, aunque con restricciones
Un nuevo documento aprobado por el Vaticano indica que los seminarios de la península podrán admitir candidatos gay, siempre y cuando -y tal como se le exige también a los candidatos heterosexuales-, garanticen ser castos
11 de enero de 2025 Corresponsal en Italia Elisabetta Piqué
El papa Francisco en el VaticanoTIZIANA FABI - AFP
ROMA.- En lo que algunos interpretaron como un paso adelante notable, con el vía libre del Vaticano y fuertes restricciones, la Iglesia italiana le abrió las puertas a los sacerdotes homosexuales. Según un documento aprobado "en vía experimental" por tres años por el Dicasterio del Clero para la Conferencia Episcopal italiana, que entró en vigor este jueves, los seminarios italianos podrán admitir candidatos gay, siempre y cuando -y tal como se le exige también a los candidatos heterosexuales-, garanticen el compromiso a "elegir libremente y vivir responsablemente la castidad en el celibato".
La línea de la Iglesia Católica siempre se remontó a una "instrucción" de 2005 de la Congregación para la Educación católica "acerca de los criterios de discernimiento vocacional con respecto a las personas con tendencias homosexuales en vista de su admisión al seminario y a los órdenes sacros". Ese texto, de la época de Benedicto XVI, que fue ratificado por Francisco en 2016, estableció que la "Iglesia, aun respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir aquellos que practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostiene la llamada cultura gay".
De 89 páginas, el nuevo documento sobre "La formación de los presbíteros en Italia", que entró en vigor este jueves, en el párrafo 44 reitera en forma exacta la frase anterior. Es decir, que no podrán ser admitidos quienes tienen una "profundamente arraigada" tendencia homosexual, no pueden vivir la castidad y respaldan a la llamada cultura gay, "porque dichas personas se encuentran, de hecho, en una situación que obstaculiza gravemente un correcto relacionarse con hombres y mujeres".
Pero, como destacó en un posteo en X el padre jesuita norteamericano James Martin, autor de best sellers religiosos, una de las voces más influyentes del mundo católico norteamericano progresista y referente del mundo LGTB, a continuación, el mismo texto dice algo totalmente novedoso.
"En el proceso formativo, cuando se hace referencia a tendencias homosexuales, es también oportuno no reducir el discernimiento solo a tal aspecto, sino, así como para cualquier candidato, entender el significado en el cuadro global de la personalidad del joven, para que, conociéndose e integrando los objetivos propios de la vocación humana y presbiterial, alcance una armonía general. El objetivo de la formación del candidato al sacerdocio en el ámbito afectivo-sexual es la capacidad de recibir como don, elegir libremente y vivir responsablemente la castidad en el celibato", añade.
El jesuita Martin interpretó este párrafo como una apertura enorme. "Esta es la primera vez que veo en un documento aprobado por el Vaticano la sugerencia de que el discernimiento sobre si un hombre gay puede ingresar al seminario no puede determinarse simplemente por su orientación sexual. Mi interpretación de esto -y es sólo mi interpretación- es que, si un hombre gay es capaz de llevar una vida sana, casta y célibe, se le puede considerar para su admisión al seminario. Entonces, a mi modo de ver, esto es una especie de paso adelante", aseguró.
"Por primera vez se abre oficialmente la puerta a los candidatos gay", explicó Martin a LA NACION.
Mientras que los principales diarios italianos coincidieron en destacar la misma novedad, el diario Avvenire, de la Conferencia Episcopal Italiana, sin embargo, en un artículo titulado "Sobre gays y sacerdocio las reglas no han cambiado para nada", consideró esa interpretación "una lectura errada" del nuevo documento, creando cierta confusión.
"Es normal que digan que 'no cambia nada' cuando, en verdad, cambian las cosas", comentó a LA NACION un prelado que prefirió el anonimato.
El año pasado la cuestión del acceso de los candidatos gay a los seminarios italianos había provocado una tormenta al filtrarse que en un encuentro con 200 obispos italianos el Papa, que siempre se destacó por su apertura a los homosexuales, utilizó la palabra "frociaggine", un término vulgar y despectivo hacia ellos, al hablar justamente del clima que reinaba en seminarios. Esa filtración, primero en medios italianos y luego internacionales, causó tal escándalo y reacciones airadas en colectivos LGTB+ que, con una rapidez inaudita, el Vaticano salió a aclarar que el Papa se disculpaba con quienes se habían sentido ofendidos.
Francisco "nunca quiso ofender o expresarse en términos homófobos y pide disculpas a quienes se sintieron ofendidos por el uso del término", aseguró el vocero papal, Matteo Bruni, que recordó, además, que más de una vez el Papa dijo que "¡en la Iglesia hay espacio para todos, todos!" y que "nadie es inútil, nadie es superfluo, hay espacio para todos".
Por Elisabetta Piqué
La nueva cara del ecumenismo
Publicado en el diario El Tribuno el 04/03/2013
Por JAVIER CORNEJO
El mundo se encuentra expectante ante el interregno que significa la vacancia del Trono de San Pedro.
Si bien el inmediato sucesor que se designe es de suma importancia para el catolicismo, el cristianismo y el mundo, la proyección de los candidatos en los tiempos venideros abre expectativas de suma trascendencia.
Unidad de los cristianos
El papa Benedicto XVI desarrolló en forma intensa una estrategia de acercamiento con todas las Iglesias. Su trabajo dedicó un capítulo muy
especial a la Iglesia Anglicana, que se tradujo en actos de decisiva importancia cuyas últimas motivaciones y consecuencias escapan, por ahora, al conocimiento de quienes no integran el círculo íntimo del papado.
En octubre de 2009 se celebró el crucial acuerdo entre Roma y Londres (divergentes desde 1534) entre los representantes de la Iglesia Anglicana, los arzobispos de Canterbury, Rowan Williams, y de Westminster, Vicent Gerard Nichols con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, William Joseph Levada y el secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano, Joseph Di Noia.
Al decir del cardenal Levada, este acuerdo “está en línea para el compromiso ecuménico”. “Se establecerán diócesis no territoriales que dependerán de un obispo particular”, no del diocesano. “Esas comunidades conservarán su patrimonio espiritual litúrgico anglicano, y su prelado personal será elegido entre ese clero”. Para este histórico acercamiento, Benedicto XVI aprobó una constitución apostólica, norma de máximo rango.
Un año después, en octubre de 2010, el Papa viajó a Londres para ratificar el acuerdo del año anterior. En ese momento inicia el camino de beatificación del presbítero anglicano convertido al catolicismo que llegaría a ser el cardenal John Henry Newman. Benedicto XVI fue recibido en la Abadía de Westminster por su canóniga, la reverenda Jane Hedges (adalid en la consagración de obispos mujeres).
Ya el 16 de abril de 2010 el arzobispo Williams había anunciado a través de la BBC: “Benedicto será recibido como un valorado socio. Y ya está”. El 10 de marzo de 2012 en la capilla de Gregorio Magno tuvo lugar el encuentro ecuménico de Benedicto con el arzobispo de Canterbury.
Los liderazgos
La reina Isabel II es la jefa del Estado Británico, del Commonwealth, de las Fuerzas Armadas y también jefa de la Iglesia de Inglaterra (Anglicana). Mediante el “ecumenismo” el Papa abrió las puertas del Catolicismo a la Iglesia Anglicana (que permite el sacerdocio femenino y sacerdotes homosexuales). Conciliar las jefaturas de la iglesia romana, el Papa, y de la anglicana, la reina, no parece ser una simple cuestión.
De allí que es válido conjeturar si esta integración entre ambas Iglesias, en la intención de conformar una superestructura mundial de fe unificada y control financiero centralizado (tal como propone el cardenal Peter Turcker):
¿No significa también la unificación futura de su jefatura? Para los católicos, la idea es que los anglicanos vuelvan al redil. Para los británicos, el propósito podría ser otro.
Para tal evento -si es que Roma acepta ceder el liderazgo- parece que Gran Bretaña se encuentra preparando al futuro monarca, de quien aspiran que no sólo sería el rey de Inglaterra sino que, como producto de esta unión ecuménica, bien podría considerárselo como el nuevo líder mundial de la Iglesia Universal; es decir, bien podría ser el futuro rey del mundo: me refiero al actual príncipe Guillermo.
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