Palabras de Kovadloff
Autor del libro “Las huellas del rencor”
La idea de que somos todos
deudos, escuchando esta conversación, el testimonio de la doctora arroyo, y las
intervenciones de Nelson Castro y de Romina, evidencian hasta qué punto lo que está
en juego es la mayor o menor consistencia institucional de la Argentina, el
grado de confiabilidad que la ley tiene en la ciudadanía, hasta qué punto se
desconoce que la investigación es el camino ineludible para el conocimiento de
la verdad, que la verdad no puede ser instaurada por decreto, porque el
establecimiento de la verdad por decreto es un procedimiento dictatorial, y
autoritario, en consecuencia cuando digo en ese ensayo que todos somos deudos,
quiero decir que somos huérfanos de institucionalidad, desde hace mucho tiempo,
y que la muerte del fiscal Nisman viene a probar nuestra indefensión profunda,
la de todos, la gente suele decir si esto le pasa a un fiscal ¿a quién no le
puede ocurrir?, pero lo cierto es que la muerte del fiscal Nisman es el
corolario con que la omnipotencia del delito enfrenta la demanda de justicia,
entonces todo el esfuerzo que se está haciendo para esclarecer este caso, es el
esfuerzo que una sociedad hace para constituirse en una sociedad realmente
organizada bajo el imperio de la ley, que es lo que hemos logrado con la transición
del autoritarismo a la democracia desde el año ochenta y tres hasta acá, que
creciera la conciencia que fuera de la ley la política se transforma en
perversión, y lo que estamos viviendo en este momento es la magnitud de la
perversión, y por lo tanto del modo que la perversión afecta la identidad de un
ciudadano convirtiéndolo en una abstracción cívica. Estamos empezando el siglo
veintiuno Argentina sigue sumida en la barbarie, debemos saberlo, debemos
asumirlo, somos todos huérfanos como las niñas de la doctora.
Es evidente que estamos
hablando de algo, muy difícil de calificar, que es el intercambio del
sufrimiento generado por un atentado a la nación, por una serie de beneficios
muy difíciles de precisar para la Argentina, pero que inducen a pensar esto,
¿se puede negociar un atentado terrorista como el que sufrió la Argentina, el
de la AMIA, por algo? ¿Se puede negociar un atentado terrorista sufrido por la
Nación? ¿No es indispensable, prosiguiendo con la necesidad de sostener la
conciencia de la magnitud de este delito, que nuestra dirigencia política
repita una y otra vez?, porque no se trata aquí de presumir que fuera del campo
jurídico hay pruebas, estamos delante de un problema moral fundamental, aquí
hubo hace veinte años un atentado que sigue sin aclararse, el estado Argentino
no quiere saber, ¿o prefiere la rentabilidad del silencio? ¿Qué será de
nosotros, digo, de esto que llamamos nuestra Nación? ¿Por dónde pasa el
porvenir de la Nación donde el estado negocia su silencio? Y negociarlo quiere
decir mucho más que lo que esta ocurriendo ahora y que recién estábamos
escuchando, es callar para no saber, creen que se puede sostener una democracia
republicana en el marco de un silencio cómplice, con la magnitud de un delito
subestimado, (callar por miedo) muy bien por miedo, por conveniencia, por
irresponsabilidad, ¿qué es lo que está desaparecido en la Argentina contemporánea?,
la ley.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario