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miércoles, 15 de abril de 2015

Kovadloff: sobre una parte que murió en todos nosotros

(esto es el extracto de tres minutos, de la intervención de Kovadloff, en el programa de ML, donde estuvo invitada la Dra. Arroyo salgado)




Palabras de Kovadloff
Autor del libro “Las huellas del rencor”

La idea de que somos todos deudos, escuchando esta conversación, el testimonio de la doctora arroyo, y las intervenciones de Nelson Castro y de Romina, evidencian hasta qué punto lo que está en juego es la mayor o menor consistencia institucional de la Argentina, el grado de confiabilidad que la ley tiene en la ciudadanía, hasta qué punto se desconoce que la investigación es el camino ineludible para el conocimiento de la verdad, que la verdad no puede ser instaurada por decreto, porque el establecimiento de la verdad por decreto es un procedimiento dictatorial, y autoritario, en consecuencia cuando digo en ese ensayo que todos somos deudos, quiero decir que somos huérfanos de institucionalidad, desde hace mucho tiempo, y que la muerte del fiscal Nisman viene a probar nuestra indefensión profunda, la de todos, la gente suele decir si esto le pasa a un fiscal ¿a quién no le puede ocurrir?, pero lo cierto es que la muerte del fiscal Nisman es el corolario con que la omnipotencia del delito enfrenta la demanda de justicia, entonces todo el esfuerzo que se está haciendo para esclarecer este caso, es el esfuerzo que una sociedad hace para constituirse en una sociedad realmente organizada bajo el imperio de la ley, que es lo que hemos logrado con la transición del autoritarismo a la democracia desde el año ochenta y tres hasta acá, que creciera la conciencia que fuera de la ley la política se transforma en perversión, y lo que estamos viviendo en este momento es la magnitud de la perversión, y por lo tanto del modo que la perversión afecta la identidad de un ciudadano convirtiéndolo en una abstracción cívica. Estamos empezando el siglo veintiuno Argentina sigue sumida en la barbarie, debemos saberlo, debemos asumirlo, somos todos huérfanos como las niñas de la doctora.

Es evidente que estamos hablando de algo, muy difícil de calificar, que es el intercambio del sufrimiento generado por un atentado a la nación, por una serie de beneficios muy difíciles de precisar para la Argentina, pero que inducen a pensar esto, ¿se puede negociar un atentado terrorista como el que sufrió la Argentina, el de la AMIA, por algo? ¿Se puede negociar un atentado terrorista sufrido por la Nación? ¿No es indispensable, prosiguiendo con la necesidad de sostener la conciencia de la magnitud de este delito, que nuestra dirigencia política repita una y otra vez?, porque no se trata aquí de presumir que fuera del campo jurídico hay pruebas, estamos delante de un problema moral fundamental, aquí hubo hace veinte años un atentado que sigue sin aclararse, el estado Argentino no quiere saber, ¿o prefiere la rentabilidad del silencio? ¿Qué será de nosotros, digo, de esto que llamamos nuestra Nación? ¿Por dónde pasa el porvenir de la Nación donde el estado negocia su silencio? Y negociarlo quiere decir mucho más que lo que esta ocurriendo ahora y que recién estábamos escuchando, es callar para no saber, creen que se puede sostener una democracia republicana en el marco de un silencio cómplice, con la magnitud de un delito subestimado, (callar por miedo) muy bien por miedo, por conveniencia, por irresponsabilidad, ¿qué es lo que está desaparecido en la Argentina contemporánea?, la ley.


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