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martes, 31 de diciembre de 2019

De como robar por el desconocimiento de la víctima

Un resumen de un macábro concepto de negocios.


LA HISTORIA SECRETA DE LA 125 – Javier Llorens

Esta investigación se inició al observar el notable aporte económico por $ 39.000.000 que realizó el grupo Urquia, una de las familias más ricas de Argentina, conspicua integrante de CIARA (Cámara Industria Aceitera RA) y CEC (Centro Exportador de Cereales) para la campaña electoral del Frente de Todos. En oportunidades inusitadas, dado que un primer aporte de $ 12.000.000 lo hizo en plena veda electoral, en vísperas de las elecciones presidenciales de octubre. Y luego, una semana después de consagrarse Alberto Fernández presidente de los argentinos, hizo otro aporte por $ 27,000.000.
Tanto el monto como la oportunidad, señalaban lamentablemente la existencia de una transacción de tome y daca. Lo cual demandaba una explicación, que finalmente se encontró en los arcanos numéricos de lo que se conoce como el NCM (Nomenclador Común del Mercorsur) y las DJVE (Declaraciones Juradas de Venta al Exterior.
Pero para entender esta explicación, previamente es conveniente remitirse a la historia secreta de la resolución 125. Y su saga posterior que llevó finalmente al grupo Urquía y a CIARA CEC a un enfrentamiento con el gobierno saliente encabezado por Mauricio Macri.
Al que evidencia haberlo solucionado con creces el actual gobierno entrante, encabeza-do por Alberto Fernández. Al mismo tiempo que el aumento de las retenciones abre un pingue oportunidad de negocios, similar a la de la 125. Siendo esta otra muestra de la incapacidad que tenemos los argentinos de aprender de la experiencia y fracasos del pasado.
La historia secreta de la legendaria resolución 125, que originó la insurrección fiscal del campo, y estuvo a punto de convertirse en una insurrección civil, consiste en que fueron los integrantes de CIARA y CEC los que se llevaron puestas el aumento de las retenciones dispuesto por ella bajo el título de retenciones móviles, por un monto de mil ochocientos millones de dólares. Esto lo acreditamos el autor de esta nota y el diputado Mario Cafiero, cuan-do se debatía en el Congreso su aprobación, mediante sendos informes basados en los despachos de exportación de la Aduana. Mostrando como los exportadores de granos y sus derivados, nucleados principalmente en CIARA CEC, le liquidaban al fisco retenciones de hasta 25 puntos menos respecto las retenciones móviles que le descontaban a los productores de granos, que llegaron hasta el 47,5 %.
Como consecuencia de que, precavidamente, con las presentaciones previas de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior habían congelado las alícuotas de las retenciones a la fecha de estas. No alcanzándole así el pago de las retenciones móviles, y haciendo así una enorme diferencia a costa del productor, acorde con la antigua ley del comercio de comprar barato y vender caro. Con el detalle adicional, según lo reconoció a regañadientes posteriormente el mismo gobierno, que el aumento de las retenciones había sido propiciado por los mismos integrantes de CIARA CEC.
Porque se habían visto imposibilitados de cumplir con esas Declaraciones juradas de venta al exterior, por el aumento sustancial de precios que hubo en el ínterin en los commodities agrícolas, especialmente la soja. Y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se prendió a la idea, ante la perspectiva de que las posteriores cosechas le allegarán recursos al fisco, para atender los pagos de una deuda externa mal arreglada.
El principal lobista de CIARA CEC entonces, era el senador cordobés Roberto Urquía. Un cortesano del poder, propietario de Aceitera General Deheza, una de las principales aceiteras de Argentina. Quien había llegado al gobierno de la mano del gobernador José Manuel de la Sota, y luego pasó al kirchnerismo.
Y en el revival actual de la 125, con detalles picantes a favor de los aceiteros como se verá seguidamente, Urquía también evidencia haber sido un artífice esencial del mismo. Junto con su cuñado Miguel Acevedo, presidente de la UIA (Unión Industrial Argentina).
La circulación de esa información en el Congreso en el 2008, fue determinante para la no aprobación de la resolución 125. Precipitada con el famoso voto no positivo del entonces vicepresidente de la Nación, Julio Cleto Cobos. Y para la posterior creación al mes siguiente, de una comisión bicameral investigadora de presuntas irregularidades en las declaraciones juradas de venta al exterior de productos agropecuarios. Que debía expedirse al respecto, a los 90 días de su constitución. La cual, gracias a la capacidad de lobby de CIARA CEC, nunca se reunió ni se constituyó, y tres años después por su inactividad fue dada de baja. Sin que la Mesa de Enlace haya manifestado ningún interés de impulsarla.
Por su parte la AFIP en base a informes de la ONCCA, inició múltiples demandas contra las empresas del complejo aceitero y exportadoras de productos agrícolas nucleadas en CIARA CEC, que se habían llevado puestas las retenciones móviles de la resolución 125.
Entre ellas figuraban AGD, Bunge, socia de AGD, Cargill, Molinos Río de la Plata, LDC, Nidera, Vicentin, ACA, Oleaginosa Moreno, Compañía Argentina de Granos, Noble Argen-tina, etc. Las que por su parte respondieron con contrademandas judiciales, de las que nadie sabe a ciencia cierta su resultado definitivo.
Argentina nada aprendió así de esos tremendos sucesos, que tuvieron rasgos conmocionantes entre marzo y julio del 2008. Con un país semiparalizado por los bloqueos de las rutas por parte de quiénes la entonces presidenta Fernández, denostó como piqueteros de cuatro por cuatro. Conflicto con el cual el kirchnerismo se enemistó con la clase media que recientemente la había votado. Lo cual lo obligó a cambiar su base electoral, implementando para ello la opción por los pobres. Apelando el direccionamiento de recursos asistenciales y monetarios hacia ellos, tales como la AUH. Lo cual paradojalmente, le fidelizó una base electoral que le permitió diez años después a la ex presidenta Fernández retornar al poder, tras el rotundo fracaso socio-económico del gobierno del presidente Macri.
Los impulsores de la 125, CIARA CEC, y el gobierno de Fernández de Kirchner que la implementó, evidentemente desconocían las tremendas derivaciones que ha tenido en la historia, la pretensión de fijar altas retenciones a la exportación de productos agrícolas. Eso originó en Inglaterra la revolución campesina puritana de Olivier Cromwell, ante la pretensión del rey Carlos I de aumentar los impuestos a las exportaciones de lana. Lo cual no solo derivó en la abolición momentánea de la monarquía, sino que también le costó la cabeza a Carlos I. Posteriormente, tras la reposición de la monarquía, y la consecuente cruel persecución a los puritanos, estos migraron hacia América, dando origen así a los EEUU.
Se habla mucho de la dicotomía entre el agro y la industria, pero pocos mencionan la tensión existente en la agro industria. O sea la industria que tiene como principal insumo e los productos agrícolas. Que se da especialmente en Argentina, que es un gran productor y exportador de granos y de sus derivados.
En términos de mercado, la agroindustria es un oligosopnio, o sea que hay muy pocos demandantes frente una oferta atomizada. Lo cual le permite concertar entre ellos los precios de compra; salir a comprar por turnos; alentar la siembra con altos precios, que luego se derrumban en la cosecha, etc. Además de castigar al productor con los descuentos por la calidad y humedad del grano, y el costo del flete, etc. Detentando incluso en el caso del grupo Urquia la concesión del ferrocarril Central Argentino, que le otorga un hándicap adicional respecto los fletes por camión.
Este grupo se ha convertido así en un émulo de Bunge y Born, al que se apodaba el Pulpo. El cual mediante el control que tenía sobre las bolsas de arpillera, con la que se acopiaban los granos; y las rebajas que obtenía en las tarifas de los ferrocarriles ingleses, hacía lo que quería en el mercado. De quien el grupo Urquía es socio en diversos emprendimientos, tras que esta se transformó en Bunge Limited, y se radicó en EEUU.
Como se vio, una de las picardías de la agroindustria y exportadoras de granos y sus derivados, desde los tiempos de Bunge y Born, es que haya alta retenciones sobre los gra-nos. Lo cual de por si facilita su adquisición, al adquirir el mismo producto con un menor ca-pital en giro. Y a su vez la cuestión de las retenciones o derechos de exportación, también tiene sus trapisondas. Como el congelarlas a niveles previos a los de un aumento de ellas, como sucedió con la 125, y vuelve a suceder ahora, quedándose así con la diferencia. Haciendo así un lindo diferencial de precios gracias al accionar negligente del gobierno amigo, que parece no percatarse de ello. O el pago diferido de las retenciones hasta el momento del embarque, que rigió hasta después la 125. Y que ahora rige para las nuevas retenciones que dispuso el presidente Macri el año pasado.
Pero hay otra picardía adicional, que es fundamental para la agro industria, y explica el raudo crecimiento del complejo aceitero instalado en las inmediaciones de Rosario, considerado uno de los más importantes del mundo. Consistente en el diferencial de retenciones entre el grano sin elaborar, y los derivados de este. Que le ha aportado a la industria un margen sustancial de ganancias a lo largo de los años, quitándose al productor del mismo. Y supletoriamente cuando ese margen decae, están también los reintegros a las exportaciones por parte del Estado, cuestiones ambas que para la agroindustria son estratégicas.
El sórdido campo de batalla en las sombras de esas dos cuestiones, se libra en el hermético NCM (Nomenclador Común del Mercosur); que es incluso la forma en que se titulan los decretos y resoluciones referidas a las retenciones y los reintegros.
El mismo se compone de 97 capítulos, que pueden tener potencialmente cada uno de ellos seis dígitos. O sea 97 millones de posiciones, siendo actualmente unas quince mil. El cual como una guía telefónica, tiene un número que define cada mercadería que se transa internacionalmente.
Los decretos y resoluciones del ministro de Economía que digitan los beneficios y castigos que reciben esas mercaderías, enunciando para ello en la gran mayoría de los casos justificaciones genéricas, solo consignan sus números. Por lo que son un jeroglífico cuya lectura requiere tener en la mano la Piedra Roseta del NCM.
Pero como se trata de miles de números, al final son los directamente interesados en ellos por la actividad económica que despliegan, los únicos que interpretan velozmente que quiere en realidad decir esa absolutamente intrasparente normativa. Donde el pase mágico de un número a tal o cual posición arancelaria, o nivel de reintegros a la exportación, puede determinar transferencias de riquezas de millones y miles de millones de dólares.
Por lo que es imposible dimensionar las picardías que se han hecho y se harán con esa encriptada normativa, en la penumbra de los despachos de una administración pública tradicionalmente corrompida. Muy lejos de la luz del día, y de la que podría aportar un debate público en el parlamento.
En síntesis, simplificadamente, el encriptado NCM es como una maciza guía telefónica, respecto la cual la autoridad decide que números están exentos de pagar; que otros números pagarán la tarifa normal; que otro conjunto de números lo hará con recargos, mientras que otros recibirán un dinero en premio. Sin saberse en forma pública y transparente, a quienes corresponden esos números que determinan esas obligaciones o beneficios.
Como consecuencia de la diferencia de retenciones que tienen a su favor los derivados del girasol, respecto las retenciones sobre el grano, y la existencia adicional de reintegros impositivos a favor de la industria, determinados a través del encriptado NCM. Sucediendo algo muy parecido con el complejo de la soja. El diferencial existente proveniente de retenciones y/o reintegros, a favor del aceite de girasol refinado y envasado, que es el producto del grupo Urquía fue acompañado de los otros subproductos del girasol, como aceite crudo, aceite refinado a granel, y tortas, harinas, pellest, y expellers, proveniente del crushing del grano. Este diferencial que arrancó a fines de los ´80 con el 15%, tuvo sus altibajos con los sucesivos gobiernos para estabilizarse luego de la implementación de la 125 en un 12%; cuando Macri saca las retenciones bajas a cero. Esto duró un año, dado que gracias al lobby de CIARA CEC, el diferencial del aceite envasado subió a un 3 %, por efecto de los reintegros que dispuso el gobierno de Macri a fines del 2017. Este diferencial duró hasta agosto del 2018, hasta que por efecto de la crisis financiera y exigencias del FMI, el reintegro al aceite envasado bajó a 0,75 %. Pero seguidamente en septiembre, con la implantación de las nuevas retenciones de 3 y 4 pesos por dólar con un tope del 12 %, el diferencial subió a 3,5 %.
Así y todo las tensiones entre Urquía y Macri se intensificaron, ya que con diversas reglamentaciones se puso en jaque a la industria aceitera del girasol y maní. En ese marco de agudo conflicto entre el grupo Urquía y CIARA CER con el gobierno, se produjo el resonante triunfo electoral del Frente de Todos en las PASO de agosto, que cambió enteramente el panorama político. Y así el flamante presidente pasó a ser otro personaje que intervino decisivamente en el mismo.
Bajo la excusa de indexar las retenciones que habían quedado desactualizadas con los montos fijos determinados por Macri; lo que realmente se hizo a través de un anexo de la ley de agregado de nuevos productos beneficiados fuera de las retenciones móviles que benefician al grupo Urquía.
Otra evidencia que no se trataba de la indexación del decreto de Macri, sino de un cambio de política arancelaria, que inexplicablemente el flamante gobierno con ánimo culpable trato de ocultar, al haber beneficiado con ella al grupo Urquia, lo da la creación por parte del presidente Fernández, de la categoría con retenciones del 9 %. La que contiene un lista-do de 595 productos, de los cuales 70 de ellos no estaban en el listado de las retenciones de 3 pesos por dólar. En el cual aparece el maní confitería, y el aceite refinado mezcla o tratado químicamente a granel, acorde con los intereses del grupo Urquía y CIARA CEC.
Tras el triunfo en las PASO, el presidente Fernández en una de sus visitas a Córdoba, llegó hasta la localidad de General Deheza, donde impera el clan Urquía. Y se entrevistó allí con el ex senador Roberto Urquía y cabeza del grupo, tal como se puede apreciar en la siguiente foto.
FOTO REUNION EN DEHEZA
Con motivo de ella la prensa salió a decir que Urquía fue el primer empresario en apoyar al candidato Fernández, y lo mismo hizo poco después su cuñado Miguel Acevedo, presiden-te de la UIA. Quien de repente empezó a criticar al gobierno de Macri, cosa que se había cuidado de hacerlo previamente. No obstante, según la Cámara Electoral Nacional, eso no se tradujo en aportes económicos inmediatos. Estos recién aparecieron, en plena veda electoral, en vísperas de las elecciones presidenciales del 27 de octubre, tal como se puede apreciar en el siguiente cuadro.
FOTO APORTES
En él se puede apreciar que las cuatro empresas que encabezan los aportes privados para el Frente de Todos, están vinculadas con el grupo Urquía. Pudiéndose observar que sincronizadamente el 25 de octubre, Grancor y Acha hicieron un primer aporte para la campaña electoral, de tres y nueve millones de pesos, respectivamente, Y luego diez días después, ya consagrado Alberto Fernández como presidente de la Nación, el 4 de noviembre sincronizadamente, Grancor, Niza, y AGD, hicieron cada una un aporte de nueve millones de pesos, totalizando de esa manera 39 millones de esa moneda, destinados a una campaña electoral que ya había finalizado.
O sea que no fue una apuesta a un candidato, que en todo caso por resultar acertada merecería algún premio. Sino de un pago a posteriori, ya definido enteramente el panorama futuro. Que por esa razón resulta más que sospechoso, teniendo en cuenta además la importancia de esos aportes, que se puede apreciar en el siguiente cuadro
FOTO EVOLUCION APORTES
En el que se destacan notablemente, los dos picos de recaudación que originaron esos aportes del grupo Urquía, el 25 de octubre y 4 de noviembre. Que representan el 26 % del total recaudado por el Frente de Todos, cuyo monto trepó de esa manera a 151 millones de pesos. Superando los 139 millones de pesos recaudados por Juntos por el Cambio, el frente supuestamente pro empresario. A lo que se suma el hecho de que ninguna de esas firmas del grupo Urquia, aportó para Juntos por el Cambio.
Esta complicidad con el grupo Urquía y CIARA CEC por parte del flamante gobierno, se observa también en relación con el congelamiento de las retenciones con la interposición de las DJVE (Declaraciones Juradas de Venta al Exterior).
Lo que produce, igual que con la 125, que el aumento de las retenciones no vaya a parar al fisco, sino a manos de quienes las interpusieron. Como sucedió el año pasado, cuando el gobierno de Macri por exigencia del FMI, volvió a implantar las retenciones generalizada-mente, que antes solo existían para la soja y el cuero.
En los dos días previos a la imposición de esas nuevas retenciones, se interpusieron DJVE por 8,52 millones de toneladas de granos o sus derivados. Luciendo en el primer lugar del ranking en cuanto las retenciones eludidas de esa manera, el grupo Urquía con AGD, por un monto de 1.827 millones de pesos.
La cuestión ahora es muchísimo más grave, porque tras las PASO que abrió paso a la llegada del Frente de Todos al gobierno, ante la presunción de que aumentaría las retenciones, las DJVE presentadas y aprobadas, con fecha de embarque posterior al 10 de diciembre, trepan hasta el 18 de diciembre pasado a 49 millones de toneladas. O sea, la mitad de la cosecha exportable. Distinguiéndose entre ellas las DJVE del grupo Urquía, que con AGD y su asociada Bunge, trepan entre ambas a 8,5 millones de toneladas. Conforme se puede apreciar en el siguiente cuadro, confeccionado con las firmas que superaron el medio millón de toneladas
FOTO EXPORTACIONES
Se estima que el aumento de las retenciones por parte del flamante gobierno, podría depararle al fisco una suma del orden de los 1.800 millones de dólares. Pero con la mitad de la cosecha con las retenciones congeladas a los niveles previos y en pesos, y las retenciones ya abonadas por las exportaciones de la soja y sus derivados, se puede estimar groso modo que esa cifra no llegará al 50 %. El otro 50 %, se quedará en el camino, en mano de los integrantes de CIARA CER. Quienes les descontarán a los productores las nuevas retenciones, y harán sus liquidaciones al fisco con las viejas retenciones fijadas con las DJVE, tal como sucedió con la 125.
A las retenciones, se autoriza al Gobierno a aumentarlas aún más dentro de ciertos márgenes. Pero nada se dice en nombre de la solidaridad, de afectar los derechos supuesta-mente adquiridos con la presentación de unas simples DJVE. Que provocarán una enorme transferencia de riquezas desde los productores agrícolas, no hacia el fisco, sino hacía el grupo Urquía y demás integrantes de CIARA CEC.



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