MUTILACION
PSICO-MOTRIZ
(Artículo original sin el recorte de la redacción del diario El Tribuno, efectuada en la parte final)
Por Javier Cornejo
Por Javier Cornejo
El peligroso
mundo en el que cada día nos internamos más y más, sutil y continuamente nos
presenta simplificaciones técnicas, para incentivo de un hedonismo que nos
sumerge en el falso “mundo feliz
consumista” con el que se nos anestesia
constantemente (pastilla roja o pastilla azul).
Por un lado el
bombardeo de toda una maquinaria tecnológica que altera nuestras funciones
cerebrales orientadas por una estimulación neuronal con un claro objetivo,
lograr un funcionamiento “repitente” y no “analítico” de las células
cerebrales. Es decir: repetir y no pensar.
A ello se suma el
consumo de substancias, legales o no legales, fármacos autorizados, pero, de un
consumo totalmente masivo en todos los estratos sociales y etarios.
En este aquelarre
de influencias, se reformula nuestro idioma con un premeditado objetivo de su
destrucción en su reemplazo por signos y
símbolos que configuran la nueva forma comunicacional de la “red”.
Tomando las
palabras del Dr. Julio González:
Cambiando el idioma
se cambian las palabras.
Cambiando las
palabras se cambian las ideas.
Cambiando las
ideas se cambian los conceptos.
Cambiando los conceptos
se cambian las conciencias y las
conductas.
Cambiando las
conciencias y las conductas, se cambian nuestras expresiones artísticas,
poéticas, musicales, se cambia nuestra tradición, nuestra moral y nuestra
religión.
O al decir Miguel
de Unamuno: “La lengua es la sangre del espíritu. En el idioma va implícita
cierta filosofía, un cierto modo de
concebir, y aun más que de concebir, de sentir la vida. Sean cuales fueren los
cruces de razas, sea cual fuera la sangre material que a la primitiva se
mezcla, mientras un pueblo hable en español, pensará y sentirá en español también”.
Por ello es
esencial la construcción de un país en base al idioma, es decir que a partir de
las lenguas nacen los pueblos, y no a la inversa que a partir de los pueblos
nacen las lenguas. Indudablemente el lenguaje tiene un valor superior al
razonamiento, del lenguaje proviene todo el “hacer”.
El “verbo” es el
sonido o sonidos que expresan una idea.
“Idea” es el primero de los actos de entendimiento referidos al
conocimiento de una cosa, o imagen que del objeto recibido queda en la mente
sin borrarse, con lo que se forma el
“concepto” siendo la idea que concibe o forma el entendimiento, pasando
a la “acción” siendo el ejercicio de la palabra, es el efecto de hacer.
En definitiva, el
verbo determina la idea, esta acuña el concepto, y el concepto conduce a la
acción que hace efectiva todas las etapas del conocimiento humano. Tal es como
el Dr. Julio González sintetiza el cap. 1 del Evangelio de San Juan
MUNDO FELIZ?
Al actual momento
de auge tecnológico comunicacional se
suma que pocos leen libros. Y los que leen, saltean la lectura de los contenidos,
sin respetar el orden establecido por el autor entre la primera y la última hoja de lo escrito.
Ya Ray
Bradbury (autor de Crónicas Marcianas)
en su novela “Fahrenheit 451” (la temperatura a que arde un libro 232.8
´C) nos cuenta la historia de un bombero
encargado de quemar libros, porque los gobiernos “ven contraproducente que los humanos lean, pues esto les impide ser felices y lleva a la angustia”.
Cuando publicó
sus obras en 1953 describe una sociedad consumista “en la que la deuda es casi
una obligación y se refiere a los
programas que ve en televisión como toda familia, una sociedad indiferente ante
lo que les sucede a los demás, incluso, indiferente ante sí mismos, más
preocupados por la realidad irreal, que les ofrece su televisor, que por su
propia vida”.
Una lucha entre la programación mental y la
realidad, entre el “efecto oveja” y el pensamiento crítico, que hoy es llevado
a un extremo de “realidad virtual” en una total fusión entre lo cierto, lo real, y
lo holográfico artificialmente
provocado, planteo que bien fuera presentado oportunamente por la película
Matrix: “puedes conocer el camino… el tema es transitarlo”.
ORDENADORES
Hoy para
comunicar nuestras ideas necesariamente apelamos a la presión dactilar sobre un
teclado pre- establecido que proyecta su resultado a nuestra vista en una pantalla que nos enfrenta. No existe
articulación alguna de transmisión de nuestra propia personalidad. Cualquiera
que presione el teclado obtendrá la representación de las letras en la pantalla
en exacta e igual forma.
No ocurre lo
mismo con la cadencia que se produce en la representación de ideas y conceptos
en una hoja producto de la manual escritura. Sea con cualquier elemento, especialmente con lapicera de pluma
y tinta. El funcionamiento mental de formación de las letras, palabras, presión
sobre el papel, resulta producto de un diferente y esencial proceso del
conocimiento en que se encuentra inmerso el autor.
Tal proceso resulta totalmente borrado, cerebralmente
anulado, en quienes a corto plazo serán totalmente incapaces de transmitir sus
pensamientos a través de una escritura en envolvente cadencia de movimiento,
dibujo y construcción de cada palabra. Será imposible sin un teclado pre-
establecido en el que posiblemente otros sean los símbolos que sinteticen los
sonidos guturales de un idioma del futuro que ya avizoramos cercano, producto
de esa “irrealidad real” del mundo global que tecnológicamente nos atenaza y
del que parece no podremos escapar. Sin que haya un idioma que nos rescate de
una “babel” de incomprensión, de estallidos de emociones y personalidad de un
humano camino a una “inteligencia” artificial incorporada a una robotización
cada día más cercana.
Mayo de 2016
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