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Bilderberg 2019: Un mundo de secretos y conspiraciones
El artículo contiene imágenes exclusivas del epicentro de la noticia
Una vez ayer conocimos el lugar, fecha y hora donde tendrá lugar Bilderberg 2019, en esta ocasión voy a compartir con vosotros un sub capítulo de Los amos del mundo están al acecho, aquel libro que desapareció del mercado durante 7 largos años. Lo acompaño con imágenes exclusivas del hotel donde tendrá lugar la reunión, cortesía de una lectora que vive en el epicentro de la noticia, a la que debo mantener en el anonimato, y que me deja mensajes como estos:
Ayer paseando por alli vi a seguridad del hotel con gente que parecian guardaespaldas o seguridad privada.
Cruzando la calle tiene un anexo que se llama «Petit Palais – La Coupoule» y esta lleno de seguridad.
He ido a hacer una foto y una persona de seguridad y me ha llamado la atención.
La puerta de entrada esta como si no pasara nada pero la parte trasera es un hervidero.
Gracias a esta lectora por sus mensajes y por las fotos que acompañan a…
Un mundo de secretos y conspiraciones
Pese a su intencionalidad secreta, más de medio siglo después la existencia del club empieza a superar el umbral del silencio. Aunque solo para algunos, porque la mayoría de la opinión pública vive aún en el desconocimiento total de sus actividades y objetivos. Después de tantos años en el oscurantismo, su mitología empieza a trascender más allá de sus reuniones clandestinas gracias a las escuetas infiltraciones de la prensa, a las interesadas y tendenciosas filtraciones del grupo y, sobre todo, a la investigación reveladora de algún que otro periodista no alienado. Desde hace más de una década, presto especial atención al análisis de las interesadas y tendenciosas filtraciones del grupo, pues sin el estudio en profundidad de los hechos y de las declaraciones de sus miembros no conseguiremos comprenderlos nunca.
¿Quiénes son los bilderbergs? ¿Qué debaten en sus perturbadoras reuniones? ¿Es posible el diálogo dentro de su seno, o el sentido de los asistentes invitados no es otro que cumplir fielmente las órdenes del clan superior? Y sobre todo, ¿quién manda en Bilderberg?
Posiblemente usted haya leído algunos de mis libros. Seguramente no crea en versiones oficiales porque intuye o incluso ya cuenta con sus propios datos y observaciones que contradicen lo que el poder pretende hacer pasar por verdad actuando como el orweliano Ministerio de la Verdad. Pero usted sabe cómo funciona el mundo y, precisamente por eso, en alguna reunión de amigos ha tenido que escuchar que le digan: «déjate de teorías de la conspiración. Eres un conspiranoico». ¡Vaya piropo! Y eso que lo único que hizo fue poner en duda la versión de los políticos, los informativos, los tertulianos y los «expertos» varios.
¿Acaso no tenemos derecho a dudar? Es la duda cartesiana, la duda que hace avanzar al ser humano y entroniza a la verdadera ciencia. No, usted no es un conspiranoico. Lo único que hace es aquello es le es propio al ser humano: pensar. El ser humano es un ser pensante. Ha sido la aplicación del pensamiento lo que nos ha traído desde las cavernas hasta las megaciudades. Aunque ahora parece que estamos regresando a las cuevas a juzgar por lo estúpidos que nos hemos vuelto.
¿Quiénes son los conspiranoicos entonces? Son los que temen, los que tienen miedo de que algún día usted despierte y descubra que no vive en el maravilloso mundo de Disney que los medios de comunicación han creado para usted. Existe otra realidad ahí fuera, pero hay que tener agallas para abrir los ojos y mirarla cara a cara. Se vive más cómodo en Disneyland. Pocos son los valientes, los auténticos audaces, los osados que quieren conocer la verdad, los que no temen al frío, a las tormentas ni al hambre. Escasean los Odiseos que se enfrentan a sus propias iliadas.
En cambio, esa palabra que los jactanciosos y cobardes, que los pusilánimes y arrogantes elevan a los aires, no salió de sus cerebros. Les fue inducida, inoculada como un virus en la mente. No se les ocurrió a ellos. Los ufanos, los zascandiles que se creen libres y pensantes, ignoran que repiten como robots las persuasivas ocurrencias de los agentes de la CIA, la verdadera autora e inculcadora de un término creado para aniquilar al adversario intelectual. Inquietada por la falta de fe de ciudadanos y periodistas en la versión oficial del magnicidio de John F. Kennedy, idearon zanjar las siempre molestas preguntas con un «eso son teorías de la conspiración. No haga más preguntas y crea lo que le decimos. A Kennedy lo mató Lee Harvey Oswald» 1. Y lo repitieron una y otra vez, con la intención de que la fuerza bruta le ganara la batalla al pensamiento. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, había sentenciado Goebbels, el ministro de la Ilustración y la Propaganda nazi.
Pero no. Ni aún a fuerza de repetición; una mentira jamás se convertirá en verdad. Cuando a los conspiranoicos de la CIA y a sus periodistas y pseudointelectuales a sueldo les crecen los herejes se inventan palabras para etiquetar. La última es la posverdad, con la que tratan de explicar sus últimos fracasos: el Brexit, Barack Obama, Hillary Clinton. Con la que combatirán a los herejes del cambio climático provocado por el hombre, a los descreídos de Obama, a los que no se vacunan cuando arrecia en los medios de comunicación su última pandemia global.
A todo lo llamarán posverdad. Cualquier cosa antes de aceptar que sus mentiras son mentiras y que su lucha no sirvió para nada, solo para poner caos donde antes había orden.
El término «conspiranoia» lo inventó la CIA cuando los ciudadanos y periodistas estadounidenses comenzaron a hacer preguntas incómodas que ponían en tela de juicio que Lee Harvey Oswald fuera el asesino de Kennedy. Las personas pensantes no podían admitir las conclusiones de la Comisión Warren, encargada de analizar el magnicidio, porque no eran lógicas e insultaban la inteligencia. El recurso de la conspiranoia fue un insulto más que se ha alargado en el tiempo, demostrando que quienes la inventaron estaban más asustados que aquellos que hacían lo que era lógico: pensar.
Kennedy era una molestia para los planes del establishment de Bilderberg. El fracasado asalto a Bahía Cochinos, organizado por la CIA y apoyado por los propietarios de los principales medios de comunicación norteamericanos, bilderbergs al mismo tiempo, había puesto en ridículo al presidente. Por ello, lo primero que hizo fue destituir a Allen Dulles, el todopoderoso director de la Agencia Central de Inteligencia que velaba por que las conferencias Bilderberg se celebrasen sin que la prensa los molestara. Qué extraño resulta que luego fuera recuperado como miembro de la Comisión Warren y que diese carpetazo al asunto culpando a Oswald, quien dos días después fue asesinado por Jack Ruby.
A Kennedy le sustituyó el masón Lyndon B. Johnson, a las órdenes del club.
Y eso es Bilderberg. Eso es el poder. Quien tiene el poder tiene la capacidad de crear mundos imaginarios a través de todos los instrumentos de comunicación que controla: las palabras, los periódicos, la televisión, el cine, los actores famosos que trabajan en sus productoras, los diseñadores de ropa de cuyas marcas son los dueños.
Si usted pregunta, más aún, si usted piensa se convierte en un teórico de la conspiración. Si no quiere que lo insulten de ese modo, sea una niña o un niño bueno y crea todo lo que nosotros, los mentirosos habituales, le contamos sobre el mundo. Siga creyéndonos a pesar de las mentiras que les hemos relatado sobre el golpe de Estado de Pinochet, la contra de Irán, las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, el calentamiento global provocado por el hombre, las pandemias de gripe A y de ébola, Obama, las «primaveras árabes». Y ahora, Donald Trump.
Siga creyendo en nosotros y en nuestra suma inteligencia para poner caos donde antes había orden. Claro, ¿de qué se extraña? ¡Ah! Aún no se había dado cuenta de que la clave del Nuevo Orden Mundial es ser el nuevo caos global.
¿Qué arte mágico provoca que sean calificados de conspiranoicos quienes piensan que aquellos que ya han mentido antes pueden volver a mentir? Los conspiranoicos son aquellos que temen al pueblo y que por ese temor inventan palabras. Los conspiranoicos son aquellos que han mantenido el poder en sus manos desde la Segunda Guerra Mundial y que, para no perderlo, han inventado un mundo que no existe, una irrealidad, una ficción que se les ha vuelto contra ellos. ¿Donald Trump?
Pero los amos del mundo siguen al acecho, convencidos de que lo están haciendo estupendamente. Y de ahí deriva su gran peligro. Los bilderbergs son peligrosos porque creen que están sirviendo a dios. Lo que significa dios para ellos es un misterio.
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