Artículo publicado en el
Suplemento por el Bicentenario del diario El tribuno
07 de julio 2016
Julio
González
Javier
Cornejo
La
"Fundación de un Estado Continental Independiente de toda dominación
extranjera", es el verdadero significado de la conmemoración de este
Bicentenario.
El 9 de
julio de 1816, en San Miguel de Tucumán, se reunió un Congreso integrado por
tres diputados por Charcas o Chuquisaca, un diputado por Chichas o Potosí, un
diputado por Mizque, dos diputados por Salta, un diputado por Jujuy, dos
diputados por Tucumán, dos diputados por Santiago del Estero, tres diputados
por Córdoba, dos diputados por Mendoza, dos diputados por San Juan, un diputado
por La Rioja, dos diputados por Catamarca y siete diputados por Buenos Aires.
Eran veintinueve en total.
Invocando
su carácter de "Representantes de las Provincias Unidas en Sud
América" declararon de manera solemne la voluntad de esas provincias de
"romper los vínculos que las ligaban a los reyes de España",
"recuperar los derechos de que fueron despojadas" e "investirse
del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus
sucesores y metrópoli y de toda dominación extranjera".
Estas
últimas palabras "y de toda dominación extranjera" fueron propuestas
por el doctor Pedro Medrano, representante por Buenos Aires, con una
premonitoria concepción del futuro.
Este
primer documento público de nuestro país proclamó por lo tanto la Independencia
de todas las Provincias Españolas del Continente de América del Sur. La fuerza
de este pensamiento provenía de diputados formados intelectualmente, la mayoría
de ellos, en las Universidades de Charcas o Chuquisaca (once), de Córdoba
(cinco) y de San Felipe de Santiago de Chile (tres).
La
Universidad de Buenos Aires en esa época no existía. El Congreso designó a
Santa Rosa de Lima, figura sacra y vernácula, Patrona de América del Sur.
La
importancia de este Congreso se trasluce en la presencia de
"observadores" participantes, como Jean Adam Graaner, representando
al rey de Suecia y al zar de Rusia. (Graaner, Jean Adam -1949- "Las
Provincias del Río de la Plata en 1816". Informe dirigido al príncipe
Bernadotte, Edit. El Ateneo Bs. As. pág. 60)
La nueva
nación se incorporaba de esa manera a la comunidad internacional con
extensiones geográficas muy grandes y con deslindes jurídicos y religiosos muy
precisos. El Congreso permaneció sesionando en San Miguel de Tucumán hasta el
17 de enero de 1817.
No pudo
continuar su bien pensada obra de organizar y hacer funcionar como país
independiente a las Provincias Unidas en Sud América. Presiones y
circunstancias forzaron su traslado a Buenos Aires. Los diputados que,
previendo la fuerza disociadora de los intereses de la ciudad - puerto, se
opusieron a ese traslado fueron declarados cesantes. Tales los casos de Eduardo
Pérez Balnes y de José Antonio Cabrera, diputados por Córdoba.
El
coronel José Moldes
Que la
Independencia quedó convertida en beneficio de Buenos Aires y la dependencia
comenzaba para las provincias y por ende para el país, quedó demostrada con la
oposición sistemática que se desató en el Congreso para que la primera
magistratura de las Provincias Unidas no recayera en un provinciano. El
candidato que se perfilaba era el diputado por Salta, Coronel José Moldes,
nacido en 1875 y educado en España. El talento de nuestro comprovinciano fue
una traba inesperada. Para excluirlo se apeló a todo. Llegando a fraguarle un
proceso penal, sin pruebas, fue engrillado y remitido a Chile como prisionero,
muriendo en extrañas circunstancias. (Dr. Julio González: "La involución
hispanoamericana" pág. 298 Edit. Docencia 2010).
Los libros
de Actas del Congreso de Tucumán han de haber registrado actos muy
significativos y esclarecedores, pero fueron robados o perdidos. El Acta
redactada el 9 de julio de 1816 en el Congreso de Tucumán por su secretario don
Mariano Serrano no es la misma que existe en el Archivo General de la Nación.
Serrano redactó a mano una copia firmada por él. A la copia firmada por
Serrano, por medio de calcos sucesivos, se le agregaron las firmas de los demás
diputados.
El
traslado
El Congreso
de Tucumán, que había declarado la independencia una vez instalado en Buenos
Aires dictó una constitución de influencia francesa (22 de abril de 1819) y
continuó sesionando como Poder Nacional hasta el 11 de febrero de 1820. En esta
fecha debió disolverse ante las presiones incontenibles de una anarquía
política y militar que, promovida en el interior e instigada desde el exterior,
abarcó todo el país. Entonces, la Ciudad de Buenos Aires y su territorio
provincial adquirieron una autonomía casi independiente al igual que las demás
provincias de la Unión.
El
cabildo de Buenos Aires expidió una resolución que emitió a todas las
provincias indicando que todas ellas quedaban en estado "de hacer por sí
mismas lo que más convenga a sus intereses y al régimen interior".
La unidad
del país quedaba de esta manera rota, desvertebrada por decisión de la Ciudad
Puerto de Buenos Aires.
De esta
manera, el territorio de nuestro país quedó sin identidad jurídica y sin fines
económicos.
Esta
trágica situación estuvo muy bien reflejada en los versos de Bartolomé Hidalgo:
“En diez años que llevamos
De
nuestra resolución
Por
sacudir las cadenas
De
Fernando el balandrón
¿qué
ventajas hemos sacado?
Le diré
con su perdón,
Robarnos
unos a otros,
Aumentar
la desunión,
Querer
todos gobernar,
Y de
facción en facción
Andar sin
saber que andamos,
Resultado
en conclusión
Que hasta
el nombre de paisanos,
Parece de
mal sabor,
Y en su
lugar yo no veo
Sino un
eterno rencor.
Y una
tropilla de pobres
Que
metida en un rincón
Canta al
son de su miseria:
¡No es la
miseria un mal
son!
...
Desde
principio, Contreras.
Esto ya
se equivocó,
de todas
nuestras provincias
se empezó
a hacer distinción.
Como si
todas no fuesen
alumbradas
por un sol...
...
Y así,
hemos de ser libres
Cuando
hable mi mancarrón...
Cambio de
timón
El 9 de
diciembre de 1824, el último ejército español que combatía en América del Sur,
fue derrotado en el Perú en la batalla de Ayacucho por Antonio José de Sucre al
mando de las fuerzas de Bolívar. Con esto terminó la guerra con España por la
independencia.
Varios
meses antes del 5 de marzo de 1824 por iniciativa del gobierno la Provincia de
Buenos Aires había dictado una ley invitando “a los pueblos de la Unión” a
reunir “lo más pronto posible” la “Representación Nacional”.
En virtud
de esta convocatoria, el 16 de diciembre de 1824 (pocos días después de la
batalla de Ayacucho) se instaló en Buenos Aires un Congreso General
Constituyente. Era voluntad de todas las provincias constituir el país y
terminar con el aislamiento en que vivían.
El
Congreso de las Provincias comenzó inmediatamente su cometido reiterando de
manera expresa y solemne la existencia de la “Unidad Nacional” y de la
“Independencia de la Nación” conforme lo establecía el Acta de la Independencia
del 9 de julio de 1816. Estos conceptos macizos quedaron vertidos en la Ley
Fundamental del 23 de enero de 1825, cuyo artículo 1ro. establecía que “Las
Provincias del Río de la Plata reunidas en Congreso reproducen por medio de sus
diputados y del modo más solemne el pacto con que se ligaron desde el momento
en que sacudiendo el yugo de la antigua dominación española se constituyeron en
nación independiente, y protestan de nuevo emplear todas sus fuerzas y todos
sus recursos para afianzar su independencia nacional y cuanto pueda contribuir
a su felicidad”.
Empero,
en su artículo 7mo. la Ley Fundamental desvirtuó estos criterios de integridad
e independencia para todo un país constituido, adjudicando al gobierno de
Buenos Aires una supremacía de política exterior frente a los demás gobiernos
provinciales.
Provisoriamente,
las autoridades porteñas recibieron las facultades para atender “todo lo
concerniente a negocios extranjeros, nombramientos y recepción de ministros y
autorización de los nombrados” y “celebrar tratados, los que no podrá ratificar
sin obtener previamente especial autorización del Congreso”.
El 29 de
enero de 1825, dos días después de haber asumido esas funciones, recibieron la
propuesta de firmar “con el representante de Gran Bretaña el primer Tratado
Internacional”. Ese Primer Tratado era en los términos de la propuesta inglesa
de “Amistad y Comercio”, pero su contenido posterior fue bien distinto.
Reiterando otra vez “lo urgente que es expedirse en los negocios de las
relaciones exteriores” el General Las Heras y su Ministro García decretaron el
nombramiento de Manuel José García como “Ministro Secretario de Relaciones
Exteriores y Gobierno en la clase Plenipotenciario, para ajustar con el
Plenipotenciario de J. M. B., un tratado de Amistad y Comercio”. El Congreso y
el gobernador de Buenos Aires, Juan Gregorio de Las Heras, antes de establecer
los derechos que los criollos tendrían sobre su tierra emancipada de España,
determinaron los privilegios que Gran Bretaña y los súbditos británicos
recibían y habrían de mantener dentro de la estructura económica argentina.
Tal fue
el objeto del Tratado del 2 de febrero de 1825, que en nuestros días del año
2016 del Bicentenario, continúa en total e ininterrumpida vigencia porque no
tiene fecha de vencimiento. Tratado que fuera ratificado y actualizado en 1990
con la firma de los Tratados de Paz como consecuencia de la Guerra de Malvinas
de Madrid y Londres, constituyendo el “manual de operaciones” del desencuentro
del pueblo argentino. Este es el resultado de una independencia improvisada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario