El ex
embajador Ortiz de Rozas revela detalles de las negociaciones de 1974 con Gran
Bretaña para establecer una administración compartida; qué decía el documento
Por Maia
Jastreblansky | LA
NACION
Fue testigo de una parte crucial de la historia bilateral y revela detalles de gestiones desconocidas por Malvinas . El 11 de junio de 1974, Gran Bretaña le propuso a Juan Domingo Perón una administración compartida sobre las islas. Ese día, el ex presidente proyectó el camino para recuperarlas definitivamente. De aquella situación hoy da testimonio el ex embajador Carlos Ortiz de Rozas, un diplomático de más de 45 años de carrera que estuvo cerca de numerosas negociaciones diplomáticas en torno al archipiélago.
"Si
ponemos un pie sobre las islas, no nos sacan más", le confió Perón, por
entonces, a su canciller, según relata Ortiz de Rozas a LA NACION. Un
condominio entre los dos países resultaba una salida controvertida si lo que se
quería era obtener la soberanía inmediata.
La
historia quiso que el presidente falleciera tres semanas después y las
negociaciones se desvanecieron durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón.
Después llegaría el gobierno de facto, la guerra de 1982 y la relación
bilateral daría un vuelco difícil de revertir.
La propuesta
Quienes
conocen los corrillos diplomáticos aseguran que la propuesta británica a Perón
de 1974 está archivada en algún lugar de la Cancillería. Se trata de un non-paper
(documento no oficial) a cuya copia pudo acceder este medio, que le proponía un
condominio sobre las islas. La intención, dice el escrito, era "poner fin
a la disputa sobre la soberanía" y "crear una atmósfera favorable
dentro de la cual los isleños podrían desarrollarse de acuerdo a sus
intereses".
Aquel
texto fue entregado por el entonces embajador británico en Buenos Aires, James
Hutton, a Perón y a su ministro de Relaciones Exteriores, Alberto Vignes, en
una reunión confidencial.
Entre
otros puntos, proponía que las banderas de Gran Bretaña y Argentina fueran
"enarboladas juntas" en tierra malvinense, que allí convivieran el
inglés y el castellano como idiomas oficiales y que el gobernador de las islas
fuera "designado de manera alternada por la Reina y el presidente
argentino".
"Sobre
estas bases, el gobierno de Su Majestad propone que, si el gobierno argentino
está de acuerdo, deberían realizarse conversaciones oficiales o preliminares en
Buenos Aires lo antes posible", concluye el texto.
En la agenda de Perón
Ortiz de Rozas es una de las pocas personas que supo de aquel encuentro. Este ex embajador en Gran Bretaña, Austria, Francia y Estados Unidos, ex presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y jefe de la misión para las negociaciones con Chile bajo la mediación del Papa Juan Pablo II, intervino en distintas negociaciones confidenciales sobre las islas, algunas de las cuales reveló en su libro, Confidencias diplomáticas, editado en junio del año pasado.Estaba cumpliendo funciones en la ONU, cuando Vignes le participó la propuesta británica de condominio y, en estricta reserva, le entregó una copia del non-paper. "Me confió que Perón le había expresado: «Aceptemos. Una vez que pongamos pie en las Malvinas no nos saca nadie y poco tiempo después la soberanía será argentina por completo», relata a LA NACION.
Pero el 1° de julio de 1974, tres semanas después de la reunión con la comitiva inglesa, Perón falleció. Su viuda, Isabel Martínez de Perón, heredó la presidencia y el asunto del condominio quedó sin resolver. "Isabelita no habrá querido avanzar porque temía a algunos sectores que pretendían una posición más dura con Gran Bretaña", reflexiona Ortiz de Rozas, a sus 85 años.
No obstante, un documento fechado el 20 de diciembre de 1974 revela que el proyecto no había sido borrado de la agenda. El texto consiste en una versión en castellano del non-paper británico, firmada y sellada por el Departamento de traducciones de la Cancillería argentina. "Pero los ingleses se dieron cuenta que sin Perón la iniciativa no iba a ningún lado, y retiraron la propuesta", señala Ortiz de Rozas.
La traducción del documento tras la muerte de Perón
El
gobierno de Isabelita pronto se vería sumido en serios conflictos políticos
internos y ni Argentina ni Gran Bretaña volvieron a dar señales con respecto al
condominio. Mucho menos después del golpe de la Junta Militar, cuando empezó a
tomar fuerza el camino bélico.
"Camino equivocado"
Ortiz de
Rozas estaba en la embajada argentina en Londres cuando, en la madrugada del 2
de abril de 1982, se conoció el desembarco argentino en Malvinas. "Apenas
me enteré, supe que el trabajo de años se venía abajo. Lo único que logró
[Leopoldo] Galtieri fue darle la oportunidad a Margaret Tatcher de no ser
eyectada del gobierno británico", opina entre las fotografías y
condecoraciones que decoran su amplísimo departamento de la Recoleta.
"Además
de trágico, el de la guerra fue un camino equivocado, porque se habían dado
pasos concretos para resolver el problema de la soberanía por la vía
pacífica", reflexiona.
Y
recuerda: "En 1966 Henry Hohler, subsecretario del Foreign Office para Asuntos de América del Sur,
me invitó a un restaurante muy bueno de Londres y en términos confidenciales me
informó que las islas ya no tenían el valor estratégico de antaño y que tarde o
temprano iban a integrarse con Argentina. Me recomendaron hacer lo posible para
conquistar la mente y el corazón de los isleños", agrega.
"Incluso
en febrero de 1982, días antes de la guerra, en las rondas de la ONU se
discutió la posibilidad de un retroarriendo, para que los ingleses se
comprometieran administrar las Malvinas por un determinado número de
generaciones y luego cedieran la soberanía", manifiesta Rozas.
Considera
que "la historia hubiera sido distinta si se hubiesen dado pasos para que
los isleños sintieran que la tutela argentina era lo mejor para sus
intereses".
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