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lunes, 29 de agosto de 2016

Los amores del nuevo mundo



jesús garcía calero / madrid
Día 16/02/2014
La nobleza Inca y los caciques de Centroamérica emparentaron con los españoles, promoviendo el nacimiento de una nueva sociedad
abc
¿Fue el mestizaje en Perú un producto de la sumisión de las mujeres indias a manos de los conquistadores españoles? No es tan simple. Otra vez los hechos contradicen la leyenda negra de España en América. Y no es porque durante la conquista española del imperio inca no se produjesen hechos sangrientos ni las graves injusticias que se asocian a una campaña como aquella. Claro que hubo violaciones y desafueros, pero no fueron la tónica dominante. Según la investigación de la historiadora Carmen Martín Rubio, que ultima una nueva biografía de Francisco Pizarro que va a dar mucho que hablar, conviene estudiar sin los prejuicios de la leyenda negra los tempranos amores de los primeros españoles en el Nuevo Mundo.
¿Y si la curiosidad y la atracción mutuas entre los exitosos guerreros blancos, venidos de los confines del mundo, y las princesas incas hubieran puesto el ejemplo nada más comenzar la conquista? ¿Fue también una conquista, digamos, galante? Martín Rubio mantiene que no fue solo el producto de la sumisión de las mujeres indias, ni de la violación generalizada y el rapto como esclavas y criadas.
No se trata de negar la historia, sino de conocerla mejor. Los españoles hemos asumido, a menudo sin rechistar, sin sentido crítico, esa visión culpable de un hecho que dio nacimiento a un mundo diferente, más de lo que los conquistadores esperaban. «La mayoría de las veces, esta situación fue voluntaria -explica Martín Rubio-, pues los conquistadores despertaron en ellas una gran curiosidad y, sobre todo, el deseo de conocerlos íntimamente».
La momia inca y coreana
Como base, la historiadora investiga las numerosas relaciones esporádicas que voluntariamente brotaron durante esos años, «de las cuales comenzaron a surgir los mestizos y las mestizas: es decir una nueva raza, o casta, mezcla de la amerindia y de la europea». Lo más curioso es que el mestizaje ya existía entre los incas: según han demostrado los análisis científicos de la momia Juanita de Arequipa -una joven ofrendada hacia 1450 al apu o monte Ampato-, «su padre procedía de Corea y su madre era natural de Puno, ciudad situada al sur del actual Perú. Este dato revela una realidad de la historia de América poco conocida en España, tristemente: la navegación de los pueblos del Pacífico», añade la historiadora.
En el Caribe, por otra parte, los caciques entregaban a sus hijas a los capitanes una vez que establecían la paz con los españoles. De estas uniones surgieron algunas apasionadas historias de amor «como la de Alonso de Ojeda y Guaricha, bautizada Isabel; la de Vasco Núñez de Balboa con Anayansi, hija de cacique de Caretas, y asimismo la relación que Diego de Almagro mantuvo en Panamá con una mujer aborigen, de la que nació su hijo Diego de Almagro el Joven. Y en Perú también, según reivindica Martín Rubio. El gran cronista Garcilaso de la Vega Inca era hijo de la princesa Isabel Chimpu Ocllo y del capitán Garcilaso de la Vega, pariente del poeta de igual nombre», o los hijos que los hermanos de Francisco Pizarro, Juan y Gonzalo, tuvieron con señoras pertenecientes a la nobleza inca.
Las princesas incas estaban rodeadas por el lujo y el misterio en aquellos primeros años de conquista. «Según relata el cronista Pedro Pizarro, las que Atahualpa llevó a Cajamarca cuando fue hecho prisionero eran muy hermosas, tenían los cabellos largos y caídos sobre los hombros; sus túnicas estaban adornadas con piedras preciosas y llevaban los rostros ocultos por máscaras de oro fundido». El Inca escogía a las más bellas del imperio. Su alto rango social «constituía un gran atractivo para los conquistadores, máxime al legalizar sus propiedades la corona española» con el matrimonio mestizo.
El propio Francisco Pizarro «no se libró de caer rendido ante los encantos de dos de aquellas princesas, cuando ya era un hombre de edad avanzada y, aunque no se casó con ellas, las tomó por esposas en los últimos años de su vida», agrega la historiadora. Desde luego, cualquiera que fuese su intención, en los albores de la sociedad hispánica en América se promovió el mestizaje desde la cúspide social. No solo era una cuestión simbólica que reflejaba el encuentro de dos mundos, sino también una herramienta de legitimación de un poder que sin duda estaba en plena transformación. Y la legitimación a través del matrimonio, recordemos, era un modelo para hombres que servían a los Reyes Católicos y sus hijos, que la habían practicado logrando que su reino, España, cobrase una nueva dimensión.



12 DE OCTUBRE: ¿DIA DE LA RAZA Y/O DE LA DIVERSIDAD?
Por Javier Cornejo
Octubre de 2014

Ayer domingo asistimos a un nuevo 12 de octubre, esta vez sin la estatua de Colón en el lugar de su recordatorio.
El día de la “diversidad cultural” borró al día de la “raza”.
Se intenta borrar la concepción del “hombre cósmico” hispanoamericano, magistralmente expuesta por José de Vasconcelos. El ser humano producto de una simbiosis racial producida en américa de forma única e irrepetible.
Fue la trascendente tarea de “poblamiento” efectuada por España en las Provincias y Virreynatos de América.
Para quienes se refieren a la tarea española denigrándola como “conquista”, es esencial precisar tal vocablo diferenciándolo del término “colonización”. La más clara diferencia se expone en que se entiende al primero como la mixtura y mezcla de razas compartiendo las decisiones sobre un destino común, mientras que en el segundo significa un aniquilamiento poblacional reservándose el poder y dominio.
Es así que mientras España “conquistó” América.  Inglaterra la “colonizó”.

CONCEPTOS DEL GENERAL PERÓN
En función de ese “criollo” americano que fuera revitalizado con la nueva mixtura de sangre efectuada a principios del siglo XX, particularmente en nuestro país; es preciso no olvidar los conceptos expresados por el Gral. Perón en la Academia Argentina de Letras con motivo del homenaje a don Miguel de Cervantes en el Día de la Raza de 1947, lectura a la que remito muy especialmente.

POBLAMIENTO ARGENTINO
El poblamiento de nuestra región comenzó por la fundación de la ciudad del Barco. Allá por el 1550 producto de mandatos del Gobernador del Perú Lic. Pedro de La Gasca que le dio “misión y mandato” al Cap. Juan Nuñez de Prado para fundar una ciudad en territorios de lo que hoy es Santiago del Estero equidistante entre el “mar del norte” y el “mar del  sur”,  del Perú, de Lima, de Charcas y de Chile, de Valdivia y Copiapó, entre la Sierra Nevada (cordillera de los Andes) y las planicies hacia el mar. En la ruta que fuera establecida por Diego de Rojas entre 1543 y 1546 entre Perú y el Río de la Plata.
Cometido en el que participaron los dominicos con el padre Gaspar de Caravajal como Superior.
Tales mandatos se efectuaban en función de una visión geopolítica sin igual que hoy es admirable, por otra parte, era fundamental aplicar una política de poblamiento que los arraigara en los nuevos lugares, sacando las gentes de las ciudades de Perú.
Era ineludible que esa política se realice en paz, tal como se desprende de la provisión a Juan Nuñez de Prado: “…que vais con gente que para ello fuese necesaria a la dicha provincia… y en la parte y sitio que os pareciera más conveniente para poblar, pobléis un pueblo y desde él procuréis traer en paz a…. todos los caciques principales e indios de las dichas provincias y sus comarcas…” “tomando las previsiones necesarias para la instrucción de los naturales, su buen tratamiento y conservación…”.
La “conquista” era con poblamiento, las diferencias se ganaban con el poblamiento de ciudades, siendo un gran estigma ser causante de una “frustración de poblamiento”, de allí que la paz e integración con los naturales era un requisito esencial.
La lectura de las obras del Dr. Ricardo Alonso y Alfredo Tomasini aportan los conceptos esenciales en la real comprensión del 12 de octubre, hoy diluido en una entelequia.  
 



Hernán Cortés: visionario y creador de una nueva nación

26 agosto, 2016

Circa 1530, Spanish explorer Hernando Cortes (1485 - 1547), who conquered the Aztec capital of Mexico in 1521, claiming the country as New Spain. (Photo by Stock Montage/Getty Images)
Nada ha dañado más nuestro subconsciente colectivo que descalificar al personaje que arriesgó todo y que dejó atrás su posición como el hombre más próspero de Cuba, para embarcarse hacia lo desconocido e iniciar la fascinante aventura de lo que hoy llamamos México.
La biografía y el legado de esta compleja figura sin duda se encuentran entre los temas más relevantes y distorsionados de la historia de México, porque paradójicamente su imagen fue sistemáticamente denigrada por los reyes de España. Mi constante interés sobre este fascinante personaje se debe a que en él encuentro el origen de una nación compleja. La historia de Cortés nos habla de un hombre que construyó su destino y cuyos aciertos y errores nos marcan hasta hoy.
La vida de Hernán Cortés es fascinante, no sólo porque con muy pocos recursos —aunque con mucha astucia práctica y política— venció al imperio más poderoso de Mesoamérica, sino también, por su firme convicción de formar una gran nación mestiza, sin dominación española y con un profundo respeto por la ancestral cultura indígena.
Nada ha dañado más nuestro subconsciente colectivo que descalificar al personaje que arriesgó todo y que dejó atrás su posición como el hombre más próspero de Cuba, para embarcarse hacia lo desconocido e iniciar la fascinante aventura de lo que hoy llamamos México.
La Historia Oficial, la que simplifica, polariza e incluso caricaturiza el origen de nuestra nación, dividiéndonos entre “conquistadores” y “conquistados”, víctimas y victimarios, no sólo deja a un lado los logros de nuestros antepasados sino que genera una visión que nos divide y nos denigra. Esta narrativa histórica sin matices, fundada en verdades absolutas, sólo ha conseguido que los mexicanos entremos en conflicto con nuestras propias raíces.
Debemos procurar una visión más balanceada sobre los principios de nuestra gran nación. Por ejemplo, el libro “Cortés, la biografía más reveladora” de Christian Duverger, relata con detalle el proceso de conquista, así como la administración pública y la organización social planteadas por Cortés en los nuevos territorios.
Sobre este complejo ser humano, otro autor que considero relevante es Juan Miralles, con sus obras “Las cinco rutas de Hernán Cortés” y “Hernán: el inventor de México”.
La lectura de Duverger nos permite tener una visión amplia y objetiva de un ser humano lleno de matices, que va mucho más allá de la caricatura que trazan los libros de texto.
A sus 19 años, con gran espíritu emprendedor y aventurero, el joven Cortés llegó a América en 1504. Vivió algún tiempo en lo que hoy son Haití y Cuba.
En su búsqueda de opciones para desarrollar una nueva nación mestiza, con valores que trascendieran a la Edad Media y aprovechando la oportunidad que le presentó Diego Velázquez, gobernador de Cuba, para realizar una expedición hacia México, Cortés vendió sus bienes, obtuvo préstamos y en 1519 partió a Yucatán.
Resuelto a explorar y poblar nuevos territorios, salió con 10 barcos, cerca de 500 infantes, 16 caballos y 13 escopetas, entre otras piezas menores de artillería.
¿Cómo un hombre con tan escasos recursos militares podría conquistar a un vasto imperio que contenía a más de seis millones de habitantes, con enormes cualidades guerreras? Su liderazgo, olfato político, capacidad para detectar oportunidades, tomar decisiones y actuar rápidamente de acuerdo a las circunstancias, así como la situación insostenible para los pueblos bajo la dominación Azteca, serían cruciales en esta empresa formidable.
Cortés no fue el conquistador brutal y sanguinario que describe la Historia Oficial. Fue un amante de la cultura nahua y libró la guerra contra los Aztecas como último recurso, después de agotar la vía de la negociación –y aun así, al ejecutar el ataque, dejó libre la calzada norte para que este pueblo que admiraba pudiera emprender la huida, opción que fue rechazada valientemente por los mexicas.
En la etapa más temprana de la Nueva España –nombre que él definió– intentó que la mayor parte de los recursos naturales se quedaran en nuestro territorio, pues muy pronto se dio cuenta que este país era mucho más rico que la misma España.
Cortés también fue un verdadero empresario que buscó adaptar al clima de Mesoamérica la agricultura y la ganadería del viejo mundo. Financió y encabezó varias expediciones hacia el sureste y a través del Pacífico mexicano –por algo el Golfo de California lleva su nombre– e inició un servicio de transporte marítimo entre la Nueva España y el Perú, entre muchas otras ambiciosas iniciativas empresariales.
Hernán Cortés, visionario y creador de su propio mundo, logró poblar la región con un modelo de mestizaje que él mismo siguió. Buscó que el náhuatl fuera el idioma oficial y que la religión católica fuera asimilada de manera gradual, respetando creencias fundamentales de los habitantes de Mesoamérica.
Desde luego, Carlos I, en su desmesurada avidez por riquezas materiales y poder, se opuso al plan de Cortés, hizo a un lado al conquistador y envío virreyes a gobernar la Nueva España, por lo que ésta pasó a ser una propiedad más de la Corona Española.
A raíz de un superfluo discurso oficial, que se niega a reconocer la relevancia de Cortés en la historia de México, he decidido iniciar el proyecto de una serie histórica dramatizada para televisión. Se trata de una mirada objetiva a este personaje fundamental: un relato de amor, de guerra y de mestizaje.
Hacer una serie sobre este personaje es sentar un legado sobre nuestra identidad que nos invite a la reflexión y a valorar nuestra herencia cultural. México puede superar el “trauma de la Conquista”, pero para lograrlo, debe conocer su historia.
500 años son suficientes para mirar hacia atrás y reflexionar sobre quiénes somos. Tenemos el derecho y la obligación de conocer nuestro origen e identidad.

 

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