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jueves, 13 de octubre de 2016

Lo pacificamente correcto

Alta política, programa del 4 de Octubre de 2016, Javier Cornejo y Andrés Suriani presentan un fragmento donde una diputada colombiana protesta por el acuerdo de paz con las FARC.






El acuerdo de paz en Colombia es una tapadera para imponer el movimiento gay y la guerra de sexos
by rafaadmin
Me venían preguntando los esperanzados lectores colombianos mi opinión sobre el flamante acuerdo de paz que hoy votan en referéndum y no sabía qué contestar, aunque, ciertamente, me extrañaba que se resolviera el conflicto y que, encima, lo llevaran a referéndum.
Hoy, alguien en mi Facebook ha publicado una declaración de George Soros congratulándose del proceso y mis alarmas han saltado. He dicho, textualmente: “la guerra de clases ya no es necesaria cuando tienen la guerra de sexos”.
Al minuto alguien ha colgado el siguiente vídeo, que explica cómo en los acuerdos de paz han introducido el “asunto de género”, con la siguiente frase: “la subcomisión de género seguirá trabajando para que en los acuerdos a los que se llegue se garanticen las condiciones para toda la sociedad y especialmente para las mujeres y la población LGBTI”.
Recordemos que el pasado 10 de agosto hubo una macromanifestación en Colombia contra la implantación de la ideología de género en las escuelas y ya tenéis el enigma resuelto. El acuerdo de paz es sólo una tapadera para introducir la homosexualización y la guerra de sexos.
Una vez más queda demostrado que la guerra de clases y la guerra de sexos ha sido planificada, financiada y ejecutada por los mismos agentes.


La historia de los estrechos vínculos de chilenos con las FARC
“En Chile existe un grupo de apoyo muy particular. Se trata de una célula del PC que hace trabajos de apoyo con respaldo del partido”, dice uno de los 300 correos que incautó la policía colombiana del computador de Raúl Reyes, el fallecido “canciller”. Además, las FARC entrenaron a miembros del FPMR y a grupos mapuches; un chileno fue el encargado de manejo de masas, informática y los cuidados médicos del comando central de la guerrilla, y otro les quiso regalar 8 toneladas de fusiles M-16.
El rechazo que le dieron los colombianos al acuerdo de paz que impulsó el Presidente Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC no sólo generó sorpresa porque las encuestas y buena parte de la comunidad internacional pronosticaban un holgado triunfo, sino porque deja abierto un final desconocido con las exigencias que pone sobre la mesa de negociaciones el ex Presidente Álvaro Uribe, el principal detractor al acuerdo (quien basa su reproche en el hecho de que se dejarían en la impunidad crímenes de lesa humanidad).
En una cerrada votación, el 50,21% de los colombianos que fue a votar dijo que NO, superior en solo 60 mil votos al 49,78% que apoyaba el acuerdo de Santos, que establecía que quienes confesaran crímenes ante un tribunal especial podrían evitar la cárcel y recibir penas alternativas, y que las FARC tendrían garantizados en el Congreso cinco cupos para senadores y cinco para diputados, entre otros.
El jefe de la guerrilla, Rodrigo Londoño (Timochenko) dijo ayer desde La Habana que “reafirma ante Colombia y el mundo que sus frentes guerrilleros en todo el país permanecerán en cese al fuego bilateral y definitivo como una necesaria medida de alivio a las víctimas del conflicto y en respeto a lo acordado con el gobierno”.
En Chile, el canciller Heraldo Muñoz pidió a los colombianos, antes de la votación, respaldar el plebiscito “porque asegura la paz después de 52 años de guerra y conflicto armado en ese país”, declaración que fue cuestionada por diplomáticos chilenos por ser injerencista.
“Es un acto absoluto y soberano de los colombianos, sobre todo que hay una masa importante de gente que considera que no es conveniente. Uno podrá haber acompañado el proceso, pero el acto soberano de un plebiscito debe ser decidido por los colombianos y Chile no debe interferir”, replicó Fabio Vio, ex embajador chileno en media decena de países.
Las historias de chilenos de las FARC
Los chilenos Carolina López y Julián Conrado en el campamento de Raúl Reyes
Sin embargo, pese al deseo de  paz del canciller Muñoz ha habido decenas de chilenos simpatizantes del que fue considerado durante décadas como un grupo narcoterrorista, y que estuvieron en sus filas ya sea como combatientes, recibiendo entrenamiento o promoviendo su ideología y captando simpatizantes y financistas. Algunos miristas hasta plantearon regalarle a la guerrilla más antigua de América Latina ocho toneladas de M-16 en “solidaridad”.
La muerte del “canciller” de las FARC, Raúl Reyes, por un bombardeo del Ejército Colombiano en 2008 dejó al descubierto la extensa relación que mantenía la guerrilla con militantes y líderes del Partido Comunista, como el diputado Guillermo Teillier, el secretario general Juan Andrés Lagos, el diputado Lautaro Carmona y hasta la fallecida Gladys Marín.
Es que en los computadores de Reyes la policía colombiana encontró casi 300 correos que daban cuenta de dicha relación entre 2003 y 2008. “En Chile existe un grupo de apoyo muy particular. Se trata de una célula del PC que hace trabajos de apoyo con respaldo del partido, para lo cual cuentan con independencia para estar recibiendo directamente nuestra orientación”, señalaba uno de los correos.
En 2006, el comunista Manuel Francisco Olate Céspedes, alias Roque, le escribió a Reyes que “decidimos crear una pantalla para el trabajo del grupo, el Comité de Solidaridad con el Pueblo Colombiano. Con este comité nos van a recibir en la CUT y otras organizaciones gremiales y de trabajadores”.
 Olate visitó frecuentemente a las FARC, para la que era encargado de la “Comisión Internacional de las FARC en el cono sur”, y estuvo con Reyes cuatro días antes de que muriera junto a otros tres militantes chilenos, Valeska Carolina López, José Bozo y Mónica Paz.
Por sus actividades clandestinas fue investigado por las fiscalías de Colombia y Chile respecto de si traficó armas para la guerrilla, ya que un correo electrónico señalaba que “el chileno, en diálogo privado, se nos identifica como del MIR y nos hace la siguiente oferta: entregar a las FARC, en nombre de la organización, como solidaridad, más de ocho toneladas de fusiles M-16 que tienen encaletados en el norte de Chile. Nosotros tendríamos que transportarlos desde allá”.
 Colombia pidió la extradición de Olate pero la Corte Suprema la rechazó en 2011.
 El entrenamiento de las FARC a mapuches y miristas
En otro correo incautado, Olate le solicita a Raúl Reyes entrenamiento para grupos mapuches que “hace rato están en la lucha con el Estado por la devolución de sus tierras, tienen planes ambiciosos respecto de liberar una zona en el sur de Chile. A través de unos contactos se acercaron a nosotros para pedir apoyo en términos de instrucción. Ellos calculan en un par de años llevar a cabo su plan, y por las características de ese pueblo es probable que hablen en serio”.
En otra comunicación le señala que habló con los mapuches, que les explicó la “dureza del régimen militar y de los riesgos  a que se exponen por la diaria confrontación armada con las tropas enemigas”.
Para la fiscalía chilena era claro que ello ocurrió ya que los mapuches comenzaron a realizar acciones y atacar en varias regiones del país, copiando tácticas idénticas a las empleadas por la guerrilla.
En abril de 2013, el director general de la Policía Nacional de Colombia, José Roberto León, aseguró que encontraron “evidencia  a nivel de información hallada en los computadores que evidencia que las FARC realizaron capacitación especialmente a los mapuches en Chile”.
El porteño que combatió con las FARC
Otro chileno que perteneció a las FARC fue José Roberto Carrasco Pizarro, un publicista de Valparaíso que decidió irse al grupo terrorista “porque siempre han estado al lado de los pobres”.
Él quería ir a pelear porque si las grandes empresas no reconocen países, “¿por qué los revolucionarios no debemos unirnos para defendernos?”, e ingresó al grupo en noviembre de 2012 tras varios intentos ya que desconfiaban de él.
“Aquí la gente es muy desconfiada. Compraba un periódico y si decía ‘combate en San Antonio’ me iba para allá”, relató a la BBC.
En la guerrilla fue encargado del manejo de masas, informática y de cuidar a los integrantes del comando central, ya que le enseñaron nociones de enfermería.

 

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