incluía el cierre del Congreso y fracasó
Juan Bautista Tata Yofre 12 de mayo de 2024
Isabel Perón rodeada por Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera poco antes del golpe militar
La Cancillería siempre fue el botín más preciado de los gobiernos constitucionales y también los de facto. Hay siempre algo mágico, llamativo y deslumbrante alrededor del viejo palacio que perteneció a la familia Anchorena y que más tarde pasó a llamarse el Palacio San Martín. Para muchos, entrar por los amplios portones de la calle Arenales 721 otorgaba (u otorga) lustre intelectual, ascenso en la ponderación social, viajes al extranjero y buenos sueldos en el exterior. A tal punto que los ajenos a la Cancillería la llamaban "la cuna encantada". Esa visión un tanto superficial primó siempre salvo algunos períodos excepcionales.
Como consecuencia de cumplir órdenes superiores varios diplomáticos se vieron en la calle por razones funcionales. Para estos tampoco había "obediencia debida". Entre muchos, es el caso del entonces secretario de tercera José María Castellano. Todo parecía el resultado de un mal sueño si no se hubiera convertido en realidad. En 1976, Castellano era un joven diplomático de muy bajo rango destinado en la embajada argentina en Montevideo, Uruguay. Aproximadamente quince días antes del golpe militar, fue llamado telefónicamente de urgencia desde la Casa de Gobierno por Julio González, el secretario general de la Presidencia de Isabel Martínez de Perón, a quien no conocía. A las pocas horas se presentó ante González, quien le ordenó juntar cuanto antes todos los antecedentes posibles sobre la "bordaberrización" en Uruguay. Es decir, cómo un presidente constitucional como Juan María Bordaberry (1973-1976) cogobernaba con las Fuerzas Armadas a través de poderes especiales. Castellano cumplió la orden que se le dio, con el conocimiento del secretario general de la Presidencia, el ministro de Defensa, José A. Deheza, y de su embajador en Montevideo, Guillermo de la Plaza. Su paso por la Casa Rosada lo convirtieron en mudo testigo de los últimos momentos de Isabel Perón como Presidenta de la Nación. Cuando en la madrugada del 24 de marzo de 1976, Isabel partió en helicóptero de la Casa Rosada supuestamente a Olivos, para ser detenida en Aeroparque por una delegación militar, ya estaba al tanto de los papeles que habían llegado de Uruguay y González llevaba entre sus pertenencias una carpeta con un trabajo sobre la "bordaberrización" uruguaya, que se pensaba ofrecer como última instancia a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti.
El presidente Perón recibe el embajador De la Guardia
Julio González relató en su libro "Isabel Perón, intimidades de un gobierno" que el proyecto de "bordaberrización" contemplaba la clausura del Congreso y la administración del país a través de decretos "con el cogobierno de las Fuerzas Armadas" y concluyó que la idea de ese cogobierno "se imponía y en mi portafolio llevaba desde hacía unos días los documentos del procedimiento que para tal fin se había usado en Uruguay." La carpeta cayó en manos castrenses y al abrirse, en la primera página, se leía que en caso de mayores precisiones se llamara al secretario José María Castellano a un número telefónico de Montevideo. Su nombre y autoría del trabajo lo dejó fuera de la carrera diplomática que recién iniciaba y años más tarde supo la razón de su penuria de boca del propio Julio González. Nadie lo defendió, ni siquiera su embajador Guillermo de la Plaza quien desde mucho antes intentaba acordar "un gobierno de unidad" que también incluiría a radicales y militares en una operación denominada "Por la Patria". Tanto es así que en octubre de 1979, durante una corta visita a Montevideo, Balbín le diría a De la Plaza, en presencia de los diplomáticos Daniel Olmos (cesanteado en 1966 por el gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía) y Haydeé Osuna: "Yo sabía lo que usted hacía, como usted tampoco ignoraba que yo hacía lo mismo, en procura de un entendimiento que le ahorrara al país graves situaciones…yo conocía sus gestiones y las compartía."
"No es que la amenaza de golpe provocó la crisis sino que los últimos vestigios de autoridad se diluían ante el anunciado golpe" meditó ante los militares José Alberto Deheza la tarde del lunes 22 de marzo de 1976. Por lo tanto, al día siguiente les iba a pedir una clara definición a los comandantes generales. A las 11 de la mañana del martes 23 se reunió con los jefes militares y les dijo: "Todos los diarios de la mañana coinciden en señalar que hoy es el día de las grandes decisiones, así también lo entiende el gobierno en cuyo nombre les pido una definición sobre la inminencia del golpe militar." Luego, pasó a leerles un documento con sugerencias de las Fuerzas Armadas que el gobierno había recibido el 8 de enero pasado luego de una gestión del embajador argentino en el Uruguay. El "Negro" De la Plaza tenía una muy buena relación con los militares nacida en los días de su exilio en Montevideo durante los años del segundo mandato presidencial de Perón (1952-1955). El embajador fue llamado de urgencia a Olivos y la presidente le pidió su esfuerzo "en procura de una tentativa patriótica que evitara la quiebra del orden constitucional". Con esa solicitud, el diplomático tomó contacto con los jefes militares y tras largos encuentros los comandantes se reunieron en Olivos con Isabel y le expusieron que "brindarían su autoridad si ella asumía en plenitud la autoridad del Poder Ejecutivo para poner orden en el país." Entre el 6 y el 8 de enero se elaboró el documento que alude Deheza. En el mismo se aconsejaban "modificaciones profundas, inmediatas y enérgicas que garantizaran una corrección urgente de los hechos que vivía el país, a los efectos de afianzar el orden, frenar la anarquía y asegurar el funcionamiento de las instituciones." Entre las medidas estaba un cambio de personas en el gabinete presidencial.
El diplomático Castellano años más tarde
Los tres comandantes le respondieron a Deheza que el documento contenía sugerencias y no una exigencia de las FF.AA. y acordaron volver a reunirse por la tarde. Cerca de las 19 del 23 de marzo de 1976, los comandantes Videla, Massera y Agosti se presentaron nuevamente en el despacho del titular de Defensa. Según Deheza, Videla dijo: "Doctor, el país se encuentra en una grave crisis que lo tiene paralizado, como usted lo ha reconocido, y nos pide que las Fuerzas Armadas disipen toda posibilidad de golpe para que se encuentre una salida que el país exige con urgencia, pero debemos admitir para llegar a una solución, que la crisis es el resultado de un proceso en el que juegan múltiples factores que afectan a todas las instituciones." Volvieron a debatir en los mismos términos con que lo habían hecho a la mañana. Con el paso de los años además de las palabras del ministro y de Videla surgieron otras revelaciones. Por ejemplo la respuesta que formuló, en nombre de los tres, el almirante Emilio Eduardo Massera en un libro de memorias que nunca se publicó: "Señor Ministro. Si usted nos dice que la señora presidente está afligida y acorralada por el gremialismo. Si, además, nos sondea para ver cómo podemos ayudarla. Nuestra respuesta es clara: El poder lo tienen ustedes. Si lo tienen úsenlo, si no que la señora presidente renuncie." Deheza, recordó que "fue entonces cuando los señores comandantes expresaron que se le había ofrecido a la señora presidente, por intermedio de Aníbal Demarco, a la sazón presidente de Loterías y Casinos y luego ministro de Bienestar Social, el apoyo de las tres Fuerzas Armadas para que el gobierno pudiera sortear la crisis que ya apuntaba con los acontecimientos que provocaron la caída de López Rega y que esa respuesta nunca fue contestada; por el contrario, el gobierno siguió sumando desconciertos hasta llegar a las circunstancias actuales. Como resultado de ese encuentro los señores comandantes me darían la respuesta al día siguiente." Deheza pensó que al día siguiente seguirían discutiendo. No se dio cuenta que los términos de la conversación marcaban el punto final. La reunión se levantó y los comandantes se reunieron para deliberar en sus propios comandos.
Dos efectivos del Ejército leen el diario La Razón que anuncia el golpe militar
Años más tarde Videla relataría en la intimidad que "cuando salimos del Ministerio de Defensa nos cruzamos al Edificio Libertador, sede del Ejército. Nos preguntamos ¿qué hacemos, mañana va a pasar lo mismo? De esta gente ya no se puede esperar nada. Los planes de la "Operación Aries" estaban terminados, lo mismo que las directivas "Bolsa" (detención de dirigentes políticos y afines) y "Perdiz" (detención de Isabel). Cuando llegamos al despacho de Videla nos comunicamos con el capitán de navío Fernández y le preguntamos ¿cómo está todo por allí? 'Bien', fue la respuesta del jefe de la Casa Militar de la Presidencia. Muy bien, dígale a la señora presidente que por razones de seguridad viaje a Olivos en helicóptero. Era el mensaje que Fernández debía recibir para comenzar la operación de detención de Isabel Perón.
Roberto Di Sandro, el actual decano de los periodistas acreditados en la Casa Rosada da un detalle no tenido en cuenta en su libro "A mí no me lo contaron". Dice que al filo de la medianoche Videla llamó a la Presidente "diciéndole que estaba todo normal y que no había ningún problema. Este contacto fue comunicado por Isabel a los funcionarios y dirigentes que se hallaban reunidos en su despacho. El mensaje dejaba traslucir que se podía superar la situación. Todo lo contrario. Los siguientes minutos dieron por tierra esa presunción." A pocas cuadras de allí, el periodista Enrique José Maceira de "La Prensa" pedía hablar con Argentino Ítalo Luder. Luego de unos minutos de espera Maceira estaba parado enfrente del segundo hombre en la línea sucesoria presidencial. El político lo atajó diciendo que no iba a hacer declaraciones. "No, doctor, no busco declaraciones…he venido a despedirme", le dijo respondió el periodista.
Luder: "¿A despedirse? ¿Por qué, Maceira…abandona el Congreso?"
Maceira: "No doctor, yo no me voy… son ustedes quienes se van."
Luder: "Pero, Maceira, todo está arreglado, (Lorenzo) Miguel acaba de hacer declaraciones en la Casa de Gobierno y ha dicho que no hay problemas, que todo se ha solucionado".
Maceira: "Se lo que ha dicho, pero créame, doctor, este gobierno está terminado… las Fuerzas Armadas asumirán el poder…me atrevo a decirlo dentro de un rato… así de simple."
Última presentación de Credenciales diplomáticas en el gobierno de Isabel Perón el 23 de marzo de 1976
El "petizo" Maceira sabía más de los que salían de la Casa Rosada en medio de la algarabía. Como contó en su libro "La Prensa que he vivido", poco antes de promediar febrero, el general Rodolfo Clodomiro Mujica le había adelantado "el acontecimiento" y la fecha. En la Cámara Baja se suscitó un episodio similar. Jorge Gómez López, de "Clarín", junto con dos colegas, pidió ver a Nicasio Sánchez Toranzo. Luego de un rato, al entrar, el diputado salteño lo atajó con una pregunta: "¿Vienen a velar al angelito, eh?". Conversaron de la actualidad y al poco rato llegó otro periodista que comenzó a dar detalles de lo que iba a suceder: "Ya está todo listo. Aquí va a funcionar un organismo especial. El Comité Asesor Legislativo o algo así. El movimiento empezó a las seis de la tarde." El único comentario del titular de Diputados fue: "Ya me parecía que estaban mejor informados que yo."
Esa misma noche Julio González pasó a convertirse en el preso político de más largo tiempo en prisión: estuvo tras las rejas hasta el 18 de abril de 1983. Al salir se le ofreció una alta indemnización económica que no aceptó y Castellano recién volvería al Palacio San Martín después de la caída del régimen militar.
El enemigo real y el golpe de 1976
20 DE Diciembre 2018
Por Dr. Julio C. González [i]
El general Perón desde su exilio escribía a Scalabrini Ortiz: "Usted es uno de los intelectuales argentinos que siempre vio claro al enemigo real". Y en su recordado y poco difundido trabajo sobre los episodios de 1955 decía: "Quizá un error de nuestra parte fue no haber considerado siempre a nuestro gobierno como una etapa de la lucha secular contra Inglaterra que se inicia con las invasiones inglesas".
En los años que siguieron a 1955, la diplomacia británica no pudo demoler la colosal estructura levantada por Perón. La Argentina industrial, tecnológica, científica, cultural y social, seguía en pie a pesar de todos los embates y de las más bárbaras políticas que se lanzaban contra ella.
Los textos ingleses de la época no ocultan su preocupación por el problema. La cuestión se hace acuciante hacia 1972, cuando el general Perón confirma solemnemente su voluntad de regresar a su Patria.
La guerra civil devastadora
Entonces aparece el 2§ tomo de la obra del historiador británico Ferns sobre la Argentina. Allí leemos lo siguiente: "Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón" (pág. 247).
Y la guerra civil devastadora para nuestra patria programada y bien pensada por los estrategas ingleses "para deshacer la revolución efectuada por Perón", llegó a nuestras playas. No vino solamente con palabras, vino con armas procedentes de Inglaterra.
Recuerdo el día 18 de abril de 1974: Un diplomático británico de nombre Micke John Bishop fue detenido en el momento de introducir al país un contrabando de armas. El diario La Nación inicia la reseña del gran escándalo, en estos términos: "La Justicia Federal en lo Criminal y Correccional investiga lo relacionado con el secuestro efectuado el 10 del actual por personal de la Prefectura Naval Argentina, de varios bultos que contenían 17.500 proyectiles calibre 9 mm., munición de guerra, acondicionados en cajas y utilizables para pistola, fusil y ametralladora, que fueron desembarcados del rompehielos de la marina británica Endurance".
Y tras dar detalles asombrosos sobre esta invasión virtual en el propio Puerto de Buenos Aires, la crónica da cuenta de la inmediata libertad del diplomático involucrado, a la vez que señala, como trascendido, que Gran Bretaña había dado al Poder Ejecutivo las explicaciones del caso: "Lamentando no haber cumplido con los trámites que hubiera debido realizar en el caso ante nuestra Cancillería".
Nunca se hicieron públicas las explicaciones que había dado Gran Bretaña. Jamás se conoció la actitud del ministro de Relaciones Exteriores de aquel entonces. Dejo el tema para los historiadores revisionistas que quieran ocuparse de los años que van de 1973 a 1976.
Al descubrimiento de ese contrabando inglés de armas siguieron otros dos, de los que solo informó el diario Mayoría; uno interceptado en otro buque inglés y el tercero en una aeronave de la British Caledoniam. Si los contrabandos de armas descubiertos fueron tres, ¿cuántos fueron los que no se detectaron? Nunca lo sabremos, pero sí todos recordamos que "La guerra civil devastadora" lanzada anormalmente contra el tercer gobierno del general Perón, tenía entonces cuatro frentes bien definidos:
* El terrorismo bélico con el crimen planificado.
* El terrorismo periodístico con la tergiversación organizada.
* El terrorismo político con la traición reiterada.
* El terrorismo económico con el desabastecimiento, los vaciamientos de empresas y el sabotaje a la producción.
El objetivo inglés
Todas estas eran las formas de la "guerra civil devastadora", declarada en secreto por los ingleses contra Perón. El objetivo era muy claro: destruir la industria argentina, destruir la tecnología Argentina y destruir la ciencia y la inteligencia argentinas, aniquilando a la universidad que la produce.
Por estos medios, coherentes y contestes con los históricos planes de Gran Bretaña para el Río de la Plata, se buscó reinstalar a la Argentina en el sistema colonial de la división internacional del trabajo.
Arruinada y destrozada la industria, la tecnología y la ciencia argentinas, hemos vuelto a ser un país primitivo: exportador de materias primas e importador de los artículos manufacturados de la peor calidad.
Este es el esquema trágico de nuestra economía colonial: vender cada vez más cantidad de materias primas a los precios más bajos y comprar cada vez mayores cantidades de mercaderías industrializadas a los precios más caros. La diferencia en contra del país la pagarán los consumidores transformados en desocupados. El déficit que este ruinoso negocio produce en la balanza de pagos, será corregido con la contratación de nuevos empréstitos.
Con respecto a los empréstitos, es de enfatizar que el gobierno justicialista se hizo cargo de la conducción del país con una deuda externa de 6.000 millones de dólares aproximadamente. De esa cantidad, el 70% debía ser pagado en el decurso de los años 1973, 1974. 1975 y 1976.
DESTACADO
El objetivo era destruir la industria, la tecnología, la ciencia y la inteligencia argentinas, aniquilando a la universidad que las produce.
En
julio de 1974, pocos días después de la muerte de Perón, el Mercado Común
Europeo (que a partir de la muerte de De Gaulle se habla integrado con el
Imperio Británico), cerró sus puertas a las carnes argentinas, inaugurando una
política absolutamente proteccionista para sus agricultores y ganaderos.
De esta manera cesó virtualmente, la mayor fuente de ingresos en divisas que
tradicionalmente tuvo el país. No obstante, la deuda heredada se siguió pagando
sin pedir prestado un solo dólar, sin concertar ningún empréstito y sin emitir
un solo bono externo.
Adviértase la disimilitud con la conducción económica posterior al 24 de marzo,
la cual, a través de sucesivos endeudamientos, gastos improductivos e
innecesarios, elevó la deuda exterior a la cifra impresionante e inédita de
38.736 millones de dólares.
Esos empréstitos no fueron negociados en la mayoría de los casos con organismos
financieros internacionales públicos o con gobiernos de otros estados, sino con
bancos y banqueros particulares domiciliados en el extranjero, los cuales, a
diferencia de los entes públicos, otorgan como es de práctica, elevadas
comisiones a los ministros y funcionarios argentinos que los han elegido como
proveedores de fondos para la República.
No en vano, el señor Albano Harguindeguy, ex jefe de Policía del Gobierno
Constitucional y luego de 1976 ministro del Interior dijo claramente: nosotros
vamos a regresar la Argentina al 3 de junio de 1943...
Inglaterra y el golpe
La guerra
de las Malvinas enriqueció al país en martirio y heroísmo. En valor sin par. En
abnegación y en coraje. Pero también enriqueció al país con documentos
decisivos para explicar nuestra tragedia y nuestra frustración permanente. De
ellos es altamente significativo el informe de Lord Franks preparado para el
Parlamento Británico por el Consejo de la Corona y publicado en enero de 1983.
El Informe de Lord Franks trae una sinopsis de la Inteligencia Británica sobre
la Argentina que arranca de 1965. Refiriéndose a las relaciones con el gobierno
peronista este importantísimo documento dice textualmente:
“Enero 22, 1976: los comandantes argentinos son contrarios a aprobar cualquier
medida militar susceptible de facilitar el mantenimiento en el poder del
régimen de la señora de Perón. Si bien es posible que se establezca una corta
tregua, es previsible la toma de nuevas medidas (por parte del gobierno
peronista) contra los intereses británicos bajo forma de un aumento de presión
hostil, tanto política como económica”.
El documento esta reproducido en el diario La Nación en su edición del día 2 de
abril de 1983. Como es de ver, los británicos preanunciaban la caída del
gobierno constitucional con dos meses de anticipación.
Como los vencidos no tienen historia ni derecho, sino únicamente difamaciones y
calumnias, es forzoso hacer un inventario de la obra del gobierno caído el 24
de marzo de 1976. Paradójicamente, esa obra de gobierno es la misma que tanto
ha irritado y preocupado a los ingleses hasta el extremo de calificarla de
hostil en sus documentos oficiales como es el informe Franks que acabamos de
leer.
Por eso pasamos a relatarla porque de su enunciado surgirán los verdaderos
motivos del 24 de marzo de 1976 que nada tienen que ver con los pretextos
infantiles que se esgrimieron para justificar el golpe del 24 de marzo de 1976.
https://www.eltribuno.com/salta/nota/2018-12-20-0-0-0-el-enemigo-real-y-el-golpe-de-1976
[i] El Doctor Julio C. González ex profesor de Estructura Económica en las universidades de Buenos Aires y Lomas de Zamora (República Argentina). Fue Secretario de Estado de la Presidencia de la Nación de la República Argentina desde el 4 de septiembre de 1973 hasta el 24 de marzo de 1976 (período constitucional de 1973 a 1976). Es autor, entre otros, de un voluminoso y bien documentado libro titulado "La Involución Hispanoamericana – De Provincias de las Españas en América a Territorios Tributarios – El caso argentino 1711/2010" (Editorial Docencia, Buenos Aires, 2010, rector@hernandarias.edu.ar).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario