El
cometa interestelar
C/2019 Q4 Borísov
Por
Daniel Marín, el 22 septiembre, 2019.
La
consecuencia más importante del descubrimiento en 2017 del
objeto interestelar
ʻOumuamua (1I/2017 U1) fue que tomamos conciencia de un
sorprendente hecho:
nuestro sistema solar es visitado constantemente por intrusos
de otras
estrellas sin previo aviso. Una de las conclusiones de los
estudios que se
hicieron sobre ʻOumuamua es que estos objetos interestelares
deben ser
relativamente frecuentes. Básicamente porque las
probabilidades de que una
visita de este tipo tenga lugar durante el transcurso de
nuestras —breves—
vidas son muy bajas a no ser que se trate de un suceso
relativamente común.
Claro está que extraer conclusiones de un suceso único es, por
decirlo de
alguna manera, un pelín arriesgado.
Pero ya
podemos respirar tranquilos, porque dos años después de la
visita
de ʻOumuamua tenemos otro posible visitante interestelar: el
cometa C/2019
Q4 (Borisov). De confirmarse, sería el primer cometa
interestelar ‘de verdad’,
ya que ʻOumuamua apenas presentó actividad cometaria durante
su paso por
las cercanías del Sol (sea como sea, no olvidemos que la
frontera entre cometas
y asteroides es prácticamente inexistente). El cometa Borísov
fue descubierto
el pasado 30 de agosto desde Crimea por el astrónomo
aficionado ruso Guennadi
Borísov cuando se encontraba a 450 millones de kilómetros del
Sol, aunque el
descubrimiento no fue conocido por el resto del mundo hasta el
11 de septiembre
(como nota aparte, el conflicto ruso-ucraniano ha provocado
que Borísov no sea
reconocido fuera de Rusia como astrónomo de ese país). A
diferencia de
ʻOumuamua, el cometa Borísov ha sido descubierto antes de
alcanzar el perihelio
—o sea, el punto más cercano al Sol de su órbita—, algo que no
ocurrirá hasta
el 8 de diciembre de este año. Eso significa que todavía
tenemos bastante
tiempo para estudiar su evolución.
La
naturaleza interestelar de Borísov no ha podido ser todavía
confirmada por
culpa de las incertidumbres en el cálculo de la órbita. Los
cometas más lejanos
que vienen desde la nube de Oort tienen una órbita
prácticamente parabólica.
Cualquier pequeña fuerza externa que actúe sobre ellos puede
hacer que su
órbita sea ligeramente hiperbólica. Además, al tratarse de un
cometa no se
puede despreciar el efecto de la actividad de los chorros del
cometa a la hora
de modificar dicha órbita. Sin embargo, Borísov tiene una
excentricidad
superior a 3,6, por lo que es prácticamente imposible que su
órbita no haya
sido hiperbólica desde el comienzo (una órbita parabólica
tiene una
excentricidad de 1).
Telescopio
GTC en el Roque de los
Muchachos de La Palma (IAC).
Por
tanto, Borísov es casi con toda seguridad un objeto
interestelar que se ha
acercado a nuestro sistema solar a una velocidad de 34 km/s
(como comparación,
la velocidad de ʻOumuamua era de 26 km/s). Hasta ahora hay
pocas observaciones
con telescopios de gran tamaño que nos permitan entender la
naturaleza de este
objeto. Sin embargo, el 12 de septiembre un equipo de
astrofísicos españoles
observó el cometa Borísov con el instrumento OSIRIS del
telescopio GTC (Gran
Telescopio Canarias) del Roque de los Muchachos (La Palma). ¿Y
los resultados?
Pues, sorprendentemente, nada fuera de lo común. C/2019 Q4
parece un
cometa más y no tiene nada de especial. En cuanto al tamaño
del núcleo, se
desconoce, aunque se estima que debe ser más o menos grande
con respecto al
«estándar cometario», y que debe rondar entre 2 y 16
kilómetros.
En
realidad no es un resultado sorprendente, porque todos los
cometas vistos a
millones de kilómetros de distancia deberían tener la misma
composición. La
sorpresa habría sido que el GTC detectase algo diferente. Al
fin y al cabo,
desde lejos un cometa es una bola de nieve sucia rica en
sustancias orgánicas y
volátiles (hielos de agua, metano, dióxido de carbono, etc.),
sustancias
terriblemente comunes en el Universo. Si queremos averiguar la
verdadera naturaleza
de este cometa habría que analizar su composición de cerca —el
objetivo
principal sería comprobar la abundancia relativa de diversos
isótopos—, pero
para eso hace falta una sonda espacial. La agencia espacial
europea (ESA)
quiere desarrollar la misión Comet
Interceptor para sobrevolar un objeto interestelar
cuando pase por el
sistema solar interior, pero huelga decir que no llegará a
estar lista para
visitar al cometa Borísov.
Borísov,
como antes ʻOumuamua, se alejará para siempre del sistema
solar y no
volverá jamás. Puede que veamos muchos objetos interestelares
en el futuro y
que incluso seamos capaces de visitar algunos, pero tengo la
angustiosa
sensación de que estamos dejando escapar unas oportunidades
maravillosas para
estudiar cuerpos que nacieron alrededor de otras estrellas y
que, recordemos,
son únicos e irrepetibles.
Referencias:
- http://www.iac.es/divulgacion.php?id=1610&op1=16
- https://www.jpl.nasa.gov/news/news.php?release=2019-185
- https://iopscience.iop.org/article/10.3847/2515-5172/ab449c
- https://ssd.jpl.nasa.gov/sbdb.cgi?sstr=C%2F2019%20Q4;
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