Listado de Universidades fundadas en América por España
Por ELMUNICIPIO.ES -
28 septiembre, 2014
Tengasé en cuenta que el descubrimiento fue en el año 1492.
1. Universidad de Santo Domingo. Santo Domingo, 1538.
2. Universidad de San Pablo. México, 1551.
3. Universidad de San Marcos. Lima, 1553.
4. Universidad de Santiago de la Paz. Santo Domingo, 1558.
5. Universidad de Santo Domingo. Santa Fe de Bogotá, 1580.
6. Universidad de San Fulgencio. Quito, 1586.
7. Universidad de Santa Catalina. Mérida de Yucatán, 1622.
8. Universidad Javeriana. Bogotá, 1622.
9. Universidad de San Ignacio. Córdoba, 1622.
10. Universidad de San Gregorio. Quito, 1622.
11. Universidad de San Ignacio. Cuzco, 1623.
12. Universidad de San Javier. Charcas, 1624.
13. Universidad de San Miguel. Santiago de Chile, 1625.
14. Universidad de San Borja. Guatemala, 1625.
15. Universidad de San Ildefonso. Puebla, 1625.
16. Universidad de Nuestra Señora del Rosario. Bogotá, 1651.
17. Universidad de San Carlos. Guatemala, 1676.
18. Universidad de San Cristóbal. Guamanga, 1681.
19. Universidad de Santo Domingo. Quito, 1688.
20. Universidad de San Pedro y San Pablo. México, 1687.
21. Universidad Jesuítica. Guadalajara, 1696.
22. Universidad de San Antón. Cuzco, 1696.
23. Universidad de Santa Rosa. Caracas, 1721.
24. Universidad de San Francisco. Celaya, México, 1726.
25. Universidad de San Jerónimo. Habana, 1728.
26. Universidad de la Concepción. Concepción, Chile, 1730.
27. Universidad de San Felipe. Santiago de Chile, 1738.
28. Universidad de San José. Popayán, Colombia, 1745.
29. Universidad de Gorjón. Santo Domingo, 1747.
30. Universidad de San Javier. Panamá, 1749.
31. Universidad de San Bartolomé. Mérida, 1806.
32. Universidad de San Carlos. Nicaragua, 1812.
33. Universidad de San Agustín. Arequipa, 1827.
34, 35…siguieron bastantes más.
El oro y la plata de América
que se quedó en América (el 80% aproximadamente…)
Dicho de otro modo: Si el quinto del rey (es decir el
impuesto del 20% del metal precioso extraído de las minas americanas de las que
era titular el Rey del España por la explotación de éstas) era el que se
embarcaba desde América hacia Sevilla, eso implica que había un 80% restante
que se quedaba en América.
Desde El Camino Español nos hacemos una idea bastante
clara de a donde iba a parar mucho de ese 20% de metales preciosos que llegaban
a España ya acuñados. Y es que mantener conectada España con el Milanesado,
Franco-Condado y Países Bajos Españoles y en una órbita aliada a Génova, al
Ducado de Lorena y a Saboya (es decir propiamente El Camino Español) costaba un
ojo de la cara y parte del otro. Y más con Francia e Inglaterra intentando
mojarnos la oreja y Guillermo de Orange (y sucesores) dando puntapiés en la
espinilla. Sí por ahí se fue mucho del 20%…
Pero no es ese 20% el que hoy nos interesa. Más bien
es el 80% restante el que reclama nuestra atención. Y es que el 80% de miles de
toneladas de metales preciosos extraídos durante decenas de años… son un porrón
toneladas.
Se pueden hacer muchas cosas con ese oro y esa plata
que se quedó en América.
Tal vez tenga mucho que ver la construcción de
Universidades, de Catedrales, de ciudades enteras, diseñadas en estilos y
técnicas traídos, junto con sus arquitectos, de Europa, vía España.
Tal vez tenga que ver el pagar artistas y arte,
imprentas y cultura en general. O administradores y empleados públicos,
imprescindibles para una correcta administración (aunque con las consabidas
corruptelas propias del género humano…) que habría que traer de España
(sustrayéndolos de allí, lógicamente) inicialmente para comenzar los trabajos
de gestión y que formaran a otros en esas facetas… A todos habría que pagarles
un sueldo mensual en proporción a sus trabajos, suponemos.
Habría que construir puertos para que atracaran los
barcos para cargarlos, sí de oro de América (el 20% decíamos) pero también de
productos agrícolas que vendidos en España dejaban buen dinero en el Nuevo
Mundo. Y, claro, fuertes para defender los puertos. También parece lógico que
tarde o temprano se tendrían que construir puentes y establecer y mantener
rutas comerciales por tierra para traer los productos cultivados. Claro, eso…
eso también habría que pagarlo.
Ah! Y volver a construir lo destruído por huracanes,
tormentas tropicales, incendios, ataques (de los ingleses/franceses/holandeses.
Podríamos resumirlo en piratas. Es broma… 😉 ). Sí esto también habría que pagarlo.
Cierto es que se promovían ciudades en los lugares
donde se extraían metales preciosos, pero también se generaban poblaciones
nuevas en otras ubicaciones que no producían metales, que no existían por
entonces y que se convertirían en nudos de comunicación para conectar el
Continente. Eso también habría que pagarlo, claro. Porque no se nos antoja
sencillo construir una ciudad desde cero y sin dinero.
Se promovían expediciones (hombres, barcos,
recursos,…) que duraban meses. Unas veces tenían fruto (las menos) y muchas
otras veces volvían (los que volvían) con las manos vacías… se promovían
expediciones, decíamos, para descubrir, conectar, conocer y cartografiar un
Continente (del que aún hoy no se conocen bien grandes extensiones, así que no
resultaba tampoco trivial). Y todo eso costaba dinero…
Nosotros hemos hechos algunos cálculos (es un decir) y
nos sale que el coste de construir un continente entero podría ser, kilo a
arriba kilo abajo, el 80% del peso de los metales preciosos extraídos en sus
propias tierras. Tal vez es un poco aventurada la cifra… pero si ustedes tienen
otra… Un “dinero” razonablemente bien empleado a tenor de las numerosísimas
huellas históricas de la época española que nuestros hermanos americanos han
tenido a bien conservar y de aquellas otras huellas que no se ven pero siguen
estando y nos siguen uniendo.
Por otra parte organizar un Continente no era tarea
fácil. Que se lo digan a Inglaterra y a sus Trece Colonias.
Los ingleses se dieron cuenta con cierta rapidez que
allí donde se habían sentado el culo no había ni oro ni plata, al menos a
simple vista. “Mal empezamos”, pensarían. Ese es uno de los motivos (vamos, el
principal) de que siguieran, siglos después de descubierta América, envidiando
y anhelando la estructura organizativa de la América Española y, en su línea,
intentando apropiarse de ella.
Pero no nos vayamos del asunto, la cuestión es que las
autoridades inglesas dejaron a los colonos a su libre albedrío. No promovieron
desde la metrópoli una estructura para organizarlos y sacarle buen partido a la
tierra que tenían disponible. Tampoco invirtieron el suficiente tiempo, ni
esfuerzos, ni dinero, ni personal adecuado (arquitectos, constructores,
administradores, …) en construir ciudades estables y bien diseñadas. Ya ni hablamos
de Universidades o cosas del estilo. Así se pasaron un siglo o más… (y nos
colocamos ya entrados el siglo XVIII) ni puto caso a sus colonias que no les
rentaban nada de nada. Así que éstas, evidentemente, se buscaron la vida.
En comparación, España (con todos sus defectos) fue
una madre atenta y solicita: Buena parte de sus mejores hombres y mujeres iban
destinados a América a administrar, descubrir, cartografiar, enseñar, defender,
construir,… personas de todos los niveles sociales.
A las colonias inglesas no iba, de gente digamos
“preparada”, ni el que se perdió en la isla. Bueno sí, básicamente el que iba
huyendo de algo (guerras, hambre y religión, principalmente…). Así las
instituciones inglesas no pudieron, ni quisieron, ni supieron, organizar una
estructura administrativa para mejorar la vida de su gente en América.
Así les fue luego, claro… que cuando a los ingleses
les apretó el cinturón de las deudas por las guerras emprendidas a mediados del
siglo XVIII (Guerras contra España ¡¡grande Blas de Lezo!!, contra Francia, ambas
con escenario de guerra en suelo americano) y empezaron a exigir impuestos a
los colonos para que participaran de los gastos de guerra, éstos, a las
primeras de cambio, les dieron tururú y se independizaron (¡¡grande Bernardo de Gálvez!!) hacía
finales del siglo XVIII.
No todo son flores y alaracas para los colonos que no
supieron o no quisieron mezclarse con los lugareños e integrarse e integrarlos
y se dedicaron a suplantarlos (por decirlo fino. Una fea costumbre, y nos
quedamos muy cortos, que el mundo anglosajón ha seguido practicando más
recientemente en otros lugares del mundo con resultados pésimos: Sudáfrica,
Australia).
Un defecto de base que en cierto modo y tal vez por
compensación está llevando a los habitantes de Norteamérica a recuperar y
apreciar una parte de su historia escrita por españoles (comerciantes, frailes,
soldados, ingenieros y mujeres intrépidas y valientes. Pioneros todos) que nos
acercan, a ellos y a nosotros, a la verdadera nortamérica de los siglos XVI,
XVII y XVIII. Una parte de su historia, que es la nuestra, que tiene una
vinculación muy estrecha con España, Madre Patria de muchos de los Estados que
hoy conforman los Estados Unidos de América.
“El español que no ha estado en América no sabe qué es
España.” de Federico García Lorca.
Esta frase nos hace pensar que, después de
transcurridos más de cuatro siglos, en realidad los españoles no somos
conscientes de la magnitud de lo hecho y, sobretodo, que hacerlo estaba al
alcance de muy pocos. Tal vez de uno solo.
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