7 DE Abril 2020 Héctor Giuliano
Poco más temprano o tarde el estado de emergencia por la pandemia del coronavirus cesará y entonces, si no ya mismo, el Gobierno, en el marco de la crisis financiera estructural por el sistema de la deuda perpetua, deberá tomar medidas muy importantes.
Predecir el futuro en estas circunstancias es tarea imposible pero algunas proyecciones básicas tentativas pueden hacerse sobre la base de una pura lógica, al menos en tres campos relacionados entre sí: el de la situación económica general, el de las finanzas públicas en particular y el de la cuestión monetaria que las vincula.
Recesión económica
La recesión económica generalizada que se vive en la actualidad está teniendo consecuencias demoledoras sobre la mayor parte de la actividad comercial, productiva y de servicios; y todo efecto rebote que se produzca con el levantamiento de las actuales medidas de excepción -según cuándo y cómo las mismas se produzcan- no solo puede ser transitorio sino que no garantiza una recuperación inmediata y sostenida frente a la situación existente -salvo el ámbito de los consumos directos- y además no recuperaría el lucro cesante por los días de paro total que se han perdido. Igualmente, poco puede preverse acerca de una reactivación del crédito bajo las actuales condiciones recesivas y el paro consecuente de las decisiones de inversión, en un caso típico de trampa de liquidez (no demanda de préstamos).
Es más, esta reactivación puede venir acompañada por el peligro cierto de aumentos de precio, a menos que se dicten e instrumenten severas medidas de control por vía de mayor intervención del Estado.
Notablemente, en medio de esta terrible crisis económica, la actividad financiera no se ha detenido en sus ganancias porque los títulos públicos y las operaciones financiero-bancarias en general no han dejado de percibir sus utilidades. Ergo, las consecuencias comerciales, económicas y financieras lógicas e inexorables de las drásticas medidas adoptadas por la pandemia del COVID 19 son las de una recesión generalizada.
Déficit fiscal
La crisis de deuda y su agravamiento sustancial por efecto del coronavirus pesan no solo sobre la actividad privada sino particularmente sobre las finanzas públicas:
a) El Estado aumenta en forma extraordinaria los gastos, especialmente los sociales, sanitarios y de seguridad, y las distintas formas de subsidios.
b) Se reducen fuertemente los ingresos fiscales, como resultado del paro de la actividad económica general y también de las moratorias y/o exenciones tributarias y previsionales.
c) Con esta combinación, bajo una gravísima crisis estructural de deuda pública ya existente, el déficit fiscal pasaría a niveles impredecibles.
Y esto último es válido también para provincias y municipios; e incluso para gran parte de los servicios públicos (como el caso del transporte, por ejemplo).
¿De dónde va a salir la plata para cubrir este desequilibrio sustancial de las finanzas del Estado?
Deuda o emisión monetaria
El dilema simple y de fondo que se plantea es si este aumento del déficit fiscal va a ser cubierto con más endeudamiento público o con emisión controlada de dinero. La refinanciación ligada al reperfilamiento o pateo para delante de los plazos de vencimiento de las obligaciones impagables del Estado no solo no constituye una solución al problema argentino sino que, por el contrario, lo agrava.
Se trataría, en los hechos, de otra entrada más en el "callejón sin salida" de nueva ola de endeudamiento en gran escala de nuestro país y del mundo conformado a imagen y semejanza de los intereses del capitalismo financiero internacional. (Cualquiera haya sido la causa accidental o provocada de la actual pandemia de COVID 19 el sistema financiero internacional está contemplando justamente eventuales medidas de "asistencia" a nivel planetario, en coordinación con la banca internacional que jugaría un rol clave al amparo de un posible nuevo régimen de endeudamiento global.
El dilema es "más endeudamiento o emitir moneda nacional".
Es el momento de una suerte de ser o no ser para el destino económico-financiero del Estado argentino.
Por un lado, la necesidad y conveniencia de salir de la trampa de deuda en que nuestro país está metido y de su mecanismo de dependencia financiera perpetua y por otro, la necesidad de preservar el valor de la moneda de la patología de la inflación.
Una cosa es emitir para pagar intereses de la deuda pública como se hace ahora a través del BCRA y otra muy distinta es emitir para financiar la construcción de una obra pública, que da lugar al aumento de la producción y el empleo nacional.
Siguiendo las reglas de una sana lógica monetaria la inflación se produce cuando los medios de pago (la cantidad de dinero en la economía) aumentan en forma desproporcionada contra el aumento de la producción o la riqueza (producto bruto, PBI o PIB).
El Estado tiene tres fuentes básicas y clásicas de financiamiento: la recaudación tributaria (impositiva y previsional), la emisión controlada de dinero y la deuda pública.
Mientras las dos primeras fuentes, en principio, no tienen costo directo para el Estado fuera del gasto de diseño e impresión de los billetes en el caso de la emisión, la tercera (que de ser otrora un recurso extraordinario ha devenido ahora un recurso "normal" y permanente) sí lo tiene, por el peso de los intereses de la deuda.
Se llega así a la paradoja de que como en el caso argentino cuando este costo de la fuente deuda resulta excesivo e impagable termina siendo necesario aumentar las otras dos fuentes para cubrirlo, con el consiguiente efecto de la mayor carga tributaria y de la deuda como factor de emisión inflacionaria.
Ante este problema el presente trabajo deja planteado esencialmente tres cosas:
* La conveniencia de utilizar la emisión monetaria antes que continuar la política financieramente suicida de seguir tomando deuda pública sin capacidad de repago.
* La necesidad y conveniencia de apelar a una variante de moneda paralela de tipo inconvertible para poder disponer de fondos alternativos que sirvan para cubrir los gastos de funcionamiento del estado y la movilización de la economía nacional.
* La necesidad de emplear una forma socio-económicamente "incruenta" de equilibrio de las cuentas públicas evitando las tradicionales consecuencias recesivas de los planes de ajuste fiscal.
Y es muy importante -y también urgente- que estas cosas se piensen, se discutan y se trate de instrumentarlas en el país antes que las nuevas tendencias en ciernes impongan supuestas "soluciones globalizadas" en la cuestión de la deuda.
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