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martes, 9 de diciembre de 2014

En Salta no debería faltar agua, pero falta



Por Walter Luna

Hay barrios donde se gastan 700 litros diarios por persona. En los asentamientos, a la gente le llegan 10 litros por día y encima se inundan.


Es inexcusable que el Estado no garantice algo elemental para la vida: el agua.
 
La Provincia, con la reiterada omisión de los municipios, denomina barrios a los asentamientos y de esta forma "blanquea" una extralimitación semántica, aparentemente pueril, pero no tanto.
 

Desde hace un tiempo la distribución de agua incluye un circuito con carros aguateros.
 
La inversión para la infraestructura necesaria es enorme, ya que en los asentamientos solo se consiguen acuíferos subterráneos de bajo rendimiento o contaminados.
 
La prestación se lleva a cabo en decenas de asentamientos, donde viven miles de familias. Técnicamente, no pueden ser considerados clientes normales por lo irregular de los loteos, la falta de la documentación para la correcta obtención del servicio y por tratarse de una actividad no regulada empresarialmente.
 
Los gobiernos municipales no pueden ser complacientes ni claudicantes en esto.
Hay centenares de perforaciones que serían prácticamente suficientes para la cantidad de usuarios a ese servicio en la Provincia; además, hay importantes tomas de aguas superficiales, que hacen inentendible que falte el agua.
 
La explicación son las roturas con sus pérdidas, pues hay barrios que gastando 700 litros diarios por habitantes -volumen similar al de París y Nueva York- no tienen agua. Los asentamientos, en tanto, tienen una dotación diaria de solo unos pocos litros.
 
Está comprobado que las captaciones de agua desde las napas subterráneas deben concluir. Cuando no se tiene una red colectora de cloacas, las viviendas evacuarán sus aguas negras y excretas a pozos negros. 
Como este tipo de tratamiento, rudimentario desde todo punto de vista y altamente contaminante, no alcanza, los pozos rebalsan y las aguas servidas son derivadas por desagües -zanjas- a cielo abierto hacia terrenos bajos, con la resultante de generar focos infecciosos y contaminantes en zonas pobladas y en total discordancia con una solución lógica.
 
Una vez que el pozo negro se ha colmatado, es difícil que quienes habitan en asentamientos, puedan pagar el servicio de desagote de los mismos. También, es difícil que la Concesionaria, por su magnitud, pueda cubrir en su totalidad, este tipo de emergencias.
 
El reparto por el sistema de los carros aguateros nunca se atendió debidamente, ya que la demanda, siempre, superó la cantidad de agua entregada. Es necesario que hoy, se lleven a cabo los controles de calidad y el servicio -aunque ello sea solo un paliativo- tienda a una regularización con el compromiso que debiera prestar la Concesionaria.
 
En los asentamientos cada persona está recibiendo, diariamente, menos de 10 litros de agua, lo cual no llega al 5 % de la media nacional. Es esta razón social, y cuantitativa, la que nos obliga a pensar en algún tipo de solución paliativa y en un plazo perentorio. Tratándose de algo provisorio, debemos avocarnos a encontrar el procedimiento, técnico-económico, para la prestación normal del servicio.

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