UNCANNY VALLEY (2015) from 3DAR on Vimeo.
En este video, corto de ciencia ficción de producción integra Argentina, se muestra personas adictas a la realidad virtual, inmersas en diferentes tipos de juegos, la conexión con androides, y los juegos que no son tanto, con una retroalimentación escalofriante. ¿Será nuestro futuro?
Los robots serán algo común
y corriente en 5 años, pronostica Hiroshi Ishiguro
Por Sputnik
Dentro de cinco años los robots serán tan habituales como los teléfonos
o electrodomésticos, declaró el investigador japonés Hiroshi Ishiguro, un
especialista icónico en robótica.
“Durante los próximos cinco años aparecerán muchos robots disponibles y
adaptados a la vida cotidiana”, pronosticó en una exhibición internacional
iREX-2015 inaugurada en Tokio.
Añadió que estarán “conectados al teléfono o algo más; para eso hay
muchas posibilidades”.
La gente, continuó Ishiguro, “podrá manipularlos a distancia o
programarlos para que actúen automáticamente”.
El ingeniero explicó que los androides famosos creados en su laboratorio
–uno de los cuales actuó un una película y casi ganó la nominación a la mejor
actriz en el Festival Internacional de Cine de Tokio este año- “son ejemplares
únicos, cuestan demasiado y sirven para experimentos y estudios para
materializar luego los resultados en los robots domésticos más económicos”.
“Esto no significa que los androides no se usen en la vida cotidiana”,
aseguró.
Según Ishiguro, “al principio cobrarán difusión robots más simples y
baratos; luego los ricos van a comprar androides o robots aún más caros”.
Pronosticó que los robots se usarán no solo para conversar, estudiar el
inglés o como un prontuario, sino que en 10 o 20 años sustituirán a la mitad de
los trabajadores japoneses en centenares de ocupaciones, ante todo, aquellas
que demandan el contacto con la gente, amplios conocimientos e información.
La tentación del
"chongo" crece entre las mujeres
Las
“mujeres alfa” son el testimonio de un cambio cultural en el mundo del deseo.
Y, por ejemplo, dejan atrás la idea tradicional del amante por otra figura: el
chongo
- Ni amantes, ni novios: chongos. Un vínculo donde lo que manda es el goce y el deseo. / Ariel Grinberg
Ríen, se
enciman al hablar, no sacan la vista del teléfono. Anochece en Puerto Madero y
ellas están sumergidas en las pantallas de sus celulares chateando en Tinder
y respondiendo mensajes por WhatsApp. Se muestran los chats. Buscan en
la aplicación Lulu y chequean si el ocasional candidato del día –ellas
lo mencionarán de otro modo– ya fue ranqueado por alguien como novio, exnovio,
amigo, conocido, si está en otro tipo de relación, o si se encuentra taggeado
en alguna categoría: #GranAmante #PanicoalCompromiso #NuncaSeQuedaADormir
#NenedeMama. Salir con alguien, en tiempos de celulares inteligentes es mediado
por una interfaz. El encuentro cara a cara, escuchar una voz, aproximarse a un
olor, quedará para otro momento, acaso efímero.
Se
prensentan con un apodo que no necesariamente coincide con su nombre verdadero.
La virtualidad sigue fuera de la pantalla: son Lu, Sol y Maca; treintañeras,
profesionales, que se abren paso en empresas de la zona. Y llaman chongos a sus
circunstanciales aventuras amorosas. “No son novios, ni una relación seria. Es
alguien con quien te ves cuando tenés ganas”, define Lau. “Tampoco son
amantes”, aclaran a coro Lu y Maca. “¿Amantes? ¿Qué es eso?”, ríen. Les resulta
anacrónico el término. No se les cruza por la cabeza la clandestinidad de una
relación –y posiblemente tampoco el amor– a largo plazo. “¡Ni loca!”, primerea
Maca. “Imaginate si voy a bancarme a un tipo que esté casado y yo de segunda.”
Sol agrega, sin dejar de escribir sobre la pantalla de su teléfono: “En las
redes hay muchos casados que están de levante”. Y diferencia: “Una cosa es el
que está en pareja y anda de levante. Lo ves una vez y chau. Otra, que vos le
respondas los mensajes o llamados cuando a él se le da la gana. Que estés
disponible. No sé, no da. ¡Esas relaciones son del tiempo de mi abuela! No digo
que no las haya porque conozco chicas que por no estar solas se bancan a
cualquiera que las denigra”.
Chongo, una palabra que se filtró en el
lenguaje femenino adquiriendo presencia. En las charlas de amigas suele
aparecer como sinónimo de un levante ocasional –el último– o refiere a aquel
que dura algunos encuentros. Se habla de ellos sin pudores, más bien lo contrario;
aunque no suele haber presentaciones sociales, ni a amigos ni, mucho menos, a
familiares. Pocas veces se muestran juntos porque en la mayoría de las
ocasiones son encuentros furtivos; parte de una manera de relacionarse que es
funcional para ambos, como si se tratara de una cuestión de disponibilidad
mutua, sexo on demand, una conjunción que no implica compromisos: ni
económico, ni familiar, mucho menos de estabilidad. Los chongos son una pareja
sexual o un amigo con derecho a roce.
“Es incuestionable que se ha producido una modificación en la vida sexual femenina. La mujer también exige, no se acomoda o somete como antes y aceptan de buen grado los vínculos ocasionales”, introduce la psicoanalista Adriana Guraieb. “Irrumpen las relaciones disociadas entre el amor y el sexo, los amigos con los que se hacen ‘intercambio de necesidades’. No es algo universal pero sí una tendencia que se observa cada vez más”, añade.
Y las palabras también van resignificándose con la latencia de sus representaciones.
“Es incuestionable que se ha producido una modificación en la vida sexual femenina. La mujer también exige, no se acomoda o somete como antes y aceptan de buen grado los vínculos ocasionales”, introduce la psicoanalista Adriana Guraieb. “Irrumpen las relaciones disociadas entre el amor y el sexo, los amigos con los que se hacen ‘intercambio de necesidades’. No es algo universal pero sí una tendencia que se observa cada vez más”, añade.
Y las palabras también van resignificándose con la latencia de sus representaciones.
Tecnópolis. Silvina D. pasó apenas los
treinta, trabaja en la city porteña y luce formal. Soltera, sin hijos, analiza:
“Si te estás viendo con alguien, antes eso significaba estar en una relación,
algo más que una noche juntos. En la dinámica actual es difícil pasar de un
‘nos vemos’ a ‘tenemos algo’. Podés tener una noche genial con alguien y al
otro día nunca más lo viste”. La interrumpe el teléfono. Agenda una reunión
laboral y vuelve: “Cuesta entablar un vínculo. Diría que, por parte de las
mujeres, no hay confianza. Y a los hombres les falta compromiso”. Así las
cosas, “cada uno, hombres y mujeres, formamos parte de una cadena de
relaciones. No hay exclusividades. Suena tremendo pero es así”.
Federico
T., 34, ingeniero informático, pone freno de mano: “No busco ser un chongo de
nadie pero te enfrentás con minas que buscan eso o cualquier otra cosa menos
una relación formal”. ¿Es una queja? Responde: “Sos un objeto de consumo como
si fueras un mueble. Ellas tienen el poder; siempre lo tuvieron. Cuando te metés
en Tinder o Happn, enseguida te borran si algo no les gusta y ahí
se terminó todo”. Para Federico, se trata de un juego de poder, que empieza en
esos primeros momentos virtuales: “Vos necesitás un feedback, entonces
les alimentás el ego. Y una vez que te encontrás, no quieren una cita o solo
una noche de sexo. Quieren, al menos, unos tres meses de encuentros. Y al
final, sin que medien palabras, un día se terminó todo”.
Hiperconectado, el smartphone de Federico vibra bastante seguido en medio de la charla: “Cuando vas al primer encuentro ya estás con fecha de vencimiento. En términos futboleros, tenés que dar vuelta un cinco a cero. Las que quieren solo sexo esperan que avances y hagas todo el trabajo. Y si no lo hacés, te descartan. ¿Romanticismo? No corre. No digo que no les interese pero no hace la diferencia”. Su franja de búsqueda está acotada entre los 28 y 35 años. Precisamente, la edad en que estos entrecruzamientos virtuales se intensifican. “En general, a los 30 un tipo se cansó de bolichear. Y busca otro plan. A una de veinte no la agarrás por el lado de ‘vamos a cenar’ o ‘vamos al cine’. Olvidate. Te dejan colgado como un paraguas. Sos un abuelo”, exagera.
Hiperconectado, el smartphone de Federico vibra bastante seguido en medio de la charla: “Cuando vas al primer encuentro ya estás con fecha de vencimiento. En términos futboleros, tenés que dar vuelta un cinco a cero. Las que quieren solo sexo esperan que avances y hagas todo el trabajo. Y si no lo hacés, te descartan. ¿Romanticismo? No corre. No digo que no les interese pero no hace la diferencia”. Su franja de búsqueda está acotada entre los 28 y 35 años. Precisamente, la edad en que estos entrecruzamientos virtuales se intensifican. “En general, a los 30 un tipo se cansó de bolichear. Y busca otro plan. A una de veinte no la agarrás por el lado de ‘vamos a cenar’ o ‘vamos al cine’. Olvidate. Te dejan colgado como un paraguas. Sos un abuelo”, exagera.
La
tecnología es evidente que se metió de lleno en las relaciones humanas y el
impacto parece no tener retroceso. “Antes salías y no sabías nada del otro,
hasta que volvías a verlo. Y ellos, sobre todo, la tenían que remar. Ahora lo
tenés en Facebook, en las redes y sabés todo: a qué hora se levanta, si sacó a
pasear al perro, si salió con sus amigos. Ves las fotos que sube, los check
in que hace en los lugares adonde va. Sabés en qué anda...”, observa
Romina, una maestra de 35.
¿Se perdió el misterio?
Y además, la tecnología los pone cómodos. Piensan que te mandan un mensaje por WhatsApp y vos en cinco minutos estás en la puerta de tu casa esperando que te pase a buscar. La diferencia es que ahora la mujer se da lugar para decir ‘me divierto’. No nos preocupa decir ‘tengo un chongo que no es mi novio’. Ojo, igual hay un montón de minas que se dejan pasar por arriba por no estar solas o las que quieren tener un hijo y se bancan lo que venga con tal de cumplir su objetivo.
¿Se perdió el misterio?
Y además, la tecnología los pone cómodos. Piensan que te mandan un mensaje por WhatsApp y vos en cinco minutos estás en la puerta de tu casa esperando que te pase a buscar. La diferencia es que ahora la mujer se da lugar para decir ‘me divierto’. No nos preocupa decir ‘tengo un chongo que no es mi novio’. Ojo, igual hay un montón de minas que se dejan pasar por arriba por no estar solas o las que quieren tener un hijo y se bancan lo que venga con tal de cumplir su objetivo.
Sello
propio. Se suele
direccionar este tipo de relaciones a las llamadas “mujeres alfa”, acaso una manera
de darle un sesgo masculino para justificar el ejercicio despreocupado de su
deseo sexual, entre otras cosas. “Estas ‘mujeres alfa’ suelen tener su
autoestima muy bien plantada, van detrás de sus proyectos y no dependen del
vínculo con un hombre. Si están disponibles, aceptan el encuentro pero no
persiguen a nadie ni les gusta que las persigan. En este sentido, el ‘chongo’
puede combinar bien con sus estilos de vida”, describe Guraieb, de la
Asociación Psicoanalítica Argentina.
Así, ellas avanzan en un terreno –el del deseo—de un modo en el que el varón se siente, cuanto menos, desorientado. Y los vínculos se volvieron más líquidos que nunca, en términos del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Según este planteo, la modernidad –esa época marcada por la incertidumbre– dio de lleno sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Porque el avance de la sociedad de mercado hizo trastabillar los vínculos personales, en tanto se toman como una mercancía más. No hay promesas: se pide menos y uno se conforma con menos, también.
Así, ellas avanzan en un terreno –el del deseo—de un modo en el que el varón se siente, cuanto menos, desorientado. Y los vínculos se volvieron más líquidos que nunca, en términos del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Según este planteo, la modernidad –esa época marcada por la incertidumbre– dio de lleno sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Porque el avance de la sociedad de mercado hizo trastabillar los vínculos personales, en tanto se toman como una mercancía más. No hay promesas: se pide menos y uno se conforma con menos, también.
Si las
mujeres debían amar “en sólido”, los hombres siempre lo hicieron de manera
líquida. La novedad es que hoy ellas también parecen dejar la solidez de lado.
También aman líquidamente. Avanzan y van al frente sin sentir culpas; se
sienten las únicas proveedoras de su bienestar económico y sexual.
El psicoanalista Santiago Thompson apunta: “Ya el término ‘chongo’ está dejando su lugar al aún más explícito ‘garche’. Hace veinte años se hablaba de ‘amante’, antes aún, la ‘querida’ era el término para nominar a la mujer ‘no blanqueada’. Si la ‘amante’ y la ‘querida’ anudaban el deseo al amor, el ‘chongo’ remite a la conjunción entre deseo y goce”. ¿Significa volverse objeto de consumo? Dice Thompson: “Lo fuerte de estos términos es que suponen una objetivación –o ‘cosificación’ como se dice ahora– del varón: ya no solo el hombre toma a la mujer como objeto, sino que el mismo es explícitamente reducido a un objeto. Esto tiene los efectos que son evidentes para todos: evitación y desorientación del lado de los varones contemporáneos”.
Su colega Any Krieger agrega: “Tener un ‘chongo’ es como decir: ‘Tengo un pene’. Es una equivalencia fálica, sin dudas. Y tiene que ver con la lógica de los lazos sentimentales que encontrarmos en el discurso capitalista, donde no hay lugar para el amor, sino la idea del consumo del otro. En este sentido, el ‘chongo’ es un objeto”.
El psicoanalista Santiago Thompson apunta: “Ya el término ‘chongo’ está dejando su lugar al aún más explícito ‘garche’. Hace veinte años se hablaba de ‘amante’, antes aún, la ‘querida’ era el término para nominar a la mujer ‘no blanqueada’. Si la ‘amante’ y la ‘querida’ anudaban el deseo al amor, el ‘chongo’ remite a la conjunción entre deseo y goce”. ¿Significa volverse objeto de consumo? Dice Thompson: “Lo fuerte de estos términos es que suponen una objetivación –o ‘cosificación’ como se dice ahora– del varón: ya no solo el hombre toma a la mujer como objeto, sino que el mismo es explícitamente reducido a un objeto. Esto tiene los efectos que son evidentes para todos: evitación y desorientación del lado de los varones contemporáneos”.
Su colega Any Krieger agrega: “Tener un ‘chongo’ es como decir: ‘Tengo un pene’. Es una equivalencia fálica, sin dudas. Y tiene que ver con la lógica de los lazos sentimentales que encontrarmos en el discurso capitalista, donde no hay lugar para el amor, sino la idea del consumo del otro. En este sentido, el ‘chongo’ es un objeto”.
A los 47,
Graciela I., separada, dos hijos adolescentes, cuenta: “Fui buscando algo serio
pero resultó que tengo un ‘chongo’ de 38. Un talle 38, bromeamos con mis
amigas. Es genial estar con un tipo joven. Los encuentros son explosivos e
intensos y los disfruto. Pero no tengo expectativas de una relación”. No fue el
primero. Es apenas el último: “Me acostumbré a chonguear. Tengo cuentas en Tinder,
Happn, Match. Vivo sola con mis hijos y si quiero caricias, ahí
están ellos, dispuestos, disponibles, sin peros. Entiendo que hay otras mujeres
que se mortifican si están sin un hombre a su lado. Yo no. Sigo con mi vida”.
Hernán D., contador de 44 años, divorciado después de veinte años de casado, encontró una posibilidad inigualable en los sitios de cita online: “En poco tiempo, conocí muchas mujeres. Y creí que iba a encontrar una relación formal, pero no es así la onda. La variedad de compañeras sexuales, te crea la ilusión de que podés estar con todas. Las mujeres buscan más orgasmos que mimos, sentirse deseadas, más allá de la edad. Sobre todo, si salieron de una pareja de años”.
Hernán D., contador de 44 años, divorciado después de veinte años de casado, encontró una posibilidad inigualable en los sitios de cita online: “En poco tiempo, conocí muchas mujeres. Y creí que iba a encontrar una relación formal, pero no es así la onda. La variedad de compañeras sexuales, te crea la ilusión de que podés estar con todas. Las mujeres buscan más orgasmos que mimos, sentirse deseadas, más allá de la edad. Sobre todo, si salieron de una pareja de años”.
Krieger,
autora de Sexo a la carta, sostiene que en medio siglo viajamos del “ser” al
“tener”. Muchas mujeres todavía sienten nostalgia del príncipe azul, pero
muchas otras están muy felices de haberlo perdido como la representación de su
deseo y de su felicidad. Y, en consecuencia, precisa: “El ‘chongo’ es,
entonces, el resto de lo viril atribuido a una sociedad machista que nos evade
y nos premia con la pérdida de un posible encuentro con el amor. Es el reducto
con el que transamos para soltar nuestra enigmática feminidad y enfundarnos en
una postura de ‘macho’ que nos sumerge en encuentros donde nos sumimos en un
vacuo hastío”.
Desconectarse de la Matrix
antes que nuestros cerebros sean totalmente recableados
Dentro de 20 años, de acuerdo con los principales investigadores de la
Inteligencia Artificial (IA), casi la mitad de todos los puestos de trabajo
actualmente ocupados por seres humanos serán automatizados por las computadoras
o los robots. ¿Qué propósito cumplirán estos individuos anteriormente
empleados?
La élite de la sociedad ha estado discutiendo este épico momento por
décadas.
En abril de 2000, Bill Joy, cofundador de Sun Microsystems, escribió un
artículo para la revista Wired llamado “¿Por qué el
futuro no nos
necesita?” La premisa del artículo gira en torno a la posibilidad de que los
seres humanos se vuelvan obsoletos. El trabajo de Joy comienza describiendo su
experiencia al leer una parte del Manifiesto
de Unabomber Theodore Kaczynski.
Kaczynski se dirigió al científico de computación David Gelernter, uno
de los amigos de Bill Joy. Para su consternación Joy tuvo que estar de acuerdo
con Kaczynski en su perspectiva.
El manifiesto de Kaczynski describe un futuro distópico en el que una
élite despiadada erradica a los seres humanos inútiles como consecuencia de la
revolución tecnológica. En un escenario alternativo, la élite son “buenos
pastores” que se aseguran que “…las necesidades físicas de cada uno estén
satisfechas, que todos los niños sean criados en condiciones psicológicamente
higiénicas, que todo el mundo tenga una afición sana para mantenerlo ocupado…
Estos seres humanos diseñados pueden ser felices en tal sociedad, pero con toda
seguridad, no pueden ser libres. Ellos han sido reducidos a la condición de
animales domésticos“, escribe Kaczynski.
En el intervalo entre la toma de posesión robótica y nuestra potencial
extinción, nuestras vidas como seres humanos se verán afectadas en gran medida.
La revolución industrial provocó un temor similar con la amenaza de la
automatización mecánica. Esta nueva revolución está alterando el mismo código
genético de la humanidad, re-cableando nuestro cerebro, y creando nuevas formas
de vida desconocidas para la historia. La tecnología ha permitido que nuestro
mundo esté digitalmente conectado 24/7. La telemedicina permitirá a los médicos
monitorear de forma remota la salud de los pacientes en el país usando un
sistema de sensores, incluyendo su inodoro. Pero ¿qué pasa con el elemento
humano? Estamos en una era de aparente conexión, pero ¿estamos realmente
entrando en una era de desconexión?
Los titulares de noticias recientes parecen sugerir que este puede ser
el caso. Nuestras interacciones sociales están cambiando dramáticamente debido
a la prevalencia de la tecnología. Nuestros cerebros están siendo literalmente
re-cableados. Los instintos humanos se están torciendo. Nuestra habilidad para
conectarnos con otros todavía existe, pero se dirige a ajustes artificiales. La
tecnología está aumentando – y, finalmente, podrá sustituir – partes de nuestra
humanidad que nos han ayudado a sobrevivir y avanzar por mucho tiempo. ¿Seremos
totalmente domesticados por nuestra tecnología? Una cosa es cierta: La idea del
Ser Humano está a punto de cambiar drásticamente en la era
digital híbrida que estamos entrando.
Medios Sociales: ¿No Tan Sociales?
Los medios sociales son una gran manera de mantenerse en contacto con
tus amigos en línea. Pero, ¿cómo afectan nuestras vidas digitales a nuestras
vidas reales? Investigadores de la Universidad de Benedictino en Mesa, Arizona
encontraron que los usuarios de Facebook mostraron signos de ansiedad en las
reuniones cara a cara con la gente que “conocieron” en línea. El Daily Mail informó recientemente.
Las sujetos que “merodeaban” en los perfiles de las personas que
conocieron después físicamente registran una mayor cantidad de ansiedad.
¿Cómo más estamos siendo afectados por los medios de comunicación
“social”? Por lo general asociamos (en EE.UU.) el cumpleaños #16 con las
licencias de conducir y salir a dar una vuelta en el coche. Para las nuevas
generaciones, este ya no es el caso. En los Estados Unidos, el número de
adolescentes con licencias de conducir está disminuyendo drásticamente. En
1983, el 69% de los adolescentes de 17 años tenía una licencia. En 2010, sólo
el 46% de los jóvenes de 17 años tenía una.
Una joven de 19 años de edad, dijo al Washington Post que, “Si no pude
conseguir un viaje para ver a mi amigo que vive en otro pueblo… Podría hablar
por mensajería instantánea o Skype“.
Krystine Batcho, profesor de psicología en Lemoyne College, dijo a CBS
News recientemente que los medios sociales está provocando un “fenómeno de
distanciamiento” entre los usuarios. “Cuanto mayor es el uso de medios sociales
a través del tiempo, la satisfacción con la vida disminuye“, dijo Batcho.
Batcho también señaló que los jóvenes no están desarrollando el lenguaje
de la comunicación cara a cara.
Fuera del impacto en sus vidas personales, los usuarios de Facebook
están, de hecho, ayudando a crear sistemas de inteligencia artificial cuando
comparten su información en línea. Estos sistemas de autoaprendizaje se están
expandiendo más cada día a medida que más información se ha publicado. El
director general de Digital Sky Technologies, una empresa de capital de riesgo
de Rusia, invirtió fuertemente en Facebook en 2010, diciendo que sería “…una de
las primeras plataformas de inteligencia artificial en algún momento en los
próximos 10 años“.
Tu vida y vitalidad, literalmente, se están utilizando para crear una
matrix de la vida real. Como James Bamford informó para NOVA en el año 2009, la
Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) ha estado desarrollando –
y es probable que ahora se usa activamente – lo que los denunciantes han
llamado “HAL“. Es una inteligencia artificial que se nutre de las llamadas
telefónicas, la geolocalización del teléfono celular , correos electrónicos, y
lo has adivinado, Facebook. Un ex investigador del proyecto dice “Piensa en
2001: Una odisea del espacio y el personaje más memorable, es HAL 9000. Estamos
construyendo a HAL.
El “Ahora Digital“
“El yo que una vez conocimos ha dejado de existir. Un universo digital
abstracto es ahora una parte de nuestra identidad“. – Abha Dawesar
¿A medida que el mundo que nos rodea se desmorona, estaremos atrapados
en un estado de complacencia, siempre y cuando todavía estemos “conectados”? La
percepción de la satisfacción y la sensación de que “todo está bien” está cada
vez más ligada a la capacidad de iniciar sesión en la red, buscaremos en
nuestro Feed de Facebook, y nos mantendremos al día sobre una corriente
interminable de datos.
La tecnología digital y las redes sociales han cambiado nuestra
identidad y nuestras percepción del mundo. El novelista indio Abha Dawesar
examinó esta cuestión en una platica en TED 2013. El ahora digital “…no es el
ahora de un fuerte dolor en el pie o el segundo en el que muerdes un pastel o
las tres horas que usas en un gran libro. Este ahora lleva muy poca referencia
física o psicológica a nuestro propio estado “, dijo Dawesar.
Internet ha ampliado nuestro conocimiento de los problemas mundiales, y
ha permitido a millones de personas de ideas afines comunicarse. Esto es, sin
duda, una consecuencia positiva de la tecnología. Esta misma tecnología también
puede ser profundamente desconectante.
El mundo digital ha creado otra capa en la parte superior de nuestra
realidad existente. Ha mapeado nuestras calles, perfilado nuestros gustos, y
cableado objetos cotidianos en la nube de Internet. Google Glass y la
tecnología de realidad aumentada permiten a las personas interactuar con esta
realidad digital en capas en la parte superior del mundo físico. Finalmente una
lente artificial nos permitirá ver esta realidad aumentada ante nuestros ojos.
¿Estamos totalmente presentes cuando estamos absortos en nuestros
teléfonos inteligentes? Muchos de nosotros hemos visto a gente caminando
distraídamente mientras envian mensajes de texto en sus teléfonos. ¿Cuántos
momentos de conexión potencial con otras personas nos estamos perdiendo? Más y
más personas están invirtiendo más tiempo en la creación y gestión de
identidades en línea, mientras que se descuidan las del mundo real. Existen
numerosas empresas que ofrecen servicios de “gestión de la identidad en línea“.
Para aquellos que quieren permanecer en el anonimato, otros servicios ofrecen
borrarte de la web.
En esta era de desconexión, el “ahora digital” está desconectado de
nuestras vidas presentes. Es una distracción, pero una especialmente tentadora.
Nos llama de vuelta incluso cuando parte de nosotros se resiste. Como estamos
descubriendo, los dispositivos que ofrecen contenidos digitales pueden alterar
nuestro cerebro.
Demencia digital: Externalización de la Memoria Humana
Nuestros dispositivos inteligentes capturan el momento para nosotros. Los
investigadores están descubriendo que, debido a la dependencia de los aparatos,
ya no estamos recordando las cosas mismas. En lugar de ello, recordamos dónde
encontrarlas. Usamos Google para encontrar la respuesta. Nuestro teléfono
dispone de la información que necesitamos. La memoria humana es, de hecho,
subcontratada. ¿Podrán nuestros cerebros adaptarse a esta nueva tecnología de
una manera que ya no necesitemos recordar personas, lugares y cosas como antes?
Este fenómeno se ha convertido en un problema reconocido por los
científicos en Corea del Sur, que lo han llamado “demencia digital“. Los surcoreanos son intensos usuarios de
tecnología que se apresuran a recoger nuevos gadgets. Esto hace que la
población sea un “canario en la mina de carbón“ para la detección de los
peligros que representa la tecnología para la humanidad.
En 2011 los científicos de la Universidad de Columbia, Harvard y la
Universidad de Wisconsin, realizaron un estudio sobre cómo la memoria humana se
ve afectada por el uso de Internet. A dos grupos se les dio información para
escribirla en un ordenador. A uno se le dijo que la información se guarda en el
ordenador. El otro grupo cree que la información se borra. Como informa el New York
Times, “Los sujetos fueron significativamente más propensos a recordar la
información si pensaban que no serían capaces de encontrarla más tarde. “Los
participantes no hicieron el esfuerzo de recordarla cuando pensaban que después
podrían buscar la trivial declaración que habían leído“, escriben los autores.”
La tecnología vestible como Google Glass grabará nuestra vida en cada
detalle. Patrones de sueño, hábitos de alimentación, conexiones sociales y más,
todo será grabado. ¿Se externalizará toda nuestra vida? Nuestros “amigos” están
flotando en la nube de Internet. ¿Qué sucede cuando la red se cae y la
tecnología a la que nos hemos vuelto dependientes para gestionar nuestras vidas
ya no está allí? ¿Todavía sabremos quiénes somos? Nuestras vidas internas están
íntimamente conectadas con recuerdos vívidos. Cada vez más, nuestras
identidades en línea están tomando precedencia sobre nuestros seres del mundo
real.
Según Ray Kurzweil, principal ingeniero de la tecnología de Google, este
problema podría llegar a ser “resuelto” por la conexión de nuestro cerebro a la
nube de Internet. Esto podría lograrse utilizando dispositivos “…del tamaño de
las células de la sangre …podremos enviarlos dentro de nuestro cerebro a través
de los capilares, y básicamente conectar nuestro cerebro hasta la nube“, dice
Kurzweil.
Desconectarse
de la Matrix
Así como los vacíos de poder se desarrollan cuando superpotencias
colapsan, hay un vacío de poder que se forma cuando dejas el timón de tu mente,
cuerpo y espíritu. Serás ocupado por las agendas de otras personas y víctima de
las circunstancias. En este estado podrás funcionar como un androide biológico
ignorante, inconsciente viviendo guiones de otra persona. Desconectate de la
matrix y recupera tu conciencia.
En una época de creciente tiranía tenemos que estar alerta, con
discernimiento y ojos claros. La red tecnológica que se está infiltrando en
nuestras vidas tiene el potencial para separarnos de nosotros mismos y del
mundo en general, mientras que al mismo tiempo, nos da la ilusión de conexión.
Paradójicamente, la tecnología está ayudando en el proceso de la toma de conciencia
de esta situación.
The Washington Post publicó un artículo sorprendente en 2008 titulado “El futuro de Washington, una historia“. El artículo miró el futuro
de EE.UU., con un enfoque en Washington D.C., múltiples expertos en los campos
de la economía, la tecnología y la política contribuyeron a la pieza. Describe
una sociedad de alta tecnología en el que los ataques terroristas “a pequeña
escala” y los manifestantes enojados plagan las calles, mientras que los chips
de identificación implantables (RFID) permiten a los trabajadores del gobierno
pasar a través de los puestos de control.
A medida que el mundo exterior se desmorona, “Google LifeServices”
sustituye a grandes tiendas y centros comerciales hace mucho abandonados. Ellos
proporcionan a las personas experiencias preenvasadas de actividades al aire
libre y experiencias de vida.
El artículo del Post especula que finalmente habrá una revolución en
contra de estas tendencias. Prevén un “movimiento de nostalgia del papel” que
anima a la gente a escribir cartas y boletines de barrio después de que se
disolvió el servicio postal. Los personajes de ficción en la pieza reflejan los
viejos tiempos de “…placeres simples de demorarse en las comidas o descubrir
algún nuevo camino por el bosque.” Las personas que participan en esta
revolución de la conexión verdadera son vistos como “extremistas políticos o
religiosos” por su deseo de desconectarse.
En 2010 el Ministerio de Defensa del Reino Unido publicó un documento
titulado Tendencias Mundiales Estratégicas – hacia 2040. Para el año 2040 – y es probable que antes de esa fecha – muchos
futuristas y científicos proyectan que la tecnología habrá avanzado
exponencialmente, llevando a la muy esperada “singularidad” más cerca de la
realidad. El Ministerio de Defensa alude a algunos de estos posibles
desarrollos, incluyendo la aparición de una “Internet de las cosas”, la
radical extensión de la tecnología en la vida, y la vigilancia de personal
a través de los dispositivos inalámbricos de detección de humor. El
documento dice: “… que incluso entre aquellos que hacen un estilo de vida
explícito para permanecer al margen [de la red de tecnología], la elección de
desconectarse puede considerarse un comportamiento sospechoso“.
Necesitamos una revolución de la conexión verdadera antes de llegar al
punto de no retorno.
Por
Daniel Taylor
Daniel Taylor es un investigador independiente, autor, activista y
webmaster de oldthinkernews.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario