LA
ENEMISTAD HISTÓRICA DEL PAPADO CONTRA EL IMPERIO ESPAÑOL
O
EL MITO DE QUE CASTILLA FUE EL BRAZO ARMADO DE LA IGLESIA
O
EL MITO DE QUE CASTILLA FUE EL BRAZO ARMADO DE LA IGLESIA
(Memoria y apuntes sueltos para
la comprensión de la rivalidad Güelfa-Gibelina en América)
El Saco
(Saqueo) de Roma por las tropas imperiales de Carlos V en 1527.
PRIMERA
PARTE: Resumen
cronológico de la cuestión.-
SIGLOS XV
Y XVI:
Desde el
inicio mismo de la expansión de Castilla por el Mundo la representación máxima
de la Iglesia Católica, es decir el Papado, mantuvo una sostenida y continuada
oposición a los monarcas que curiosamente fueron titulados por siempre como
Católicos.
Siempre
celosos de su poder y con el temor de un resurgimiento gibelino no podían, los
Papas, menos que ver como un desafío y un peligro para su usurpada autoridad el
fortalecimiento de una Monarquía con visos de poder temporal y autoridad
espiritual.
Ludwig
Pfandl señala cuales eran los objetivos específicos, en este sentido, de los
monarcas castellano-aragoneses, Isabel y Fernando:
“La
política religiosa de Isabel y Fernando perseguía tres fines diferentes.
Primero, querían una Iglesia nacional española, es decir soberana autonomía
eclesiástica; segundo, querían una Iglesia reformada, que es lo mismo que
decir, depurada de toda anomalía en la vida religiosa; y por último, quería una
Iglesia unificada, única, es decir, que querían eliminar de las fronteras
españolas cualquier confesión que no fuera la católica… La tercera
prerrogativa, la desestimación de decretos papales, era el más antiguo de los
tres privilegios y su inexistencia hubiera supuesto de hecho un serio perjuicio
para los otros dos. Se trataba de un poder del Papa Urbano VI otorgado
temporalmente y por necesidad, en tiempos del cisma eclesiástico (a finales del
s. XIV), que los Reyes Católicos reclamaron como estatuto legal y permanente en
su reino. En virtud de esta regalía, todo decreto procedente de la curia era
detenidamente estudiado con el fin de comprobar que NO lesionaba derechos de la
Corona ni del País. O que por desconocimiento de la situación en España o por
estar mal aconsejado, el Papa pudiera disponer algo que produjera malestar
popular o menoscabo de los intereses nacionales. De existir alguna duda al
respecto, el decreto NO podía entrar en rigor hasta haberse obtenido de la
Curia el cambio deseado (Nótese el paralelismo con acciones similares llevadas
adelante por Gabriel García Moreno). Así de esta forma, el Rey también venía a
ser una especie de Papa particular de los españoles, y los lazos que le unían a
él con su pueblo y a este con el clero eran muchos más estrechos que en
cualquier otro país, incluso tratándose de cuestiones morales.”
La
autoridad espiritual y el poder temporal unidos en el cetro hispánico eran
motivos más que suficientes para que desde el Vaticano se sostuviera una
oposición y muchas veces una franca enemistad durante el posterior desarrollo
de la Monarquía Hispánica Universal o Imperio Español en los cinco continentes.
Ramón
Mujica Pinilla al referirse al respecto dice:
“…el
Patronato Real de las Indias covertía al Emperador cristiano en patrón y
reformador de la Iglesia universal. A los Reyes Católicos les fueron concedidas
las bulas papales, pero fue en realidad Carlos V quien inauguró el nuevo orden
político… El Patronato Real concedido a los Reyes Católicos por los Papas
Alejandro VI y Julio II convertía al emperador hispano en la nueva cabeza de la
Iglesia, corroborando así el sentido profético y mesiánico de la casa de
Austria española.”
El
Emperador Carlos V dominando al papa, a los reyes y al sultán otomano. ¡Salve
el Emperador!
El Papa
Paulo IV detestaba a los españoles, de los que decía ser “malditos de Dios,
simiente de judíos, moros y herejes”. Y sobre Carlos I de Castilla – V del Sacro
Imperio Romano Germánico y Felipe II, el napolitano afirmaba:”Quiero
declararlos despojados de sus reinos y excomulgarlos, porque son herejes”.
Vimos
entonces como un Papa se alineó con el Sultán otomano en contra de Carlos V,
emperador católico, o todavía más, cómo otro Papa, permitió la caída de
Constantinopla –auxiliada por castellanos y aragoneses- ante los turcos porque
sus defensores, cristianos ortodoxos, no querían acatar la “soberanía” de Roma.
SIGLOS
XVI-XVII:
Y cuando
en plena defensa de la integridad de la Cristiandad se desató el furor
protestante, durante esa sangría que fue la Guerra de los Treinta Años sellada
en Westfalia, donde se parió la modernidad, que los monarcas hispanos quisieron
evitar, volvimos a ver como otro Papa, en esa histórica sentina Vaticana (los
desechos de Roma iban a parar allí antes de la construcción de los aposentos
papales), volvió a aliarse al enemigo del Monarca Católico (Felipe III Y Felipe
IV) y universal, volvió a aliarse con el enemigo, protestante primero: el Rey
sueco, y nuevamente con el turco musulmán y con el Rey de Francia, enemigo
jurado de España y de los Austrias.
SIGLO
XVIII:
En el
sigo XVIII vemos una gran apertura de relaciones entre la potencia
talasocática por excelencia, Inglaterra -otra histórica enemiga de la Monarquía
Hispánica-, con el Vaticano, propendiendo a una alianza anti-hispánica que
llevaría la destrucción del Imperio, alianza sustentada principalmente en
acuerdos de acción comunes para debilitar a la Monarquía Universal Hispánica, para
finalmente destruirla. Dos testimonios documentales de la época nos brindan un
termómetro del asunto:
EL PAPA
ES INGLÉS DE CORAZÓN – ENEMIGO DE ESPAÑA:
“Por más
que los franceses se hayan persuadido a que conseguirán el ajuste con
Inglaterra, yo no me lo he podido persuadir, no por razón alguna, sino por
aquello que llaman corazonada y por conocer un poco la insolencia de esos
isleños. No quiero poner a la parte con esto las instigaciones de los jesuitas
para soplar el fuego contra los Borbones, como que esa es la única venganza que
queda a la gente más vengativa del mundo, porque decir esto parecería
proposición de jansenista. Lo que no obstante es verdad irrefragable es el odio
que un pedante llamaría vaiiniano con que dichos jesuitas viven contra todo lo
borbónico y que sólo tienen igual en esto a la venerable Corte de Roma, desde
el papa (Clemente XIV) inclusive hasta los monaguillos de San Pedro…. Se les
conoce la alegría por los semblantes, porque creen que en una campaña se nos
han de tragar los ingleses. Desde que Roma es Roma no se ha visto aquí la
multitud de isleños que hay este año…. He dicho a Vd. arriba que el papa es
inglés de corazón. Digo, en conclusión, que toda esta brigada es tan inglesa y
más que lo restante del lugar y que se dice a boca llena que el papa piensa
como ellos” -José Nicolás de Azara, procurador de la embajada de los reinos de
España en Roma, 1770.
EL
CONTUBERNIO ENTRE ROMA Y LONDRES NO ES NUEVO:
“Creo que
se habrá Vd. escandalizado al oír y ver el modo con que esa Corte (de Roma) se
porta con el Príncipe de Gales (Carlos Estuardo) por respetos al Rey Jorge
(III). Vea Vd. si conviene hoy la doctrina de los que aconsejan en Monte
Cavallo (palacio del papa) con la de Belarmino, Mariana, Suárez, etc. y con la
que siguió Sixto V (1585-90) y sus antecesores, queriendo despojar de la corona
a los soberanos de Inglaterra y de Francia con pretexto de la Religión y
haciendo lícita la desobediencia de sus vasallos los regicidios y todo lo demás
que Vd. ha leído y sabe. Yo fui testigo del extraordinario cortejo con que ahí
se trató al Duque de York (hermano de Jorge III) y en otro tiempo nos hubieran
excomulgado a todos los que hablásemos con un príncipe hereje. Es gran cosa la
DOCTRINA ACOMODATICIA (de Roma y el papa) y la ciencia media.” -Manuel de Roda
y Arrieta, ministro de gracia y justicia de los reinos de España, 1766.
SIGLO
XIX:
¡CÁIGANSE
DE ESPALDAS! LOS GÜELFOS PROVOCARON LA SEPARACIÓN (INDEPENDENCIA) DE LA AMÉRICA
HISPANA:
Jorge IV
como Grand Master de la Royal Guelphic Order
La Real
Orden Güelfa (nombrada así por la Casa de los Güelfos enemigos del Imperio,
históricos rivales de los gibelinos y sostenedores a ultranza del Papado), a
veces también conocida como la Orden Güelfa de Hannover, es una orden de
caballería instituida el 28 de abril 1815 por el Príncipe Regente del Reino
Unido posteriormente Jorge IV, de quien el general Juan José Flores, primer
presidente del Ecuador decretó: “S.M.B. el Rey Jorge IV… un monarca que ha sido
el más firme apoyo de nuestros derechos en la gloriosa contienda de la libertad
e independencia de Colombia y que supo estrechar con ella muy leales y francas
relaciones de amistad, comercio y navegación”.
Francisco
Núñez del Arco Proaño
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