que poner la rana a hervir con el agua fría...
No se puede ver el cuadro completo, mirando con lupa el entretejido.
Estas noticias ponen de manifiesto, el autosabotaje que nos mantiene en una subnormalidad controlada.
CUANDO EL DESTINO DEPENDE
DE UN PRONÓSTICO
Lyndon
LaRouche en la fiesta de su cumpleaños 90, el 9 de septiembre de 2012. (EIRNS).
13 de febrero de 2020 — Cuando conmemoramos el
primer aniversario del fallecimiento de Lyndon LaRouche el 12 de febrero de
2019, es apropiado que volvamos a sus conceptos y métodos para evaluar la
situación estratégica actual, y tracemos nuestro rumbo hacia el futuro. En la
edición del 7 de septiembre de 2007 del semanario Executive
Intelligence Review, LaRouche publicó un artículo titulado When
Fate Hangs on a Forecast (Cuando el destino depende de un pronóstico),
que comienza con lo que sigue:
“El verdadero propósito estratégico y la función de
un pronóstico económico competente, no es el de intentar predecir lo que
sucederá, sino causar que suceda.
“El tema de hoy es un campo de combate en el que yo
he desarrollado ciertas habilidades únicas, habilidades en esa rama de la
inteligencia estratégica llamada prognosis de largo alcance. Esto no se trata
simplemente de prever, pasivamente, lo que probablemente pueda suceder; se
trata de diseñar programas como el que presento, con la intención de ocasionar
una acción urgentemente necesaria que pueda rescatarnos de un desastre
financiero global que se nos viene encima actualmente, un desastre próximo que
ha iniciado ya su fase terminal.
“No es mediante la percepción desnuda que podríamos
calcular qué poder obstinado yace, escondido de la percepción, entre esos meros
puntos sobre la pantalla de nuestros sentidos. Es mediante nuestra acción sobre
el universo, para hacer que sus secretos se manifiesten, no meramente como
percepción, sino que se manifiesten como la autoridad superior de la mente que
debe de probar la presencia oculta y las presuntas intenciones de cualquier
poder obstinado que reside detrás de esa acción que de otro modo solo se
pudiera percibir.
“Estos poderes ocultos deben ser obligados, de este
modo, a salir a la luz. Deben ser forzados a revelar no solo la presencia
eficiente escondida detrás de las huellas que llamamos percepciones. Debemos de
probar las presuntas intenciones obstinadas de estos poderes, intenciones
probadas que la verdadera ciencia conoce como principios universales, según se
conocían dichos principios como dynamis por los pitagóricos, o
la dinámica moderna de Nicolás de Cusa, Johannes Kepler, Gottfried Leibniz y
Bernhard Riemann. A partir del conocimiento que podamos obtener únicamente de
este modo, conseguimos los medios por los cuales el hombre y la mujer hechos a
semejanza del Creador, están facultados para actuar de modo más o menos
eficiente de acuerdo a la manera que satisface nuestro destino mortal, de la
manera en que Él nos lo ha asignado de manera única.
“En este sentido, el hecho es que, desde el momento
en que, en 1953, me afinqué en el método de geometría física de Bernhard
Riemann, ningún pronóstico económico que he entregado ha fallado nunca; y solo
por excepción ha asumido ese pronóstico la forma de lo que podría haberle
parecido a algunos, erróneamente, haber sido lo que generalmente se considera
solo como una predicción”.
Hoy, más de 13 años después, la realidad dominante
que determina al planeta es como la pronosticó LaRouche: el derrumbe de la
bancarrota del sistema financiero transatlántico, y los 50 años de descenso al
averno de las economías físicas de las naciones que lo hospedan y sus víctimas.
Las plagas de langostas que vienen devastando gran parte de África y del sur y
sudoeste de Asia; la hambruna que amenaza a grandes partes de África en
particular; la emergencia de los nuevos virus que, de no haber sido por las
medidas heroicas que tomó el gobierno chino, podían ya haber barrido a todos
los continentes y a la mayoría de las naciones con víctimas incontables; todos
estos son problemas fatales que pueden ser detenidos y derrotados con las
medidas que propuso LaRouche hace décadas. Programas de emergencia para
desarrollar la energía de fusión, la colonización del espacio, y la biofísica
óptica siguen siendo la necesidad urgente del día, a fin de elevar la
plataforma tecnológica general de la noosfera, la economía física del hombre, para
hacer frente a esas crisis.
Helga Zepp-LaRouche retomó la cuestión de los
varios indicios de la economía física que se derrumba, en comentarios que hizo
el 11 de febrero, y planteó la necesidad de “la cooperación internacional con
China para derrotar al virus. La idea de que se trata de un ‘virus chino’ es el
racismo más despreciable. Me sorprende que nadie pueda ver eso, porque las
enfermedades no tienen nacionalidad. Occidente debía más bien de ayudar y
enviar equipos médicos, ofrecer cooperación e incorporarse para derrotar esos
nuevos problemas como el peligro de la plaga de langostas en África. Ahora
mismo sería posible detenerla, pero si no se le detiene pronto ya, se va a
desenvolver y va a generar un problema enorme que será mucho más difícil resolver
después de un año. Va a morir mucha gente como resultado de la escasez de
alimentos, porque estas langostas van a consumir toda las cosechas y van a
dejar una devastación total”.
“Ya hay un colapso en occidente”, continuó
Zepp-LaRouche. “Lo que necesitamos es un nuevo modelo de cooperación, un nuevo
paradigma para acabar con esta confrontación geopolítica que solo conduce al
desastre. Y para ello necesitamos las Cuatro Leyes de Lyndon LaRouche.
Necesitamos pensar absolutamente sobre la especie humana desde el punto de
vista del futuro”, agregó.
Helga Zepp-LaRouche plantea que debemos aprovechar
el hecho de que este es el Año de Beethoven, y por ello mucha gente escucha
ahora la música de Beethoven. La profunda crisis cultural que tenemos enfrente
es parte de la decadencia general que padece el sector transatlántico, señaló
Zepp-LaRouche, y escuchar la música clásica, en especial a Beethoven, “es la
mejor manera de hacer que la gente eleve su mente. Necesitamos un renacimiento
cultural en occidente”.
30 científicos e inventores
españoles que cambiaron el mundo y fueron borrados por la Leyenda Negra
Masson de Morvilliers respondió en «La Enciclopedia
Metódica» a la pregunta «¿Qué se debe a España?» con crueldad: «Nada se le
debe». No tardó en contestarle Cavanilles, brillante botánico afincado en
París, y otros sabios con peso europeo
La Leyenda Negra establece para la historia del Imperio español un
esquema basado en la idea de la ruina perpetua, donde el país se hizo con el
cetro mundial a espadazos, violaciones y fanatismo tras hallar por casualidad
un continente que sufragó todos sus excesos; y luego se pasó hasta 1898 pagando
por sus pecados, sus deudas, su atraso crónico y por haberse enfrascado en una
empresa por encima de sus posibilidades. Según esta idea extendida, la
prepotencia y la ceguera de España evitaron que pudiera coger el tren del progreso
a tiempo, dando la espalda sistemáticamente a sus élites más preparadas: los
judíos, los reformistas extranjeros como Esquilache o los afrancesados
de José I.
La realidad, sin embargo, es que ningún imperio se
forma por casualidad ni se se mantiene cinco siglos cayendo, salvo que lo haga
a una velocidad de caída imperceptible al ojo humano. La cifra de los sefardíes
que llegaron a salir del país puede que no pasara de las 20.000 personas, según
las investigaciones del hispanista Henry Kamen, y «no cabe la menor duda de que
los judíos no constituían ya una fuente de riqueza relevante [en Castilla y en
Aragón], ni como banqueros ni como arrendatarios de rentas ni como mercaderes
que desarrollasen negocios a nivel internacional», en opinión de Joseph
Pérez recogida en su libro «Historia de una tragedia: la expulsión de los
judíos de España» (Barcelona, Crítica).
El 1 de
febrero de 1792 se inauguró en el Alcázar de Segovia el que fue considerado el
mejor laboratorio de química de Europa.
Sobre las reformas procedentes del extranjero y los
afrancesados, cabe recordar que una de las primeras cosas que destruyeron las
tropas napoleónicas fue el segundo telescopio más grande del mundo, que estaba
en Madrid. Porque, así lo demuestras las cifras, la España previa a la
invasión napoleónica no estaba lejos tecnológica y económicamente de
Inglaterra o Francia, y superaba en muchos campos a otras potencias como
Prusia, Austria y Rusia. Así ocurría en química, medicina o botánica. El 1 de
febrero de 1792 se inauguró en el
Alcázar de Segovia el que
fue considerado el mejor laboratorio de química de Europa. Además, España, sola
o asociada a otras Cortes europeas, realizó 63 expediciones durante la
Ilustración, más que ninguna otra nación en el mundo, lo que le valió el
siguiente elogio del viajero y científico Alexander von Humboldt:
Retrato de Felipe II, por
Sofonisba
«Ningún gobierno ha invertido sumas mayores para
adelantar los conocimientos de las plantas que el gobierno español. Tres
expediciones botánicas, las del Perú, Nueva Granada y Nueva España [...] han
costado al Estado unos dos millones de francos [...] Toda esta investigación,
realizada durante veinte años en las regiones más fértiles del nuevo continente,
no solo ha enriquecido los dominios de la ciencia con más de cuatro mil nuevas
especies de plantas; ha contribuido también grandemente a la difusión del gusto
por la Historia natural entre los habitantes del país».
Portugal y España no hubieran podido explorar
mares, cientos de islas y todo un continente en solitario durante el siglo XVI.
Ni hubiera podido Elcano completar la primera circunnavegación a la tierra sin
un bagaje naútico y tecnología a la vanguardia. La Casa de la Contratación
de Sevilla no fue sino uno de los principales centros de ciencia aplicada
del mundo. Y desde luego no se pueden controlar los campos de batalla sin
artilleros y constructores de fortalezas de calidad, esto es, matemáticos e
ingenieros.
El
interés por la ciencia de Felipe II fue proverbial, aunque la Leyenda Negra (¡Otra
vez, la dichosa leyenda!) quiera presentarle como un fanático religioso con
interés en ciencias ocultas como la alquimia. El Rey Prudente fundó la primera Academia
de Ciencias y Matemáticas (1582) de Europa y uno de los primeros museos de
ciencia en la historia con sede en Valladolid, así como promotor de un conjunto
de academias matemáticas por todo el imperio.
Que la España que él y otros reyes crearon no fue
el desierto científico que la Leyenda Negra ha contado, y los españoles
han creído, se puede comprobar con esta lista de especialistas de múltiples
campos que, a su manera, cambiaron el mundo a mejor.
1.º Primer centro psiquiátrico
El mito del país de los fanáticos que dominaron los
Reyes Católicos se desmonta con un único dato: España tenía la red más amplia
de hospitales psiquiátricos de ese periodo. A iniciativa del padre mercedario
Juan Gilabert Jofré se había fundado en el sigo XV en Valencia el primer centro
psiquiátrico del mundo con una organización terapéutica.
Al parecer tomó esta decisión tras presenciar el
maltrato que se le daba a un loco en una ciudad española. Por eso creó un
hospicio para enfermos mentales denominado de los Santos Mártires Inocentes que
recogía a los pobres dementes y expósitos, proyecto aprobada por el Papa
Benedicto XIII y el Rey Martín I de Aragón.
2.º Turriano, un canal hasta
Toledo
Juanelo Turriano es conocido como el relojero italiano que acompañó
a Carlos V en Cuacos de Yuste, pero fue mucho más que eso. Nacido en Cremona
hacia 1500, vino a España para construir efectivamente dos famosos relojes
astronómicos, el Mocrocosmo y el Cristalino, capaz de indicar la posición de
los astros en cada momento. Sin embargo, el número de ingenios que desarrolló
en el país tenían como único límite su imaginación, incluido un autómata con
grandes prestaciones.
El más famoso fue un artificio para elevar el agua
desde el río Tajo hasta el
Alcázar de Toledo, situado
a unos cien metros de altura. La España imperial captó a muchos talentos
internos y externos como el suyo para su empresa mundial.
3.º Domingo de Soto, precursor de
Galileo
Domingo de Soto era un dominico conocido por sus
contribuciones en Teología en Derecho dentro de la llamada Escuela de
Salamanca, pero menos por su importante aportación a la Filosofía
Natural (la Física). Sus trabajos sobre Mecánica, que expuso en su libro
«Quaestiones», en 1551, sirvieron de base a los estudios de Galileo.
Entre otras cosas propuso que la caída de los
elementos pesados obedecía a un patrón de movimiento uniformemente acelerado en
el tiempo, esto es, que la velocidad de caída de un objeto es directamente
proporcional al tiempo. Otro español, Diego Diest, planteó cuarenta años
antes el mismo planteamiento, aunque en su caso supuso de forma errónea que la
velocidad de caída era directamente proporcional al espacio recorrido en vez de
al tiempo. Error en el que también cayó al principio Galileo, antes de
corregirlo como Domingo de Soto había apuntado.
4.º Alonso de Santa Cruz y la
variación magnética
De forma excepcional la Universidad de Salamanca
incluyó en sus estatutos de 1561 que en la cátedra de Astronomía podía leerse a
Copérnico, cuyo gran valedor fue Juan de Aguilera, profesor de
astrología en este centro de 1550 a 1560. En 1594, la lectura se declaró
obligatoria y el propio Felipe II costeo personalmente, entre otros, los
trabajos de Alonso de Santa Cruz, que fue el primero en describir la variación
magnética, y de Juan López Velasco, que describió los eclipses lunares entre
1577 y 1578.
La teoría heliocéntrica gozó así en España de gran
vigencia, mientras Calvino se dedicaba a atacar a Copérnico por osar colocarse
por encima del Espíritu Santo y, en 1551, Kaspar Peucer, yerno de
Melanchton y profesor como él de la protestante Universidad de Wittemberg,
pidió que se prohibiera sus enseñanzas.
5.º Herrera, el gran arquitecto
del siglo XVI
Juan de Herrera fue un matemático de primer nivel
del siglo XVI, cuyos trabajos para Felipe II se materializaron en puentes,
presas, canales y, por supuesto, el Real Monasterio de El Escorial, una
de las construcciones de mayor envergadura de su tiempo, para la cual empleó
unas grúas especiales y técnicas que jamás se habían aplicado a ese nivel.
Herrera, además, creó las esclusas que permitieron la navegación por los
canales de Aranjuez. En «Su Discurso sobre la figura cúbica» plasmó sus
conocimientos de geometría y matemáticas, mientras que su participación en
algunas de las campañas militares de Carlos V demostraron que no le importaba
mancharse las manos de barro.
Monasterio de San Lorenzo de El
Escorial.
6.º Miguel Servet, un aragonés en
Ginebra
Filósofo, teólogo, filólogo, geógrafo, astrónomo,
fisiólogo y médico. Miguel Servet es un personaje central del siglo XVI,
cuyo descubrimiento sobre la circulación sanguínea sería años después
fundamental para toda la ciencia médica. Sin embargo, el aragonés es hoy
recordado casi en exclusiva por su enfrentamiento con el reformistas Calvino,
que ordenó que quemaran a Servet extramuros de Ginebra, en una zona llamada
Champel, el día 27 de octubre de 1553. La muerte fue especialmente agónica
debido a que los maderos de la hoguera estaban húmedos y tardaron en arder.
Antes de su muerte, incluyó en una obra de carácter
teológico la primera descripción de todo Occidente de la circulación menor,
aquella que ocurre entre el corazón y los pulmones para oxigenar la sangre, si
bien no tuvo impacto en la comunidad científica de su tiempo por ser un autor
bastante desconocido. En vida solo fue conocido por un escrito sobre jarabes
que alcanzó seis ediciones.
7.º Lastanosa, «maquinario» e
inventor
El oscense Pedro Juan de Lastanosa fue un ingeniero
de máquinas, inventor y tratadista de obras de hidráulica del siglo XVI.
Ayudante del cosmógrafo e ingeniero de Carlos V Jerónimo Girava,
colaboró con él en la traducción de la «Geometría Práctica» de Fineo y
en diversas obras de ingeniería hidráulica. En 1563 pasó al servicio de Felipe II como «maquinario» y «maestro
mayor de fortificaciones», en cuyo puesto intervino en diversas obras de
ingeniería, como la Acequia Imperial de Aragón, los riegos de Murcia,
las fortificaciones de los Alfaques o las mediciones topográficas para hacer un
mapa de España junto a Esquivel. Inventó varias máquinas inéditas como un
molino de pesas.
8.º Nicolás Monardes, pionero en
botánica
Nicolás Monardes fue uno de los autores más
importantes del Siglo de Oro de la ciencia española, cuya obra fue
ampliamente difundida en toda Europa por las descripciones botánicas de especies
americanas, totalmente desconocidas en Europa, como el tomate, la patata o el
tabaco. En poco más de cien años sus obras alcanzaron cuarenta y dos ediciones
en seis idiomas. Fue, además, el primer autor conocido en informar y describir
el fenómeno de la Fluorescencia (un tipo particular de luminiscencia),
en su libro «Historia Medicinal» (Sevilla, 1565), donde describe el
extraño comportamiento de ciertas infusiones de Lignum nephriticum.
9.º Los 50 inventos de Ayanz y
Beaumont
El navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue
un inventor, ingeniero, científico, administrador de minas, comendador,
regidor, gobernador, militar, pintor, cantante y compositor de música del siglo
XVI que patentó medio centenar de inventos. Entre sus innovaciones figuran
métodos metalúrgicos, balanzas de precisión, equipos para bucear, hornos,
destiladores, sifones, instrumentos para medidas de rendimiento en máquinas,
molinos hidráulicos y eólicos, molienda por rodillos metálicos, presas de arco
y bóvedas, bombas hidráulicas de husillo y para achique de barcos, eyectores y
máquinas de vapor. Muchas de estas invenciones se adelantaron un siglo a las
que se desarrollarían en Inglaterra durante la Revolución Industrial.
10.º Hugo de Omarique y el elogio
de Newton
Antonio Hugo de Omerique fue un matemático gaditano
completamente olvidado que nació en el siglo XVII. Se sabe que escribió un
tratado de aritmética y dos de geometría que no llegaron a publicarse y que se
perdieron. No así su «Analysis geométrico», muy difundido en Europa y
que Isaac
Newton elogió
en los mejores términos. Omerique presentó en esta obra un nuevo método para la
resolución de problemas geométricos, usando y desarrollando las proporcionales,
algo revolucionario para la época. Que su obra llegara hasta Inglaterra da fe
de que la España de la época estaba totalmente conectada a Europa.
11.º Celestino Mutis: la corteza
jesuita
José Celestino Mutis y Bosio consagró su vida a la
medicina, a la geografía, a la difusión de las ciencias útiles, a la
Ilustración y al estudio de la flora y la fauna de Nueva Granada. La
mayor aportación a la ciencia terapéutica de este sacerdote se centró en el
estudio de los aspectos botánicos, agrícolas, comerciales y médicos de la
exótica droga llamada «quina» o «cascarilla». Este «oro verde», que se extraía de la corteza de
una especie de árbol originario de América del Sur en la selva lluviosa
de Amazonia, fue introducido en Europa por los jesuitas ya en el siglo XVII
como poderoso febrífugo, del que se dijo que «fue para la medicina lo que la
pólvora para la guerra».
José
Celestino Mutis, botánico y matemátic
El empleo de la quina para combatir el paludismo,
fiebres tercianas y otras enfermedades similares puso en cuestión las teorías
medievales de que las enfermedades
frías había que combatirlas con
sustancias calientes, y viceversa. Gracias a los usos hallados por Mutis, la
Real Botica española se convirtió en el centro receptor de estas corachas
de esta planta (considerada demoníaca por el mundo protestante) y, con ello,
llegó a convertirse en uno de los templos científicos más importantes de
Europa. El Colegio de Cirugía que desarrolló, en base a un plan de
estudios de la medicina moderna, se copió en el extranjero y se exportó por
todo el mundo.
12.º Jorge Juan: el hombre que
midió la tierra
El militar y científico Jorge Juan fue el primero
en medir la longitud del meridiano terrestre en una expedición naval realizada
entre 1736 y 1744. Protegido por el Marqués de Ensenada, que le envió como
espía Inglaterra a conocer las técnicas de construcción naval de este país,
Jorge Juan fue recompensado por esta tarea con el nombramiento en 1752 de Director
de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Allí experimentó él mismo en
la construcción naval con resultados, basados en cálculos matemáticos, que
impresionaron a los ingleses.
Desgraciadamente, con la caída de Ensenada las
técnicas de Jorge Juan serían desechadas en favor del tipo de construcción
naval francesa, más atrasado pero defendida por los sustitutos de Ensenada. El
conocido como «el Sabio
español» en el
extranjero elaboró en sus últimos años de vida un plan para una expedición que
calculara el paralaje del Sol, es decir, la medición exacta de su distancia a
la Tierra.
13.º Antonio de Ulloa: el
descubridor del platino
El marino Antonio de Ulloa fue quien dio a conocer
a Europa el platino, un elemento químico de número atómico 78, que halló en Esmeraldas
(Ecuador), aunque técnicamente quien figura como su descubridor es un autor
británico que estudió sus propiedades. Ulloa, que en cualquier caso le dio el
nombre y la publicidad al elemento, participó en múltiples tareas científicas y
contribuyó a que la Armada fuera un cuerpo ilustrado bajo la protección también
de Ensenada.
14.º Félix de Azara, fundamental
para Darwin
Félix de
Azara fue un
militar, cartógrafo y científico español enviado a Paraguay por Carlos III a
trazar las fronteras del Imperio español. Aburrido por su tarea militar, Azara
se dedicó a catalogar hasta 448 especies (preferentemente pájaros), corrigiendo
por el camino la identificación y descripción de muchas especies sudamericanas
que el famoso francés Conde de Buffon había anotado mal. Su trabajo facilitó
que Charles Darwin desarrollara su teoría sobre «El Origen de las
Especies», como el propio británico reconoció. El naturalista inglés que
desarrolló la idea de la evolución biológica a través de la selección natural
cita a Félix de Azara una quincena de veces en su «Diario del viaje de un
naturalista alrededor del mundo», dos en «El origen de las especies» y una «El
origen del hombre».
15.º El descubridor español del
vanadio
Si bien España no figura como descubridor del
platino, si lo hace en otros dos elementos químicos. Uno de ellos el vanadio,
injustamente atribuido de forma conjunta a un sueco y un español. Y es que en
1801, al examinar muestras minerales procedentes de Zimapán en el actual Estado
de Hidalgo en México, el madrileño Andrés Manuel del Río llegó a la
conclusión de que había encontrado un nuevo elemento metálico. Un año después
entregó muestras de su hallazgo a Alexander
von Humboldt, quién
los envió a Hippolyte Victor Collet-Descotils en París para su análisis.
Del Río
se retractó de su afirmación, pero treinta años después el elemento fue
redescubierto en 1831 mientras el químico sueco Nils Gabriel Sefström trabajaba
en un óxido obtenido de minerales de hierro
Collet-Descotils analizó las muestras e informó de
forma equivocada de que contenía solo cromo, por lo que von
Humboldt, a su
vez, rechazó la pretensión de Del Río sobre un nuevo elemento. Del Río
rectificó públicamente, pero treinta años después el elemento volvió a ser
descubierto, en 1831, mientras el sueco Nils Gabriel Sefström trabajaba en un
óxido obtenido de minerales de hierro. Sefström lo llamó vanadio en honor a la
diosa escandinava Vanadis, nombre que oficialmente mantiene hoy.
16.º Descubridor de la
«thenardita»
El catedrático de Química del Real Conservatorio
de Artes José Luis Casaseca y Silván también tiene difícil que se vincule
su nombre con su descubrimiento, aunque en su caso se debe a su humildad. En 1826,
logró dar con el mineral de la «Thenardita», pero él mismo pidió que el nombre
se le diera al francés L. J. Thenard, quien había sido su profesor durante tres
años en París. Su generosidad jugó en contra de su fama.
17.º El wolframio, un metal
escaso
Únicamente el wolframio o tungsteno figura como
elemento químico aislado en exclusiva en territorio español, en su caso por los hermanos
Fausto y Juan José Elhuyar hacia 1783. Este metal escaso y muy valioso fue el primer elemento
químico descubierto sin ser extraído directamente de la naturaleza, ya que no
existía en forma libre, sin combinar químicamente.
18.º Una expedición que cambió el
mundo
El médico Javier Balmis y Berenguer es más
conocido por su aportación a las causas humanitarias que por gloria de la
ciencia, si bien ambas cosas están íntimamente relacionadas. Este militar que
llegó a ser el médico personal de Carlos IV convenció a este Rey y sus
ministros para promover una expedición que esparciera, de forma altruista, la
vacuna de la viruela a lo largo del globo. La Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la Viruela (1803-1814) recorrió La Coruña,
Puerto Rico, Venezuela, Cuba, México, Texas, Colombia, Chile, Filipinas e
incluso hicieron varias incursiones en territorio chino. Aquello salvó una
cantidad indeterminada de vidas de una enfermedad que, ricos o pobres, padecía
todo el mundo a lo largo de su vida.
19.º El ingenio que planificó San
Petersburgo
Agustín de Betancourt fue uno de los científicos
europeos más influyentes de su tiempo. Este ingeniero civil y militar,
arquitecto, ensayista, precursor de la radio, telegrafía y la termodinámica
trabajó para el Reino de España y el Imperio
Ruso en
diversos proyectos. Por encargo del Zar Alejandro I diseñó y planificó
el desarrollo urbanístico de varias ciudades rusas, entre ellas San
Petersburgo. Asimismo, diseñó la primera máquina a vapor continental y varios
globos aerostáticos. Para España fundó la primera Escuela de Ingenieros de
Caminos y Canales en 1802.
20.º La contribución a la lucha
contra el cólera
Jaume Ferrán i Clua, médico y bacteriólogo de
finales del siglo XIX, elaboró una vacuna contra el cólera, con gran éxito en
su uso en una epidemia en Valencia, y descubrió curas también contra el
tifus y la tuberculosis.
21.º Una calculadora
revolucionaria
Ramón Silvestre Verea (1833-1899), creó la
calculadora más avanzada de su tiempo, capaz de realizar multiplicaciones
de forma directa, una innovación que dejó obsoletas a las calculadoras de la
época que solo realizaban sumas básicas.
El aparato del español comenzó a gestarse en Nueva
York, en donde trabajaba como periodista. Él mismo se formó por su
cuenta en ingeniería y mecánica, estudios que culminó en 1878 con la creación
de esta calculadora formada por un cilindro metálico de diez lados, cada
uno de los cuales tenía una columna de agujeros con otros diez diámetros
diferentes. Con un solo movimiento de manija, se conseguían realizar sumas,
restas, multiplicaciones y divisiones. Verea, de procedencia pontevedresa, nunca
se interesó lo suficiente en comercializar la calculadora.
Su innovador sistema de cilindros le sirvieron para
aparecer en la revista Scientific American y para ganar una medalla en la
Exposición Mundial de Inventos de Cuba en 1878.
22.º Pagés Miravé, el inventor de
la epidural
Fidel Pagés Miravé fue un médico militar del siglo
XIX que trabajó en Melilla durante la Guerra
del Rif, donde
pudo ensayar un método experimental para anestesiar a los heridos del
conflicto, que no eran pocos. En junio de 1921, Fidel Pagés publicó en una
revista fundada por él su método, que llamaba Anestesia Metamérica, lo
que hoy se conoce como epidural, lo que apenas tuvo eco en la comunidad
internacional. Achilles Dogliotti, un médico italiano, se arrogó en 1932
el mérito de haber descubierto la anestesia epidural tras probablemente leer el
artículo de Pagés, que falleció una década antes. La comunidad internacional
aplaudió la aportación de la medicina italiana al acervo universal.
23.º El mejor dirigible de su
tiempo era español
Leonardo Torres Quevedo fue un ingeniero de caminos
cántabro que dirigió de forma sobresaliente el Laboratorio de Mecánica
Aplicada y desarrolló el primer dirigible español, muy por encima del resto
de modelos europeos. La empresa francesa Astra tomó buena nota de ello y le
compró la patente. Incansable, el cántabro también es conocido por diseñar el
primer teleférico mecánico y la primera máquina calculadora.
24.º El drama del submarino de
Peral
Isaac Peral no inventó el submarino como tal, pero
este científico, marino y militar de Cartagena, teniente
de navío de la Armada,
desarrolló el primer submarino torpedero que se propulsaba por medio de la
energía eléctrica. Su nave superó las pruebas técnicas, pero las autoridades desecharon
el invento de Peral, que tras retirarse de la Marina se dedicó a restablecer su
prestigio dañado.
El Peral
en 1888.
25.º El primer libro electrónico
La maestra de escuela Ángela Ruiz Robles
inventó en los años cuarenta del pasado siglo «el libro mecánico», considerado
un precedente directo del libro electrónico. El ingenio desplegaba temas del
saber y los interconectaba a través de un sistema de resortes y aire comprimido
que incluía luces y circuitos electrónicos. Todo ello comprimido en el espacio
que ocupa un estuche escolar. Alberto G. Ibáñez recuerda en su libro «La
Leyenda Negra: Historia del odio a España» (Almuzara) que esta mujer viuda
con tres hijas, además, patentó en 1962 otro prototipo de libro que «se
recargaba con carretes donde se incluían las lecciones que debían estudiarse;
desde el inglés, la lengua o las matemáticas». Su invento nunca fue
comercializado.
26.º El inventor del petróleo
sintético
El aragonés Rafael Suñén inventó el petróleo
sintético a partir del carbón vegetal, fórmula que era mucho más barata. Como
también explica Alberto G. Ibáñez en «La Leyenda Negra: Historia del odio a
España» (Almuzara), su innovación atrajo el interés de los gobiernos
francés y británico, pero él se negó, «empeñado en que se explotara en España.
Cuando se inició la Guerra Civil fue arrestado por el Gobierno republicanos en
Madrid e ingresa en la cárcel Modelo, de donde “desaparecería” como otros
tantos de la época».
Su
escafandra está considerada una de las mayores aportaciones europeas a la
conquista del espacio
27.º Herrera Linares: el primer
traje espacial
El ingeniero militar Emilio Herrera Linares
diseñó en los años treinta del pasado siglo un aerostato de 24.000 metros
cúbicos, 36 metros de diámetro y 1.740 kilos de peso, con el objeto de superar
los 20.000 metros de altura. Para
alcanzar esa altura, Herrera
entendió que necesitaba un traje adecuado, con un revestimiento de tres capas:
«Como resultado de estos estudios y ensayos consiguientes, quedó construida la
primera escafandra del espacio que haya existido y se haya ensayado en el
mundo», anotó el granadino.
Debido al estallido de la Guerra Civil,
Emilio Herrera no pudo probar su traje, que fue destruido y la tela del globo
con el que pensaba ascender hasta la estratosfera fue utilizada por los
soldados republicanos para hacer abrigos. Aunque su invento acabó llegando a
oídos de la NASA, rechazó una oferta para trabajar con ellos y, aunque
monárquico, conservador y liberal, permaneció en el exilio, donde ejerció de
presidente del gobierno republicano en el exilio entre 1960 y 1962. Su
escafandra está considerada una de las mayores aportaciones europeas a la
conquista del espacio.
28.º Primer aparato de rayos X
portátil
Mónico Sánchez fue un ingenio cluniense que inventó
en 1907 un aparato de rayos X portátil, aproximadamente de diez
kilogramos, utilizado en numerosos hospitales europeos y americanos. Su invento
salvó muchas vidas y le colocó entre los científicos más demandados de EE.UU.,
donde llegó a trabajar como ingeniero. Fue también un pionero de la telefonía
sin hilos.
29.º Inventor del autogiro
El murciano Juan de
la Cierva,
ingeniero de caminos, canales y puertos, fue el inventor del girocóptero y un
pionero del aire a nivel mundial. La empresa The Cierva Autogiro Company LTD,
con sede en Londres, suministró estos aparatos por todo el mundo y le convirtió
en una figura mediática. En su aterrizaje en EE.UU. se dio el lujo de llegar a
los mandos de su autogiro al jardín de la Casa Blanca, donde fue agasajado por
el presidente H. C. Hoover. El 18 de septiembre de 1928 aumentó su fama
mundial tras conseguir atravesar el Canal de la Mancha por primera vez con su
ingenio.
30.º Cirugía pionera del oído
Antolí Candela, cirujano del siglo XX, fue todo un
pionero en operaciones de estapedectomía y en devolver el oído a los sordos. El
valenciano aportó las primeras actuaciones de cirugía plástica bajo una asepsia
y anestesia endonasal, incluyendo novedosos tratamientos de decorticación en
el rinofima. Practicó también la faringología.
Fachada de la Universidad de
Salamanca
Una lección de historia para
combatir el mito
A principios de este año, el catedrático de la
Universidad de Granada José Ramón Jiménez Cuesta impartió la conferencia «El
mito del atraso científico español durante la Revolución Científica» en el
Centro Artístico Literario y Científico de Granada. Un trabajo que se puede consultar vía online y sirve para desmitificar la
corriente de opinión que sostiene que, coincidiendo con el inicio de la
Revolución Científica, se produjo un atraso en España que condicionó su
desarrollo científico hasta hoy. «España estuvo al día de los conocimientos
científicos más relevantes en el siglo XVI y comienzos del siglo XVII y hubo
personas que hicieron contribuciones decisivas que, por desgracia, han pasado
desapercibidas o han sido intencionalmente olvidadas», defiende este
catedrático como punto de partida de su ponencia.
Entre los campos cultivados en ese Siglo de Oro
español, Jiménez Cuesta reivindica el valor científico de la Casa de la Contratación
de Sevilla, fundada para formar a profesionales en astronomía, cosmografía,
diseño de instrumentos de navegación y demás conocimientos necesarios para
mantener abierta la travesía entre América y España. En palabras de este
catedrático, esta institución del saber se «convirtió con el tiempo en una
especie de Cabo Cañaveral de la Astronomía y el Arte de Navegar y un centro
absolutamente receptivo a todas las ideas y conocimientos que llegaban de todas
partes del mundo».
«Con el
paso del tiempo, la hegemonía científica de Francia (país católico) o
Inglaterra (anglicano) tiene que ver más con cuestiones económicas que
religiosas»
Otro mito que este catedrático intenta desmontar en
su trabajo es la idea de que España no entró en la Revolución Científica
debido a su condición de país católico. «Este es un tópico sin fundamento. Lo
único que podemos decir es que hay una correlación temporal entre la Revolución
Científica y la Reforma Protestante. La reforma, se considera que comienza en
1517, prácticamente la misma fecha en la que Copérnico publica el
“Comentarioulus”. Hubo grandes científicos católicos, Copérnico, Galileo,
Pascal y grandes científicos protestantes o anglicanos como Kepler y Newton.
Había científicos católicos en cortes protestantes y a la inversa. Con el paso
del tiempo, la hegemonía científica de Francia (país católico) o Inglaterra
(anglicano) tiene que ver más con cuestiones económicas que religiosas».