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miércoles, 19 de junio de 2019

Esto no te enseñan a preguntar


¿El universo responde a tus preguntas y tú escuchas?
Pijamasurf
Entre otras cosas, el 2017 será recordado como el año en el que entró a la conciencia colectiva la noción de que nuestra apuesta por la tecnología digital y sus riquezas nos podría estar llevando hacia un derrotero, en el que la verdad es cada vez más difícil de distinguir -el mundo de las fake news y las burbujas de filtro- y donde algunas de nuestras facultades humanas más preciadas están siendo puestas en entredicho por la necesidad de la nueva economía de captar o robar nuestra atención. En los últimos meses hemos visto cómo resurge la noción de que estamos viviendo en una distopía -aunque no como la de Orwell, acaso más como la de Huxley, quien sugirió que el control iba a ser, más que a través de la represión, a través de la distracción y el entretenimiento insignificante-. Henry Farrel, en un ensayo en el Boston Review que ha generado mucha discusión en Internet, sugiere que más bien estamos entrando en el mundo que anticipó Phillip K. Dick en sus novelas y cuentos. Dick, por supuesto, es el autor de ciencia ficción que más relevancia ha cobrado en nuestra época -ganando una fama póstuma que ha visto cómo muchas de sus historias se convierten en películas y series de gran éxito comercial-. 

Al menos por el momento, estamos en una fase en la que si bien estamos otorgando poder y confianza a la tecnología para que resuelva nuestras vidas, nuestras máquinas y algoritmos aún cometen muchos errores e interactúan caóticamente con las personas, lo cual genera un predicamento que el lector de las novelas de Philip K. Dick reconocerá como parte de una especie de absurdo cósmico muy peculiar, en el cual se corre el riesgo de confusión fatal. Y es que para Dick no había más grande horror y error que confundir la verdad humana y la verdadera humanidad -que es esencialmente imagen divina- con las simulaciones generadas por computadoras o fuerzas espurias. Como ha notado Jordan Peterson, una de las características esenciales de un estado totalitario -como el estalinismo- es que las personas dicen mentiras y se engañan entre sí todo el tiempo, lo cual es una definición también del infierno. 

No vivimos en una distopía perfecta, en un totalitarismo omnisciente todo-abarcante, sino que vivimos en algo menos inteligible, un mundo "en el que la tecnología se está desarrollando en formas que hacen cada vez más difícil distinguir entre los seres humanos y las cosas artificiales". Y en el que se ha creado una serie de "entidades adaptadas para explotar [ciertos nichos en el ecosistema digital] de manera engañosa". Vivimos en la realidad imaginada o prevista por Philip K. Dick, una realidad que se vuelve espuria, que se vuelve simulacro, que se deshumaniza. Un mundo en el que:

Las grandes arquitecturas comerciales están siendo colonizadas por parásitos casi autónomos. Los estafadores han construido algoritmos para escribir libros falsos desde cero y vender en Amazon, compilando y modificando textos de otros libros y fuentes en línea como Wikipedia, para engañar a los compradores o para aprovechar las lagunas en la estructura de compensación de Amazon. Gran parte del sistema financiero mundial está compuesto por sistemas automatizados de bots diseñados para inspeccionar continuamente los mercados en busca de oportunidades fugaces de arbitraje. Los programas menos sofisticados plagan los sistemas de comercio en línea como eBay y Amazon, ocasionalmente con consecuencias extraordinarias, como cuando dos bots en guerra ofertan el precio de un libro de biología hasta $23,698,655.93 (más $3.99 de envío).

En otras palabras, vivimos en el futuro de Philip K. Dick, no en el de George Orwell o el de Aldous Huxley. Sus mundos imaginarios se juntan con retazos extraños de los años 50 y 60 en una California con cohetes, drogas y especulación social. Dick escribía habitualmente con prisa y por dinero, y a veces bajo la influencia de las drogas o de una revelación religiosa personal reciente y urgente. 
Sin embargo, lo que capturó con genio fue el malestar ontológico de un mundo en el que lo humano y lo abhumano, lo real y lo falso, se confunden.


Aunque Dick de alguna manera predijo atinadamente algunas cosas particulares -como, por ejemplo, que nuestros teléfonos nos espiarían-, su literatura de anticipación es de otro orden más profundo que imaginar coches voladores o algo así. Como sugiere Erik Davis, las predicciones de Dick no son tanto hechos concretos sino del "tejido de la existencia" y de sus "profundas implicaciones", es decir, el ambiente mismo, la cualidad del tiempo en el que vivimos y los efectos que tiene la tecnología en nuestra humanidad. Dick creó escalofriantes alegorías de la realidad para representar su idea de que vivimos en "una realidad programada informáticamente", algo que atisbó a partir de una serie de experiencias místicas y de su interés por el gnosticismo, la secta mística cristiana que creía que vivimos en un mundo falso que nos oculta la verdad, que el mundo que experimentamos es una especie de proyección holográfica o realidad virtual (el stereoma o la Prisión de Hierro Negro de Dick) que nos impide ver y unirnos con la divinidad subyacente. Dick creía que "las realidades falsas son fabricadas por los medios de comunicación, por los gobiernos, por las grandes corporaciones, por grupos religiosos, por grupos políticos, y el hardware electrónico existe para entregar estos pseudomundos directamente a las cabezas del lector". Este juego de simulacros, en el cual el mismo Marshall McLuhan veía la presencia del mal (donde los entornos informáticos eran "un facsímil del cuerpo místico"), conlleva el riesgo de perder nuestra propia humanidad, la empatía y la conexión auténtica. Como si al volvernos insaciables consumidores de los sueños y las realidades simuladas empezáramos a perder interés en la realidad que existe más allá del velo electrónico y nos volviéramos nosotros también irreales, dejando que el sueño o la realidad falsa invadiera todo:
el bombardeo de pseudorealidades comienza a producir humanos inauténticos muy rápidamente, humanos espurios, tan falsos como los datos que les presionan por todos lados. Mis dos temas son realmente un solo tema; se unen en este punto. Las realidades falsas crearán humanos falsos. O bien, los seres humanos falsos generarán realidades falsas y luego las venderán a otros seres humanos, convirtiéndolas, eventualmente, en falsificaciones de sí mismos. Así que terminamos con humanos falsos inventando realidades falsas y luego vendiéndolas a otros humanos falsos.

Quizás estamos tan envueltos en el ambiente tecnológico de las "pseudorealidades" que no podemos ver lo que sucede -peces en el mar digital que no pueden realmente reflexionar sobre la naturaleza del agua-, como creía McLuhan, el teórico de medios canadiense, quien consideraba que la velocidad de adopción de un nuevo medio era superior a la velocidad de reflexión sobre sus efectos. Así, mientras que nos podía fascinar la forma en que amplificaban nuestros sentidos -por ejemplo, la TV amplifica nuestra visión- no notábamos que también amputaban ciertas funciones cognitivas y sensoriales. Según McLuhan, sólo los artistas eran capaces de darse cuenta de lo que sucedía y de ver en el presente el germen del futuro. Claro que siempre queda la opción de que todo esto sólo es paranoia. Y Philip K. Dick era sumamente paranoico, como el mismo reconocía, pero también ha probado ser genial y preclaro (un paranoico es alguien que sabe algo de lo que está sucediendo, había dicho Burroughs). Lo indudable es que esto nos coloca en medio de un puzzle existencial. Escribe Farrel:

Descubrir qué es real y qué no lo es no es fácil. Herramientas científicas como la famosa prueba Voight-Kampff en Do Androids Dream of Electric Sheep? (y Blade Runner, la película de Ridley Scott de 1982 basada vagamente en ella) no funcionan muy bien, dejándonos con poco más que esperanza en alguna fuerza mística -el I Ching, Dios en una lata de spray, una bruja marciana del agua- para guiarnos de vuelta hacia lo real.

Vivimos en el mundo de Dick, pero con pocas esperanzas de intervención o invasión divina. El mundo en el que nos comunicamos e interactuamos a distancia está cada vez más lleno de algoritmos que parecen humanos, pero son personas falsas generadas por realidades falsas. Cuando Ashley Madison, un sitio de citas para las personas que quieren engañar a sus esposos, fue hackeado, resultó que decenas de miles de mujeres en el sitio eran "fembots" falsos programados para enviar millones de mensajes informales a los clientes masculinos, con el fin de engañarlos para que creyeran que estaban rodeados por un gran número de parejas sexuales potenciales. 

Dick fue un hombre de fe. Lo que caracteriza a nuestra era es justamente la secularidad -la sociedad secular es la religión de nuestros días, ha notado el escritor italiano Roberto Calasso-. La otra religión -o sustitución de la religión- de nuestros días (que está estrechamente ligada a la sociedad secular) es la tecnología o la ciencia. Pero la ciencia y la tecnología por sí mismas no pueden dar sentido o significado a la existencia, sólo proveen descripciones de la naturaleza y herramientas para explorarla o explotarla. Nos enfrentamos entonces a una crisis de sentido que viene desde la llamada "muerte de Dios" vaticinada por Nietzsche, que coincide con la intensificación de la industrialización. El poder divino que el hombre encontraba en sí mismo, en la Iglesia o en la naturaleza se traspola a las máquinas. Las máquinas producen fenómenos que antes nos habrían parecido supernaturales ("la tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"), pero nos dejan solos para darle sentido a lo que sucede. Actualmente Ray Kurzweil y los fundadores de Google confían en que la inteligencia artificial nos otorgará la inmortalidad, la felicidad absoluta y demás cosas que antes eran vistas como el dominio exclusivo de lo divino. La lectura de Philip K. Dick lo que hace es hacernos sospechar de estas tecnoprofecías y dudar de la forma y agenda con la que se programan estas realidades. En sus novelas abundan entidades cibernéticas, CEOs que han encontrado la inmortalidad o fuerzas cósmicas malignas que engañan y seducen a los seres humanos creando realidades alucinatorias que brindan confort, riqueza, seguridad y demás pero, a cambio de esto, lo que piden es nuestro espíritu -o al menos nuestra cordura-.

*     *     *
Paradójicamente Dick, el gran arquitecto literario de mundos falsos, en contraste con esta invasión de lo espectral que veía filtrándose por todo intersticio, quería dotar de realidad al mundo. Él vivía cerca de Disneylandia y veía cómo de alguna manera el mundo se volvía una Disneylandia gigante, sin fronteras. Imaginó que alguien podría entrar en la noche a ese parque de atracciones y reemplazar los animales de metal o cartón por animales reales. Creía que de alguna manera esto iba a ocurrir, el tiempo llegaría a su momento revelatorio, hacia el juicio o desvelo. 
Y si lo hace, las atracciones en Disneylandia no van a volver a ser lo mismo otra vez. Porque cuando acabe el tiempo, los pájaros y los hipopótamos, y los leones y los ciervos en Disneylandia ya no serán simulaciones y, por primera vez, cantará un pájaro de verdad.





Ser o no ser, una pregunta galáctica

Por LaRouche, Ciencia y cultura Proyecto del Sótano

¿Acaso somos, como humanidad, algo único sobre este planeta y en este universo, o somos simplemente un animal más?
Creighton Cody Jones

Esta es la pregunta.

Dados los recientes acontecimientos en Japón, terremoto del 11 de marzo de 2011 de 9 grados RICHTER y alrededor del cinturón de fuego del Pacífico, ahora más que nunca, es la pregunta existencial. 
Si seguimos actuando -como lo exigen esos embaucados monetaristas seguidores de Adam Smith- como meras criaturas darwinianas, en un arranque de supervivencia, buscando el mayor placer y evitando el dolor, en donde un lado de esta falsa dicotomía declara que unos pocos deberían ser libres para maximizar su placer, mientras que el otro lado suplica que tenemos que establecer reglas para minimizar el dolor de la mayoría, entonces, como bestias, estamos destinas a sufrir la misma suerte de todos los animales que nos han precedido, y los que vendrán después de nosotros; porque, como sabemos, casi 99% de todas las especies que han llegado a existir sobre este planeta se han extinguido.
Pero si reconocemos que, al hombre, se le ha otorgado una identidad superior, por encima de las simples percepciones de nuestras meras ataduras mortales, una identidad coherente con los más grandes logros de las artes clásicas y las ciencias, entonces debemos ubicar nuestra misión, no en lo que es, sino en lo que debe llegar a ser.
Para entender mejor qué caminos se abren ante nosotros, debemos recurrir a las estrellas, no como astrólogos o simple observadores de estrellas, sino como un tipo de arqueólogos galácticos, para ver cómo se han manifestado aquí en la Tierra el desenvolvimiento de los procesos galácticos y extra galácticos, como una forma de aumentar nuestra comprensión de lo que ha ocurrido en el pasado y para entender potencialmente lo que se encuentra adelante del camino.
Empezamos con lo que se ha descubierto como un ciclo de aproximadamente 62 millones de años en los registros de biodiversidad marina, compilados por John Sepkowski y David Raup que se remonta aproximadamente a 542 millones de años, abarcando el período conocido como Fanerozoico. 




A partir de esos registros de biodiversidad, un grupo encabezado por Robert Muller encontró que la tendencia de biodiversidad, medida como el número diferentes géneros de criaturas, manifiesta un ciclo de aumento y decremento cada 62 millones de años; sin embargo, este grupo no pudo encontrar, ni la causa de este ciclo ni una correlación con otros procesos.
Les tocó a los astrofísicos Mellot y Medvedev, de la Universidad de Kansas formular la hipótesis de que este ciclo de 62 millones de años en la biodiversidad estaba conectado con un supuesto ciclo de aproximadamente 60 millones de años de nuestro sistema solar oscilando arriba y abajo del plano de la galaxia mientras orbita el centro de la Vía Láctea. 

Ahora, una discrepancia para quienes habían intentado previamente establecer una conexión entre el ciclo de biodiversidad de 62 millones de años y el movimiento de nuestro sistema solar alrededor de la galaxia era que los momentos singulares en el movimiento de nuestro sistema solar parecen ocurrir a intervalos de aproximadamente 30 millones de años, ya fuera como puntos de distancias máximas a partir del plano galáctico ya sea en el lado norte o en el sur del plano galáctico o en los puntos donde cruza el plano, todo lo cual ocurre a intervalos de 30 millones… 





Así que ¿por qué el ciclo de 62 millones de años y no de 30?
Lo que Mellot y otros propusieron fue que este ciclo de 62 millones de años estaba conectado al movimiento de nuestro sistema solar exclusivamente hacia el lado norte de nuestra galaxia, porque este lado norte es la dirección de movimiento de nuestra galaxia hacia un cúmulo más grande de otras galaxias, conocido como el Cúmulo de Virgo, localizado en la constelación de Virgo desde nuestro punto de visión aquí en la tierra.
La idea es que mientras nuestra galaxia se mueve a los estimados 200 km/s penetrando el denso ambiente electromagnético cósmico, se genera un tipo de frente de choque que en efecto concentra y amplifica varias formas de radiación cósmica hacia el lado norte de nuestra galaxia, y que cuando nuestro sistema solar oscila hacia ese lado norte de la Vía Láctea, experimentaría una intensificación de la radiación cósmica.
Ahora, ellos concibieron el significado de este aumento en los rayos cósmicos de un modo algo simplista, como un impulsor cinemático de la biodiversificación, pero lo que quedará claro en la medida en que avancemos, que hay un conjunto mucho más dinámico de procesos asociados con este ciclo, que no pueden reducirse a simples causas mecanicistas.
Ahora, este modelo recién discutido no es la única hipótesis de su tipo.
Es coherente con esta idea del aumento en la intensificación de los rayos cósmicos como una función de los ciclos galácticos e impulsor de procesos aquí en la Tierra, el trabajo del científico Nir Shaviv y otros, que acudieron a los registros geológicos para determinar el ciclo de aumentos en la exposición a rayos cósmicos en la Tierra. 


Ellos determinaron este ciclo a partir de las proporciones de isótopos de potasio 40 y 41 medidas en meteoritos de hierro y níquel encontrados en la Tierra, y correlacionaron esto con el aumento de los rayos cósmicos, que se suponía ocurrirían con el paso de nuestro sistema solar a través de los brazos espirales de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que ellos calcularon que ocurre aproximadamente cada 143 millones de años.



La idea es que la mayor intensidad de rayos cósmicos se da en los brazos de la galaxia, que están compuestos de cúmulos repletos de estrellas, y que tienen una frecuencia mucho mayor de eventos de brotes estelares y supernovas, que en palabras llanas significan eventos de expansión estelar y nacimiento de estrellas, y son fuentes de radiación de alta energía.
Ahora, hay algo más siniestro que encubre ese ciclo de 62 millones de años del aumento y disminución de la biodiversidad, mientras nuestro sistema solar oscila arriba y abajo del plano galáctico.
Hay una clara correlación entre el ciclo galáctico y los eventos de extinciones masivas sobre la Tierra, lo que se conoce como las “5 grandes” extinciones que ocurrieron todas en la misma zona general del ciclo de 62 millones de años, 


y con la misma dirección de movimiento del sistema solar respecto al plano galáctico.
También, 4 de esas "5 grandes" extinciones coinciden con los periodos de aumento en la radiación cósmica; asociados con el ciclo de 143 millones de años del movimiento del sistema solar a través de los brazos de la galaxia.
Así que, hay una coincidencia clara del movimiento de nuestro sistema solar a través de la galaxia y los acontecimientos de extinciones masivas, lo cual debería llevar a los vivientes y los pensantes, a preguntar:
¿Dónde está situado hoy nuestro sistema solar dentro de los ciclos galácticos?
Los estimados actuales indican que nuestro Sistema solar ya está 30 años luz por encima del plano galáctico en el lado norte de la galaxia, en aproximadamente esa misma posición general en el espacio tiempo, y con la misma trayectoria, que coincide con aquellos periodos de grandes extinciones de nuestro pasado. 


En otras palabras, nuestra posición relativista actual en la galaxia coincide cíclicamente con las posiciones y la dirección de movimiento de las grandes extinciones del pasado.
Ahora, los que están bien versados en la historia biológica y geológica de nuestro planeta pueden replicar:
"Simplemente estás haciendo correlaciones que relacionan ciclos galácticos y aumentos de rayos cósmicos con los cambios en la biodiversidad y las extinciones, pero eso es por pura casualidad, porque nosotros sabemos lo que causó las grandes extinciones, fuerzas geológicas y climatológicas geocéntricas, y de ninguna manera se relacionan entre sí, ni son de naturaleza galáctica".
Bueno, investiguemos un poco.
Para refrescar nuestra memoria, y para sentar las bases para el argumento de que son los rayos cósmicos, consideremos lo que se conoce comúnmente sobre las cinco grandes extinciones; solo para concentrarnos en lo que ha sido mejor estudiado, y que es más dramático en la historia de la vida en nuestro planeta.
Esas extinciones son como sigue:
Empezando con la más reciente de las 5 extinciones masivas, la que empezó hace 65 millones de años y eliminó a 50% de todos los géneros sobre el planeta, se conoce como la extinción C-T, porque demarca la frontera entre el cretácico y el terciario y es mejor conocida porque provocó la eliminación de los dinosaurios.
El mejor análisis sugiere que esto fue provocado por la combinación de dos factores:
primero, el impacto de un enorme asteroide, cuyo cráter se localiza parcialmente en la parte superior de la península de Yucatán en México, que aunque es de origen cósmico, no es un fenómeno ni periódico ni comúnmente asociado con la radiación cósmica; y la segunda causa de la extinción es el movimiento tectónico y la súper ruptura continental aunada a la serie masiva de erupciones de los Traps del Decán, una región volcánica en el occidente de la India, cuya fase inicial de erupción arrojó ríos de lava que cubrieron 1,5 millones de kilómetros cuadrados de superficie, aproximadamente la mitad del tamaño de la India.

La siguiente extinción, que se remonta a 200 millones de años, ocurrió al final del Triásico y eliminó el 48% de todos los géneros, y se piensa que fue provocada por la erupción de la provincia magmática del Atlántico central, que constituyó una erupción masiva de lava hacia la superficie, asociada con la ruptura continental de Pangea, y cubrió con lava más de 11 millones de Kilómetros cuadrados de tierra, y emitió todo tipo de gases que alteraron el clima.
Hace 250 millones de años ocurrió la más anómala de todas las extinciones, conocida como la del final del Pérmico, en la cual 83% de los géneros de todas las criaturas fueron eliminados, 96% en el mar y 70% de los vertebrados terrestres.
Esta aniquilación masiva de la vida generalmente se asocia con efectos derivados de las erupciones volcánicas masivas de los Traps de Siberia, y las perturbaciones en la corteza conectadas con la formación del súper continente Pangea.
La siguiente, que ocurrió hace 370 millones de años, es la extinción del Devónico tardío, que acabó con 50% de todos los géneros y 70% de todas las especies, y se cree que resulto de un gran congelamiento profundo de todo el planeta.
Y finalmente la más antigua de las 5, que ocurrió hace 445 millones de años, conocida como la del Ordovícico tardío, que acabó con el 57% de todos los géneros y se cree que fue provocada por una intensiva acción tectónica de placas acompañada con cambios en el nivel del mar.

Así que, a partir de esta noción generalmente aceptada de los acontecimientos y que provocó las 5 grandes extinciones, uno podría sentirse justificado al decir que todas estas extinciones fueron provocadas por causas muy diferentes, desde actividad volcánica hasta movimientos tectónicos y cambios continentales, periodos de rápido congelamiento, eras de hielo, y choque de asteroides, y que no tienen relación entre sí; ni qué hablar de una relación con radiación cósmica y procesos galácticos. 
Pero una mirada más allá del mundo de sombras de los sumos sacerdotes de la academia y la ciencia popular aceptada, revela un montón de investigaciones de vanguardia que vinculan todas estas diferentes causas asociadas con extinciones, a ciclos galácticos y diferentes formas de radiación cósmica.
Voy a mencionar solo algunas de las fronteras en investigación que respaldan este argumento.
En la India, donde la capacidad de pronosticar terremotos es muy apreciada, el doctor Saumitra Mukherjee, jefe del Laboratorio de Aplicaciones de Teledetección de la Facultad de Ciencias Ambientales, de la universidad Nehru en Nueva Delhi, con el propósito de desarrollar sistemas de detección sísmica temprana
está investigando la correlación entre los terremotos y los cambios en el flujo de rayos cósmicos y también los cambios en el campo magnético de la tierra.
Está investigando:
1) la forma en la que cambios en el Sol, como se manifiestan por ejemplo en las eyecciones de masa coronal, pueden provocar cambios en el ambiente electromagnético de la tierra, llevando a cosas tales como terremotos, cambios rápidos de temperatura y un aumento en las nevadas; y

2) Las correlaciones de estos cambios en el ambiente electromagnético tierra sol. Con los brotes estelares galácticos y extra galácticos, que son intensos estallidos estelares, que pueden causar cambios en el campo magnético del Sol, e incrementar el flujo de rayos cósmicos; y este rápido aumento en la radiación cósmica lo que él ha mostrado que se correlaciona con la actividad sísmica y cambios dramáticos en el clima.
Este trabajo es consistente con el del afamado astrofísico danés Henrik Svensmark, quien, en base a su propio trabajo y construyendo sobre el trabajo de otros, tales como el astrónomo Nir Shaviv, ha desarrollado una teoría que muestra una conexión causal entre un aumento en el flujo de rayos cósmicos y el enfriamiento global, mientras establece correlaciones entre ese aumento en el flujo de rayos cósmicos con los movimientos a través de los brazos de nuestra galaxia espiral.
A la vez, correlaciona los enormes aumentos episódicos en la intensidad de rayos cósmicos con estallidos estelares locales y supernovas, los cuales potencialmente son precipitados por la interacción de nuestra galaxia con estructuras extra galácticas vecinas, tales como la gran nube de Magallanes, así como la actual excursión de nuestro sistema solar dentro de lo que se conoce como el cinturón de Gould, una región en nuestra galaxia con una concentrada formación estelar y gran actividad de supernovas. 

De forma similar, Yu Zhen-Dong, del instituto de investigación de protección ambiental Hubie, en Wuhan China, ha escrito un documento llamado: “Fuertes temblores, novas y ambiente de rayos cósmicos" que toma datos que se remontan a los 1930s, y observa intervalos de mayor actividad sísmica, que él describe como 10 o más terremotos de magnitud 7 o más, en un periodo de dos meses y lo correlaciona con estallidos de novas observados.
Más recientemente, ha escrito un documento relacionando el enorme terremoto de 8 grados del 2005 centrado en Whenchuan China, a un pico agudo en la intensidad de rayos cósmicos a nivel del suelo previo al terremoto, y establece correlaciones similares con otros 8 grandes terremotos en China durante los últimos 100 años.
Con lineamientos parecidos un grupo de científicos japoneses a publicado un documento titulado: “Erupciones volcánicas explosivas precipitadas por rayos cósmicos” en lo que ellos correlacionan erupciones volcánicas violentas en Japón, en el transcurso de los últimos 300 años, con períodos de intensa radiación cósmica, que ellos consideran relacionada con la actividad del Sol, es decir, periodos de mínima actividad solar se correlacionan con períodos de intensificación de radiación cósmica galáctica y extra galáctica, debido al hecho de que un Sol más activo proporcionará mayor protección a la Tierra, mientras que un Sol menos activo permitirá que más radiación cósmica pase al ambiente de la Tierra, llevando a una mayor actividad volcánica.
Ellos formulan la hipótesis de que el mecanismo para esto sería un proceso de nucleación inducida por la radiación cósmica, específicamente en magma rico en silicona, que precipita la erupción.
Esto cuadra con el trabajo antes mencionado de Svensmark sobre la relación del ambiente de radiación cósmica Tierra-Sol, con el clima global.
Pero, más sobre este punto de la relación de la radiación cósmica con la actividad volcánica y el brote de magma en los océanos y sobre los continentes.
Hay un grupo de Canadá que hizo un análisis sobre lo que se conoce como grandes provincias de rocas ígneas, que son grandes zonas donde el magma que brotó se ha enfriado y convertido en roca, Traps del Decán y de Siberia.
Ellos datan estas grandes provincias de rocas ígneas en 3500 millones de años atrás.
Lo que encontraron fue varios ciclos diferentes de muchos millones de años en su tasa de aparición; en particular, identificaron un ciclo de aproximadamente 170 millones de años, que abarca desde hace 1.600 millones de años hasta el presente, y varios ciclos diferentes de aproximadamente 60 millones de años distribuidos en grupos de intervalos por todo el registro de 3500 millones de años.
Estos ciclos, por supuesto deberían regresar nuestra atención a los ciclos de 62 millones y aproximadamente 143 millones de años asociados con el movimiento de nuestro sistema solar a través de la galaxia.
Para aportar un apoyo aún más fuerte a la relación de los ciclos galácticos con las enormes perturbaciones de la corteza terrestre y procesos relacionados, el mismo grupo de Mellot y sus asociados que establecieron la correlación de los cambios en la biodiversidad el ciclo de 62 millones de años del movimiento del sistema solar a través de la galaxia, también encontraron un ciclo de aproximadamente 62 millones de años en el aumento del isótopo químico estroncio, que ellos asocian con la expansión de los fondos oceánicos, la actividad tectónica y la elevación continental; donde el aumento en la proporción de estroncio 87 a 86 crece proporcionalmente al descenso de la biodiversidad, lo cual consecuentemente, de acuerdo a la hipótesis, correlaciona el aumento en el flujo de radiación cósmica con un aumento en la expansión de los fondos oceánicos y la elevación continental.
Así a partir de lo anterior, vemos que todos los procesos que se consideran como los impulsores de las extinciones del planeta - de la actividad tectónica y los cambios continentales, a los volcanes y las columnas de magma y flujos de lava relacionados, y a las eras glaciales – se pueden relacionar a grandes ciclos que relacionan a nuestro sistema solar con la galaxia, en particular con los ciclos de 62 y 143 millones de años, con énfasis en el papel de la radiación cósmica como el impulsor invariante de estos procesos diversos.
Lo cual plantea la pregunta: ¿qué realmente causa qué?
Teniendo en mente, lo que acabamos de discutir, veamos de nuevo dónde está nuestro sistema solar y por lo tanto nuestra Tierra, en relación a los ciclos galácticos.
Como se puede ver, estamos actualmente en la misma zona del ciclo de biodiversidad de 62 millones de años, y el ciclo que se ha planteado de aproximadamente 60 millones de años de oscilación galáctica, que se corresponde con aquella fase de los ciclos con los que existe una correlación con las anteriores 5 grandes extinciones discutidas anteriormente.
Más específicamente, se ha calculado que estamos a unos 30 años luz al norte del plano galáctico, habiendo cruzado el plano galáctico aproximadamente hace 3 millones de años, y estamos viajando en la dirección del lado norte del plano galáctico, que es el lado que en teoría ha sido objeto de un flujo más intenso de radiación cósmica, debido al frente de choque que acelera los rayos cósmicos, creado por el movimiento de nuestra galaxia, en la dirección del extra galáctico cúmulo de Virgo.
Así que, como se ve, todas las 5 grandes extinciones han ocurrido en la fase del ciclo de biodiversidad que en teoría corresponde al movimiento del sistema solar hacia el lado norte de la galaxia.
También, en relación a los brazos espirales, durante los últimos millones de años, hemos estado en el llamado brazo de Orión, una ramificación de uno de los más grandes brazos galácticos, conocido como el brazo Carina-Sagitario, lo cual viene al caso porque, como Svensmark ha determinado, la densidad de estrellas en los brazos es 80% mayor entre ellos y se ha calculado que nuestra posición en los brazos influye 10 veces más en la densidad del flujo de rayos cósmicos, que la que resulta de la influencia menor de los cambios en el Sol.
Pero, ¿esto es todo?
¿Es cierto que la Tierra y la vida en ella son simplemente golpeadas y maltratadas por las fuerzas de la galaxia, esperando que sobrevivan los suficientes en cada uno de estos desastres periódicos para mantener alguna continuidad?
¿Podremos ubicar alguna razón o intención general en este proceso, o la vida esta solo atrapada en algún ciclo repetitivo de efectos, esperando al final una explosión de nuestro Sol o una colisión de nuestra Vía Láctea con una galaxia cercana, ya que ambos se dice que ocurrirán aproximadamente en 5 mil millones de años, un período relativamente corto de tiempo desde el punto de vista de los procesos extra galácticos?
Para abordar la cuestión desde arriba, por así decirlo, y más allá de la lectura simplista de la historia de nuestro planeta en la galaxia como simplemente una en la que una serie de cambios cíclicos a nivel galáctico se correlacionan con los cambios en la biodiversidad, marcados por las extinciones, debemos reconocer que esta imagen de los ciclos es solo una proyección, en lo que puede entenderse un múltiple universo de espacios-fases , del tipo Vernadsky – Rieman, en donde lo volitivamente creativo, lo vivo y lo aparentemente no vivo, coexisten como un conjunto anidado de dominios jerárquicos, cada uno con sus propias cualidades características espacio-temporales, todo lo cual es subsumido por lo que podríamos caracterizar como la creatividad universal o la anti entropía universal.


Vemos esta caracterización de diferentes espacios tiempo para diferentes espacios fase, cuando lo que un tipo de medición análisis proyecta como cíclico y periódico, desde otro punto de vista es en realidad un proceso de crecimiento en aumento constante como se observa cuando vemos la curva general de la biodiversidad, que, aunque tiene una periodicidad, lo que en teoría se ha correlacionado con un movimiento periódico a través de la galaxia claramente se caracteriza por una función de crecimiento subyacente


Pero incluso esta curva de crecimiento puede pensarse como solo una proyección media entre dos espacios fase, porque la verdadera historia de la biosfera en su conjunto, se caracteriza por saltos alinéales desde niveles inferiores de organización y complejidad, hacia niveles cada vez superiores.
De hecho, esos saltos evolutivos hacia estados superiores de organización, parecen ser coincidentes con períodos que salen de las que por otro lado se caracterizan como fases de extinción.
En otras palabras, períodos en el ciclo galáctico que fueron marcados por extinciones, también demarcan puntos de explosión en el desarrollo ascendente del poder de la vida para actuar sobre el planeta; en la que cada fase de desarrollo establece la plataforma para el siguiente estado superior de la biosfera.
Por ejemplo, fue tras la extinción del Ordovícico tardío que se vio el primer movimiento de la vida vegetal fuera de los océanos y sobre la tierra, lo cual, por supuesto, revolucionó la biosfera de la tierra y creó todo un nuevo potencial electromagnético para el planeta.
Porque fue por este movimiento de la vegetación a la tierra que llegaron a ser posibles la formación de nubes y los sistemas climáticos continuos, que junto con la obvia captación de agua y los efectos climatológicos que esto tuvo sobre los continentes, también facilitó la creación del circuito eléctrico planetario como lo conocemos hoy, cuyo rango generado de 10 a 30 Hz de resonancias Schumman desempeña un papel regulador en cosas tales como las funciones cerebrales, y fue el periodo posterior a la siguiente extinción, la extinción del Devónico tardío, que los anfibios y luego los reptiles revolucionaron por primera vez, representando la primera colonización de la tierra por criaturas vertebradas, una revolución biológica en sí misma.
Esto significó que la biosfera tenia ahora una capacidad para un movimiento dirigido y una concentración de materiales y organismos biogénicos de relativamente mayor extensión sobre la tierra.
Esto se caracteriza por efectos tales como el papel de estas criaturas en la difusión de las semillas y bacterias a través de su consumo y secreción, aumentando la extensión y la tasa de expansión de la biosfera en su conjunto.

En ambos casos que acabo de mencionar, el desplazamiento de las plantas y luego los animales hacia la tierra, significó que la vida requirió el desarrollo de estructuras más complejas, de orden superior, como pulmones, piel y avanzados sistemas vasculares, capaces de mantener cosas como la hidratación interna, así como el desarrollo de capacidades avanzadas para la nutrición y la obtención de energía, todo lo cual representa un nivel de dificultad mucho mayor sobre la tierra. Gran parte de estas capacidades se han alcanzado, como lo acabamos de ver, por relaciones simbióticas, o cooperación entre diferentes especies e incluso reinos enteros de vida, lo que representa el movimiento de la vida hacia niveles cada vez superiores de complejidad y especialización.
Como, por ejemplo, en la relación entre el reino fungi y el reino vegetal, la supervivencia de cada una de ellas depende del intercambio de nutrientes entre ellas.
Otra de esas revoluciones, de saltos cualitativos de orden cada vez superior en la evolución de la vida, también ocurrieron en medio de las extinciones, estableciendo plataformas de orden cada vez superior y, en última instancia, sentando las bases para una de las más sólidas explosiones en la historia de la vida, la que surgió de la extinción de los dinosaurios, cuando los altamente diversificados y complejos mamíferos se apoderaron del planeta.
Una criatura cuyo alto metabolismo -aproximadamente diez veces el de los dinosaurios- y con alta regulación de la temperatura interna, le da un campo mayor de actividad y una mayor capacidad para existir en climas mucho más diversos y cambiantes.
Lo atestigua el hecho de que se pueden encontrar diversos mamíferos desde el polo norte hasta el ecuador.
Pero para lograr esto, los mamíferos requerían una fuente de alimento con mucha más densidad energética, lo cual encontraron en la hierba recién evolucionada, y en los árboles frutales ricos en energía, los angiospermas que habían llegado a dominar el contenido de flora del planeta, reemplazando a las menos desarrolladas y primitivas gimnospermas.
Es la relación entre estos dos, junto con otras relaciones, que se elaborarán en un momento posterior, lo que llego a dominar el planeta, llevando la vida a climas cada vez más variados, e incrementando la intensidad general del flujo del material biogénico a través del planeta.
Todo esto para dar forma a la biosfera de la tierra para tener las condiciones adecuadas para el próspero surgimiento de la humanidad en el sistema solar, en un periodo de 2 a 3 millones de años atrás, que parece coincidir con el último cruce de nuestro planeta a través del plano galáctico, a medida que avanzamos hacia el actual punto de inflexión, ya muy discutido, del ciclo de 62 millones de años.
Así que, de nuevo, sólo para enfatizar el punto, cuando queremos medir nuestra galaxia, por ejemplo, desde la perspectiva de cómo se manifiesta en el espacio fase de la vida, medido en términos de sus características inherentes, obtenemos la imagen de un proceso que es otológicamente alineal y anti entrópico, de tal manera que lo que desde un tipo de medición se puede proyectar como un ciclo de aproximadamente 62 o 142 millones de años, desde un espacio-fase superior se proyecta como un proceso que exhibe un cambio evolutivo ascendente de onda larga.
Entonces, ¿por qué suponer que el proceso cíclico es primario y el otro proceso de desarrollo solamente es un epifenómeno?
Esto se cruza con otra cuestión que se nos presenta, a la que nos hemos referido antes, en cuanto al fenómeno de la radiación cósmica, que hasta el momento ha sido implicado como lo que impulsa todos esos efectos asociados a los procesos correlacionados con los grandes ciclos galácticos y extra galácticos.
Así, a la luz de lo que acabamos de decir sobre el desarrollo anti entrópico ascendente de la vida sobre la Tierra, la pregunta es,
¿hay algo más profundo en el fenómeno de lo que hemos llegado a llamar radiación cósmica, que simplemente esos efectos cinemáticos e inherentemente destructivos, como suele ser el enfoque de esos investigadores que se atreven a tocar el tema?
Afortunadamente, yo y otros del "equipo de investigación del sótano" de LaRouche, estamos en una posición privilegiada para abordar este tema más profundo, debido a una disposición epistemológica que nos ha llevado a combinar las investigaciones sobre los procesos galácticos que hemos discutido hasta ahora, con la obra del biogeoquímico Vladimir Vernadsky y el biólogo Alexander Gurwitch, junto con otros que representan su revolución científica.
En síntesis, lo que Gurwitch descubrió es que los procesos internos de los organismos vivientes, como el crecimiento, la diferenciación celular y regulación interna, están mediados y controlados por lo que él llamó radiación mitogénica, que es bio radiación generada internamente, cuya fuente determinó, era el ADN, y se media en el rango de los UV, Gurwitch consideró que esta radiación está muy estrechamente conectada con lo que descubrió como el campo biológico singular, lo cual consideró como una analogía biológica del campo gravitacional relativista de Einstein.
Los trabajos posteriores de Fritz Popp y otros, han encontrado efectos de bio radiación cubriendo todo el rango del espectro electromagnético, y también encontraron que los efectos regulatorios no se limitan al funcionamiento interno de organismos individuales, sino que se extienden entre organismos, y de hecho yo sostendría que toda la biosfera de Vernadsky, estrechamente conectado al dominio más amplio de la radiación cósmica galáctica y extra galáctica.
Así es que desde este punto de vista de un campo de radiación cósmico integrado y la correlación de los procesos aquí en la Tierra con los ciclos galácticos y extra galácticos, que se debe investigar la historia evolutiva de nuestro planeta.
Por lo tanto, debemos preguntarnos:
¿Cómo debemos entender estos periodos de la historia de nuestra galaxia de un híper incremento en la formación de estrellas, como el periodo de nacimiento de estrellas cuyos efectos se han registrado que impactaron en la tierra hace 2000 o 2500 millones de años, cuyo período se correlaciona con la explosión de vida productora de oxígeno sobre la Tierra, cuyas consecuencias atmosféricas y biológicas fundamentalmente revolucionaron, la naturaleza de nuestro planeta?
O el período de entre 2 y 3 millones de años atrás que vio el surgimiento del hombre, que es un período en el que al menos se produjo una supernova cercana, con muchísima más evidencia secundaria apuntando a la existencia de por lo menos una más.
Este es un periodo acompañado por un enfriamiento rápido y la mayor tasa de fluctuación en las temperaturas jamás registrada, que se cree fue inducida por el aumento de radiación cósmica.
También en ese momento la Tierra vio la formación del istmo de Panamá, que conectó Norteamérica con Sudamérica y cambió permanentemente el flujo de las corrientes marítimas, que a su vez cambiaron las características electromagnéticas del planeta y cuya formación es el resultado de la actividad tectónica y erupciones volcánicas, que como hemos desarrollado anteriormente también podrían estar correlacionadas aumento del flujo de la radiación cósmica.
Y es en ese momento más o menos hace 3 millones de años, que debimos haber estado en el punto de cruce del plano galáctico, al iniciar a ascender hacia el lado norte de la galaxia. 

Así que la evidencia si apunta al hecho de que el hombre surgió en un periodo de transformación terrestre y galáctica, correlacionada con los aumentos de la radiación cósmica. 
Todo lo cual tiene que ver con la cuestión de la nebulosa del cangrejo, la entidad astronómica más anómala e intensa en energía conocida por los astrónomos, tanto en nuestra galaxia como más allá, y cuyo nacimiento fue presenciado aquí en la tierra hace un poco menos de mil años, en el año 1054 DC

Lo que nos lleva de nuevo a la verdadera pregunta...

¿Hacia dónde vamos ahora?

Detengámonos y reflexionemos sobre el hecho de que nos hemos situado simplemente en un proceso en la Tierra, sino que en realidad hemos abarcado, en la medida de nuestra comprensión actual, todo el proceso de evolución y cambio galáctico como una unidad en nuestras mentes, algo que ningún animal es capaz de hacer.
Que, aunque en su conjunto la biosfera demuestra un proceso de desarrollo anti entrópico, ningún animal en la biosfera es capaz de ser auto consciente de ese proceso como una unidad, y mucho menos intervenir creativamente para cambiar el nivel de desarrollo del universo.  
Eso es algo exclusivo del individuo creativo, ejemplificado por los descubrimientos científicos, mediados y fomentados a través del dominio único de la historia y la cultura.
Y si la humanidad continúa haciendo las preguntas correctas y planteando las paradojas correctas, quizás encontraremos que, como humanidad, no solo podemos comprender mejor los procesos de nuestra galaxia y más allá, sino que un día quizás aprenderemos a controlarlos y aprovecharlos para nuestro propio beneficio fructífero, como parte de la relación en constante desarrollo del hombre con el universo.
Así, con este discernimiento, encontraremos al hombre creativo no simplemente como algo en el universo siendo influenciado pasivamente por él, sino que más bien, venimos a encarnar ese principio de creatividad que delimita nuestra galaxia y el universo por igual, y con ese fin, decimos que nuestro futuro no yace en las estrellas, sino que el futuro de las estrellas yace en nosotros.


 


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