Por Walter
Luna
Hay barrios donde se gastan 700
litros diarios por persona. En los asentamientos, a la gente le llegan 10
litros por día y encima se inundan.
Es
inexcusable que el Estado no garantice algo elemental para la vida: el agua.
La Provincia, con la reiterada omisión de los municipios, denomina barrios a
los asentamientos y de esta forma "blanquea" una extralimitación
semántica, aparentemente pueril, pero no tanto.
Desde hace un tiempo la distribución de agua incluye un circuito con carros
aguateros.
La inversión para la infraestructura necesaria es enorme, ya que en los
asentamientos solo se consiguen acuíferos subterráneos de bajo rendimiento o
contaminados.
La prestación se lleva a cabo en decenas de asentamientos, donde viven miles de
familias. Técnicamente, no pueden ser considerados clientes normales por lo
irregular de los loteos, la falta de la documentación para la correcta
obtención del servicio y por tratarse de una actividad no regulada
empresarialmente.
Los gobiernos municipales no pueden ser complacientes ni claudicantes en esto.
Hay centenares de perforaciones que serían prácticamente suficientes para la cantidad de usuarios a ese servicio en la Provincia; además, hay importantes tomas de aguas superficiales, que hacen inentendible que falte el agua.
Hay centenares de perforaciones que serían prácticamente suficientes para la cantidad de usuarios a ese servicio en la Provincia; además, hay importantes tomas de aguas superficiales, que hacen inentendible que falte el agua.
La explicación son las roturas con sus pérdidas, pues hay barrios que gastando
700 litros diarios por habitantes -volumen similar al de París y Nueva York- no
tienen agua. Los asentamientos, en tanto, tienen una dotación diaria de solo
unos pocos litros.
Está comprobado que las captaciones de agua desde las napas subterráneas deben
concluir. Cuando no se tiene una red colectora de cloacas, las viviendas
evacuarán sus aguas negras y excretas a pozos negros.
Como este tipo de
tratamiento, rudimentario desde todo punto de vista y altamente contaminante,
no alcanza, los pozos rebalsan y las aguas servidas son derivadas por desagües
-zanjas- a cielo abierto hacia terrenos bajos, con la resultante de generar
focos infecciosos y contaminantes en zonas pobladas y en total discordancia con
una solución lógica.
Una vez que el pozo negro se ha colmatado, es difícil que quienes habitan en
asentamientos, puedan pagar el servicio de desagote de los mismos. También, es
difícil que la Concesionaria, por su magnitud, pueda cubrir en su totalidad,
este tipo de emergencias.
El reparto por el sistema de los carros aguateros nunca se atendió debidamente,
ya que la demanda, siempre, superó la cantidad de agua entregada. Es necesario
que hoy, se lleven a cabo los controles de calidad y el servicio -aunque ello
sea solo un paliativo- tienda a una regularización con el compromiso que
debiera prestar la Concesionaria.
En los asentamientos cada persona está recibiendo, diariamente, menos de 10
litros de agua, lo cual no llega al 5 % de la media nacional. Es esta razón
social, y cuantitativa, la que nos obliga a pensar en algún tipo de solución
paliativa y en un plazo perentorio. Tratándose de algo provisorio, debemos
avocarnos a encontrar el procedimiento, técnico-económico, para la prestación
normal del servicio.
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