21 mar
De todas las mentiras que he escuchado a lo largo
de mi vida sobre asuntos históricos, quizá entre las que más me molestan estén
las relativas al papel ejercido por España en América. Las que conforman la “Leyenda
Negra” que acusa a España de genocida y esclavizadora de los pueblos
americanos durante la Conquista. Y me molestan porque son acusaciones
falsas e infundadas, que a base de ser repetidas e introducidas con calzador en
el ideario popular, hemos acabado por creérnoslas hasta los propios españoles.
Todo
proceso histórico conquistador o colonizador conlleva el uso de la violencia y
de las armas. Si bien el Imperio Romano invadió y conquistó España desde
el siglo III A.C., arrasando y aniquilando a nuestros antepasados celtíberos,
lusitanos, astures o cántabros, a nadie con un mínimo de inteligencia se le
ocurriría hoy decir que Roma es la culpable de “la aniquilación de España” y
del “sometimiento injusto” de nuestro pueblo. Más bien, los españoles
mantendremos una deuda eterna con Roma por habernos dejado un legado
inigualable tras su paso, latinizándonos y regalándonos su influencia y su
organización. Algo parecido, o quizá de superior magnitud, sucedió en lo que
respecta a la transmisión de riqueza a América tras nuestra llegada. La
diferencia, sin embargo, es que el Imperio Romano no tuvo la mala suerte de
contar con un enemigo anglosajón que volcara sobre él durante siglos infinitas
mentiras y leyendas destinadas a diezmar su legitimidad y grandeza
incontestables.
También
los propios Tlaxcaltecas ayudaron a Hernán Cortés a derrotar a
sus enemigos de Tenochtitlán (los Aztecas de Moctezuma), y los
Aztecas, a su vez, combatieron junto a los españoles en posteriores colonizaciones…La
historia, como vemos, es al final una sucesión de conquistas, y si bien se
cometieron algunos casos aislados de maltrato durante los periodos de
introducción y de Conquista (inevitables teniendo en cuenta las gentes, las
circunstancias y la época) España no ejerció sobre los nativos americanos
ningún tipo de genocidio ni esclavitud generalizado. Muy al contrario, podemos
decir (y avalarlo con documentación y hechos contrastados de la historia), que
España fue el único país de Europa que siempre protegió en su Conquista a los
nativos de todos nuestros territorios de Ultramar, garantizándoles una vida
digna y unos derechos integrales.
Pocos
años después de nuestra llegada a tierras americanas, y en virtud de nuestra
condición de Reino católico (clave en nuestra posterior relación con los
indígenas), y del impulso de nuestros frailes Franciscanos y Jesuitas,
fuimos los propios españoles quienes dictamos multitud de normas, leyes y
decretos oficiales que protegían a los indígenas de cualquier abuso. Y fue la
propia Reina Isabel la Católica quien determinó tras el primer viaje de Colón,
que los indios nativos no debían ser considerados esclavos, ni siquiera gentes
colonizadas, sino súbditos de pleno derecho de la Corona Española, como
habitantes de las nuevas provincias recién descubiertas.
Llegada
de Cristóbal Colón a América
Y nos
tomamos tan en serio los españoles la aplicación de justicia sobre los
indígenas del Nuevo Mundo, que la Monarquía Hispánica inmediatamente
acometió las reformas necesarias para regular su trato de forma oficial. De
esta manera, nada más dos décadas después de iniciarse el Descubrimiento (el
27 de diciembre de 1512), España abolió la esclavitud indígena mediante las
“Leyes de Burgos”, en las cuales se emitieron las ordenanzas necesarias
“para el gobierno con mayor justicia de los naturales, indios
o indígenas” y se estableció que el Rey de España tenía derecho a “justos
títulos” de dominio del Nuevo Mundo, pero sin derecho a explotar
al indio, que era hombre libre y podía tener propiedades, pero que como súbdito
debía trabajar a favor de la Corona sin mediar la esclavitud, retribuido y con
libertades garantizadas, a través de los españoles allí asentados. España
anteponía la evangelización de los nativos a cualquier otra materia, nativos a
quienes consideraba hermanos cristianos, dejando a un lado las excepciones
salvajes que efectivamente se pudieran dar y de las que de ninguna manera fue
culpable España como unidad.
Pero las
“Leyes de Burgos” no fueron unas leyes aisladas en lo referente al trato a los
indígenas, y treinta años más tarde (1542), España emitía las “Leyes
Nuevas” ( o Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por Su Majestad para
la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios),
en las que entre otras cosas se regulaba aún más en detalle el trato a los
nativos, proclamando de nuevo su libertad y suprimiendo igualmente las
encomiendas. Eran normas emitidas por los propios españoles y que restaban
derechos a los pobladores españoles en beneficio de los indígenas, algo inédito
en aquel momento y digno de asombrosa admiración…En esas “Leyes Nuevas”, el Emperador
Carlos I mandó constituir una comisión que determinara la limitación de los
derechos de los españoles en sus encomiendas y el sistema y forma en que se
llevaban a cabo las Conquistas (no podían violarse los derechos indígenas en
ese proceso). En dichas leyes, también se regulaban los tributos que los
indígenas debían aportar al Estado, como súbditos del Rey que eran y no como
esclavos.
Plano de
Lima en 1687, por entonces una de las ciudades más avanzadas del mundo
En
resumen, en lo relativo al trato a los indígenas, las “Leyes Nuevas” aportaban
lo siguiente:
– Sobre
la esclavitud:
* Cuidar
la conservación y gobierno y buen trato de los indios
* Que no
hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por
rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.
* Que los
esclavos existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno
derecho jurídico a mantenerlos en ese estado.
* Que se
acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores
(tamemes), sin su propia voluntad y con la debida retribución.
* Que no
fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas.
* Se
dictó orden a la armada española para la persecución y castigo de las naves
esclavistas inglesas, holandesas y portuguesas que infectaban el caribe con
destino a las colonias anglosajonas y a Brasil.
– Sobre
las encomiendas:
* Que los
oficiales reales, del virrey para abajo, no tuvieran derecho a la encomienda de
indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o
cofradías.
* Que el
repartimiento dado a los primeros Conquistadores cesara totalmente a la muerte
de ellos y los indios fueran puestos bajo la real Corona, sin que nadie
pudiera heredar su tenencia y dominio.
Y es que,
como decía el historiador e hispanista estadounidense Lewis Hanke, uno
de los mayores expertos sobre Hispanoamérica: “Ninguna nación europea se
responsabilizó de su deber cristiano hacia los pueblos nativos tan seriamente
como lo hizo España”. Y no solo cuidamos más que ningún otro
país nuestra relación con aquellos nuevos compatriotas, sino que el nacimiento
del Imperio Español en América supuso, de facto, en inicio de uno de los
periodos más prósperos de la historia universal. Un periodo en el cual la
ciudad de México llegó a convertirse en la urbe más grande y rica del
planeta, o en el que cuando llegaron las independencias, España había creado un
legado que convertía a Hispanoamérica en la región más próspera del planeta,
con un nivel de vida y una economía incluso superiores a las de la Europa de
entonces y con unas ciudades (como Lima, Santa Fe de Bogotá o México),
mucho más importantes que Londres, París o la Roma de aquel momento…Y
fuimos quizá tan respetuosos y precavidos, que podemos afirmar que los
problemas reales de las independencias americanas no fueron causados por
España, sino por los trágicos y mal llamados “libertadores”, que en
nombre de una falsa igualdad arrebataron a los indios sus derechos y sus
tierras comunales, amparadas por las leyes y los derechos que los españoles
habíamos decretado siglos antes.
Nuestra
labor en América no tuvo absolutamente nada que ver con genocidios o
esclavitudes, y sin embargo sí mucho que ver con el florecimiento en América de
una nueva cultura que venía a cambiar para mejor la que nos encontramos al
llegar. Descubrimos sociedades tecnológica y humanamente 3000 años atrasadas,
generalmente inconexas entre ellas, que en su práctica totalidad practicaban el
canibalismo y los sacrificios humanos, y a las cuales situamos a
la cabeza del mundo en pocos siglos. Y es España la responsable de haber
trasladado a América el urbanismo, el derecho, las economías estructuradas,
la agricultura, las universidades, las catedrales, las técnicas
arquitectónicas, la influencia del Renacimiento, la imprenta, la rueda, la
escritura, la música o la fe, entre otras infinitas cosas. Fundamos 23
universidades en América que daban educación a casi 200.000 alumnos
de todas las clases sociales y razas (Portugal no fundó ninguna en Brasil
durante su periodo colonial, mientras que la Inglaterra colonial de
entonces, por ejemplo, hasta ese momento se había preocupado más bien poco por
educar a sus indígenas), y a través de la península, hacíamos llegar a América
todas las corrientes intelectuales y las artes que la grandiosa España de entonces
absorbía.
CAPITULO XII del testamento de
ISABEL LA CATOLICA: «Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la
Santa Sede Apostólica las islas e tierra firme del mar Océano, descubiertas e
por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al
Papa Alejandro sexto de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de
procurar inducir e traer los pueblos de ellas e los convertir a nuestra Santa
Fe católica, e enviar a las dichas islas e tierra firme del mar Océano perlados
e religiosos e clérigos e otras personas doctas e temerosas de Dios, para
instruir los vecinos y moradores de ellas en la Fe católica, e les enseñar e
doctrinar buenas costumbres e poner en elfo la diligencia debida, según como
más largamente en las Letras de la dicha concesión se contiene, por ende
suplico al Rey, mi Señor, muy afectuosamente, e encargo e mando a la dicha
Princesa mi hija e al dicho Príncipe su marido, que así lo hagan e cumplan, e
que este sea su principal fin, e que en ello pongan mucha diligencia, e non
consientan e den lugar que los indios vecinos e moradores en las dichas Indias
e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas e
bienes; mas mando que sea bien e justamente tratados. E si algún agravio han recibido,
lo remedien e provean, por manera que no se exceda en cosa alguna de lo que por
las Letras Apostólicas de la dicha concesión nos es infundido y mandado».
¿Qué se
cometieron atrocidades e injusticias? Sin duda, sí. ¿Qué hubo quienes
utilizaron su poder personal para esclavizar a veces a los indígenas? También.
Pero el 95% de las muertes acaecidas por aquel tiempo en América no son
producto de las armas españolas, sino de los virus y enfermedades (como la
gripe, la viruela, la escarlatina o el sarampión), que inevitablemente se
transmitieron de España a América y de América a España entre dos mundos que
hasta ese momento habían estado permanentemente aislados entre sí.
Por todo
ello, creo que es deber de toda la comunidad Hispanoamericana conocer estos
hechos, para no dejarnos seguir engañando por la leyenda negra creada por el
mundo anglosajón y por quienes encabezaron las distintas independencias e
hicieron creer a algunos que la bellísima historia común que tenemos no fue
sino una vulgar y cruel escabechina. Con un poco de rigor histórico y cultura,
descubrimos que lejos de ser aquello que esos dicen, la historia de España en
América es uno de los periodos más hermosos y prósperos de la historia
universal, porque España no fue a América para irse sino para quedarse, para
construir y para fusionarse. Y fruto de ese aporte y de esa fusión son sus
ciudades y sus gentes de hoy, que son el mejor ejemplo vivo de aquella gesta
sin igual que hermanó para siempre a una comunidad de naciones que hoy engloba a
450 millones de personas.
FUENTE:
“Guía políticamente incorrecta de la civilización occidental”, adaptación
española basada en: The Politically Incorrect Guide to Western Civilization.
Anthony Esolen y José Javier Esparza Torres. Ciudadela Libros, S. L. Madrid
(2009). ISBN: 978-84-96836-56-3
LOS MAPUCHES NO SON UN
PUEBLO ORIGINARIO
Horacio Ricciardelli:
OTRO APORTE AL ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD SOBRE LOS “MAPUCHES ARGENTINOS” TRABAJO REALIZADO POR EL COMPATRIOTA LIC.JORGE MONES RUIZ.
OTRO APORTE AL ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD SOBRE LOS “MAPUCHES ARGENTINOS” TRABAJO REALIZADO POR EL COMPATRIOTA LIC.JORGE MONES RUIZ.
Por el Lic. Jorge P. Mones Ruiz
Dentro del territorio centro-sur argentino sus
antiguos pobladores (Tehuelches, entre otros), recibieron la influencia de la
invasión araucana a partir de 1550 aproximadamente. Ese conocimiento de los
grupos aborígenes de los más remotos tiempos y luego, de quienes tuvieron que
soportar la entrada de los araucanos invasores, fue analizado coherente y
científicamente, sin encontrar en ninguna de tales parcialidades (cruzamiento
entre distintas etnias) la voz araucana “Mapuche” para designar a cualquiera de
esos grupos humanos.
La palabra “mapuche” fue creada para un fin
específico. Esta voz del antiguo arauco no corresponde a ningún tipo étnico ni
parcialidad, ni familia o cultura, sean estas designaciones empleadas tanto en
especial como en general.
Tengamos presente que jamás figuró un solo cacique,
un cona o capitanejo, una princesa, un gran cazador o guerrero, ni un individuo
determinado que fuera conocido como “mapuche”, pues a todos esos ándidos, sean
araucanos, pampas, ranqueles, boroganos, huiliches, pehuenches o tehuelches, se
los identificó por sus etnias reales y nunca jamás como “mapuches”.
Ningún jefe indígena figuró o combatió como
representando a esa arbitraria e interesada designación de “mapuche” que fue
totalmente desconocida hasta principio del siglo XX, años 1902-1903
aproximadamente (tener en cuenta el conflicto argentino-chileno, Curamalal –
con su antecedente de 1897 – 1898).
Este término fue creado por estudiosos chilenos
y agentes ingleses interesados, quienes propiciando la palabra mapuche para
aplicarla a los indígenas, tanto de Chile como de Argentina, hacían desaparecer
viejas etnias como los araucanos, pampas, huiliches, pehuenches o tehuelches,
aglutinando bajo el nombre de “mapuches” a todas las parcialidades que eran
argentinas, borrándolas de los valles cordilleranos y de la Patagonia , para
lograr la posesión de un vasto y fecundo territorio argentino, que siglos antes
había sido invadido por araucanos chilenos.
La “creación mapuche” igualaba a todos y era, y es,
una expresión que muchos desprevenidos no llegan a entenderla. Fue un “invento
geoestratégico” y hoy es un problema potenciado por intereses foráneos.
El almirante Fraga refiere la “cuestión Mapuche”
como una circunstancia de particular relieve en el planteo geopolítico y
geoestratégico de la Patagonia. Es dable destacar que la supuesta “nación
mapuche” abarca una zona que incluye bajo una misma región una porción de
territorio chileno y argentino (en este último caso en la provincia de Neuquén
y su proyección del otro lado de los Andes.
La bandera mapuche es auspiciada por el exterior
(especialmente desde Europa) y particularmente desde grupos sectarios
religiosos, interesados en la campaña pro-mapuche que en los últimos tiempos se
agita permanentemente y ocupa un importante espacio en los diferentes medios de
difusión y culturales de ambos países afectados.
Es necesario destacar que algunos sectores
militares chilenos, y más allá de sus pretensiones históricas, observan con
preocupación la cuestión mapuche, ya que perciben una maniobra interesada
“segregacionista” que afectaría a Chile en un ecosistema, que sin considerar la
frontera política, es compartido como región geográfica con la Argentina.
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer;
y entre tu linaje y su linaje;
éste te aplastará la cabeza,
y tú le aplastarás el calcañar”. (Génesis 3,15)
LA MANIFESTACIÓN DEL LINAJE DEL PUEBLO DE DIOS.
Por gracia y designio de Dios, el descubrimiento de América fue un 12 de Octubre, coincidente con la Fiesta de la Virgen del Pilar, en memoria de aquel pilar de jaspe que le dejó la Santísima Virgen como testimonio de su visita al apóstol Santiago. Esta primera “aparición” de la Madre de Jesús, fue en realidad una bilocación, pues aún vivía en Jerusalén, cuando lo visitó a Santiago en Compostela, para confirmarlo en su evangelización en el confín occidental del mundo conocido.
Santiago el Mayor, en cuyo hogar se hospedó la Santísima Virgen, que había sido encomendada por el Señor desde la Cruz a su hermano Juan, y que Él mismo los distinguió con el sobrenombre de Boanerges, es decir hijos del trueno.
Con este espíritu del rayo, el hijo del trueno, Santiago, es el primero que se aleja de Palestina para sembrar tan rápida como profusamente la semilla evangélica -con su sola palabra, ya que aún no se habían escrito los Evangelios-, reúne un grupo de discípulos y funda una comunidad que continuará su obra por los siglos de los siglos.
Con este mismo espíritu, y luego de dedicarle en Zaragoza el primer templo levantado en el mundo a la honra de la Santísima Virgen, vuelve a Jerusalén donde se convierte en el primer mártir de los apóstoles.
El espíritu de Santiago, Patrono de España y también de América, es el que lleva a los españoles a la Reconquista de España; es el espíritu arrojado, hidalgo, magnánimo y valiente de don Quijote y es el espíritu de los evangelizadores y conquistadores del nuevo mundo.
Su obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la Historia. Es única en el mundo. Constituye el más calificado blasón y es la mejor ejecutoria de la raza, ya que la obra civilizadora es un rosario de heroísmos, de sacrificios y de ejemplares renunciamientos, que unida a las culturas de los pueblos locales, parió este pueblo mestizo.
EL ESPÍRITU DE NUESTRA RAZA.
Es el mismo espíritu que lleva a aquel pueblo a plantar la Cruz en la Alhambra de Granada en 1492, dando fin a la guerra más larga y tenaz que conoce la historia universal: los árabes que invadieron España en el 711 tuvieron que rendirse en su último baluarte, después de ir retrocediendo paso a paso ante las armas cristianas guiadas por Santiago, apareciendo entre ellos como un rayo, tremolando con una mano su estandarte con la Cruz roja y blandiendo con la otra la espada reluciente.
Cuando los Reyes Católicos arrojaron de España a los musulmanes, el “Boanerges”, valiente jefe de los ejércitos de España y terror de los infieles, se despojó de su brillante armadura y subiendo a la Santa María, la nave capitana de Cristóbal Colón, se convirtió en el mensajero de la fe.
Así como María, en la primera epifanía de Belén, fue la que presentó al Divino Niño en sus brazos a la adoración de los Reyes Magos, representantes de la gentilidad del mundo antiguo; así también una vez más, los hombres conocieron a Cristo a través de Ella en esta nueva epifanía del nuevo mundo el 12 de octubre de 1492.
En estas raíces se funda nuestro linaje, nuestra raza mestiza que comenzó a prepararse en la formación misma del pueblo ibérico desde la conquista romana en el siglo I a.C. sobre celtas, íberos, visigodos y norteafricanos y se continuó forjando en los 800 años de lucha en la Reconquista de España en un único y continuo proceso de formación, mestización y trasmisión del modelo cristiano de comunidades de hombres libres.
LOS DOS LINAJES
La continuidad y afirmación de este linaje en América, se lo manifiesta en 1.531 al indio Juan Diego, Nuestra Señora de Guadalupe –Coatlaxopeuh en lengua nahualt- que significa: «Yo he pisoteado la serpiente».
La imagen mestiza de la Madre del Amor Encarnado es el elemento fundante y fundente de este peculiar, original y único continente mestizo de la tierra.
Mestiza su población y mestiza su cultura por ser único también, el proceso de conquista y evangelización, en que los vencedores se funden y conviven con los pueblos vencidos unificando así política, cultural y genéticamente a América, el Continente de la Esperanza.
Mientras esto sucede en América, para la misma época en Europa, la revolución protestante, madre del Renacimiento Anglosajón, despierta en Inglaterra la “antigua serpiente” del paganismo, que sostiene que la tierra está poblada por dos razas de hombres: los verdaderos, o sea ellos mismos y los otros, los esclavos, “herramientas parlantes”, como los denominaba Aristóteles.
ARGENTINA Y LA CONQUISTA CRIOLLA.
Hay también entre nosotros un camino de evangelización y conquista señalado por Nuestra Madre para crear una Nación y un pueblo único desde la fe que lo transforma a través de la estirpe en este proceso de mestización.
El Río de la Plata, ya nominado Argentina en 1604 por Martín del Barco Centenera, es el único lugar de América que fue conquistado por criollos y que tuvo la primacía también, de tener el primer gobernador criollo: Hernandarias, elegido por el pueblo de Asunción.
En este proceso propio de conquista y fundación de pueblos, se fue definiendo la estirpe del gaucho, genio y figura del linaje de la Virgen de Luján, que desde 1630 continúa forjando un pueblo nuevo a través de la mestización.
Este “Misterio Grande” en que españoles, criollos e indígenas primero, y la gran inmigración de los siglos XIX y XX después, crearon una cultura nueva que forja continuamente odres nuevos para el vino nuevo, solo se entiende desde la presencia, la acción y devoción de María desde el nacimiento mismo de la Argentina.
LA CORRIENTE INDIGENISTA ANTI-HISPANICA, CON SEDE EN BRISTOL INGLATERRA.
Esta corriente indigenista es una rama de esta contracultura, verdaderamente demoníaca, que dio origen a todos los racismos de cualquier época y lugar. No es otra cosa que el indigenismo británico, que tomando la voz de las víctimas, no son sino sus propios asesinos.
En la argentina esta operación queda al descubierto porque los supuestos Mapuches, integrantes de la comisión ENLACE MAPUCHE INTERNACIONAL, con sede en la ciudad de brístol, Inglaterra, son casi todos ingleses.
Las comunidades “mapuches” habiendo logrado territorio, D.N.I Mapuche, justicia autónoma aplicable dentro de sus territorios, solo le falta un gobierno propio y autónomo para alcanzar el estatus de Estado-Nación; si esto sucede estarían en condiciones de apelar a la O.N.U para ser un estado totalmente independiente, por un artículo existente en dicho organismo de la libre auto-determinación de los pueblos, y así separarse del Estado Argentino.
Para nosotros, la raza no es un concepto biológico, darwinista, materialista, al modo de la contracultura de la modernidad anglosajona; sino que por el contrario, es el espíritu que anima a un pueblo, a una nación y le da un sello personal e inconfundible. Una es ethos: carácter, espíritu; la otra zoología.
La fe es el elemento fundente de la unidad de un pueblo como el nuestro, donde están expresados casi todos los pueblos de la tierra.
La Santísima Virgen María que es la Madre del linaje de los hijos de Dios –nuestra raza-, es la que reúne, protege y alienta a seguir la marcha que lleva a la salvación de todo un pueblo.
Solemnidad de la Virgen del Pilar.
San Luis, 12 de Octubre de 2015
Victor Eduardo Vital VGM.BIM 5.
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