Cadena Nacional: Cristina lo hizo una vez más.
Por Gabriela Pousa / 26 enero,
2015
La última
cadena nacional de la Presidente dio vergüenza ajena. No asombró porque después
de doce años pocos son tan ingenuos como para esperar algo nuevo. Cristina
fue Cristina con fidelidad supina. Ni condolencias a la familia de Alberto
Nisman, ni promesa – aunque más no sea – de llegar a dar una respuesta sobre
una muerte tan incierta.
Por un
instante pienso en los elogios de tantos cuando, la jefe de Estado, asumió su
cargo porque “hablaba de corrido”. Como si hablar sin leer
fuese garantía de buen administrador. Siempre estamos en el detalle
insignificante, en la anécdota de café, absortos por el parecer más que por el
ser… La autocrítica no falta sólo en Cristina.
Pero
volviendo a la cadena nacional, lo primero que hay que admitir es que nuevamente
es el oficialismo quién se adelanta y marca la cancha. La Presidente impone la
agenda, el tema. No quieren que se hable del fiscal, y lo logran estableciendo
una polémica fútil que no aporta un ápice ni modifica nada esencial. Disuelven
la SIDE. Si insinúan que por echar a su cúpula semanas atrás, se mató a un
fiscal federal, ¿qué esperar de una disolución final? Y quién se
hará cargo, ¿La Cámpora acaso? Todo huele a espanto.
Cristina
Kirchner enterró a Nisman antes incluso que su familia. Provocó cuando lo que
debía hacer era apaciguar el estado alterado que se evidencia en la sociedad. La Presidente volvió a hablarle
a un grupo minúsculo de argentinos consustanciado con el quehacer político
cotidiano. El resto está en su propia pelea por la supervivencia.
A menos
de un mes de iniciado el año, desde el Ejecutivo lograron borrar de cuajo el
fracaso de los precios cuidados, la inseguridad y la violencia social. La economía crítica para la cual
no tenía respuesta, la puso debajo de la mesa. Con la alfombra tapó la
criminalidad y el narcotráfico que hacen mella. Y finalmente, antes de que la
sangre seque, antes del derecho a enterrar al muerto que data de tiempos de
Sofocles y Antígona, se lo sacó de encima con la indiferencia y la eficiencia
siniestra que ha tenido a menudo su aparato comunicacional.
Tarde
para dar la cara, tarde también para la oposición que no termina de reaccionar
para evitar que la vuelvan a acostar. Ahora están obligados a debatir inútilmente una
Agencia Federal de Inteligencia que, con mayoría en el Congreso, es ya un
hecho.
Hace una
semana se esperaba una palabra de la mandataria, pero hace una semana sólo supo
de “sangre y un dedo” que le comunicará el fantasma de la
Ministro de Seguridad a quién nadie le conoce la cara pero todos le pagamos el
sueldo, y algún día una jubilación de privilegio. Es decir, la población se
enteró antes, por las redes sociales. que la mismísima titular del Ejecutivo
Nacional. Poco serio.
36
minutos exactos estuvo sin pronunciar siquiera al occiso. Le dedicó pocos
minutos al final para criticar su actuar. Los muertos no pueden defenderse
pero pareciera que la Presidente no se enteró del deceso del fiscal. Se
quedó en la absurda crítica a un medio, su eterna carta marcada, y se desmintió
a si misma cuando escribió “suicidio” ¿Cómo le sacaron los signos de
interrogación? En rigor, si releen el artículo, nadie los sacó. Otro
papelón.
El
kirchnerismo y sus permanentes problemas de contexto. Los caricaturistas de Charlie
Hebdo estaban en un contexto lícito para morir a manos del terrorismo, de una u
otra manera así lo dijo la decana de la facultad de Periodismo, Cecilia
Saintout. Ahora parece que Nisman “se la buscó”, y Diego Lagomarsino merece
la condena desde el vamos por tener un hermano abogado que osa trabajar en un
estudio que le llevó una causa al enemigo perpetuo: Clarín, un diario si….
En ese contexto, todo lo sucedido parece que debe ser bien visto.
Cristina
acaba de dar pena, no por
salir faltando el respeto en silla de ruedas, pena porque ha hecho de la
Argentina una parodia de lo que alguna vez fue. Corrupción hubo siempre pero
mafias enquistadas en lo más alto del poder, no.
Cambiar
el nombre a una secretaria de Estado no es siquiera un primer paso. Más
grave aún fue la disolución que hiciera de la democracia hace ya años dejando
creer al pueblo que sigue existiendo por el mero hecho de ir a votar cada
tanto.
Pero
democracia no es apoyar el bisturí sobre el cuerpo. Es cortar, sacar, coser,
curar…, de modo que seguimos enfermos.
Cristina Fernández de Kirchner ha vuelto a perder una oportunidad por terminar su ciclo con un poco más de dignidad. La historia no utiliza eufemismos y será quién la ubique en el casillero exacto en que merece estar. Quizás no es mucho lo que pueda hacerse hoy desde un espacio limitado, con una exégesis sintética de lo recientemente escuchado. Hay que decantar, volver a leer y detenerse en las entrelineas que suelen decir bastante más.
Cristina Fernández de Kirchner ha vuelto a perder una oportunidad por terminar su ciclo con un poco más de dignidad. La historia no utiliza eufemismos y será quién la ubique en el casillero exacto en que merece estar. Quizás no es mucho lo que pueda hacerse hoy desde un espacio limitado, con una exégesis sintética de lo recientemente escuchado. Hay que decantar, volver a leer y detenerse en las entrelineas que suelen decir bastante más.
La
afamada oradora sigue hablando sin decir lo que debe decirle a la sociedad.
¿Por cuánto menos se fue Fernando De la Rua del gobierno? Habrá que asumir que un
ambicioso líder solapado puede más que un pueblo indignado, o que lo
monetario es más trascendente y prioritario que la vida misma para los
ciudadanos.
Hay un
muerto emblemático, un sinfín más los hay ya olvidados. El país va cobrando
forma de cementerio con ese singular silencio que explica tanto…
La
resurrección, la salida del laberinto, el hilo de Ariadna – que tanto le gusta
a la mandataria -, de este modo no conduce a nada. Androgeo sigue inerte y
frío en la Morgue Judicial y falta un Teseo. Hasta qué no aparezca, el gobierno
seguirá siendo el temible Minotauro que nos mantiene adentro, horrorizados,,
amenazados…
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