Foradori,
vicecanciller de Macri, y sus entregas a favor de Chile e Inglaterra
El
flamante vicecanciller macrista Carlos Foradori es un ex funcionario menemista.
En su curriculum figura la defensa de la fallida “poligonal” en el conflicto
con Chile por los Hielos Continentales, para favorecer el proyecto minero de
Pascua Lama de Barrick Gold. También el acuerdo de comunicaciones con Malvinas
del año 1999, que permitió la reanudación de los suspendidos vuelos desde
Chile, para “seducir a los isleños”. Su nombramiento se da en momentos en que
poderosas petroleras norteamericanas e inglesas pretenden explotar el petróleo
de las islas Malvinas.
A
pocas horas de llegar a la Casa Rosada, el presidente Mauricio Macri firmó un
decreto designando al diplomático Carlos Foradori, como vicecanciller. Abogado,
radical, licenciado en Relaciones Internacionales, master en la universidad de
Harvard y Johns Hopkins, será el número dos de la canciller Susana Malcorra -ex
IBM y Telecóm- de buenos vínculos con Estados Unidos.
Por
Lázaro Llorens y Javier Llorens
Aunque su nombre no diga mucho, Foradori, ex
embajador en Zimbawe y Guatemala, es un viejo diplomático de carrera. Desde la
Cancillería, bajo el gobierno de Carlos Menem coordinó la “Unidad de Trabajo
del Atlántico Sur” con el cual se llegó a un dudoso acuerdo con el Reino
Unido para restablecer los interrumpidos vuelos a las islas Malvinas, e
intentar controlar la pesca en la zona. A la par que el canciller Guido Di
Tella desplegaba su política de seducción, obsequiando peluches a los isleños.
Su importancia radica en que este acuerdo fue
el primero que se firmó al respecto entre Argentina e Inglaterra, luego de la
guerra de Malvinas de 1982. Mediante él se consintió que los argentinos debían
portar pasaporte visado para ingresar a Malvinas, y se hizo intervenir en la
negociación a los consejeros isleños, posturas que tradicionalmente habían sido
rechazadas de plano por Argentina.
Además, en su curriculum el flamante
vicecanciller de Macri, marginado en estos últimos años por el kirchnerismo,
ostenta como una de sus principales manchas diplomáticas, el haber defendido el
controvertido tratado por los Hielos Continentales con Chile de 1991, rotundamente
rechazado por el Congreso argentino durante años. El mismo, formalizado también
por Di Tella durante el menemismo, consentía en la caprichosa entrega a Chile
de miles de kilómetros cuadrados de superficie de hielo que pertenecían a la
provincia de Santa Cruz. Con el objeto que a su vez Chile firmara el polémico
tratado de “Integración y complementación minera”, para poder hacer
factible la explotación del yacimiento aurífero de Pascua Lama (Barrick Gold) y
el cuprífero de El Pachón (Xstrata). Curiosamente estas tramas diplomática
recién prosperaron tras la detención y juzgamiento del general chileno Augusto
Pinochet en Londres.
Hielos Continentales
A comienzo de los 90, luego del acuerdo del
Beagle, Argentina y Chile aún mantenían abierto una veintena de conflictos
limítrofes. Ante la necesidad de profundizar la integración entre ambos países,
principalmente la económica, donde había grandes intereses mineros de por
medio, los presidentes Carlos Menen (Argentina) y Patricio Aylwin (Chile) decidieron
ponerles fin a ellos.
Comenzaron con los Hielos Continentales y Laguna del Desierto, dos territorios ubicados en la provincia de Santa Cruz. El primero es una gran extensión de 16.800 km² de hielos continentales, la tercera más extensa del mundo después de la Antártida y Groenlandia. Y el mayor de todos los hielos de carácter continental no polar con acceso terrestre. Están situados en los Andes Patagónicos, en la frontera entre Argentina y Chile.
El segundo, Laguna del Desierto, era una área
de 530 Km2 al sur de Coyhaique, lugar donde en 1965 había muerto por un
enfrentamiento entre la gendarmería argentina y los carabineros chilenos, el
teniente chileno Hernán Merino. Muerte que en su momento causó gran tensión
entre ambos países.
Con este propósito el 2 de agosto de 1991, bajo la gestión del canciller Di Tella, ambos países firmaron sendos tratado para resolver estos dos conflictos limítrofes. Se convino que los Hielos Continentales, se resolverían mediante una polémica y arbitraria “Poligonal” trazada por Chile, cuyo itinerario se puede observar en la siguiente imagen. Mientras que el área de Laguna del Desierto sería mediante un juicio ante un Tribunal Arbitral Latinoamericano.
En el caso de los Hielos Continentales, donde
el flamante vicecanciller Foradori tuvo un rol protagónico como coordinador del
“Grupo de Trabajo sobre Hielos Continentales”, el tratado fue un
estrepitoso fracaso. El acuerdo debía aprobarse por los congresos de ambos
países, pero la entrega de miles de kilómetros cuadrados a Chile mediante el
trazado de una caprichosa “poligonal”, motivó la rebelión de muchos
legisladores de la oposición y del oficialismo, quienes argüían que no había
ningún fundamento técnico para conceder este territorio al país trasandino.
El rechazo fue tal, que el acuerdo de los
Hielos Continentales de Di Tella y Foradori, estuvo casi ocho años frenado en
el Congreso. Los legisladores de la provincia de Santa Cruz se opusieron
abiertamente a él, por lo que fueron apartados por el menemismo de las
comisiones correspondientes, en su empeño de aprobar a toda costa el tratado.
Incluso, el entonces gobernador de Santa Cruz Néstor Kirchner, hizo un acto y
una marcha junto al gobernador de Tierra del Fuego, para oponerse a esta
entrega.
Estas posiciones anti-acuerdo se vieron
ratificadas en 1995 cuando el tribunal arbitral resolvió el área de Laguna del
Desierto correspondía a Argentina no a Chile. Muchos legisladores sostenían que
este fallo le daba margen a Argentina para negociar con mayor fuerza el área de
los Hielos Continentales, incluso ante un tribunal internacional, dado que
Chile, donde la derecha pinochetista aún tenía mucha influencia, no tenía
margen para otra derrota diplomática.
Como la cuestión estaba enquistada en el
Congreso argentino, Chile comenzó a presionar amenazando que si el tratado por
los Hielos Continentales no era aprobado, no se aprobaría el famoso “Tratado de
Integración y
Complementación Minera entre Chile y Argentina”.
Redactado por la propia Barrick Gold, a los efectos de poder explotar el
yacimiento binacional de Pascua Lama, según lo reconocieron en una oportunidad
dos de sus ejecutivos chilenos.
Por este motivo, uno de los grandes impulsores
de este tratado era el actual diputado y ex gobernador de San Juan del FPV José
Luis Gioja. Quién como diputado y senador menemista había sido un público y
notable defensor de la Barrick Glod, la gran minería a cielo abierto, y él
artífice de las leyes que la posibilitaron.
“Es imposible que el gobierno chileno
apruebe el acuerdo minero antes que los campos de Hielo… Lo lógico es despachar
primero Campo de Hielos y después dedicarse al tratamiento del acuerdo minero”,
dijo textualmente el canciller chileno Miguel Insulza haciendo explicita las
presiones.
La
gestión de Foradori
Para destrabar la cuestión, en 1997, el
canciller Di Tella creó el “Grupo de Trabajo de los Hielos Continentales” y
puso al frente de él a Foradori. Este grupo realizó una investigación sobre el
tema, y participó en congresos, conferencias, seminarios, procurando defender
ante la opinión pública y especializada el tratado que exigía Chile, con su
polémica y caprichosa “poligonal”.
Aun así, de derecha a izquierda, la posición
de muchos legisladores se mantuvo inamovible. Finalmente, para poder destrabar
la cuestión, ante la presión de los diputados y senadores, Di Tella y Foradori
se vieron obligados a olvidarse para siempre de la famosa “poligonal”. “La
Poligonal está muerta, hicimos luto y la enterramos” declaro Di Tella en
agosto de 1998, siete años después de haberle dado luz.
El entredicho se destrabo mediante la gestión de legisladores argentinos
y chilenos, que convinieron que debían respetarse los centenarios convenios
vigentes con Chile, referidos al trazado de límites cordilleranos. (Ver nota
complementaria La trama de los conflictivos
límites con Chile y su notable actualidad). De esa manera el 2
de junio de 1999, fue aprobado definitivamente en simultáneo por los congresos
de Argentina y Chile, un nuevo tratado de límites que estuvo muy lejos de las
posturas de Di Tella y Foradori.
Del lado chileno, esta aprobación se vio
facilitada, según la detallada investigación de Sergio Eissa, “Hielos
Continentales – La política Exterior en los 90” por la detención, a fines
del año 1998, del ex dictador Pinochet en Londres por pedido del juez español
Baltasar Garzón. Ante la cual, el gobierno menemista se había pronunciado en
contra, ya que también, había denegado los pedidos de extradición contra
militares argentinos formulados por el mismo juez Garzón.
Voces en contra
Quién desde un primer momento estuvo en contra
de la caprichosa poligonal fue la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner,
por entonces diputada nacional por Santa Cruz. Por ello el kirchnerismo no
cultivaba simpatía alguna por Foradori. No obstante el diario Clarín,
tergiversando la cuestión, recientemente afirmó que la antipatía hacia el
vicecanciller de Macri provenía porque supuestamente Foradori la había
corregido técnicamente en el caso de los Hielos Continentales, cuando en
realidad sucedió a la inversa.
Mediante un duro informe de 52 páginas, la
ex-presidente, hoy socia política de Gioja y defensora de la Barrick, desechó
el convenio sosteniendo que “la integración con Chile es algo cotidiano,
fundada en la convivencia diaria en nuestra región”, por lo tanto no se
justificaba, bajo ningún concepto, la entrega de los Hielos Continentales por
motivos económicos.
Otro empecinado opositor de ese tratado hasta
su instancia final fue el radical Alfredo Avelin, senador de San Juan, luego
gobernador de esa provincia, y ferviente opositor del plan minero de Menem y
Gioja. Sin pelos en la lengua, Alevín denunció que este acuerdo promovido por
Di Tella, Foradori, y Gioja, se había cristalizado para hacer viable el
proyecto binacional de Pascual Lama. Incluso, acusó a su coterráneo Gioja de
ser un “instrumento de la Barrick”.
“Nos encontrábamos en los años ´90 con 23
conflictos no resueltos con Chile. Se resuelven 22 coordinadamente y sin
perjuicios para ambos países, pero surge un problema en los Hielos
Continentales… En 1990, se reúnen los presidentes Carlos Menem y Patricio
Aylwin, y dan instrucciones para la demarcación. Esta se concreta en julio de
1991, donde Argentina decide hacer una poligonal… fue aprobada por mayoría en
el Senado (en 1999), en la que uno de los principales expositores fue el actual
gobernador de José Luis Gioja”, describió el senador Avelín, autor del
libro “Hielos Continentales Patagónicos: la Historia nos Juzgara”.
Según el senador sanjuanino el acuerdo con
Chile se aprobó violando la Constitución de Santa Cruz, que taxativamente
prohibía esta entrega; omitiendo los informes de Instituto de Hielos
Continentales Patagónicos; y omitiendo 67 pedidos de informes que había sobre
el tema. Cuestionó además la demarcación sobre el terreno, aduciendo que
no había sido correcta y no era completa. Razón por la que tanto él, como su
hija Nancy Avelín, junto con otros siete diputados, y otros cuatro senadores,
rechazaron esa demarcación. “Ustedes me preguntaran por que la Alianza a
aprobado todo esto. No sé cual son los intereses que han ocurrido.
Desgraciadamente esto le hace un grave daño al país.”
Sobre esta acusación, fue el
propio Gioja desde el Senado quien en su alocución parlamentaria se
encargó de explicar los motivos “políticos” que impulsaban al tratado. “El
acuerdo fue esencialmente político (…) El camino de la integración
argentino-chilena tenía una piedra en el zapato. Y esa piedra era precisamente
este problema de los Hielos Continentales… Estamos pasando por un momento espectacular
en las relaciones con Chile (…) Esto ha abierto muchos beneficios como el
tratado de integración minera que está firmado por el Poder Ejecutivo y yo
calculo que en el presente período legislativo va a hacer aprobado por ambos
parlamentos”, explicó el actual diputado del FPV y ex gobernador de San
Juan, público lobista de Barrick Gold.
El avance de la Barrick
En marzo del 2000, poco meses después de
aprobado el polémico acuerdo por los Hielos Continentales, los congresos de
Chile y Argentina aprobaron el “Tratado sobre Integración y
Complementación Minera” con que Chile presionaba a Argentina. Este tratado
lo que hizo paradojalmente, fue eliminar los hasta entonces conflictivos
límites entre Chile y Argentina, para generar un nuevo país llamado “área de
operaciones” de la Barrick Gold. Dentro del cual esta megaminera puede explotar
todos los recursos naturales existentes en la zona, sin importar su país de
origen.
Era un traje hecho a la medida de los
intereses de Barrick Gold, según lo reconocieron Sergio
Jarpa y José Antonio Urrutia, dos ejecutivos de la empresa cuando
afirmaron: “fue la Barrick Gold la que elaboró el Tratado Minero entre Chile
y Argentina.”
La compañía detentaba en Pascua, en la Tercera
Región de Chile, un enorme yacimiento de oro diseminado, pero carecía de agua
para su explotación. Por eso su necesidad de romper los límites políticos entre
Argentina y Chile, y transformar a su emprendimiento en un proyecto binacional,
único en el mundo. Dado que gracias a ese tratado, el agua ahora será provista
por los glaciares y nevados existentes en la zona de Lama, en la provincia de
San Juan, donde Gioja manda.
Allí según su Estudio de Impacto Ambiental,
Barrick prevé extraer el oro del lado chileno y tratarlo con agua argentina
mezclada con cianuro, dejando los desechos industriales en Argentina. Mientras
que los tributos por el oro extraído en Chile y procesado en Argentina, se
pagaran en Chile, gracias a un convenio complementario aprobado durante el
kirchnerismo. Perjudicándose así nuevamente a Argentina que se quedará sin el
agua, con la contaminación ambiental, y sin la renta.
“Es una iniciativa formidable, cuya
aprobación tendrá una influencia decisiva en la calidad de vida de muchísimos
argentinos, entre ellos los que habitan regiones empobrecidas y aisladas del
país” argumentó José Luis Gioja, desde su banca en el Senado, donde
defendió casi como un empresario minero el tratado redactado por Barrick. “A
lo largo de la Cordillera de los Andes, Argentina y Chile comparten numerosos
yacimientos que, por una cuestión de costos o por restricciones legales, en las
zonas fronterizas son inviables, a menos que sean explotados desde ambos
países, en forma integrada y complementaria” agregó el actual diputado del
FPV, para justificar la aprobación de este otro mal acuerdo con Chile.
El acuerdo de comunicaciones de Malvinas
Mientras se resolvía el acuerdo con Chile por
los Hielos Patagónicos, la detención de Pinochet en Londres abrió paso a otro
convenio en el que intervino Foradori, como coordinador de la “Unidad de
Trabajo del Atlántico Sur”, pero esta vez a favor de Inglaterra y sus intereses
en Malvinas. Como consecuencia que a esa inusitada detención, Chile respondió
suspendiendo los vuelos que LAN Chile efectuaba semanalmente a Malvinas desde
Punta Arenas, para abastecer las islas y trasladar la numerosa población
chilena que trabaja en ellas.
Esa oportunidad abierta por la abrupta
desconexión de las islas Malvinas con el continente, y los problemas que ello
aparejaba a los isleños y al Reino Unido, fue desperdiciada por el canciller Di
Tella y Foradori, quienes finalmente arribaron a un anodino convenio a mediados
de 1999. Logrando que a cambio de interceder ante Chile para que reanudara sus
vuelos hacía Malvinas, este hiciera escala en Rio Gallegos, donde podrían
embarcar pasajeros argentinos munidos de pasaporte, para realizar una corta
visita como turistas a las islas, en la medida de su capacidad receptiva.
También se agregaron de algunas clausulas declamativas referidas al control de
la pesca, y la necesidad de creación de “confianza” mutua.
Este convenio de Foradori, formalizado
mediante una Declaración Conjunta, fue severamente cuestionado por diplomáticos
argentinos relevantes, como Dante Caputo, Raúl Alconada Sempé, Mario Cámpora, y
Hugo Gobbi. (Ver nota complementaria Críticas relevantes al convenio de
Foradori). Quienes criticaron el no haber logrado que los vuelos
salieran de Argentina, y solo recalaran en tránsito aeronaves chilenas. El
haber permitido que interviniera en las negociaciones los concejales isleños,
pese la tradicional postura argentina aceptada por la ONU, de que no son parte
en el conflicto. Y por haber concedido el uso del pasaporte, postura que
Argentina tradicionalmente había rechazado, al equipararse a las islas con un
territorio extranjero.
Sobre este asunto, en el acuerdo de
comunicaciones del año 1972, concretado durante la dictadura del general
Alejandro Lanusse, se había previsto el uso de “tarjetas blancas” emitidas por
la cancillería argentina, para evitar el uso de pasaportes. Y a su vez la
demanda de pasaportes fue lo que precipitó la guerra de Malvinas de 1982, al
exigir el Reino Unido que los chatarreros argentinos de Davidoff se retiraran
de las islas Georgias, al estar munidos de “tarjetas blancas” y no de
pasaportes, aduciendo que ellas no eran validas para desembarcar en estas
islas. Lo cual pone en evidencia el carácter improvisado y anti histórico del
convenio formalizado por Di Tella – Foradori.
¿Ahora el petróleo de Malvinas?
Foradori es presentado actualmente por la
prensa como un radical, pese haber sido un cuadro en las relaciones exteriores
menemistas, basadas en las “relaciones carnales” y la “seducción” de los
isleños” de Di Tella. A pesar que sus “éxitos” diplomáticos, conforme lo visto,
son deplorables o anodinos, como para honrarlo con el cargo de vicecanciller.
Máxime cuando el conflicto geopolítico de
Malvinas, que se considera que es actualmente el más extenso e importante del
mundo, ha entrado en una etapa definitoria. Poniendo en evidencia el verdadero
interés que el Reino Unido tiene por ellas, que no es otro que el petróleo que
la rodea. Por eso con flema inglesa, adopta cualquier excusa para tratar de
quedarse allí, esgrimiendo sin sonrojarse el derecho a la autodeterminación de
1.500 isleños, postura que le fue denegada por la resolución 2.065 de la ONU.
Al respecto, estimaciones conservadoras dicen
que en las islas hay reservas de petróleo por 60.000 millones
de barriles de petróleo. O sea unos 2,4 billones de dólares a su
alicaído precio actual (40 dolares), equivalente a diez veces nuestra deuda
externa. Mientras que otras estimaciones dicen que podría existir nueve veces
más petróleo que en el Mar del Norte, cuya explotación detuvo la debacle en que
había caído al Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente tienen instaladas plataformas
petroleras marinas en torno las islas Malvinas, cuatro compañías petroleras
norteamericanas e inglesas, Desire Petroleum, Rockhopper, Falkland Oil&Gas,
y Borders Southern. Lo hicieron sin consentimiento del Estado Argentino,
violando la Resolución 31/49 de la ONU, que insta a las partes a abstenerse de
ejecutar medidas unilaterales en el área en disputa. Y violando la ley
argentina que califica a esas incursiones petroleras como “ilegales” y “clandestinas”,
por lo que fueron demandadas y embargadas por el gobierno argentino durante la
gestión de Fernández de Kirchner.
En ese marco resulta notable que estas
compañías, que actualmente están en condiciones de extraer petróleo de
Malvinas, han visto con enorme agrado el arribo a la presidencia de Macri,
según lo informó Clarín en su nota “Tras las elecciones, se unen las dos
petroleras más importantes de Malvinas”. “La victoria de Mauricio Macri
habría contribuido a esa decisión. La empresa resultante de la fusión entre
Rockhopper y Falkland Oil & Gas se convierte en la primera por derechos de
exploración”, informó “Gran Diario Argentino”.
Por su parte respecto a Malvinas, Macri dijo
hace un tiempo “nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande
como el nuestro”, aduciendo además que su recuperación implicaría “un
fuerte déficit para Argentina”. Así el flamante presidente emuló a Domingo
Faustino Sarmiento, a quién dice admirar, quién afirmaba que “el problema de
Argentina, es que es demasiado grande“. A la par que su admirado país
EE.UU, anexaba enormes extensiones de territorios, multiplicando su superficie
por ocho, y se convertía en un país bioceánico. Con lo cual, en realidad,
parecería que el problema no es que Argentina sea demasiado grande, sino que
tiene dirigentes enanos.
“Esperamos
que el presidente electo de Argentina, Mauricio Macri se encamine por políticas
más positivas y constructivas tras doce años de reiteradas acciones contra las
Falklands, por parte de la presidente saliente Cristina Fernández y su marido
Néstor Kirchner a quien ella sucediera”, sostuvo por su parte Alan Huckle,
secretario de la Asociación de las Falkland Islands (FIA) y ex gobernador
de las Islas.
La designación de Foradori como vicecanciller,
parece ir en este sentido, al ser un experto en el tema, por haberse
desempeñado como coordinador de la “Unidad de Trabajo del Atlántico Sur”
durante la gestión menemista. Y por haberse mostrado además ducho en formalizar
acuerdos inconvenientes o perjudiciales para Argentina. En este contexto
también se puede leer la designación de Fulvio Pompeo como secretario de
Asuntos Estratégicos de Macri, quién públicamente sostiene desde años atrás,
luego de haber hecho un postgrado en relaciones internacionales y teoría
política en la University of Westminster de Londres, la necesidad de abandonar definitivamente
la política de confrontación, y pasar a una política de cooperación en
Malvinas, incluso en la faz petrolera.
A ello se suma la designación de Juan José
Aranguren, ex gerente de la petrolera inglesa Shell, como ministro de Energía,
quién propone olvidarnos del autoabastecimiento y la soberanía energética, para
pasar a depender probablemente del petróleo inglés que se extraiga de las
islas. Y también la designación de Susana Malcorra al frente de la cancillería,
quién se jacta de tutear al primer ministro inglés David Camerón, y al
secretario de Estado norteamericano John Kerry. Pero en sus gestiones privadas
tanto en IBM como en Telecom, estuvo muy lejos de obrar en función de los
intereses del país, siendo esto ya otra historia.-
La trama de los conflictivos límites con Chile
y su notable actualidad
Como resultado de la diplomacia
anglonorteamericana, el acuerdo de delimitación de fronteras entre Argentina y
Chiles se basa en el confuso y ambiguo principio de “las altas cumbres que
dividen las agua”. Que quedó estipulado en el Tratado de 1880, mediante el
cual la diplomacia anglo norteamericana logró que Argentina se mantuviera
neutral en la Guerra del Pacífico emprendida por Chile contra Bolivia y Perú.
Cuyo resultado indirecto fue que compañías del
Reino Unido pasaran a detentar el nitro existente en la costa peruboliviana.
Que era el unico nitrógeno fijo que existía entonces en el mundo, y era la base
para la fabricación de la dinamita y los fertilizantes. A la par que compañías
de EE.UU. pasaron a detentar la mina de cobre y oro de Chuquicamata, la más
grande del mundo, que estaba en el territorio que Chile despojó a Bolivia.
El motivo de esa guerra que Chile emprendió
contra Bolivia y Perú, contando para ello con la superioridad naval provista
por buques y marineros ingleses, lo provocó la disposición por parte de Bolivia
de aumentar los tributos sobre el nitro, que se explotaba en la “zona común
compartida”, que Bolivia había concesionado a Chile para la explotación de ese
recurso. Lo cual tiene una extraordinario paralelismo con el emprendimiento
“binacional” emprendido por Barrick Gold en Pascua Lama.
Tras el descubrimiento del carbón de
Rio Turbio, al principio de “las altas cumbres que dividen las agua”, la
hábil diplomacia británica le añadió otro: “Argentina en el Atlántico y
Chile en el Pacífico”. Con él se impidió que ese carbón argentino tuviera
una salida directa al mar, y pudiera competir con el carbón de “Cardiff” que el
Reino Unido exportaba masivamente a todo el mundo, y también a nuestro país.
No por casualidad, el único que tenía
conocimientos acabados de esos majestuosos parajes patagónicos casi no hollados
por el hombre, donde la cordillera de los Andes se hunde en el mar e incomunica
territorialmente a Chile, era el Reino Unido. Como consecuencia de la
expedición del Beagle que con Charles Darwin a bordo había explorado
minuciosamente esa área entre 1826 y 1836. Por ello la aplicación de esos
contradictorios principios limítrofes manipulados por la diplomacia británica a
favor de sus intereses y sembrando discordias entre vecinos, resultaba
sumamente engorrosa. Que se complicaba aun más por la imposibilidad de fijar
mojones sobre los Hielos Continentales, por sus movimientos de glaciar.
Razón por la cual, supuestamente, la
cancillería argentina de la mano de Di Tella y Foradori, había optado por la
caprichosa poligonal. No obstante la existencia de los modernos métodos de
relevamiento y geo referencia satelital, finalmente se impusieron para
dilucidar ese trazado fronterizo, mediante la intervención de comisiones
técnicas acorde los tradicionales principios establecidos.-
Respecto a este convenio, el politólogo Dante
Caputo, ex canciller del presidente Raúl Alfonsín opinó que “Argentina tuvo
que pagar costos altísimos” señalando que en el acuerdo alcanzado había
“dos problemas muy serios”: “El primero es el tema de los pasaportes. Para
ingresar a las islas Malvinas los argentinos tienen que presentar el pasaporte.
Desde el punto de vista del derecho internacional, esto es un acto por el cual
la Argentina admite la soberanía del Estado ocupante. No hay ningún tratadista
internacional que niegue esto: cuando un Estado reconoce actos administrativos
de otro Estado ocupante de un territorio que reclama, reconoce la ocupación de
ese territorio”. En segundo lugar, sostuvo Caputo, que: “el mayor
problema es el reconocimiento de los isleños como parte en la negociación.
Estamos a un paso del principio de autodeterminación de los isleños, que
trabaría cualquier recuperación.”
A esta opinión se le sumó la de Raúl Alconada
Sempé, ex vicecanciller Alfonsín. Según él, “todo lo que se acordó beneficia
en el corto plazo a los isleños y puede resultar beneficioso para la confianza
recíproca entre Londres y Buenos Aires recién en el mediano y largo plazo”.
Además puso en duda que haya habido una relación directa entre este convenio y
la política de seducción desplegada por Di Tella: “es fundamental reconocer
que la Argentina llegó a esto de casualidad. Si un juez hubiera detenido a
Pinochet en otro país, los argentinos seguiríamos sin capacidad negociadora. No
hay que creer que se llegó a este punto por la brillante política de seducción
del Gobierno, fue la oportunidad la que apareció del cielo, y lo que hay que
reconocer es que Di Tella se manejó con rapidez, aunque esto no sirva para
justificar ocho años de política exterior”.
También, el ex-embajador en Londres, Mario Cámpora,
que se desempeñaba como embajador en Bélgica declaró que “era el resultado
de una diplomacia sin frutos”, en la que el desenlace fue “bastante escaso”
y que se había presenciado una negociación “exageradamente publicitada que
generó expectativas no satisfechas”. Además calificó de “espejismo”
al acuerdo porque los argentinos habían sido autorizados a visitar las islas
presentando pasaporte: “¿acaso los argentinos necesitamos un pasaporte para
ir a Mendoza o a cualquier provincia argentina?” retrucó.
Para el embajador Hugo Gobbi, ex-secretario
general adjunto de las Naciones Unidas, el acuerdo claramente favorecía a los
británicos que habían ha logrado varios objetivos. Entre estos: evitar el
aislamiento de las islas, favorecer el turismo, prorrogar el congelamiento de
las aspiraciones argentinas, proteger mejor sus espacios marítimos y dar un
premio consuelo a un gobierno que se despide, sin por ello ceder en los más
mínimo en su pretensión de tener una soberanía irrevocable. Afirmó además que
la necesidad de pasaporte para viajar a las islas es “ilegal y una
abdicación de derechos”. “Más aún, significa la admisión del poder de
jurisdiccional británico”. Para Gobbi, este convenio ignoraba y violaba, “casi
con ostentación”, el artículo 1° de la Constitución Nacional que dispone
recuperación de la soberanía teniendo en cuenta los intereses de los isleños.
Por su parte el embajador del Reino Unido en
Buenos Aires, William Marsden, se despachó en el diario La Nación con un corto
artículo titulado “Confianza y cooperación”. En él destacaba que el
acuerdo de Foradori y Di Tella era “un gran logro” dado que se estaba
creando “un importante espacio de confianza y cooperación”. Palabras que
curiosamente repite ahora el flamante presidente Mauricio Macri, en relación
con distintos temas, y también respecto a Malvinas. Pero que tienen un
amplísima resonancia, dado que a guisa de ejemplo, los filibusteros y bucaneros
de la “Cofradia de los Hermanos de la Costa” de la Isla Tortuga, también
hablaban de “confianza y cooperación”.-
Publicado
por Pedro Maria Gómez en
1:30:00 p. m.
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