Por: Ricardo Alonso
Con el
auspicio de la Cámara de Comercio e Industria, el Centro de Estudios y
Formación Política “Juan Domingo Perón”, el colectivo profesional de “Salta en
un mundo en cambio” y el “Grupo Salta”, la última semana de marzo de 2016
presenté mi libro “Geología Social y Urbana” (Mundo Editorial, 2015). Ante un
auditorio con 132 personas, donde destacaban funcionarios, concejales,
diputados provinciales, profesionales, periodistas y amigos varios, diserté
sobre una temática que es de interés de todos. Particularmente llamaba allí la
atención sobre el incremento que habían tenido los estudios geológicos en temas
relativos al emplazamiento de las ciudades y la expansión de las
urbanizaciones.
En forma
casi coincidente, el número de abril de 2016 de la revista Earth (Tierra), del
Instituto Americano de Geociencias (AGI), trae un artículo escrito por los
científicos canadienses Michael C. Wilson y Lionel E. Jackson Jr., titulado
precisamente “Geología urbana: Una disciplina emergente en un mundo cada vez
más urbanizado”. De su lectura se puede rescatar valiosa información sobre el
tema, en especial la importancia que cobró la materia en un país ajeno a la
misma, a partir de las inundaciones en la ciudad de Calgary en 2013; nada menos
que el más costoso de los desastres naturales en la historia de Canadá. Téngase
presente que los geólogos canadienses habían advertido del peligro de una
inundación catastrófica y fueron completamente ignorados.
El evento
de 2013 les dio la razón, aún cuando fue pequeño si se lo compara con el mega
evento de 1895, en esa misma localidad, mucho antes de que se desarrollara la
Calgary actual. Tengamos en cuenta que la urbanización masiva de la raza humana
es un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la civilización. Hacia
1900, cuando la geología moderna estaba aún en pañales y no había llegado la
revolución creada por el cambio de paradigma con la tectónica de placas, sólo
el 10 por ciento de la población mundial vivía en zonas urbanas. Actualmente
esa proporción ha superado el 50 por ciento en razón de dos factores
concurrentes como son la migración del campo hacia la ciudad (metropolización)
y el crecimiento propio de la población en las ciudades.
Tomemos
el caso vertiginoso de la ciudad de Salta. En su fundación en 1582 eran 30
vecinos, que hoy cabrían cómodamente en un edificio chico. En las primeras
décadas del siglo XIX, para la época del general Güemes, la población no
superaba los 10 mil habitantes. Hoy supera holgadamente el medio millón de
personas. En Estados Unidos el 70 por ciento de su población vive en áreas
urbanas y en Canadá el 80 por ciento. Diez ciudades en el mundo ya superan los
20 millones de habitantes y Tokio se acerca a los 35 millones de personas, por
lo que una sola ciudad representa más habitantes que muchas naciones.
Algunos
países, como el Reino Unido, Holanda y China, reconocen explícitamente a la
geología urbana como un área de estudio, y el término “geología urbana” ha
registrado un amplio uso internacional, tal como aparece en varios volúmenes de
la ONU bajo el encuadre de los “Atlas de la Geología Urbana”. Pasa como con
aquello de la famosa frase de Saint Exupery, en El Principito, acerca de que lo
esencial es invisible a los ojos. Los científicos canadienses señalan que
muchos académicos, geólogos o decisores políticos tienen la geología
esperándolos a las puertas de sus ciudades y en su propio subsuelo. Más aún
cuando sus causas y consecuencias afectan ya a más de la mitad de la población
mundial a raíz de que se cambió el paisaje natural por una nueva jungla de
cemento, asfalto y acero. Especialmente es importante cuando se trata de temas
de agua, suelos, contaminación, aprovechamiento de los recursos naturales y
riesgos naturales, entre otros.
En
términos más amplios la geología urbana es la aplicación de las Ciencias de la
Tierra a los problemas que surgen en la interface de la geósfera, la hidrósfera
y la biósfera, dentro de las áreas urbanas y urbanizables. La geología urbana
precisa de todas las herramientas de las geociencias, entre ellas de la
estratigrafía, de la geoquímica e hidrogeología hasta las técnicas de
exploración geofísica, todo ello en estrecho vínculo con las ciencias
biológicas y ambientales. Debe ponerse el foco en las conexiones cruzadas y las
interacciones de los diversos procesos de la Tierra, así como en la importancia
del factor humano de las concentraciones de población urbana.
Las
investigaciones sobre la geología urbana, que reconoce entre sus pioneros a los
geólogos William J. Wayne y John T. McGill, ganó fuerza con la publicación en
1973 del libro “Las ciudades y la Geología” por el ingeniero civil
anglocanadiense Robert Legget. El libro abre los ojos a la diversidad de
vínculos de las Ciencias de la Tierra dentro del entorno urbano y coincidió con
los primeros esfuerzos concertados en la geología urbana a escala nacional en
los Estados Unidos. Los estudiosos de la geología urbana tienen que ser
verdaderos generalistas, esto es abarcar múltiples saberes. No solamente se
debe dominar la geología básica y todo lo relacionado a la estratigrafía,
tectónica, hidrología, hidrogeología, geotecnia y geoquímica, sino también los
aspectos de la geografía física, medio ambiente, demografía, y otras ciencias
relacionadas. Además se debe dominar los fenómenos naturales a que puedan estar
sometidas las ciudades y contar con una buena capacidad de comunicación al
medio ya que se debe explicar el trabajo científico a distintos grupos de
interés; desde ciudadanos y periodistas hasta los decisores políticos.
Muchos
profesionales universitarios se están formando en estos distintos campos del
conocimiento con la idea de dar respuesta rápida a la sociedad desde el ámbito
privado o desde los estamentos académicos. Nueva York es un excelente ejemplo
de geología urbana. La ciudad está construida en los dos extremos de Manhattan
donde se levantan los grandes rascacielos, mientras en el medio se extiende el
Central Park. Ocurre que en las dos puntas el basamento son antiguas rocas
ígneas y metamórficas que actúan como poderosos cimientos, mientras que en el
medio se extiende una cuenca sedimentaria. Otra ciudad digna de atención es
Shangai.
El nuevo
distrito de Pudong fue construido en tierras de cultivo a partir de 1990, luego
que se instalara allí la altísima torre de radio y televisión “Perla Oriental”.
Shanghai, se encuentra localizada en el delta del río Yangtze, que está
dominado por aluviones arenosos, por lo que estas construcciones descansan
sobre pilotes que fueron profundamente enterrados. La ciudad ha sufrido una
subsidencia o hundimiento de unos 2 m desde 1920, en parte por la extracción de
aguas subterráneas y en parte por el enorme peso que ejerce el cemento y acero
de los edificios. En 2010 se realizó allí la conferencia internacional sobre
geología urbana. Algo parecido pasó en la ciudad de Las Vegas en los Estados
Unidos.
Teniendo
en cuenta que se espera que la población que vive en zonas urbanas alcance a
escala global el 66 por ciento para el 2050, los temas de estudio referidos a
la geología social y urbana van a crecer al mismo ritmo. De allí la importancia
de anticipar a nivel gubernamental cuales serán las necesidades de una
población creciente para lograr una expansión urbana planificada y ordenada. Antes
fue el hombre el que avanzó sobre la geología y ahora es la geología la que se
le viene encima al hombre.
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