Si              no              lees, no sabes escribir, y si no sabes escribir, no sabes              pensar
Alejandro Martínez Gallardo
Hoy todos            escriben, todos quieren expresar sus sentimientos y opiniones,            pero,            ¿quién lee? En cierta forma la lectura es una actividad            superior a la            escritura; sólo podemos escribir con el lenguaje que hemos            adquirido leyendo.            La lectura es la materia prima de la escritura y la            posibilidad de crear            una obra que tenga belleza y profundidad o simplemente            claridad, se basa            en las lecturas que hemos hecho y lo que hemos aprendido de            otros autores (sus            palabras se vuelven las nuestras, se mezclan con nuestros            pensamientos y            experiencias). Así se destila la escritura, como una            refinación del pensamiento            no sólo personal, sino del tiempo mismo.
Para            muchas personas es más atractivo escribir, tiene más glamour –algo            que quizás se deba a la inmadurez y al egoísmo–, pero grandes            escritores            nos dicen que la felicidad en realidad está en la lectura.            Borges es            especialmente fértil en este sentido: "la felicidad, cuando            eres lector, es frecuente". Y la célebre: "Que otros se jacten            de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que            he            leído". 
Hay una            frase contundente, que si no mal recuerdo es de Juan José            Arreola,            "Si no lees, no sabes escribir. Si no sabes escribir no sabes            pensar". Una sencillez aforística que debe ser el fruto de la            labor            intelectual de un buen lector. 
Edmund            Husserl escribe en su Lógica formal y Lógica              trascendental: "El            pensamiento siempre se hace en el lenguaje y está totalmente            ligado a la            palabra. Pensar, de forma distinta a otras modalidades de la            conciencia, es            siempre lingüístico, siempre un uso del lenguaje". Así que si            no tenemos            palabras, si no tenemos lecturas en nuestra memoria que            enriquezcan nuestro            lenguaje, nuestro pensamiento será muy pobre. Las personas            toleran no ser            buenos lectores, pero si se les dice que no saben pensar, esto            lastima su            orgullo y, sin embargo, una condiciona a la otra. Así, la            lectura es una            herramienta de desarrollo fundamental. Y donde mejor se            desenvuelve esta            herramienta es en los libros, no en los pequeños artículos que            dominan la            circulación de la Web; el encuentro con el lenguaje merece un            espacio de            concentración –el medio es también el mensaje–, un encuentro a            fondo con la            mente de un autor que puede haber muerto hace cientos de años            pero que vive, al            menos meméticamente, en el texto que se trasvasa a nuestra            mente. 
Podemos            también preguntarnos si es que existe o no la conciencia sin            el lenguaje.            Aunque una primera lectura de las filosofías de la India            parecería indicar que            para los pensadores que nos dieron el yoga y la meditación, la            conciencia            existe más allá del pensamiento lingüístico (que es, de hecho,            todo lo que existe),            como ocurre en los estados de absorción meditativa (jñanas),            también se            debe notar que en el hinduismo el universo es generado a            partir de la letra A            del sánscrito, de la cual también se deriva la sílaba creadora            OM.            Posteriormente, en el budismo tibetano la letra A del alfabeto            tibetano            (parecida a la A del sánscrito) es también considerada una            especie de            fuente cósmica creativa, y se representa como emanando los            cinco elementos            en un thigle (bindu en sánscrito). Tenemos por            supuesto la cábala, donde el universo entero es lo que se            produce cuando se            pronuncian los nombres divinos; la letra Aleph, tiene            suprema            importancia (como exploró Borges en su cuento, donde el Aleph es            justamente como una especie de thigle o punto donde se            encuentra la totalidad del universo). Sin embargo, el mundo es            creado con            la letra Bet, con la palabra Bereshit, que David Chaim Smith            traduce no como            inicio, sino algo así como "inicialidad" (beginingness),            para denotar la constancia de la creación, un acto perenne que            no ocurre en el            pasado, sino en el presente. En suma, el mundo se crea con la            palabra y esto es            así no sólo en una visión esotérica o religiosa de la            realidad, lo es en            nuestra vida cotidiana: sólo alcanzamos a distinguir las            formas una vez que            tenemos los nombres.
De            cualquier manera queda claro que la lectura como surtidor de            las palabras que            animan nuestra conciencia es un aspecto esencial de lo que es            un ser humano que            piensa el mundo. Podemos existir sin pensar, y a veces el            pensamiento            se convierte en un ruido que enferma la mente, pero en el            pensamiento, con            el poder de la palabra, tenemos una potencia divina. Como            escribió Hölderlin:
Sin            embargo, nos compete, bajo la tormenta de Dios,
Oh            poetas, erguidos y con la cabeza descubierta,
Asir con            nuestras propias manos el rayo de luz del Padre,
Y pasar,            envuelto en canción, ese regalo divino a la gente.
Twitter            del autor: @alepholo
Spanish              English 
Publicado            en el diario El Tribuno el 03 de Mayo de 2010 
Por            JAVIER CORNEJO 
El ultraje a nuestro lenguaje es            una constante            permanente en los medios de información radiales y            especialmente televisivos.
Constatamos que los más sórdidos            personajes tienen            una desmesurada prensa que recibe y transmite alborozada sus            exabruptos.
A la deformación de nuestro            lenguaje no es ajena            nuestra "Sarmientina" Presidenta con la introducción de sus            propios "cristinismos"            en un raro "cristiñol" que nada tiene que ver con Academia de            Letras alguna.
En pos de una globalización            tendiente a la            supresión de los Estados nacionales, nos están despojando de            nuestro            maravilloso idioma castellano.
Cambiando el idioma se cambian las            palabras.
Cambiando las palabras se cambian            las ideas.
Cambiando las ideas se cambian los            conceptos.
Cambiando los conceptos se cambian            las conciencias            y las conductas.
Cambiando las conciencias y las            conductas, se            cambian nuestras expresiones artísticas, poéticas, musicales,            se cambia nuestra            tradición, nuestra moral y nuestra religión.
Con la destrucción idiomática quedamos imposibilitados de comprender las obras literarias, mutilados en la posibilidad de conocimientos clásicos inherentes a nuestra raza humana. Con la destrucción idiomática quedamos inmersos en una Babel de incomprensión generalizada entre los mismos seres que habitamos la geografía llamada Argentina. Vocablos, frases, conceptos, canciones, procedimientos y conductas que ahondan una incomprensión de Jujuy a Tierra del Fuego.
Los argentinos cada vez entienden            menos a los            mismos argentinos, situación que se refleja en la falta de            comprensión en todos            los ámbitos del quehacer nacional. Desde la escuela hasta el            Congreso de la            Nación.
Sin idioma es imposible entender            la máxima obra            argentina: "Martín Fierro". En su transmisión de la fuerza que            constituye su            derecho: "Yo soy toro en mi rodeo/ Y torazo en rodeo ajeno/            Siempre me tuve por            güeno / Y si me quieren probar/ Salgan otros a cantar/ Y            veremos quién es            menos".
Esta fuerza expansiva es expresión            y es estilo; es            música y es danza; es el goce del pan y el sacrificio de la            lucha; es sangre y            es tierra. Todo ello configura una personalidad que tiene por            fin último la            fuerza suprarracional de la verdad que se identifica con la            justicia. Y a esa            fuerza que es libertad y derecho, no hay poder humano que, por            razones            especulativas, pueda ponerles fronteras. Derecho que, en la            concepción de            Savigny, no es el producto de la razón, sino una fuerza que            emana del espíritu            del pueblo y de su historia, que se va formando en el silencio            y en el            anonimato, evolucionando como el idioma, que nace del espíritu            del pueblo            aunque su origen no pueda ser precisado cronológicamente. 
Quizá por ello nuestra Legislatura            se encuentra            presta a dictar leyes para establecer como obligatoria la            enseñanza del            lenguaje de señas en las escuelas, a través de todos los            maestros, que deberán            aprenderlo para enseñárselo a alumnos que se expresan            rudimentariamente en el televisivo            spanish-english imperante. Parece que al resultar difícil            salvaguardar nuestro            idioma más vale eliminarlo.
«El                lenguaje inclusivo es                una tontería»
          
«Igualdad no es que te llamen                arquitecta, es que te                paguen igual y tengas las mismas oportunidades», dice la                académica de la lengua                de México
Elisa                Álvarez santiago              / la voz 05/01/2018 
Concepción              Company Company (Madrid, 1954) ocupó su silla en la Academia                Mexicana de la                Lengua en el año 2005, y en el 2016 ingresó en el              Colegio Nacional de México, una institución que desde su              creación tuvo 98              miembros varones y solo cuatro mujeres. Pero esta gran              conversadora lo tiene claro:              «No quiero que me incluyan por ser mujer, pero tampoco que              me excluyan, que no              me vean o no me tengan en cuenta por serlo».
-¿Es                sexista el lenguaje? 
-Creo que              la gramática no es sexista ni deja de serlo. No es un              concepto que pueda ser              aplicado a la gramática, pero sí al lenguaje y al discurso.
-¿Entonces                sí puede serlo el lenguaje? 
-Puede              serlo el uso que hagamos de la gramática o cómo construyamos              el discurso. Eso              sí puede serlo, y de hecho muchas veces lo es. La gramática              es totalmente              aséptica, está ahí porque le funciona a una comunidad, pero              el uso sí puede ser              sexista. Por ejemplo, cuando a un hombre le dan un premio              los periódicos              mexicanos suelen decir: Juan Pérez fue reconocido con el premio                Cervantes. En              este caso Juan está a la              cabeza de la oración, figura como el tópico, el principal.              Pero si es una mujer              con frecuencia aparece: el premio Cervantes le fue otorgado              a Juana Pérez. Aquí              quien aparece a la cabeza es el premio y la pobre Juana está              a la cola. Eso sí              es discriminatorio. También ocurre que si el premiado es un              hombre se escribe              un texto con su currículo y si es una mujer se ponen como              mucho tres líneas.
-Por no                contar cuando se dice que está casada y tiene hijos. 
-¡No me              diga, eso me levanta la presión [exclama], la tensión, como              dicen en España! Es              como María Moliner, una gran lexicógrafa de quien todo el              mundo dice que tenía              cinco hijos y le zurcía los calcetines al marido. Eso sí es              discriminatorio,              por eso le digo que el discurso sí puede serlo, pero la              gramática únicamente              recoge repositorios históricos de siglos y milenios, y una              comunidad funciona              con ella.
-Por otro                lado, tenemos un discurso de lo políticamente correcto,                aunque Francia acaba de prohibir el lenguaje                inclusivo en textos                institucionales. En España los discursos insisten en el                compañeras y                compañeros. 
-Le hablo              como gramática e historiadora de la lengua: es una tontería;              así, tranquilamente.              En primer lugar, no es equidad de género, sino de sexo, el              género es de la              gramática, y aunque pueda escandalizar, es una obviedad              gramatical que el              género masculino no significa masculino hombre, sino que es              indiferente al              sexo. El género gramatical que en la lengua española puede              discriminar es el              femenino. Si yo digo: todos tenemos sentimientos, no es              androcéntrico, no es              machismo. Me parece además que el lenguaje incluyente es              antieconómico, no me              imagino a un creador diciendo ''queridos compañeros y              queridas compañeras''. En              aras de esa equidad estamos perdiendo equilibrio, elegancia              en la lengua y              podemos cometer errores gramaticales. En México hay una              pelea en la Cámara de              senadores para intentar modificar la Constitución... En fin,              lo que tenemos que              modificar es la sociedad.
-El                cambio debe darse entonces en la sociedad. 
-Sí, hace              dos años en la UNAM hubo una campaña de equidad de sexo, mal              llamada equidad de              género, que decía: equidad es que te llamen arquitecta. A mí              me pueden llamar              ''oye, tú'', o no llamarme de ningún modo; igualdad es que              me paguen igual, me              contraten igual y que tenga las misma oportunidades              sociales. En el Colegio              Nacional al que pertenezco corren ríos de tinta por el              escaso número de mujeres              que hay, pero yo no quiero que me incluyan por ser mujer,              como no quiero que me              excluyan por ello. Y esta batalla no se da en la gramática,              se da en la              sociedad. Cuando las sociedades sean igualitarias estoy              segurísima de que los              hábitos gramaticales se van a modificar. Y no es banal              preguntarse por qué hay              tan pocas mujeres en instituciones como las academias, hay              que preguntárselo y              no es trivial.
-¿Deberían                tenerse más en cuenta las variantes de los países de Latinoamérica                para elaborar diccionarios y                gramáticas? 
-Ese es              el ideal, y creo que estamos en el camino de mostrar la              riqueza del español              americano, que además aporta aproximadamente el 92 % de los              hablantes nativos              de lengua española. La lengua es el patrimonio inmaterial de              cualquier ser              humano y nos va la vida en defenderla. De hecho, un peruano              y un español pueden              tener discusiones acaloradísimas de por qué la palabra patata              aparece              como primera definición y no papa. En patata              se define el              tubérculo y el 92 % de los hispanohablantes se sienten en              segundo lugar. La              gramática dice: en Perú se dice así, en Ecuador así, y en el español general de              tal modo... Pero,              ¿cuál es ese español general si hay 350 millones de              hispanohablantes que lo              dicen de otra forma?
-Es                decir, que no haya acepciones de primera o de segunda. 
-Exactamente,              cuando no haya jerarquías identitarias no habrá problema.              Otra característica              de las gramáticas es que ponen americanismo, como si              fuera una sola              lengua, un error garrafal por el que hemos batallado mucho.
«Hay escritores descuidados y                eso no es un hecho de                creatividad»
Afirma              que no puede confundirse descuido con creatividad. Para              Company los escritores              deberían ser precisos con el uso que hacen de la gramática.
-¿Debe un                escritor ser exquisito con el lenguaje o en la libertad de                un texto literario                caben fórmulas no correctas? 
-Una cosa              es ser creativo y otra cometer errores o ser descuidado. Hay              escritores              descuidados, donde se ve que hay inconcordancias, y eso me              molesta porque no es              un hecho de creatividad. Estoy segura de que un escritor              afina, depura...              Pensemos en las ediciones en donde se ven los muchos              manuscritos elaborados.              Por ejemplo, uno cree que Madame Bovary salió a la              primera y no es así.              Me molestan estos descuidos en los que veo un adjetivo mal              concordado, que no              tiene nada que ver con la creatividad. Rayuela tiene              muchas historias de              rompecabezas y sin embargo Cortázar era un exquisito y tiene              una altísima              creatividad.
-El                diccionario de la RAE                ha incorporado palabras como                táper o cracker. ¿Es bueno recoger palabras de otros                idiomas o debemos proteger                nuestro vocabulario? 
-En este              caso mi corazón y mi cabeza no están sintonizados. Como              gramática creo              profundamente en que no pasa nada porque el contacto llegue              a las lenguas y              estas se enriquezcan. Nadie se asusta de que la lengua              española tenga 5.000              arabismos y vamos al supermercado a comprar aceite, no óleo.              Mi cabeza me dice              que las lenguas se enriquecen con el contacto, entran              préstamos y no pasa nada.              Ahora, cuando llegamos al corazón, evito hasta donde me es              posible usar              anglicismos si tengo equivalente en castellano, y tengo que              hacer ese esfuerzo.              En México hay una franja de edad en que se cree que diciendo              cool y naíf              se habla más bonito, y a mí me parece un espanto.



 
 
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