a Hispanoamérica unida.
Prolegómeno
Nuestro
idioma castellano, que comenzó a hablarse en Indoamérica Precolombina hace
cinco siglos, actuó como una catálisis de las lenguas.
Catálisis
es la transformación química motivada por cuerpos que. al finalizar la
reacción, aparecen inalterables.
Prognosis,
del griego, es el conocimiento anticipado de algún suceso.
Devenir
es la realidad entendida como proceso de cambio que a veces se opone al ser.
Decimos a veces porque devenir «es el proceso o cambio mediante el cual algo se
hace o llega a ser».
Un
pensamiento claro y profundo de Antoine Lavoisier (1743- 1794) expresa que
«todo se cambia, todo se transforma, empero nunca nada se pierde». En consecuencia,
el devenir y el ser son permanentes. En la vida de los hombres y de los pueblos
esto es evidente. Esta es la cultura, del latín colere cultivar. El fruto de un cultivo es la síntesis, la
asimilación.
Demográficamente,
el Hemisferio Americano fue tierra de masacre y reemplazo. Este principio
fundamental para conocer nuestra esencia étnica fue muy bien descripto hace ya
varias décadas por Raúl Scalabrini Ortiz. Escribía Scalabrini en 1932:
«Las razas autóctonas fueron exterminadas en la rapiña de
la conquista y en la explotación minera. El gaucho ganadero fue ahogado por
las olas de inmigración agrícola. El espíritu de América, baldío de cuerpo, y
más una idea que una realidad, se mantuvo indemne a través de las vicisitudes
y renació entero en las poblaciones creadas por los hijos de esos inmigrantes
europeos.
Como al indio, como al gaucho, Europa se apronta a
exterminar esos nuevos americanos por la extenuación corporal, la decrepitud de
la anemia, la desesperanza y la humillación espiritual».
Tanta
crueldad y tanto dolor tuvieron, sin embargo, una síntesis idiomática en los
siguientes nombres en España:
·
Antonio
de Perales, que inventó el submarino;
·
Santiago
Ramón y Cajal (1852-1934), el Premio Nobel de Medicina que descubrió las
neuronas en el cerebro. A su vez dentro de las neuronas estaban los elementos
de la física cuántica.
·
Juan
de la Cierva (1895-193ó), que inventó el helicóptero.
·
Isaac
Albéniz (1860-1909), que transformó el sufrimiento de los españoles y de España
en música de emociones infinitas.
·
Doctor
Gregorio Marañón (1887-1960), descubridor de la endocrinología y eminencia
filosófica y de todas las ciencias médicas.
·
Doctor
Gregorio Marañón Moya (hijo) (1914-2002), eximio diplomático español que fue
embajador en la República Argentina entre 1974 y 1976.
A su
vez, en Hispanoamérica y, concretamente, en la Argentina, tenemos a:
Prolegómeno
Nuestro
idioma castellano, que comenzó a hablarse en Indoamérica Precolombina hace
cinco siglos, actuó como una catálisis de las lenguas.
Catálisis
es la transformación química motivada por cuerpos que. al finalizar la
reacción, aparecen inalterables.
Prognosis,
del griego, es el conocimiento anticipado de algún suceso.
Devenir
es la realidad entendida como proceso de cambio que a veces se opone al ser.
Decimos a veces porque devenir «es el proceso o cambio mediante el cual algo se
hace o llega a ser».
Un
pensamiento claro y profundo de Antoine Lavoisier (1743- 1794) expresa que
«todo se cambia, todo se transforma, empero nunca nada se pierde». En consecuencia,
el devenir y el ser son permanentes. En la vida de los hombres y de los pueblos
esto es evidente. Esta es la cultura, del latín colere cultivar. El fruto de un cultivo es la síntesis, la
asimilación.
Demográficamente,
el Hemisferio Americano fue tierra de masacre y reemplazo. Este principio
fundamental para conocer nuestra esencia étnica fue muy bien descripto hace ya
varias décadas por Raúl Scalabrini Ortiz. Escribía Scalabrini en 1932:
«Las razas autóctonas fueron exterminadas en la rapiña de
la conquista y en la explotación minera. El gaucho ganadero fue ahogado por
las olas de inmigración agrícola. El espíritu de América, baldío de cuerpo, y
más una idea que una realidad, se mantuvo indemne a través de las vicisitudes
y renació entero en las poblaciones creadas por los hijos de esos inmigrantes
europeos.
Como al indio, como al gaucho, Europa se apronta a
exterminar esos nuevos americanos por la extenuación corporal, la decrepitud de
la anemia, la desesperanza y la humillación espiritual».
Tanta
crueldad y tanto dolor tuvieron, sin embargo, una síntesis idiomática en los
siguientes nombres en España:
·
Antonio
de Perales, que inventó el submarino;
·
Santiago
Ramón y Cajal (1852-1934), el Premio Nobel de Medicina que descubrió las
neuronas en el cerebro. A su vez dentro de las neuronas estaban los elementos
de la física cuántica.
·
Juan
de la Cierva (1895-193ó), que inventó el helicóptero.
·
Isaac
Albéniz (1860-1909), que transformó el sufrimiento de los españoles y de España
en música de emociones infinitas.
·
Doctor
Gregorio Marañón (1887-1960), descubridor de la endocrinología y eminencia
filosófica y de todas las ciencias médicas.
·
Doctor
Gregorio Marañón Moya (hijo) (1914-2002), eximio diplomático español que fue
embajador en la República Argentina entre 1974 y 1976.
A su
vez, en Hispanoamérica y, concretamente, en la Argentina, tenemos a:
·
Ramón
Carrillo (1906-1956), que con la fundación del Ministerio de Salud Pública dio
años a la vida y vida a los años.
·
José
Arce (1881/1968), eminente médico cirujano, decano de la Facultad de Medicina y
rector de la Universidad de Buenos Aires que a su labor científica sumó la
estadista, llevando la voz argentina como primer embajador en las Naciones
Unidas.
·
Salvador
Mazza (1886-1947), médico y bacteriólogo que consagró su vida a investigar la
causa del mal de Chagas-Mazza. que produjo y produce males cardíacos mortales
en las provincias del norte argentino. Salvador Mazza descubrió que esta
pandemia está causada por la picadura de un insecto llamado vinchuca, que anida
y se reproduce por millares en los ranchos con techo de paja. Destruyendo en»
ranchos y urbanizando esos lugares desaparecería este mal que devora anualmente
a miles de argentinos principalmente en la provincia de Santiago del Estero.
Los
científicos nombrados como ejemplo y otras legiones de hombres de Ciencia, como
matemáticos, graduados en energía atómica y ciencias exactas, juristas, músicos
y cantores, hasta llegar a un genio deportivo como Lionel Messi, exhiben una
demografía bien dotada en su físico, en su alma y en su espíritu.
Lo
dicho es suficiente para destruir el disparate de Juan Bautista Alberdi en su
libro Bases y puntos de partida para la organización política de la República
Argentina, quien enseña:
«El
inglés es el más perfecto de los hombres» (página 89).
«El
idioma inglés, como idioma de la libertad, de la industria y del orden, debe
ser más obligatorio que el latín. No debería darse diploma ni título
universitario al joven que no lo hable y escriba.» (páginas 59 y 60).
«¿Quién
casaría a su hermana o a su hija con un infanzón de la Araucania, y no mil
veces con una zapatero ingles que no conoce ni la O.»
«En
América, todo lo que no es europeo es bárbaro» (p. 65).
«Negociar
empréstitos en el extranjero, empeñar vuestras rentas y bienes nacionales para
empresas que los harán prosperar y multiplicarse» (página 84).
«El
dinero es el nervio del progreso y del engrandecimiento, es el alma de la paz
y del orden, como es agente rey de la guerra... obtener empréstitos
garantizados con la hipoteca de todas las rentas y propiedades provinciales
unidas...» (página 163).1
A
criterios increíbles como el de Alberdi se sumó Antonio Zinny, quien forjó el
taiso axioma de que «si los ingleses hubieran triunfado cuando las invasiones
de 1806 y 1807, no estaríamos como estamos». Ignorancia y perversidad sin igual
que hizo una trágica escuela de seguidores en los altos círculos sociales
porteños.
Todo
comentario frente a tal ceguera sería redundante
En la
Argentina nació un hombre hispanoindiano que se llamó Juan, cuyo verbo
implemento ante nosotros el res non verba latino con la frase «Mejor que decir
es hacer, mejor que prometer es realizar».
Las
ventajas biológicas del encuentro hispanoindiano hicieron el cuerpo del mestizo
y la formación intelectual que forjaron su alma (energía vital) y su espíritu
(el yo). Se sentó así este principio cardinal:
«Actuemos de tal modo que al principio hegeliano del yo en
el nosotros se determine que ese nosotros se realice y perfeccione por el yo».
Tal fue
el principal apotegma de Juan Perón inserto en su ensayo filosófico que se
denominó La Comunidad Organizada. Con este principio, la Toponimia Patagónica
de Etimología Araucana dio su genuino nombre a los lugares y a las cosas de la
Argentina y de Hispanoamérica.
La
formación económica universitaria de Juan Perón por primera vez se hace
pública en este estudio. Es el camino, la verdad y la vida que se señaló a
Hispanoamérica y Latinoamérica «Ahora o Nunca» como lo determinó en un libro
aparecido en Montevideo en 1967 y al que tuvimos el honor de dar su título
sintético.[1]
En este
trabajo que hemos titulado «El devenir Hispanoindo americano. Prognosis de su
futuro» establecemos la continuidad de la toponimia Patagónica a través de los
estudiosos Ezequiel Ramos Mexía, Bailey Willis, Enrique Mosconi, Alonso
Baldrich, Manuel Savio y desenvolviendo el pensamiento de Juan Perón hasta el
final de sus días (1974).
Quedan
pendientes para las presentes y futuras generaciones los estudios de la
Patagonia referidos a Sierra Grande (Río Negro), Vaca Muerta (Neuquén, Río
Negro y Mendoza) y a las 200 hectáreas en la provincia de Neuquén cedidas a
China por 50 años para instalar una estación espacial.
El
imperativo es avanzar y seguir, estudiando, rectificando y creando una
toponimia patagónica genuinamente argentina e hispanoindoamericana. Un solo
país.
[1] Juan D. Perón, Latinoamérica
Ahora o Nunca, editada en
Montevideo en 1967 con prólogo del Mayor Pablo Vicente
Esta obra fue
incorporada en su totalidad a la más conocida “La hora de los pueblos” (1968) Cfr l XXII de
Obras Completas de
Juan Domingo Perón Editorial Docencia Buenos Aires,
2002.
[1] Juan D. Perón, Latinoamérica
Ahora o Nunca, editada en
Montevideo en 1967 con prólogo del Mayor Pablo Vicente
Esta obra fue
incorporada en su totalidad a la más conocida “La hora de los pueblos” (1968) Cfr l XXII de
Obras Completas de
Juan Domingo Perón Editorial Docencia Buenos Aires,
2002.
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