La Babel del pensamiento
único
Los cambios que se pretende introducir en nuestro
idioma castellano no obedecen a una renovación gramatical natural. Son
inducidos en forma forzada y coercitiva para llevar a los seres humanos a la
sumisión de un "pensamiento único".
Hoy es posible, facilitado por las herramientas
tecnológicas disponibles. Ya George Orwell lo decía en "1984":
"quien controla el poder de definir las palabras controla también las
mentes". El pensamiento único se sostiene con lo "políticamente
correcto", es decir, conforme a la idea dominante, donde Orwell reafirma
que "la manipulación de los conceptos es uno de los pilares del totalitarismo".
Es preciso tener presente que a partir de la lengua nacen los pueblos y no a
partir de los pueblos nace la lengua.
Tal iniciativa de destrucción idiomática avanza
sobre todas las lenguas cuyas sociedades se encuentran vulnerables a esos embates.
Tal el caso de la musulmanización europea, en particular del idioma francés,
como lo denuncia el identificado con los "chalecos amarillos", Alain
de Benoist en su Análisis Histórico y Sociológico sobre el pensamiento único.
El gran paso en tal sentido fue el uso del lenguaje para la
"rehabilitación" de categorías discriminadas por cualquier situación
(cultural, étnica, religiosa, sexual, etc.) especialmente en sectores
antirracistas y feministas. Así también nos dice Benoist que en la literatura
no puede atribuirse papeles de "malos" a las minorías, y cada vez con
mayor asiduidad, en películas, series, obras, prevalecen las mujeres como
heroínas; o en nuevas variantes de comic's, prevalecen percepciones sexuales en
los protagonistas que exceden lo masculino - femenino ubicando a los hombres en
papeles de tontos, bobos, y, desde luego machistas. Nos habla del lenguaje
publicitario que si representa un grupo en el que no haya nadie de las
"minorías visibles" es tachado de racismo.
En lo que hace al uso de letras, hay quienes ponen
el signo arroba @ en lugar de la "a" o la "o" que suele
diferenciar el femenino del masculino. El problema es que, si la escritura es
una representación convencional de la oralidad, aquí no cumple su cometido, ya
que ese signo -@- no se puede pronunciar. Lo "políticamente
correcto", el "pensamiento único", donde ostensiblemente se
manifiesta es poniéndose al servicio de la ideología de género. Donde el
objetivo es borrar las diferencias biológicas en una irreal equiparación de
seres diferentes. Es imponer la igualdad por doquier, donde no hay diferencias
ni siquiera en trabajos más masculinos o más femeninos, se propicia que los
hombres lleven polleras (caso de escuela ciudad de México en pos de uniforme
igualitario), campañas masivas en Alemania y Países Bajos para exigir se
prohíba a los hombres orinar de pie. Se prohíbe que los padres den regalos de
género a sus hijos (muñecas a las niñas, autitos a los niños), modifican las
listas de nombres de manera de poder aplicarlos indistintamente. Se sugiere el
cambio de los cuentos clásicos, Caperucita, Blanca Nieves, Cenicienta, etc.
donde introducen cambios en la sexualidad de los protagonistas en pos de
plantear una igualdad como sinónimo de mismidad, neutro. Los defensores de los
animales también toman partido, ridículo y contradictorio, por cierto,
proponiendo reformular dichos populares: "matar dos pájaros de un
tiro" debe convertirse en "alimenta dos pájaros con el mismo
pan"; "ser conejillo de india" por "ser el tubo de
ensayo" (como si eso significara una dignificación del cobayo);
"agarrar el toro por las astas" por "agarrar la flor por las
espinas" (sin relación ; "la curiosidad entusiasmó al gato" (en
vez de matarlo). Nada debe ser especista, es decir que no sostenga la igualdad
entre todas las especies. Sobre este tema tomo expresiones de Mario Vargas
Llosa: "El lenguaje no se puede transformar por temas ideológicos".
"El lenguaje inclusivo es una especie de aberración dentro del lenguaje,
que no va a resolver el problema de discriminación de la mujer". Ante la
presión del pensamiento único, lo políticamente correcto afín a los pilares del
totalitarismo, con inusitada velocidad, adredemente manipuladas, estas
consignas nos mimetizan y obligan a cambios radicales de comportamientos. De
tal manera el "antirracismo" toma la forma de un "racismo"
en sentido contrario, donde las minorías ejercen una tiranía perenne sobre una
mayoría a la que le exigen arrepentimiento y negación de sí misma (Alain de
Benoist). La cuestión es que todo empieza a transitar hacia canales punitivos,
donde las violaciones al pensamiento único, a lo políticamente correcto,
ingresan a los Tribunales asediados por lobbies especializados constituyendo
una expansión sin fin de la "juridificación creciente de las relaciones
sociales". Como vemos, la cuestión no es sólo cambio de palabras. Se
cambia la vida. En definitiva, al decir del director de la Academia Mexicana de
Lengua, Don Gonzalo Celorio: "una lengua no se habla por decreto. Las
academias de la lengua describen el fenómeno y en cierta forma lo sancionan,
pero no lo pueden imponer. Se habla de un lenguaje inclusivo pero curiosamente
el único género gramatical excluyente es el fe menino".
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