(1809 /1810), y el Pacto de Mayo en Córdoba (2024).
El Pueblo quiere saber de qué se trata.
Por Martín Miguel Güemes Arruabarrena
El Presidente Mi Ley ha convocado a un Pacto nacional el próximo 25 de mayo, fecha patria del País de los Argentinos. ¿Por causalidad simbólica? ¿De cuál mayo nos habla? En Córdoba ¿por eje geográfico, mediterráneo de hoy? ¿De la Córdoba del Tucumán, de ayer? En este tiempo bicentenario que vivimos ¿cómo una forma de rehacer la memoria histórica de la dirigencia (a la cual llama: casta)? ¿Es intencionalidad política, sustentada por la historia, aunadas por el anhelo de reconstruir la Argentina liberal con la que tanto sueñan los anarquistas libertarios? La primera respuesta, que podemos hacernos, ante este planteo presidencial, desde la perspectiva histórica, es: que no hubo un mayo, sino dos mayos. El primer grito de libertad, fue en el Alto Perú (hoy Bolivia), en Chuquisaca (25 de mayo de 1809). Este movimiento libertario, surgido en la ciudad de los cuatro nombres (Charcas, Chuquisaca, la Plata, Sucre), fue una piedra tirada en el estanque de la siesta colonial. Una flecha incendiaria lanzada desde el Cerro de Plata de Potosí; eje centrípeto de la región del Plata (basado en su riqueza argentífera). Pues, ayer fue la plata, hoy es el litio, el planteo geopolítico, y geo cultural de nuestro Norte Grande. Este movimiento de autonomía regional (en Sucre), terminó en La Paz (proclamada la independencia), sofocada violentamente, y ahogada en sangre por el Imperio Español. Desde el patíbulo don Pedro Antonio Murillo, uno de los cabecillas del movimiento independentista, manifestó: "La tea que dejo encendida, no se apagará jamás." Desde Chuquisaca, escapando de la represión absolutista, llegaron a Buenos Aires, y a todas las regiones del Virreinato del Río de la Plata (creado en 1776), los pregoneros de la libertad jacobina (Moreno, Castelli, Monteagudo), a los cuales se sumaron potosinos como el Coronel Cornelio Saavedra. Poco antes, la hermana mayor en familia logra vencer al Imperio Británico. Las invasiones inglesas de 1806 / 1807 con el triunfo criollo, apoyados por mestizos, mulatos, zambos, aborígenes, forjaron el sentido de autoestima, de pertenencia, de identidad propia. Siempre es el pueblo el que decide su destino. Santiago de Liniers el reconquistador, fue el héroe indiscutido. Es el nuevo Virrey elegido por la chusma, por los cabecitas negras. Su liderazgo será cercenado de un tajo (fusilado en Cabeza de Tigre), por los jacobinos de la revolución probritánica, nacida de la invasión napoleónica a la península ibérica. La revolución francesa en la punta de las bayonetas, sale a imponer la libertad. Ante el poder de Napoleón, la monarquía española abdica el trono. La casta afrancesada se pliega a la invasión a su tierra. El pueblo no transa, y así nacen las juntas de gobierno, las guerrillas, la lucha por la independencia. Allí en España, y aquí en Suramérica. La dirigencia borbónica, asume su condición de extraña al sentir popular. Ni siquiera Fernando VII "el deseado", logrará restaurar del sistema monárquico. Ambiguamente "los nobles" apoyan a José Napoleón ("Pepe botella"), impuesto por el gran corso, y realizan secretas tenidas con las logias británicas. De todo este abanico de intereses, de esta danza ideológica de nuevo cuño, surge la posibilidad cierta de abrir el monopolio español al Libre Comercio en el Plata. Con sus consecuencias nefastas, en el interior. Así lo realiza Cisneros, la excusa: el déficit fiscal que ha acarreado en las arcas públicas, el robo británico (el tesoro real, es paseado en las calles de Londres). Podemos así, afirmar: que el primer déficit público, nace del robo pirata. Costumbre inveterada, que se sucede en el tiempo patrio. Siempre el endeudamiento es producto del tributo al poder internacional del dinero. ¿Cuántos mayos coexisten en el primer gobierno patrio? Para ser más claros ¿cuántas fuerzas convergen para formar esta junta de mayo? Fundamentalmente dos, una tradicionalista, y otra progresista, una evolucionista, otra revolucionaria. La tradicionalista y evolucionista estuvo representada por el Cnel. Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento Patricios; la progresista y revolucionaria por el Dr. Mariano Moreno. Saavedra era potosino, Moreno porteño; el primero, fue quien decidió la destitución del Virrey Cisneros, mediante el uso de la fuerza militar; Moreno quien apoyó al mismo Virrey Cisneros, cuando la apertura del puerto de Buenos Aires al comercio inglés. La libertad de comercio, la irrupción de las mercaderías producidas por la revolución industrial inglesa, trajeron como consecuencia: la destrucción de las artesanías del interior. Era el sueño de la mano invisible del mercado, de los jacobinos sin burguesía. Moreno "el numen de Mayo" al decir de Mitre, fue quien expulsó a los representantes del interior, que venían a conformar un gobierno de alcance Nacional. La Junta Grande era el anhelo de todos los pueblos. Moreno representaba a los hacendados, a los intereses exportadores pro británico. ¿Las dos tendencias están representadas, en el gobierno actual anarquista libertario? El abrazo del Presidente Mi Ley, con la Vicepresidente Victoria Villaruel, ante el cenotafio de los caídos en Malvinas, el pasado 2 de abril, ante representantes de las Fuerzas Armadas, nos da una punta del ovillo de las fuerzas que convergen del ayer, a hoy… en relación al 25 de mayo del 2024.
El Primer 17 de Octubre
Nos queda tratar, para visualizar las fuerzas convergentes en el tiempo germinal de nuestro país, la rebelión de los orilleros porteños (4 y 5 de abril de 1811). Pasamos a relatarlo, para Ud. amigo lector: Volvamos a situarnos en los arrabales. Un rumor va creciendo en los primeros días de abril en las quintas, en los suburbios de aquel Buenos Aires que despereza su siesta colonial. El pueblo escucha a Joaquín Campana y Tomás Grigera, en sus análisis y proclamas sobre los acontecimientos políticos y sociales. Los paisanos los rodean, sus rústicos oídos comprenden el fondo de sus palabras: ¡debemos defender al Coronel Saavedra! proponen. Expulsar a los logistas es la consigna popular. Está secuestrado por los vende patrias, me parece escucharlos. El paisanaje del suburbio se encamina hacia la Plaza Mayor. Van llegando gente "de a caballo, y de a pie". Tras las rejas de las casonas porteñas, se esconden los godos y realistas. También los partidarios de la libertad de comercio, y de inca la perra. Las señoras pacatas y los señorones empacados en sus nostalgias de ultramar, cierran los postigos de sus casonas. La gentuza molesta con su presencia. El Cabildo es testigo, ante el avance popular, de tantas esperanzas reunidas. Se produce el fenómeno de la rebelión de las masas, analizado en el Siglo XX por Ortega y Gasset. En Suramérica, en nuestra Argentina, se convierte en un dato imprescindible de nuestra historia. Es un hecho sociológico fundamental. Es el componente esencial de todo movimiento de reivindicación nacional y popular. Como un gigante que no podemos vislumbrar desde nuestra pequeñez, la multitud encarna el espíritu de la tierra. Los rumores de la periferia se convierten en pisadas imperecederas. Sus huellas rastreadas con intuición de baqueanos, nos señalan una epopeya nacional y popular. El 5 y 6 de abril de 1811, el pueblo dice: ¡Presente!, y la Plaza de Mayo se puebla de los paisanos y Colorados del Monte (de Rosas), de los chinos y milicos del desierto (de Roca), de la chusma y federales (de Yrigoyen), de los cabecitas negras y laboristas (de Perón) como un símbolo de nuestras rebeldías ancestrales. La revolución de los orilleros porteños, es la heterodoxia del pensamiento y el sentimiento de Mayo, la búsqueda esperanzada de una nueva ortodoxia, de cabalgar entre la metafísica y la dialéctica. Era una reacción tendiente a preservar la revolución de mayo y forjar la independencia de las Provincias Unidas de Suramérica (9.07.1816).
Todo pacto nacional que empequeñezca los movimientos populares, gestados en los márgenes de la civilización, cae en la incoherencia de defender el antiguo régimen: las oligarquías financieras. La historia no vuelve atrás… antes del 25 de Mayo en Córdoba, en el país de los argentinos evocamos a los orilleros que guiados y acompañados por hombres honestos, supieron ubicarse en el centro de la escena nacional. Los intérpretes del desarraigo, que bregan por la civilización cosmopolita, olvidan, que también es tener memoria (Martín Fierro). A los arcabuceros del desánimo, a los enemigos del alma de los argentinos, la memoria popular los ubica en el centro de la escena. No podrán sacarse el lazo, y dejar de encaminarse hacia el brete que han forjado inveteradamente. La revolución de los orilleros (de ayer y de hoy…) es parte esencial de nuestra memoria histórica, de nuestra conciencia nacional. Sin la defensa de nuestro patrimonio espiritual y material, el Pacto de Mayo se convierte en un contubernio entre castas, gestado para sostener el centralismo sobre las provincias. Para imponer el libre comercio, destruyendo nuestra industria nacional. Un pacto de mayo para la libertad, no se sostiene sin la independencia.
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