La paradoja natural de Salta
8 DE
Octubre 2018 Ricardo Alonso
Salta
tiene una gran potencialidad natural producto de su configuración fisiográfica
y geológica.
No existe
otra región geográfica en el planeta Tierra con la singularidad que representa
el espacio de Salta en el contexto andino y sudamericano. Sólo le faltaría
tener un límite con el océano, como el que alguna vez tuvo con la costa del
Pacífico, para lograr el máximo de su potencialidad territorial.
Salta
ocupa un espacio concreto en los Andes Centrales del sur y desde el punto de
vista geopolítico limita con tres países y seis provincias.
Su
territorio se extiende desde los volcanes más altos del mundo, en el límite con
Chile, hasta la inmensa llanura baja del Chaco sudamericano. Entre ambos
extremos de altos y de bajos se tienen magníficos espacios de mesetas
fragmentadas, quebradas, valles, sierras y serranías.
Estructura
geológica
Son las
fajas morfotectónicas de la Puna argentina, la Cordillera Oriental y las
Sierras Subandinas que se extienden desde las nieves de las altas cumbres hasta
el fuego verde de los trópicos. Todo ello producto de la elevación de los Andes
tanto en la vertical, como de sus empujes laterales hacia el este, consecuencia
directa de la subducción de la placa oceánica de Nazca por debajo de la placa
continental sudamericana.
La
fisiografía salteña muestra hacia occidente la Puna, abrazada por la cadena
volcánica (oeste) y la cordillera tectónica (este); luego la Cordillera
Oriental con sus valles y sierras en donde se destaca el Valle Calchaquí,
seguido por los valles de Lerma y de Siancas, todos ellos escalones sucesivos
del edificio andino y, finalmente, las Sierras Subandinas antes de penetrar en
la llanura chaqueña.
A la
estructura geológica se sobre imponen fajas climáticas que van desde lo húmedo
y caliente oriental a lo frío y seco occidental lo cual imprime al relieve
distintas características paisajísticas. Algunas de ellas de gran valor
estético y patrimonial. Piénsese en los paisajes lunares o marcianos de la
Puna, o en las rocas multicolores de valles y cañones expuestas en toda su
plenitud cromática y que son algunos de los principales atractivos turísticos.
Suelo
rico, subsuelo rico
Los
recursos naturales acompañan la configuración geológica y climática. Así
tenemos una Puna rica en minerales, extensos valles con características
agroecológicas propias, serranías con depósitos internos de hidrocarburos y una
llanura próspera en oleaginosas, pasturas y ganadería.
Hay una
vieja sentencia que reza: "suelo rico igual a subsuelo pobre y, viceversa,
suelo pobre igual a subsuelo rico". Salta, por su naturaleza, forma parte
de esa paradoja natural donde el territorio se puede dividir aproximadamente en
dos mitades, cada una con ese esquema.
Mientras
la Puna tiene un suelo pobre y salado, donde nada se puede cultivar, tiene por
el contrario un subsuelo rico impregnado de minerales. En sentido contrario, el
suelo rico y virgen de la llanura chaqueña, va acompañado por un subsuelo pobre
de cientos de metros de sedimentos estériles.
El mapa
de los recursos naturales muestra a vuelo de pájaro la distribución de aguas,
suelos, minerales, macro, meso y microclimas de las fajas andinas salteñas de
rumbo meridiano. La Puna es una región de volcanes y salares.
Los
volcanes sublimaron azufre en sus altas cumbres y también inyectaron soluciones
mineralizadas en su interior y en terrenos circundantes dando una gran cantidad
de cuerpos y vetas metálicas.
Los
cuerpos más espectaculares son los pórfidos de cobre y oro, eventualmente
molibdeno, análogos a los que en Chile dan lugar a grandes minas que generan
miles de millones de dólares anuales.
Baste
como ejemplo la mina La Escondida, muy cerca del límite, que produjo al cierre
del ejercicio 2017, alrededor de un millón de toneladas de cobre fino valuadas
en 6500 millones de dólares. En la Puna de Salta hay también esos pórfidos de
cobre, algunos de gran tamaño, tal el caso de Taca Taca. O el pórfido de
Lindero que se encuentra en etapa de construcción de la mina. Y quedan varios
más, en distintas etapas de estudio y exploración, como Río Grande, Samenta,
Inca Viejo, etcétera.
También
existen cientos de vetas de plomo, plata, cobre, oro, antimonio, bismuto, en
los alrededores del cerro Acay, en la comarca de San Antonio de los Cobres o en
el volcán Quevar, ninguna de ellas actualmente en explotación. Y que sin
embargo fueron beneficiados por mineros salteños y alemanes hacia finales del
siglo XIX, los que exportaron el metal en lingotes a plantas metalúrgicas de
Europa. Y lo hicieron sin ferrocarril, sin caminos, sin energía, o sea a puro
pulmón. Concordia, La Poma, Julio Verne fueron algunos de los depósitos que
beneficiaron los salteños decimonónicos.
Además de
las vetas metálicas en volcanes y montañas, y de otras sustancias minerales
como el ónix, la perlita o las diatomitas, existen en la Puna decenas de
salares que albergan boratos, sulfato de sodio, sal gema, carbonato de sodio,
yeso y salmueras ricas en litio y potasio. Los boratos fueron los que
recibieron mayor atención.
La era
del litio
En las
últimas décadas cobró interés el litio y varios salares han sido explorados no
sólo en superficie sino también en profundidad. Ello amplió notablemente el
conocimiento que se tenía de esas cuencas cerradas con drenaje interior. A
propósito puede consultarse mi libro: "Litio. El metal de los salares
andinos. Curiosidad de la química en el siglo XIX a soporte de la tecnología
del siglo XXI". Con prólogo del académico Dr. Enrique J. Baran. Mundo
Gráfico Editorial, 2018. Salta.
La Puna
alberga otras cuantiosas sustancias minerales que podrían cobrar interés en el
futuro, como por ejemplo uranio, torio o tierras raras. Si la montaña no puede
venir a nosotros, nosotros podemos ir a la montaña.
Esto se
logra con infraestructura de comunicaciones y energía que permitan procesar y
dar valor agregado, in situ, al producto mineral haciendo competitiva su
comercialización hasta los centros de consumo.
El
Valle Calchaquí
Otra singularidad salteña es el Valle Calchaquí. En su flanco occidental afloran rocas micáceas viejas, del basamento profundo, arrancadas de cuajo por la tectónica andina, que dan suelos potásicos, permeables y porosos. La conjunción de altitud, clima, luz, suelos, aguas, etcétera, generan una combinación ideal para los “terroir” de vinos de altura.
El Valle de Lerma y el Valle de Siancas, más jóvenes, tienen su propia naturaleza geológica y características agroecológicas, óptimas para agricultura y ganadería.
En las Sierras Subandinas y en parte debajo de la llanura chaqueña se extienden formaciones petroleras, especialmente la cuenca devónica y cretácica, donde yacen hidrocarburos convencionales líquidos y gaseosos entrampados en estructuras plegadas y también roca madre bituminosa portadora de los hidrocarburos no convencionales.
Son del tipo “shale oil” y “shale gas” como los que se extraen hoy por estimulación hidráulica en Vaca Muerta.
Pero que ya en 1926, Lola Mora demostró en Salta, que los esquistos bituminosos aflorantes en las serranías Subandinas eran viables de explotación tal como ella misma lo hizo en Rosario de la Frontera.
Producir
y conservar
Sería
imposible abarcar toda la potencialidad productiva de Salta. Lo importante a
señalar es que los recursos naturales de Salta, correctamente aprovechados y
bajo la consigna de “producir conservando y conservar produciendo”, pueden
disparar la formación de decenas de industrias nuevas que generen trabajo y
riqueza genuina, aumentando la calidad de vida y el bien común.
Este era el sueño del Dr. Céltico Rodríguez, quien nos dejara en septiembre de 2017 y que bregó incansablemente por el desarrollo del Chaco salteño.
Los conceptos de base aquí expuestos deberían ser asidos no sólo por los salteños para entender mejor la riqueza de su propia tierra sino también por los políticos a la hora de diseñar sus plataformas electorales y sus políticas de estado.
Este era el sueño del Dr. Céltico Rodríguez, quien nos dejara en septiembre de 2017 y que bregó incansablemente por el desarrollo del Chaco salteño.
Los conceptos de base aquí expuestos deberían ser asidos no sólo por los salteños para entender mejor la riqueza de su propia tierra sino también por los políticos a la hora de diseñar sus plataformas electorales y sus políticas de estado.
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