Geopolítica y empréstitos
Dr. Julio C. González
Henry Kissinger en sus tesis
doctoral publicada con el título de “Un mundo restaurado”, señala que la
política contemporánea resulta incomprensible si no se toma como pilar de
referencia a las guerras napoleónicas. En esas guerras, en efecto, se halla la
diagramación básica del mundo actual.
Es fácil acreditar este concepto
si se considera que en las campañas militares de Napoleón Bonaparte lo que se
disputaba no era el ámbito geográfico de Europa sino los imperios coloniales
que las potencias europeas habían edificado en los tres siglos que en aquél
entonces, tenía la época colombina iniciada en 1492. En resumen, el objetivo
político que va desde la campaña de Egipto (19/05/1798-16/10/1799) hasta
Waterloo (18/06/1815) es el Hemisferio Americano más África más Asia
más las rutas interoceánicas que comunican los Continentes. Una guerra por la
posesión del globo terráqueo. Por su diagramación futura. Acaso por su destino
irreversible para todos los pueblos que constituyen la especie humana. Por
algo, el Teniente General Perón, sobre su escritorio de “Puerta de Hierro”
tenía frente a su vista un pequeño busto de Napoleón en bronce.
Dentro de esos objetos
colosales, Buenos Aires, la pequeña aldea portuaria era la llave para el
dominio de un continente. Para los franceses y para los ingleses.
En 1804 William Pih, el joven
(1759-1806) Primer Ministro de Inglaterra trazó el plan de conquista de América
del Sur: ocupar Buenos Aires, crear un ejército de nativos con conductores
ingleses, traspasar la cordillera de los Andes, arrebatar Chile a los españoles
y desde allá por mar proceder a la conquista del Perú. Al mismo tiempo ocupar
Venezuela y con un ejército formado de igual manera batir a los españoles
marchando hacia el Perú donde deberían reunirse con el ejército de Buenos
Aires. Para la conquista que debía vincularse por Buenos Aires fue designado
Sir Arthur Wellesley Duque de Wellington y para la de Venezuela Francisco de
Miranda. Al complicarse la situación europea, Wellington fue reemplazado por
Beresford. Beresford y Miranda iniciaron su cometido sobre el Río de la Plata y
sobre Venezuela en 1806. Los dos fracasaron. Pero el plan se mantuvo
inalterable para ser ejecutado por otros (1).
Hasta el día de Trafalgar (21/10/1806)
tres potencias marítimas disputaban su hegemonía:
España: que con Fernao de
Magalhaes inició la gran aventura de circunvalación del globo en el siglo XVI.
Francia: que con Luis
Antonio de Bougainville (1729-1811) efectuó el relevamiento integral del Océano
Pacífico y con suficientes medios científicos determinó exactamente las
longitudes valorando exactamente las dimensiones de ese océano. Este viaje dio
a Francia los elementos para su expansión y su presencia en Asia (2), Jean
Francois de La Perouse (1781-1788) buscó consolidar este dominio bajo los
auspicios de Luis XVI que, de esta manera aportó un nuevo motivo para su trágico
fin en la guillotina (3).
Inglaterra: que con
Horacio Nelson (1758-1805) venció a sus rivales en Trafalgar imponiendo los
nombres de James Cooke (1728-1779) y de Sir Frances Drake (1540-1596) por sobre
sus antecesores ibéricos y galos. A estos últimos les quedó la óptica y el
heroísmo en amarillentos libros raramente reeditados. A Nelson la estatua que
le elevó el comercio británico por haber cumplido con su deber... comercial.
En la misma época el dominio de
la masa terráquea se hallaba bajo el control de tres naciones:
Rusia: que con Pedro I el
Grande (1672-1725) se convirtió en una potencia económica y militar que ocupó
desde entonces un lugar preponderante en el concierto europeo.
Prusia: que con Federico
II el Grande “un monarca muy liberal” (1712-1786) discípulo de Voltaire,
introdujo en la masa terrestre el desplazamiento de la guerra como equivalente
del desplazamiento que hacían los países marítimos.
Austria: que con María
Teresa (1717-1780) equiparó el poder militar de su país al de Prusia. Que con
José II (1741-1790) introdujo la libertad y al laicismo y que con Clemente de
Metternich (1773-1859) después de Waterloo impuso a Europa el equilibrio de la
paz que duró un siglo. Desde la Santa Alianza de 1815 hasta la primera
conflagración mundial en 1914.
Frente a estos hechos consumados
todo el mundo será escenario forzoso de la historia. La interrelación entre los
gobiernos conductores con las formas más variadas y de los pueblos conducidos,
a gusto o a disgusto, habrá de formar un tejido muy denso.
Un examen elemental de los
plexos que constituyen el teatro de la historia, nos exhibe lo siguiente:
A) Una masa terrestre envuelta por el mar.
Trabajando sobre esta
apreciación Sir Halford Mackinder elaboró en los primeros años de este siglo la
geopolítica sobre la cual ha operado siempre el Imperio Británico (4).
Para Mackinder la masa terrestre
es Europa-Asia y África. Esta masa encierra a la gran isla del mundo cuyos
límites son:
1) Al Norte el Mar Glaciar Ártico.
2) Al Sur el Desierto del Sahara.
3) Al Oeste el Océano Atlántico.
4) Al Este las Estepas y Mesetas de Siberia.
La gran isla del mundo así
delimitada tiene un corazón (Heart Land) que corresponde en límites políticos a
la Rusia Europea.
La gran isla del mundo está
rodeada por un anillo insular y una periferia con bases marítimas que a su vez
tiene un corazón que corresponde a Inglaterra que es de esta manera el corazón
del mar o (Heart Sea).
La gran isla del mundo (con su
corazón en Rusia) es expansiva.
Su constante histórica es
anexarse territorios. Con el método ha marchado hacia el norte, hacia el oeste,
hacia el este y también hacia el sur. La paneslacismo expansivo ha crecido
en tiempos modernos del marxismo-leninismo.
El gran anillo insular y la periferia de los continentes con bases
marítimas tiene su corazón en Inglaterra y
es en cambio, multiplicador. Gran Bretaña a procurado siempre el control
de las islas que se halla frente a los continentes: Gran Bretaña e
Irlanda en sí mismas con respecto a Europa del Norte: Malta y Chipre con
respecto a Europa del Sur: y a África del Norte: Jamaica primero e Islas
Bahamas y demás antillas con respecto a América Central, al Norte de América
del Sur, Malvinas con relación a la parte austral de América del Sur, Isla
Ascensión y Santa Elena con relación al África; Islas Sey Chellas en el Océano
Índico, frente al África y frente a la India, el Archipiélago de Malasia frente
a Indochina, Nueva Zelandia frente a Oceanía. Al mismo tiempo ha establecido enclavar
y bases marítimas en la periferia de todos los continentes: Gibraltar en
Europa, Ciudad del Cabo en África del Sur, Hong Kong en Asia, Terranova en
América del Norte, Belice en América Central, Guyana en el norte de América del
Sur y Buenos Aires, ocupada militarmente en 1806 controlada económicamente de
ahí en adelante, como base de operaciones para la Cuenca del Plata, la
Patagonia, y toda la América meridional como lo hemos analizado detenidamente
en toda la extensión de este trabajo. La enumeración de islas, enclaves y bases
marítimas que hemos formulados es sólo ejemplificativa y no enunciativa de su
totalidad.
Así, resulta evidente que el
imperio Británico y su sucedáneo nominativo el Commonwealth (Common: común,
Wealth: riqueza) ha crecido en forma de encina (6) en todas
las épocas de las eras colombinas. Con los Tudor, con los Estuardos, con la
República de Oliverio Cronwell, con los Hanoover y con los Windsor. Con los
Wings o con los Tory. Con los conservadores de Winston Churchill o Margaret
Tatcher o con laborista de Clement Attle, las raíces troncales de esa encina se
hallan en el hemisferio austral: Nueva Zelandia, Australia, África del Sur y la
Patagonia Argentina.
Es imperioso recordar que por la
proyección de esos cuatro ramales el poder británico se inserta en la Antártida
(7).
Conocer lo expresado, aunque más
no sea en ser enunciado es decisivo para comprender la maltrecha política
interna y el destino de nuestro martirizado país. Porque, como afirma un viejo
aforismo “el que conoce tan solo su propio país tampoco conoce a éste”. Por eso
en nuestras escuelas primaria, secundarias y universidades se enseña únicamente
la Argentina de los adjetivos calificativos y de las biografías de los
gobernantes oponentes: “dictadura” o “democracia”, “Rosas” o “Sarmiento”. El
mapa Argentino del canal de Beagle o del Riachuelo de Buenos Aires o de Viedma.
Jamás un planisferio. De esta manera la explicación integral de una política
sostenida nunca se formula.
El Océano Atlántico es el “mare
nostrum” británico afirman R. Henning y L. Körholz y ya se hallaba dominado por
los efectivos navales ingleses mucho antes de la independencia americana (8). En este
qué hacer fue determinante, para la hegemonía británica la actividad de
piratas, bucaneros y corsarios, esto es, de los guerrilleros del mar que entre
los siglos XVI y XVIII destruyeron el poder marítimo español.
En la tesis geopolítica de Sir
Halford Mackinder, la historia de la humanidad es un ininterrumpido conflicto
entre las dos regiones que antes hemos descrito: 1) la gran masa terrestre e
islas del mundo que es expansiva, crece como la hiedra y ejerce una fuerza
centrípeta, 2) el gran anillo insular y la periferia con bases marítimas que es la multiplicadora crece como la encina y ejerce una fuerza
centrífuga.
Esto se traduce en una
supremacía marítima frente a un equilibrio de las potencias terrestres o en una
supremacía terrestre frente a un equilibrio de las potencias marítimas.
Mackinder explica que para mantener su tendencia a la supremacía, Rusia se
deshizo de Alaska, porque para los rusos no poseer nada sobre el mar es tan
importante como para los británicos no poseer nada fuera del océano (9). En una
eventual alianza entre Rusia y Alemania, Mackinder advierte la gran amenaza
para el Imperio Inglés (10). Esta alianza
se dio en dos momentos de la historia: está Napoleón I y el zar Alejandro
cuando en el río Niemen el 25/06/1807 se pusieron de acuerdo para asfixiar a
Inglaterra por el bloqueo continental y
cuando Molotov y Ribbentrop firmaron el pacto ruso-germano en Moscú, el
23/08/1939.
La conquista del aire en el
siglo XX a puesto a disposición del poder terrestre un elemento para enfrentar
al poder marítimo, que en el siglo XIX no contaba. R. Kenning y L. Körholz son
terminantes al afirmar que “ la declinación de la gran bretaña será provocada
por un nuevo y trascendental factor en la historia de la humanidad, a saber, el
“arma aérea” (11). En la
guerra por la Reconquista de las Islas Malvinas iniciadas el 02/04/1982, la
Argentina exhibió un poder aéreo que constaba la exactitud de esta tesis a la
vez que desarticula el esquema del Sr. Halford y Mackinder.
Frente a todo esto, los EE.UU.
se habrán convertido en una potencia oriental pronosticaba Makinder: observamos
que esto es históricamente cierto desde que Washington y Pekín estrecharon
relaciones en la década de 1960. El autor que comentamos agrega que esta
posición de los EE.UU aparece con el canal de Panamá en 1902 lo cual permitió a
los norteamericanos disponer del pacífico, del Missisipi y del Atlántico por sí
mismos.
La dilucidación de todo este
conflicto reside, según Mackinder en el rol que suma la América del Sur porque
con “el desarrollo de las grandes potencialidades de América del Sur pueden
tener una influencia decisiva en el sistema” (13).
En otras palabras: el destino
del mundo, hoy en 2002, como ayer durante las guerras napoleónicas que
terminaron en Waterloo en 1815 está dado por la posesión de América del Sur. De
ahí el significativo título de la obra del Teniente General Perón “América
Latina-Ahora o nunca”, un título de dos palabras que lo explican todo (14).
La tercera posición de Perón fue
en términos políticos un concepto hemisférico frente a la gran masa terrestre
con corazón en Rusia (Hearthland) y frente al gran anillo insular con corazón
en Gran Bretaña (Heart Sea). Si la América del Sur puede tener una influencia decisiva,
las américas hemisféricas pueden tener una fuerza propia, centrífuga y
centrípeta. De tierra. De mar. De aire. Una nueva alternativa para la
humanidad. El hombre puede y debe cambiar el curso de la historia.
Lo expuesto hasta aquí nos
permite comprender que no era casual la presencia de Jean Adam Graaner, veedor
del Zar de Rusia y del Rey de Suecia, en el Congreso de Tucumán de 1816 (15). Es
evidente que tampoco fue un quehacer turístico su regreso a Buenos Aires en
1818, su estadía en San Luis y en Mendoza estudiando minerales y su paso a
Chile para hacer lo mismo. El destino de Graaner lo confirma: en 1819 partió
del Valparaíso rumbo a Calcuta con el propósito de ir a su país por tierra
atravesando Persia y Asia Menor hasta Constantinopla y desde allí a Suecia.
Pero sorpresivamente en Calcuta por causa de una enfermedad súbita, aparece
embarcado en un navío inglés en el que falleció el 24/10/1819 a la altura del
Cabo de la Buena Esperanza (16) un final
similar al de Mariano Moreno.
Con la muerte de Graaner,
representante del Hearthland, el camino quedó libre la Woodbine Parish
representante del Hearth Sea. Los hechos europeos especificados en el memorando
de la Legación Peruana en Londres de fecha Enero 7 de 1826, se dieron con la
prospección que allí se refiere: la muerte súbita del Zar Alejandro I en 1825,
llegó primero al trono a su hermano Constantino I y así inmediatamente a
Nicolás I que gobernó a Rusia desde 1825 hasta 1855. A diferencia de Alejandro
I, que pretendía restaurar el Imperio Español en América a través de la Santa
Alianza monárquica, Nicolás I volcó todo el poder militar de su país en la
ampliación de las fronteras rusas y anuló los proyectos de sus antecesores con
relación a América por vía de ayuda a España. En 1826 conquistó la zona de
Erivan que correspondía a Persia y la anexó a Rusia. Entre 1827 y 1829
intervino junto con Francia e Inglaterra a favor de Grecia contra Turquía y en
1854 lanzó a su país a la guerra de Crimea donde fue perdedor ante las fuerzas
coaligadas de Turquía, Francia e Inglaterra. Paradojalmente, de los planes
garistas para América del Sur y la Argentina, sólo quedó como símbolo
desapercibido, la locomotora “La Porteña” que los ingleses emplearon en Crimea
y luego en 1857 como gran novedad tecnológica la arrojaron a nuestro país para
iniciar la era del Virreinato ferroviario.
Coetáneamente con la muerte de
Alejandro I, se afirmó la ubicación de Buenos Aires “en el gran anillo y en la
periferia con bases marítimas” con centro en Londres para ello, en ese año de
1825, se incorporó nuestro país a la estructura financiera de los empréstitos
internacionales.
El primer empréstito fue
contratado en 1824, con la casa Baring Brothers en virtud de la autorización de
la junta de representantes de la Provincia otorgada por ley sancionada el 19 de
Agosto y promulgada el 22 de Agosto de 1822 (17). Sobre este
primer empréstito existe una abundante bibliografía (18), manera
sutil ésta de hacer olvidar la cadena de empréstitos posteriores y en especial
los de los tiempos del “proceso”. En verdad es llamativo el hecho de que hayan
tantos autores que se ocuparon del primer empréstito y que no haya uno solo que
hubiese encarado en continuismo detallado de todos los que siguieron hasta
nuestros días, con indicación de tantos datos como los que se vierten sobre el
empréstito de 1824.
Un análisis de tal naturaleza
todavía es agudizado por el país, con indicación de imputaciones económicas,
causas jurídicas, con posición, forma y plazos de amortización y valor de
mérito económico.
El empréstito en cuestión se
perfeccionó por la aceptación que hizo la casa acreedora, Baring Brothers, y el
2 de julio de 1824. En la nota de aceptación dirigida al gobierno de las
Provincias Unidas, los acreedores expresan que ven en la operación “una
conexión futura con los intereses de la Europa” (19). Apenas
siete meses después, el 2 de Febrero de 1825, Gran Bretaña reconocía la
independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a través de la
firma del Tratado de Amistad Comercio y Navegación suscripto por el Cónsul
Woodbine Parish y el Ministro Secretario de Gobierno, Hacienda y Relaciones
Exteriores de las Provincias Unidas, por ley Fundamental del 23 de Enero de
1825, Don Manuel José García.
La sincronización de fechas no
da lugar a dudas que el empréstito de 1824 fue el precio pagado por el Gobierno
de Buenos Aires para obtener el reconocimiento de la independencia “de su nueva
y naciente república” (sic.) conforme nos denomina la nota de la Casa Baring
Brothers del 2 de Julio de 1824 (20).
Las presunciones graves,
precisas y concordantes que existen entre ambos actos, el empréstito y el
tratado de amistad, comercio y navegación, lleva obligatoriamente a la
conclusión jurídica sentada en el párrafo precedente.
LA DEUDA PÚBLICA MACRI 2017
Por Héctor GIULIANO (25.5.2018)
En medio de la crisis cambiaria derivada del sobre-endeudamiento del Banco Central (BCRA) y del urgente pedido de ayuda financiera al FMI para salvarlo de su insolvencia e iliquidez, ha pasado desapercibida la noticia que el Ministerio de Finanzas (MF-ONCP)[1] dio a conocer hace pocos días su Informe de Deuda Pública al 31.12.2017.[2]
LOS NUEVOS DATOS DE LA DEUDA
El stock de la Deuda del Estado Central al cierre del año pasado es de 334.700 MD[3], monto que incluye los Cupones PBI (VL PBI, por 13.800 MD) y el remanente de pago a los Holdouts (por 2.900 MD).
El saldo final al 2016 había sido de 275.500 MD (sin contar estos VL PBI), de modo que – por diferencia de saldos – la Deuda Pública aumentó el año pasado 45.400 MD: 320.900 MD (334.700 – 13.800 MD) contra los 275.500.
Durante el ejercicio se realizaron operaciones de endeudamiento por 139.500 MD y se amortizaron vencimientos por 83.700 MD (por renovación total, hasta el último centavo de Capital), de modo que el stock de deuda se incrementó en 55.800 MD.
El Presupuesto 2017 – Ley 27.341 – preveía un aumento de la Deuda anual de 38.200 MD, esto es, que la deuda aumentó 17.600 MD más de lo autorizado en el presupuesto original aprobado por el Congreso.[4]
No se sabe si este gran endeudamiento adicional haya sido autorizado por el Congreso: modificación de la Ley de Presupuesto o Leyes especiales al efecto, según lo establecen la Constitución Nacional y la Ley 24.156 de Administración Financiera del Estado (Artículo 60).
MACRO-ENDEUDAMIENTO MACRI
La actual administración heredó de la gestión kirchnerista un stock de Deuda Pública de aproximadamente 250.000 MD (unos 100.000 MD más de lo que el gobierno Kirchner lo había recibido del anterior, que era de 151.000 MD).
Durante el 2016 esta Deuda aumentó 34.800 MD (50.400 MD por incremento del endeudamiento menos 8.500 MD por licuación de la deuda en pesos) y durante el año pasado aumentó – también en términos netos 45.500 MD (55.800 MD de incremento del endeudamiento menos 9.600 MD de licuación por ajustes de valuación).
Para el corriente año, la Ley 27.431 de Presupuesto 2018 (no confundir el número de la Ley con la 27.341, del Ejercicio 2017) prevé un endeudamiento adicional por 46.500 MD, que si se conviene un acuerdo utilizable con el FMI por 30.000 MD elevaría esa cifra mucho más aún.
Eso significa que en dos años de gestión el presidente Macri ha incrementado la Deuda Pública registrada en más de 80.000 MD (80.300, producto de 34.800 + 45.500) y que con el endeudamiento adicional previsto para el año en curso – los 46.500 MD citados – llegaría a unos 127.000 MD (126.800), sin contar el préstamo stand-by que se está negociando con el FMI.
En términos nominales y reales ningún gobierno endeudó tanto al país en tan poco tiempo como el del presidente Macri.
ESTRUCTURA DE LA DEUDA
La composición de la Deuda Pública Argentina es secreta en cuanto a identificación de los acreedores y no consta que el gobierno lleve detalle o censo de los mismos.
La única información que se incluye en el Informe Trimestral de Deuda – en este caso, al 31.12.2017 – es su estructura por grandes grupos, que corresponden a:
a) Agencias del Sector Público o Deuda intra-Estado: 155.800 MD (48.6 % del Total).
b) Sector Privado: 135.500 MD (42.2 %) más 2.900 MD remanentes de los Holdouts (0.9 %).
c) Organismos Financieros Multilaterales (Banco Mundial o BIRF 6.300 MD), BID 11.800 MD, CAF 3.000 MD y otros entes menores) y Organismos Bilaterales (8.300 MD, básicamente Club de París): en total, 29.600 MD (9.2 %).
Estas ponderaciones no se hacen sobre el total de Deuda de los 334.700 MD sino sobre otro algo más reducido de 320.900 MD, que excluye los 13.800 MD de los Cupones PBI (VL PBI).[5]
CARACTERÍSTICAS DEL ENDEUDAMIENTO
La Argentina – como lo hemos explicado infinidad de veces – se encuentra metida en una trampa de deuda perpetua porque arrastra una deuda impagable, esto es, un quantum de pasivos de imposible cumplimiento, pasivos que se renuevan total y sistemáticamente a sus fechas de vencimiento, que retro-alimentan así en forma permanente el esquema del endeudamiento argentino y que además suman nuevas deudas.
Como el Capital o Principal no se paga – esto es, no se amortiza en forma neta ni un centavo de la Deuda que vence sino que todo se cancela con nueva deuda - el saldo de este pasivo aumenta continuamente y la cuenta de los Intereses a Pagar sube más que proporcionalmente al incremento del stock de la Deuda.[6]
Con el aumento de los Intereses a Pagar – que son parte del Gasto Corriente - crece el Gasto del Estado y con ello el Déficit Fiscal (que en casi sus dos terceras partes se explica por el costo de los intereses.[7]
Y éste Déficit – provocado por el Costo extraordinario de la Deuda Pública – se cubre con más endeudamiento, cerrando así el perfecto círculo vicioso de la Usura, según el cual el Deudor nunca deja de ser Deudor y paga cada vez más Intereses.
Este cuadro del endeudamiento se ha venido agravando cada vez más a raíz de la Política del gobierno Macri de Gobernar con Deuda, una política financiero-fiscal totalmente irresponsable de toma de deuda sin capacidad de repago y que ha llevado a una nueva crisis de sobre-endeudamiento tanto por parte de la Tesorería como del BCRA.
EL PERFIL DE LOS VENCIMIENTOS DE LA DEUDA
Las cifras oficiales dan una imagen engañosa de la verdadera gravedad del actual perfil de vencimientos de la Deuda Argentina:
a) Según el Cuadro A.1.7 del Informe de Deuda al 31.12.2017 la Vida Promedio Total de la Deuda Pública es de 7.7 años (9.4 para Títulos Públicos, 6.7 para Préstamos de Organismos Internacionales y otros, 1.0 año para Letras del Tesoro, etc.).[8]
b) Pero la concentración de vencimientos a corto plazo desequilibra este cuadro aparentemente manejable de los servicios de la Deuda porque el Presupuesto 2018 prevé vencimientos de Capital por 66.600 MD (que no se pagan, sino que se renuevan en su totalidad con nuevos títulos), la toma de nueva deuda por otros 46.400 MD – lo que totaliza una colocación de 113.000 MD en el año - y además el pago de Intereses por 21.000 MD.
c) Las cifras del Cuadro A.3.6, de Perfil de Vencimientos, según el Informe de Deuda Pública al 31.12.2017 no coinciden exactamente con las del Presupuesto para este año: contemplan vencimientos de Capital por 71.400 MD y pago de Intereses por 18.600 MD, es decir, cancelaciones de principal algo mayores y pago de intereses algo menores.
d) Más – cualesquiera sean los importes exactos – el estrangulamiento de las deudas a corto plazo del Tesoro produce, por definición, una distorsión de los promedios citados (el clásico engaño estadístico de los promedios) porque el Estado Central tiene 34.600 MD de Letras del Tesoro a corto y/o muy mediano plazo (23.500 y 11.100 MD respectivamente), Adelantos Transitorios del BCRA por 25.200 MD (que se renuevan permanentemente pero que el gobierno Macri estaría comprometido en reducir), 1.100 por Pagarés del Tesoro y otros 3.000 MD por Atrasos (la mayoría correspondientes a la deuda remanente con los Holdouts). En total, una masa de 64.000 MD que – en más de la mitad – se renuevan constantemente, dentro de los vencimientos de la Deuda General.
Y a esta peligrosa concentración endémica de vencimientos a corto plazo que caen sobre el Tesoro Nacional se le suma ahora el hiper-endeudamiento paralelo e imparable de las deudas cuasi-fiscales del BCRA – por Lebac, Leliq y Pases Pasivos (cuya mayoría se colocan a términos que van de los 30 días a los 7 y a sólo uno) – y que suman 1.5 B$ (equivalentes hoy, en conjunto, a más de 60.000 MD).
Ha sido precisamente esta última deuda, la del BCRA – la otra cara de la moneda del endeudamiento del Estado Argentino – la que hizo eclosión en las últimas semanas, desnudando la realidad financiera crítica de la administración Macri y dando lugar a un pedido de ayuda urgente dirigido al FMI.
INDICADORES DE LA DEUDA
El Informe trimestral de Deuda Pública del MF acompaña siempre una serie de ratios o índices comparativos de las cifras del endeudamiento del Estado Central, la mayoría de los cuales son tan inoperantes como no representativos de la grave realidad financiero-fiscal que vive la Argentina.
El ejemplo-tipo es el indicador clásico utilizado al efecto, que es el ratio Deuda/PBI, un índice engañoso usado y abusado en forma generalizada por las autoridades de turno y también por la mayoría de los economistas del establishment y que - como también lo hemos observado otras veces - merece tres objeciones metodológicas fundamentales:
- El índice compara dos magnitudes de naturaleza diferente porque en el numerador – la Deuda – se tiene una magnitud financiera cierta y con cronograma de vencimientos precisos mientras que en el denominador – el PBI ó PIB (Producto Interno Bruto) – se tiene una magnitud económica estimada, que es el Producto Nacional (Público y Privado).
- Normalmente este Índice es incompleto en sus cifras, tratando de disminuir las de la Deuda y aumentando las del PBI.[9]
- La comparación básica del Índice es equívoca porque toma en cuenta solamente la Deuda del Estado Central y no la Deuda Pública Nacional (que es la que correspondería), cotejándola con un PBI que por definición corresponde al total país.
Esto es que, a los fines de comparación, un PBI Nacional tiene que corresponder a una Deuda Pública Nacional y no sólo a la Deuda del Estado Central.
Este último punto es particularmente importante porque a la relatividad de los valores del endeudamiento se suma el de la relatividad de los valores de referencia del PBI.[10]
Las falencias citadas del ratio Deuda/PBI no sólo le restan coherencia como coeficiente sino que además le restan eficacia como indicador financiero y ello, entre otras razones, principalmente por no reflejar la gravitación del Perfil de Vencimientos de la Deuda.
Cabe recordar que hacia fines de 2001 el gobierno De la Rúa – después del Megacanje Cavallo a mediados de ese año – también mostraba un índice Deuda/PBI aparentemente no preocupante – del 54 % - pero nuestro país cayó en default, y eso fue precisamente por un problema de tamaño y concentración de vencimientos.
DEUDA PÚBLICA Y DEUDA EXTERNA
Comúnmente se confunde Deuda Pública con Deuda Externa:
a) La Deuda Pública – en este caso, sólo la deuda del Gobierno Central, que suma los 334.700 MD citados – puede ser Interna o Externa según el Criterio de Residencia del Acreedor (no del Tipo de Moneda).
b) El último dato oficial del MF - a fin de 2017 - consigna que le Deuda Externa Pública constituye el 37.4 % de la Deuda Pública Total (más de la tercera parte, excluyendo los Cupones PBI).
c) La Deuda Externa Privada, en cambio, es la que corresponde a Empresas y Bancos no Oficiales.
En consecuencia, cuando se habla de Deuda Externa se están sumando obligaciones con el exterior del Estado (Deuda Pública Externa) y del Sector Privado (Deuda Externa Privada), mientras que cuando se habla de Deuda Pública se está hablando de la totalidad de la deuda oficial, Interna y Externa.
Al 31.12.2017 – según datos del INDEC – la Deuda Externa Total de la Argentina era de 233.000 MD:
- 161.400 MD corresponden a Deuda Pública (142.400 MD del Gobierno Central más 19.000 MD del BCRA (61.1 y 8.2 % respectivamente): un 61 % del total. Y
- 71.700 MD son Deuda Externa Privada (31 %).
Estos datos del INDEC no coinciden con los del Informe de Deuda Pública del MF-ONCP a esa misma fecha (31.12.2017). El Cuadro A.4.5 – Deuda Pública por Residencia del Tenedor – muestra, sobre una Deuda Pública Total de 318.100 MD (que se supone corresponden al total de 334.700 MD sin VLPBI ni Holdouts) cifras diferentes: 119.000 MD de Deuda Pública Externa (37.4 %), en lugar de los 142.400 MD del INDEC y 199.100 MD (62.6 %) de Deuda Interna.
En el caso de la Deuda Externa Privada, en cambio, la información del BCRA todavía no está editada para el Cuarto Trimestre del 2017 pero las cifras a fin del Tercero – al 30.9.2017 – se acercan a las del INDEC: unos 68.000 MD.
La proporción de la Deuda Externa Pública por criterio de Residencia – 37.4 % contra 62.6 % de Deuda Interna – está en relación prácticamente inversa a la Deuda Pública por Tipo de Moneda, que es de 31.3 % en Pesos y 68.7 % en Moneda Extranjera.
Esta relación porcentual aproximada, de 30 % Deuda Externa contra 70 % Deuda Interna, se explica porque gran parte de la Deuda del Gobierno ha sido emitida en moneda extranjera pero colocada en el país.
CONSIDERACIONES FINALES
La nueva Crisis de Deuda, desatada en las últimas semanas bajo forma de corrida hacia el dólar, ha puesto al desnudo el abismo que media entre las expectativas artificialmente optimistas que el gobierno Macri pretende seguir vendiéndole a la ciudadanía y las crudas realidades financiero-cambiarias que lo han llevado al pedido de asistencia urgente del FMI para sostener el problema del sobre-endeudamiento del BCRA.
Para ello el discurso oficial – en línea con las recomendaciones del FMI y con los planteos del establishment en general - pivota sobre la necesidad de un fuerte ajuste fiscal que abandone el gradualismo actual y encare medidas duras y más rápidas de reducción del Gasto Público como forma de bajar el Déficit Fiscal.
Supuestamente, esa baja del Déficit del Estado derivaría en menores Necesidades de Financiamiento, es decir, de colocaciones de montos de Deuda más reducidos en el futuro.
Pero notablemente cuando se clama por una reducción del Gasto Público se omite decir que el Déficit Fiscal que se pretende bajar es causado principalmente por el Sistema de la Deuda Pública, que dentro de dicho Sistema los Intereses a Pagar han devenido el principal rubro del Gasto Público y que, en los hechos, lo que se propone es que esa rebaja de los gastos que se busca hacer recortando el Gasto Primario se utilice para compensar el crecimiento extraordinario de los Intereses de la Deuda.
Mientras tanto, el gobierno Macri sigue emitiendo y renovando Deuda en gran escala, negocia aumentar el stock de dicha Deuda con un préstamo adicional del FMI, mantiene el fuerte ritmo de colocaciones de títulos públicos – sobre todo a través del programa de Letras del Tesoro (Letes) a corto Plazo – el BCRA se encuentra totalmente expuesto a la presión extorsiva de tenedores de Lebac y Pases Pasivos (de cortísimo plazo) que le exigen más tasa de interés para no pasarse al dólar, y todo ello en el marco de un proceso de macro-endeudamiento que no tiene la más miserable demostración de capacidad de repago.
[1] Las informaciones estadísticas sobre la Deuda Pública se compilan y editan a través de la Oficina Nacional de Crédito Público (ONCP), que es el área del MF que elabora el Informe trimestral de la Deuda del Estado Central.
[2] Estos datos de la Deuda Pública corresponden sólo a la Deuda en cabeza del Estado Central, es decir, que no están incluidas aquí las obligaciones de Provincias/Municipios, Empresas del Estado, Organismos Oficiales y Fondos Fiduciarios, ni BCRA ni juicios contra el Estado con sentencia en firme.
El monto de la Deuda Pública Nacional es un misterio: salvo la información que da por separado del BCRA y los datos – tradicionalmente desactualizados - de la Deuda consolidada de las Provincias, las autoridades nunca dan a conocer la situación de la Deuda Pública Total de la Nación Argentina ni se tiene idea aproximada de su magnitud y estructura.
[3] Las abreviaturas MD/M$ significan respectivamente Millones de Dólares/Pesos (B$ es Billones de Pesos) y se expresan siempre con redondeo, por lo que pueden darse mínimas diferencias entre totales y sumatoria de términos.
[4] Este incremento fue atenuado por Ajustes de Valuación por Tipo de Cambio y por CER en 8.500 MD, producto de la Devaluación del Peso registrada durante el período anual, con lo que – con más/menos otros conceptos menores - la variación final resultó de 45.500 MD.
Como las mediciones de la Deuda Pública se expresan básicamente en dólares – por Metodología Internacional y por el hecho que el 70 % de la Deuda está contraída en moneda extranjera – esto implica una fuerte licuación del valor de la deuda en Pesos cuando se la convierte a su equivalente en dólares.
Este proceso de licuación de la Deuda Interna en Pesos – que aligera el peso de las obligaciones en moneda nacional de la Tesorería – perjudica, en cambio, la Deuda Intra-Estado ya que tales papeles están en su mayoría en manos de entes oficiales (empezando por la ANSES), que son los que en su mayoría sufren la merma por desvalorización de los títulos en pesos.
Esta política de pasaje de Deuda Externa con Terceros – Acreedores Privados y Organismos Financieros Internacionales – a Deuda Interna intra-Estado y su posterior licuación – medida en dólares - por Devaluación del Peso y también por sub-indexación de la Inflación, fue iniciada en gran escala por la administración Kirchner y continuada por la de Macri.
[5] Los VL PBI o cupones ligados al crecimiento del Producto Bruto Interno no son Deuda Contingente sino Deuda en firme: lo que es contingente es el año en que se abonarán – si el PBI aumenta por encima del 3 % - y sus valores se calculan en forma acumulativa desde el año base 2005.
[6] Los Intereses a Pagar este año – según Presupuesto 2018 – son de 406.500 M$ (el 14 % del Gasto Público de la Administración Nacional y un 28.3 % del Gasto de la Administración Central) y su ritmo de aumento duplica el del Gasto Público general: en 2017 el Gasto Primario general aumentó un 22 % (21.8) contra el 2016 pero en el mismo período el Gasto por Intereses aumentó el 71.3 $, es decir, más de 3 veces (3.3).
[7] El Déficit Fiscal previsto en el Presupuesto 2018 es de unos 680.000 M$ (678.900, equivalentes a 35.200 MD) mientras que los Intereses a Pagar son los 406.500 M$ citados (un 60 %).
Aunque los intereses efectivamente pagados son bastante menos que esa cifra porque el 30 % de los mismos – 122.600 M$ sobre el total de 406.500 M$ - no se paga sino que se capitaliza por anatocismo.
[8] Notablemente, este promedio de 7.7 años de vida se asemeja al existente a fines del 2001, cuando en plena Crisis de Deuda que llevó al default por incumplimiento de pagos era de 7.3 años.
[9] Actualmente estas distorsiones no son relevantes, pero se mantienen algunos casos. Por ejemplo, en la Deuda no se incluyen los cupones PBI (VL PBI). En la época kirchnerista las omisiones eran más importantes, ya que no se incluía tampoco la Deuda con los Holdouts.
[10] Probablemente lo más confuso y engañoso no es sólo que no se indique claramente las cifras de Deuda que se toman en cuenta – Gobierno Central y no Nacional – sino que además no queda en claro el PBI exacto contra el que esa Deuda se compara (algo que constituye una patología común en materia de des-información sobre todas las Cuentas Públicas en general).
Casos concretos:
- el ratio oficial Deuda/PBI al 31.12.2017 da 57.1 %, lo que supone un PBI de referencia de 561.000 MD (producto de 320.900 MD – Deuda Pública sin los 13.800 MD de VLPBI – dividido por 0.572).
- el PBI o PIB previsto en los Supuestos Macro-Económicos del Presupuesto para el año en curso daba un equivalente a 617.000 MD para el 2017 y 643.000 MD para el 2018.
- El INDEC, para el cierre del año 2017 dio un PBI de 512.000 MD.
- El FMI, en su Informe de Diciembre/2017 sobre la revisión del Artículo IV del Estatuto toma en cuenta un PBI de 10.33 B$ - en línea con los datos del gobierno Macri – equivalente a unos 550.000 MD.
- El Banco Mundial (BM o BIRF) – normalmente considerado más confiable porque calcula el PBI según el método de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPP) – daba para la Argentina un PBI de 545.500 MD al año 2016.
Con tanta disparidad de cifras técnicas se entiende el por qué del uso generalizado de las referencias a la Deuda Pública y a las cuentas fiscales en general como porcentajes del PBI más que como valores absolutos, dado que el manejo de este tipo de indicadores constituye en la práctica una de las formas directas y más eficientes para confundir a la Opinión Pública acerca de la realidad de la situación financiera fiscal del país.
NOTA
ACLARATORIA AL ARTÍCULO “LA DEUDA PÚBLICA MACRI 2017” (25.5.2018)
A
raíz de la sugerencia de un colega y amigo trato de aclarar un párrafo de mi
artículo citado – el tercero – que dice:
El saldo final al 2016
había sido de 275.500 MD (sin contar estos VL PBI), de modo que – por
diferencia de saldos – la Deuda Pública aumentó el año pasado 45.400 MD:
320.900 MD (334.700 – 13.800 MD) contra
los 275.500.
Con
el objeto de aclarar la lectura – los datos no cambian - se desdobla la
redacción explicativa de este párrafo en la forma siguiente:
- El saldo final al 2016 había sido de 275.500 MD pero las cifras no son uniformes porque (a diferencia del 31.12.2017) no se incluyen aquí los cupones PBI.
- Para hacer comparables las cifras – tomando ambas sin los cupones PBI – hay que ajustar el saldo a fin del 2017 restando: 334.700 – 13.800 = 320.900 MD.
- Tomando entonces la diferencia inter-anual (sin VLPBI) nos da que el aumento neto de la Deuda fue de 45.400 MD (320.900 – 275.500).
Cabría
agregar otra aclaración complementaria, con respecto al párrafo siguiente (el
cuarto del artículo), que dice:
Durante el ejercicio se
realizaron operaciones de endeudamiento por 139.500 MD y se amortizaron
vencimientos por 83.700 MD (por renovación total, hasta el último centavo de Capital),
de modo que el stock de deuda se incrementó en 55.800 MD.
La
diferencia entre estos 55.800 MD de aumento nominal de la Deuda Pública durante
2017 – por colocaciones de deuda mayores que amortizaciones - y el incremento real de los 45.400 MD antes
citados, 10.400 MD, no corresponde a cancelaciones netas del stock de la deuda
sino básicamente a licuación de la deuda en moneda nacional debido a la
devaluación del peso durante el ejercicio.
Hasta
aquí la aclaración a estos dos párrafos de mi nota de referencia.
Atte.-
Héctor
GIULIANO
Buenos
Aires, 10-6-2018
La importancia de los tratados de garantía
Por Javier Cornejo
Publicado en el diario El Tribuno el 16/08/2011
Es tradicional que, en defensa de la soberanía de nuestro país, nos remitamos a los actos de despojo, físicos y financieros que fuimos objeto.
Tal los casos de la ocupación británica de nuestro territorio, la ilegalidad e ilegitimidad de la deuda externa, las privatizaciones de nuestros bienes, empresas, cuencas mineras y petroleras, extranjerización de nuestro suelo. Actos por los que claramente responsabilizamos a determinados funcionarios de sucesivos gobiernos.
Pero, de lo que nunca nada se dice, es sobre la responsabilidad de nuestros legisladores al dictar leyes de aprobación de tratados de "garantía" de inversiones extranjeras.
La privatización menemista y las consecuencias económicas de la derrota en la Guerra de Malvinas, son bendecidas por los Tratados de Garantía de Inversión firmados en Londres el 11 de diciembre de 1990, ratificado por Ley 24.184 y en Washington el 14 de noviembre de 1991, ratificado por Ley 24.124. También el Acuerdo de Madrid del 15 de febrero de 1990 en su art. 12., resguardando la presencia británica y norteamericana.
Empero la "garantía de inversiones" se hizo extensiva a otros países, cincuenta y uno en el gobierno menemista, constituyendo la Argentina una de las naciones que más tratados bilaterales de este tipo firmó en el mundo en una feroz transnacionalización de toda nuestra economía y aparato productivo.
No hubo Gobierno alguno que haya intentado siquiera denunciar alguno de tales acuerdos beneficiarios de empresas extranjeras que succionan nuestros recursos.
La característica común de los mismo puede resumirse en:
· 1.- Las empresas extranjeras gozan de un trato similar a los inversores nacionales. Contemplado y asegurado por la cláusula de "trato justo y equitativo".
· 2.- Cláusula de "nación más favorecida" por la que se aseguran contar con condiciones contempladas en otros tratados que les puedan ser beneficiosas. (Caso de Gran Bretaña a partir del tratado de 1825 y en casi todos los sucesivos).
· 3.- Protección de inversiones realizadas con anterioridad a la vigencia del tratado correspondiente.
· 4.- Condición que, si se modifica la legislación nacional, la misma no modifica la normativa vigente al celebrarse el acuerdo.
· 5.-Libertad de "transferencia de activos" a las casas centrales, sin demora y al tipo de cambio vigente en el momento de realizarse los reembolsos al exterior.
· 6.- Garantía estatal para los supuestos de expropiación, no pudiendo ser nacionalizadas o cualquier tipo de desposesión.
· 7.- Prórroga "automática" del tratado a la fecha de su vencimiento, salvo que alguna de las partes lo denuncie. No obstante, las "inversiones" deben ser protegidas hasta 15 a posteriores a la misma.
· 8.- En caso de controversia, Argentina como país receptor, abdica de su potestad jurisdiccional sometiéndose a un tribunal internacional con laudo inapelable. Tal el caso del CIADI y las recientes sentencias que conocemos.
La síntesis expuesta grafica la jerarquía de tales acuerdos internacionales, que superan con creces la autoridad de nuestro propio orden constitucional, constituyendo un formidable entramado jurídico de dominación nacional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario