica temporaria.

Desde el punto de vista hidrográfico la economía de la región está basada en la sumatoria de las subcuencas de sus afluentes, con uso del agua para consumo, cultivos de regadío y usinas hidroeléctricas, puesto que tales subcuencas son en realidad unidades independientes y dotadas de vida económica local propia.

En materia energética, sin embargo, el grado de aprovechamiento de la región estaría aún muy por debajo de las posibilidades potenciales de utilización de caudales provenientes de la fusión de la nieve de los Andes, como se viera en la primera parte de esta nota al tratar sobre los ríos como fuente de energía.

3)        Los ríos de los sistemas bonaerense y patagónico

La vertiente no platense del Atlántico comprende dos series de características hidrográficas diferentes: la del conjunto pampeano-bonaerense y la de los ríos patagónicos. Ambos sistemas corresponden al tipo paralelo, estudiado por Obst, y avalan las conclusiones geográficas relativas a la falta de unidad o coordinación natural entre sus respectivas áreas de influencia.

Aunque direccionalmente siguen una misma orientación hacía la Costa, estos ríos son de naturaleza diferente según se consideren los cursos de la región pampeana o los de la Patagonia.

Los sistemas de la Pampa

Los ríos bonaerenses se desplazan por el centro y sur de la provincia de Buenos Aires; son ríos autóctonos de llanura, de corta extensión, poco caudal y bajo potencial hidroeléctrico; y están alimentados por lluvias sobre la zona de los sistemas de sierras de la región pampeana o por cuencas palustres del territorio interior.

Son tributarios directos del Atlántico que no van hacia el Bajo Paraná sino al amplio estuario inferior del Plata, y cursos de agua costeros que se dirigen hacia el Oeste recorriendo sólo un breve trecho antes de llegar al Mar.

El más importante es el Salado, que tiene una extensión de unos 650 kms hasta su desembocadura en la Bahía de Samborombón, con desdoblamiento en dos ramas constitutivas de su curso superior. Nace en un grupo de lagunas de la zona de Mar Chiquita (de Buenos Aires), cerca de la localidad de Junín. En octubre de 1974 se creó un Comité de estudios en la Provincia para aprovechamiento económico de la cuenca del Salado, con miras a lograr la regularización de su cauce y la habilitación de unas 150.000 has de la depresión del río para la producción ganadera.

El resto de los arroyos y ríos de la región pampeana bonaerense son de menor significación. Todos corren paralelos entre sí con pendiente oceánica pero siguen diferente dirección según el tramo costero que se considere: desde el estuario del Plata hasta la zona de Mar del Plata aproximadamente lo hacen con orientación Oeste-Este; en el triángulo sur de la Provincia, delimitado por las Sierras de Tandil y la Ventana y el Océano Atlántico, en cambio, sector costero entre Cabo Corrientes y la ciudad de Bahía Blanca, estos cursos siguen orientación Norte-Sur, manteniendo su paralelismo hacia la Costa.

En la zona de la Pampa Central, en el área límite del Oeste de Buenos Aires con la provincia de La. Pampa, se encuentra una amplia cuenca sin desagüe cuyos ríos no derivan al Mar Argentino sino a numerosas lagunas que actúan como hoyas colectoras. Toda una vasta región de este tipo se extiende por el Oeste y Sur de Santa Fe, Sur de Córdoba, Nordeste de La Pampa, Centro y Este de Buenos Aires y también San Luis y norte del río Colorado, siendo en su conjunto, dada su magnitud, la más grande de las zonas de cuencas arreicas del país.

Los ríos patagónicos

Los ríos del sistema patagónico nacen en la zona cordillerana y se deslizan con pendiente general Oeste-Este hacia el Atlántico. Son ríos alóctonos, de doble creciente, extensos, de caudal relativo por pérdida de agua ocasionada por evaporación o filtración, y corren por amplios valles planos de las mesetas extra andinas en dirección a la Costa. Muy poco navegables y sólo parcialmente utilizados para riego, tienen la particularidad que en sus desembocaduras forman estuarios sobre la zona atlántica patagónica expuesta a la acción dominante de las mareas oceánicas, dificultando allí el establecimiento de puertos naturales seguros y económicos.

El más importante de estos ríos es el Negro, que resulta de la confluencia del Neuquén y el Limay, siendo este último, que proviene del lago Nahuel Huapí, contribuyente principal porque le aporta el 70% de sus aguas. El río Negro es el mayor de los cursos exclusivamente formados en territorio argentino, se desplaza sin afluentes a través de un ancho valle, con pérdida de caudal por regadío en su curso superior y con filtración; tiene baja profundidad y numerosos bancos de arena.

La navegación sólo es viable hasta Carmen de Patagones, casi sobre la desembocadura, y por embarcaciones de poco calado hasta Choele-Choel. Las obras de regularización de su cauce podrían hacerlo totalmente navegable, para lo cual tendrían que profundizarse varios pasos y rectificar su lecho, que según se estima no se trata de trabajos costo-

SOS, El proyecto de El Chocón-Cerros Colorados, complejo base para el desarrollo del Comahue, comprende el uso de las aguas con fines de regularización de crecientes, riego e hidroelectricidad, pero no contempla la factibilidad de llevar las comunicaciones fluviales hasta el lago Nahuel Huapí.

Actualmente se encuentra en estudio también el aprovechamiento del río Colorado, de régimen de transición entre los cursos del sistema del Desaguadero. con el cual estaba vinculado en el pasado, y los ríos patagónicos propiamente dichos, puesto que recibe aguas de zonas montañosas y carece de afluentes, más se alimenta sólo con Jos deshielos de primavera, no recibiendo precipitaciones otoñales, de mudo que es de una sola crecida.

El Colorado tiene sus nacientes en la Cordillera. formado por el río Grande de Mendoza, que le noria c 80%de sus aguas, y el Barrancas, y ha sido objeto de estudios de gran importancia regional.

Hace tiempo existe el proyecto de la represa de Huelches, cerca de la localidad de Pichi Mahuida, para regulación de sus aguas con fines de riego y generación de energía eléctrica, con formación de un lago artificial para almacenamiento de agua para toda la zona, y recientemente se ha avanzado en lo tocante a la habilitación de áreas de riego y distribución de caudales. En efecto, a fines de octubre del año 1976 fue suscripto un Acuerdo por los gobernadores de Mendoza, La Pampa, Río Negro, Neuquén y Buenos Aires para utilización múltiple de los recursos hídricos de la cuenca del Colorado en relación al desarrollo económico de las cinco provincias.

El proyecto prevé especialmente el uso de las aguas en la alta cuenca con transvase hacía el río Atuel para posibilitar el pleno funcionamiento de las éntrales de El Nihuil I y II, que hoy operan a la mitad de su capacidad instalada, y aumentar además el caudal del mismo para incrementar las áreas mendocinas de riego, A su vez se contempla otro trasvasamiento de aguas con la construcción de un canal derivador desde el río Negro al río Colorado. para compensar volúmenes, disminuir el índice de salinidad de la corriente en sus cursos medio e inferior y para regularizar su caudal con miras a ampliar allí también las áreas de riego. Ya había proyectos de este tipo desde 1956 pero recién hoy se encara un programa único de aprovechamiento múltiple del río como factor de integración.

Estos trabajos, por otra parte, pueden guardar relación con el proyecto revitalizado del Ferrocarril Trasandino del Sur. como ruta de circulación económica con salida al Mar por el Pacífico.

Mas al sur de los dos ríos anteriores se encuentra el Chubut, que recorre la provincia homónima desde sus nacientes en la vertiente oriental de los Andes, hasta el sur de la península de Valdés. pero que tampoco es navegable. En su curso inferior recibe al río Chico, que viene del SO patagónico, en el lugar donde ahora está levantado el dique F. Ameghino, que se utiliza para control de crecidas, riego y energía.

A la altura de la ex Zona Militar de Comodoro Rivadavia se encuentra el río Senguerr, desagüe de los lagos La Plata y Fontana, que recibe varios afluentes y deriva hacia la depresión del lago contiguo Colhué Huapi. De este grupo lacustre sale el río Chico, de menor caudal que el Senguerr debido a las pérdidas por desecación de la zona, que no llega al Golfo de San Jorge por la existencia de las altas pampas del Castillo y de Salamanca, sino que alcanza el curso del Chubut mucho más al Norte, en el mencionado lugar del embalse Ameghino. En realidad, el cauce de este río ha permanecido seco desde hace unos 40 años, con la notable excepción de haber reabierto circunstancialmente su curso a raíz de las recientes inundaciones de la cuenca de Sarmiento por desborde del Colhué Huapi.

La región de los ríos Senguerr, Chico y Chubut, de interesante potencial hidroeléctrico, sirve de base a una extensa área de economía ganadera, aunque sus cuencas tienen solamente significación local y no están relacionadas entre sí.

Siguiendo la costa patagónica hacia el Sur está el río Deseado, antiguo emisario del lago Buenos Aires, cerca de donde hoy tiene sus nacientes; de poco caudal, proveniente sobre todo de las mesetas centrales, de valor hidroeléctrico relativo y sin afluentes relevantes, salvo el caso del río Pinturas.

Debajo del Deseado y hasta el río Chico, es decir, por el espacio de una distancia litoral de unos 250 kms, no hay ríos, hasta arribar a la cuenca del Santa Cruz, el más importante de la Patagonia austral.

El río Santa Cruz nace en el lago argentino, en la zona andinas desemboca en el Océano Atlántico, siguiendo una dirección casi lineal de Oeste a Este, desaguando por el brazo occidental de un estuario común con el río Chico (que no debe confundirse con el Chico que confluye al Chubut).

El río Santa Cruz es caudaloso y de muy fuerte corriente, de allí su potencial hidroeléctrico comparativamente alto, y con rocas en su lecho. Según un estudio llevado a cabo hace unos años por el entonces Ministerio de Obras Públicas, sería navegable, aunque con medios poderosos para lograr una circulación ascendente por su curso, Fue recorrido con lanchas y embarcaciones de poco calado en ocasión de varias exploraciones, pero hasta el presente no se ha encarado la navegación regular.

Por último, vecinos al extremo sur patagónico pero separados entre sí, hay otros dos ríos: el Coig o Coyle, que nace en el lago Esperanza y es de poca profundidad, y el río Gallegos, que desemboca en un gran estuario y tiene por afluente principal al río Turbio, cuya cuenca lo relaciona con el valor ganadero y minero de la zona.

Cabría mencionar finalmente los ríos de la Isla Grande de Tierra del Fuego, ríos y arroyos cortos de pendiente atlántica que siguen direcciones perpendiculares u horizontales hacia la cosía y que son de naturaleza análoga al resto de los cursos de la parte continental.

Los ríos del sistema patagónico confirman, en sus lineamientos generales, la teoría de Obst en cuanto a la desconexión de los cursos de agua paralelos y presentan a la vez la característica del alto potencial hídrico, que abre las posibilidades mencionadas en la primera parte de este trabajo acerca del aprovechamiento de caudales provenientes de la fusión de las nieves andinas.

4)        La cuenca austral del Pacífico

Corresponde a ciertas áreas reducidas de la región andina situada por debajo de los 40 grados de latitud Sur, esto es, desde aproximadamente la altura del lago Lácar.

Se trata de ríos cortos, de lecho accidentado, con frecuentes saltos y erosión regresiva, que nacen en el lado oriental de la Cordillera y dan un rodeo previo a su drenaje hacia el Océano Pacífico o bien que nacen en la zona de los Andes donde la línea divisoria de aguas se encuentra al Este del límite político con Chile, de modo que al dirigirse al Pacífico recorren primero parte de territorio argentino.

Son ríos que se desplazan por valles transversales. en general innavegables, pero de posible aprovechamiento hidroeléctrico. A este sistema o vertiente pertenecen el Hua-Hum, que da desagüe al lago Lácar: el río Manso, al sur del lago Nahuel Huapí; el Pueblo, al cual pertenece el valle de El Bolsón; el Carrenleufú-Palena, el Pico, el Baker (desagrie del lago Buenos Aires) y el Futaleufú, donde recientemente se habilitó la represa sobre la salida del lago Situación para provisión de energía a la planta de fabricación de aluminio de Puerto Madryn.

Á título de comentario final sobre los ríos de la Patagonia argentina faltaría mencionar la existencia de diversos sistemas sin desagüe de las mesetas y planicies patagónicas, que corresponden al mismo régimen general de los ríos de la región, pero con la diferencia que sus cursos no llegan al mar porque se pierden por filtración o derrames en áreas cerradas. Es el caso de la cuenca del Bajo del Gualicho, al sur del río Negro; la del arroyo Valcheta y la cuenca de la laguna Carri Lauquen, también en la provincia de Río Negro; la cuenca del Río de los Perdidos, entre el río Negro y el Chubut, la cuenca del lago Cardiel, que comprende también al Stroebel, y parte de la del distrito de los lagos no andinos Musters y Colhué Huapí, y oíros menores.

5)        Los ríos del Norte Argentino

Los ríos y arroyos del NO argentino comprenden varias cuencas sin desagüe de la Puna, cuyo sistema forma una gran cubeta rodeada de altos macizos montañosos: con la Cordillera de los Andes al Oeste, la Cordillera Oriental o Precordillera Salto- Jujeña al Este y las Sierras Pampeanas al Sur.

Son cursos de agua que nacen a gran altura, descienden por valles intermedios con poco caudal, son alimentados por el régimen periódico nival de la zona, y terminan en bañados o cauces desecados.

Por el sector oriental de esta área nacen también algunos ríos más grandes que bajan hacia el Plata, como son el Pilcomayo, el Bermejo, el Salí, Dulce y el Salado—juramento. El resto está constituido por cuencas que sólo tienen importancia local, como es el caso del Río Rosario u Horcones, al sur de Salta, que da base económica a la rica zona agropecuaria de Rosario de la Frontera, y también el del río Ureña o de los Sauces, situado debajo del anterior.

La idea de agrupar como "ríos norteños" cursos menores de sistemas cerrados o arreicos y vías mayores, también cerradas, como el Salí, o de alcance hasta el Paraguay-Paraná, como el Pilcomayo, el Bermejo y el Salado del Norte, responde aquí a la aplicación de un mero criterio regional, tratan-do de abarcar la zona de nacientes de ríos argentinos de distinta derivación que se originan en la parte Noroeste del país y luego descienden hacia el SE, sobre las llanuras del Plata. Los más importantes son los ríos chaqueños, fuertemente identificados con las provincias septentrionales argentinas, y que se consideran como pertenecientes al sistema platense.

Las cinco redes hidrográficas reseñadas hasta ahora, dada la conformación territorial del Estado Argentino, juegan hoy en forma semi desconectada de la región de la cuenca del Plata, a excepción de los ríos chaqueños, que veremos a continuación, de posibilidades de enlace más directas con el Noroeste y los de las cuencas cerradas serranas, unibles al Paraná Medio. Por otra parte, la articulación del sistema del Desaguadero con el Norte de la Patagonia por el aprovechamiento del río Colorado, constituye una base hídrica de integración para el área del Comahue, que podría actuar, así como plataforma de maniobra para el desarrollo de toda la región patagónica, con apoyo de los enclaves costeros de la costa atlántica.

De todas maneras, fundar un esquema de planeamiento regional sobre bases de tipo hidrográfico sólo sería válido en aquellos casos de correspondencia con la fisiografía de la zona, como es el caso de la Cuenca del Plata, de los ríos bonaerenses y patagónicos (por expansión del andén litoral unificando las salidas al Mar de valor político y económico) y de la región cuyana del Desaguadero, como así también de las cuencas cerradas centrales; pero la determinación final sobre una integración física nacional en función de las regiones hídricas no está lógicamente condicionada tan sólo por el trazado de las vías fluviales, puesto que en ello inciden otros factores de tanto o mayor peso, especialmente los medios de comunicación alternativos ferroviales, el aprovechamiento de otras fuentes de energía y la riqueza básica propia de la zona, de modo que este tema correspondería ya al de zonalizar, que por el momento escapa al campo del presente trabajo.

EL SISTEMA DEL PLATA

Pasamos ahora a considerar el cuadro de situación de la cuenca platense, que dada sus condiciones estructurales y las contingencias políticas recientes que con la misma se relacionan, ha devenido el área de más importante gravitación actual en el ámbito nacional e internacional para nuestro país.

Los ríos de la cuenca del Plata convergen hacia el eje fluvial central del Paraná-Paraguay y, en menor escala relativa, al río Uruguay. Comprenden una serie de cursos de afluentes directos cuyos exponentes más importantes son los tributarios superiores de sus cuencas de alimentación y las conexiones menores de las vías norteñas del Pilcomayo y el Bermejo, que tienen sus cabeceras en la zona andina del NOA y en Bolivia.

Aunque correspondería empezar por el análisis de los ríos principales, por razones de espacio y practicidad vamos a tocar primero el tema de los ríos chaqueños en esta II Parte, dejando para la Tercera y última el tratamiento específico de los ríos mayores dentro de la Cuenca del Plata.

Los ríos chaqueños

Los principales cursos de agua que atraviesan la región chaqueña tienen sus nacientes en la zona cordillerana del NO y pertenecen al sistema del Plata como afluentes del Paraguay. Se trata del Pilcomayo y el Bermejo, ríos alóctonos de régimen pluvial estival y nival, que corren en dirección NO-SE desde las montañas del Oeste a la planicie chaqueña, con pérdida de caudal por filtración y evaporación, cauce-con esteros y bañados, y son muy poco navegables. Sobre ambos existen proyectos de envergadura, especialmente en el caso del Bermejo.

La cuenca del Pilcomayo

El río Pilcomayo nace en Bolivia y recibe las aguas del Pilaya, que viene de la Puna de Atacama. Su cuenca activa recoge gran cantidad de afluentes a lo largo de un amplio frente cordillerano, que alimentan su curso superior hasta las sierras marginales de la Puna, con erosión retroactiva en esa región. Los tramos medio e inferior, en cambio, corresponden a su cuenca de llanura, por la región chaqueña de infiltración. hasta su desembocadura en el Paraguay donde recibe muy pocas precipitaciones y prácticamente ningún afluente relevante.

Su curso es impreciso y se abre en la zona de divagación del Estero Patiño, donde se bifurca en varios brazos y lagunas, con reaparición como río Confuso y como Pilcomayo inferior o Pilcomayo i propiamente dicho, que es virtualmente otro río, distinto al de origen.

El Pilcomayo tiene una extensión de 1760 kms, de los cuales unos 1100 por nuestro país, y i constituye límite político con Paraguay y una pequeña parte de Bolivia.

No es navegable, salvo en su parte final y sólo por embarcaciones chicas. En Bolivia se ha estudiado la posibilidad de regulación total, con modificación de su curso para convertirlo en vía de navegación, a través del proyecto de embalse de Villa Montea en Puerto Margarita.

En octubre del 74 fue acordado entre Argentina, Bolivia y Paraguay encarar estudios conjuntos para aprovechamiento de su corriente de agua, especialmente en lo tocante a control de crecidas, generación de hidroelectricidad, disponibilidad de I agua para consumo de la población y para regadío, y posibilidades de navegación fluvial. Los trabajos de investigación para uso múltiple de la cuenca del Pilcomayo cuentan con gran interés boliviano, principalmente por razones económicas para desarrollo de la zona y vinculación navegable. En tal sentido a mediados de 1975 había tomado estado público la probable obtención de financiamiento venezolano para Bolivia de las obras en estudio. El alcance de tales proyectos, sin embargo, no llega a tener para la Argentina la prioridad e importancia del Bermejo.

El aprovechamiento del Bermejo

De igual régimen que el Pilcomayo, el río bermejo nace en el Sur de Bolivia y después de entrar en nuestro país recibe en su curso septentrional al río San francisco, que viene del Sur, confluyendo en el lugar denominado Juntas de San Francisco, en la provincia de Salta. Por el Norte le llega el río Grande de Tarija.

Formado con el aporte de aguas de deshielo de las Sierras Subandinas, tiene gran potencia en su curso superior por fuerte pendiente del terreno, con activa erosión retroactiva que lo hace avanzar así hacia los valles longitudinales de la zona del rio Juramento a Salado del Norte, que nace en el NO argentino.

En su sección inferior el Bermejo es un río de llanura y se bifurca en dos brazos: el Teuco o Bermejo Nuevo, y el antiguo cauce, hoy casi siempre seco, siendo así el primero en realidad el brazo activo del río.

Alóctono. de cauce inestable y ancho variable, con arrastre de materiales, la navegación sólo resulta posible desde su desembocadura hasta Presidencia Roca (unos 250 kms) por barcos de poco calado.

Debido a estas características del río, ya desde mediados de la década del 30 se descartó la canalización directa del Bermejo, que era idea de antigua data estudiando en cambio la construcción de un canal lateral paralelo, alimentado con sus propias aguas, en función de razones técnicas y económicas.

En el estado actual del proyecto se prevé ahora una sensible ampliación de la zona de influencia del río con perspectivas de aprovechamiento múltiple para navegación, riego e hidroelectricidad, vinculación con el Paraná Medio y articulación con el NEA (zona de aprovechamiento energético Yaciretá-Apipé y de circulación hasta el Paraguay Suprior, en el área de extracción del mineral de hierro boliviano de El Mutún).

Los actuales planes de canalización del Bermejo comprenden tres proyectos regionales de desarrollo y complementación entre sí:

a) el del planeado Canal Lateral paralelo, siguiendo la dirección OSE del río hasta su desembocadura en el Paraná a la altura de Resistencia, Chaco; de 728 kms de extensión con el objeto de regularizar su cauce la navegación desde puerto Pichanal hasta su desembocadura.

b) el del canal de Santiago del Estero, previsto con una longitud de 1100 kms, con incorporación por riego de tierras para la Agricultura y la Ganadería, y utilización escalonada para hidroelectricidad; también navegable y con salida a puerto El Salado, cerca de la ciudad de Santa Fe y

c) el de la Alta Cuenca del Bermejo, con aprovechamiento energético, puerto de cabecera de Pichanal, en Salta, y obras complementarias.

El proyecto del Bermejo, sin embargo, a pesar de todas sus ventajas en el piano nacional y en el de complementariedad regional de nuestro país con Bolivia, no ha tenido hasta el presente trámite concreto fuera del plano de las posibilidades técnicas.

En la tercera y última parte de este trabajo se encarará específicamente la cuestión geopolítica de la Cuenca del Plata, de la cual estos ríos chaqueños son parte componente.

Parte III; La Cuenca del Plata

Con esta tercera parte cenamos el trabajo relativo a la influencia geopolítica de las vías fluviales argentinas, después de haber desarrollado en la primera parte el tema de los aspectos teóricos del valor geopolítico de los ríos (con particular detenimiento en el análisis y aplicación de la Teoría de Obst), y en la parte segunda el del panorama general de las cuencas nacionales.

Toca ahora abordar la cuestión del Sistema del Plata, que fue preludiada en la parte anterior con el estudio de los ríos chaqueños, para entrar aquí ya más directamente en el tema de la cuenca en su conjunto. Se procederá así a trazar primero las características hidrográficas básicas de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, y luego se pasará al análisis de los aspectos geopolíticos del Plata.

La cuenca del Paraná

Él río Paraná es la "línea de vida" del Litoral Argentino, vía de articulación de las comunicaciones de la cuenca del Plata con nuestro propio Interior Geográfico y con los países mediterráneos (Bolivia y Paraguay), y base del equilibrio geopolítico de la zona.

El Paraná nace en Brasil como resultado de la confluencia del Paraná iba con el Grande, y se extiende a lo largo de 3300 kms, de los cuales 1800 a través de nuestro país. Posee una cuenca de alimentación extraordinariamente grande, con lluvias sobre toda una amplia zona de numerosos afluentes. Las 2/3 partes de su cuenca total, de 2,5 millones de kms*. están en territorio brasileño, desde donde recibe sus tributarios más importantes, incluyendo el río Paraguay, que entra por el Estado Paraguayo, dando salida de esta manera al comercio exterior del país vecino.

La confluencia con el Paraguay señala el límite del curso superior del Paraná, que es allí un río de tipo diferente al conocido después en el Litoral Medio e Inferior. En efecto, el Alto Paraná es en dicha zona un caudaloso río de montaña, de lecho rocoso, corriente rápida y saltos de nivel, que corre encajonado en Misiones, con rumbo NE-SO, pero que aguas abajo de Posadas se ensancha, presentando varias islas grandes y rápidos a la altura de Apipé, y luego sigue hacia el Oeste.

El Paraná Superior prácticamente no es navegable, salvo por barcos de pequeño calado y por tramos cortos a la altura de la provincia de Misiones. Su potencial hidroenergético, en cambio, como es conocido, es altísimo, y las obras de aprovechamiento encaradas o previstas son unas de las más importante de toda la cuenca del Plata.

Desde su recepción del Paraguay, el Paraná, que en sus cursos medio e inferior es ya un amplio río de llanura, de lecho limoso y aguas turbias, tuerce hacia el Sur, por terrenos aluvionales y sedimentarios, hasta su desembocadura en el Plata. De orillas bajas e inundables del lado chaqueño-santafesino, su dirección queda definida con la existencia de barrancas del lado mesopotámico, hasta llegar a la boca del Plata, con delta y desagüe conjunto con el río Uruguay.

La navegación ascendente por el Paraná es factible por barcos de ultramar hasta Santa Fe, aunque las naves con hasta 24-pies de calado no pueden ir más allá del puerto de Rosario y el tonelaje se reduce progresivamente a medida que se remonta su curso, de modo que la comunicación hasta Iguazú es realizable con embarcaciones de sólo 4 pies y, por el Paraguay, con naves de hasta 7, siendo incluso posible llegar hasta Cuiabá, en Brasil, a 2400 kms del Plata, con embarcaciones menores.

En los últimos años el aprovechamiento del potencial energético de su curso superior ha conferido especial importancia al Paraná y en estos momentos nuestro país, conforme los términos del convenio binacional con Paraguay firmado a fines de 1973, encara la utilización de los rápidos de Apipé-Yaciretá, mientras el Brasil lo hace más al Norte, en Itaipú y otros proyectos menores.

Pero estudios relativamente recientes han abierto nuevas e importantes posibilidades de aprovechamiento hidroeléctrico en el Paraná Medio, particularmente en el área de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, con asesoramiento técnico soviético acordado desde noviembre del '74 y en el de la zona de la laguna correntina de Iberá, donde se pueden derivar las aguas hacia el Paraná y también hacia el Uruguay, por el Corrientes y el Miriñay respectivamente.

El potencial estimado de las aguas de Ibera es de 7 millones de KW, más que toda la potencia instalada en el país, y el proyecto serviría también para habilitación de cultivos. Los planes sobre el Paraná Medio, por su parte, son mayores que los de Salto Grande, Yaciretá-Apipé y Corpus, y serían íntegramente nacionales, sin acuerdos externos ni energía compartida.

El río Paraguay

Este río es el principal afluente del Paraná y constituye la vía fluvial más importante del Estado Paraguayo porque vincula la región oriental del país, que es la de mayor concentración demográfica y económica, con la salida al Mar por la boca del Plata.

Nace en Brasil, en el Pianalto de Meiquita, Estado de Matto Grosso, y cuenta con numerosos tributarios.

El comercio exterior y la vida económica del Paraguay dependen del río puesto que el otro brazo fluvial de la zona del Este, el Alto Paraná, es a esa altura de difícil navegabilidad debido a la presencia de rápidos y pasos que limitan la circulación de embarcaciones. El comercio regional de esta área, por otra parte, es de magnitud más reducida, cosa que coincide con su menor importancia comparativa hasta época reciente, en que las posibilidades de aprovechamiento hidroeléctrico han abierto allí expectativas nuevas (caso Itaipú, Yaciretá-Apipé y Corpus).

El río Paraguay es navegable desde Cuiabá, en Brasil, hasta su desembocadura, pero el tramo de mayor tráfico es el de Asunción-Confluencia (390 kms). que presenta sin embargo dificultades para la navegación por existencia de bajos fondos o pasos que obligan una limitación del calado de los barcos, requiriendo tareas permanentes de dragado y/o fuerzan al alijé dé cargas (bodegas incompletas). con el consiguiente encarecimiento de los costos de transporte. Estudios recientes auspiciados por el gobierno paraguayo miran a eliminar estos numerosos "pasos" de la zona para liberar las rutas de navegación hasta el Paraná.

La cuenca del río Uruguay

EÍ río Uruguay nace también en el Brasil, en las faldas de las Sierras Do Mar y Geral y es de régimen periódico pluvial, caudaloso, aunque de menor amplitud de cuenca que el Paraná. Recibe numerosos afluentes por ambas márgenes, pero su lecho tortuoso está lleno de saltos y restingas que dificultan las posibilidades de navegación,

El Alto Uruguay, que llega hasta Concordia, es un río de ancho variable, poca profundidad, bajos fondos, caídas de agua y rápidos, y no permite el tránsito fluvial. Sólo es parcialmente navegable en el tramo comprendido entre Santo Tomé y Carruchos, en Corrientes; no más arriba por la presencia de fuertes obstáculos rocosos y por la velocidad de sus aguas.

El Uruguay Medio va desde Concordia hasta Concepción del Uruguay (unos 150 kms), también con problemas de islas y bancos de arena, piedras y otros inconvenientes para la circulación fluvial, mas no resulta intransitable.

El Uruguay Bajo o Inferior, del tramo final Concepción del Uruguay-Nueva Palmita (Uruguay), es ya un río suficientemente ancho, si bien aún con islas y altos fondos de arena, aunque estos inconvenientes ya no restringen en lo sustancial la navegación hasta la boca del Plata.

La cuestión de la navegabilidad del río Uruguay presenta el problema principal de la interrupción desde la altura de Concordia (Entre Ríos) o Salto (Uruguay), hasta Monte Caseros, en Corrientes, cosa que preocupa especialmente también al gobierno brasileño por su posibilidad de tránsito fluvial desde el Estado de Río Grande hacia el Sur, y que en principio será solucionada con las obras binacionales argentino-uruguayas de Salto Grande.

Geopolítica de la cuenca Platense

El sistema del Plata relaciona la Argentina,» Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, abarcando una; superficie total de más de 3 millones de kms cuadrados, de los cuales 920.000 corresponden a nuestro país, y alrededor de 80 millones de pobladores en toda la zona.

Sus principales rasgos distintivos son la conformación geográfica centrípeta, su favorable posición geo vial como ruta de penetración y salida del Interior, las reservas agrícolas y ganaderas de sus llanuras centrales y su potencial hídrico.

El Río de la Plata es la boca de enlace de este vasto sistema con el Atlántico y confiere mayor peso relativo a las regiones interiores de la cuenca, siguiendo con ello los lineamientos naturales de la influencia geopolítica de los ríos navegables que tienden al predominio del curso bajo. Hasta tal punto este hecho es cierto en el caso del Plata que acertadamente el profesor Richard Henning consideraba a la Argentina recostada sobre ¡a cuenca inferior, como uno de los llamados "Flussfadens- taaten" o Estados Filiformes, es decir, aquellos que se extienden a lo largo de un río vertebrador de su vida, como lo fuera el Antiguo Egipto sobre el Nilo, los viejos reinos del Cercano Oriente sobre la Mesopotamia Asiática, el Congo sobre el río homónimo y, en cierta medida, el Imperio Austro-Húngaro sobre el Danubio.

Federico Ratzel había estudiado que las diferencias nacionales dentro de una misma cuenca hidrográfica se forman en sentido vertical y no horizontal, siguiendo los sectores físicos de los cursos superior, medio c inferior, de modo que los territorios situados en los sectores bajos son históricamente más independientes y tienen mayor vida propia, asegurada en gran medida por la economía del río. Los territorios del curso superior en cambio se encuentran más alejados y aislados dentro de su zona de influencia; y los del sector medio, de transición, por lo general se hallan más unidos al curso inferior. Esto es particularmente notable cuando se trata de vías navegables, por existencia de la fuerza complementaria de atracción del Mar, como ocurre en el caso del Amazonas y del Plata, donde el río juega como unidad económica, cultural y también política, con tendencia al dominio de toda la cuenca y en oposición a la presión natural más reducida de las zonas del curso superior.

La tendencia al dominio de la totalidad de la cuenca de los ríos navegables, por parte de los instados ribereños en pugna entre sí, es una realidad histórico-geográfica que toca a la polarización de fuerzas que actúan por dominio directo o por inclusión alternativa en sus órbitas de influencia. En la cuenca del Plata este tipo de fuerzas ha estado representado por la tensión de fuerzas entre la I atracción radial de la boca del estuario, con base ' en Buenos Aires, y las de las regiones geográficamente más débiles del Interior litoraleño argentino y del Paraguay, ubicado en su curso superior, a lo cual ha venido a sumarse en época más reciente la presión del Brasil continental desde el Alto Paraná atlántica por el Estado de Río Grande.

Desde hace ya tiempo, por la teoría de la función unitiva de los ríos de Ratzel, está demostrado que los cursos de agua pueden tener practicidad como límites políticos u obstáculos militares, pero' no constituyen buenas fronteras naturales; y esto1 esencialmente por dos motivos: por un lado, porque el concepto de frontera se refiere a la zona de diferenciación geológica, económica, étnica y/o cultural, más que al valor de la línea demarcatoria; por otro, porque el río en sí mismo es un factor de integración antes que de separación, sobre todo en la medida en que no sea verdaderamente un límite estructural.

Estas cuestiones fueron estudiadas fundamentalmente por Ratzel a fines del siglo pasado y se incorporaron después a la Teoría, Geopolítica, de              los Ríos con el aporte de temas de análisis específicos, como el desarrollado para el sistema del Plata por el español Badía Malagrida, a quien ya citamos en la primera parte al tratar sobre la tesis de Obst y su aplicación al caso argentino. Ahora, en cambio, nos interesa considerar el problema hidrográfico de la cuenca del Plata en función de la realidad impuesta por las relaciones internacionales en juego. que son las que mayormente gravitan en el fondo para la determinación de líneas de tendencia en el marco de la zona.

La evolución del Estado Argentino está signada por la influencia del núcleo geohistórico activo de la baja cuenca del Plata y su fuerza centralizadora sobre el Interior físico propio y externo a I nuestro país, pero las bases litoraleñas en la formación del Estado Nacional no son solamente de orden geográfico sino también histórico: desde la creación y capitalidad del Virreinato del Río de la Plata, la situación del mismo en su calidad de foco de la Independencia y de la Emancipación sudamericana, la ubicación de las provincias signatarias de los tratados del Pilar y del Cuadrilátero, hasta el predominio bonaerense sobre la Confederación y el desarrollo político de la Argentina moderna. los hechos no hacen sino demostrar esta tendencia, aunque corresponde observar que tales fundamentos histórico-geográficos de nuestro país no responden necesariamente a los verdaderos requerimientos de su desarrollo orgánico, deviniendo por este motivo necesario apreciar la situación de la cuenca del Plata con un nuevo criterio de en- foque, Esquematizando la conformación del Sistema del Plata la zona presenta una línea Interior, la del eje Paraná-Paraguay, y un Arco Externo, definido por el curso del río Uruguay. Ambas líneas fluviales concentran los principales intereses de toda la región.

El río Paraná es arteria vital del litoral argentino, vía de control de las comunicaciones con los países mediterráneos (Bolivia y Paraguay) y base del equilibrio geopolítico de la cuenca. La pugna por el control de la Alta Cuenca y del Arco Externo, en cambio, es de origen mucho más reciente y su situación corresponde a la zona de vanguardia de la "frontera banda" mesopotámica entre la Argentina y Brasil.                 '               ,

Hoy en día dentro del Sistema Platense existen tres áreas clave de atención, que son: los enclaves del Alto Paraná, la zona del Paraguay Superior y la región del Medio y Bajo Uruguay. Estas tres áreas, además de su valor conjunto como partes integrantes, de la cuenca, tienen un significativo valor propio, y las vamos a analizar por separado con mayor detenimiento.

Geopolítica del Alto Paraná

La geopolítica del Alto Paraná está determinada por las posibilidades de aprovechamiento hidroeléctrico de la zona del Cañón de Guayrá y por el control de las comunicaciones Este-Oeste en el 'Cono Suri El primer punto toca al problema del segundo lo hace en función del nuevo sistema de circulación económica contrapuesto al de dirección longitudinal, Norte-Sur, que se corresponde con la naturaleza centrípeta de la cuenca del Plata.

Este teatro de acción, por otra parte, es especialmente delicado para nuestro país por tratarse de una región de no coincidencia entre límites políticos y fronteras étnicas y geográficas, que desde hace tiempo son de acción regresiva sobre el Nordeste del territorio nacional.

Aquí es válida la tesis del geógrafo inglés James A. Fairgrive (en su obra "Geografía y Poder Mundial, de 1920) en el sentido que la lucha por la posesión de las fuentes de energía (entonces básicamente carbón y petróleo; hoy también el potencial hidroeléctrico y otras formas) define la línea de expansión de las modernas tendencias imperialistas, dado que los polémicos intereses brasileños en la zona- obedecerían más a razones energéticas ' y económicas que a político-militares.

La cuestión del Alto Paraná es también la del Brasil en la cuenca del Plata, y se relaciona con las posibilidades de desarrollo industrial sobre base hidroeléctrica, siendo así previsible una adscripción a mediano plazo del Paraguay a la estructura económica brasileña, con la consiguiente futura subordinación política, en caso que la Argentina no rectifique la ecuación de peso regional que hoy le es desfavorable.

A diferencia de nuestro país, donde el consumo actual de energía hidráulica constituía hasta hace poco sólo un 10%del total generado, el Brasil obtiene entre el 80 y el 84% de sus necesidades eléctricas del aprovechamiento de sus ríos. Esta situación está fuertemente determinada por la insuficiencia de recursos propios de petróleo y la gravosa carga que la salida de divisas por las importaciones respectivas representa para su Balanza de Pagos. Ello ha motivado que el Estado Brasileño se dirigiese necesariamente hacia la búsqueda de fuentes sustitutivas económicas de energía, de modo de paliar la incidencia de los costos de combustibles comprados en el Exterior, a la vez de obtener así abaratamiento y seguridad de las líneas internas de suministro.

La política energética brasileña, en consecuencia, independientemente de la tendencia de marcha hacia el Oeste, tiene aquí una causalidad propia, hacia la cual el Estado vecino se inclina por íntima necesidad, lo que hace, por otra parte, que sus movimientos en la zona sean hasta cierto punto pronosticables, sobre todo teniendo en cuenta las proyecciones manifestadas en los últimos tiempos.

Hacia 1972 el Brasil tenía 43 presas hidroeléctricas en construcción y 73 más en proyecto, con avance de los estudios de factibilidad pertinentes y canales de financiación contactados para ello. Y la mayoría de estos planes corresponden al área geográfica de la Alta Cuenca del Plata.

El caso de Itaipú, aparte de su valor intrínseco, es así también una avanzada práctica de la presión brasileña para el logro del liderazgo energético de Ja zona y, en ese sentido, tales avances constituyen a Ta vez una merma de las posibilidades argentinas en la región.

Este problema que ha concitado ¡a atención de otros muchos autores, fue objeto de un interesante estudio del Dr. Eduardo A. Pigietti sobre la planificación regional de la cuenca del Plata, publicado en la revista "La Ley" en noviembre de 1972, donde se señalaba y entonces la existencia de verdaderos "proyectos-tapones" por parte de Brasil, es decir, proyectos menores de instalación más rápida que dificultan o impiden después el desarrollo de otros de mayor envergadura, como es el caso de la usina paraguaya de Acaray, 70 kms aguas arriba de Posadas, levantada con ayuda económica brasileña, que condiciona hoy la magnitud del proyecto binacional de Corpus y provoca la relación de dependencia de Misiones con respecto al abastecimiento eléctrico desde el Estado Guaraní, y también el caso del corrimiento del primitivo proyecto brasileño de Sete Quedas (a 170 kms de nuestra frontera) a Itaipú (situado a sólo 18 del enclave Paraná Iguazú y 17 del límite argentino), que impide el aprovechamiento óptimo y conjunto de todo el Cañón de Guayrá y, asimismo, la mayor altura de caída de agua en Corpus.

El desarrollo paralelo de nuevos sistemas de comunicaciones ferroviales brasileñas por el Norte y NE de nuestro país tiende igualmente a acentuar la presión económica, y también demográfica, sobre nuestras zonas nacionales, en especial sobre la provincia de Misiones y a alejamos de nuestras estrechas relaciones con el Paraguay. Por Acuerdo Complementario de Itaipú el Brasil concedió al Estado Paraguayo privilegios de almacenamiento en los puertos de Santos (Estado de San Pablo) y de Para- nagua (Estado de Paraná), como puertos francos para salida de sus productos por el Atlántico evitando la dependencia del Plata, y comprometió además la colaboración técnica y económica brasileña para el desarrollo de las regiones del Paraguay Superior en materia de petroquímica y siderurgia, a la vez que se prevé ampliar el sistema ferroviario y carretero de vinculación entre los dos países.

Se trabaja así en el proyecto de construcción de la carretera Encarnación-Puerto Presidente Stroessner y en la interconexión por ferrocarril hasta puerto Paranaguá, en el plan de la carretera interior Asunción-Brasilia y en el de un FC de 150 kms de extensión por el Estado de Paraná, desde Cianorte a Porto Guayrá, sobre la frontera, con lo cual la red de comunicaciones por tierra hasta la costa atlántica y las zonas más industrializadas del interior conexo brasileño se apuntala en contraposición a la dirección natural del eje convergente hacia el Plata.

Esta observación es importante porque el área de presión brasileña no sigue allí exactamente el mecanismo de empuje de los Estados de Alta Cuenca sobre los de Curso inferior, es decir, no está dirigido en lo inmediato hacía el Paraná Medio, sino que persigue la Línea de proyección continental con el objetivo de supeditar las vías de circulación económica desde el litoral atlántico y las reservas energéticas del Paraná superior al  Triángulo Industrial de San Pablo-Belo Horizonte-Río de Janeiro.

Desde un punto de vista más estricto, existe en realidad un doble movimiento de empuje del Brasil sobre el área argentina del Alto Paraná, cuyo brazo principal de avance corre transversal por el Norte, sobre el arco marginal del NEA abraza todo el Paraguay Oriental y se continúa por la región llana Boliviana de Santa Cruz de la Sierra; y su brazo secundario se proyecta sobré la Mesopotamia Septentrional y el Paraná Medio, complementándose con la línea de presión lateral del río Uruguay, que vamos a ver después.

No hay que confundir en este caso la presión geopolítica continental con la marítima. La expansión tradicional lusitano-brasileña sobre el estuario del Plata (antecedentes históricos de Colonia del Sacramento, planes sobre la Banda Oriental en época de la infanta Carlota Joaquina y anexión del Uruguay como Provincia Cisplatina) no serían casos de presión directa de Estados que ocupan el curso superior de los tíos sobre los de curso inferior sino prolongaciones externas de las tendencias naturales de penetración atlántica, referidas al control de la boca del estuario por su valor en sí mismo. A la forma de presión desde las regiones altas correspondería, en cambio, la originaria formación de la Gobernación del Paraguay o del Guayrá, la idea del Imperio Guaranítico de Solano López (que preveía una alianza entre Paraguay, Argentina y Uruguay) y algo de la teoría de la Confederación de Naciones del Plata de Badía Malagrida.

La ocupación española del territorio de Río Grande, el proyecto de la Liga Federal atribuido a Artigas, la reunión de las provincias del Litoral en los orígenes de la Nación Argentina y la influencia de expansión radial con centro en Buenos Aires, por el contrario, serían muestras de la corriente inversa, seguida por los Estados ribereños del Curco Inferior en dirección a las zonas ubicadas aguas arriba.

La situación actual del Alto Paraná, empero, no respondería en forma directa a ninguna de estas dos Tendencias. La presión brasileña sobre la zona, en efecto, sólo secundariamente sería parte de un vuelco hacia el estuario, puesto que su dirección final no está dada por alcanzar el curso bajo de la cuenca si no el macizo Andino y su área de salida al Pacifico, neutralizando, eso sí; la fuerza natural del Sistema de convergencia hacia el sur, Pero más con idea competitiva o anulatoria que con miras expansionistas hacia el Plata. Solo en un momento ulterior, en caso de ruptura del equilibrio sobre el arco externo del río Uruguay, esta línea de presión adquiriría un tono peligroso para Buenos Aires.

Geopolítica del Paraguay Superior

El segundo escenario clave de acción está constituido por el curso del Paraguay superior un futuro "camino del hierro" para la argentina y nuestro Frente norteño del Este, expuesto a la restricción eventual de los suministros minerales y a la línea, parcialmente analizada en el punto anterior, de avance brasileño hacia el llamado Triángulo Económico Boliviano (Santa Cruz-Cochabamba- Sucre), que busca el punto de choque final con los intereses naturales argentinos del ''eje vertical" andino-platense en el "heartland" dé la América Indígena, el Frente del Oeste o cuenca cerrada del Lago Titicaca, que da sobre la región cuzqueña de los Andes Centrales Peruanos.

Esta especie de cruz de intereses histérico-geográficos en América del Sur tiene importancia vital para nuestro país, aunque por rasques fincas diferentes: el Frente del Este juega en función de la Geopolítica de la Cuenca del Plata, mientras que el Frente del oeste lo hace en relación a nuestra Geopolítica Continental y del Pacífico. Ambos, empero, son Teatro complementarios y sucesivos del problema de la zona de la zona vértice o punto de cruce de la dirección horizontal o transversal brasileña, que sigue básicamente el curso del FC Santos Arica y la dirección vertical argentina que se presenta como una prolongación radia del área dé hegemonía platense.

El Escudo del NOA y el control de las comunicaciones del Sur y Sudeste boliviano y del Paraguay Occidental, de conexión fluvial posible al Paraná Medio por el plan del Bermejo y por acceso directo, están vinculados a nuestro Frente del Oeste, del Macizo Andino norteño que mira hacia el Pacífico, y que es la zona-eje en la cual se decidirá la Geopolítica Continental Argentina en el Cono Sur.

La unidad estructural, económica y geográfica de los países del Plata a corto plazo está más directamente relacionada con el problema de la Alta Cuenca y el Frente del Este que con el de las regiones excéntricas del Oriente Boliviano y el corazón andino del Frente del Oeste, pero ambos sectores componen teatros de acción articulados entre sí, y ello precisamente a través de la zona del cursó superior del río Paraguay, que por este motivo se ha considerado conveniente tomarla en forma ^separada;    

Geopolítica del Uruguay Medio e Inferior

La tercera región-clave de la cuenca del Plata está representada por el Uruguay Medio e Inferior, zona de tensión entre la "frontera viva" del S/SE brasileño y el área circumplatense de Buenos Aires.

Posiblemente sea éste, en un futuro cercano, el teatro más delicado de nuestras relaciones con el Brasil, sobre todo por la apertura de un "área de contacto" con ventajas logísticas y geo viales para la Argentina a pesar de cierto balance económico-geográfico a su desfavor.

En efecto, la atracción lateral brasileña en relación al Sistema del Plata hacia sus puertos atlánticos de Santos Paranaguá y especialmente Río Grande, ejercida sobre la Mesopotamia Argentina, los países mediterráneos y la cuenca del río Uruguay, se manifiesta con la existencia de dos líneas de presión vecinal la sudoccidental, orientada en dirección al estuario (proveniente en este caso sí de la Alta Cuenca), y la norteña, ya vista, de acción diversiva en función de la anterior pero directa en lo tocante a su marcha hacia el Oeste por el Paraná Superior y el Alto Paraguay.

Estas dos líneas, de proyección pasible sobre el Paraná Medio, pueden enlazarse un día al Este del Eje central de la cuenca aprovechando la debilidad relativa de nuestra "frontera-banda" mesopotámica y provocar con ello una ruptura del equilibrio geopolítico en toda la zona, alterando Incluso la situación de nuestro propio interior geográfico.

Los huevos sistemas de comunicaciones binacionales entre Argentina y Uruguay y las obras en curso por el lado de la provincia de Entre Ríos, sin embargo, en muy pocos años podrían llevar las acciones de nuestra área circumplatense hasta el Bajo y Medio Uruguay, con vuelco probable de la relación de fuerzas allí. El punto de ruptura sería el proyecto de Salto Grande, por su área de influencia. El proyecto de Salto Grande y su relación con la situación geopolítica del Arco Externo

Las obras de aprovechamiento múltiple del proyecto de Salto Grande, sobre el río Uruguay, a unos 350 kms. de Buenos Aires, con una potencia instalada de 1.620.000 KW y una producción prevista de 64 millones de KW, comprenden también la apertura de tierras para cultivos de regadío y la ampliación del radio de navegación 140 kms aguas arriba de Concordia, hasta Monte Caseros (Argentina) y Bella Unión (Uruguay), para embarcaciones con hasta 9 pies de calado, superando así el sector antes interrumpido por las tolingas y los rápidos de Salto Chico. Ayuí y Salto Grande.

Desde el punto de vista político-geográfico, y aparte del factor hidroeléctrico básico, es importante observar que la presa de Salto Grande tiende a modificar el sistema de comunicaciones, fluviales y ferroviales, en el curso medio del río Uruguay, abriendo una serie de líneas de circulación económica que pueden tener en el futuro un resultado bueno, pero también discutible para nuestro país.

En efecto, la apertura de un área de influencia argentina sobre las regiones del Uruguay y situadas al Norte de la cuenca del río Negro, tradicional especie de frontera separadora sobre la Banda Oriental entre las zonas de gravitación norteña del Brasil y sureña de la Argentina, acercará aún más nuestros intereses al límite trinacional y punto de empalme de los ferrocarriles uruguayos y brasileños de Cuareim, cerca de Bella Unión, con Cuarahim, en Brasil, con derivación posible del tráfico entre Argentina y Brasil del puente de Paso de los libres-Uruguayana hacia Salto Grande, cuya represa está coronada por un conducto carretero y también ferroviario, en el futuro.

Esta relación a través del río Uruguay, en principio favorable para nuestro país por sus ventajas energéticas directas y geo viales, puede, sin embargo, convertirse en algo así como un "arma de doble filo" sí se la considera en función de las posibilidades de acción argentinas en el territorio transfluvial uruguayo por la apertura de un área de Contacto en las proximidades de la "frontera viva'' del Sur- Sudeste brasileño, que se desplaza paulatinamente hacia la ribera izquierda, o Norte, del Río de la Plata, porque la habilitación de la navegación por el curso medio del río Uruguay permitirá alcanzar con nuestras comunicaciones las regiones ribereñas [ leí Estado de Río Grande del Sur, pero dará simultáneamente al Brasil la posibilidad recíproca de alcanzar el Uruguay Inferior y la boca del Plata, en la zona de hegemonía de Buenos Aires.

El sistema de infraestructura argentina para el Este entrerriano y las áreas de los enlaces binacionales actuales de Paysandú-Colón, Puerto Unzué-

Fray Bentos y Salto Grande, cuentan hoy con el apoyo físico del túnel subfluvial Santa Fe-Paraná desde el Oeste y del complejo Zarate-Brazo Largo desde el S/SO, que mira, este último, a romper el; tradicional aislamiento del Sur Mesopotámico.

Pero la zona de Concordia no poseería aún\ bases económicas locales firmes como para resistir una presión brasileña eventualmente fuerte, lo que expondría a nuestro país a una situación reversible en el área, que por el momento sólo cuenta como una avanzada desde el Plata hacia esa región de probable mayor tensión a mediano plazo.

La ruptura del equilibrio en el Uruguay Medio puede llevar además a un rápido ajuste de posiciones en el Alto Uruguay, por los proyectos hidroeléctricos conjuntos argentino-brasileños de Roncador-Panambí, Garabí y San Pedro, de curso presumiblemente más acelerado que los del Alto1 Paraná, y por los planes de ampliación del sistema de navegación a través del proyectado canal Ibicuí- Yacuí, de atracción lateral sobre la cuenca del Plata hacia los puertos brasileños atlánticos de Porto Alegre y especialmente Río Grande, competitivo de Buenos Aires.

Cualquiera sea el resultado real de estas tendencias y de sus materializaciones factibles, empero, un hecho es cierto y es que, desde nuestro punto de vista esta apertura navegable del Uruguay Medio contribuirá a reforzar la expansión del área circumplatense argentina, pero a la vez tenderá a desplazar parte de la circulación económica que actualmente se canaliza por el Eje Interior del Sistema Central Paraná-Paraguay, al río Uruguay, con derivación hacia el Este por la vía de circulación concurrente del Arco Externo de la Cuenca del Plata.

Las relaciones de peso comparativo argentino- brasileñas en el frente de contacto del Uruguay Medio e Inferior abren así una posibilidad promisoria para el afianzamiento de nuestras vinculaciones con la Banda Oriental, pero también un interrogante para nuestro país sobre su capacidad de alcance dentro de un balance regional más amplio.

Con este punto se cierra el campo de estudio previsto para el presente trabajo, cuyo objetivo ha sido la investigación y desarrollo de un tema de especial importancia en el contexto geográfico nacional como es el de la influencia de los ríos argentinos.

La aspiración "personal del autor es que esta nota pueda resultar de utilidad a los fines de elaborar una Política Interna en materia de vías navegables y de utilización hidroeléctrica, y que tos planteos aquí esbozados contribuyan en la práctica a despertar la conciencia geográfica argentina en relación al aprovechamiento hídrico y también a ciertos problemas conexos de fondo que hacen a nuestro desarrollo nacional y que son de naturaleza geopolítica.

 

Geopolítica de los ríos argentinos / (Registro nro. 141854)

Fuente: https://hydrosheds.org

 

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