Queremos presentar este artículo, para que comprendamos muchas de nuestras agresiones y violencia actual, no sin antes hacer un preámbulo orientado a la sociedad Argentina, que no tiene idea de muchas costumbres europeas actuales, o sea vivimos enajenados y atolondrados en una lucha con la economía, los robos y la política.
El artículo en cuestión está escrito por un español, que tiene una visión muy particular de cómo nos mentimos y vivimos en un autoengaño muy bien fundamentado, este señor pone dos ejemplos concretos, a los que hay que prestar especial atención:
- La imposición de la moda de la "BURKINI", que responde a una idea y costumbre social mucho más antigua que la sociedad occidental.
- Al programa PHOTOSHOP y la COMPUTADORA, que no se nos había ocurrido como ejemplo, para explicar la disociación mental que tenemos para abrir nuestras cabezas a nuevos conceptos.
Por eso les pedimos, que traten de leer detenidamente estás comparaciones, y si necesitan releerlas, lo hagan sin dudarlo, porque de comprenderlas terminaremos con nuestro estado de violencia mutua, que nos impide crecer como sociedad.
Hay palabras en nuestro vocabulario que las aceptamos naturalmente con un significado erróneo, quemando el diccionario de la RAE, porque este es un diccionario "mecánico", tenemos que modificar la comprensión desde otro punto de vista, o estaremos ciegos a lo que nos está pasando.
Ejemplo: Palabras como "OPOSICIÓN" que la dicen tan fácil para referirse a quién no es el gobierno oficial, y es como decir que todo lo que no es rojo es negro, y terminamos como monos en un partido de futbol, frustrados, porque en la vida cívica democrática existen los elegidos para representar al pueblo y entre ellos hay mucho más que rojo y negro, no podemos dejarnos arrastrar por esta idea tan estúpida, porque la masa de los elegidos se pone de acuerdo en muchas cosas, no es totalmente opuesta a todo, y juega con este desconocimiento de nosotros, porque lo único que no comparte es el poder.
El artículo en cuestión:
UN PRIMER PASO PARA CAMBIAR
EL MUNDO
Este
artículo está dedicado a toda esa gente fanatizada y programada mentalmente,
que sin tan sólo conocer las teorías que expone Fernando Conde Torrens (y cuyo
primer artículo al respecto es EL FRAUDE DEL CRISTIANISMO (1/5)),
le han atacado, vilipendiado e insultado gratuitamente, sin esperar a que
expusiera sus pruebas, paso previo y necesario para luego articular una
discusión sana, racional y enriquecedora al respecto.
Sinceramente,
no espero que los que habéis actuado así, lleguéis a comprender el sentido de
lo que expongo a continuación, puesto que el máximo grado de comprensión que
podéis alcanzar, es el que ofrece un linchamiento o una quema de herejes.
En
todo caso, estas reflexiones van destinadas a aquellas personas que sí pueden
llegar a comprenderlo, aunque finalmente no compartan mis puntos de vista.
Es una pregunta crucial que debería
hacerse cualquier persona que quiera cambiar el mundo: ¿realmente estoy
dispuesto a dar el primer paso?
¿Estoy dispuesto a dejar de ver la
realidad tal y como me han dicho que es, para empezar a verla tal y como es
realmente?
Porque en eso consiste precisamente este
primer paso para cambiar el mundo: en cambiar nuestra percepción de la
realidad.
Y es que tal y como venimos advirtiendo
en Gazzetta del Apocalipsis
desde hace bastante tiempo, vivimos en una realidad paralela que solo existe en
el interior de nuestras cabezas.
Cualquier persona que realmente quiera
cambiar el mundo, debe comprender la existencia de esta realidad paralela y
conocer los pilares que la sostienen en pie.
Por esa razón, en este artículo
expondremos una serie de conceptos que resultan cruciales para empezar a
distinguir esa ficción y conseguir separarla de la auténtica realidad.
Y para realizar esta tarea, vamos a
poner como ejemplo un asunto del que todo el mundo ha hablado durante días y
que ha provocado horas y horas de debates, discusiones y opiniones escritas de
todo tipo.
Estamos hablando de la prohibición del
Burkini en algunas playas francesas, aunque advertimos que éste no va a ser el
foco central del artículo, sino solo una excusa para exponer conceptos que
creemos que son importantes.
Al fin y al cabo, hablar sobre la
prohibición o no del burkini, en los términos en que lo ha hecho la mayoría de
gente, resulta infructuoso: entran en juego los prejuicios ideológicos y la
mayoría de personas muestran una incapacidad evidente para volar por encima de
los muros que compartimentan su mente.
Por esa razón, vamos a abordar el tema
desde un punto de vista radicalmente diferente, porque de hecho, lo que ha
sucedido en esas playas francesas y la discusión que se ha generado a su
alrededor, (en la que se han utilizado los habituales términos grandilocuentes
para estos casos, como “libertad”, “ley”, “cultura”, “discriminación”, “racismo”,
“derechos”, etc…), es un reflejo perfecto de lo que es en realidad el Sistema y
cómo domina por completo todas nuestras acciones y pensamientos.
Como veremos más adelante, el espectro
de visión de los acontecimientos cambia radicalmente dependiendo de si los
observamos “desde dentro” del Sistema o “desde fuera” de él.
Analizar los hechos desde dentro del
Sistema (lo que ha hecho todo el mundo), implica sumergirse en una realidad
abstracta virtual que sólo existe dentro de nuestras mentes, mientras que analizarlo
desde fuera, sin embargo, significa tomar conciencia de todas esas
abstracciones ficticias y ir a la auténtica raíz del asunto.
Por esa razón, intentaremos analizarlo
todo desde la segunda opción.
Sin embargo, para poder hacerlo, antes
debemos poner sobre la mesa algunos conceptos…
QUIÉN DOMINA A QUIÉN
Para empezar, debemos tomar conciencia
de la influencia que tienen sobre nosotros los sistemas de creencias, sean de
carácter político o religioso, y nuestros hábitos y costumbres, de carácter cultural.
Lo primero que debemos comprender es que
las creencias, las ideologías y la identidad cultural, solo existen dentro de
nuestra psique.
Son paquetes de información muy
parecidos a un programa informático instalado en una computadora: son meros mecanismos
psíquicos de programación mental.
Y la percepción distorsionada que
tenemos de ellos y de su relación con nosotros, es muy parecida a la percepción
distorsionada que tenemos de un programa informático instalado en una
computadora.
Por ejemplo, pensemos por un momento en
un programa como el célebre Photoshop, un editor de gráficos que nos permite
retocar fotos.
De forma inconsciente, tendemos a pensar
que la computadora, por ser un elemento físico tangible, es “la que utiliza” el
Photoshop para editar las imágenes.
Pero en realidad no es así: es el
Photoshop, el programa informático, el que utiliza a la computadora, un
dispositivo físico, para cumplir con su función.
Puede parecer una tontería, pero verlo
de una forma u otra, cambia por completo la visión de la realidad.
Pensémoslo bien: la computadora no ha
sido creada con la función de retocar fotos o editar imágenes; es un
dispositivo complejo, repleto de grandes posibilidades, pero que solo tiene la
opción de retocar imágenes si alguien instala en su interior el programa
informático adecuado, creado para esa función específica.
En cambio, el programa Photoshop sí ha
sido creado con dicha función. Es su razón de ser y de existir: editar
imágenes.
Y aunque no esté instalado en una
computadora, ese software llamado Photoshop, sigue existiendo y conservando
todas las capacidades potenciales para las que fue creado.
Puede estar “inerte”: guardado en un CD,
en un DVD, en un pendrive, en un disco duro, o en un servidor en la nube,
esperando a que alguien lo instale.
Pero esté donde esté, el programa ya
tiene todo lo que necesita para SER lo que ES, porque aunque no tiene
conciencia de sí mismo, sí dispone de una función específica que cumplir, que
determina su existencia.
En todo caso, la computadora, con su
enorme capacidad de procesamiento, es el elemento subyugado, aunque
indispensable, para que ese programa informático pueda plasmar
circunstancialmente sus funciones en la realidad tangible.
En definitiva: las computadoras “crean”
programas informáticos con los que programar a otras computadoras o a sí
mismas; y esos programas, permiten realizar determinadas funciones, que
finalmente se plasman en la realidad a través de las propias computadoras.
Pero una vez creados esos programas, una
vez EXISTEN en forma de paquetes de información, ya no son las computadoras las
que los utilizan para realizar determinadas funciones, sino que son los
programas los que UTILIZAN a las computadoras, como un instrumento para plasmar
sus capacidades en el entorno real.
Puede ser que a muchos lectores, lo que
acabamos de decir les parezca un giro absurdo, un conjunto de elucubraciones
sin sentido o una forma de ver las cosas retorcida que no lleva a ninguna
parte.
Pero como decíamos antes, ver las cosas
de una forma o de otra cambia radicalmente la concepción de nuestra realidad.
Lo que estamos diciendo, es que nosotros
(las computadoras), creamos todas nuestras creencias, nuestras ideologías e
identidades culturales (programas de software) y que una vez creadas, esas
ideologías, creencias y conceptos culturales, NOS UTILIZAN a nosotros mismos
para expresarse en el entorno real y no al revés.
Dicho de otra manera: somos esclavos
de nuestras propias creaciones psíquicas, que toman control de nuestras vidas y
nos usan como instrumentos a su servicio, para intervenir sobre la realidad de
forma tangible.
Sí, es una visión chocante,
anti-intuitiva y que incluso puede parecer absurda, fantasiosa o hasta
terrorífica: pero si lo analizamos bien, veremos que es la auténtica realidad
en la que vivimos.
Pongamos un ejemplo.
Imaginemos a dos personas, A y B,
educadas desde pequeñas (es decir, programadas mentalmente) con dos ideologías
opuestas.
Por ejemplo, A ha sido educado para ser
un fascista, mientras que B ha sido educado para ser un comunista.
Cuando esas personas A y B coinciden y
empiezan a intercambiar información, es altamente probable que sientan rechazo
o incluso odio el uno por el otro.
¿Y por qué?
Bien, pues porque los programas que
llevan instalados en su mente (fascismo y comunismo), entre sus funciones
principales tienen la de luchar o rechazar a la ideología opuesta, a la que
consideran una competencia directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.
Ahora supongamos otra posibilidad: que
esa misma persona B, en lugar de haber sido educada como comunista, ha sido
educada desde pequeña como fascista, al igual que A.
¿Qué sucederá cuando se encuentren A y B
y empiecen a intercambiar información?
Pues que muy posiblemente tenderán a
considerarse “colegas” y ese odio cerval que surgía en el primer caso por
razones políticas, no existirá, porque sus programaciones mentales son
similares.
¿Y qué demuestra eso?
Pues que la raíz del rechazo o el odio
entre A y B, no surge de la naturaleza de los propios individuos A o B; los
individuos en sí mismos, no son la fuente original de esos sentimientos de odio
o rechazo mutuo.
A y B no se odian.
Son el programa “fascismo” y el programa
“comunismo” los que se rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en
las que han sido “instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo mutuo
en un entorno físico real, llegando a inducir en las mentes de A y B un
sentimiento de odio del uno hacia el otro.
Es la programación mental la que UTILIZA
a la persona para manifestarse y no al revés.
De la misma manera que es el programa
Photoshop el que utiliza a la computadora para plasmar sus funciones en un
entorno real y no al revés.
Sí, es difícil de asimilar, porque es
anti-intuitivo: estamos hablando de simples conglomerados de información, en
forma de programa mental, sin voluntad propia ni aparente conciencia de sí
mismos, que son capaces de dominar a seres pensantes y conscientes, hasta
convertirlos en esclavos a su servicio.
¡Y lo más sorprendente es que son
precisamente individuos pensantes y conscientes los que, gracias a sus mentes
creativas, han engendrado de la nada esas programaciones mentales que al final
los acaban dominando!
En este blog, llamamos Sistema
(con “s” mayúscula) al conjunto de todos esos mecanismos de programación
mental, que instalados en nuestras psiques, nos dominan y esclavizan por
completo.
Y llamamos sistema (con “s” minúscula) a
todo el conjunto de estructuras de organización política, social y económica
(aquello que habitualmente la gente conoce como “el sistema”), que no son más
que una plasmación externa de carácter comunitario, de lo que es el Sistema
implantado en la mente de todos los individuos.
Ahora, antes de continuar, necesitamos
explicar de forma condensada otro concepto que nos permitirá comprender cómo
esos mecanismos mentales consiguen apoderarse de nosotros.
EL MECANISMO CLAVE: LA IDENTIFICACIÓN
Antes hemos expuesto un ejemplo
metafórico y simplificado, en el que teníamos a dos individuos, A y B, educados
(programados) como un fascista y un comunista, respectivamente.
Decíamos que las programaciones mentales
de carácter ideológico-político instaladas en sus psiques, eran las que les
inducían a generar en su interior un sentimiento de odio mutuo.
Y nos preguntamos: ¿cómo pueden
conseguir simples mecanismos de programación mental, es decir, meros
conglomerados de información sin voluntad propia, que los individuos se odien y
se maten los unos a los otros, sin que los propios individuos se percaten de
que sus acciones han sido inducidas por mecanismos mentales implantados, ajenos
a su propia naturaleza?
Bien, pues lo consiguen generando un
mecanismo de IDENTIFICACIÓN.
Los individuos “programados” con
ideologías o creencias, se identifican plenamente con ellas, borrando en su
mente, de forma inconsciente, las fronteras entre su propia identidad
individual y aquello “en lo que creen”.
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el
comunismo como ideología política? Le dice: “YO SOY COMUNISTA”
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el
cristianismo como religión? Le dice: “YO SOY CRISTIANO”
No se limitan a decirle: “yo sigo
circunstancialmente las doctrinas comunistas o cristianas”, trazando una
frontera entre su yo y la programación mental recibida, sino que se IDENTIFICAN
con el programa instalado en su psique, y al hacerlo, pasan a considerarse a sí
mismos como una MANIFESTACIÓN FÍSICA del propio programa mental.
Así es como estos mecanismos psíquicos,
consiguen convertirnos en sus esclavos.
Esclavos físicos de un mecanismo
psíquico.
Una vez el mecanismo de programación
ideológica instalado en la mente de A (en nuestro ejemplo, el fascismo),
consigue que A se identifique como “Fascista”, es decir, como “representación
física del fascismo”, pasa a identificar a B como un “comunista”, es decir, una
“representación física del Comunismo” y entonces desaparece toda restricción,
tanto en A como en B, para destruirse físicamente el uno al otro.
Esto permite que los distintos
mecanismos de programación mental (en este caso ideologías políticas), puedan
combatirse los unos a los otros a través de sus subyugados (las personas
programadas), en el entorno físico; de esta manera, los individuos pasan a
convertirse en algo parecido a piezas sobre un tablero, en lo que vendría a ser
una partida de ajedrez entre dos mecanismos de programación mental; ambos
mecanismos de programación tratan de eliminar físicamente las fichas
controladas por el oponente, porque cada una de esas piezas representa una
posibilidad de propagación de la ideología opuesta, en el mundo real.
Por eso es tan importante el mecanismo
de IDENTIFICACIÓN y es lo primero que “se instala” en nuestra mente cuando
somos programados (educados) culturalmente, religiosamente, o cuando somos
inducidos a abrazar una ideología política concreta.
Si no existiera este mecanismo de
identificación, en cualquier momento, tanto A como B, podrían tomar conciencia
de que ellos y las creencias que tienen instaladas en la cabeza, no son la
misma cosa; y entonces, podrían tomar conciencia de que el presunto opositor al
que tanto “odian”, en realidad es una persona como ellos, que simplemente, ha
sido programada con otra ideología y que por lo tanto, no hay ninguna
justificación real para odiarlo, combatirlo o hacerle daño físico.
La función del mecanismo de
IDENTIFICACIÓN pues, es impedir que pueda producirse esa toma de conciencia.
Y este es un paso crucial, porque si no
existiera este mecanismo de IDENTIFICACIÓN, las guerras por ideologías,
patrias, o religiones, serían imposibles.
De hecho, sería imposible que el Sistema
siguiera en pie, al menos mediante las estructuras que hasta ahora hemos
conocido.
Pero la importancia capital del
mecanismo de Identificación no termina aquí, pues genera una serie de efectos
colaterales que cambian por completo nuestra visión de la realidad.
LA REALIDAD ABSTRACTA PARALELA
En el mismo momento en el que firmamos
ese contrato psíquico de IDENTIFICACIÓN, (algo parecido a venderle el alma al
diablo), en el que aceptamos identificarnos a nosotros mismos como una
manifestación física de un programa mental instalado ( recordemos esas
expresiones de identificación tan típicas: “yo soy comunista”, “soy cristiano”,
“soy francés”, “soy heavy metal”, “soy merengue”, etc…), en ese preciso
instante, abandonamos el mundo real para entrar en un mundo abstracto de
ficción que solo existe en el interior de nuestra mente.
¿Por qué?
Pues porque el mecanismo de
identificación, no nos lo aplicamos solo a nosotros mismos, sino a todo lo que
nos rodea.
Es así como todas las personas únicas,
con identidades individuales y diferenciadas que vemos a nuestro alrededor,
pasan a ser identificadas, en el interior de nuestra mente, como “moros”,
“conservadores”, “perroflautas”, “argentinos”, “gringos”, “culés”, “ciudadanos
de clase media”, “inmigrantes”, etc…
Se genera así un mundo paralelo en el
que las personas son clasificadas mediante multitud de estereotipos y etiquetas
superpuestas de toda índole, que conforman una nueva realidad abstracta, una
suerte de “realidad aumentada” que solo existe en el interior de nuestra
psique y que confundimos con la auténtica realidad tangible.
Por si eso fuera poco, esa realidad
paralela del Sistema, viene acompañada de toda una panoplia amplísima de
conceptos que sirven para justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna
depende por completo de que permanezcamos sumergidos en esa realidad ficticia,
en la que ahora creemos vivir.
Es algo parecido a lo que sucede con la
lógica interna de un sueño: que solo tiene sentido mientras estás soñando. El
propio sueño incorpora todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le
dan sentido a algo que en realidad no lo tiene.
Lo que dentro de la realidad ficticia
del Sistema nos parece “completamente lógico y razonable”, desde fuera del
Sistema lo veríamos como “totalmente absurdo e insensato”.
Es algo parecido a cuando despiertas del
sueño y recuerdas asombrado lo contradictoria que era la “lógica onírica”
en la que estabas sumergido y que tanto sentido parecía tener.
¿Cuántas veces nos ha sucedido?
Pues bien, este “despertar” es muy
similar al que experimentamos si de repente tomamos conciencia plena de lo que
es en realidad el Sistema y de lo absurdos que son sus presuntos “principios
lógicos de funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.
RESUMEN DEL PROCESO DE DOMINIO
Así pues, a modo de resumen, el proceso
de dominio que tienen los mecanismos de programación mental sobre nosotros,
evoluciona mediante las siguientes fases:
-INSTALACIÓN:
Se “instala” en nuestra mente un mecanismo
de programación mental (creencia religiosa, ideológica, cultural, etc…),
generalmente a través de un proceso educativo o por influencia del entorno
social o familiar.
-IDENTIFICACIÓN:
A medida que somos programados con este
mecanismo de programación mental, se va desarrollando en nuestra mente un
proceso de identificación con el programa mental, y se difuminan las
fronteras entre nuestro yo y la programación mental instalada.
Con ello, el programa mental obtiene un
dominio completo sobre nosotros, pues pasamos a considerarnos de forma
inconsciente como una Manifestación Física del programa mental.
Este proceso de identificación está
compuesto de diversos niveles.
A-VÍNCULO EMOCIONAL:
Mientras se consolida el proceso de
identificación, se genera en la mente un mecanismo crucial: un SENTIMIENTO
DE IDENTIFICACIÓN, es decir, una vinculación de carácter emocional con el
programa mental, que sirve para cimentar nuestra IDENTIFICACIÓN con dicha
programación mental.
Este sentimiento extiende raíces y establece
vínculos relacionados con el conjunto de sentimientos propios de la vida
personal de cada individuo. De hecho, se nutre de ellos.
Por ejemplo, si nos IDENTIFICAMOS como
Alemanes, la existencia de ese SENTIMIENTO de Identificación, nos llevará, no
solo a considerar el himno alemán como algo con lo que nos identificamos y que
nos representa, sino que además, cuando lo escuchemos sentiremos emoción.
Y esa emoción, puede estar vinculada y
puede verse potenciada por elementos emocionales personales, como por ejemplo,
que tus abuelos o tus padres, te inculcaran ese sentimiento patriótico y que
albergues recuerdos concretos relacionados con ello. (Como por ejemplo, cuando
recuerdas ese día en que tu querido abuelito Hans te enseñó la letra del himno
alemán al llevarte de pesca al precioso lago Barmsee, rodeado de nenúfares,
bajo el maravilloso sol de la primavera bávara)
Si no existiera ese vínculo emocional
programado en nuestra mente, que cimenta el proceso de IDENTIFICACIÓN, la gente
no llegaría a indignarse cuando alguien quema su bandera o silba su himno.
B-IDENTIFICACIÓN DEL ADVERSARIO:
A medida que el programa mental consigue
que nos identifiquemos con él, instala a su vez en nuestra mente los mecanismos
de identificación necesarios para reconocer a todos aquellos mecanismos
mentales que puedan representar una competencia para su existencia o que
resulten potencialmente peligrosos.
Por ejemplo, si somos programados con
una ideología política, empezamos a identificar las otras opciones políticas
como posibles adversarios o peligros potenciales o directos para la ideología
con la que nos identificamos.
Esos potenciales adversarios van siendo
clasificados en nuestra mente según un conjunto de parámetros (ideológicos,
políticos, históricos, culturales, etc…), que determinan el rango de amenaza
que representan para el mecanismo mental que nos programa.
C-RECHAZO EMOCIONAL DEL ADVERSARIO:
Mientras se producen los procesos de
identificación y clasificación de los posibles mecanismos de programación
adversarios, se van desarrollando simultáneamente, sentimientos de rechazo
hacia dichos programas mentales “amenazantes”.
El rango de amenaza con el que los
clasificamos, determina a su vez el nivel de sentimiento de rechazo o repulsión
hacia cada uno de ellos.
Por ejemplo: inicialmente, alguien de
extrema derecha tenderá a sentir menos repulsión por alguien de centro-derecha,
que por alguien de extrema izquierda, a no ser que haya factores históricos o
personales circunstanciales que influyan en dichas dinámicas.
D-TRANSMISIÓN:
Esta es la fase culminante que
cristaliza definitivamente el proceso de IDENTIFICACIÓN.
Se llega a este punto cuando el
individuo programado e identificado plenamente con su programación mental, se
convierte en un foco de transmisión de dicha programación hacia otras personas.
(Algo parecido a convertirse en un foco de infección)
Llegados a esta fase, la persona
programada no se limita a actuar como manifestación física de la
programación mental instalada en su mente, sino que además trata de inocular
esa misma programación mental a otras personas.
Uno de los ejemplos más habituales de foco
de transmisión, lo encontramos cuando las personas intentan inocular sus
programaciones mentales a sus descendientes, aprovechando la existencia de
vínculos emocionales y de autoridad.
Cabe destacar que cuando una persona se
convierte en transmisor del programa instalado, se genera inconscientemente en
su psique una nueva “capa” o “nivel” de identificación, que está relacionado
con la cantidad de tiempo que ese mecanismo de programación mental lleva
existiendo sobre la tierra y la cantidad de generaciones a las que “ha
infectado”.
Una programación mental que lleva
transmitiéndose de generación en generación en un entorno concreto, puede pasar
a considerarse “tradición”, “costumbre”, “creencia”, etc…
Pues bien, cuando alguien se convierte
en foco de transmisión de un programa mental tan antiguo, inconscientemente
establece un nuevo vínculo de identificación con dicho programa mental: ya no
solo se considera a nivel inconsciente como una manifestación física de
esa programación mental (IDENTIFICACIÓN), sino que además se considera
inconscientemente como un eslabón más en la cadena de transmisión o propagación
de esa programación mental a lo largo del tiempo (IDENTIFICACIÓN
TRASCENDENTE).
De hecho, pasa a identificarse como un
eslabón más de algo que considera superior a sí mismo: una tradición, costumbre
o creencia, cuya antigüedad es más extensa que la duración de su propia vida.
Y uno de los efectos que genera en los
individuos la identificación con una programación mental tan antigua y
extendida entre grupos de población, es que les provoca una sensación de “pequeñez”
ante el programa mental que les controla, pues como decíamos, es percibido como
una entidad que trasciende a sus propias existencias.
Por ejemplo, una persona que se
identifica como católico, considerará el catolicismo como algo superior o más
grande que él mismo, a pesar de que no es más que una programación mental que
lleva instalada en la mente y que se ha propagado a lo largo de generaciones,
de forma similar a como lo haría una “infección psíquica”.
Bien, pues es precisamente esta
percepción de la propia pequeñez ante el programa mental “trascendente”, la que
actúa como un resorte que garantiza que el individuo tratará de transmitir a
sus descendientes la programación mental que le controla.
¿Por qué?
Pues porque a nivel inconsciente, la
principal manera que tienen los individuos programados de participar de esa
“trascendencia”, es convertirse en focos de propagación de dicha programación
mental a las nuevas generaciones; con ello generan en su mente la ilusión de
formar parte de la propagación temporal de un ente que de alguna forma,
perciben como “inmortal”. Es como si absorbieran parte de esa “inmortalidad”
para sí mismos.
De ahí lo de IDENTIFICACIÓN
TRASCENDENTE.
Como podemos ver, es mediante mecanismos tan básicos
como estos, que actúan a nivel inconsciente, que algunas creencias y
tradiciones consiguen pervivir durante tanto tiempo.
-CONSTRUCCIÓN
DE UNA REALIDAD PARALELA:
-GENERACIÓN DE ARGUMENTARIO
Una vez concluidas y consolidadas todas
las fases del proceso de Identificación, que vendrían a representar el armazón
del proceso de programación mental, se inicia un proceso de construcción de
discurso o ARGUMENTARIO, que vendría a ser algo así como su recubrimiento
o piel externa.
La función del discurso o argumentario
que acompaña a un proceso de programación mental (de carácter ideológico,
religioso o cultural), es servir como escudo protector intelectual, ante la
amenaza que representan los mecanismos de programación adversarios, a la vez
que también sirve como arma de agresión intelectual hacia ellos.
Y ese argumentario no se genera a nivel
individual, sino a nivel social.
Pongamos un ejemplo para verlo más
claro:
Supongamos a un Europeo cristiano y de
raza blanca (lo llamaremos el “Europeo”), que siente un profundo e incontenible
sentimiento de rechazo cuando ve a una mujer musulmana vestida con un Niqab que
le cubre todo el cuerpo, paseando por las calles de su ciudad.
¿Por qué el “Europeo” siente ese
sentimiento tan fuerte de repulsión?
Bien, pues porque sus sistemas de
programación mental de carácter nacional, cultural y religioso, reaccionan al
ver el reflejo físico de una programación mental ajena; el programa mental
instalado en la mente del “Europeo”, considera esa programación mental ajena
como “una amenaza invasiva” y automáticamente, consigue generar en su
mente un sentimiento de rechazo hacia esa mujer, su vestimenta y todo aquello
que cree que representa; es decir, los mecanismos de programación instalados en
la psique del “Europeo” y con los que se IDENTIFICA, lo utilizan como
instrumento FÍSICO para defenderse ante lo que consideran un mecanismo mental
peligroso para su pervivencia (el mecanismo de programación mental de carácter
étnico-religioso instalado en la mente de la mujer musulmana).
Ahora supongamos que ese “Europeo”,
llevado por la rabia, expresa su sentimiento de rechazo de forma explícita
hacia esa mujer musulmana, insultándola en público.
El “Europeo”, instrumentalizado por su
programación mental, estará expresando el sentimiento de rechazo que dicha
programación le induce…pero ¿qué sucederá si otro transeúnte, que se presenta
como “defensor de la multiculturalidad” (al que llamaremos el “Tolerante”),
decide defender a la mujer musulmana y le espeta: “Usted es un racista, un
xenófobo y un anti-demócrata que no respeta la libre expresión cultural de los
individuos”?
Pues simplemente, lo que tendremos es
que el “Europeo” que se ha dejado llevar por la rabia, estará en una clara
inferioridad de condiciones a la hora de JUSTIFICAR INTELECTUALMENTE sus
acciones ante el “Tolerante” que le ha reprendido por su actitud.
¿Y por qué?
Pues porque a diferencia del “Europeo”,
que solo se ha dejado llevar por una emoción inducida, el “Tolerante”, dispone
de un ARGUMENTARIO.
Su argumentario (en este caso en su
faceta atacante), consiste en vincular el mecanismo de programación mental de
ese “Europeo” con valores comúnmente aceptados a nivel social como “negativos”,
como son el racismo, la intolerancia, la xenofobia, etc…
Es decir, los argumentarios son
conjuntos de mecanismos y conceptos con lógica interna de carácter intelectual,
que permiten defender las propias programaciones y atacar las opuestas.
La única forma de defenderse que tendrá
el “Europeo”, será disponer de su propio argumentario con el que justificar sus
acciones; en este caso, en una faceta defensiva: para ello podrá esgrimir
subterfugios como “la libertad y los derechos de la mujer en la Europa
Occidental que tantos sacrificios nos han costado”, o usar argumentos tan
básicos como “Esto es Europa y Europa es cristiana”, “su vestimenta
es un símbolo del islamismo radical”, o quizás subterfugios lógicos más
pedestres como “si una mujer fuera a vivir a un país islámico debería vestir
según sus costumbres y su cultura y ella debe hacer lo mismo cuando está en
Europa”.
Esta es la auténtica función del
ARGUMENTARIO: es ARMAMENTO INTELECTUAL para tratar de debilitar las
programaciones mentales opuestas y defender las propias.
Cabe destacar que los argumentarios
siempre tienen 2 características fundamentales que no debemos ignorar:
1-Los argumentarios son coherentes con
la lógica interna de la programación que defienden.
(por ejemplo, es difícil que usted vea a
alguien de “extrema izquierda” utilizando conceptos como “patria”, “bandera”,
“dios”, “familia”, etc.. en la construcción de su argumentario, porque serían
incoherentes con la programación mental que representa. Tendrá que buscar
conceptos coherentes con su programa ideológico, como “clases populares”,
“multiculturalidad”, “feminismo”, “proletariado”, etc…)
2-Los argumentarios se construyen
alrededor de los conceptos disponibles más efectivos para cumplir con su función,
con independencia absoluta de la verdad y la honestidad.
(por ejemplo, todo el mundo alude al
concepto de libertad, pero ninguna ideología la defiende realmente, sino que
solo la esgrime porque es un arma muy efectiva argumentalmente, para defender
el correspondiente programa mental ante el argumentario opuesto).
Este segundo punto es el que quizás le
cueste más de aceptar a la mayoría de personas.
Y es que no nos limitamos a afirmar que
todas las discusiones ideológicas están bañadas en la más absoluta hipocresía.
Si solo existiera la hipocresía que conocemos todos, la que podríamos llamar
“Hipocresía Explícita”, todo sería mucho más fácil.
No, lo que decimos es aún peor: estamos
hablando de un nivel de hipocresía inconsciente, en el que la programación
mental induce a la mente del huésped a generar cualquier tipo de discurso
lógico que le resulte útil; se trata de una hipocresía de segundo nivel de la
que los propios individuos difícilmente toman conciencia.
Y todo esto que estamos diciendo, lo
hemos visto expuesto en el dichoso asunto del burkini y en todas las
discusiones que lo han rodeado.
Todo el debate sobre este asunto, ha
consistido únicamente en una confrontación de argumentarios vacíos, que sólo
tienen lógica interna dentro de la ficción paralela del Sistema; aquello que
antes comparábamos con un “sueño”.
Sí, lo estamos diciendo claro: todos
estos argumentarios, con los que la gente se pone tan seria, tan trascendente y
se llena tanto la boca, en realidad NO TIENEN NINGÚN SENTIDO.
Vayamos a un ejemplo concreto.
¿Cuál ha sido uno de los argumentos que
más han esgrimido los contrarios a la prohibición del burkini en las playas
francesas, es decir, aquellos que defienden el uso del burkini?
La libertad.
Y más concretamente, “la libertad
individual de la mujer de escoger cómo quiere vestirse”.
Todo ello acompañado de un cierto tono
solemne y de ese indescriptible “brillo vacío” en los ojos, tan característico
de las personas imbuidas por el Sistema, que tanto nos asemeja a sonámbulos (ya
ven que me incluyo, todos estamos metidos en esto).
Porque lo cierto es que defender el
burkini como una “expresión de libertad”, solo tiene sentido cuando se
está profundamente sumergido en el “sueño del Sistema”, con sus absurdas
“lógicas” oníricas internas.
Y si no, vamos a analizar el proceso
mediante el cual, las mujeres musulmanas han llegado hasta el uso del burkini.
Al fin y al cabo, han seguido las fases
que antes hemos destacado: Instalación, Identificación, Transmisión y
construcción de Argumentario.
INSTALACIÓN
Recordemos el principio mediante el cual
las mujeres musulmanas deben cubrirse el pelo o la piel: todo procede de un
mecanismo mental represivo, que culpabiliza la exhibición del cuerpo femenino,
convirtiéndolo en motivo de provocación sexual hacia los hombres y por lo
tanto, en motivo casi “de pecado”. Las mujeres deben cubrirse pelo y piel ante
aquellos hombres que no son de su familia más cercana, porque en el fondo, son
consideradas “una propiedad de sus maridos”, los únicos con el derecho
adquirido de poder ver esas partes de su cuerpo.
Por lo tanto, cubrirse el pelo y la
piel, parte, simple y llanamente, de un mecanismo de represión sexual y social
sobre las mujeres, que viene especialmente incorporado en la programación
mental musulmana en múltiples formas, desde hace siglos.
Así pues, desde sus inicios, cubrirse la cabeza no
tiene nada que ver con “la libertad”, sino con todo lo contrario.
IDENTIFICACIÓN
Una vez se instaló esa programación
mental mediante la cual las mujeres debían ir cubiertas y “mostrarse modestas”,
esas mujeres de tradición musulmana fueron desarrollando un proceso de
identificación con dicho mecanismo represivo.
Una vez el proceso de identificación se
consolidó en la mente de las propias mujeres durante varias generaciones, esa
obligación procedente de una programación mental, empezó a ser considerada por
las propias mujeres como un elemento cultural con el que se identificaban y con
el que establecían vínculos emocionales, en lugar de seguir viéndolo como lo
que era en realidad: un mecanismo de represión; con ello, las propias
mujeres musulmanas, se convirtieron en manifestaciones físicas de las
restricciones mentales que les habían inoculado, aunque en su mente programada
y moldeada por el proceso de identificación, ahora la restricción llevaba el
nombre de “costumbre”, “tradición” o “identidad cultural”.
TRANSMISIÓN
Con el paso de las generaciones, las
propias mujeres musulmanas se han convertido en el principal vehículo
transmisor de ese mecanismo mental represivo hacia sus descendientes; y con
ello, como decíamos antes, han pasado a verse a sí mismas como eslabones de la
cadena de transmisión de lo que interpretan como una tradición y una identidad
cultural, asentando con ello su proceso de identificación mediante el
subproceso de la Identificación Trascendente, que anteriormente hemos
indicado.
Es decir, se cubren la cabeza porque
haciéndolo generan en su mente la ilusión de que forman parte de algo más
grande que ellas mismas, algo que trasciende sus propias vidas, cuando en
realidad, lo único que hacen es actuar como “foco de infección”, propagando un
mecanismo de programación mental represivo.
Y llegados aquí, es cuando se ha
producido el “choque cultural” entre ciertas personas de “programación
europea” y esas mujeres, “defensoras de sus costumbres”
(programaciones mentales), que rápidamente han echado mano del Argumentario
necesario para defender su programación mental.
ARGUMENTARIO
¿Y qué han esgrimido esas mujeres
programadas con sus creencias musulmanas, cuando se han visto atacadas por
personas programadas con mecanismos mentales diferentes?
Pues lo que decíamos antes: han echado
mano del argumentario más adecuado para defender la pervivencia de su mecanismo
de programación ante el ataque de los mecanismos de programación ajenos.
¿Y cuál es el paquete conceptual más
adecuado para defender tu programación mental cuando estás en una democracia
occidental? Pues utilizar los conceptos propios de la democracia a tu favor.
Así ha sido como han esgrimido su
derecho a “vestir como quieran”, “su libertad de expresión”, “la
libertad de las mujeres”, “la defensa de la multiculturalidad y la
tolerancia”, etc…y de la misma forma, han utilizado un argumentario similar
para atacar a los “programados oponentes”, acusándolos de “xenofobia”,
“represión”, “intolerancia”, “racismo”, “imposición”,
etc…
De hecho, han llegado a utilizar
argumentos tan falaces como “forma parte de nuestra libertad individual
vestir como queramos”…¡Es increíble la facilidad con la que todas las
personas programadas mentalmente, sean del bando que sean, echan mano del
recurso de la “libertad individual” para defender la programación mental
que precisamente la atenaza!
Pero ahora vayamos al otro bando y
observemos qué argumentario han utilizado los que quieren prohibir el
burkini…¿Adivinan qué subterfugio han utilizado?
(redoble de tambores)
¡La Libertad!
Hemos visto a montones de políticos
franceses, con expresión severa, aduciendo: “el burkini representa la
represión sobre la libertad de la mujer, es un símbolo del radicalismo islámico
que tanto daño le ha hecho a Francia, no representa los valores de libertad e
igualdad de la República Francesa, bla, bla bla…”
Como vemos, la (presunta) libertad es el
comodín de los argumentarios de nuestro tiempo…
Aunque ciertamente, debemos indicar que
el concepto de Libertad solo lo han esgrimido las personas con una programación
mental “más refinada”, es decir, personas que necesitan de varias capas de
programación mental para acabar siendo esclavizadas.
Porque existen personas tan débiles
psíquicamente, que pueden ser programadas mentalmente de forma básica, por
no decir directamente “primitiva” y “rudimentaria”; esas personas
apenas necesitan de argumentario…son los que directamente afirman: “Esto es
Europa, somos cristianos y blancos y vosotros sois unos sucios moros
invasores”.
Este tipo de seres humanos son
“maravillosos”: obedecen a su programación mental de forma fanática sin tan
solo necesidad de subterfugios intelectuales. ¡Qué simplicidad!
Y en “el otro bando” también los
tenemos…son aquellos que dicen “sois todos unos infieles y debéis morir”.
De hecho, ambos grupos forman parte de
ese tipo de personas que cada día se esfuerzan en recordarnos que provenimos de
las amebas…
Pero volvamos de nuevo al absurdo debate
sobre el uso del burkini.
Hagamos un poco de repaso.
Más o menos, ya conocemos los diferentes
argumentarios usados en esta discusión y todo el mundo probablemente se ha
formado una opinión al respecto.
Ahora observemos el debate sin
sumergirnos en las lógicas distorsionadoras del Sistema, “desde fuera del Sistema”;
analicemos la discusión teniendo plena conciencia de la existencia de todos
esos mecanismos de programación y de su efecto sobre cada bando…
¿Qué vemos entonces?
Por ejemplo, vemos que todos aquellos
europeos que “atacan” a las mujeres vestidas con burkini, lo único que hacen es
defender ciegamente la pervivencia de las programaciones mentales con las que
han sido educados (programados) e identificados desde pequeños, en forma de
cultura, tradición, costumbres y religión.
Sus programaciones mentales, al sentirse
amenazadas ante la presencia de mecanismos mentales ajenos que pueden “robarles
su cuota de mercado”, arrojan a sus esclavos psíquicos, cual perros
rabiosos, a atacar a los portadores de mecanismos peligrosos para su
pervivencia.
Esta es la triste realidad de aquellas
personas que tan ofendidas se sienten ante la presencia de “musulmanes
invasores”.
¿Pero saben lo mejor?
Resulta que esas personas “europeas y
cristianas” creen que “defienden su territorio” ante algo que consideran
una “invasión”…cuando en realidad, lo que defienden es el territorio
conquistado por la programación mental que llevan instalada en sus cabezas.
¡Es la programación mental la que los
usa a ellos para defender “su territorio”, ante la amenaza de una
programación mental ajena y no al revés!
Pero están tan cegados por sus
mecanismos de identificación, que son incapaces de verlo…
Pero esos “europeos” no son los únicos
locos en este manicomio.
Si seguimos observándolo todo desde
fuera del Sistema, también seremos capaces de ver, de forma diáfana, lo absurda
que es la posición de las personas del bando contrario, aquellos que defienden
con tanta vehemencia el uso del burkini.
En el caso de las mujeres que lo visten,
como ya hemos indicado antes, vemos a personas profundamente esclavizadas por
una programación mental rígida, que no solo se auto engañan a sí mismas
calificando de “tradición” algo que no es más que un mecanismo de represión
mental de carácter hereditario, sino que además tratan de utilizar
cualquier subterfugio disponible, por más contradictorio que sea, para defender
dicha programación mental a capa y espada.
Uno de los ejemplos más claros y
paradigmáticos de ello, lo tenemos en la mismísma inventora del burkini, Aheda
Zanetti, capaz de utilizar un paquete de argumentos que solo pueden sostenerse
dentro de una “(i)lógica onírica”.
En el colmo de los retruécanos y del
absurdo más total y absoluto, la señora es capaz de decir, literalmente, que el
burkini “es libertad” porque permite a las mujeres musulmanas “realizar
deportes o bañarse en la playa”, respetando a la vez sus creencias, es
decir, respetando las restricciones con las que han sido programadas
mentalmente.
O sea, que estamos ante una invención
(el burkini), cuyo objetivo principal es mantener intactas y sin discusión
todas las restricciones que coartan la libertad de un grupo de individuos (en
este caso, mujeres)…¡y la llamamos “símbolo de libertad”!
Es como si alguien hubiera sido
programado mentalmente para llevar grilletes y una bola de hierro encadenada al
pie durante toda su vida y un buen día apareciera alguien y le dijera: “para
que puedas seguir llevando tus grilletes y la bola atada al pie ‘con toda
libertad’ cuando vayas a la playa, vamos a hacer que todas tus cadenas, en
lugar de hierro, sean de plástico, para que no te hundas”.
¡Maravilloso!
¡Es “libertad” en estado puro!
Es una contradicción tan flagrante que
solo puede adquirir sentido cuando se está sumergido en las lógicas propias de
un sueño.
Un sueño ( por no decir una pesadilla )
en el que las personas están encadenadas desde que nacen hasta que fallecen y
en el que los individuos son capaces de matarse los unos a los otros para
defender sus grilletes, al grito de “¡¡Nadie me arrebatará la ‘libertad’ de
llevar mis cadenas hasta la muerte!!”
Es así de demencial.
Esta es la realidad del mundo en el que
vivimos.
Sabemos que todo lo que hemos dicho
hasta ahora es difícil de asimilar…¡porque es demasiado fácil de entender!
No hacen falta sesudos tratados de
filosofía, repletos de farragosas referencias en griego o latín, para
percatarse de que vivimos en una realidad paralela que solo existe dentro de
nuestras cabezas y del profundo efecto que tiene sobre nosotros.
Lo tenemos tan delante de nuestras
narices que cuando nos enfrentamos a ello, tendemos a pensar: “no, no puede
ser…es demasiado evidente, algo no cuadra…no puede ser tan fácil”
Y preferimos buscar cualquier
entretenimiento que nos distraiga y nos aleje de la evidencia: unos lo hacen a
través de las distracciones más mundanas; otros a través de todo tipo de
“fantasías alternativas” que deciden ver como “revelaciones liberadoras” que
los convierten en “despiertos”; y otros perdiéndose en los más complejos
laberintos conceptuales, creados por el Sistema, para alejarnos de lo que es
más que obvio.
Si tuviéramos que elegir una imagen
gráfica para describir lo que le sucede a la humanidad, podríamos pensar en una
película de terror, en la que todo el mundo se ha visto afectado por un virus
que le ha vuelto loco y le hace creer que vive en una realidad alternativa,
como si el velo de un sueño continuo, les cubriera los ojos.
Es como si todos estuviéramos “poseídos”.
Si quieren saber lo que es una auténtica
“posesión infernal”, no es necesario que se pongan “El Exorcista”…salgan a la
calle y observen; acudan a un mitin político, a un campo de fútbol o entren en
un templo religioso…fíjense en la expresión de las personas, en como se
retuercen sus caras en muecas de odio, fanatismo o emoción, dominados por
completo por ideas que solo existen dentro de sus cabezas…
O escúchense a sí mismos, cuando
defienden vehementemente una ideología o una creencia en un debate o en una
discusión…¿están seguros de que son ustedes quienes hablan con tanta pasión…o
hay “algo” en su interior que está usando su voz para defenderse?
¿No quieren creerlo?
¿No quieren aceptar que están ustedes
“poseídos”?
No hay problema: hagan uso del
instrumento más terrorífico jamás creado por el hombre…
Mírense fijamente al espejo…
Háganlo cuando se sientan ofendidos por
que alguien ha atacado alguna de sus más profundas creencias…y verán claramente
que hay “algo”, agazapado en su interior, que está usando sus propios ojos para
mirarles con expresión de rabia…
COMENTARIO
ADICIONAL
Ya sabemos que a estas alturas, habrá
lectores inquietos, removiéndose en sus sillas, buscando subterfugios para
justificar sus respectivas programaciones mentales. Quizás estén negando con la
cabeza, con una mueca de desprecio en la cara y un extraño estado de desazón,
que no probablemente no saben interpretar…
No les culpamos.
Sus programaciones mentales, cual
serpientes amenazadas por el fuego, les azuzan: “¡’Te están’
atacando!¡Defiéndete!”, aunque en realidad quieren decir “¡Defiéndeme,
esclavo! ¡Quieren destruirme!”
Y ellos, desesperados, buscarán
justificaciones para no enfrentarse al hecho de que todo aquello que consideran
sagrado: “sus tradiciones”, su “cultura”, sus “costumbres” o “sus
creencias”, en realidad no son más que programación mental esclavizante.
Ya podemos imaginar los argumentos que
algunos de ustedes estarán construyendo, para “desmontar” lo que decimos en
este artículo…
Nos dirán:
“el concepto de libertad individual que defiende
intrínsecamente este artículo es una falacia, algo que no puede existir. La
propia naturaleza del ser humano lo lleva a convivir en sociedad y la propia
vida en sociedad conlleva la creación de esos conceptos que el artículo,
erróneamente, califica como ‘programación mental’ (costumbres, tradiciones,
creencias, ideologías, etc…) y que garantizan la cohesión de los grupos. Somos
seres sociales y es absurdo tratar estas ‘programaciones mentales’ como si
fueran algo malo, porque sin ellas no podríamos convivir los unos con los
otros, bla, bla, bla…”
Pero amigos, este artículo no discute la
utilidad de todos estos elementos de cohesión social.
Además, muchas veces vienen acompañados
de bonitos sombreros, ropajes coloristas, preciosos cuentos simbólicos y mitos
sagrados que celebramos con ritos de obligatoria repetición periódica…¡quién
puede discutir algo tan crucial para nuestra existencia!
Lo que ponemos en tela de juicio es la
relación de absoluto sometimiento que los individuos establecemos con
estos mecanismos mentales.
La renuncia que hacemos todos a nuestra libertad
individual básica, considerándonos inferiores a lo que no son más que meros
“programas de software psíquico”.
Una libertad individual que es vilmente
asesinada cada vez que se produce un proceso de identificación.
Lo que queda después, ya no es libertad,
solo es puro sometimiento psíquico a la programación, aunque adquiera otro
nombre y se le llame “tradición”, “costumbre”, “ley” o “creencia”.
¿Y cual es el resultado de esta terrible
renuncia?
Observen a su alrededor y verán en qué
se ha convertido la humanidad, construida en base a la obediencia ciega a los
propios mecanismos mentales que vamos creando los humanos.
¿De verdad creen que el ser humano, con
su inigualable capacidad para crear “conceptos de la nada”, no podría
haber construido un mundo mucho mejor que este?
¿Qué mundo tendríamos si los individuos,
en lugar de convertirse en representaciones físicas de sus programaciones
mentales mediante los procesos de identificación, mantuvieran siempre la
soberanía plena sobre sus mentes?
¿Creen que eso es imposible?
¿Por qué?
¿Acaso es imposible que una persona sea
capaz de aprender y abrazar los mejores valores o ideas del cristianismo, el budismo
o el islam, sin identificarse como “cristiano”, “budista” o “musulmán” y caer
en sus respectivas redes de adoctrinamiento y programación mental y social?
¿Acaso es imposible que alguien sea
capaz de hablar y pensar en francés, alemán o italiano y amar sus respectivas
expresiones culturales, sin identificarse como un “patriota” francés, alemán o
italiano, capaz de matar o morir por la dichosa bandera?
¿Qué sucedería si ningún individuo se
identificara jamás con ningún mecanismo de programación?
Si nadie “se sintiera” cristiano,
musulmán, budista, francés, alemán, mexicano, comunista, fascista, socialista,
republicano, monárquico…
¿Existirían los nacionalismos?
¿Existirían los fanatismos religiosos e ideológicos? ¿Existirían absurdos
rituales de obligatorio cumplimiento? ¿Soldados patriotas dispuestos a matar y
morir por su bandera? ¿Borregos fanatizados por el fútbol? ¿Tribus urbanas?
¿Grupos mafiosos? ¿Estúpidos seguidores de modas? ¿Partidos políticos?
¿Cómo sería el mundo si los individuos
hicieran las cosas porque deciden hacerlas por sí mismos, a cada momento, y no
porque alguien les ha inculcado que eso “toca hacerlo porque siempre se ha
hecho así”, “porque es lo correcto según tal o cual doctrina” o “porque
lo hacen todos los demás”?
¿De verdad alguien cree que no podríamos
vivir en sociedad, de forma armónica sin todas esas estupideces metidas en
nuestras cabezas, dominando todos y cada uno de nuestros actos?
¿Alguien cree que nos mataríamos los
unos a los otros por las calles si nuestra realidad la dominaran nuestras
conciencias individuales y no las creencias que nos han inoculado?
¿Acaso hay alguna creencia o ideología
que nos inculque un amor, una comprensión o una empatía que no podamos generar
por nosotros mismos, gracias a nuestra propia conciencia y naturaleza humana?
¿Alguien cree que si dejáramos de seguir
ciegamente tradiciones absurdas y costumbres repetitivas sin sentido, se
perderían los conocimientos y la sabiduría acumulada por generaciones
anteriores?
¿O quizás habría más sabiduría porque
habría mas gente pensando por sí misma y explorando nuevos caminos y métodos
cada día?
¿No es lógico pensar que incluso habría
más intercambio de conocimientos porque no habría tantas fronteras y barreras
ficticias entre los individuos?
Y sobretodo, ¿cómo lo harían todas esas
personas ávidas de poder para controlar a las masas si no dispusieran de esos
paquetes de creencias, ideologías e identidades patrióticas con las que
manipularlas?
¿Cómo generarían odios y resentimientos
artificiales?
¿Cómo crearían enemigos a los que
combatir bajo su “sagrado liderato”?
Se quedarían sin sus principales
instrumentos de dominación y manipulación.
¿Empiezan a ver cuál es la auténtica
raíz de todos nuestros males?
Pero tal y como nos preguntábamos al
principio: ¿Estamos dispuestos a dejar de ver la realidad tal y como nos han
dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?
¿Cuántas personas están dispuestas a dar
ese paso decisivo?
Sabemos que hacerlo no es fácil.
De hecho, es peligroso…porque cuando das
el paso, ya no tienes vuelta atrás…
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