Parece que nadie se ha percatado de ello.
Que nadie ha tomado conciencia de la auténtica
magnitud de los acontecimientos que estamos viviendo.
Tan distraídos como estamos con el ruido de las
declaraciones altisonantes, las víctimas agonizantes por el gas y el ruido
ensordecedor de los misiles que aun no han estallado, hemos pasado por alto el
hecho histórico que se ha producido ante nuestras mismísimas narices.
Un acontecimiento tan histórico como extraño e
inexplicable:
el suicidio político de un primer ministro
británico y un presidente de los Estados Unidos en tiempo real, a la luz de las
cámaras.
Lo sucedido esta última semana con David Cameron y
Barack Obama debería sumirnos a todos en el más absoluto desconcierto, o más
bien dicho, en una profunda inquietud.
Para comprender mejor la magnitud de lo acontecido,
olvidemos nuestras filias y fobias, nuestras ideologías políticas y nuestras
concepciones morales y enfoquemos los hechos desde un punto de vista frío,
racional y simplificado.
Todos sabemos que Estados Unidos y sus aliados
Británicos (entre otros), tienen como objetivo derrocar a Bashar Al
Assad.
Obviaremos las razones, pues lo importante es que
son razones lo suficientemente poderosas como para emplear toda la maquinaria a
su disposición para conseguirlo.
Como todos sabemos, Barack Obama estableció unas líneas
rojas, un simple subterfugio verbal, basado en la presunta utilización de
armas químicas, como mera excusa para intervenir militarmente.
Para entendernos y sin tapujos, gracias e estas líneas
rojas, en el momento en el que le resultara conveniente podría escenificar
un acto de falsa bandera, en este caso un falso ataque químico, mediante el
cual involucrarse en el conflicto.
Una práctica clásica y habitual en todas las
guerras y en todos los bandos, como la historia nos enseña.
Pues bien, esa escenificación ya se ha producido,
con el aparataje mediático habitual en estos casos: niños agonizando, condenas
públicas y la correspondiente demonización del enemigo.
Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, la forma en que se han desarrollado
los acontecimientos arroja una enorme cantidad de incógnitas.
Pues podríamos calificar este acto de manipulación
como una de las mayores chapuzas políticas jamás acontecidas.
¿Porqué?
Vamos a razonarlo.
Imaginemos que somos los servicios secretos
occidentales.
Nuestro objetivo es realizar un ataque químico y
achacarle la culpabilidad a nuestro enemigo, en este caso, Bashar Al Assad.
Bien, pues, ¿a que mente brillante se
le ocurre realizar el ataque de falsa bandera justo dos días después de que
aterricen en Siria los inspectores de la ONU encargados, precisamente, de
analizar la existencia de posibles ataques químicos?
¿Quien podría creer que Bashar Al Assad será tan
estúpido como para cometer un error de bulto tan enorme?
Tan absurda ha resultado la escenificación del
ataque, que incluso los analistas a sueldo de los mass media mas
prooccidentales han puesto en duda la autoría del mismo, pues nadie en su sano
juicio puede tragarse una patraña de tal magnitud.
Pero ahí no terminan los despropósitos.
De forma casi inmediata, sin tiempo para asentar
convenientemente la manipulación en la mente de la población a través de los
habituales mecanismos mediáticos, hemos visto a David Cameron, Barack Obama,
John Kerry, y Joe Biden arrojándose ante las cámaras con el fin de
culpabilizar al régimen de Al Assad, movilizando fragatas, submarinos y
portaaviones hacia oriente medio, con el objetivo de castigarle de forma
inmediata por tan brutal atrocidad.
Tal ha sido la alocada precipitación con la que han
actuado estos líderes occidentales, que cuando David Cameron ha presentado la
resolución para atacar Siria ante su parlamento, ha perdido la votación,
incluso con un nutrido grupo de sus propios parlamentarios votando en su
contra.
¿Alguien en su sano juicio puede justificar que un
político de primer nivel no se garantice ni tan solo el voto de sus propios
compañeros de partido cuando su propia carrera política y su prestigio están en
juego?
Todos sabemos como actúan los políticos. Como
negocian, presionan, extorsionan o convencen a los demás para garantizarse las
victorias en el parlamento.
Es una práctica política básica y habitual, tan
antigua como el senado romano y que se produce hasta en el ayuntamiento más
pequeño.
Algunos analistas británicos han calificado la
derrota de Cameron como un acontecimiento histórico que no se producía desde el
siglo XIX, pues hacía más de un siglo que un primer ministro británico no
sufría una debacle tan contundente que significara el fin de su prestigio y
carrera políticas.
¿Qué ha sucedido pues, ante nuestros ojos?
¿Por qué razón David Cameron se presenta ante su
parlamento sin tan solo darse tiempo ni para garantizarse una victoria mínima?
¿A qué viene tanta precipitación, tanta prisa por
atacar Siria, que incluso un gobernante de primer nivel llega a destruir su
propio prestigio político?
¿No podía darse un plazo de 24 o 48 horas para
asegurarse el adecuado respaldo de la cámara?
Y ahí no termina el desaguisado.
Como colofón al desastre político de David Cameron,
tenemos las terribles imágenes emitidas por la BBC horas después de la votación
parlamentaria, en las que aparecen un grupo de niños sirios quemados por el
napalm tras un presunto bombardeo de las tropas de Bashar Al Assad en un
suburbio de Damasco.
Imágenes que apestan a manipulación mediática, pues
parecen grabadas oportunamente con el fin de garantizar la intervención
militar occidental en Siria y que sin embargo aparecen justo después de la
debacle parlamentaria de David Cameron, cuando ya resultan completamente
inútiles para sus fines.
Un hecho que acentúa aún más la sensación de
increíble atolondramiento y descontrol con la que el premier británico ha
afrontado la intervención en Siria.
Pero ahí no terminan los indicios de precipitación
kamikaze con la que Cameron y Obama se han inmolado políticamente.
Debemos añadir a ello la nula pulsión de la opinión
pública con la que han actuado estos gobernantes.
Con más del 50% de sus opiniones públicas en contra
de una intervención, se han arrojado al fuego al estilo bonzo, como si hubieran
sido incapaces de realizar un sencillo sondeo previo que les indicara lo que
pensaban sus conciudadanos.
¿Alguien puede pensar que líderes políticos de tal
importancia no sondean el sentir de la opinión pública antes de dar un paso tan
crucial como el que intentan realizar?
No estamos ante un grupo de aficionados a la
política.
No estamos ante el presidente de la asociación de
vecinos de un barrio del extrarradio.
Cameron y Obama son dos de los líderes más
influyentes del planeta, con una maquinaria de poder, control y manipulación a
su disposición inconcebible para el común de los mortales.
Entonces, ¿Se puede saber qué ha sucedido?
¿Alguien recuerda a un presidente de los Estados
Unidos dando marcha atrás como ha hecho Barack Obama en las últimas horas?
¿Alguien recuerda a un primer ministro británico
haciendo un ridículo de tamaña magnitud ante el mundo entero?
Tal ha sido la precipitación y las prisas con las
que han actuado, que incluso hemos visto al secretario general de la ONU,
organismo siempre tan favorable a los dictados de los Estados Unidos, pidiendo
tiempo para los que los inspectores realicen informes…
¡E incluso al secretario general de la OTAN, Anders
Fogh Rasmussen, (¡sí, sí, de la mismísima OTAN!) órgano creado y controlado por
los Estados Unidos, negando la posibilidad de que la OTAN intervenga!
Y llegados aquí, debemos preguntarnos:
¿Estamos soñando o esto es real? ¿Qué diablos está
sucediendo?
¿Porque razón los líderes de Estados Unidos, Gran
Bretaña, Francia o Turquía tienen tanta, tantísima prisa por atacar Siria que
no se toman ni tan solo el tiempo necesario para realizar una manipulación
mínimamente decente?
¡Una manipulación que solo les llevaría unos pocos
días!
Una manipulación estandar, como las que
tantas y tantas veces han realizado hasta ahora con fines y consecuencias mucho
menos determinantes que ésta.
¿Acaso está a punto de acontecer algo que la
mayoría de los mortales desconocemos? ¿Algo tan inminente que puede
llevar a primeros ministros y presidentes a actuar de forma tan imprudente,
arriesgada y temeraria que se arriesgan incluso a finiquitar sus carreras
políticas?
Alguien podría pensar que tal precipitación puede
deberse a una inminente victoria de Bashar Al Assad.
Pero por lo que sabemos, su victoria, aunque bastante
posible está lo suficientemente lejos en el tiempo como para no justificar tal
nivel de urgencia.
Entonces, ¿qué está sucediendo en realidad?
¿Qué nos ocultan?
¿Da que pensar, verdad?
pd: ¿Alguien se ha fijado que desde hace un par de
meses hacia aquí, la crisis y la recesión han terminado súbitamente en todo el
mundo como por arte de magia y en pleno verano?
Si estuviera a punto de producirse un colapso
económico inminente, ¿qué mejor que escenificar una falsa mejoría y después
achacar el colapso económico súbito a un conflicto generado por un maligno
enemigo?
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