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sábado, 4 de noviembre de 2017

Primavera Argentina



Mutación de un pueblo trabajador
Por Javier Cornejo
Artículo publicado en el diario El Tribuno el 21-10-2013
El 17 de octubre de 1945 el "pueblo trabajador"  elegía su líder:
 Nacía el Estado Industrial Argentino.
 El 17 de octubre de 2013, cada vez más "gente" dentro de los difusos límites de una ajena geografía deambula sin líder y sin trabajo.
Un "modelo" con total inexistencia de un futuro para el pueblo argentino,  fue el encargado de "profundizar" el aniquilamiento de la herramienta industrial de nuestro país iniciado el 24 de marzo de 1976 y continuado por los que siguieron, especialmente por el  menemismo.
Aniquilamiento que avanzó sobre  la "columna vertebral del justicialismo", con la finalidad de disgregarla en infinidad de representaciones,  encaminándola hacia una transformación en  la masa creciente de desocupados que día a día se expande de manera incontenible.
 Lo que es peor,  "desocupados resignados".
Una resignación suicida en la que fuera extirpada la vocación laboral e implantado el concepto clientelista del subsidio a perpetuidad.
 Su inicio fue una primer generación en que la "chispa" de voluntad fue anestesiada, llegando a la actual tercer generación de desocupados que no vieron  a sus padres ni abuelos trabajar, con lo que se produjo la total extirpación de toda voluntad y ejemplo laboral.
A lo expuesto se suma una creciente juventud (cronológica, no mental) de "ni-ni" que ni  trabajan ni estudian, ni les interesa  un futuro proyecto de vida concreto, que altere el "limbo" en  el que se desenvuelven.
EXCEPCIÓN
Debo destacar especialmente que el subsidio otorgado en forma transitoria a quien más necesita, para paliar una situación de emergencia  con el fin de lograr una rápida inserción en el mundo del trabajo, es absolutamente plausible y necesario y no tiene nada que ver con el subsidio de exigencia perpetua instaurado en un país con "crecimiento a tasas chinas".
COLUMNA  VERTEBRAL QUEBRADA
La clase trabajadora argentina está totalmente desdibujada en su conformación y organización. Está siendo reemplazada por un cada vez mayor número de personas sin capacidad elemental de procurar su propia subsistencia ni la de sus descendientes. Son producto del  "modelo de inclusión en la dádiva",  en contraposición a un Verdadero Proyecto orientado  a la participación en la creación de las condiciones necesarias para la expansión de una oferta laboral creíble  y posible, con una simultaneidad de preparación en un acceso a las herramientas culturales. Herramientas  concretadas en los conocimientos necesarios para el desarrollo de las propensiones naturales  del ser humano a la transformación de la materia en función del logro de mejores condiciones de vida para sí y sucesores.
En el  modelo, el "desocupado resignado", únicamente asume un rol activo en una concientización que sólo a través de la fuerza bruta, y no por un honesto y esforzado trabajo diario, logrará la satisfacción de sus demandas, que a medida que son políticamente satisfecha se incrementan en una progresión geométrica sin fin.
Paralelamente se erigen como las figuras a imitar, los cabecillas de hinchadas futboleras que al frente de sus barra-bravas, compiten en la virulencia de sus acciones en camino a un caos programado que pronto recibirá el nombre de "primavera argentina".

¿Hacia una «primavera latina»?
por Thierry Meyssan
Agitación contrarrevolucionaria en Venezuela
Va en ascenso la inquietud en Latinoamérica, donde Estados Unidos y el Reino Unido están implementando una «primavera» al estilo de las «primaveras árabes». Por supuesto, como prácticamente todos los latinoamericanos son cristianos, no se tratará en este caso de sembrar la guerra enemistando a los pueblos con argumentos religiosos. Se buscará más bien la manera de recurrir a ciertos aspectos de las identidades locales. Pero el objetivo seguirá siendo el mismo: no se trata de reemplazar un gobierno por otro sino de destruir los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia nacional frente al imperialismo.
Red Voltaire | Caracas (Venezuela) | 16 de mayo de 2017

Con el tiempo, numerosos líderes políticos del mundo entero han reinterpretado las «primaveras árabes». Lo que al principio parecía ser una serie de revoluciones espontáneas contra gobiernos autoritarios se ve hoy en día como lo que realmente es: un plan anglosajón de desestabilización de toda una región del mundo para poner en el poder a la Hermandad Musulmana. El recuerdo de la «revuelta árabe de 1916», durante la cual Lawrence de Arabia sublevó la región en contra del Imperio Otomano haciendo que los pueblos soñaran con la libertad para acabar sometiéndolos al Imperio Británico, está ahí para demostrarnos que Londres dispone de la experiencia necesaria para ello.
Los anglosajones están preparando al parecer una nueva ola de seudo revoluciones en Latinoamérica. Todo comenzó con un decreto del entonces presidente Barack Obama, emitido el 9 de marzo de 2015, que declaraba un estado de emergencia ante la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela supuestamente representaba para Estados Unidos. Ese documento suscitó en todo el continente una ola de indignación que obligó al presidente estadounidense a presentar excusas durante una cumbre regional. Obama se excusó… pero no anuló el decreto y los preparativos para una nueva guerra siguieron adelante.
Es importante observar que el texto de Obama sobre Venezuela no es una ley, como la Syrian Accountabilty Act adoptada bajo la administración de George W. Bush, en 2003, sino un decreto presidencial. Eso implica que el poder ejecutivo no está obligado a rendir cuentas al legislativo sobre los preparativos que lleva a cabo al respecto.
En el mundo árabe en general, y en el caso de Siria en particular, los anglosajones necesitaron 8 años para iniciar las acciones. Pero numerosos elementos hacen pensar que necesitarán menos tiempo para emprender un programa de destrucción en Latinoamérica.
En Brasil, justo antes de los Juegos Olímpicos, estalló una serie de desórdenes contra el gobierno de la presidente Dilma Rousseff. Esta última fue destituida como resultado de un procedimiento parlamentario, legal pero totalmente en contradicción con el espíritu de la Constitución.
El golpe parlamentario contra Dilma Rousseff fue implementado, bajo el control del Banco Central –cuyo segundo al mando tiene doble nacionalidad brasileña e israelí–, por un grupo de diputados hoy metidos hasta el cuello en graves escándalos de corrupción. Los servicios de seguridad brasileños se mantuvieron extrañamente pasivos durante el golpe. ¿Cómo se explica eso? Con vista a los Juegos Olímpicos, se hallaban bajo la supervisión de expertos israelíes. Actualmente, el nuevo presidente, Michel Temer –quien tiene doble nacionalidad brasileña y libanesa–, es objeto del más amplio rechazo popular.
La situación no es mucho mejor en México, país ya de hecho dividido en cuatro. El norte exhibe un fuerte crecimiento mientras que el sur está en plena recesión. Los dirigentes políticos mexicanos han vendido Pemex, la empresa petrolera nacional, y todas sus reservas a Estados Unidos, que por consiguiente ya no necesita el petróleo del Medio Oriente. Sólo el ejército parece creer aún en el concepto de patria.
En Venezuela, la oposición ha logrado capitalizar algunos errores económicos del gobierno para realizar unas pocas grandes manifestaciones pacíficas. Pero también organiza simultáneamente minúsculas concentraciones extremadamente violentas durante las cuales han sido asesinados tanto policías como manifestantes. Creando la confusión, las agencias de prensa internacionales dan la impresión de que ha comenzado una revolución contra los chavistas, lo cual no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.
O sea, los tres principales Estados latinoamericanos están siendo desestabilizados al mismo tiempo. Tal parece como si los neoconservadores estadounidenses, previendo un posible restablecimiento de la paz en Siria, estuviesen acelerando la aplicación de sus planes en Latinoamérica.
El viernes, en una alocución transmitida por televisión, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puso en guardia al pueblo sobre el proyecto anglosajón de «primavera latina». El presidente Maduro citó amplia y repetidamente los precedentes de Libia y Siria ante una audiencia de intelectuales latinoamericanos, a quienes tuve la oportunidad de unirme, como sirio de corazón.


Anti(Fascistas): El ejército del terror de los globalistas
24.04.2017
El antifascismo moderno es un simulacro, una copia sin el original, que se opone al "fascismo" que se inventó, que en realidad no está ahí.
"Como resultado del enfrentamiento entre los partidarios de Trump y los antifascistas en Berkeley, 6 personas resultaron heridas", "las protestas contra el mitin de Marine Le Pen en París se convirtieron en peleas masivas", "los antifascistas usaron cócteles Molotov en el mitin de Marine Le Pen", "grupos antifascistas son sospechosos de estar involucrados en el ataque terrorista en Dortmund". Estos son sólo algunos de los informes de prensa de los últimos diez días en los que grupos de jóvenes liberales de izquierda que se hacen llamar "antifascistas" son mencionados de una manera u otra. En Rusia este movimiento es marginal. En Occidente, todo es algo diferente. Allí, se ha convertido en una parte orgánica del Sistema.
Antifascismo: El viejo y el nuevo
El antifascismo moderno es un fenómeno bastante joven. Como subcultura, tomó forma en la década de 1980, tomando prestados los símbolos y lemas de los movimientos históricos que se opusieron a la extrema derecha en Europa en las décadas de 1920-1940. Al mismo tiempo, el pilar de los nuevos movimientos antifascistas es diferente. Fue hecho por anarquistas y trotskistas que fueron marginados en la resistencia a los regímenes fascistas históricos incluso durante la guerra civil española, en donde el papel de diversos elementos radicales entre los republicanos era absolutamente fuerte. Los partidos comunistas estalinistas desempeñaron un papel mucho mayor en el enfrentamiento contra los regímenes fascistas, pero los antifascistas modernos prefieren culparlos de "cripto-fascismo". Qué podemos decir de conservadores y nacionalistas como Ernst Niekisch y Otto Strasser en Alemania o de los participantes en el movimiento de la Resistencia en Francia, entre los que se encontraban izquierdistas, derechistas e incluso nacionalistas franceses. En otras palabras, no hay una continuidad ideológica e histórica entre el nuevo anti-fa y los grupos de la Resistencia, que lucharon contra los verdaderos fascistas.
Financiación del antifascismo
Pero hay otra conexión más fuerte. Con el capital financiero. Por ejemplo, la Fundación Tides, que está activa en Estados Unidos y recibe inyecciones financieras de George Soros, financia regularmente grupos antifascistas, entre ellos los que organizan disturbios masivos como los enfrentamientos de Berkeley en febrero de este año, cuando los antifascistas golpearon a la gente, quemaron vehículos y rompieron cristales en las casas.
El movimiento "antirracista" Black Lives Matter, que se ocupa principalmente de la organización de disturbios masivos, recibió 33 millones de dólares en 2016 de George Soros a través de la Open Society Foundation y el Center for American Progress, encabezado por John Podesta. Otros 100 millones de dólares fueron asignados por la Fundación Ford y la organización Borealis Philanthropy, que creó para este propósito el fondo del movimiento dirigido por negros.
La financiación de iniciativas antifascistas y antirracistas en Europa es también una de las prioridades de la Fundación Open Society, así como de otras estructuras estadounidenses de influencia. Por ejemplo, el mismo fondo Ford contribuye activamente a muchas iniciativas anti-racistas en toda Europa. La red de organizaciones europeas SOS Racismo, el inicio de la cual aconteció en Francia, fue creada originalmente por los izquierdistas establecidos a petición del Presidente Mitterrand y del Partido Socialista. La organización todavía es financiada en gran parte por el Estado francés.
Todas las redes antifascistas en Europa están ligadas a los Estados o a los fondos de caridad financiados por los capitalistas. Simplemente, no hay otro dinero en Europa. Resulta una paradoja, los izquierdistas y los anarquistas reciben fondos del Estado y los capitalistas, es decir, de sus principales "enemigos de clase". ¿Pero por qué?
Asaltadores del liberalismo
La respuesta yace en la superficie: La gestión de los flujos de efectivo es necesaria para reorientar a los radicales lejos de la crítica al sistema burgués y hacia la lucha contra el mítico "fascismo". El capitalismo propone, en vez de luchar contra sí mismo, abordar la lucha contra los fantasmas ideológicos, así como los oponentes del mismo capitalismo del bando de la derecha. Es muy conveniente, seguro y rentable en términos de dinero.
Los ideólogos de nueva voz dicen a los recién llegados que los "fascistas" son todos para quienes el espíritu emancipador de la Ilustración es en todas las maneras inaceptable; son aquellos que no van a renunciar a ninguna identidad colectiva, desde el arraigo en la tradición, étnica, nación, religión; son aquellos que creen que el hombre es un hombre y una mujer una mujer; son aquellos para los que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, son aquellos que aman a su pueblo y a su historia; y son aquellos que ven en la cultura no sólo el nihilismo sino también los valores de continuidad y Logos.
En unas palabras, los "fascistas" son aquellos que no están de acuerdo con la asignación a todas las posibles perversiones del estatus de norma social y derecho legal. Para un antifascista profesional, cualquier persona sana, equilibrada y normal es un "fascista". Y con los fascistas, como dicen los antifascistas, no hay nada que tratar. Un buen fascista es un fascista muerto. Eso nos recuerda algo.
El problema es que el fenómeno del fascismo no es en absoluto ideológicamente integral. La aplicación del término mismo a las diversas doctrinas de las décadas de 1920 a 1940 es una simplificación excesiva. Ampliar la misma interpretación del "fascismo" priva completamente al concepto de cualquier significado. Pero se acompaña de tantas alusiones traumáticas para la conciencia europea de posguerra que es imposible resistirse a usarlo como etiqueta. Llame a su enemigo ideológico "fascista", y las masas estarán de su lado. Y nadie lo entenderá. Lo principal es simplemente tener tiempo para gritar primero la palabra maldita. Y obtener una subvención para esto del gran capital y de la máquina estatal.
Los intelectuales occidentales crean los conceptos de "fascismo eterno" en el espíritu de Umberto Eco, tratando de maximizar la definición de este fenómeno para que pueda aplicarse al máximo número de opositores al orden mundial liberal, deslegitimarlos en tal manera y atacarlos con "los equipos de asalto" de antifascistas. Así, los representantes de todas las fuerzas populistas derechistas del sistema en Europa, desde el "Partido de la Libertad" al "Frente Nacional" francés o el "Partido por la Independencia del Reino Unido" fueron etiquetadas como fascistas.
Los antifascistas mismos viven por un principio completamente fascista. "Deja esta quimera de conciencia, el Führer piensa por nosotros". Para los antifascistas, por regla general, los filósofos ultra-liberales de entre los primeros dejaron realmente de pensar. Como el fallecido André Glucksmann o los aún vivientes, Daniel Cohn-Bendit y Bernard Henri Levy. Este último literalmente no sale de todo tipo de "Maidanes", declara regularmente cuánto odia ("por fascista") a Putin, y graba documentales cuando es necesario para justificar una invasión estadounidense de un país en particular. Saddam Hussen, Gadafi, Assad - ¡son ustedes "fascistas"! - Entonces, estamos volando hacia ti.
No se sabe de qué manera estos intelectuales difieren de los neoconservadores estadounidenses, ya que los principios básicos son los mismos: La propagación de la democracia liberal en todo el mundo, el derrocamiento de los regímenes "totalitarios", la oposición de Rusia, el apoyo del Estado de Israel y los Estados Unidos. Quizás la única diferencia es que los neoconservadores (también por alguna razón, por regla general, representados por antiguos judíos trotskistas) aman a Israel y a los Estados Unidos un poco más.
Antifascismo al servicio del imperialismo
La definición comunista clásica del fascismo la entendía como un complejo fenómeno sociopolítico. Por lo tanto, mencionó al capital financiero, como el principal patrocinador y beneficiario, y marcó el carácter imperialista agresivo del fascismo. Los antifascistas no se preocupan por esas dificultades. Su percepción del mundo es plana, se contentan con clichés y clichés. De lo contrario, verían que hay algo en común entre ellos y los fascistas históricos.
El antifascismo moderno no sólo es financiado por el mismo capital financiero, sino también plenamente solidario con las políticas agresivas de los países occidentales. Los antifascistas participaron en todas las revoluciones de color que Occidente perseguía. Sin embargo, en Ucrania, por ejemplo, en 2014 no se sintieron avergonzados por la presencia de neonazis en barricadas vecinas.
Ya sea que tomemos la guerra en Yugoslavia, el conflicto de Kosovo, el bombardeo de Libia… los antifascistas siempre toman la posición de la hegemonía y su poder. Están siempre del lado de los Estados Unidos y de los "rebeldes" patrocinados por ellos: De bosnios y albaneses a extremistas islámicos en Siria. Cuando lo necesitan, apoyan a nacionalistas, extremistas religiosos, cualquiera. Quien aquí es un "fascista", y quien no lo es, lo decide Bernard-Henri Levy.
Un ejemplo típico son los antifascistas y Trump. Inmediatamente después de la elección del presidente estadounidense, Donald Trump, en los Estados Unidos y en Europa se llevaron a cabo miles de manifestaciones contra el fascismo, la xenofobia y el sexismo. Trump fue calificado como un seto del infierno cuando trató de "vender" a la sociedad estadounidense una propuesta para comenzar a negociar con Rusia. Pero el mismo Trump lanzó un ataque de misiles contra Siria. ¿Y dónde están todos estos millones de personas con sombreros rosados? Atacaron al derechista alternativo Richard Spencer quien organizó una manifestación contra la guerra. Bernard-Henri, que anteriormente había atacado a Trump, se sincronizó con los neoconservadores, pues estaba complacido con el ataque de Tomahawks a Siria, y con las acciones para intimidar a Corea del Norte, diciendo que "este es un gesto valiente".
El antifascismo es fascismo
El antifascismo moderno es un simulacro, una copia sin el original, se opone al "fascismo" que se inventó, que en realidad no está allí. Afirma ser una sucesión al "antifascismo", que no lo era, porque ¿qué tienen en común los comunistas alemanes de los años treinta y los Cohn-Bendit? Atacar el vacío sólo ayuda a mantener la estancada existencia de otro simulacro subcultural, el neo-nazismo, su hermano gemelo. Finalmente, no ofrece nada positivo. Sólo destruir, aplastar, prohibir. Psicología típica del pogromo.
No es sorprendente que los antifascistas muestren un comportamiento prácticamente fascista. Otro rasgo característico de los antifascistas es el anti-intelectualismo. Si sus opositores derechistas tratan de organizar una discusión o un discurso, los antifascistas prefieren interrumpir el acontecimiento, pero no entrar en un diálogo y no justificar su posición. Otra característica común es la intolerancia hacia los portadores de otras opiniones. Otra es la apuesta por la violencia física y la intimidación hacia los oponentes. Por último, la ausencia de pensamiento crítico, que no nos permite ver en las acciones de quienes los dirigen, una franca manipulación. Los antifascistas son ciegos de un ojo: Solo ven el pseudo-fascismo y no ven lo verdadero, a quien sirven fielmente.
Para algunos puede parecer sorprendente, pero el antifascismo de hoy día es un fenómeno reaccionario que protege la hegemonía liberal, el estatus quo liberal y los políticos liberales. Quienes no quieren cambiar nada, quienes abogan por atraer a millones de migrantes y reducir la responsabilidad social del Estado y las empresas, que socavan la soberanía nacional de sus países en favor de las empresas transnacionales y están firmemente entrelazados en las redes de gobernanza mundial.





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