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martes, 18 de octubre de 2016

El cuento del cambio climático



Qué son los gases invernadero?
¿Y qué NO son gases invernadero?
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Septiembre 23, 2016
Lo que la gente y muchos científicos entienden por “gas invernadero” es un concepto erróneo que nace de una comparación equivocada –que a muchos científicos se les ha pasado por alto, o no les ha importado que esa falacia perdure en el debate sobre el clima.
El término “efecto invernadero” proviene del efecto que se produce dentro de los edificios de techos y paredes de cristal o de plástico, donde se crían plantas porque el ambiente allí dentro es mucho más favorable para su creci-miento que el exterior. Primero, porque la luz y la energía solar atraviesa los cristales del techo y calientan al suelo y al aire dentro del invernadero y la temperatura más elevada es más favorable para las plantas que las tempera-turas baja, como se comprueba con la inmensa diversidad biológica que hay en el cinturón tropical que en el cinturón polar.
Segundo, porque los jardineros y los quinteros descubrieron que si se inyecta a ese recinto cerrado una elevada concentración de dióxido de carbono, o CO2, el rendimiento de sus cosechas se multiplica entre un 30 a un 50% de acuerdo con la especie cultivada. Pero el concepto básico del “efecto invernadero” es que dentro del invernadero cerrado la temperatura aumenta de manera sostenida debido que el calor que ingresa desde el sol no puede salir al exterior porque los vidrios lo impiden. Un asunto que todos hemos comprobado cuando hemos dejado a un automó-vil bajo los rayos de un sol de verano con las ventanillas cerradas. La temperatura exterior puede ser de 30º C pero en el interior del automóvil se alcanzan temperaturas de hasta 80 o 90º C, y niños dejados en su interior han muerto por sofocación.
La Tierra no es un sistema cerrado como un invernadero porque su techo no es de cristal sino que su techo es el espacio exterior, que está a una temperatura ce cientos de grados Celsius bajo cero. El calor de la superficie y a atmósfera cercana al suelo se eleva a las alturas por un fenómeno conocido como convección, o el efecto de ascenso de una masa de aire caliente al ser empujada desde abajo por aire más frío, más denso y más pesado. Las corrientes convectivas pueden alcanzar a ciertas alturas velocidades de más de 200 km por hora, y son la causa principal del fenómeno de la formación del granizo, que se hace por el reciclado de gotas agua de lluvia congeladas que van aumentando de tamaño durante los varios ciclos de ascenso y descenso de las “piedras” de granizo.
Por eso, hablar de “·efecto invernadero” es un error científico que es hábilmente explotado por políticos y alarmis-tas del clima. El efecto invernadero no aumenta ni disminuye en la atmósfera de la Tierra por una razón muy simple: no existe. El clima de la Tierra es benigno y mantiene una temperatura favorable para la vida gracias a los vientos que existen en su superficie y en las diferentes alturas de la atmósfera. Los vientos son causados por la diferencia en la temperatura entre dos masas de aire: la masa cálida asciende por convección y es reemplazada por masas de aire que acuden desde distintas fuentes y direcciones a ocupar el espacio de baja presión atmosférica que deja el aire cálido en su ascenso.
Los vientos predominantes en todas regiones del globo son causados por esa diferencia de presión entre zonas y su dirección está determinada por la rotación del planeta, donde observamos a los vientos alisios, a los vientos llama-dos “trade winds” o vientos del comercio que eran explotados por los veleros que navegaban en el Océano Pacífico desde oriente hacia América, por ejemplo. O los vientos predominantes desde el noroeste hacia el suroeste y sus inversos en sentido opuestos que llevan aire húmedo o aire seco, dependiendo de su ubicación en los continentes.
Pero, en la climatología actual, a pesar de las evidencias científicas de todo lo expuesto más arriba, se mantiene la falacia del efecto invernadero como si fuese causado exclusivamente por una insignificante proporción de gases llamados “de invernadero” como el dióxido de carbono, el metano, los cloro-fluoro-carbonos, o el ozono. Entonces, cuál es el verdadero papel que estos gases cumplen en la atmósfera y su importancia relativa en relación a los demás gases que la forman.
Veremos con mayor detalle a los gases que forman a la atmósfera y cuáles son los que hacen que la Tierra tenga lo que llaman erróneamente “efecto invernadero”. Esto es un asunto que está causando en estos momentos un en- cendido debate sobre cuáles son los procesos atmosféricos que hacen a nuestro planeta un ambiente hospitalario.
Echemos una mirada al gráfico siguiente.
Como se ve en la torta superior (círculo púrpura, azul, y amarillo), la atmósfera seca contiene un 78% de nitrógeno (N2), un 21% de oxígeno (O2) y alrededor de 0,8% de argón (Ar). En total, estos tres simples elementos hacen un 99,96% de todos los gases en la atmósfera, y ninguno de ellos es un “gas invernadero”. Y el impacto combinado de esos tres gases sobre el famoso “efecto invernadero” es –redoble de tambores y trompetas, por favor– cero, nada, nothing, zilch.
Los gases considerados “de invernadero” son aquellos de TRES o más moléculas que tienen la capacidad de absorber un fotón de energía e irradiarlo de inmediato. El 99,6% de los gases que componen a la atmósfera no son de invernadero porque tienen menos de tres moléculas, por lo tanto, si bien absorben calor, no lo irradian, aunque lo comunican a otros gases por conducción: cuando dos moléculas de gases se tocan, el calor se transmite de la molécula más cálida a la más fría. Mejor dicho, la molécula de mayor energía la transmite a la molécula de menor energía. Si esta molécula es de invernadero la irradiará de inmediato. Y acá está una de las bases de la ciencia que demuestra que el la molécula de CO2 no tiene ni la capacidad de elevar la temperatura de la atmósfera, ni la importancia que le atribuyen en la formación y desarrollo del clima.
Miremos ahora a la parte inferior del gráfico (en su mayor parte de color celeste).
Afirman los alarmistas y otros que saben poco sobre el asunto, que sólo el 0,04% de la atmósfera controla el balance de temperatura de la Tierra. Y la mayor parte de ese 0,04% es dióxido de carbono o CO2 que es, por cierto, un gas de invernadero –aunque el invernadero no existe. Oros gases de invernadero incluyen al metano CH4), e óxido de nitrógeno (N2O), y el ozono (O3) –que existe en la ridícula proporción de 5 millonésimas por ciento o 0,000005% y al que se le atribuyen milagrosas propiedades para filtrar a la radiación UV, algo que hace pero en muy escasa cantidad.
Finalmente podemos incluir en este combo al agua (H2O) en su forma de vapor, que no ha sido incluido en los totales de la atmósfera seca de más arriba porque su proporción en la atmósfera varía alrededor del 1%, aunque con esta pequeña proporción toma cuenta de entre el 65% al 90% al llamado efecto invernadero.
Para reiterarlo, se afirma que este aproximadamente 0,04% de la atmósfera s quien controla al efecto natural de mantenimiento del calor atmosférico del planeta, que hace que sea uno ideal para la vida de animales, plantas y a la vida humana tal como la conocemos.
Sin embargo, los gases invernadero son todos creados iguales, ni tienen las mismas características físicas y químicas .Varían en la eficiencia con que absorben y mantienen a la radiación infrarroja de onda larga que regresa desde la superficie de la Tierra en dirección al espacio exterior. Cuando los clasificamos en cuanto a su contribución relativa con el efecto invernadero se obtiene:
  1. Vapor de agua
  2. dióxido de carbono
  3. metano
  4. ozono
Bueno… ¿No se supone que es el CO2 el más importante gas de invernadero? En cierta medida tiene una pequeña importancia, pero no es –ni de lejos- el mayor contribuyente al efecto invernadero, o más correctamente, el responsable de mantener el nivel de calor en el planeta. El vapor de agua genera un mayor efecto de mantenimiento del calor en la atmósfera que cualquier otro gas conocido. Las estimaciones varían, pero el efecto combinado del vapor de agua como gas y como líquido (gotas de lluvia en las nubes), contribuyen con un 65% al 90% a la capacidad de mantener calor de la atmósfera.
Espero que esta simple exposición de algunos hechos comprobados que no pueden ser negados mediante las leyes de las física, haya contribuid a hacer más claro el concepto falaz de “efecto invernadero” y la más correcta apreciación de que la homogeneidad de la temperatura del planeta, la manera en que el calor recibido desde el sol es distribuido a las zonas donde el sol no está iluminando, mediante la acción de los vientos horizontales y también de los vientos convectivos que transportan masas de aire desde el ecuador a los polos, y los de superficie que, como frentes polares de alta presión, avanzan desde los polos hacia el ecuador ocupando el lugar dejado por las masa de aire cálido que han ascendido hasta la estratosfera.
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC

Referencias:
·  “Wind Controlled climate”, Tesis doctoral de Hans Jelbring Ph.D., 1998, Paleogeophysics & Geodinamics, Stockholm University, Suecia.


Exponiendo la Falsedad del Deshielo del Ártico
Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Octubre 3, 2016

Christopher Booker es un analista inglés que se dedica a desenmascarar las tonterías criminales que el ecologismo a ultranza nos arroja por la cabeza todos los días. Esta vez vuelve sobre el mito del deshielo mortal del Ártico, tantas veces anunciado y profe-tizado. Dice en un artículo de hace pocos días:
"Ya sé que han pasado sólo dos semanas desde que informé acerca del hielo en el Ártico, pero las últimas noticias desde ese frente es todavía más notable. Mi tema entonces era que esos tristes activistas que se aventuran de manera regular en las regiones polares, porque habían sido engañados y llevados a creer que el hielo está desapareciendo, van y lo encuentran tan grueso que tienen que ser rescatados de urgencia. Pero el foco de esta semana está en aquellos que son responsables de engañar los crédulos, ingenuos e ignorantes.
Durante 9 años, dos profesores, Wieslaw Maslowski de California, y Peter Wadhams de Cambridge, estuvieron en el frente de combate de advertirnos que, gracias al calentamiento global desbocado, el Ártico pronto estará libre de hielo". Todas sus lóbregas predicciones han sido entusiásticamente informadas por los medios alarmistas, conducidos por la BBC en 2007, que predijo que eso sucedería para 2013.
En julio de 2008, el Independent dedicó toda su portada para anunciar que todo el hielo habría desaparecido para septiembre de ese año, sólo para descubrir que había comenzado a hacer una marcada recuperación. En 2012m cuando este horrible evento todavía no había ocurrido, Wadhams estaba haciendo titulares prediciendo que todo el hielo habría desaparecido "en 2016". (Pero su espesor aumentó en 2013, y en 2014 en un 33%).
Para junio 2016, cuando Wadhams estaba listo para publicar su libro titulado "Adiós al Hielo", fue citado bajo un titular como, "el Ártico estaría sin hielo por primera vez en 100.000 años, afirma célebre científico", prediciendo una vez más que para este sep- tiembre 2016 el hielo de habría encogido hasta "un área de menos que 1 millón de kilómetros cuadrados," y que para el año que viene habría desaparecido totalmente.
De modo que, una vez pasado septiembre, ¿qué sucedió? Para el 10 de septiembre el hielo había llegado su menor extensión, 4,1 millones de kilómetros cuadrados, 4 veces más grande que lo profetizado por Wadhams. Pero esta había sido su fecha más temprana para el re congelamiento en 19 años. Y lo que ha sucedido desde entonces es todavía más sorprendente.
En una nota para el Global Warming Policy Forum, el Dr. Whitehouse, ex editor de ciencias del sitio de la BBC, muestra cómo, desde que aterrantes predicciones comenzaron en 2007, la tendencia del deshielo veraniego ha permanecido absolutamente plana. ¿No deberían esos zelotes climáticos estarse preguntando si el profesor Wadhams es en verdad el más confiable de los "principales científicos" que deberían de estar citando en esta historia en particular?
 

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