Malcorra, con su par
británico: "Que Malvinas no obstaculice la relación"
En lo que
fue la primera reunión bilateral después de 15 años, la canciller mantuvo un
encuentro con Philip Hammond. Manifestaron la necesidad de identificar
“posibles áreas de cooperación”.
Jueves 12
de Mayo de 2016
La canciller Susana Malcorra se reunió con su par británico,
Philip Hammond, con quien coincidió en que “el desacuerdo por Malvinas no
debe obstaculizar el desarrollo de una agenda positiva más amplia”.
Después de 15 años, los cancilleres de ambos países
volvieron a tener una reunión bilateral.
En lo que
fue la primera reunión de trabajo bilateral después de quince años, Malcorra y
Hammond manifestaron “la necesidad de identificar posibles áreas de
cooperación en el Atlántico Sur”.
En tal
sentido, mencionaron “la explotación de
recursos naturales y conectividad entre el continente y las islas”, al tiempo
que hicieron hincapié en “la cooperación antártica”.
Fuentes de la Cancillería señalaron que “cada parte presentó sus
diferencias en algunos temas, sin que ello impida identificar aéreas de trabajo
conjunto donde fuese posible”.
En tanto,
entre los temas “prioritarios” se establecieron
“la promoción y aumento cualitativo y cuantitativo del comercio e inversiones,
la cooperación en ciencia y tecnología, la lucha contra el crimen organizado,
la cooperación institucional y la promoción del turismo, así como de los
intercambios en materia cultural, educativa y deportiva”.
Por Argentina participaron también el Secretario para Asuntos Estratégicos,
Fulvio Pompeo, y el Embajador ante el Reino Unido, Carlos Sersale di
Cerisano; mientras que por el lado británico se sumó el Ministro de Estado
para América Latina, Hugo Swire.
Vale
recordar que la última reunión de la que participaron cancilleres de ambos
países había tenido lugar los días 16 y 18 de julio de 2001, cuando el ex
ministro de Relaciones Exteriores Adalberto Rodríguez Giavarini aceptó
la invitación de su par británico, Jack Straw.
Malvinas entre lo dicho y lo
hecho
Publicado en el diario El Tribuno el 30 de enero de 2012
Por Javier Cornejo
El tema Malvinas volvió intempestivamente al primer plano. Esto se
produce inmediatamente a continuación de lo que la BBC de Londres consideró
como “un gran acierto “y “estrategia adecuada”: la comunicación de Scoccimaro
sobre la operación presidencial. Siendo felicitado por los especialistas en
campañas comunicacionales para políticos Heriberto Muraro y Rodrigo Martínez de
Isonomía en la principal portada de la cadena británica. (28/12/11 todos los
medios).
Simultáneamente, Gran Bretaña publicita su decisión de ocupar
definitivamente el sur del planeta, no dejando dudas de su titularidad y
posesión, aventando cualquier intención de terceros países (China) de
incursionar por estos lares sin su permiso.
Guerra de malvinas
Si bien la Argentina fue vencida por las armas en 1982, la Guerra fue
perdida en un escritorio por Carlos Menem y Domingo Cavallo, el 15 de febrero
de 1990, con la firma del “Acuerdo” de Madrid, (que se aplica sin la aprobación
del Congreso, como lo establece la Constitución Nacional para todo tratado),
asegurado, el 11 de diciembre de 1990, en Londres por el Tratado de Garantía de
Inversiones.
Allí finaliza realmente la guerra, reafirmándose nuestra derrota.
Argentina, vencida militarmente, podía conservar intactos sus derechos
para exigir permanentemente el reconocimiento de nuestra soberanía. Pero,
voluntariamente, con la firma de los acuerdos mencionados, en 1990 abdicó de
todas sus pretensiones tal como con absoluta certeza surge del articulado de
los instrumentos jurídicos internacionales referidos.
Por el artículo cuarto del acuerdo reconocemos lisa y llanamente el
derecho posesorio inglés sobre el archipiélago de Malvinas. A lo expuesto se lo
debe relacionar con el nuevo art. 124, de la Constitución Nacional de 1994:
“Las provincias podrán crear REGIONES para el desarrollo económico y social y
establecer órganos con facultades para el cumplimiento de sus fines y podrán
también celebrar convenios internacionales”
Así se comprende el motivo del apuro de la reciente demarcación de
límites (ley 26.552) de la inmensa nueva provincia de Tierra del Fuego,
Antártida e Islas del Atlántico Sur con facultades constitucionales para
reducir una cuestión soberana de toda la Nación Argentina, a una cuestión
provincial o meramente municipal de límites de vecinos o ribereños, en una mesa
de negociaciones que contemple una nueva “región” de complementariedad
empresaria para la explotación de los recursos naturales que de acuerdo al
art.124, de la Constitución Nacional de 1994 y “Ley Corta” 26.167 (2006),
pertenecen al dominio provincial y no como lo establecía la Constitución de
1949 en su artículo 40, “propiedad inalienables e imprescriptibles de todo el
pueblo argentino”
En aplicación del Acuerdo de Madrid, la organización jurídico-política
de Argentina fue reemplazada por una virtual soberanía compartida, una
Confederación Anglo Argentina de derechos y obligaciones totalmente desiguales.
Medidas que son válidas
La señora Presidente alienta la difusión del informe Rattenbach, lo cual
es un desvío de atención de las tres únicas efectivas medidas que deberían
tomarse:
1.- Aplicar la Ley 26.659 de marzo de 2011 (llamada de Hidrocarburos).
2.-Efectuar la “denuncia” del Acuerdo de Madrid y Tratado de Londres
referidos.
3.- Repudiar y apartar al Banco Barclay's (principal accionista de
Desire Petroleum) del manejo de nuestra deuda externa.
De lo contrario todo lo que se diga será sólo palabras,
"relatos" o" discursos" ahora a cargo de la nueva
embajadora Alicia Castro, de imagen bolivariana, aceptada por Londres dentro de
las 24 horas. ¡Inédito!
MALVINAS (I) INCONDICIONAL
Por Javier Cornejo
Publicado en el diario El Tribuno el 6 de febrero de 2012
Publicado en el diario El Tribuno el 6 de febrero de 2012
El 24 de junio de 2010 a través del Comunicado Nº 234/10 la Cancillería
Argentina daba a publicidad los siguientes conceptos del Ministro Timerman: “Mi
gobierno no es contrario a cooperar con el Reino Unido en aspectos prácticos
que derivan de la situación de hecho imperante en el Atlántico Sur, bajo el
debido resguardo jurídico y con el objeto de crear el marco propicio para que
las dos partes podamos reanudar negociaciones”.
¿Cuál es la cooperación que se propone con el Reino Unido?
El pueblo argentino no podrá entender nunca la “Cuestión Malvinas” si
pretende hacerlo a través de la verborragia de los funcionarios que repiten los
conceptos dictados por la misma Gran Bretaña.
La desinformación en que se lo tiene sumido es el arma más poderosa que
emplea ahora Londres para hacer irreversible su conquista económica y para
consolidar el país tributario (interna y externamente) sin derecho alguno- en
que nos ha transformado.
Conocimiento
Es esencial el estudio de la letra escrita en los instrumentos jurídicos
que nos sojuzgan. Por ello, es un deber de todo argentino la lectura, análisis
y comprensión de la obra del Dr. Julio González “Los tratados de Paz por la Guerra de Malvinas -desocupación y
hambre para los argentinos- Ed. El Copista
2005, a la que me remito en ésta y próximas columnas.
El día 16 de febrero de 1990 todos los medios masivos de información
(estatales y privados) anunciaron que se habían establecido las relaciones
diplomáticas con Gran Bretaña. El instrumento jurídico que esto determinó se
había firmado el anterior día 15, en Madrid en un salón del Ministerio de
Asuntos Exteriores de España. El texto del documento se integra con 18
artículos y IV anexos que abarcan un total de 14 carillas, que fuera publicado
por el Diario La Nación en el ejemplar Nº 42.486, del 16-II-90, pags. 1 y 4.
El texto oficial fue entregado al Secretario Gral. de la ONU para ser
distribuido como Documento Oficial de la Asamblea Gral. del Consejo de
Seguridad. También se entregó con carácter oficial a la Presidencia y a la
Comisión de la CEE y en el mismo carácter a la OEA.
El representante de Inglaterra Sir Crispin Tichelle destacó: “La
celeridad en el proceso de las negociaciones”. Esta brevedad inusual en
cuestiones tan delicadas, determinó que calificados observadores de la prensa
escrita enfatizaran en sus comentarios que la documentación estaba “ya”
cocinada “cuando se hizo la reunión de ambas delegaciones”(La Nación 16-II-90
pag. 4 columna 5).
Su
denominación
Este instrumento jurídico se denominó: “Declaración Conjunta de las
Delegaciones de la Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña”.
Tómese nota del término “Declaración” que no se corresponde con el de
“Tratado” que realmente es.
Su motivación y disposiciones serán analizadas a lo largo de las
próximas columnas.
El tema malvinas en la actualidad k
Por Javier Cornejo
Publicado el 13 de febrero de 2012
A medida que se acerca el próximo 2 de abril -trigésimo aniversario de
la Guerra de Malvinas- los medios de prensa occidentales propagan noticias
sobre supuestas “crecientes tensiones entre Gran Bretaña y Argentina”. La
verdad, sin embargo, es que los británicos meramente necesitan reconfirmar urbi
et orbi su soberanía sobre aquellas islas desoladas, barridas por el viento,
ricas en petróleo y estratégicamente ubicadas del Atlántico Sur.
De manera que cuando Reino Unido despachó su destructor más potente -el modernísimo ‘HMS Dauntless’- y un submarino nuclear a las Malvinas, seguramente aguardaban con jocosa expectativa la previsible reacción de la presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner.
Pues mientras que a lo largo de las últimas tres décadas los británicos se dedicaron a erigir una poderosa base militar nuclear en Malvinas que sirve los intereses estratégicos del Reino Unido y EE. UU. en la región, como castigo por haberse atrevido a recuperar esas Islas en 1982, a la Argentina se le impuso una “democracia” de corte estadounidense controlada por el poder del dinero.
De forma tal que desde que la “democracia” regresó a Argentina en 1983, sus sucesivos gobiernos han ido de mal en peor, hundiendo al país cada vez más.
Desde el presidente Raúl Alfonsín (que condujo al país directamente a un colapso hiperinflacionario en 1989), pasando por los presidentes Carlos Menem (quien de la mano de su ministro de Relaciones Exteriores, luego de Economía y miembro de la Comisión Trilateral, Domingo Cavallo, desmanteló la economía y las Fuerzas Armadas); Fernando de la Rúa (quien en 2001 arrastró al país a ciegas al peor colapso financiero de su historia… ¡y lo trajo de vuelta a Cavallo!); Eduardo Duhalde; hasta Néstor Kirchner y su hoy sucesora-esposa elegida “a dedo” por él mismo: Cristina Fernández de Kirchner.
En verdad, los Kirchner simpatizan tanto con los grupos terroristas de los años setenta cuya violencia preparó el camino para el golpe militar de 1976, que muchos de sus miembros hoy ocupan cargos relevantes en su gobierno.
Estos sucesivos gobiernos de la “democracia” tienen algo en común: han mantenido en alto dos banderas clave en total alineamiento con los intereses y objetivos de los Dueños del Poder Global:
1) JAMÁS investigaron el origen mayormente ilegítimo de la gigantesca deuda externa argentina contraída bajo el régimen cívico-militar que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Dicha deuda debiera ser repudiada como “Deuda Odiosa” según las leyes internacionales; y, para asegurarse que lo que arriba indicado jamás se haga y que los Dueños del Poder Global mantengan su control integral sobre el país,
2) DESMANTELAR SUS FUERZAS ARMADAS. Esto ha sido casi plenamente logrado; hasta tal punto que hoy la credibilidad y capacidad disuasiva militar argentina es nula; no sólo ante Gran Bretaña (y EE. UU.) contra quienes luchamos en 1982, sino ante vecinos tradicionalmente aliados con Gran Bretaña y EE. UU., como Brasil y Chile, quienes sí mantienen fuerzas armadas modernas, profesionales y creíbles.
De manera que cuando la presidente Kirchner habló por cadena nacional de radio y televisión para anunciar lo qué su Gobierno hará ante la renovada agresión colonialista británica, ella dijo que:
1) Argentina denunciará el “colonialismo” británico ante la ONU (...los ingleses sólo son colonialistas desde hace unos cinco siglos…);
2) El Gobierno argentino divulgará el contenido del “Informe Rattenbach” redactado hace casi treinta años por un general fallecido, en el que demuestra que la junta militar liderada por el General Leopoldo Galtieri cometió un cúmulo de errores políticos, diplomáticos, militares y estratégicos (¡como si no nos hubiéramos enterado de ello!), y
3) Argentina jamás, jamás contemplará acciones militares contra el Reino Unido en Malvinas (¡cómo si tuviéramos capacidad para hacerlo!).
Todo esto sonó como música para los oídos británicos...
Pero, ¿porqué tanto ruido y justo ahora? De lo que se trata -y siempre se ha tratado- es de preservar cuatro objetivos geopolíticos angloestadounidenses:
1) Preservar su poderío geopolítico sobre el Atlántico Sur;
2) Proyectar el poderío angloestadounidense sobre la Antártida, dónde los reclamos territoriales del Reino Unido y EE. UU. se superponen con similares reclamos de la Argentina (que prácticamente se ha retirado del Continente Blanco), y Chile (que no constituyen problema por ser un tradicional aliado del Reino Unido);
3) Proyectar el poderío estadounidense y británico sobre la inmensamente rica y peligrosamente sub-poblada Patagonia Argentina, cuyas costas miran hacia las Islas Malvinas, y -último pero no menos importante-
4) ¡Petróleo!
El petróleo es siempre un factor clave para las “democracias occidentales”, que sus obedientes multimedios globales procuran desenfatizar. Sea en Libia, Irak, Irán, Afganistán, Venezuela o… en el Atlántico Sur…
Recientes estimaciones indican que en la plataforma continental debajo del Mar Argentino, de cuyas aguas relativamente poco profundas sobresalen las Islas Malvinas, existen reservas por unos 8.300 millones de barriles de petróleo. Una cifra tres veces superior a las reservas británicas, colocándolas en el decimoquinto lugar de las reservas petrolíferas mundiales.
No habrá entonces de sorprender los miles de millones de libras esterlinas y dólares que se están canalizando para explotar el petróleo malvinense, tan importante en momentos de crecientes tensiones en Medio Oriente y en el Golfo Pérsico.
Gigantescas petroleras como Hess, Noble y Murphy (EE. UU.), Cairn Energy, Premier Oil (Reino Unido) y, Anadarko Oil de Houston, están operando a toda marcha.
Anadarko es un caso interesante: cuenta en su directorio con el General Kevin Chilton (ex comandante militar del Comando Estratégico Militar de EE. UU.) y el ex funcionario del Pentágono, Preston M. Geren III.
A su vez, la firma Rockhopper UK Exploration, anunció que ha hallado reservas estimadas en unos 700 millones de barriles cerca de las costas malvinenses.
Dicen algunos observadores agudos, residentes en las costas patagónicas argentinas, que tras los “anuncios” de Cristina Fernández de Kirchner del martes 7 de febrero, cuando el viento sopla desde las Islas Malvinas casi pueden oírse las risas británicas…
En verdad, el más fundamental sentido común geopolítico indica que mantener fuerzas armadas creíbles resulta absolutamente vital para todo país que se respete a sí mismo. No para atacar a nadie -eso hay que dejárselo a EE. UU., Reino Unido, la OTAN e Israel, que lo hacen permanentemente- sino como defensa y disuasión ante, precisamente, esos mismos países.
En el caso de la Argentina, Inglaterra tiene malos antecedentes ya que -a lo largo de los últimos trescientos años- trató repetidamente de invadir a ese país.
En realidad, Cristina Fernández de Kirchner solo hizo aquello que todos los políticos argentinos hacen con inusitado talento: o sea, nada. Pues los “anuncios” de Kirchner del martes pasado no solo fueron aplaudidos por su propio partido, sino por la casi totalidad de la mal llamada “oposición”. Claramente, ella no es la única responsable.
Por allá por el año 1990, bajo el presidente Carlos Menem, Argentina suscribió lo que muchos en ese país consideran su “Tratado de Versalles”, en alusión a similar tratado devastador impuesto en 1919 sobre una derrotada Alemania por Reino Unido, Estados Unidos y Francia.
Domingo Cavallo, ministro de Relaciones Exteriores de Menem, negoció la rendición incondicional argentina ante Gran Bretaña, suscribiendo un tratado convertido en Ley No. 24.184 por casi unanimidad en el Congreso argentino, el 11 de diciembre de 1990. Mediante el mismo, Argentina abría su economía a la desregulación, privatización y endeudamiento irrestrictos, y desmantelaba sus Fuerzas Armadas, especialmente en la crítica zona patagónica. Poco tiempo después, se suscribieron tratados similares con EE. UU. y la Unión Europea.
La realidad es que hoy Argentina no es un país soberano, ya que la independencia nacional presupone que existe la voluntad de ser libres; aún a riesgo de ir a la guerra. En verdad, el último bastión de la soberanía nacional de todo país son sus fuerzas armadas.
¡No así en el caso de la República Argentina! Pues al no disponer de fuerzas armadas creíbles, más que una nación “soberana e independiente”, Argentina es meramente un país “aún no invadido”.
Pues si mañana se decidiera en Londres, Washington, Brasilia, Santiago, la OTAN o Tel Aviv llevar a cabo alguna intervención militar contra Argentina, no habría absolutamente nada que ese país pudiera hacer para evitarlo.
Los británicos saben muy bien que esto es así. Será por eso se ríen tanto…
De manera que cuando Reino Unido despachó su destructor más potente -el modernísimo ‘HMS Dauntless’- y un submarino nuclear a las Malvinas, seguramente aguardaban con jocosa expectativa la previsible reacción de la presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner.
Pues mientras que a lo largo de las últimas tres décadas los británicos se dedicaron a erigir una poderosa base militar nuclear en Malvinas que sirve los intereses estratégicos del Reino Unido y EE. UU. en la región, como castigo por haberse atrevido a recuperar esas Islas en 1982, a la Argentina se le impuso una “democracia” de corte estadounidense controlada por el poder del dinero.
De forma tal que desde que la “democracia” regresó a Argentina en 1983, sus sucesivos gobiernos han ido de mal en peor, hundiendo al país cada vez más.
Desde el presidente Raúl Alfonsín (que condujo al país directamente a un colapso hiperinflacionario en 1989), pasando por los presidentes Carlos Menem (quien de la mano de su ministro de Relaciones Exteriores, luego de Economía y miembro de la Comisión Trilateral, Domingo Cavallo, desmanteló la economía y las Fuerzas Armadas); Fernando de la Rúa (quien en 2001 arrastró al país a ciegas al peor colapso financiero de su historia… ¡y lo trajo de vuelta a Cavallo!); Eduardo Duhalde; hasta Néstor Kirchner y su hoy sucesora-esposa elegida “a dedo” por él mismo: Cristina Fernández de Kirchner.
En verdad, los Kirchner simpatizan tanto con los grupos terroristas de los años setenta cuya violencia preparó el camino para el golpe militar de 1976, que muchos de sus miembros hoy ocupan cargos relevantes en su gobierno.
Estos sucesivos gobiernos de la “democracia” tienen algo en común: han mantenido en alto dos banderas clave en total alineamiento con los intereses y objetivos de los Dueños del Poder Global:
1) JAMÁS investigaron el origen mayormente ilegítimo de la gigantesca deuda externa argentina contraída bajo el régimen cívico-militar que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Dicha deuda debiera ser repudiada como “Deuda Odiosa” según las leyes internacionales; y, para asegurarse que lo que arriba indicado jamás se haga y que los Dueños del Poder Global mantengan su control integral sobre el país,
2) DESMANTELAR SUS FUERZAS ARMADAS. Esto ha sido casi plenamente logrado; hasta tal punto que hoy la credibilidad y capacidad disuasiva militar argentina es nula; no sólo ante Gran Bretaña (y EE. UU.) contra quienes luchamos en 1982, sino ante vecinos tradicionalmente aliados con Gran Bretaña y EE. UU., como Brasil y Chile, quienes sí mantienen fuerzas armadas modernas, profesionales y creíbles.
De manera que cuando la presidente Kirchner habló por cadena nacional de radio y televisión para anunciar lo qué su Gobierno hará ante la renovada agresión colonialista británica, ella dijo que:
1) Argentina denunciará el “colonialismo” británico ante la ONU (...los ingleses sólo son colonialistas desde hace unos cinco siglos…);
2) El Gobierno argentino divulgará el contenido del “Informe Rattenbach” redactado hace casi treinta años por un general fallecido, en el que demuestra que la junta militar liderada por el General Leopoldo Galtieri cometió un cúmulo de errores políticos, diplomáticos, militares y estratégicos (¡como si no nos hubiéramos enterado de ello!), y
3) Argentina jamás, jamás contemplará acciones militares contra el Reino Unido en Malvinas (¡cómo si tuviéramos capacidad para hacerlo!).
Todo esto sonó como música para los oídos británicos...
Pero, ¿porqué tanto ruido y justo ahora? De lo que se trata -y siempre se ha tratado- es de preservar cuatro objetivos geopolíticos angloestadounidenses:
1) Preservar su poderío geopolítico sobre el Atlántico Sur;
2) Proyectar el poderío angloestadounidense sobre la Antártida, dónde los reclamos territoriales del Reino Unido y EE. UU. se superponen con similares reclamos de la Argentina (que prácticamente se ha retirado del Continente Blanco), y Chile (que no constituyen problema por ser un tradicional aliado del Reino Unido);
3) Proyectar el poderío estadounidense y británico sobre la inmensamente rica y peligrosamente sub-poblada Patagonia Argentina, cuyas costas miran hacia las Islas Malvinas, y -último pero no menos importante-
4) ¡Petróleo!
El petróleo es siempre un factor clave para las “democracias occidentales”, que sus obedientes multimedios globales procuran desenfatizar. Sea en Libia, Irak, Irán, Afganistán, Venezuela o… en el Atlántico Sur…
Recientes estimaciones indican que en la plataforma continental debajo del Mar Argentino, de cuyas aguas relativamente poco profundas sobresalen las Islas Malvinas, existen reservas por unos 8.300 millones de barriles de petróleo. Una cifra tres veces superior a las reservas británicas, colocándolas en el decimoquinto lugar de las reservas petrolíferas mundiales.
No habrá entonces de sorprender los miles de millones de libras esterlinas y dólares que se están canalizando para explotar el petróleo malvinense, tan importante en momentos de crecientes tensiones en Medio Oriente y en el Golfo Pérsico.
Gigantescas petroleras como Hess, Noble y Murphy (EE. UU.), Cairn Energy, Premier Oil (Reino Unido) y, Anadarko Oil de Houston, están operando a toda marcha.
Anadarko es un caso interesante: cuenta en su directorio con el General Kevin Chilton (ex comandante militar del Comando Estratégico Militar de EE. UU.) y el ex funcionario del Pentágono, Preston M. Geren III.
A su vez, la firma Rockhopper UK Exploration, anunció que ha hallado reservas estimadas en unos 700 millones de barriles cerca de las costas malvinenses.
Dicen algunos observadores agudos, residentes en las costas patagónicas argentinas, que tras los “anuncios” de Cristina Fernández de Kirchner del martes 7 de febrero, cuando el viento sopla desde las Islas Malvinas casi pueden oírse las risas británicas…
En verdad, el más fundamental sentido común geopolítico indica que mantener fuerzas armadas creíbles resulta absolutamente vital para todo país que se respete a sí mismo. No para atacar a nadie -eso hay que dejárselo a EE. UU., Reino Unido, la OTAN e Israel, que lo hacen permanentemente- sino como defensa y disuasión ante, precisamente, esos mismos países.
En el caso de la Argentina, Inglaterra tiene malos antecedentes ya que -a lo largo de los últimos trescientos años- trató repetidamente de invadir a ese país.
En realidad, Cristina Fernández de Kirchner solo hizo aquello que todos los políticos argentinos hacen con inusitado talento: o sea, nada. Pues los “anuncios” de Kirchner del martes pasado no solo fueron aplaudidos por su propio partido, sino por la casi totalidad de la mal llamada “oposición”. Claramente, ella no es la única responsable.
Por allá por el año 1990, bajo el presidente Carlos Menem, Argentina suscribió lo que muchos en ese país consideran su “Tratado de Versalles”, en alusión a similar tratado devastador impuesto en 1919 sobre una derrotada Alemania por Reino Unido, Estados Unidos y Francia.
Domingo Cavallo, ministro de Relaciones Exteriores de Menem, negoció la rendición incondicional argentina ante Gran Bretaña, suscribiendo un tratado convertido en Ley No. 24.184 por casi unanimidad en el Congreso argentino, el 11 de diciembre de 1990. Mediante el mismo, Argentina abría su economía a la desregulación, privatización y endeudamiento irrestrictos, y desmantelaba sus Fuerzas Armadas, especialmente en la crítica zona patagónica. Poco tiempo después, se suscribieron tratados similares con EE. UU. y la Unión Europea.
La realidad es que hoy Argentina no es un país soberano, ya que la independencia nacional presupone que existe la voluntad de ser libres; aún a riesgo de ir a la guerra. En verdad, el último bastión de la soberanía nacional de todo país son sus fuerzas armadas.
¡No así en el caso de la República Argentina! Pues al no disponer de fuerzas armadas creíbles, más que una nación “soberana e independiente”, Argentina es meramente un país “aún no invadido”.
Pues si mañana se decidiera en Londres, Washington, Brasilia, Santiago, la OTAN o Tel Aviv llevar a cabo alguna intervención militar contra Argentina, no habría absolutamente nada que ese país pudiera hacer para evitarlo.
Los británicos saben muy bien que esto es así. Será por eso se ríen tanto…
INCONDICIONAL RENDICIÓN
JURÍDICA II
Por Javier Cornejo
Publicado en el diario El Tribuno el 20 de febrero de 2012
Publicado en el diario El Tribuno el 20 de febrero de 2012
Gran Bretaña derrotó a la Argentina en una cruenta guerra, que costó más
de 650 argentinos muertos en combate, más de 400 que se suicidaron con
posterioridad e innumerables excombatientes con secuelas físicas y
psicológicas. Este hecho militar era el acontecimiento internacional que la
potencia necesitaba para imponernos los Tratados de Madrid, del 15 de febrero
de 1990; de Londres, del 11 de diciembre de 1990 (ratificado por la Ley 24.184)
y para que se firmara el Tratado de Washington con los EEUU, el 14 de noviembre
de 1991 (ratificado por la Ley 24.124).
Sin guerra previa, no había causa para los tratados de “paz”.
Sin guerra previa, no había causa para los tratados de “paz”.
El Acuerdo de Madrid se denominó “Declaración conjunta de las
delegaciones de la Argentina y el Reino Unido”.
El vocablo “declaración” es inapropiado e improcedente en este caso. Declarar es dar a conocer una manifestación. Empero cuando tal manifestación genera obligaciones recíprocas para los estados que la suscriben y para terceras organizaciones jurídicas internacionales, el término que debe emplearse es “tratado”.
La diferencia entre una declaración y un tratado es fundamental. Una declaración no requiere su aprobación por el Congreso de la Nación, en cambio un tratado concertado con otro país para tener validez necesita ser aprobado por el Congreso de la Nación.
La Constitución Nacional, en su art. 67, inc. 19, establece categóricamente que: “corresponde al Congreso aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones”.
Por lo tanto, si no media aprobación del Cuerpo Legislativo, el tratado anglo-argentino, precipitadamente firmado en Madrid el 15 de febrero de 1990, no habrá de ser obligatorio para la República Argentina ni tendrá carácter de “ley suprema de la Nación” que el art. 31 de la Constitución Nacional les adjudica a los tratados aprobados por las cámaras de Senadores y Diputados.
No obstante el mencionado acuerdo se aplica con todo su rigor.
Este tema jamás fue considerado por el Congreso de la Nación.
Solo una voz se levantó contra esta gravísima vinculación forzosa entre Inglaterra y la Argentina, fue la del diputado nacional por Salta Dr. Luis Giacosa, pero esta voz no fue escuchada. Solo quedó asentada en el diario de sesiones de la Cámara de Diputados.
El serio y trascendente planteamiento de nuestro comprovinciano y orgullo de salteñidad no tuvo ninguna difusión y ningún tratamiento posterior. Ni político-electoral ni castrense e institucional.
El vocablo “declaración” es inapropiado e improcedente en este caso. Declarar es dar a conocer una manifestación. Empero cuando tal manifestación genera obligaciones recíprocas para los estados que la suscriben y para terceras organizaciones jurídicas internacionales, el término que debe emplearse es “tratado”.
La diferencia entre una declaración y un tratado es fundamental. Una declaración no requiere su aprobación por el Congreso de la Nación, en cambio un tratado concertado con otro país para tener validez necesita ser aprobado por el Congreso de la Nación.
La Constitución Nacional, en su art. 67, inc. 19, establece categóricamente que: “corresponde al Congreso aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones”.
Por lo tanto, si no media aprobación del Cuerpo Legislativo, el tratado anglo-argentino, precipitadamente firmado en Madrid el 15 de febrero de 1990, no habrá de ser obligatorio para la República Argentina ni tendrá carácter de “ley suprema de la Nación” que el art. 31 de la Constitución Nacional les adjudica a los tratados aprobados por las cámaras de Senadores y Diputados.
No obstante el mencionado acuerdo se aplica con todo su rigor.
Este tema jamás fue considerado por el Congreso de la Nación.
Solo una voz se levantó contra esta gravísima vinculación forzosa entre Inglaterra y la Argentina, fue la del diputado nacional por Salta Dr. Luis Giacosa, pero esta voz no fue escuchada. Solo quedó asentada en el diario de sesiones de la Cámara de Diputados.
El serio y trascendente planteamiento de nuestro comprovinciano y orgullo de salteñidad no tuvo ninguna difusión y ningún tratamiento posterior. Ni político-electoral ni castrense e institucional.
Normalidad vinculante
En el art. 1 el Tratado dice: “Las delegaciones de los gobiernos
argentino y británico de conformidad con lo acordado en Madrid en octubre de
1989 se reunieron nuevamente en Madrid los días 14 y 15 de febrero de 1990”.
La omisión de la jornada de octubre en la que los estados signatarios tuvieron la primera y única reunión que precedió a la firma es significativa.
Esa reunión tuvo comienzo el 17 de octubre de 1989. Esta fecha, como es obvio, es irritante para los británicos porque les rememora el inicio de un movimiento político argentino y el día triunfal de un presidente constitucional argentino a los cuales han considerado “hostiles” en obras y documentos oficiales del Imperio Británico referidos a nuestro país.
Por lo tanto, hay que presumir que la no mención de esa fecha implica la destrucción simbólica de lo que ella significa para el pueblo argentino.
Tal el inicio del documento de estudio en estas columnas
La omisión de la jornada de octubre en la que los estados signatarios tuvieron la primera y única reunión que precedió a la firma es significativa.
Esa reunión tuvo comienzo el 17 de octubre de 1989. Esta fecha, como es obvio, es irritante para los británicos porque les rememora el inicio de un movimiento político argentino y el día triunfal de un presidente constitucional argentino a los cuales han considerado “hostiles” en obras y documentos oficiales del Imperio Británico referidos a nuestro país.
Por lo tanto, hay que presumir que la no mención de esa fecha implica la destrucción simbólica de lo que ella significa para el pueblo argentino.
Tal el inicio del documento de estudio en estas columnas
MALVINAS: TEATRALIZACIÓN Y CONTRADICCIONES
Por Javier Cornejo
Publicado en el diario El Tribuno el 27 de febrero de 2012
Publicado en el diario El Tribuno el 27 de febrero de 2012
Continuando con la clara letra
del “Acuerdo de Madrid”, del 15 de febrero de 1990, en su artículo segundo se
refiere a: “La fórmula de la soberanía de las islas Malvinas (Falkland Island),
Georgias del Sur, Sandwich del Sur y de sus espacios circundantes, que consta
en la ‘Declaración conjunta’ del 19 de octubre de 1989”.
Este enunciado es falso: no existe ninguna fórmula de soberanía.
Este enunciado es falso: no existe ninguna fórmula de soberanía.
Lo concreto
Todo lo establecido en el referido acuerdo y
posteriores tratados de garantía de inversiones nos permite constatar que, a
partir del 31 de marzo de 1990, la Patagonia argentina, el Mar Austral
Argentino, la proyección en el continente antártico serán objeto de una
soberanía virtualmente compartida con Gran Bretaña.
En lo que hace a la “bilateralidad” de las
relaciones militares entre Argentina y Gran Bretaña, excluye toda participación
del Ejército argentino. También excluye la participación de terceros Estados y
de organismos internacionales. Es así como la Argentina marítima y aérea queda
en su parte austral bloqueada, vigilada y aislada por la hegemonía de una
potencia extracontinental que usurpa nuestro territorio y que, además, es
árbitro permanente de nuestras fronteras con Chile.
Los hechos de febrero de 2012
El 15 de febrero de este año, el buque tanque
británico British Ruby, de propiedad de la British Petroleum (BP) con sede en
Londres, cargado con GNL ingresó al puerto de Ingeniero White para aportar gas
al sistema nacional. La operación se realizó en el muelle de la empresa Mega,
trasbordando al regasificador barco Express. Es el tercer cargamento de este
año de la licitación que adjudicó Enarsa por 55 cargamentos para el 2012,
efectuando los pagos de contado en dólares.
El 16 de febrero, la plataforma Leiv Eiriksson
viola aguas argentinas, ubicándose dentro de las 200 millas del mar continental
argentino. La discusión sobre un “estado ribereño” y sobre una cuestión de
“límites” empieza a instalarse.
El 24 de febrero se intenta “provincializar” el
reclamo que pertenece a todo el pueblo argentino, en el traslado de
“representantes” del pueblo al paseo a la provincia de Tierra del Fuego.
El 7 de febrero se observa la aparente intención
presidencial de silenciar el 2 de abril y potenciar los días 2 y 3 de enero, aniversario
de la ocupación inglesa de Malvinas y del dictado de su Constitución. Tal se
desprende de las palabras de la Presidente en ocasión de la presentación del
“Informe Rattenbach”. En el intento de sacarle todo toque “militarista” y
“civilizar” el festejo, para lo que ya se estaría contratando a Fuerza Bruta,
que fueron los encargados de los festejos del Bicentenario del 25 de Mayo.
¿Será un nuevo puente vacacional que diluirá
para siempre el atrevimiento “militarista” del 2 de abril de 1982?
¿Será que cambiando el calendario cambiaremos la
realidad?
El 21 de febrero, un comunicado de la Cancillería informa que el canciller Héctor Timerman se reunió el 17 de febrero con Ban Ki-moon y realizó “la entrega formal de la presentación argentina” al Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, la ONU difundió que “no se ha realizado ninguna presentación formal”, según consigna el diario Perfil del 21 de febrero, no figurando información de reclamo alguno contra el Reino Unido que haya presentado Argentina en dicha ocasión.
El 21 de febrero, un comunicado de la Cancillería informa que el canciller Héctor Timerman se reunió el 17 de febrero con Ban Ki-moon y realizó “la entrega formal de la presentación argentina” al Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, la ONU difundió que “no se ha realizado ninguna presentación formal”, según consigna el diario Perfil del 21 de febrero, no figurando información de reclamo alguno contra el Reino Unido que haya presentado Argentina en dicha ocasión.
El discurso es una cosa y la realidad, otra muy
distinta. Una constante en el tema Malvinas.
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