Todos se preparan para una
crisis pre 2015
noviembre
17, 2013
Existe un
amplio consenso acerca de que mañana la reasunción de CFK, implicará muy pocas
novedades políticas y económicas. Cabe acotar que el aparato publicitario
oficial remarcará que justo hoy se conmemora el Día del Militante, por la
vuelta de Juan Domingo Perón al país, en 1972. Volviendo a lo que ocurrirá
mañana, la expectativa se concentra más bien en ella misma. Esto es, si su
salud sólo le permitirá reinar y deberá entonces delegar casi todo el ejercicio
del gobierno o si, por el contrario, habrá una recuperación lenta pero
constante, hasta llegar al 100 por ciento. Los cardiólogos no tienen -como
suele pasar en estos temas- una opinión unificada. Pero predomina el criterio
de que estamos frente a una enferma cardíaca cuyas limitaciones para un cargo
de alta exigencia serían permanentes. Antes de volver frente a las cámaras,
ella acaba de prohibirles a los suyos que hablen de candidaturas para el 2015.
La idea del gobierno es congelar el tema hasta después del Mundial de Brasil.
En marzo o abril próximo y para demostrar que no perdió poder, CFK aceptaría
algo que hasta ahora siempre rechazó: la presidencia del Consejo Nacional del
PJ, que ya va por la tercera suspensión de su interna para elegir autoridades.
Prácticamente casi cualquier otro dirigente del PJ que fuera elegido para
presidirlo podría empezar a ser visto como presidenciable. Sin embargo, todos
los previsibles intentos del oficialismo para congelar la realidad política y
económica parecen destinados al fracaso, sobre todo por una razón: el 2015
parece muy lejano visto desde el recalentamiento de la economía y la convicción
generalizada de que, bastante antes, habrá una crisis cambiaria y bancaria, tal
vez acompañada de otra política.
La
hipótesis de una nueva licencia presidencial por razones de salud, y la más
improbable de una renuncia, activan las internas en torno al orden sucesorio.
El núcleo duro del poder, integrado por Carlos Zannini, Carlos Parrilli, Diana
Conti, Carlos Kunkel y Héctor Icazuriaga, entre otros, pugna por asegurarse el
control de los dos cargos legislativos que ejercen el Ejecutivo en caso de
ausencia o renuncia del presidente y el vice. Esto es, la Presidencia
Provisional del Senado y, en segundo término, la presidencia de la Cámara de
Diputados. En esta última, Julián Domínguez, que no entra al cenáculo
ultracristinista, intenta asegurarse su continuidad, mientras Andrés Larroque y
varios ultras piensan en un halcón para reemplazarlo. Pero la batalla
importante se daría en el Senado. Allí el núcleo duro pretende reemplazar en la
Presidencia Provisional a Beatriz Rojkés de Alperovich por el chubutense
Marcelo Guinle o el neuquino Marcelo Fuentes, dos kirchneristas de paladar
negro. Cualquiera de ellos tendría por misión desplazar a Amado Boudou de todas
las funciones que le delegue la presidente. O sea, que la voz del gobierno,
ante cualquier ausencia de Cristina, sea un hombre del viejo kirchnerismo. Este
blindaje es también una reacción defensiva del cristinismo ante las concesiones
que la realidad le está obligando a hacer. Por ejemplo, un intendente que
adhiere al gobierno sólo circunstancialmente, Fernando Espinoza (La Matanza),
será en diciembre el próximo presidente del PJ bonaerense. Otro síntoma: los
gobernadores del oficialismo han empezado a reunirse en público -ocurrió en San
Juan hace tres semanas- y también en privado, lo que antes no ocurría seguido.
Un tema
especialmente irritante para la presidente serían las críticas empresarias,
especialmente las de dirigentes que fueron del riñón del oficialismo, como es
el caso de Jorge Brito, que embistió públicamente contra Guillermo Moreno.
Brito sigue muy cerca de Sergio Massa y de otros dos importantes operadores de
negocios, Daniel Vila y José Luis Manzano. Con su vuelco hacia la negociación
con los holdouts, el gobierno aplacó bastante el frente interno y ganó
tiempo, que hoy es lo más valioso.
En lo
internacional, CFK pretendería explotar el inminente triunfo de Michelle
Bachellet en la primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas que
tendrá lugar hoy. Sin embargo, las diferencias entre el socialismo pro-mercado
de los chilenos y el modelo anti-mercado K son demasiado grandes. Más bien CFK
podría estar preocupada por la posibilidad de reflejarse en el espejo oscuro de
Brasil. Allí, anteayer, el Supremo Tribunal Federal finalmente expidió las
primeras órdenes de detención contra los sentenciados, entre ellos tres ex
líderes del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) envueltos en el
escándalo de corrupción que sacudió al gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva en
2005. La decisión del presidente del STF, Joaquim Barbosa, sorprendió a los
brasileños, que disfrutaban en las playas de todo el país de un caluroso
feriado por el día de la Proclamación de la República. Después de ocho años de
engorroso proceso judicial, la Policía Federal recibió órdenes para poner tras
las rejas al ex jefe de gabinete de Lula, José Dirceu; al ex presidente del PT,
José Genoino, y al ex tesorero del partido, Delubio Soares. En el llamado
“juicio del siglo” por el escándalo del mensalão, el año pasado el STF
halló culpables a Dirceu, Genoino y Soares, además de otros 19 políticos y
empresarios, de montar entre 2003 y 2005 un complejo esquema de sobornos
mensuales a legisladores de la oposición para apoyar proyectos de la
administración Lula. El dinero provenía de fondos públicos y de recursos de
campañas electorales del PT. La detención de los antiguos líderes del PT, que
para muchos analistas supone el comienzo del fin de la impunidad en Brasil,
representa un fuerte golpe para el partido que accedió al poder en 2003
agitando las banderas del cambio, la transparencia y la honestidad en la
política. Pero sobre todo, este avance judicial coloca más cerca del precipicio
al propio Lula, que recientemente amenazó con volver a competir por la
presidencia. El mensalão contiene una seria advertencia para el futuro
del kirchnerismo. Lula consiguió fácilmente que su partido retuviera el poder
con Dilma Rousseff. Pero ella, golpeada por la ola de denuncias de corrupción,
tuvo que demostrar que no protegía a nadie para así salvar su imagen. La
semejanza con lo que podría ocurrir en el futuro, si por ejemplo Daniel Scioli
sucediera a Cristina, parece bastante obvia. Bajo determinadas circunstancias,
ningún presidente puede optar por hundirse solo para defender lo indefendible
de su antecesor.
Así las
cosas, el mensalão es sólo uno de los múltiples motivos que empujan al
cristinismo a buscar cualquier fórmula que le permita retener la mayor cuota de
poder.
La cruda realidad
En el
diluido universo opositor lo único que sobresale es la batalla campal entre
Scioli y Massa, una especie de interna presidencial adelantada. El intendente
de Tigre parece enrolarse entre los que creen probable que haya elecciones
presidenciales anticipadas. De ahí sus idas y venidas frenéticas por las
provincias armando un esquema territorial propio. Pero sus avances en este
terreno son infinitamente más dificultosos que lo hecho en la Provincia de
Buenos Aires. Es que las diferencias son grandes. Para empezar, los intendentes
de la primera sección electoral son una especie de gobernadores en pequeña
escala, con alta recaudación y fuertes lazos con sectores de la industria y
servicios. Con este margen de autonomía, pueden alejarse tanto de CFK como de
Scioli. Pero en la casi totalidad de los municipios del interior la realidad es
otra. Sin recursos propios, los alcaldes están sometidos a la voluntad política
del gobernador y de la Casa Rosada. De ahí que Massa esté recogiendo apoyos con
escaso peso territorial y en general de disidentes del kirchnerismo que vienen
de perder en sus municipios. La excepción a esto son las alianzas del massismo
con Jorge Busti en Entre Ríos y Mario Das Neves en Chubut. Las dificultades del
tigrense para fracturar seriamente los aparatos justicialistas locales hablan a
las claras de que las reglas de juego de la década ganada siguen vigentes.
Aunque les gustaría cambiar de bando, la inmensa mayoría de los dirigentes
peronistas es rehén del financiamiento que pasa por las canillas que operan
Hernán Lorenzino, Julio de Vido y Alicia Kirchner.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario