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miércoles, 29 de mayo de 2019

Involución del idioma


Si no lees, no sabes escribir, y si no sabes escribir, no sabes pensar
Alejandro Martínez Gallardo
Hoy todos escriben, todos quieren expresar sus sentimientos y opiniones, pero, ¿quién lee? En cierta forma la lectura es una actividad superior a la escritura; sólo podemos escribir con el lenguaje que hemos adquirido leyendo. La lectura es la materia prima de la escritura y la posibilidad de crear una obra que tenga belleza y profundidad o simplemente claridad, se basa en las lecturas que hemos hecho y lo que hemos aprendido de otros autores (sus palabras se vuelven las nuestras, se mezclan con nuestros pensamientos y experiencias). Así se destila la escritura, como una refinación del pensamiento no sólo personal, sino del tiempo mismo.
Para muchas personas es más atractivo escribir, tiene más glamour –algo que quizás se deba a la inmadurez y al egoísmo–, pero grandes escritores nos dicen que la felicidad en realidad está en la lectura. Borges es especialmente fértil en este sentido: "la felicidad, cuando eres lector, es frecuente". Y la célebre: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído". 
Hay una frase contundente, que si no mal recuerdo es de Juan José Arreola, "Si no lees, no sabes escribir. Si no sabes escribir no sabes pensar". Una sencillez aforística que debe ser el fruto de la labor intelectual de un buen lector. 
Edmund Husserl escribe en su Lógica formal y Lógica trascendental: "El pensamiento siempre se hace en el lenguaje y está totalmente ligado a la palabra. Pensar, de forma distinta a otras modalidades de la conciencia, es siempre lingüístico, siempre un uso del lenguaje". Así que si no tenemos palabras, si no tenemos lecturas en nuestra memoria que enriquezcan nuestro lenguaje, nuestro pensamiento será muy pobre. Las personas toleran no ser buenos lectores, pero si se les dice que no saben pensar, esto lastima su orgullo y, sin embargo, una condiciona a la otra. Así, la lectura es una herramienta de desarrollo fundamental. Y donde mejor se desenvuelve esta herramienta es en los libros, no en los pequeños artículos que dominan la circulación de la Web; el encuentro con el lenguaje merece un espacio de concentración –el medio es también el mensaje–, un encuentro a fondo con la mente de un autor que puede haber muerto hace cientos de años pero que vive, al menos meméticamente, en el texto que se trasvasa a nuestra mente. 
Podemos también preguntarnos si es que existe o no la conciencia sin el lenguaje. Aunque una primera lectura de las filosofías de la India parecería indicar que para los pensadores que nos dieron el yoga y la meditación, la conciencia existe más allá del pensamiento lingüístico (que es, de hecho, todo lo que existe), como ocurre en los estados de absorción meditativa (jñanas), también se debe notar que en el hinduismo el universo es generado a partir de la letra A del sánscrito, de la cual también se deriva la sílaba creadora OM. Posteriormente, en el budismo tibetano la letra A del alfabeto tibetano (parecida a la A del sánscrito) es también considerada una especie de fuente cósmica creativa, y se representa como emanando los cinco elementos en un thigle (bindu en sánscrito). Tenemos por supuesto la cábala, donde el universo entero es lo que se produce cuando se pronuncian los nombres divinos; la letra Aleph, tiene suprema importancia (como exploró Borges en su cuento, donde el Aleph es justamente como una especie de thigle o punto donde se encuentra la totalidad del universo). Sin embargo, el mundo es creado con la letra Bet, con la palabra Bereshit, que David Chaim Smith traduce no como inicio, sino algo así como "inicialidad" (beginingness), para denotar la constancia de la creación, un acto perenne que no ocurre en el pasado, sino en el presente. En suma, el mundo se crea con la palabra y esto es así no sólo en una visión esotérica o religiosa de la realidad, lo es en nuestra vida cotidiana: sólo alcanzamos a distinguir las formas una vez que tenemos los nombres.
De cualquier manera queda claro que la lectura como surtidor de las palabras que animan nuestra conciencia es un aspecto esencial de lo que es un ser humano que piensa el mundo. Podemos existir sin pensar, y a veces el pensamiento se convierte en un ruido que enferma la mente, pero en el pensamiento, con el poder de la palabra, tenemos una potencia divina. Como escribió Hölderlin:
Sin embargo, nos compete, bajo la tormenta de Dios,
Oh poetas, erguidos y con la cabeza descubierta,
Asir con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre,
Y pasar, envuelto en canción, ese regalo divino a la gente.
Twitter del autor: @alepholo

Spanish English

Publicado en el diario El Tribuno el 03 de Mayo de 2010
Por JAVIER CORNEJO

El ultraje a nuestro lenguaje es una constante permanente en los medios de información radiales y especialmente televisivos.
Constatamos que los más sórdidos personajes tienen una desmesurada prensa que recibe y transmite alborozada sus exabruptos.
A la deformación de nuestro lenguaje no es ajena nuestra "Sarmientina" Presidenta con la introducción de sus propios "cristinismos" en un raro "cristiñol" que nada tiene que ver con Academia de Letras alguna.
En pos de una globalización tendiente a la supresión de los Estados nacionales, nos están despojando de nuestro maravilloso idioma castellano.

Cambiando el idioma se cambian las palabras.
Cambiando las palabras se cambian las ideas.
Cambiando las ideas se cambian los conceptos.
Cambiando los conceptos se cambian las conciencias y las conductas.
Cambiando las conciencias y las conductas, se cambian nuestras expresiones artísticas, poéticas, musicales, se cambia nuestra tradición, nuestra moral y nuestra religión.

Con la destrucción idiomática quedamos imposibilitados de comprender las obras literarias, mutilados en la posibilidad de conocimientos clásicos inherentes a nuestra raza humana. Con la destrucción idiomática quedamos inmersos en una Babel de incomprensión generalizada entre los mismos seres que habitamos la geografía llamada Argentina. Vocablos, frases, conceptos, canciones, procedimientos y conductas que ahondan una incomprensión de Jujuy a Tierra del Fuego.
Los argentinos cada vez entienden menos a los mismos argentinos, situación que se refleja en la falta de comprensión en todos los ámbitos del quehacer nacional. Desde la escuela hasta el Congreso de la Nación.
Sin idioma es imposible entender la máxima obra argentina: "Martín Fierro". En su transmisión de la fuerza que constituye su derecho: "Yo soy toro en mi rodeo/ Y torazo en rodeo ajeno/ Siempre me tuve por güeno / Y si me quieren probar/ Salgan otros a cantar/ Y veremos quién es menos".
Esta fuerza expansiva es expresión y es estilo; es música y es danza; es el goce del pan y el sacrificio de la lucha; es sangre y es tierra. Todo ello configura una personalidad que tiene por fin último la fuerza suprarracional de la verdad que se identifica con la justicia. Y a esa fuerza que es libertad y derecho, no hay poder humano que, por razones especulativas, pueda ponerles fronteras. Derecho que, en la concepción de Savigny, no es el producto de la razón, sino una fuerza que emana del espíritu del pueblo y de su historia, que se va formando en el silencio y en el anonimato, evolucionando como el idioma, que nace del espíritu del pueblo aunque su origen no pueda ser precisado cronológicamente.
Quizá por ello nuestra Legislatura se encuentra presta a dictar leyes para establecer como obligatoria la enseñanza del lenguaje de señas en las escuelas, a través de todos los maestros, que deberán aprenderlo para enseñárselo a alumnos que se expresan rudimentariamente en el televisivo spanish-english imperante. Parece que al resultar difícil salvaguardar nuestro idioma más vale eliminarlo.
 

«El lenguaje inclusivo es una tontería»
«Igualdad no es que te llamen arquitecta, es que te paguen igual y tengas las mismas oportunidades», dice la académica de la lengua de México
Elisa Álvarez santiago / la voz 05/01/2018
Concepción Company Company (Madrid, 1954) ocupó su silla en la Academia Mexicana de la Lengua en el año 2005, y en el 2016 ingresó en el Colegio Nacional de México, una institución que desde su creación tuvo 98 miembros varones y solo cuatro mujeres. Pero esta gran conversadora lo tiene claro: «No quiero que me incluyan por ser mujer, pero tampoco que me excluyan, que no me vean o no me tengan en cuenta por serlo».
-¿Es sexista el lenguaje?
-Creo que la gramática no es sexista ni deja de serlo. No es un concepto que pueda ser aplicado a la gramática, pero sí al lenguaje y al discurso.
-¿Entonces sí puede serlo el lenguaje?
-Puede serlo el uso que hagamos de la gramática o cómo construyamos el discurso. Eso sí puede serlo, y de hecho muchas veces lo es. La gramática es totalmente aséptica, está ahí porque le funciona a una comunidad, pero el uso sí puede ser sexista. Por ejemplo, cuando a un hombre le dan un premio los periódicos mexicanos suelen decir: Juan Pérez fue reconocido con el premio Cervantes. En este caso Juan está a la cabeza de la oración, figura como el tópico, el principal. Pero si es una mujer con frecuencia aparece: el premio Cervantes le fue otorgado a Juana Pérez. Aquí quien aparece a la cabeza es el premio y la pobre Juana está a la cola. Eso sí es discriminatorio. También ocurre que si el premiado es un hombre se escribe un texto con su currículo y si es una mujer se ponen como mucho tres líneas.
-Por no contar cuando se dice que está casada y tiene hijos.
-¡No me diga, eso me levanta la presión [exclama], la tensión, como dicen en España! Es como María Moliner, una gran lexicógrafa de quien todo el mundo dice que tenía cinco hijos y le zurcía los calcetines al marido. Eso sí es discriminatorio, por eso le digo que el discurso sí puede serlo, pero la gramática únicamente recoge repositorios históricos de siglos y milenios, y una comunidad funciona con ella.
-Por otro lado, tenemos un discurso de lo políticamente correcto, aunque Francia acaba de prohibir el lenguaje inclusivo en textos institucionales. En España los discursos insisten en el compañeras y compañeros.
-Le hablo como gramática e historiadora de la lengua: es una tontería; así, tranquilamente. En primer lugar, no es equidad de género, sino de sexo, el género es de la gramática, y aunque pueda escandalizar, es una obviedad gramatical que el género masculino no significa masculino hombre, sino que es indiferente al sexo. El género gramatical que en la lengua española puede discriminar es el femenino. Si yo digo: todos tenemos sentimientos, no es androcéntrico, no es machismo. Me parece además que el lenguaje incluyente es antieconómico, no me imagino a un creador diciendo ''queridos compañeros y queridas compañeras''. En aras de esa equidad estamos perdiendo equilibrio, elegancia en la lengua y podemos cometer errores gramaticales. En México hay una pelea en la Cámara de senadores para intentar modificar la Constitución... En fin, lo que tenemos que modificar es la sociedad.
-El cambio debe darse entonces en la sociedad.
-Sí, hace dos años en la UNAM hubo una campaña de equidad de sexo, mal llamada equidad de género, que decía: equidad es que te llamen arquitecta. A mí me pueden llamar ''oye, tú'', o no llamarme de ningún modo; igualdad es que me paguen igual, me contraten igual y que tenga las misma oportunidades sociales. En el Colegio Nacional al que pertenezco corren ríos de tinta por el escaso número de mujeres que hay, pero yo no quiero que me incluyan por ser mujer, como no quiero que me excluyan por ello. Y esta batalla no se da en la gramática, se da en la sociedad. Cuando las sociedades sean igualitarias estoy segurísima de que los hábitos gramaticales se van a modificar. Y no es banal preguntarse por qué hay tan pocas mujeres en instituciones como las academias, hay que preguntárselo y no es trivial.
-¿Deberían tenerse más en cuenta las variantes de los países de Latinoamérica para elaborar diccionarios y gramáticas?
-Ese es el ideal, y creo que estamos en el camino de mostrar la riqueza del español americano, que además aporta aproximadamente el 92 % de los hablantes nativos de lengua española. La lengua es el patrimonio inmaterial de cualquier ser humano y nos va la vida en defenderla. De hecho, un peruano y un español pueden tener discusiones acaloradísimas de por qué la palabra patata aparece como primera definición y no papa. En patata se define el tubérculo y el 92 % de los hispanohablantes se sienten en segundo lugar. La gramática dice: en Perú se dice así, en Ecuador así, y en el español general de tal modo... Pero, ¿cuál es ese español general si hay 350 millones de hispanohablantes que lo dicen de otra forma?
-Es decir, que no haya acepciones de primera o de segunda.
-Exactamente, cuando no haya jerarquías identitarias no habrá problema. Otra característica de las gramáticas es que ponen americanismo, como si fuera una sola lengua, un error garrafal por el que hemos batallado mucho.
«Hay escritores descuidados y eso no es un hecho de creatividad»
Afirma que no puede confundirse descuido con creatividad. Para Company los escritores deberían ser precisos con el uso que hacen de la gramática.
-¿Debe un escritor ser exquisito con el lenguaje o en la libertad de un texto literario caben fórmulas no correctas?
-Una cosa es ser creativo y otra cometer errores o ser descuidado. Hay escritores descuidados, donde se ve que hay inconcordancias, y eso me molesta porque no es un hecho de creatividad. Estoy segura de que un escritor afina, depura... Pensemos en las ediciones en donde se ven los muchos manuscritos elaborados. Por ejemplo, uno cree que Madame Bovary salió a la primera y no es así. Me molestan estos descuidos en los que veo un adjetivo mal concordado, que no tiene nada que ver con la creatividad. Rayuela tiene muchas historias de rompecabezas y sin embargo Cortázar era un exquisito y tiene una altísima creatividad.
-El diccionario de la RAE ha incorporado palabras como táper o cracker. ¿Es bueno recoger palabras de otros idiomas o debemos proteger nuestro vocabulario?
-En este caso mi corazón y mi cabeza no están sintonizados. Como gramática creo profundamente en que no pasa nada porque el contacto llegue a las lenguas y estas se enriquezcan. Nadie se asusta de que la lengua española tenga 5.000 arabismos y vamos al supermercado a comprar aceite, no óleo. Mi cabeza me dice que las lenguas se enriquecen con el contacto, entran préstamos y no pasa nada. Ahora, cuando llegamos al corazón, evito hasta donde me es posible usar anglicismos si tengo equivalente en castellano, y tengo que hacer ese esfuerzo. En México hay una franja de edad en que se cree que diciendo cool y naíf se habla más bonito, y a mí me parece un espanto.











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