El papa Francisco ya tiene
lista su encíclica sobre ecología
Jorge Mario Bergoglio lanzará un ferviente alegato
sobre la misión del hombre de "custodiar la naturaleza"
Pablo Ordaz 2 ENE 2015
El papa
Francisco besa una estatua del niño Jesús, durante la misa de Año nuevo en la basílica del Vaticano. / Andrew Medichini (AP) |
De la
misma forma que eligió la isla de Lampedusa y el drama de la inmigración para
convertir su primer viaje apostólico en un alegato contra la “globalización
de la indiferencia”, el papa Francisco ha querido que su primera encíclica
propia –la anterior había sido escrita en su mayor parte por Benedicto XVI— se
convierta en una defensa apasionada de la ecología. Según fuentes del Vaticano,
la encíclica en la que Jorge Mario Bergoglio y un significativo grupo de
asesores –entre los que destacan el cardenal ghanés Peter Turkson y los
teólogos argentinos Carlos María Galli y Víctor Manuel Fernández-- llevan
trabajando desde otoño de 2013 está ya prácticamente lista e incluso podría
publicarse a lo largo del mes de enero. El Papa nunca ha ocultado su enorme
preocupación ante el que considera uno de los más grandes desafíos de la
humanidad, “la custodia de la creación y la ecología”.
Ya no
queda ninguna duda de que el jesuita Bergoglio, se esperara o no ser elegido
Papa tras la
renuncia de Joseph Ratzinger, tenía muy claro desde el primer día su
proyecto de Iglesia. No sólo porque sus primeros desplazamientos por él
elegidos –las islas de Lampedusa y Cerdeña—
quisieran escenificar el viaje hacia las periferias de la inmigración y el
paro, sino porque ya en la primera misa de inauguración del pontificado, el 19
de marzo de 2013, subrayó la importancia de “custodiar la naturaleza”. Dijo
entonces que Francisco de Asís, en cuyo nombre y mensaje quiere inspirar su
papado, representa el modelo de vida austero, respetuoso con la creación, tan
lejano a la actual “cultura del descarte”, por culpa de la cual en unos países
se derrochan de forma caprichosa alimentos y recursos naturales mientras en
otras latitudes millones de personas mueren de hambre. Sólo cuidando la
naturaleza, advirtió el Papa, es posible también “custodiar a la gente,
preocuparse por todos, especialmente por los niños, los ancianos, los más
frágiles”.
Han sido
muchas desde aquel día las referencias de Francisco a la protección de la
naturaleza, tanto a lo largo de sus viajes como en las audiencias en la plaza
de San Pedro. El pasado mes de mayo, ante unos 100.000 peregrinos llegados de
todo el mundo, Bergoglio advirtió: “La naturaleza no es una propiedad de la que
podamos abusar a nuestro antojo, ni mucho menos es la propiedad de unos pocos,
sino un don de todos, que debemos custodiar. Si destruimos la creación, la
creación nos destruirá a nosotros. ¡Nunca lo olvidéis!”. El Papa ha sacado a
colación en varias ocasiones un dicho popular: “Dios perdona siempre, los
hombres algunas veces, la naturaleza nunca”. Y, el pasado mes de julio,
declaró: “Estamos destruyendo la Creación. Matamos la naturaleza sin darnos
cuenta de que nos estamos quedando con un desierto, no con un jardín”. El
pontífice admitió que estaba escribiendo una encíclica que podría llevar el
nombre de “La ecología de la Humanidad”.
Aunque
por personas interpuestas, en el Vaticano se supo enseguida que Jorge Mario
Bergoglio había decidido que la primera encíclica de su puño y letra –la
anterior, La luz de la fe, publicada en julio de 2013, pertenecía en su mayor
parte a Ratzinger-- se centrase en la relación del hombre con la naturaleza. Ya
el pasado mes de febrero, monseñor Federico Lombardi, portavoz de la Santa
Sede, confirmó que el Papa así se lo había comentado al presidente francés
Francois Hollande, y distintas personalidades del mundo religioso –entre ellas
el obispo austriaco Erwin Kräutler, misionero desde hace 50 años en la Amazonia
brasileña, o Encarnación del Pozo, la ministra general de la Orden Franciscana
Secular— han asegurado que el Papa les ha consultado de cara a la redacción de
su circular al orbe católico. Pero lo cierto es que el núcleo central de la
encíclica se ha escrito entre Roma y Buenos Aires.
El Papa
ha querido que la parte doctrinal sea sustentada por los dos máximos
responsables del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz, su presidente, el cardenal ghanés Peter
Turkson, de 66 años, y su secretario, el obispo italiano Mario Toso, de 64
años, un prestigioso experto en teología y filosofía, aunque “demasiado
progresista” para algunos conciliábulos vaticanos. La parte expositiva también
ha sido redactada por dos de las personas más cercanas a Bergoglio. El arzobispo
Víctor Manuel Fernández, rector de la Pontificia Universidad Católica de
Argentina (UCA), y el sacerdote Carlos
María Galli, doctor en Teología por la UCA. Según una fuente conocedora de
la encíclica, la encíclica será “otro bombazo mediático” al más
puro estilo de Bergoglio. Esto es, aumentará el consenso mundial en torno a
su autoridad moral mientras los sectores más tradicionalistas del Vaticano
seguirán observándolo con cierto desconcierto.
¿REUNIÓN
POR EL CALENTAMIENTO GLOBAL?
Por Javier Cornejo
Artículo publicado en el
diario El Tribuno el 02 de noviembre de 2009
En el próximo mes de diciembre
tendrá lugar en Copenhague (Dinamarca), la harto publicitada reunión de
presidentes de países que «debatirán» sobre el calentamiento global.
En función de ello, el Gobierno
británico, a través de la Agencia Meteorológica del Reino Unido, el ministro de
Energía y Cambio Climático, Ed Miliband, y su par de Relaciones Exteriores,
elaboró y publicitó en todo el mundo un mapa sobre su impacto, con medidas para
detener dicho calentamiento. Entre ellas: «Financiamiento a los países en vías
de desarrollo para que efectúen acciones de reducción de emisiones de CO2». (Clarín
23/10/09 pág. 36). ¡Se presentan ante el mundo como los salvadores de su «fritura»,
de igual manera a como se presentaron como adalides de la libertad de esclavos,
cuando debieron colocar su máquina a vapor!
Hay cambio climático. Siempre
lo hubo. Es algo normal en la estructura planetaria. Pero no significa que sea
calentamiento por emisiones humanas de CO2.
Esto es una falacia de
fabricadores de falsos apocalipsis como Al Gore y naciones «desarrolladas»
encabezadas por el Imperio británico (El Tribuno, 31/7/09, pág. 16, «El fraude del
calentamiento global»).
Hay cambio climático en proceso
de pico de temperatura extrema hasta el 2012, a partir del cual se revierte el
proceso por una futura glaciación en consonancia con los ciclos solares,
verdaderos responsables del «cambio».
Está demostrado científicamente
(y no publicitariamente) por los laboratorios rusos, chinos y de EEUU de
investigaciones astronómicas y espaciales, tales como el de San Petersburgo.
A través del falaz
calentamiento global, se intenta detener el progreso de los países subdesarrollados,
para acaparar sus recursos naturales «intactos» y tales geografías libres de
ocupantes.
Seguramente los presidentes de
países votarán algún acuerdo. En él resulta relevante el voto de los países de
economía agrícola que impondrán normas a los industriales. De allí que el papel
de Latinoamérica sea decisivo en orientar una decisión de desarrollo o
aniquilación. O el voto sea orientado por los países industriales que
dominantes de algunos países agrícolas los usen para imponer un criterio a industriales
competidores. Es decir, el voto de nuestro país puede venderse al mejor postor,
según sea la necesidad K de fondos. No obstante, según lo acordado en la
reunión del G-20 el 2 de abril pasado en Londres, está prevista una alineación
en pos de Gran Bretaña como contraprestación al envío de fondos que haría el
FMI sin auditoría.
Frente a ello llama la atención
el reciente acuerdo entre Roma y Londres, divergentes desde el año 1534, entre
el jefe de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams, y el arzobispo de Westminster,
Vincent Gerard Nichols, por un lado, y el prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe del Vaticano, cardenal William Joseph Levada, y el secretario
de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del
Vaticano, arzobispo Joseph Di Noia, por otro. Al decir del cardenal Levada, el
mencionado acuerdo: «Está en línea con el compromiso para el diálogo ecuménico»
(¿?). «Se establecerán diócesis no territoriales que dependerán de un obispo
particular», no del diocesano. «Esas comunidades conservarán su patrimonio
espiritual litúrgico anglicano, y su prelado personal será elegido entre ese
clero».
Para este acuerdo el papa
Benedicto XVI aprobó una Constitución Apostólica, norma de máximo rango.
En 2007 el ex primer ministro
Tony Blair, dando el puntapié inicial, dejó la Iglesia Anglicana y se sumó al
catolicismo.
Seguramente el mundo debatirá
la «cosmética» de este acuerdo.
Correrán ríos de tinta e
interminables debates de devenidos especialistas en religión, sobre si
recibirán la comunión de curas casados, obispos mujeres, homosexuales que
consagren el cuerpo de Cristo, inimaginables procesiones, misachicos y misas
concelebradas, matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados en
tradicionales catedrales del mundo. El tema será interminable.
Mientras tanto, a los fieles
católicos, que « casualmente» en su gran mayoría se encuentran en los países
subdesarrollados, quizá se les llegue a imponer como «pecado», «como pecado
ambiental» el talar un árbol, y sea válido el asesinato de quién lo intente.
Podemos esperar cualquier cosa de los ecológicos antimineros a los que habría
que preguntarles: ¿para quién cuidan los recursos?
Hasta la manipulación de la fe
pareciera ser un arma idónea para lograr detentar los recursos energéticos
necesarios para el control del mundo actual y futuro.
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