Irá al cine “la única
verdad” del combate de Manchalá
Hablaron de lo ocurrido ese día y abogaron porque
se vuelva a levantar el monumento. Varios soldados que participaron de aquel
hecho, hoy hombres de 60 años, contarán esa experiencia en un filme.
Cuentan que minutos después de las 17 del 28 de
mayo de 1975, tres soldados estaban sentados a un costado del camino, esperando
a otros compañeros, chupando una caña de azúcar, frente a la escuela del paraje
Manchalá (ubicada a 8 kilómetros de la ruta que va a Monteros y a otros 8 de
Famaillá, en Tucumán). Los jóvenes, de 20 años, incorporados a la Compañía de
Montaña 5 del Ejército con asiento en Salta, eran parte de un grupo de once,
más un suboficial y un cabo, destinados en ese lugar para refaccionar la
escuelita del lugar.
Recuerdan que, de repente, se acercaron dos
camionetas, una blanca y otra gris, y desde la primera, un hombre sentado en la
ventanilla de la puerta, les disparó una ráfaga de ametralladora y siguió, pero
dejó en el lugar a incontables hombres armados, también uniformados de verde.
Eran de la compañía de monte “Ramón Rosa Giménez”, del Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP).
Aseguran que este fue el comienzo del combate de
Manchalá, realizado dentro del Operativo Independencia aprobado por el Congreso
Nacional durante el gobierno de la expresidenta María Estela Martínez de Perón.
Un hecho que en pocos días más cumplirá 39 años, objeto de un monumento alzado
en esta capital, próximo a la obra que recuerda la batalla de Salta. La obra
generó objeciones tan radicalizadas que terminó demolida, en abril de 2012,
tras el acuerdo del Concejo Deliberante salteño, a partir de una iniciativa del
concejal Martín Avila, quien interpretó que “el conjunto escultórico era una
reivindicación del Plan Cóndor (operaciones coordinadas entre las dictaduras
militares que por los 70 detentaban el poder en América Latina)”.
Aplausos por un lado, y lamentos por el otro fue el
resultado. Y, entre estos últimos, los de la decena de soldados que aquel día,
combatieron contra el centenar de integrantes del ERP. Para ellos, el recuerdo
de aquel enfrentamiento está tan fresco como su convicción de que “no hicimos
más que defendernos de un ataque terrorista como soldados que éramos, alejados
de cualquier tinte o interés político”. Esos relatos y sus sentimientos serán
volcados en una película que comenzará a rodarse en agosto, dirigida por el
cineasta porteño Sandro Rojas Filártiga, con los testimonio en primera persona
de varios de aquellos soldados, hoy hombres de 60 años.
“Ni siquiera se informaron”
El director de lo que será un documental
testimonial, opinó que “las personas que aprobaron el proyecto para derribar el
monumento por entender que era un símbolo del genocidio, ni siquiera se
informaron. Y eso que nada más tendrían que haber recibido y conversar con los
exsoldados, en vez de dejarlos esperando sin ser atendidos en el hall del
Concejo Deliberante”. Además, “rompieron y dejaron las piedras ahí con una
total desidia, con mucho de provocación”, abundó. “Todo esto -continuó Rojas-
me llevó a mí a escribir una reflexión en Facebook esperando que algún día los
responsables de esto pidan disculpas a los combatientes, por pisotear su valor,
su heroísmo. Vamos a reivindicar el valor y el coraje de esos chicos de 20
años”. Rojas es autor de la película
“Los valientes de Formosa”, sobre la Operación
Primicia, que se puede ver en internet y ya se a cerca a las 200 mil visitas.
UN PEDIDO
Mario Cabanillas es uno de los impulsores de la
película , con Mauricio Ortín, Andrés Zuriani y varios veteranos. La
destrucción del monumento a Manchalá “nos cayó muy mal; quisimos evitarlo pero
no tuvimos suerte, no pudimos movilizar a la sociedad”, lamentó. “Nadie
reaccionó, ni reacciona ahora; es un gran dolor, ni los Gauchos de Güemes, ni
el gobernador, ni el intendente estuvieron para acompañarnos”, puntualizó
Cabanillas.
Indicó que tras ver el trabajo de Sandro sobre Formosa,
lo convocaron. “Queremos que la sociedad nos apoye en esto ahora, ya que antes
no pudimos”, dijo.
Por eso, para todo aporte y consulta referida a
este tema, los interesados deben dirigirse a la siguiente dirección de correo
electrónico: soldadossaltenosenmanchala@gmail.com
Rodolfo Demayo, con el recuerdo a flor de
piel, minuto a minuto
Rodolfo, ¿qué recuerda de aquél día?
Todo.
Lo escucho
Yo llegué a la escuelita de Manchalá manejando un
Unimog a eso de las 2 de la tarde. Dos o tres aulas, un mástil, una virgen...
Todo precario, adobe, techos de paja. Me encontré con mis compañeros que
estaban trabajando ahí. Había que revocar, pintar, acomodar las aulas. Los
chicos no estaban. Esperábamos otro camión que traía materiales y otro con “el
mate” (la merienda). Estábamos sentados en la banquina, yo en el medio, Adrián
Segura a mi derecha y Villalba a mi izquierda, con el fusil, pelando y chupando
caña de azúcar. Estábamos en una curva bien cerrada, de 90 grados, o sea que
escuchábamos el ruido de los autos que venían, pero no los veíamos hasta que no
estaban encima. En eso vemos doblar una Chevrolet blanca que pasó al lado
nuestro, amagó pararse, nos miraron, despacio siguió, pero desde ahí nos
dispararon. Cabalgando en la puerta delantera, medio abierta, iba un individuo
con un fusil en la mano; llevaban mucha gente en la caja. Nosotros respondimos
el fuego. A Segura una bala le pegó en la pierna y a Villalba otro tiro le dio
en la rodilla. Yo estaba en el medio, no me tocó ninguna. Yo apreté el gatillo,
salieron 3 ó 4 disparos y se me trabó el fusil.
¿Qué hizo?
Ahí tengo un blanco en la mente...no recuerdo cómo
llegué a protegerme detrás de un eucaliptus. Estábamos con Segura...Villalba
estaba más lejos. Yo no sabía que Segura estaba herido, desangrándose, mientras
yo peleaba para destrabar mi fusil, desesperado, lo golpeaba, le pateaba la
manibela... Y en eso llegó Lafuente, el suboficial, quien empezó a dirigir el
escenario. Segura puteaba, envuelto en una hemorragia... y Villalba nos contaba
de su herida en la pierna.
¿Qué pasó con la gente de la camioneta que los
baleó ?
El individuo que nos tiró cayó al suelo, cerca del
alambrado y quedó ahí. Pero en ese momento comenzó el tiroteo con los que
habían quedado escondidos entre las cañas. Las dos camionetas los dejaron y se
fueron, pero poco más adelante, se tirotean con otro de nuestros camiones que
venía yegando al lugar.
¿Cuántos eran?
Ellos eran 117, nosotros 11 soldados y 2
suboficiales. Estaban Adrián Segura, Osvaldo Alcalá, César Pardal, José Romero,
Carranza, Flores, Villalba... y el sargento primero Reynoso, y cabo primero
Lafuente.
¿Recuerda el intercambio de tiros?
Cómo no! El tiroteo fuerte duró como media hora.
Pero fuerte en serio eh?..como en las películas. Balas por todas partes,
pegaban acá, pegaban allá, en los árboles, ese silbido característico de la
balacera.... Y yo con el fusil trabado, hasta que no sé cómo entré a la escuela
y recogí un fusil que andaba bien mientras afuera seguían los tiros; Lafuente
nos organizaba. En un momento me dijo que teníamos que entrar a Segura, herido,
a la escuela. Lo atamos con una soga y lo arrastramos hasta la galería, donde
estaban Pardal y Alcalá. Mientras, afuera la balacera no aflojaba. A mí Segura
me decía que le entraba tierra en los ojos... y sabés qué? era tierra que
levantaba la línea de los balazos de la ametralladoras que le rozaban la
cabeza. Lo dejamos a Segura protegido y seguimos disparando a todas partes pese
a que el tiroteo ya se había calmado bastante.
¿Cómo siguió?
Lafuente me dijo que fuera a buscar ayuda, pero el
suboficial Reynoso no quería que fuera. "Lo van a matar al chango', decía.
Lafuente insistió, me subí al Unimog y salí, era el atardecer pero alcancé a
ver el camión nuestro en el que venía Roberto Mamaní cruzado sobre a calle, ya
se había tiroteado con ellos lo que pasa es que nosotros no sabíamos. Yo salí
con mi vehículo y apenas me moví me rociaron con tiros desde todas partes. Era
un ruido tremendo de vidrios que caían en medio de la balacera!... me tiré al
suelo por el lado del acompañante. Lafuente me vió y me arrastró hasta sacarme
del camino. Volví a subirme a mi Unimog, pongo marcha atrás y empecé a moverme,
sin advertir que por ahí había caños y materiales de una obra de entubamiento
de una acequia. Cuando me di cuenta frené, pero el vehículo no respondió, ahí
me di cuenta de que en el tiroteo le habían metido un balazo en el compresor de
aire. Me subí arriba de un caño y quedé haciendo trancabalanca.
¿Cómo terminó? Calculo que era la medianoche
cuando vimos que el cielo se iluminó por una
bengala... ya estaba el Ejército en pleno. Recogieron a Mamaní que estaba
herido y llegan a la escuela sin saber qué había pasado con nosotros. Y se
escuchó el "santo y seña' clásico dentro de la Compañía: ingeniero negro,
de un lado, y la respuesta de ingeniero negro de este lado.
¿Por qué cree que los atacaron?
El objetivo no éramos nosotros. Ellos pensaban
tomar, el 29 de mayo, el comando táctico del ejército en Famaillá. Estaban en
una finca próxima que habían tomado, el 28 se les escapó un individuo, entonces
aceleran los trámites y salen en su búsqueda porque saben que ese tipo los
delataría. Salen hacia Famaillá y en el camino se encuentran con el Unimog
nuestro y con todo nuestro grupo...Eso pasó.
“Yo era un soldado legal, por qué me tiraste a
matar?
Roberto Mamaní es otro de los soldados que peleó y resultó gravemente
herido en Manchalá. En la charla con El Tribuno, recordó que nada sabía de lo
que estaba pasando en la escuelita. “Yo venía en otro camión, salíamos de una
recta larga y a lo lejos vi un movimiento raro. Yo venía de custodia en el
camión, con Ontivero. Abajo en la cabina, el chofer de apellido Villada y dos
suboficiales, Arroyo y Soto”, recordó, y agregó que “de repente, tuvimos dos
camionetas casi encima y ahí nomás las ráfagas de tiros”.
“Las balas -continuó- alcanzaron al chofer, el tiro entró por la frente del casco y salió por atrás. El cayó shockeado sobre el volante y el camión se clavó en la banquina”. El quiso salir del camión, pero lo alcanzó un tiro en el brazo “fue como un hachazo, me saltaba la sangre por todos lados, yo me agarraba el brazo porque el dolor era muy intenso.Y ellos seguían tirando, aunque aisladamente. Y ahí ya no me acuerdo más”.
La última imagen de Mamaní antes de desmayarse fue la luna, brillante. “A mí me tocó muy de cerca esto porque mi esposa, en aquel tiempo mi novia, estaba embarazada y lo único que quería era vivir para conocer a mi hijo. Pedía que me curaran, que me salvaran, como fuera”.
Recordó que llegaron Arce con un volquete, y el enfermero Carlos Fava. “Yo creía que moría de dolor, me sentía morir, me faltaban 3 centímetros de húmero...Me llevaron a Famaillá, luego a Tucumán y al final al Hospital Militar central de Buenos Aires. Tuvo nueve operaciones dos paros cardíacos y principio de gangrena. Además, le contagiaron chagas, aunque por suerte la enfermedad “esta dormida”.
A Mamaní le gustaría encontrares “con alguno de esos del ERP que estaban en el monte y preguntarle: ¿Por qué me tiraste?, ¿yo era un soldado legal, por qué me tiraste a matar?. Y lamentamos con dolor profundo que en un gobierno democrático nos ninguneen”.
“Las balas -continuó- alcanzaron al chofer, el tiro entró por la frente del casco y salió por atrás. El cayó shockeado sobre el volante y el camión se clavó en la banquina”. El quiso salir del camión, pero lo alcanzó un tiro en el brazo “fue como un hachazo, me saltaba la sangre por todos lados, yo me agarraba el brazo porque el dolor era muy intenso.Y ellos seguían tirando, aunque aisladamente. Y ahí ya no me acuerdo más”.
La última imagen de Mamaní antes de desmayarse fue la luna, brillante. “A mí me tocó muy de cerca esto porque mi esposa, en aquel tiempo mi novia, estaba embarazada y lo único que quería era vivir para conocer a mi hijo. Pedía que me curaran, que me salvaran, como fuera”.
Recordó que llegaron Arce con un volquete, y el enfermero Carlos Fava. “Yo creía que moría de dolor, me sentía morir, me faltaban 3 centímetros de húmero...Me llevaron a Famaillá, luego a Tucumán y al final al Hospital Militar central de Buenos Aires. Tuvo nueve operaciones dos paros cardíacos y principio de gangrena. Además, le contagiaron chagas, aunque por suerte la enfermedad “esta dormida”.
A Mamaní le gustaría encontrares “con alguno de esos del ERP que estaban en el monte y preguntarle: ¿Por qué me tiraste?, ¿yo era un soldado legal, por qué me tiraste a matar?. Y lamentamos con dolor profundo que en un gobierno democrático nos ninguneen”.
http://www.eltribuno.info/salta/392829-Ira-al-cine-la-unica-verdad-del-combate-de-Manchala.note.aspx
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