Ilustración
Gerardo Romano
Juan
Carlos Quiroga
Hoy existen todos los elementos
para construir casas autosustentables que independicen a sus habitantes, pero
hacen falta decisiones a largo plazo y cambio en los parámetros educativos y
culturales.
Estos
últimos años hubo una guerra ideológica entre los pro ecológicos y los
alentadores a energía centralizada, y aquí hay varios tabúes construidos en
base a especulaciones y tendencias de intereses creados, valederos de ambos
lados, dado que justifican muy bien sus posiciones, y en medio de toda esta
controversia se mueve silenciosamente la especulación financiera, que
continuamente alimenta a quien le conviene, y ninguna de las partes tiende a
consensuar aspectos, porque siempre hay un incipiente estado de ambición,
alimentado por sutiles detalles del sistema social actual.
En el
caso de las grandes centrales eléctricas o proveedoras de energía
centralizadas, es cierto que las eólicas no tienen competencia por ineficiencia
de alto consumo, ya que el aspecto desde donde se las compara es la
alimentación de un sistema malgastador de energía, todas las ciudades, los
ejidos urbanos estándar, tienen por modelo casas derrochadoras de energía,
llámese gas, electricidad o combustibles, y el sistema financiero social tiene
tanto peso en la vida diaria, económica, política y legal, que es imposible
torcer la visión a otra forma de movimiento, la masa tiene una articulación
pesada, obtusa y testaruda, controlada por un sistema financiero intrincado e
invisible.
No hay
casa en el tramado urbano actual que sea posible de conectar a una distribución
de electricidad, cloacas, agua y gas que no sea centralizada, y la actitud
social de las personas acepta esto como algo fundamental e inamovible, tanto en
la educación, como en todo movimiento social heredado.
Las
grandes ciudades, mientras mantengan este estilo de vida, dependen de grandes
proveedoras de energía y tienen un ciclo de continuo deterioro propio y de su
ambiente, pueden alargar plazos en mejorar el tratamiento de sus residuos, pero
a la larga sufren el desequilibrio.
En esto
influye una tendencia adicta de una simbiosis dependiente, un sistema que se
encarga de delegar en otros y de coparticipación impersonal, con la voz
"yo pago para...", solventado por un mecanismo económico, político y
legal, sistematizado y realimentado por el propio axioma "yo pago
para...", o sea imposible de salir sin una base educativa nueva, que es
impensable para este esquema. Conclusión, la actual urbanización tiene su
movimiento y sus necesidades autoimpuestas.
Cambio de
ingeniería social
Mirando
las energías "alternativas", que usan viento, sol y agua, desde otro
esquema urbano, estas pasan a superar a las energías centralizadas, si
cambiamos la ingeniería social, se puede llegar a una ciudad autosustentable
generadora de energía, el núcleo básico es usar los generadores eólicos,
solares, de agua, y biodigestores en cada vivienda, como una celda de energía,
que conectada en conjuntos delimitados por el entorno, se transformen en
unidades energéticas autosustentables, algo que es impensable en las actuales
generaciones de técnicos, ingenieros, arquitectos, de las presentes
universidades, ya que estos últimos después de largos años de sacrificio salen
a buscar una posición en la sociedad con el mecanismo que esta tiene.
En zonas
de viento podrían construirse casas con turbinas eólicas helicoidales, que
ocupan poco espacio a diferencia de las de aspas, que a su vez recolecten agua
del aire con sistemas de condensación, que actualmente están probados y en
funcionamiento, combinados con recolectores solares y biodigestores generadores
de gas y electricidad sobre baterías de alto rendimiento, estas casas saldrían
del sistema arquitectónico cuadrado, tendrían otras formas adecuadas a estos
sistemas y más allá de ser ergonómicamente diseñadas por la tecnología de
domótica (técnicas orientadas a automatizar una vivienda), provocarían un
impacto ambiental positivo, a la vez que la sociedad obtendría un auto
sustento, el cual hoy debe someterlo al sistema salario dependiente.
Aquí este
tipo de generadores alternativos tiene otro nivel de distribución de energía
diferente a si lo pensamos en viviendas vacías dependientes de energía
centralizada, con lo cual el argumento de que una planta de energía da trabajo
a 20.000 trabajadores no tiene sustento, o mejor dicho es un concepto que
estaba en un punto ciego, porque los trabajadores que necesitaban de un salario
para pagar gas, electricidad, y agua, ya la tienen en su vivienda en forma
nativa.
Otra
economía doméstica y social
Las casas
energéticas a diferencia de las urbanas actuales, tienden a aprovechar al
máximo la energía. Todos los elementos de uso actual trabajan con una
alimentación que ronda los 12 voltios de corriente continua, usando conversores
para reducir la alimentación domiciliaria, que puede ser de 110 o 220 voltios
de corriente alterna, por una cuestión de facilidad de transporte y conversión,
a la que fuimos sometidos para un beneficio relativo. En su gran mayoría, las
fuentes de alimentación de nuestros objetos electrónicos actuales desperdician
en la conversión grandes potenciales de energía, que pagamos sin poner en
discusión por desconocimiento u omisión. Y en este aspecto la industria viene
retrasando motores, baterías, e insumos, que trabajan con bajo voltaje y muy
alto rendimiento, innovaciones tecnológicas vigentes desde hace más de diez
años, la estimulación a su surgimiento la hace el mercado, y aquí volvemos a
nuestro necio amigo invisible que gobierna nuestras vidas, el sistema
financiero actual.
La sociedad
se mueve torpemente entre elementos que cada vez consumen menos energía y
sistemas proveedores de energía dependientes de consumidores, nosotros mismos
nos encargamos de sustentar tabúes, porque luchamos internamente entre una
libertad responsable a una dependencia cómoda, antropológicamente es más cómodo
ser dirigido, ya que el líder se encarga de tomar las decisiones que nosotros
no queremos ser responsables de tomar.
Hay
argumentos inverosímiles, que los autos eléctricos gastan más que los de
combustible, que las casas ecológicas son incomodas y caras, y muchos absurdos
más, solamente para justificar el miedo a un cambio, porque el solo hecho de
pensar en no estar en relación de dependencia, provoca un desanimo aterrador.
Hoy
existen todos los elementos para construir casas autosustentables que
independicen a sus habitantes, el problema es que el impacto social es tremendo
e inviable por la educación y sostenimiento de las actuales comunidades,
acostumbradas a la agilidad adictiva del valor de intercambio llamado dinero.
El proceso para cambiar a un nuevo sistema, si se tomara la decisión hoy mismo,
llevaría más de veinte años, por lo que habrá que esperar que el peso de lo
inevitable tuerza esta obsesión por degradar la sostenibilidad social.
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