Me gusta

domingo, 2 de febrero de 2025

Aniversario 200 años de la estupidez argentina

 Festejamos hoy los embargos de oro y riquezas al país.

Tratado de 1825 con Inglaterra, verdadera acta de "dependencia"

Por Javier Cornejo

Publicado en el diario El Tribuno el 19 de Octubre de 2009

 

Es insustituible analizar su contenido y exactas palabras. La única manera de lograr interpretar la real base jurídica y motivo de nuestro nacimiento argentino. De comprender que no tenemos ninguna razón para festejar el Bicentenario de un fracaso.

Inmersos en una realidad histórica y su consecuencia actual de disgregación nacional, miseria física, psíquica, cultural de todo un pueblo. Nos encontramos en los umbrales del estallido social que tiene su origen en las crudas letras de esta "carta magna perversa de perpetua dependencia".

Analizando esta acta de dependencia y los tratados concertados con posteridad, en función y como complemento y actualización de la misma, podremos comprender con claridad el futuro "desalojo de los argentinos a través de su aniquilación" (El Tribuno 6/8/09 pág. 16) y el programa de "fragmentación de nuestra geografía nacional" que inexorablemente se encuentra en ejecución, ante el pavoroso autismo con que fue sometido el pueblo argentino.

Nombre: Tratado de Amistad, Comercio y Navegación.
A título introductorio me referiré a la primera parte:
Artículo I: Se designa a Inglaterra como un Estado jurídicamente organizado como monarquía: "Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda". Por el contrario, a las Provincias Unidas del Río de la Plata se las designa como "territorios", es decir como un área geográfica que no se halla jurídicamente constituida, ni bajo forma republicana, ni monárquica, como nada. Es decir, son "territorios" que no están conformados como país ni estado, son nada. Sin embargo, quedan ligados a "perpetua amistad con Gran Bretaña".

¿Quiénes quedan ligados a "perpetua amistad"? Los "habitantes", no los ciudadanos. De ello debe inferirse que ya se preveía que estos "territorios" habrían de estar ocupados por "habitantes" transitorios que no fueran ciudadanos arraigados en ellos.
Artículo II: Los "súbditos" ingleses y los "habitantes" de estos "territorios" podrán "arribar con sus buques y cargas a cualquier puerto, paraje o río para ejercer el comercio, en los cuales podrán entrar, permanecer, residir". Con esta estipulación los ríos interiores de la Provincias Unidas son de libre navegación para los británicos, con exclusión de cualquier otra bandera. En esa época Francia reclamaba el mismo tratamiento, lo que ocasionó el conflicto armado de enero de 1838 a octubre de 1840 y desde abril de 1845 hasta agosto de 1850.

Artículo III: Una burla británica de indolente sarcasmo. Habla de la "reciprocidad". Ellos, la primer flota naval del mundo, y nosotros no teníamos ni un tablón que flote.
Artículos VI y VII: Se refieren a la obligación de que "todos los productos que se introduzcan en estos territorios se transporten por buques británicos" (Acta de Navegación de Cronmwell).

Artículo VIII: Los "comerciantes ingleses, comandantes de buque y demás súbditos de SMB, no tienen obligación de emplear a naturales como corredores, factores, agentes, intérpretes". De esta manera erradicaban cualquier intervención de poder público en el aspecto comercial.

Artículo X: Se designan funcionarios: los cónsules. El primer designado por Gran Bretaña fue Woodbine Parish. Terminó sus funciones en julio de 1939, y quien en ese entonces era gobernador encargado de las relaciones exteriores de las Provincias del Río de la Plata le entregó el Escudo Nacional creado por la Asamblea del Año XIII, como escudo de armas personal para Woodbine Parish y sus descendientes. Es decir, que un símbolo de la Nación Argentina y como tal pertenencia exclusiva de ella es el escudo nobiliario de una familia inglesa.

El correspondiente decreto y diploma se halla firmado por el gobernador Juan Manuel de Rosas.

Este tratado les fue impuesto a Chile, Perú, La Gran Colombia (Colombia y Venezuela juntas), Guatemala y México, en el término de cuatro meses.
Por este método se operó la transferencia jurídica de los Virreinatos Españoles de América a colonias económicas encubiertas de Gran Bretaña, bajo la forma de Estados independientes.

Los tratados con Inglaterra nunca fueron denunciados. Sino que siempre fueron revalidados. Su última ratificación se hizo el 15 de febrero de 1990 en Madrid y el 11 de diciembre de 1990 en Londres. Fechas a partir de las cuales se incrementaron de manera totalmente desmesurada la cantidad de actos y hechos cuyo único objetivo es obtener la geografía argentina "intacta" y libre de ocupantes. Es decir: libre de todos nosotros.

Enlaces externos

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Amistad,_Comercio_y_Navegaci%C3%B3n_entre_Argentina_y_el_Reino_Unido

Geopolítica y empréstitos

La gran masa terrestre y el gran anillo insular. Tesis de Halford Mackinder. Empréstitos

Henry Kissinger en su tesis doctoral, publicada con el título de Un mundo restaurado, señala que la política contemporánea resulta incomprensible si no se toma como pilar de referencia las guerras napoleónicas. En esas guerras, en efecto, se halla la diagramación básica del mundo actual.

Es fácil acreditar este concepto si se considera que en las campañas militares de Napoleón Bonaparte lo que se disputaba no era el ámbito geográfico de Europa, sino los imperios coloniales que las potencias europeas habían edificado en los tres siglos que en aquel entonces tenía la época colombina iniciada en 1492. En resumen, el objetivo político, que va desde la Campaña de Egipto (19 de mayo de 1798- 16 de octubre de 1799) hasta Waterloo (18 de junio de 1815), es el hemisferio americano más África más Asia y más las rutas interoceánicas que comunican los continentes. Una guerra por la posesión del globo terráqueo. Por su diagramación futura. Acaso por su destino irreversible para todos los pueblos que constituyen la especie humana. Por algo el teniente General Perón sobre su escritorio de "Puerta de Hierro" tenía, frente a su vista, un pequeño busto de Napoleón en bronce.

Dentro de estos objetivos colosales, Buenos Aires -la pequeña aldea portuaria- era la llave para el dominio de un continente. Para los franceses y para los ingleses.[1]

En 1804 el joven William Pitt (1759-1806), primer ministro de Inglaterra, trazó el plan de conquista de América del Sur: ocupar Buenos Aires, crear un ejército de nativos con conductores ingleses, traspasar la Cordillera de los Andes, arrebatar Chile a los españoles y desde allí, por mar, proceder a la conquista del Perú. Al mismo tiempo ocupar Venezuela y con un ejército formado de igual manera, abatir a los españoles marchando hacia el Perú, donde deberían reunirse con el ejército de Buenos Aires. Para la conquista que debía realizarse desde Buenos Aires fue designado Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington, y para la de Venezuela a Francisco de Miranda. Al complicarse la situación europea Wellesley fue reemplazado por Beresford. Beresford y Miranda iniciaron su cometido sobre el Río de la Plata y sobre Venezuela en 1806. Los dos fracasaron. Pero el plan se mantuvo inalterable para ser ejecutado por otros.[2]

Hasta el día de Trafalgar (21 de octubre de 1805) tres potencias marítimas disputaban su hegemonía:

1.    España: que con Fernao de Magalhaes, o Remando de Magallanes, en forma castellanizada, había iniciado la gran aventura de circunvalación del globo en el siglo XVI.

2.      Francia: que con Luis Antonio de Bougainville (1729-1811) efectuó el relevamiento integral del Océano Pacífico y con suficientes medios científicos determinó exactamente las longitudes, valorando exactamente las dimensiones de ese océano. Este viaje dio a Francia los elementos para su expansión naval y su presencia en Asia.[3] Jean François de la Perouse (1781-1788) buscó consolidar ese dominio bajo los auspicios de Luis XVI, que de esta manera aportó un nuevo motivo para su trágico fin en la guillotina.[4]

3.    Inglaterra: que con Horacio Nelson (1758-1805) venció a sus rivales en Trafalgar, imponiendo los nombres de James Cooke (1728- 1779) y de Sir Francis Drake (1540-1596) por sobre sus antecesores ibéricos y galos. A estos últimos les quedó la óptica y el heroísmo impresos en amarillentos libros raramente reeditados. A Nelson, la estatua que le elevó el comercio británico por haber cumplido con su deber comercial.

En la misma época, el dominio de la masa terráquea se hallaba bajo el control de tres naciones:

l. Rusia: que con Pedro I el Grande (1672-1725) se convirtió en una potencia económica y militar que ocupó desde entonces un lugar preponderante en el concierto europeo.

2.  Prusia: que con Federico II el Grande -"un monarca muy liberal" (1712-1786), discípulo de Voltaire- introdujo en la masa terrestre el desplazamiento de la guerra como simbiosis equivalente del desplazamiento del comercio que hacían los países marítimos.

3.  Austria: que con María Teresa (1717-1780) equiparó el poder militar de su país al de Prusia. Que con José II (1741-1790) introdujo la libertad religiosa y el laicismo, y que con Clemente de Mettemich (1773-1859), después de Waterloo, impuso a Europa el equilibrio de la paz que duró un siglo. Desde la Santa Alianza de 1815 hasta la primera conflagración mundial en 1914.

Frente a estos hechos consumados todo el mundo será escenario forzoso de la historia. La interrelación entre los gobiernos conductores, con las formas más variadas, y los pueblos conducidos, a gusto o a disgusto, habrá de formar un tejido muy denso.

Un examen elemental de los plexos que constituyen el teatro de la historia, nos exhibe lo siguiente: [5]

a)    Una masa terrestre envuelta por el mar.

b)   Un anillo insular y de bases marítimas que rodea a la masa terrestre.

Trabajando sobre esta apreciación, Sir Halford Mackinder elaboró en los primeros años del siglo XX la geopolítica sobre la cual ha operado siempre el Imperio Británico. 1

Para Mackinder la masa terrestre es Europa-Asia y África. Esta masa encierra a la gran isla de mundo, cuyos límites son:

a)   Al Norte, el Mar Glaciar Ártico.

b)   Al Sur, el Desierto del Sabara.

c)   Al Oeste, el Océano Atlántico.

d)   Al Este, las estepas y mesetas de Siberia.

La gran isla del mundo así delimitada tiene un corazón (heartland)

que corresponde en límites políticos a la Rusia Europea.

La gran isla del mundo está rodeada por un anillo insular y una periferia con bases marítimas que a su vez tiene un corazón que corresponde a Inglaterra, que es de esta manera el corazón del mar o heartsea.

La gran isla del mundo (con su corazón Rusia) es expansiva. Su constante histórica es anexarse territorios. Con este método ha marchado con éxito hacia el Norte, hacia el Oeste, hacia el Este y también hacia el Sur. El paneslavismo expansivo ha crecido en forma de hiedra,[6] tanto en la época de los zares como en los tiempos modernos del marxismo-leninismo.

El gran anillo insular y la periferia de los continentes con bases marítimas tienen su corazón en Inglaterra y es en cambio multiplicador. Gran Bretaña ha procurado siempre el control de las islas que se hallan frente a los continentes: Gran Bretaña e Irlanda en sí mismas con respecto a Europa del Norte; Malta y Chipre con respecto a Europa del Sur y a África del Norte; Jamaica primero e Islas Bahamas y demás Antillas con respecto a América Central, y al Norte de América del Sur; Malvinas con relación a la parte austral de América del Sur; Isla Ascensión y Santa Elena con relación al África; Islas Seychelles en el Océano Índico, frente al África y frente a la India; el Archipiélago de Malasia frente a Indochina; Nueva Zelanda frente a Oceanía. Al mismo tiempo ha establecido enclaves y bases marítimas en la periferia de todos los continentes: Gibraltar, en Europa, Ciudad del Cabo, en África del sur, Hong Kong, en Asia, Terranova en América del Norte, Belice en América Central, Guyana, en el Norte de América del Sur, y Buenos Aires -ocupada militarmente en 1806 y controlada económicamente de ahí en adelante- como base de operaciones para la Cuenca del Plata, la Patagonia y toda la América Meridional, como lo hemos analizado detenidamente en toda la extensión de este trabajo. La enumeración de islas, enclaves y bases marítimas que hemos formulado es sólo a modo de ejemplo y no enunciativa de su totalidad.

Así, resulta evidente que el Imperio Británico y su sucedáneo nominativo -el Commonwealth (common: común, wealth: riqueza)­ ha crecido en forma de encina (Henning y Korholz, 1941: 172) en todas las épocas de la era colombina. Con los Tudor, con los Estuardo, con la República de Oliverio Cronwell, con los Hannover y con los Windsor. Con los wigs o con los tories. Con los conservadores de Winston Churchill o de Margaret Thatcher, o con los laboristas de Clement Attle, las raíces troncales de esa encina se hallan en el hemisferio austral: Nueva Zelandia, Australia, África del Sur y la Patagonia Argentina. Es imperioso recordar que, por la proyección de esos cuatro ramales, el poder británico se inserta en la Antártida (Henning yKorholz, 1941: 134).

Conocer lo expresado, aunque más no sea en su enunciado, es decisivo para comprender la maltrecha política interna y el destino de nuestro martirizado país. Porque, como afirma un viejo aforismo "el que conoce tan sólo su propio país tampoco conoce a éste." Por eso en nuestras escuelas primarias, secundarias y universidades se enseña únicamente la Argentina de los adjetivos calificativos y de las biografías de los gobernantes oponentes: "dictadura" o "democracia", "Rosas" o "Sarmiento." El mapa argentino del Canal de Beagle o del Riachuelo, de Buenos Aires o de Viedma. Jamás un planisferio. De esta manera la explicación integral de una política sostenida nunca se formula.

El Océano Atlántico es el mare nostrum británico, afirman R. Henning y L. Korholz, y ya se hallaba dominado por los efectivos navales ingleses mucho antes de la independencia norteamericana (Henning y Korholz, 1941: 107). En este quehacer fue determinante, para la hegemonía británica, la actividad de piratas, bucaneros y corsarios, esto es, de los terroristas del mar, que entre los siglos XVI y XVIII destruyeron el poder marítimo español.

En la tesis geopolítica de Sir Halford Mackinder, la historia de la humanidad es un ininterrumpido conflicto entre las dos regiones que antes hemos descripto:

a)   La gran masa terrestre e isla del mundo, que es expansiva, crece como la hiedra y ejerce una fuerza centrípeta.

b)   El gran anillo insular y la periferia con bases marítimas que es multiplicadora, crece como la encina y ejerce una fuerza centrífuga.

Esto se traduce en una supremacía marítima frente a un equilibrio de las potencias terrestres, o en una supremacía terrestre frente a un equilibrio de las potencias marítimas. Mackinder explica que, para mantener su tendencia a la supremacía, Rusia se deshizo de Alaska, porque para los rusos no poseer nada sobre el mar, es tan importante como para los británicos no poseer nada fuera del océano (Henning y Korholz, 1941: 79). En una eventual alianza entre Rusia y Alemania, Mackinder advierte la gran amenaza para el Imperio Inglés.[7] Esta alianza se dio en dos momentos de la historia: cuando Napoleón I y el Zar Alejandro, en el río Niemen, el 25 de junio de 1807, se pusieron de acuerdo para asfixiar a Inglaterra por el bloqueo continental, y cuando Molotov y Ribbentrop firmaron el pacto ruso-germano en Moscú, el 23 de agosto de 1939.

La conquista del aire, en el siglo XX ha puesto a disposición del poder terrestre un elemento para enfrentar al poder marítimo que, en el siglo XIX, no contaba. R. Kenning y L. Korholz son terminantes al afirmar que "la declinación de la Gran Bretaña será provocada por un nuevo y trascendental factor en la historia de la humanidad, a saber, el arma aérea" (Henning y Korholz, 1941: 137). En la guerra por la reconquista de las Islas Malvinas, iniciada el 2 de abril de 1982, la Argentina exhibió un poder aéreo que constata la exactitud de esta tesis, a la vez que desarticula el esquema de Sir Halford J. Mackinder.

Frente a todo esto los Estados Unidos se habrán convertido en una potencia oriental, pronosticaba Mackinder. Observamos que esto es históricamente cierto, desde que Washington y Pekín estrecharon relaciones en la década de 1960. El autor que comentamos, agrega que esta posición de los Estados Unidos aparece con el Canal de Panamá en 1902, lo cual permitió a los norteamericanos disponer del Pacífico, del Mississippi y del Atlántico por sí mismos. A partir de entonces la línea divisoria entre el Este y el Oeste es el Océano Atlántico (Henning y Korholz, 1941: 79). La dilucidación de todo este conflicto reside, según Mackinder, en el rol que asuma la América del Sur porque "el desarrollo de las grandes potencialidades de América del Sur puede tener una influencia decisiva en el sistema" (Henning y Korholz, 1941: 80).

En otras palabras: el destino del mundo hoy, en 201O -fecha en que escribimos esto-, como ayer, durante las guerras napoleónicas que terminaron en Waterloo en 1815, está dado por la posesión de América del Sur. De ahí el significativo título de la obra del Teniente General Juan Domingo Perón Latinoamérica. Ahora o nunca, un título de dos palabras que lo explican todo.[8]

La tercera posición de Perón fue, en términos geopolíticos, un concepto hemisférico frente a la gran masa terrestre con corazón en Rusia (heartland) y frente al gran anillo insular con corazón en Gran Bretaña (heartsea). Si la América del Sur puede tener una influencia decisiva, las Américas Hemisféricas pueden tener una fuerza propia, centrífuga y centrípeta. De tierra. De mar. De aire. Una nueva alternativa para la humanidad. El hombre puede y debe cambiar el curso monetarista de la historia.

Lo expuesto hasta aquí nos permite comprender que no era casual la presencia de Jean Adam Graaner, veedor del Zar de Rusia y del Rey de Suecia, en el Congreso de Tucumán de 1816.[9] Es evidente que tampoco fue un quehacer turístico su regreso a Buenos Aires en 1818, su estadía en San Luis y en Mendoza estudiando minerales y su paso a Chile para hacer lo mismo. El destino de Graaner lo confirma: en 1819 partió de Valparaíso rumbo a Calcuta con el propósito de ir a su país por tierra atravesando Persia y Asia Menor hasta Constantinopla y desde allí a Suecia. Pero sorpresivamente en Calcuta -por causa de una enfermedad súbita- aparece embarcado en un navío inglés en el que falleció el 24 de noviembre de 1819 a la altura del Cabo de la Buena Esperanza (Graaner, 1949: 7-9). Un final similar al de Mariano Moreno.

Con la muerte de Graaner, representante del heartland, el camino quedó libre para Woodbine Parish, representante del heartsea. Los hechos europeos, especificados en el memorándum de la Legación Peruana en Londres con fecha 7 de enero de 1826, como ya se ha dicho, se dieron con la prospección que allí se refiere: la muerte súbita en 1825 del Zar Alejandro I llevó primero al trono a su hermano Constantino I, y casi inmediatamente a Nicolás I, que gobernó a Rusia desde 1825 hasta 1855. A diferencia de Alejandro I, que pretendía restaurar el Imperio Español en América a través de la Santa Alianza monárquica, Nicolás I volcó todo el poder militar de su país en la ampliación de las fronteras rusas y anuló los proyectos de sus antecesores con relación a América por vía de ayuda a España. En 1826 conquistó la zona de Erivan que correspondía a Persia y la anexó a Rusia. Entre 1827 y 1829 intervino -junto con Francia e Inglaterra- a favor de Grecia contra Turquía, y en 1854 lanzó a su país a la Guerra de Crimea, donde fue perdedor ante las fuerzas coaligadas de Turquía, Francia e Inglaterra. Paradójicamente, de los planes zaristas para la América del Sur y la Argentina, sólo quedó -como símbolo desapercibido- la locomotora "La Porteña" que los ingleses emplearon en Crimea y luego en 1857, como gran novedad tecnológica, la arrojaron a nuestro país para iniciar la era del virreinato ferroviario.

Coetáneamente con la muerte de Alejandro I se afirmó la ubicación de Buenos Aires "en el gran anillo y en la periferia con bases marítimas", con centro en Londres. Para ello -en ese año de 1825- se incorporó nuestro país a la estructura financiera de los empréstitos internacionales.

El primer empréstito fue contratado en 1824, con la casa Baring Brothers en virtud de la autorización de la Junta de Representantes de la Provincia, otorgada por ley el 19 de agosto y promulgada el 22 de agosto de 1822 (Registro Oficial Nº 1.620, 1880: 20). Sobre este primer empréstito existe una abundante bibliografia,[10] manera sutil ésta de hacer olvidar la cadena de empréstitos posteriores y en especial los de los tiempos del "Proceso" que fue la última arremetida para llevar a la Argentina a declararse en situación de quiebra económica durante la última década de 1990. En verdad, es llamativo el hecho de que haya tantos autores que se ocuparon del primer empréstito y que no haya uno solo que hubiese encarado el continuismo detallado de todos los que siguieron hasta nuestros días, con indicación de tantos datos como los que se vierten sobre el empréstito de 1824. Un análisis de tal naturaleza todavía es aguardado por el país, con indicación de imputaciones económicas, causa jurídica, composición, forma y plazos de amortización y valor de mérito económico.

El empréstito en cuestión se perfeccionó por la aceptación que hizo la casa acreedora, Baring Brothers, el 2 de julio de 1824. En la nota de aceptación dirigida al gobierno de las Provincias Unidas, los acreedores expresan que ven en la operación "una conexión futura con los intereses de la Europa" (Scalabrini Ortiz, 81981: 103). Apenas siete meses después, el 2 de febrero de 1825, Gran Bretaña reconocía la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a través de la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación suscripto por el Cónsul Woodbine Parish y el ministro secretario de Gobierno, Hacienda y Relaciones Exteriores de las Provincias Unidas, por Ley Fundamental del 23 de enero de 1825, Don Manuel José García. La sincronización de fechas no da lugar a dudas de que el empréstito de 1824 fue el precio pagado por el gobierno de Buenos Aires para obtener el reconocimiento de la independencia "de su nueva y naciente república" (sic), conforme nos denomina la nota de la Casa Baring Brothers del 2 de julio de 1824. (Scalabrini Ortiz, 81981: 103 y 114).

Las presunciones graves, precisas y concordantes que existen entre ambos actos -el empréstito y el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación- llevan a la conclusión jurídica sentada en el párrafo precedente. El primer empréstito y todos los que hasta hoy se han sucedido fueron el arma que se ha utilizado para mantenemos en la ubicación geopolítica que hemos señalado anteriormente.

 

Fragmento de El libro “La Involución Hispanoamericana. De Provincias de las Españas a Territorios Tributarios. 1711–2010 - Julio C. González” Páginas 663-672



[1] Es necesario puntualizar que la contienda entre Francia e Inglaterra sobre su "mejor derecho" para el dominio del continente, si bien poseía lejanos antecedentes, se agudizó a partir de la muerte del último de los Austrias de España, Carlos JI. La Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrech pusieron en negro sobre blanco dicha rivalidad. (J.M.G).

[2] Álzaga, Enrique Williams (1965) Lafaga del General Beresford, EMECÉ Editores, Buenos Aires.

[3] Taiana, Jorge Alberto (1985) La gran aventura del Atlántico Sur, El Ateneo, Buenos Aires, pp. 186-189.

[4] De la Croix, Robert (1978) Historia Secreta de los Océanos, Ed. Javier Vergara, Barcelona-Buenos Aires, págs. 76-77.

[5] . Mackinder Halford, J. (1975) El pivote geográfico de la historia. Conferencia pronunciada en la Sociedad Geográfica Real de Londres el 25 de enero de 1904. Reproducción en: The Geographical Journal, Vol XXIII, pág. 421. Traducción al castellano en Antología geopolítica, págs. 65-81. Ed. Pleamar, Buenos Aires.

[6] Henning, R. y Korholz, L. (1941): Introducción a la geopolitica, Ed. Escuela de Guerra Naval, Buenos Aires.

[7] Mackinder citado por Vivían Trías, en El Imperio Británico", Ed. Crisis, Buenos Aires, 1976, pág. 62.

[8] . Perón, Juan Domingo (2002) Obras Completas, Tomo XXll, Editorial Docencia, Buenos Aires. Latinomérica, ahora o nunca, que apareció en 1967 en Montevideo publicada por editorial Diálogo, fue refundida por Perón en La Hora de los Pueblos (1968).

[9] Cañas, Jaime (1970) Qué hicieron los agentes secretos en el Río de la Plata, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, págs. 47-51.

[10] Scalabrini Ortiz, Raúl (81981) Política Británica en el Río de la Plata, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires; Fitte, Ernesto J. (1962) Historia de un empréstito, EMECÉ Editores, Buenos Aires; Rosa, J.M. (1964) Rivadavia y el imperialismo financiero, Ed. Huemul, Buenos Aires; Duhalde, Eduardo y Ortega Peña, Rodolfo (1968) Baring Brothers y la historia política argentina, Ed. Sudestada, Buenos Aires; Vedoya, Juan Carlos (1971) La verdad sobre el empréstito Baring, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cafecito

Invitame un café en cafecito.app

Advertencia sobre comentarios

Advertencia sobre comentarios

Colaboración mensual 1

Suscribirme

Colaboración mensual 2

Suscribirme
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...