una nueva geopolítica que pocos advirtieron
Ola de calor en Tierra del Fuego: con temperaturas de hasta 30°, restringen la actividad en las oficinas públicas
Muchos fueguinos se bañaron a las aguas del Canal de Beagle en medio de la ola de calor en la provincia Crédito: Carolina Soledad Osta
5 de febrero de 2019
El gobierno de la provincia más austral del país, Tierra del Fuego , restringió la actividad pública por una ola de calor que azota a la provincia y que ayer por la tarde alcanzó valores récords de temperatura, con 30,8 grados en la ciudad de Río Grande y 28 grados en Ushuaia .
Se esperan temperaturas similares para el día de hoy y se une a la ola de calor registrada en el país la semana pasada, con picos de 44 grados de sensación térmica en la ciudad de Buenos Aires.
Los picos registrados superan en 20 grados los promedios usuales de temperatura del verano austral, que suele oscilar entre los 6 y 18 grados, con una media de 10 grados.
El calor hizo que cientos de fueguinos y turistas se volcaran masivamente a lugares de esparcimiento al aire libre, para tomar sol o bañarse en aguas del Canal de Beagle, algo muy inusual.
Calor en Tierra del Fuego Crédito: Twitter
Dependencias no preparadas
Ante esta inusual ola de calor, la gobernadora fueguina, Rosaba Bertone, instruyó "a las dependencias de la administración pública centralizada y descentralizada para que arbitren las medidas necesarias a fin de establecer un régimen de guardias mínimas rotativas".
La decisión se dio por una cuestión edilicia en la que, según el comunicado oficial, las dependencias fueguinas están preparadas "para calefaccionarse y no para enfriarse" y esto no permite templar los ambientes y adaptarlos al inusual clima caluroso.
Sin embargo, voceros del gobierno aseguraron que "no se trata de un asueto" ya que la planta política continuará con sus actividades normalmente y las guardias permitirán "garantizar los servicios mínimos sin afectar el normal desenvolvimiento de la actividad estatal".
La restricción tampoco afecta a las entidades públicas financieras ni las actividades de colonias de verano que dependen del gobierno provincial. Además, el municipio de Ushuaia informó que no adherirá a la disposición del gobierno, por lo que la actividad será normal en ese ámbito.
Agencia Télam
La Antártida sin hielos
¿Cómo es la Antártida sin hielos?. Esta pregunta puede plantearse de dos formas: cómo sería la Antártida si pudiéramos verla a través de la capa de Hielo o cómo sería la Antártida si pudiéramos quitársela de encima derritiéndola. Ambas cosas no son lo mismo: la capa de Hielo que cubre la Antártida pesa varios billones de toneladas, lo que hace que el continente en sí se hunda varios cientos de metros bajo el nivel del mar. Si ese hielo se derritiera, la Antártida emergería sobre el mar y zonas que se verían a través del hielo como islas aparecerían unidas al continente. Es lo que se llama la topografía subglaciar de la Antártida, y fue determinada por Drewry en 1983. La comparación de la topografía subglacial y el mapa de Finé fue establecida en un artículo de Paul Heinrich cuya traducción se puede encontrar enAstroseti. Para leerla recomiendo tener a mano un buen atlas de la Antártida, pero la conclusión es bien sencilla: las diferencias son abismales. El mapa de Finé no representa la Antártida ni sin hielos ni con ellos.
Topografía subglacial de la Antártida
¿Estuvo alguna vez la Antártida libre de hielo?. La respuesta es sí, pero me temo que hay malas noticias para los amantes de las civilizaciones extraterrestres: la Antártida comenzó a formar su capa de Hielo hace 40 millones de años, y la ha conservado en mayor o menor medida desde entonces. Realmente hubo una época en que la Antártida estaba cubierta de bosques, ríos y lagos y buena prueba de ello es que se estima que en su subsuelo hay por lo menos 20.000 millones de metros cúbicos de petróleo. Pero la deriva continental hizo que el continente se fuera desplazando hacia latitudes frías hasta que la corriente antártica acabó por rodearla completamente, aislándola de otras corrientes más cálidas que atemperaban el frío. Y peor lo tiene Charles Hapwood con su teoría de una Antártida deshelada hace 10.000 años: el Cientific Visualization Studio de la NASA ha construido animaciones que muestran el desarrollo de la capa de Hielo desde 20.000 años hasta nuestros días y en ellas podemos ver que hace 10.000 años la Antártida tenía tanto o más hielo que ahora.
Lo que sí sabemos es que en la Antártida continúa habiendo lagos y ríos. Allí donde la corteza terrestre se une con el hielo, el calor interno de la tierra es capaz de derretirlo y si esto ocurre en una depresión del terreno, el agua empieza a acumularse formando un lago y la capa de hielo acaba flotando sobre él. Si la orografía lo permite, el agua dulce se desliza hacia otras zonas erosionando la tierra y formando ríachuelos de agua que intercomunican los lagos.
Ríos y lagos en la Antártida
Aparecieron cascadas y cataratas nunca antes vistas en la Antártida por
culpa del deshielo
Aunque la Antártida no puede
derretirse de un día para otro, el ritmo del deshielo de la Antártida se ha
triplicado en las últimas décadas.
Los habitantes del mundo a veces olvidamos ─o ignoramos de plano─
que la Tierra tiene otros movimientos además de la rotación y traslación.
Existe también la precesión que hace cambiar el ángulo con que se
inclina el planeta lo que provoca modificaciones en el clima.
Los expertos en climatología están de acuerdo ─equivocados o no─
en que las actividades humanas son la principal causa de los cambios climáticos
que se pueden percibir hoy en día: el uso de combustibles fósiles y la
consecuente emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, la producción de
cemento, la deforestación masiva, las prácticas agrícolas, la cría de ganado y
generación de metano, la descomposición de rellenos de basura, etc.
Una de las consecuencias más graves del cambio climático, es el
deshielo de los glaciares terrestres del Continente Ártico, mejor
conocido como Polo Norte y del Continente Antártico o Polo Sur.
El deshielo de los glaciares marinos que se encuentran bajo el
agua no tiene consecuencias en el nivel del mar, ya que ocupan el mismo volumen
si están congelados o si se derriten. En consecuencia no afecta el cambio en el
clima.
Sin embargo, el deshielo de los glaciares terrestres, como es
natural, aumenta de manera importante la cantidad de agua de los océanos.
Según una serie de estudios publicados en la revista
Nature, el completo deshielo del Continente Antártico elevaría el nivel del mar
hasta 60 metros de altura, lo cual sería catastrófico para todos los habitantes
del planeta.
Aunque la Antártida no puede derretirse de un día para otro, el
ritmo del deshielo de la Antártida se ha triplicado acelerándose en la época
más reciente: al año se derriten una media de 76.000 millones de toneladas de
hielo.
Como resultado de ello surgen ríos, lagos y cascadas a lo largo
del continente más frío del planeta.
Pese a que resulta normal que en verano el agua líquida se abra
paso entre el hielo antártico, en la actualidad el flujo es permanente: largos
ríos de 100 kilómetros de largo, enormes lagos de 80 kilómetros de superficie y
cascadas que caen a 120 metros de altura. Todo ello afecta el nivel del mar
actual.
Por desgracia, las organizaciones científicas internacionales
temen que el ritmo de deshielo siga aumentando, y tal y como van las cosas
parece que así será.
El agua de estos ríos es más oscura y por lo tanto absorbe más
energía solar, lo que aumenta la temperatura de la superficie y acelera la
fusión del hielo.
El derretimiento de los polos es una de las mayores amenazas a la
estabilidad de nuestro planeta y sus consecuencias serían irreversibles:
acidificación de los océanos, alteración de las corrientes oceánicas, pérdida
de los ecosistemas marinos, plagas marinas invasoras, aumento del CO2 en la
atmósfera y con ello el efecto invernadero con incremento en la temperatura,
etc.
Los expertos en climatología están de acuerdo en que las
actividades humanas son la principal causa de los cambios climáticos que se
puede observar en la actualidad: el uso de combustibles fósiles, la producción
de cemento, la deforestación masiva, las prácticas agrícolas, la cría de
ganado, la descomposición de rellenos de basura, etc.
Una de las consecuencias más amenazantes del cambio climático, es
el deshielo de los glaciares terrestres del continente ártico (polo norte) y
del continente antártico (polo sur).
El deshielo de los glaciares marinos que se encuentran bajo el
agua no tiene consecuencias en el nivel del mar, ya que ocupan el mismo volumen
si están congelados o si se derriten.
Sin embargo, el deshielo de los glaciares terrestres aumenta de
manera significativa la cantidad de agua de los océanos. Según una serie de
estudios publicados en la revista Nature, el completo deshielo del continente
antártico elevaría el nivel del mar hasta 60 metros de altura.
Aunque la Antártida no puede derretirse de un día para otro, el
ritmo del deshielo de la Antártida se ha triplicado en las últimas décadas: al
año se derriten una media de 76.000 millones de toneladas de hielo.
El resultado es la aparición de ríos, lagos y cascadas a lo largo
del continente más frío del planeta, como se puede ver en el vídeo que encabeza
este artículo.
Aunque es normal que en verano el agua líquida se abra paso entre
el hielo antártico, esta vez el flujo es permanente: largos ríos de 100
kilómetros de largo, enormes lagos de 80 kilómetros de superficie y cascadas
que caen a 120 metros de altura.
Desafortunadamente, las organizaciones científicas
internacionales temen que el ritmo de deshielo siga aumentando. El agua de
estos ríos es más oscura y por lo tanto absorbe más energía solar, lo que
aumenta la temperatura de la superficie y acelera la fusión del hielo.
"Ya hay mucho más derretimiento en curso de lo que
pensábamos y, cuando suba la temperatura del planeta, va a aumentar"
El derretimiento de los polos es una de las mayores amenazas a la
estabilidad del planeta Tierra y sus consecuencias serían irreversibles:
acidificación de los océanos, alteración de las corrientes oceánicas, pérdida
de los ecosistemas marinos, plagas marinas invasoras, aumento del CO2 en la
atmósfera, etc.
Según los expertos medioambientales, esta década es decisiva para
preservar la Antártida. Aunque la sociedad puede ayudar mediante el reciclaje y
la reducción del consumo superfluo, se necesita un cambio fundamental en el
funcionamiento de nuestras sociedades industriales.
“Es un problema global que exige un cambio radical a nivel
institucional” Gorka Moyano, ingeniero de IsardSAT, una compañía de observación
del planeta vía satélite.
Y ustedes ¿cuáles creen que son las
maneras más efectivas de implicar a las instituciones en este necesario cambio
global?
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