Salta 03-03-2022
: SE NOS HA IDO UN HOMBRE BUENO
El abuelo solía enseñar que "nosotros preparamos nuestra propia muerte", morimos como hemos vivido. Y hoy la pluma llora el luto por la partida de un gran amigo, que fue antes que eso un gran hombre, título difícil de obtener. Que se fue como vivió, sencillo y generoso.
El espíritu se abotaga de recuerdos, de aquellos años jóvenes cuando el arte nos cruzó el camino y pudimos fundir fotografía y literatura en aquellos libros bisoños que salieron de la fuerza de voluntad de Cristina Rodríguez Solano, aquella Gofica que no era una imprenta sino una fábrica de sueños.
Incondicional para cada aventura literaria. Supimos de andar juntos haciendo equilibrio en las alturas de las iglesias de Salta para hacer "Salta, el Capítulo de la Fe", descubriendo pasadizos y fotografiando la ciudad desde ángulos donde antes ningún salteño había llegado.
¿Te acordás, gordo, de aquella vez que nos sorprendió el mediodía bajo la "Campana de la Patria" –cuando tañía todavía- en la torre de San Francisco? Nos agarraron las doce campanas arriba y quedamos vibrando como una semana. Y esa otra, cuando vos colgado en el vacío de la linterna del templo franciscano y yo agarrándote del cinto para sacar "esa" foto del altar mayor. Única, irrepetible. Y cuando desafiamos, los dos con más de cien kilos los peldaños mínimos del frontis de La Viña… qué se yo…, cada foto era una aventura.
Cuando yo publicaba "El Maestro", aquel mensuario para docentes y vos, infaltable, sacando fotos de políticos, de escuelas, de lo que fuera. Montados en esa Honda 650 que cruzaba la ciudad por la calle Caseros a no sé qué velocidad y yo con los ojos cerrados: "¡Pará gordo que nos hacemos m…! Bajo sol, llovizna o de noche. Y nos paró el agente de tránsito y lo arreglamos con unas fotos…
La primera foto de los mellizos, de Enio, de las mellizas, hoy ya madres. El casamiento de Anita, la vida familiar retratada por tu lente.
Así hasta esa última foto del año pasado para la portada de la revista. Son muchas fotos, muchas anécdotas que hoy el alma envuelve silenciosamente, con afecto humedecido porque se van para el archivo de la memoria, donde reposarán hasta el día en que volvamos a verlas juntos y reírnos de cada uno de esos momentos: "¿Te acordás de ésta? ¿Y de esta otra? Qué se yo… esa memoria que no es tan frágil como la vida.
Las madrugadas preparando alguna muestra fotográfica, bautizando cada foto. ¡Aquella de los cardones en una curva de la Cuesta del Obispo que llamamos "Los Profetas"! y cuando pasaste de nuevo me llamaste para decirme: "¡Fijate, estos hdp sacaros los profetas a la m…!" Poniendo en el marco, compartiendo esos cafés hasta que exprimíamos el termo. Porque siempre todo se hacía a última hora, sino no tenía vértigo ni tampoco gracia.
Para quienes lo conocieron, José Luis Madrid, no era el fotógrafo, era parte de la familia, de cientos y cientos de salteños que posaron frente a su cámara. Ese archivo que hoy queda silente guarda la memoria de casi medio siglo de vida social en Salta.
No era gordo, porque todo ese volumen era corazón. Jamás demostró que una pena lo afligía –y las tenía-, porque su sonrisa y sentido del humor eran mayores. Era el tipo que te cambiaba el ambiente cuando llegaba, siempre con el chiste oportuno, mordaz, inteligente.
Fue un niño grande hasta el último momento. Seguramente por eso eligió ser el Papá Noel del Shopping, de las Fiestas, porque otra vestimenta no le cabía, si era la inocencia caminando, la bondad derramada en cada paso que dio.
Habría tanto para decir, pero toda palabra sería mezquina, apenas una pincelada sesgada de lo que el "Gordo Madrid" fue y representó. Uno de los mejores fotógrafos de Salta. Un artista que como todo ser tocado por el don del Padre era humilde, sencillo, negado a la vanidad, aunque fuera el mejor en su disciplina.
Se fue como había vivido, como son las obras de Dios, en silencio.
Si alguien que no lo hubiera conocido nos pregunta en adelante, ¿Y quién fue José Luis Madrid? Simplemente podremos responderle: "Fue un hombre bueno".
En estos tiempos, eso es demasiado.
Chau, Gordo, hasta que volvamos a desempolvar el archivo y reírnos como en aquellos días. -
Ernesto Bisceglia
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