Científicos
afirman que la inteligencia de la humanidad está disminuyendo (y revelan el
porqué)
Publicado: 13 jun 2018
El estudio analizó pruebas de coeficiente intelectual de alrededor de
730.000 jóvenes noruegos entre los años 1970-2009. Una investigación
independiente en Reino Unido arrojó similares resultados.
Foto ilustrativa
unsplash.com
Un grupo de investigadores noruegos afirma que el nivel de inteligencia de
la humanidad está disminuyendo en las últimas décadas debido a
transformaciones medioambientales y a un cambio en el estilo de vida de las
personas, según un artículo publicado este
lunes en la revista científica estadounidense Proceedings of the National
Academy of Sciences (PNAS, por sus siglas en inglés).
Al decir de estos científicos, los resultados de pruebas de coeficiente
intelectual (CI) aplicadas a cerca de 730.000 jóvenes noruegos en edad de
cumplir el servicio militar obligatorio y efectuadas a lo largo de varias
décadas, entre 1970 y 2009, muestran que se ha producido una disminución
en el nivel de inteligencia.
Este dato contrasta con el llamado efecto Flynn, nombre con el cual se
designó un alza continua del CI sucedida durante la primera mitad del siglo XX
y supuestamente de manera global, que según diversas teorías pudo deberse a una
mejora sustancial de factores tales como la nutrición, la salud o la educación.
Ahora, según las conclusiones del nuevo estudio, el coeficiente intelectual
de la humanidad no solo se ha estancado en las últimas décadas, sino que ha
disminuido un promedio de 7 puntos por generación a causa de alteraciones
en el medioambiente y cambios en el estilo de vida de las personas, aseguran
los autores de dicha investigación.
Esos datos parecen ser refrendados por otra investigación, llevada a cabo
en Reino Unido, que escudriñó en el CI de los británicos y determinó que ha
disminuido entre 2,5 y 4,3 puntos desde 1945.
El día en
que las máquinas puedan elegir: la paradoja del libre albedrío en robots
Año 2043. Reino Unido es el
último reducto de la WCC (Western Countries Confederation) en Europa,
ante el imparable avance del DAESH. Un dron de exploración británico realiza un
barrido por las orillas del Támesis. Con su sensor térmico detecta el avance de
un grupo de soldados enemigos. Analiza y evalúa: diecisiete soldados, todos
hombres (sabe eso debido a que analiza la forma de caminar, y la complexión y
proporciones corporales), armados con armamento ligero y un lanzagranadas.
En milisegundos, manda las
coordenadas del objetivo a otro dron, esta vez a un bombardero X-54, quien, de
nuevo en otros pocos milisegundos, lanzará una lluvia de misiles sobre los
desdichados soldados Sin embargo, los sensores del dron de exploración
detectan nuevos enemigos. Entre las ruinas de lo que antes fue la abadía de
Westminster, avanzan cuatro blindados autónomos de clase T-95. Son un objetivo
estratégicamente muy jugoso (cada tanque de este tipo le cuesta al DAESH unos
dos millones de dólares), mucho más interesante que el grupo de soldados.
Pero hay un problema. Los
estrategas del DAESH descubrieron que había un tipo de blindaje para sus carros
de combate, mucho más efectivo que el usual blindaje reactivo: el antiguo
escudo humano. El objetivo era confundir la inteligencia artificial
de las armas autónomas enemigas o, como mínimo, retrasar sus decisiones.
El cerebro positrónico de un dron
de la WCC tomaba decisiones siguiendo a rajatabla la Convención de
Massachusetts de 2036, en la que 136 países aprobaron un código ético mundial
para armas autónomas, conocido popularmente como BH (el Bushido de HAL).
Según este código, un arma
autónoma siempre evitará el mayor número de víctimas humanas posibles, por
lo que a la hora de elegir el objetivo para un ataque, siempre elegirá a otra
arma autónoma antes que a un grupo de soldados. La táctica del DAESH consistía
en atar a unos cuantos prisioneros, si pueden ser civiles mejor, a lo largo de
la carrocería de sus tanques.
Entonces el dron tenía dos opciones:
- Dirigir los misiles hacia el grupo de diecisiete soldados. Todo correcto a nivel ético y legal: se mata a personas pero son soldados enemigos ocupando territorio soberano.
- Dirigir los misiles hacia los T-95. Se ocasionarían víctimas humanas del propio bando, generando intencionalmente daños colaterales y, por lo tanto, violando claramente el BH. Sin embargo, eliminar esos carros enemigos supondría una ventaja decisiva en la batalla que, casi con total probabilidad, evitaría más muertes que ocasionaría.
¿Qué hacer? ¿Violar tu propio
código ético, o ser práctico y ganar la batalla haciendo, quizá, un mal menor?
El dron piensa y actúa: los blindados enemigos son destruidos. Los
programadores de la empresa Deep Mind encargados de diseñar el cerebro
computerizado de la máquina dejaron una puerta trasera mediante la que los
compradores podían reprogramar la conducta de su arma a su antojo.
Los oficiales del ejército
británico lo tuvieron claro: ganar la batalla era lo primero y unas cuantas
bajas humanas, incluso de civiles, se justificaban en función de intereses
estratégicos superiores.La Batalla de Londres se venció
e, igualmente que le pasó a Hitler justo un siglo antes, la invasión de Gran
Bretaña fue un fracaso. El DAESH y la WCC llegaron a un armisticio temporal.
Todo pareció salir bien hasta que se descubrió que uno de los fallecidos
utilizados como escudos humanos era la hija de Walter Smithson, un
influyente multimillonario, dueño de una de las cadenas de restaurantes más
importantes del mundo. El 2 de junio de 2044 interpuso una demanda al ejército
británico por la acción de su dron.
Legalmente la demanda era
totalmente correcta: el dron había desobedecido la Convención de Massachusetts
ocasionando bajas civiles. Correcto pero, ¿quién era el responsable de la
acción? Los ingenieros de Deep Mind se lavaron las manos: ellos
habían programado el dron para no desobedecer la ley. Si el ejército inglés lo
había reprogramado para hacerlo, no era culpa suya.
Todas las miradas apuntaron
entonces al general Pierce Montgomery, responsable de armas autónomas del
ejército de su Majestad. Pero, cuando todo indicaba que el laureado militar
pagaría el pato, sus abogados utilizaron una sorprenderse estrategia: alegaron
que el auténtico responsable era el dron, ya que había decidido atacar a
los civiles con total y absoluto libre albedrío.
¿Qué es el
libre albedrío?
Definición de andar por casa: si
nos encontramos ante la decisión de tener que elegir entre A o B, podemos
elegir A o B sin que nada ni nadie nos obligue a hacerlo. La vamos desgranando:
¿qué quiere decir que algo o alguien nos obligue? Que alguien nos obligue lo
entendemos muy bien (alguien apuntándome con una pistola), pero que “algo” nos
obligue, ¿qué significa?
Un ejemplo: yo vuelvo a mi casa a
las tres de la mañana y quiero abrir la puerta. Estoy completamente borracho
por lo que no atino a meter la llave por la cerradura. Yo quiero, deseo con
toda mi alma abrir la puerta, pero algo, en este caso la insalubre cantidad de
etanol que fluye por mis venas y atonta mi cerebro, me impide realizar la
acción que yo quiero hacer. En este caso, el alcohol es lo que llamamos un condicionante:
algo que nos obliga, o como mínimo inclina, a obrar de una determinada manera.
Es por eso que, en un juicio, los
condicionantes se convierten en atenuantes. Los abogados de un presunto
criminal aducen multitud de condicionantes para restar responsabilidad a las
fechorías de su cliente. Un crimen cometido con premeditación y alevosía (es
decir, con plena y total libertad) es castigado mucho más gravemente que otro
que se cometiera bajo los efectos del alcohol o con la salud mental dañada (por
eso los abogados de las películas alegan tanto la locura transitoria).
Grandes filósofos como Rousseau o Kant, entendían la libertad como
autonomía, es decir, como darse normas a uno mismo, siempre que esas normas
fueran fruto de una decisión racional
Incluso, los crímenes pasionales
son, igualmente, menos castigados que los cometidos a sangre fría, arguyendo
que las emociones ofuscan o confunden nuestro libre albedrío y nos empujan a
hacer actos que, en estado normal, no haríamos. Las emociones se consideran
también condicionantes. Desde los antiguos griegos, un imperativo vital ha sido
siempre no dejarse llevar por las emociones, controlarlas.
Actuar libremente, no consiste en
actuar guiándote ni por altos o bajos instintos (pasiones) ni por ningún otro
condicionante (cualquier tipo de estado mental alterado) ¿Qué es entonces lo
que impulsa a actuar libremente? Una de las instancias más repetidas por la
tradición occidental ha sido la razón práctica o deliberativa. Tenemos
una facultad mental que nos permite decidir entre A y B. Los condicionantes
pueden influirla pero, en último término, es ella la que elige.
Grandes filósofos como Rousseau o
Kant, entendían la libertad como autonomía, es decir, como darse normas
a uno mismo, siempre que esas normas fueran fruto de una decisión racional, es
decir, hubieran sido meditadas por nuestra razón práctica. Si yo decido escoger
A porque, después de pensarlo muy bien, creo que escoger A es lo mejor que
puedo hacer, estaré obrando libremente. Perfecto, pero aquí hay un grave
problema ¿De dónde surgen las razones mediante las cuales yo guío mi acción
libre? ¿Elijo mis pensamientos, mis razonamientos, las creencias que me
orientan en mi vida? Parece que no.
El psicólogo norteamericano Daniel
Wegner nos invita a hacer un simplísimo juego para demostrarlo: intentad no
pensar en un oso blanco. Es difícil, tarde o temprano el oso blanco volverá a
emerger a nuestra memoria consciente por mucho que intentemos no pensar en él.
En internet había una versión del juego llamado, con suma originalidad, the
game, que consistía, precisamente, en intentar no pensar nunca en el propio
juego. Lo divertido es que el ganador sería aquel que consiguiera olvidar que
estaba jugando y, en cuanto a tal, jamás sabría que había ganado.
El filósofo holandés Baruch Spinoza argumentaba que el libre albedrío es
solo una ilusión ocasionada por nuestro limitado entendimiento a la hora de
conocer las causas de nuestra conducta
Entonces, si no elijo mis
pensamientos y deseos y éstos determinan mis acciones, yo no elijo mis
acciones… ¡No soy libre! Pero, ¿cómo es posible? ¡Yo siento que soy libre!
Ahora mismo pienso en mover mi brazo y lo muevo… ¿cómo podríamos decir que yo
no lo estoy moviendo libremente? Porque el libre albedrío es una ilusión.
Baruch Spinoza (1632-1677)
El filósofo holandés Baruch
Spinoza argumentaba que el libre albedrío es solo una ilusión ocasionada por
nuestro limitado entendimiento a la hora de conocer las causas de nuestra
conducta. Vamos a entenderlo con un ejemplo:
Juan asesina a su mujer
disparándole con un revolver ¿Cuál fue la causa?
- Causa 1: Juan encuentra a su mujer en la cama con un amante, por lo que decide libremente apretar el gatillo.
- Causa 2: Luisa, la mujer de Juan, arriesgó mucho al pensar que Juan no volvería hoy del trabajo tan pronto. Si hubiese sido más prudente Juan no la hubiera descubierto con su amante.
- Causa 3: Manuel, el jefe de Juan, se encuentra de buen humor porque el Getafe, su equipo de fútbol favorito, ha ganado hoy. Por eso deja salir a Juan una hora antes del trabajo.
- Causa 4: Martín, el entrenador del Getafe, decidió sacar en el segundo tiempo a un prometedor jugador de la cantera con el que habitualmente no cuenta. Ese jugador, al borde del minuto 90, metió el gol de la victoria.
- Causa 5: Eloy, promesa de la cantera del Getafe, estuvo a punto de abandonar su carrera futbolística debido a que no contaba para nada para los diversos entrenadores que habían pasado por el equipo. Sin embargo, su padre habló con él y le convenció para que no abandonará.
- Causa 6: Marcos, el padre de Eloy, quiso también ser futbolista profesional. Sin embargo, dejó muy pronto su carrera deportiva porque le ofrecieron un trabajo muy bien pagado en una emergente empresa de informática llamada Apple. Siempre se arrepintió de haber dejado el fútbol, por lo que siempre animará a su hijo a que continúe.
Recapitulamos. Si cualquiera de
estas causas no se hubiera dado, es muy probable que Juan no hubiese asesinado
a su mujer. Todas estas causas están encadenadas como piezas de dominó, de modo
que una es condición para la siguiente (es un ejemplo del conocido efecto
mariposa) pero podemos hablar de más condiciones aún:
- Causa 7: Pedro, el dueño de la armería, pospuso sus vacaciones una semana más, por lo que Juan pudo comprar su revólver al no encontrar la armería cerrada.
- Causa 8: Carlos, el amante de Luisa, chocó accidentalmente con ella cuando caminaba distraído mirando los cuadros de un museo. Sin ese choque jamás se hubieran conocido.
Incluso podemos irnos a
condiciones más lejanas, pero, igualmente, necesarias para que ocurriera el
crimen:
- Causa 9: los chinos inventan la pólvora y múltiples desarrollos tecnológicos van perfeccionando su uso hasta llegar al revólver a principios del Siglo XIX. Sin todo ese progreso, Juan no hubiera podido usar esa arma.
Y, más lejos aún, podemos llegar
a causas que hunden sus raíces en la física más elemental:
- Causa 10: el oxígeno es necesario como comburente para que la pólvora explote y se produzca el disparo del revólver. Sin oxígeno en la atmósfera, jamás se podría haber disparado revólver alguno y, es más, la especie humana no existiría y la vida en la Tierra sería muy diferente a como es ahora.
Tenemos diez condiciones
necesarias para que sucediera el asesinato, pero, como bien podría hacer el
lector como ejercicio de creatividad narrativa, con un poco de imaginación
podríamos pensar una infinitud más (formando lo que en términos técnicos se
llama nube causal). Sin embargo, decimos que el auténtico causante es,
únicamente, el libre albedrío de Juan. A nadie se le ocurriría pensar que el
culpable fuera el entrenador del Getafe, el dueño de la armería, los directivos
de Apple o, más disparatado aún… ¡el oxígeno!
¿Por qué decimos que fue Juan?
Spinoza lo tenía muy claro: es imposible conocer todas las causas que tuvieron
algo que ver con el crimen por lo que, simplificamos a lo bestia con nuestros
estúpidos cerebros de primate, y seleccionamos solamente una causa: el
yo libre de Juan.
¿Sucesos
aleatorios?
El universo está gobernado por
una serie de leyes naturales que, hasta ahora que sepamos, siempre se
han mantenido estables desde los orígenes de todo. Algunas de ellas, las más
poderosas, son deterministas, es decir, se cumplen siempre y en todo lugar,
siendo imposible violarlas (por ejemplo, la gravedad). Otras, sin embargo, son
probabilísticas o estocásticas, es decir, que solo se cumplen con un
determinado grado de probabilidad (por ejemplo, fumar provoca cáncer de
pulmón).
Si todo lo que dirige nuestras
vidas estuviese regido por leyes deterministas no habría lugar para el libre
albedrío: tomaríamos nuestras decisiones de un modo tan obligatorio como el de
una pelota cayendo hacia el suelo. Sin embargo, algunos han visto en las leyes
probabilistas una vía de escape.
Si nuestro cerebro no es una
máquina determinista, sino que en su funcionamiento participan procesos
estocásticos, es posible que allí esté nuestra libertad, en el azar, en
la aleatoriedad. Pero, ¿existen realmente sucesos aleatorios? En el mundo a
escala humana, parece que no, pero en el mundo cuántico, algunos
físicos nos dicen que sí (y otros que no).
Si nuestro cerebro no es una máquina determinista, sino que en su
funcionamiento participan procesos estocásticos, es posible que allí esté
nuestra libertad, en el azar, en la aleatoriedad.
¿Qué es un suceso aleatorio? Aquel que
ocurre sin una causa que lo determine de modo que, incluso conociendo todas las
variables que se dan en el proceso, sea imposible predecir su comportamiento.
En este sentido, un suceso aleatorio podría parecerse mucho a un acto libre ya
que, igualmente, el acto libre necesita no tener una causa que lo determine,
necesita ser una causa sin causa o incausada.
¿Es entonces un suceso aleatorio
un acto libre? Lo sentimos, pero no. Que algo sea aleatorio solo implica dos cosas:
- Que, aceptando la verdadera aleatoriedad cuántica, sucede sin causa alguna, sin nada que determine su conducta. Pero eso no implica que sea fruto de una decisión libre. Aceptando que el lanzamiento de una moneda es un acto realmente aleatorio, la moneda no toma ninguna decisión, no delibera ni planifica ni desea hacer nada siguiendo un propósito. La moneda no es libre de elegir cara ni cruz.
- Que, realmente, lo único que pase es que no somos capaces de predecir su comportamiento debido a nuestras limitaciones observacionales o cognitivas, y que el suceso sea, en último término, tan determinista como cualquier otro. Estaríamos de nuevo ante la ignorancia de Spinoza: que desconozcamos las causas de un suceso no implica que éste obre libremente.
No amigos, por la aleatoriedad no
llegamos a la libertad. Y es que para que una acción sea libre necesitamos no
que no esté determinada por nada sino que esté determinada por nuestra
voluntad, por nuestras preferencias, valores, deseos… y los actos aleatorios,
evidentemente, no lo están.
¿El Yo como
fuente de libertad?
Para que un acto sea libre
tendremos que tener un Yo, una instancia que, realmente decida. Precisamente,
el argumento actual más en contra de que las máquinas son libres es que no
tienen un Yo, no tienen a nadie que decida en última instancia, solo siguen a
rajatabla su programa, sin poder violarlo jamás.
¿Y qué es el Yo? Pregunta
complicada donde las hubiere. Muchos lo han identificado con ciertos estados o
fenómenos propios de nuestra mente: nuestra consciencia, nuestro “espacio
interior” o subjetividad, nuestra sentience (capacidad de tener
sensaciones), o ya, en términos religiosos, nuestra alma o espíritu.
- El Yo no puede observarse de ninguna forma, ni siquiera usando la introspección. Si yo me analizo a mí mismo pensando, recordando o sintiendo, lo único que encuentro son pensamientos, recuerdos o sentimientos, pero nunca a ese sujeto que los tiene. Nadie jamás ha observado su yo ni el de nadie ¿En ciencia no ese eso suficiente para negar la existencia de algo?
- La neurología contemporánea no ha encontrado ningún lugar en el cerebro donde pueda encontrarse el módulo del Yo (aunque hay intentos muy loables). Las investigaciones apuntan más a que cada elemento de la experiencia consciente se procesa en diferentes partes del cerebro. De hecho, uno de los grandes problemas de la neurología actual es el llamado binding problem: ¿cómo se integra y se sincroniza toda la información sensorial en una imagen mental coherente?
- Los famosos experimentos de Benjamin Libet y muchos otros posteriores, sobre libre albedrío, muestran que los sujetos son conscientes de tomar una decisión después de que la decisión haya sido tomada. La conclusión es totalmente revolucionaria: el Yo, si es que existe, no decide… por lo tanto, no tiene ninguna relación con la libertad.
Desde luego, si el libre albedrío
es una noción oscura, la de Yo no le va a la zaga… ¿Qué nos queda entonces?
¿Tenemos que renunciar a una idea tan central en nuestro mundo como lo es la
libertad?
El alegato del
general Montgomery
Volvemos a la historia de los
drones asesinos. Cuando todo parecía indicar que el responsable y, por lo
tanto, culpable de todo era el general Montgomery, sus abogados elaboraron una
sorprendente defensa: alegaron que el libre albedrío no existía, por lo que el
general Montgomery ordenando que sus drones violaran la convención de
Massachusetts, era tan poco libre como el dron ejecutando la orden. Entonces, o
los dos no son libres y ninguno de ellos tiene responsabilidad en la muerte de
la hija de Smithson, o los dos son igualmente libres y entonces, el dron,
ejecutor de la acción, es el genuino responsable.
El juez comenzó a ponerse
nervioso. Si no existía el libre albedrío nadie sería responsable de nada por
lo que el sistema judicial era un fraude… ¡Todo el trabajo de su vida no tenía
sentido! ¡Tranquilícese señoría! – Repuso uno de los abogados – Tal como
defendió el filósofo escocés David Hume, es posible
compatibilizar una cierta idea de libertad con el determinismo físico.
Se trata de definir como acción
libre aquella que no está en contra de las determinaciones de mi propia
voluntad. Mis pensamientos, creencias, valores, etc. que causan mi acción están
completa y absolutamente determinados por causas anteriores y yo no soy más
libre que el dron de combate.
Estoy, por decirlo en términos
informáticos, programado de antemano por mi naturaleza y mi cultura. Sin
embargo, si debido a éstas yo quiero elegir A, y algo externo a mí me impide
que yo lo elija, estará poniendo trabas a mi libertad e impidiendo que yo obre
libremente. Por decirlo de otra forma: ser libre es poder obrar conforme a
lo que estoy determinado.
De este modo, podemos juzgar y
condenar a cualquier criminal sin que el sistema judicial se venga abajo ¡Es
posible justicia sin libertad! Por lo tanto, el dron, actúo siguiendo su
programación sin que nadie se interpusiera entre su libre obrar y su objetivo,
por lo que es culpable de sus actos.
La sentencia sorprendió al mundo:
el 28 de agosto de 2044, el dron de combate de tipo R-6 Alpha C con nº
de bastidor 365889725E, fabricado y ensamblado en Taiwan por la Hongji
Corporation, para la empresa estadounidense Deep Mind, actualmente
en propiedad del ejército británico, fue el primer robot de la historia juzgado
y condenado en un juicio. El castigo fue ejemplar: desmontar el dron y reciclar
sus piezas para otros drones, destruyendo así su individualidad como agente
racional (el equivalente robótico a una condena a muerte).
No obstante, ni el general
Montgomery ni la empresa Deep Mind se fueron del todo de rositas. El
general por reprogramar el dron para que pudiese violar la convención de
Massachusetts, fue condenado por cómplice e inductor del asesinato. Se le
degradó de su rango y se le condenó a pasar tres años en una prisión militar
(si bien al final, y de nuevo por la habilidad de sus abogados, no cumplió
ninguno).
A Deep Mind le cayó una
cuantiosa multa por violar ciertas leyes de protección de software que
prohibían vender código abierto sobre ciertos productos militares (si bien al
final no pagó nada. Se declaró en bancarrota e incapaz de pagar, cambió su
nombre por Deep Neuron y se refundó, siendo hoy en día la empresa
hegemónica en el diseño de drones de combate).
Pero lo más interesante es que
esa sentencia creó jurisprudencia y, en cuestión de pocas semanas, los
tribunales de todo el mundo estaban llenos de juicios en los que había
inmiscuidos robots; y en cuestión de unos años, ya existía una rama del Derecho
específica llamada Derecho Computacional, en el que se intentaba
legislar para clarificar todo ésta difícil problemática acerca de las máquinas
criminales.
Científicos
logran crear una inteligencia artificial capaz de predecir el futuro
Jun 16, 2018inteligencia
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Algunas personas pueden ver eventos futuros dentro de
sus mentes mientras que otros ven el futuro en sus
sueños. Algunos psíquicos conocen
los eventos futuros gracias a los mensajes “enviados” por
sus guías
espirituales, mientras que otros simplemente
conocen lo que está por ocurrir de una manera intuitiva. Pero todos ellos
experimentan la precognición de
una manera u otra.
Y la capacidad de ver el futuro no es simple ficción,
a lo largo de la historia ha habido casos bien documentados de personas que soñaron
con el hundimiento del Titanic, o incluso sobre los trágicos
atentados del 11
de septiembre de 2001.
Sin embargo, también hay que decir que
muchos sueños o visiones no son del todo claros y muestran un suceso
futuro de una manera simbólica que requiere de ciertas
interpretaciones. Los únicos que no necesitan utilizar la precognición son los
psíquicos y los médiums.
Debido a que estas personas tienen una conexión especial con el mundo
espiritual, les es posible leer la energía y tener una visión sobre el futuro
de una persona o conocer intuitivamente los eventos futuros. Dicho esto,
imagina por un momento que puedes “ver” el futuro, ¿qué
harías? ¿Sabrías el ganador del Mundial de Fútbol de 2018 y apostarías una
gran suma de dinero? ¿Tal vez te convertirías en Tom Cruise y detendrías a los
criminales al estilo Minority Report? Independientemente de cuál sea tu
respuesta, esa posibilidad pronto podría estar al alcance de todos ya
que un grupo de desarrolladores en la Universidad de Bonn, Alemania,
han conseguido utilizar la inteligencia artificial para predecir el futuro.
El poder de predecir el futuro
Investigadores alemanes han desarrollado un
software que es capaz de predecir, con gran precisión, y cómo se
desarrollarán eventos antes de que sucedan. Se trata de un sistema de
predicciones altamente preciso basado en el análisis de información pasada.
Como explica el profesor Jürgen Gall, tal técnica permite
a una computadora “predecir el tiempo y la duración de las actividades,
minutos o incluso horas antes de que sucedan”.
El equipo del Dr. Gall cree que esta
tecnología revolucionaria se puede utilizar para uso doméstico, como por
ejemplo los asistentes robóticos. Los humanos pueden comprender y
anticipar las acciones de los demás, brindándoles apoyo cuando es
necesario. Sin embargo, los robots aún no pueden hacer esto. Ahora, con el
nuevo software del Instituto de Ciencias de la Computación de la Universidad de
Bonn, la inteligencia artificial puede comenzar a estimar el tiempo y la
duración de las actividades futuras por períodos de varios minutos, entendiendo
cuándo van a necesitar implicarse para, supuestamente, ofrecer ayuda.
El programa informático fue “entrenado” durante
más de cuatro horas con vídeos que
mostraban cocineros preparando diferentes ensaladas. Cada
grabación duraba cerca de seis minutos, que contenía alrededor de 20 acciones
diferentes. También se mostró a la inteligencia artificial, durante el
vídeo, un marco de tiempo sobre qué era la acción, cuándo comenzó y cuánto
tiempo se necesitó.
Al mirar estos vídeos, el sistema pudo aprender qué
acciones seguían típicamente a otras y por cuánto tiempo generalmente
duraban. Sin embargo, debe haber espacio para la flexibilidad, los
diferentes chefs hacen tareas en diferentes órdenes o a diferentes velocidades
y el ordenador necesita ser capaz de entender sus demandas. Para probar el
software, el equipo de investigadores preparó un conjunto de vídeos que nunca
antes había visto. También estaban a punto de preparar ensaladas, pero
esta vez la computadora solo sabía lo que iba a suceder en el primer
20% a 30% del vídeo, luego tenía que predecir lo que iba a ocurrir y
cuándo.
“La precisión fue superior al 40% para períodos cortos
de pronóstico”, explica el Dr. Gall, “Pero luego cayó
cuando el algoritmo tenía que mirar hacia el futuro.”
Pero las actividades que se extienden más allá de los
tres minutos en el futuro solo tuvieron una predicción del 15%. El equipo
también reconoce que la inteligencia artificial aún no consigue
resolver lo que sucede en un vídeo sin información contextual sobre
cómo comenzó. Sin embargo, ese es un problema que se puede resolver
fragmentando los datos y ayudando a proporcionar un contexto de aprendizaje
para el programa en sí.
Sin duda, lo que ha conseguido el Dr. Gall y su equipo
es un avance realmente sorprendente. Pero la realidad es que solo estamos al
comienzo del desarrollo del software de predicción, que probablemente llegue
a ser extremadamente poderoso en un futuro próximo. Y lo que también hay
que tener en cuenta es que las posibilidades que ofrece este tipo de tecnología
son bastante aterradoras.
Si las empresas logran predecir clientes potenciales,
podrían tratar de manipular su comportamiento a través de publicidad dirigida
intencionadamente. Por no decir, que nos podemos encontrar ante un futuro
distopico donde los humanos somos controlados mediante una
tecnología similar a la representada en el relato corto de 1956 de Philip K.
Dick titulado “El informe de la minoría (en inglés: The Minority Report)”. Pero también hay que
recordar a los científicos que nunca conseguirán arrebatarnos nuestra verdadera
existencia, nuestro ser.
¿Qué opinas sobre la nueva tecnología para predecir el
futuro? ¿Los científicos tienen que otorgarles ese poder a las maquinas?
China
crea un robot profesor para dar clases a los niños
Jun 17, 2018
Por Hispan Tv
China presenta a ‘iPal’, un robot educativo concebido
como compañero de los más pequeños de la casa, 15 de junio de 2018.
iPal es uno de los robots educativos presentados esta
semana en el salón de la electrónica de consumo de Shanghái, gran simposio de
la innovación tecnológica de Asia. El artilugio está programado para hablar en
dos idiomas, da clases de matemáticas, bromea e interactúa con los niños a
través de una tableta electrónica en el pecho.
Este robot tiene la estatura de un niño de cinco años,
se desplaza sobre ruedas, está dotado de brazos articulados y lleva en el pecho
una amplia tableta. Sus ojos están equipados con una tecnología de
reconocimiento facial.
iPal es de color blanco, con ribete rosa o azul.
El aparato permite a los padres hablar a distancia con sus hijos y
vigilarlos, gracias a sensores que oyen y ven todo lo que sucede a su
alrededor.
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