Michel Temer llega al poder
dispuesto a “privatizar todo lo posible”
Sep 02,
2016
Michel Temer, quien ha asumido el poder tras un Golpe institucional que
ha destituido a Dilma Rousseff, está dispuesto a privatizar “todo lo que sea
posible”.
La privatización se convirtió en una palabra prohibida tras la victoria
del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que llegó al poder en 2003
con Luiz Inácio Lula da Silva y se mantuvo en él hasta el pasado mayo, cuando
el Senado dio el primer paso hacia la destitución de Rousseff, que se consumó
este miércoles.
”El Estado debe transferir al sector privado todo lo que sea posible en
materia de infraestructura”, resaltaba un documento divulgado por el Partido
del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) cuando Temer todavía era
vicepresidente de Rousseff y planeaba entre bastidores el salto a la
Presidencia.
El informe, titulado “Travesía Social”, definía las líneas maestras del
PMDB en materia económica en caso de conquistar la Presidencia, a la que llegó
de forma interina el 12 de mayo, cuando Rousseff fue apartada por la Cámara alta
para afrontar un juicio político que este miércoles le apartó definitivamente
del poder.
Desde entonces, el Gobierno de Temer lleva a cabo un amplio plan de
recortes sociales y remata un paquete de privatizaciones.
El paquete, que podría ser anunciado a mediados de mes, prevé transferir
a la iniciativa privada en un primer momento los aeropuertos de Florianópolis,
Porto Alegre, Salvador y Fortaleza y al menos dos terminales portuarias, según
han anticipado en las últimas semanas miembros del propio Ejecutivo.
Temer había anunciado también la intención del Gobierno de estudiar la
privatización de los aeropuertos de Congonhas (Sao Paulo) y Santos Dumont (Río
de Janeiro), que acogen la mayor cantidad de vuelos nacionales, pero la
propuesta ha sido aparcada por el momento.
La intención del Gobierno es anunciar el plan tras el regreso de Temer
de la reunión del G20 de China, país al que el presidente llegó también con el
objetivo de atraer inversiones extranjeras para su programa de privatizaciones,
que alcanzará los sectores de aeropuertos, puertos, carreteras, ferrocarriles,
distribución de electricidad y saneamiento básico.
El presidente ha reiterado que el paquete no contemplará, ni a corto ni
a largo plazo, la privatización de la petrolera estatal Petrobras, la joya de
la corona de Brasil y protagonista del mayor escándalo de corrupción de la
historia del país.
Pero los aliados de Temer han impulsado un proyecto de ley, que avanza
en el Congreso, para aflojar el control del estado sobre el régimen petrolero
de Brasil y limitar los privilegios de Petrobras como operadora única en los
yacimientos más ricos del país.
Una vez aprobada esa reforma legal, la intención del Gobierno es abrir
las puertas del presal a grandes empresas petroleras del mundo, interesadas en
esos yacimientos pero que los veían con cierta desconfianza por la
obligatoriedad de asociarse a Petrobras, sumida en una grave crisis.
La posible privatización de Petrobras ha sido usada como arma arrojadiza
por el PT y por el propio Lula, quien en reiteradas ocasiones ha acusado
públicamente a Temer de querer “vender el patrimonio de Brasil”.
¿QUE PASA EN BRASIL?
Por
Javier Cornejo
Artículo
publicado en el diario El Tribuno el 11 de octubre de 2010
Hace un año destacaba el
crecimiento de la economía brasileña (El Tribuno 12/10/09 pág. 20).
No obstante, siguiendo
minuciosamente su desarrollo, se advierten serios motivos como para sostener
con fundamentos que la explosión de la próxima «burbuja» ocurrirá,
precisamente, con ruido brasileño.
Veamos:
La Casa Rothschild, a través
del Grupo Inter-Alhpa con su ramificación en la familia Botín, titulares del
Banco Santander, están firmemente posicionados en Brasil.
Tal grupo financiero incrementó
desmesuradamente un «acarreo y succión» de fondos con destino a su matriz de
Londres en colaboración con los «rescates» de los dependientes del grupo.
¿Activos
industriales?
Se sostiene que Brasil ganó
activos industriales.
Hay dudas sobre la realidad y
envergadura de éstos, ya que están empañados por una fuerte tabla de
compensaciones, basadas en la creencia ilusoria de que sólo ella le da sustento
al sistema.
La deuda pública de Brasil es
de 1.345 billones de reales.
Debido a la revaluación del
real, el equivalente en dólares de esa deuda pública estalló de US$ 311.000
millones en 2003 a US$ 770.000 millones para fines de 2009. ¡Un impresionante
aumento de 138%, en seis años!
Los intereses que pagó Brasil
en la década de 2000 llegan a la inconmensurable cifra de US$ 870.000 millones
de dólares, casi el triple de su deuda original.
¿Cómo
lo hizo?
Con préstamos en bonos, que
pagan una de las tasas más altas del mundo, elevando significativamente la
deuda pública.
En cuanto se paralicen estos
flujos, se viene abajo el castillo de naipes.
Petrobras
Por otra parte, el Estado ha
cedido su soberanía sobre Petrobras a pulpos privados. Los capitales privados
se encuentran subsidiados por el Banco de Desarrollo de Brasil. No hay capital
nuevo, sino «inversión subsidiada».
Esto es esencialmente volátil.
Ya que una suba en la tasa de interés o una caída en el precio del petróleo
pondrían todo el negocio en bancarrota. Las luces amarillas empezaron:
«Petrobras hundió a la bolsa en
jornada con inversores cautos».
(El
Tribuno 8/10/10 pág. 9).
«La Bolsa de San Pablo ha
pasado a ser una supertimba» y «Una fuga de capitales de aquí arrastraría a la
economía brasileña al abismo». («Brasil la gran burbuja», de Jorge Altamira
para Argenpress).
La entrada de dinero con
destino a la adquisición de bonos que luego, revalorizados éstos por los
exorbitantes intereses, es succionada y ya está produciendo un perjuicio para
el comercio exterior, especialmente para el
industrial. La valorización del
real está originando una suba de los valores bancarios e inmobiliarios y
desemboca en una aceleración especulativa. Por otra parte, el proceso de
endeudamiento extranjero genera una especulación financiera, a la que el
ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, ya llamó con preocupación como
una «guerra monetaria contra el país». Y Dilma Rousseff efectúa un dramático
llamado a hablar de «austeridad y contención».
La puerta para tal fuga ya fue
abierta por el Grupo Santander, quien, a través de la revalorización de bonos,
incrementó la succión. Ante el panorama descripto, bien podría parecer que la
«B» de BRIC
se refiere a «británico» y no a «brasileño».
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