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martes, 12 de abril de 2016

Más contratos en preparación para el boom de la minería submarina



(FNM) La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos acaba de firmar el primer contrato de exploración minera de 2016. El acuerdo fue firmado con Seabed Resources Limited  del Reino Unido (UKSRL) y contempla un contrato de exploración de nódulos polimetálicos por 15 años en la región oriental de la Zona de Fractura  Clarion-Clipperton, en el Océano Pacífico, al oeste de México.
La Clarion-Clipperton es una zona de fractura ubicada en el Océano Pacífico, con una longitud de alrededor de 7.240 km. Es una de los cinco principales lineamientos geológicos del fondo del Pacífico norte, y fue descripta en 1950 por el Instituto Oceanográfico Scripps.
El área asignada al contratista cubre una superficie total de 74.919 kilómetros cuadrados.
La zona de fractura Clarion-Clipperton tiene una extensión cercana al 80% de la superficie de los EEUU, y los contratos de exploración concedidos hasta el momento cubren el 25% del área.
El reciente, es el decimocuarto contrato de exploración de nódulos polimetálicos en la zona  y el segundo otorgado a UKSRL, que ya había firmado otro en febrero de 2013, para un área de alrededor de 116.000 km2.
Crece el número de contratos
El año pasado, la Autoridad firmó cinco nuevos contratos de exploración, llevando el total a 23 en todo el mundo, y de aquí a julio se espera la rúbrica de otros cinco.
Entre 1984 y 2011, la Autoridad emitió solo seis concesiones de exploración minera. En los últimos cinco años, otorgó 21.
Por el momento, los contratos solo permiten la exploración, pero cuando se alcance el cumplimiento de ciertas condiciones es de esperar que se transformen en convenios que autoricen la minería de escala comercial.   
Los  cinco contratos firmados en 2015 contemplan la exploración de distintos recursos: dos se refieren a nódulos polimetálicos (con Marawa Research and Exploration y Ocean Mineral Singapore); otro está orientado a sulfuros polimetálicos (Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales de Alemania) y los dos restantes apuntan a la exploración de cortezas ferromanganosas ricas en cobalto (Ministerio de Recursos Naturales y Ambiente de la Federación Rusa y Companhia de Pesquisa de Recursos Minerais de Brasil).
Prospección minera
El primer descubrimiento de nódulos polimetálicos se produjo en 1873 durante la expedición del HMS “Challenger”. El buque recogió mediante el uso de dragas de fondo, “varios cuerpos peculiares negros de forma oval compuestos casi completamente de óxido de manganeso”.
En 1965, J. L. Mero estudió las posibilidades económicas de la minería de nódulos de manganeso y pronosticó que la actividad se convertiría en una propuesta rentable unos 20 años más tarde.
Subsecuentemente, se descubrió que los nódulos cubren vastas áreas de suelo oceánico pero que son más abundantes en las regiones de la costa oeste de México, la zona de fractura Clarion-Clipperton, la porción central del Océano Índico y la cuenca de Perú.
Los nódulos están mayormente compuestos de manganeso, hierro, silicatos e hidróxidos. Sin embargo, lo que atrae el mayor interés es la presencia de metales traza, tales como níquel, cobre, cobalto, molibdeno y tierras raras.
Los nódulos varían en tamaño, desde micronódulos hasta alrededor de 20 centímetros. El tamaño más común se ubica en el rango de 2 a 8 cm. Se presentan más abundantemente en depósitos superficiales (interfase agua-sedimento) y algunas veces en sedimentos enterrados, en este caso en menores cantidades.
Los depósitos de importancia económica se encuentran en su mayoría entre 4.000 y 6.000 metros de profundidad, en zonas con tasas de sedimentación extremadamente bajas. En estas regiones del fondo oceánico, los sedimentos se acumulan a un ritmo de un par de centímetros cada 1.000 años, y los nódulos pueden necesitar un millón de años para crecer unos pocos milímetros.
La formación de un nódulo requiere de la existencia de un núcleo, que puede estar constituido por una variedad de elementos, desde un trozo de lava, un diente de tiburón, restos basálticos  y aun microfósiles de plancton, como radiolarios o foraminíferos.
Biodiversidad

Relicanthus sp.  – una nueva especie de Cnidario obtenido a 4.100 metros en la Zona de Fractura Clarion-Clipperton, que vive en tallos de esponjas fijadas a los nódulos.(Foto: Craig Smith and Diva Amon, Abyssline Project).
Poco se sabe acerca de la vida en el lecho marino de la zona de fractura Clarion-Clipperton. Sin embargo, es conocida la existencia de ecosistemas que casi no sufren perturbaciones. Bajo circunstancias normales, el fondo oceánico en esa región es uno de los ecosistemas con menores cambios sobre la Tierra.
Registro fotográfico de la huella de un equipo de exploración minera, (1,5 metros de ancho), tomada 26 años después de producida. Nótese la extremadamente lenta recuperación del ecosistema abisal a partir de la perturbación física (Ifremer, Nodinaut cruise (2004).
El proyecto de investigación Abyssline (2013-2018) se encuentra abocado a obtener información para el establecimiento de una línea de base del ecosistema del fondo abisal en la región de la Zona en la que están presentes los nódulos de manganeso.
Un trabajo publicado el año pasado en la revista Science afirma que la minería en el suelo marino podría causar “daños serios, impredecibles y potencialmente irreversibles” en sectores del fondo oceánico y muchos científicos creen que debería establecerse áreas marinas protegidas que otorguen a las especies las máximas posibilidades de supervivencia frente al inminente boom minero.
El impacto de la minería podría afectar a importantes beneficios ambientales provistos por las áreas profundas de los océanos, según sostienen  científicos del Center for Ocean Solutions. Por ejemplo, la zona profunda del océano es importante para el ciclo de carbono en la Tierra, pues captura una sustancial cantidad de carbono emitido por el hombre con impactos en el clima. La actividad minera podría perturbar esos sumideros y liberar los excesos de carbono acumulados de nuevo a la atmósfera.  
Las regiones de las profundidades oceánicas también sustentan pesquerías económicamente importantes, y albergan microorganismos que se han probado valiosos en una cantidad de aplicaciones farmacéuticas, médicas e industriales.
En los próximos meses, la Autoridad decidiría si acepta o no una serie de áreas protegidas propuestas en 2013. Estas áreas cubrirían cerca de 1,7 millones de km2 de la Zona.
Otros proyectos
En muchas áreas oceánicas, las compañías mineras se están preparando para explotar las estructuras minerales que se forman alrededor de las chimeneas hidrotermales. El primer proyecto de este tipo, a cargo de Nautilus Minerals, tendrá lugar en las aguas territoriales de Papúa Nueva Guinea, tentativamente a partir de 2018.
El Derecho del Mar
La Autoridad (Autoridad Internacional de los Fondos Marinos), que tiene su sede en Kingston, Jamaica, fue creada el 16 de noviembre de 1994. Es una organización internacional autónoma establecida bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar de 1982, a la que se ha asignado la responsabilidad de implementar el carácter de “patrimonio común de la humanidad” que se aplica la los recursos minerales, más allá de los límites de jurisdicción nacionales (es decir, fuera de las plataformas continentales).
Persigue una visión de desarrollo sostenible de los recursos minerales en el área internacional de los fondos marinos y de beneficios y responsabilidades compartidas para todos los Estados, incluidos los Estados sin litoral  o en situación geográfica desventajosa. (Por  Wendy Laursen; The Maritime Executive. Adaptado al español por NUESTROMAR)
01/04/16

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